«Después de esto aconteció que se
enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba
Dalila.» (Jueces 16:4
Léase: Jueces 16:4-20. Dalila tenía su
casa junto a la orilla del río Sorek, una mujer que fue instrumento
de los jefes de los filisteos para reducir a la impotencia a Sansón.
Sansón es el héroe de Dios. Su
aparición como liberador de Israel permanece en misterio. Fue
escogido y equipado por Dios para este propósito en una forma
singular. Pero Sansón, el héroe, mostró un defecto fatal, el de
sucumbir fácilmente a los encantos de las mujeres. Una mujer lo
subyugó y sacó ventaja de su dominio sobre él.
Incluso ya antes de conocer a Dalila,
Sansón en Gaza vio a una ramera y se llegó a ella. Los filisteos lo
acecharon a las puertas de la ciudad para echarse sobre él al
amanecer. Pero a media noche Sansón se levantó y « tomando las
puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó
al hombro y se fue.
Después de esto se enamoró de esta
mujer en el valle de Sorec, que se llamaba Dalila. El nombre nos
suena hermoso, y lo que halló Sansón en su casa fue peor que la
muerte. La mujer le fingió amor y le sedujo para que en prueba del
amor con que él había de corresponder al suyo, le dijera cuál era
el secreto de su fuerza. «¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu
corazón no está conmigo ?» Tres veces consecutivas Sansón le dio
una falsa respuesta. Al tratar de ponerla a prueba Sansón se
demostraba invencible: el secreto no había sido revelado.
Dalila fue tejiendo una red inextricable
de engaño y seducción. Fue presionándole cada día, e
importunándole, hasta conseguir reducir su alma «a mortal
angustia». Entonces él le reveló finalmente el secreto. Esta vez
Sansón fue reducido a la impotencia en manos de sus numerosos
enemigos.
La execrable calidad moral de esta mujer,
que se pone al servicio por «cien ciclos de plata» concedidos por
cada uno de los jefes filisteos no exonera de su culpa a Sansón.
Dalila es una criatura infame en las páginas de la Biblia, pero
Sansón no debía visitar prostitutas en Gaza o en Sorec. Sansón
había perdido el temor de Jehová.
El aspecto que nos interesa hacer
resaltar de la conducta de Dalila es simplemente que usó su
atractivo femenino ilegítimamente, con un propósito destructor y
homicida. Sin embargo, toda mujer que finge amor y usa las armas de
su vanidad y coquetería para conseguir sus fines egoístas, está
haciendo un juego paralelo al de Dalila. El encanto femenino y el
atractivo del cariño son dones de Dios. La mujer los ha recibido del
Creador. Dios castigará a quien los use de un modo trivial o
frívolo, pues los ha concedido con propósitos mucho más elevados.
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