En conferencias sobre el hogar en las iglesias evangélicas, es
normal que me
pidan un tiempo especial con los jóvenes para charlar sobre algún
aspecto de la
vida familiar. No hay un tema más llamativo a los adolescentes y
jóvenes como
el del sexo, y esto es usualmente lo seleccionado para considerar
con ellos. En
varias ocasiones pregunto al grupo sobre el sexo que ellos han
aprendido de
sus padres. Casi unánimemente me responden que no han aprendido
nada de
este asunto de sus padres, por lo menos no directamente. Se quejan
de que el
término “sexo” se trata en su hogar como si fuera un tabú o una
cualidad
desconocida.
Aunque este ha sido el caso casi universalmente, hay que reconocer
que no
existe una necesidad más urgente entre nuestros hijos modernos que
la de tener
una sana y bíblica perspectiva al respecto. Las presiones y
tentaciones que la
juventud experimenta a diario, provenientes del sexo,
especialmente en sus
múltiples formas profanas (el cine, la televisión, el periódico,
las revistas), deben
alarmarnos suficientemente para que actuemos a fin de
contrarrestarlas con una
información adecuada.
En una sociedad saturada de sexo, no debemos permanecer ciegos
ante la
huella que este fenómeno está dejando en las vidas impresionables
de nuestros
hijos.
Tan cierto que hay una escasez de enseñanza sobre la educación
sexual en los
hogares, tanto en los cristianos como en los que no lo son, es
igualmente cierto
que sí hay padres que desean guiar a sus hijos en esta materia
importante y
frustrante. Sin embargo, la mayoría no se siente capaz de educar
debidamente a
los suyos en cuanto al sexo. Hay varias razones por las que muchos
padres se
niegan a entrar en el tema:
(1) Ellos mismos nunca recibieron una educación sexual, por lo tanto
no
pueden enseñar a sus hijos;
(2) se avergüenzan y no pueden hablar con confianza ni naturalmente
del asunto;
(3) sus propias frustraciones en sus relaciones sexuales inhiben una conversación
con sus vástagos; y
(4) simplemente no han mantenido una buena relación de clara y abierta
comunicación con sus hijos para poder entrar en este tema que
muchos
consideran algo delicado.
TRES PREGUNTAS COMUNES DE LOS PADRES
En conferencias sobre la vida familiar es común escuchar tres
clases de
preguntas de los padres acerca de la educación sexual. En primer
lugar se suele
oír la queja de que ya hay demasiado sobre el sexo en todo el
ambiente
cotidiano, por lo tanto les parece que hablar del sexo es instar a
los jóvenes a
querer experimentarlo. En respuesta hay dos asuntos que
considerar. Uno es
que la información que nuestros hijos reciben en la calle, la
escuela, la
televisión, etc., normalmente no proviene de un fundamento
cristiano, sino del
lado contrario. Por lo tanto, es preciso armarlos con una
información sana y
bíblica para que puedan evaluar lo que ven y escuchan
constantemente.
Además, los padres no deben creer que el no hablar del sexo lo
hará
desaparecer. Subconcientemente aquello puede ser lo que algunos padres
esperan, pero esperan en vano. Lo que hace falta a aquellos padres
que tienen
sentimientos de inseguridad en cuanto a la educación sexual de sus
hijos es
recibir una buena aclaración y definición de lo que se contempla
por aquella
educación. Se propondrá definirla dentro de poco.
Una segunda clase de preguntas que hacen muchos padres tiene que
ver con lo
vergonzoso que es para ellos hablar del sexo con sus hijos. A
veces el sentido
de vergüenza tiene su origen en algunas experiencias de la niñez,
o en que los
padres le habían enseñado que el sexo es sucio o, por lo menos,
algo que no se
considera digno para la conversación de los cristianos. Otros
padres se han
preparado con una buena educación sexual por medio de lecturas
adecuadas;
sin embargo, se encuentran “mudos” cuando tratan de iniciar una
conversación
sobre el sexo con sus propios hijos. Tal inhibición puede provenir
del miedo de
que el hijo le pregunte algo que no puede contestar; puede ser que
tema que su
hijo adolescente no querrá responderle como el padre espera; puede
revelar su
crianza y las actitudes que aprendió de la palabra y el ejemplo de
sus padres; o
puede ser la consecuencia de su estilo de personalidad. Como sea,
puede
confortarse con que aun algunos consejeros profesionales han
confesado que
les fue difícil orientar a sus propios hijos sobre los papeles
sexuales en sus
matrimonios futuros, ¡mientras que les era fácil orientar a los
hijos de otros sobre la misma materia!f128 Probablemente es más fácil que
los padres bien
preparados orienten a los niños menores cuando hagan sus
preguntas, pero aun
en tales ocasiones a veces se producen momentos de vergüenza; por
ejemplo,
cuando preguntan de la función del hombre en la reproducción. Sin
embargo, si
se le contesta sencillamente y con honestidad, el niño normalmente
lo acepta
como parte del plan creador de Dios. La vergüenza es el problema
de los
adultos, no de los niños.
Una tercera pregunta que hacen los padres tiene que ver con su
responsabilidad en la educación sexual. Puesto que muchos padres
se sienten
incapaces de enseñar a sus retoños en cuanto al sexo, esperan que
la escuela
pública lo haga. Sin embargo, lo que se presenta en el
departamento de
biología acerca de la fisiología, la anatomía las funciones
humanas en la
reproducción no satisface la necesidad del niño ni del adolescente
en cuanto a
la educación sexual. Es en el hogar donde el hijo debe recibir una
instrucción
consciente sobre sus relaciones personales, un vocabulario
decente, la
moralidad, la cortesía, etc., porque todo esto forma parte de la
educación
sexual. La fe cristiana en su expresión más amplia debe ayudarnos
a descubrir
cómo vivir abundantemente, encontrando en Cristo los recursos para
relacionarnos felizmente, sabiendo cómo amar y perdonar. (Colosenses3:12-15.)
Estas experiencias cristianas tienen su mejor campo de acción en
el
hogar con su propia familia. Y éstas también son parte de la
educación sexual.
UNA DEFINICIÓN DE LA EDUCACIÓN SEXUAL
El lector me ha aguantado hasta aquí, y seguramente está
preguntando: ¿Qué,
pues, es la educación sexual? Parece ser tan amplia como la vida
misma. He
estado tratando de estirarle a usted en su concepto de lo que es
el sexo, o
mejor decir, la sexualidad; porque es más que la reproducción
humana —
incluye los papeles y las relaciones. El sexo no es algo que
tenemos, es algo
que somos. Es de nuestra persona y personalidad. La educación
sexual va más
allá de impartir los datos y detalles de la reproducción. Hay que
orientar a los a
los hijos sobre las actitudes correctas hacia el aspecto sexual de
la vida. Incluye
los papeles de varón y hembra y las maneras sanas de relacionarse.
La
educación sexual tiene que ver con los valores morales, lo que
debemos
entender y hacer. En fin, la educación sexual es la comunicación
sana y sabia de
los
hechos, actitudes, papeles, relaciones y valores morales.
Si así se define el asunto, hay que reconocer que está ocurriendo
diariamente.
Es inevitable, porque de tales cosas se trata constantemente en el
hogar, en la
calle, en la escuela y aun en la iglesia. El problema no es si
nuestros niños
reciben una educación sexual, sino si aquella educación es buena o
mala,
adecuada o inadecuada, cristiana o del mundo.
Aunque reconocemos que casi todos nos sentimos limitados para
enseñar a los
nuestros sobre muchos de los aspectos de la sexualidad, debemos
intentar
hacer lo que podamos y pedir de Dios la sabiduría para aplicar
nuestra fe
cristiana a esta área de la vida. (Santiago 1:5) Una cosa es
cierta, como
padres somos responsables por la buena educación de nuestros hijos
hasta
donde sea posible dentro de nuestros límites. Es mi esperanza que
esta materia
le ayude a usted a abrirse al asunto y modificar algunos de sus
límites.
Indudablemente mucho del éxito que tendremos en la educación
sexual de
nuestros hijos dependerá de nuestros actitudes ante el tema, pero
la necesidad
de nuestros hijos de tener una perspectiva sana al respecto debe
impulsarnos a
hacer lo mejor que somos capaces de hacer.
Para una lista de libros con los cuales puede profundizarse en
esta materia, vea
la bibliografía al final de esta obra. La buena lectura también
sirve como un
método de educar a los hijos sobre su sexualidad.
Ahora quisiera contestar tres preguntas acerca de la educación
sexual:
¿Cuándo hacerla, cómo enseñarla y qué enseñar? Después,
enfocaremos
algunos problemas particulares en la educación sexual de los
adolescentes y
concluiremos este capítulo presentado algunas sugerencias para las
iglesias en
su programa educacional para que puedan complementar a los hogares
cristianos en esta importante tarea de la educación sexual.
¿CUÁNDO DEBEMOS COMENZAR LA EDUCACIÓN
SEXUAL?
Nosotros comenzamos a educar sexualmente a los hijos aún antes de
que
nazcan. La antesala de la experiencia educativa es la actitud de
los padres, el
uno hacia el otro y de los dos hacia su futuro vástago. La
predisposición, el
amor y la comprensión expresados por la pareja crean un ambiente
propicio
para
que el infante reciba lo primordial en su desarrollo: el sentido de seguridad.
Luego, la educación sexual sigue por las expresiones de afecto,
cuidado,
alimentación y juego que permiten que el infante aprenda por los
sentidos
naturales. Además, la alimentación natural por parte de la madre y
el tomarle en
los brazos provee al niño una constante dosis de cuidado y
atención. Todo esto
es lo que Samuel Vila llama el “preludio de la educación sexual”
que él dice
servirá más tarde “como base para que el pequeño pueda captar y
comprender
mejor lo que es el amor y la confianza en los demás”.
Mientras que todavía es infante comienza a descubrirse por tocar
las varias
partes de su cuerpo. Lo más natural es que tome y juegue con su
pene o
vagina. Esto no es una señal de que sea depravado, sino de que
está
aprendiendo por experimentar. Revise el Capítulo 8 acerca de la
formación
mental del niño donde se hace hincapié en que la experimentación
es el método
principal por el cual durante la niñez el niño aprende.
Esto no es para asustarse y creer que el niño desea experimentar
hasta “lo
último” del sexo, sino que el niño busca simplemente satisfacer su
curiosidad,
de la cual normalmente tiene bastante. Sin embargo, si los padres
no conducen
al niño a llenar su mente curiosa de la verdad, se ha comprobado
que el niño sí
tiende a entregarse a la “experimentación” para descubrir por sí
mismo la razón
de estas cosas. Es la ignorancia, no la buena y sana información,
la que impulsa
al niño a hacer lo indebido. De todos modos, nada de esto suele
ocurrir hasta
más tarde en la niñez o la adolescencia. Además, cuando el niño
llegue a la
edad de preocuparse acerca de la fertilización, normalmente no
necesitará el
juego de fantasía que practicaba a los tres a cinco años. Ahora
percibe las
cosas por pensarlas y esto, combinado con un sentido acentuado de
desear una
vida privada, llena su necesidad. Aunque algo de experimentación
ocurra, no
será debido a que le hemos dicho demasiado, sino porque los niños
siempre
serán niños. Tengamos la seguridad de que si hemos sido sinceros y
honestos
con nuestros hijos ellos también lo serán con nosotros y vendrán
para
compartirnos sus frustraciones y preguntas.
Volviendo a la infancia y temprana niñez, de dos a seis años,
notamos que el
niño aprende por lo que ve. Así es como gana la comprensión. No
aprende
sólo por nuestras palabras. Es completamente normal que desee
saber si todos
los niños y las niñas son iguales a él. Cuando haya un infante en
casa, o cuando
visita a otra familia, y vea el cuerpecito del chiquito
probablemente dirá: “Mira,
mamá, tiene pene”, o “Mira, no tiene pene.” No se asuste, no se
enoje. Muchas veces es suficiente responderle con sus mismas palabras, pero
siempre debe
ser con un tomo natural de la voz. James Hymes indica que es
especialmente
importante para las niñas saber que no son deformadas porque no
tienen pene.
El explicarles que sólo los varones los tienen y que todas las
niñas tienen vagina,
él dice, puede traerles una gran paz mental.
El niño preescolar tiende a hacer muchas preguntas. Debemos
interpretar éstas
como expresiones de curiosidad, no que esté buscando información
que como
niño no le corresponde. La curiosidad es natural y nos presenta
oportunidades
para guiar la mente inquisitiva del niño hacia actitudes sanas de
su propia
sexualidad y la de otros. Como padres, recordemos que el niño no
tiene una
capacidad adulta ni de comprender ni de retener las cosas que le
explicamos.
No nos cansemos de explicarle las cosas o de contestar sus
repetidas
preguntas. La comprensión viene poco a poco al niño. Este es el
caso,
especialmente, en la enseñanza de los valores, porque hay que
interpretar y
evaluar para el niño, lo cual él no es capaz de hacer por sí
mismo. Un ejemplo
de esto es su aprendizaje de respetar a otros, incluyendo lo
sexual. Por el
contrario, tenemos que ser pacientes con los niños cuando ellos
insisten en
mirar la desnudez de otros niños o aun la nuestra. Así aprende el
niño, por ver.
Además hace bien aprovechar el bañarle para enseñarle los nombres
correctos
de las partes del cuerpo, aunque no sería malo explicarle que
otros usan
nombres diferentes y populares, dando su significado en relación
al nombre
correcto.
Estamos considerando la pregunta de cuándo comenzar la educación
sexual del
niño, y hemos notado que la actitud del niño hacia la sexualidad
es tan
importante como su necesidad de recibir información específica.
Pero la
información directa es necesaria. ¿Cuándo debemos iniciar aquellas
conversaciones? La verdad es que las preguntas naturales que hacen
los chicos
indican la ocasión más exacta. Pero hay que recordar no darles
respuestas
adultas a sus preguntas de niños. Las respuestas sencillas
normalmente
satisfacen al niño. Así la educación sexual es algo gradual y a la
velocidad del
interés y capacidad del niño. No debe contar todo el cuento con
sus detalles al
niño de cinco años cuando le pregunte a usted: ¿Dé donde vienen
los niños? Le
satisfará escuchar que el bebé se forma dentro del vientre de la
madre y cuando
está listo sale a nacer por medio de una abertura que Dios ha
provisto entre las
piernas de la madre.f134 Así el niño lo acepta como algo
de lo más natural y no
necesitará más información por el momento.
¿CÓMO DEBEMOS PRESENTAR LA EDUCACIÓN SEXUAL?
Los padres enseñan a los hijos constantemente, consciente o
inconscientemente, porque les sirven de modelo. Especialmente es
este el
patrón antes de que el niño llegue a la adolescencia. Por eso, la
primera manera
que mencionaremos, por la cual los padres instruyen a sus hijos en
lo sexual, es
su ejemplo. Por cierto, nuestro ejemplo debe conscientemente
comunicar
conceptos sanos que nuestros hijos puedan captar en nuestra
actitud.
1. Por Nuestro Ejemplo
Un ejemplo sano sobre el sexo abarca por lo menos cuatro aspectos:
reverencia, amor, respeto (confianza) y aceptación.
Mostrar reverencia acerca del sexo quiere decir que haya un
sentido de
profundo aprecio y respeto por lo que Dios ha creado y un
reconocimiento de
que también ha hecho a los padres copartícipes con él en aquella
creación
dándoles la capacidad de engendrar hijos. De modo que se refleja
un respeto
por el cuerpo como una maravillosa dádiva de Dios, y que ser
padres es un
gran privilegio otorgado por nadie menos que Dios mismo. Tampoco
debemos
ser casuales acerca del sexo porque existe en ello una “cualidad
especial de
intimidad, de vigor y de significado a la que nadie puede
escapar”. De estos
“sentimientos intensivos viene la comprensión de la pareja y el
gran gozo que
existe en las profundas relaciones personales. Aun los niños
pequeños pueden
sentir esto”.
El segundo aspecto de un ejemplo sano es el de la demostración del
amor. El
niño aprende a dar afecto al recibirlo de sus padres. Mientras el
niño reciba
cariño y atención de los padres, está ganando la seguridad que
necesita para
formar profundas relaciones con otros. El ejemplo del amor
demostrado entre
la pareja es también un maestro supremo ante los hijos. Los besos,
hechos de
cariño y la cortesía comunican volúmenes de educación sexual al
niño que los
observa en acción. El aprende que el amor es algo de gentileza, es
algo
agradable y es algo que debe ser demostrado constantemente.
Un tercer aspecto del ejemplo de los padres en la educación sexual
de sus hijos
es el del respeto que se demuestren el uno hacia el otro y hacia
los mismos
hijos este respeto debe incluir una confianza creciente en los
hijos. Si queremos
que los hijos nos respeten hay que respetarlos primero.
Difícilmente sabrán
hacerlo si no se lo hemos demostrado. Esto incluye tocar la puerta
de su habitación antes de entrar, pedirles “permiso” cuando queramos
interrumpir una
conversación de ellos o con sus amigos y corregir a cada hijo
aparte, no
delante de otros niños o en público. Este respeto comunica al hijo
una
valorización que le dice que lo apreciamos y que creemos en él. Es
parte de la
formación de un hijo maduro y contribuye a su formación moral,
porque la
madurez y la moralidad se basan en que se internalicen las normas
en vez de
solamente conformarse a las presiones externas que otros les dan.
El respeto
sirve como un fundamente sabio en el niño, pero hay que ampliarlo
mostrándole
confianza medida que se acerca más a la adolescencia. Darle
responsabilidades
ayuda al niño o al joven a sentir que le respetamos y que
confiamos en él,
especialmente cuando recordamos felicitarle por algo bien hecho.
En cuarto lugar, debemos ejemplificar la aceptación tanto de los
papeles como
de las funciones del sexo. Los varones necesitan saber que los
aceptamos con
contentamiento porque son varones y las niñas deben saber lo mismo
en cuanto
a su sexo. A veces los padres cometen el error de decir al niño:
“Bueno, mi
hijo, en realidad queríamos una niña esta vez, pero te amamos de
todos
modos.” Esto confunde al niño en cuanto al papel que los padres
desean que él
desempeñe. Un problema más grande puede ser la comunicación de
nuestra
actitud hacia la función del sexo. Si llevamos una vida de
frustración en lo
sexual o si creemos que es algo sucio, difícilmente podemos
afirmar la
sexualidad como un don de Dios. En tales casos se precisa buscar a
su pastor
para que le oriente y le recomiende unas lecturas saludables tanto
para los
padres como para los hijos.
2. Por la Buena Comunicación
En realidad nuestro ejemplo es una forma de comunicación, y como
toda
comunicación tiene dos formas: verbal y no verbal. Ahora, debemos
entender
que la comunicación es algo más que nuestro ejemplo y demostración
de los
principios arriba mencionados. También, abarca unas pautas
definitivas que
sirven en toda nuestra relación con los hijos, especialmente en la
educación
sexual.
La primera pauta en toda buena comunicación es saber escuchar. No
hay nada
que infunda un sentido de aprecio en el niño como la atención que
le demos a
sus preguntas y frustraciones. Por cierto, a veces requiere
bastante paciencia de
nuestra parte. Pero, recordemos que aun cuando no sepamos cómo
responderle al hijo, el haberle escuchado y mostrado simpatía
(compadecerse con él) es a menudo más importante que la información que le pudiéramos
impartir. De modo que aunque no sepamos qué decirle, podemos
ayudarle
simplemente prestándole “nuestros oídos”.
Otro paso básico en la buena comunicación es establecer tres
directrices que le
sirvan en todo momento para dirigirse a los suyos en esta materia
del sexo: la
sinceridad, la honestidad y la sencillez.f136 Debemos ser sinceros en enseñarle al
hijo a respetar su sexualidad y la de otros y a buscar lo que le
edifique y le lleve
a un concepto sano del amor conyugal con su complemento físico que
se base
en un alto sentido moral. La honestidad se aplica usando los
términos correctos
y no eludiendo las preguntas de nuestros hijos. Si les damos
respuestas
incorrectas, más tarde descubrirán la verdad y perderán su
confianza en la
verdad e infalibilidad de nuestras respuestas. La sencillez se
refiere a la manera
de responder a las inquietudes al nivel de los hijos, no con
palabras ni
conceptos de adultos. No debemos asustarnos ante este tema ni
pensar que no
somos capaces de entrar en ello con los nuestros. Siguiendo estas
tres
directrices no los vamos a defraudar ni dirigir mal.
Recordando estas tres directrices, hablemos sobre cómo contestar
las
preguntas de los niños, y esta es la tercera pauta en la buena
comunicación. El
principio es fácil: conteste al niño siempre sincera, honesta y
sencillamente. Si su
niño de cinco años pregunta: ¿De dónde vienen los niños?,
contéstele con:
“Ellos crecen dentro de sus madres.” Así, nada más por el momento.
Con esto
él normalmente se satisface. Si contestamos sus preguntas con
calma y sin
complicaciones, probablemente volverá para interrogarnos sobre
alguna cosa
más. Lo interesante es que las preguntas del niño sobre el sexo no
tienen más
valor para él que las que hace sobre el automóvil y cómo éste
funciona o cómo
los árboles crecen.
A veces tenemos que pedirle al niño que aclare su pregunta. El
doctor Wilson
W. Grant cuenta la experiencia de un padre que contestó la
pregunta de su hijo
de cinco años acerca de dónde había venido él con un breve
discurso de
educación sexual. Cuando terminó, el niño le dijo: “Bueno, papá,
pero ¿de
dónde vine yo? Ricardito vino de México. ¿Yo vine del mismo lugar?f137
Otras veces hay que aclarar las malas concepciones de los niños.
Samuel Vila
relata la experiencia de una niña que quiso saber si los niños se
engendran por
los besos entre las mamás y los papás. La niña había observado que
los padres
se habían besado y poco después la madre quedó encinta. Además, la
niña andaba con un susto porque un compañero de clase en el colegio le había
dado
“un beso”.
Sin embargo, los niños pueden hacer preguntas serias y profundas.
Las más
delicadas tienen que ver con la parte del padre en la procreación.
En este caso,
como en los demás, seamos sinceros, honestos y sencillos en
nuestras
respuestas. En realidad, la vergüenza es el problema del adulto,
no del niño. Se
sugiere que le dé crédito al padre por su contribución en la
fertilización, pero
explíquelo sin complicaciones. Se puede decir al niño pequeño que
una célula
del padre se encuentra con una célula de la madre, y se juntan. Al
principio las
células son tan pequeñas que no las podemos ver, pero dentro de
unos días el
niño comienza a formarse y así crece hasta el tiempo de nacer. Si
el niño es más
grande, digamos de seis a ocho años, cuando salga a luz la
pregunta, puede
recordarle la diferencia entre los cuerpos de varones y hembras,
uno con pene
y la otra con vagina, explicando que Dios nos había hecho de esta
manera para
que los casados pudieran juntarse y así tener niños. Este data,
junto con la idea
de la unión de las células, explicado en un espíritu positivo,
debe ser suficiente.
Sin embargo, una cuarta pauta bien servirá para complementar
nuestras
explicaciones y esa es el aprovechar las experiencias en la
naturaleza y el
compartir lecturas al respecto. Muchas veces viendo unos animales
en el acto
de copulación, se pueden hacer unas observaciones sencillas. En
cuanto a las
lecturas apropiadas para las edades véase la bibliografía al final
de este libro.
Lo importante es que el niño experimente nuestra compañía en
ayudarle a
buscar las razones de uno de los misterios de la vida: su origen,
su causa y la
parte que los padres tenían en ello.
Sobre estos puntos de la buena comunicación en cuanto a la
educación sexual
de los hijos, algunos padres de seguro preguntarán: “¿Qué pasa,
por qué el hijo
mío nunca me ha pedido nada de esta información?” En primer lugar,
diría que
simplemente algunos niños son indiferentes en cuanto a las cosas
del nacimiento
y de los nenes. Parece que no se les ocurre mencionarlo como
tampoco
preguntan de la marea del mar. En segundo lugar, se debe a que
algunos padres
siempre les comunican a sus vástagos que lo más importante es que
ellos sean
“buenos niños”. Lo enfatizan tanto que cualquier cosa relacionada
con el sexo
les parece “mala”. Piensan que es una amenaza hablar de ello,
porque pierden
el amor de sus padres. Los niños aprenden temprano que el sexo es
algo
secreto y que tratar de hablar de eso puede significar un riesgo
en la relación con sus padres. En tercer lugar, algunos padres, o abuelos, o
maestros, o
alguien más puede que haya imbuido en la mente del niño que el
sexo es malo y
que no debe preguntar de “cosas feas”. Pero en cuarto lugar, a
veces los niños
aprenden “los secretos” en la calle y por su sentido de culpa no
piensan que es
tema digno de mencionar a los padres.
Sea cual fuere la razón por la cual los niños no preguntan sobre
el sexo, es
nuestra responsabilidad como padres guiarles a tener alguna
comprensión y
aprecio por estos conceptos de manera sana y adecuada. Tome su
tiempo e
inicie la conversación. Aproveche la naturaleza y los momentos de
lectura
juntos para infundir en el niño un conocimiento de quién es y cómo
se relaciona
a otros y que esto es de suma importancia en las vidas de todos
nosotros. Así
usted y yo estamos dando lo fundamental en la educación sexual a
nuestros
niños. Si no les enseñamos nada más, hemos hecho una contribución
significante al desarrollo de su persona. Sin embargo, en realidad
ellos necesitan
más información. Entonces, ¿qué debemos enseñar al niño sobre la
educación
sexual?
¿QUÉ DEBEMOS ENSEÑAR EN LA EDUCACIÓN SEXUAL?
Quizá la pregunta debiera ser ¿cuánto? En vez de ¿qué? Pero se ha
dicho ya
que la cantidad de información que le damos al niño debe ser de
una velocidad
gradual y al ritmo del interés del mismo —o sea, progresivamente.
Hace bien
que uno estudie las etapas de desarrollo del niño y de la
pre-adolescencia para
poder dar una educación sexual que sea adecuada en el momento
preciso. Para
refrescar la memoria sobre el particular, ¿por qué no vuelve usted
a leer en el
capítulo 8 la sección sobre la formación del niño?
Ahora bien, el “qué” de la educación sexual abarca por lo menos
dos aspectos:
lo físico y lo moral. Hemos sugerido usar con los niños los
nombres correctos
para los diferentes órganos del cuerpo (pene, pecho, vagina, ano,
etc.).f139
Además de los nombres de los órganos, necesitamos ensañarles la higiene
y su
por qué. El aseo personal elimina olores desagradables y mantiene
el cuerpo
sano y presentable.
Cuando el niño se está acercando a la pubertad, precisa de más
información
sobre su propio desarrollo físico. Debemos asegurarle que no cabe
un sentido
de culpa porque esté cambiando su forma y tamaño, o porque tiene
acné, o
que ha comenzado la menstruación u ocurrido algunos sueños mojados
(o emisiones nocturnas). Más adelante hablaremos sobre el adolescente y su
problemática en la educación sexual.
En los últimos años han aparecido varios libros que sirven de
orientación para
los niños en las diferentes etapas de su desarrollo sexual y aun
para guiar a los
padres en la educación sexual de sus retoños. Para una lista de
tales materiales,
véase la bibliografía. En estos libros se suele encontrar dibujos
y figuras que
explican la anatomía del cuerpo, tanto masculina, como femenina.
El
conocimiento de estos datos es importante a medida que el niño
llega a la
adolescencia, pero como el doctor Grant dice, “los datos no
bastan.”f140
Además de los datos, se requiere que el niño reciba instrucción
moral y
espiritual por la cual él pueda discernir lo bueno y lo malo, lo
agradable y lo
despreciable, lo que edifica y lo que frustra la buena marcha de
la vida cristiana.
Un concepto moral del sexo comienza con una actitud sana hacia el
mismo
sexo. Es muy importante que el niño comprenda que Dios le ha hecho
una
persona sexual (Génesis 1:27) y que Dios tiene propósitos muy
positivos al
haberlo creado de esta manera. El sexo es la manera más profunda
por la cual
personas de ambos sexos pueden conocerse, y esto es logrado, como
Dios
quiere, solamente en la entrega de la pareja en el matrimonio.
Además, es el
medio que Dios ha provisto para la procreación de los hijos. Esta
actitud
positiva hacia el sexo presenta la verdad bíblica de que el sexo,
aceptado y
usado como Dios lo ha diseñado, resulta en suma felicidad y en un
sentido de
alto cumplimiento (Efesios 5:21-33;1 Timoteo 4:4.)
Un segundo paso en el desarrollo moral en la educación sexual del
niño se logra
ayudándole a aceptarse tal como él es. La madurez del niño, en
parte, se basa
en esta aceptación. Cuando un padre demuestra preferencia por los
niños de
uno u otro sexo, está atacando la fibra moral de los hijos de sexo
opuesto y
creando sentidos de frustración e inseguridad en ellos El niño
precisa de una
aceptación de que ser varón o ser hembra es bueno (Génesis 1:27;1Timoteo
4:4),
porque Dios los creó así.
La educación sexual en el hogar cristiano debe, en tercer lugar,
proveer
oportunidades de establecer relaciones significativas y
satisfactorias. Los
fundamentos de las amistades se reflejan en su selección y
relación con su
futuro cónyuge.f141 Lo que hemos dicho anteriormente acerca del respeto
también se aplica aquí; pero es más que el respeto para las
puertas cerradas y la vida privada, es el respeto también hacia el propio
cuerpo de uno de los
otros. Hay que comprender que toda persona es única y cada una
merece
respeto, sea el padre, la maestra, el amiguito o la hermanita. Son
para ser
amados tal como son. No son objetos para ser manipulados y usados
como
uno quiera. Este aprecio y respeto hacia otras personas tiene una
incomparable
trascendencia cuando los niños lleguen a la adolescencia y
juventud, y es
claramente aplicable al matrimonio.
Por último, el hogar cristiano debe ayudar al niño a desarrollar
su propio
sistema de valores. Parte de un sistema de valores aceptable son
las ideas
expuestas hasta este punto sobre el qué enseñarles a los hijos en
cuanto a la
educación sexual.
Con los niños de menor edad un fundamento en la formación de
valores es el
de su vocabulario. Los niños nos sorprenden por su facilidad de
aprender
malas palabras y de soltarlas en el momento menos apropiado,
cuando hay
visita o cuando estamos en público. No las podemos ignorar, pero
tampoco
debemos estallarnos en una reacción colérica ante ellas. Para
algunos niños el
hablar “sucio” es aparentar ser grande como los niños de su
pandilla, creyendo
que esto lo hace aceptable a los demás de su grupo. En la mayoría
de los
casos, los niños no saben el significado de aquellas palabras.
Aunque le
hagamos saber que no son palabras aceptables para los bien
educados ni los
cristianos, es mucho más importate que le felicitemos por las
cosas que él
cumple y hace bien, para que entienda que el actuar con
responsabilidad es lo
que en realidad le hace una persona “grande”. También es de desear
que los
padres vigilen un poco las amistades que sus hijos tienen porque
allí,
normalmente, radica algo del problema.
Es en el hogar donde el niño debe recibir una ética positiva y no
una basada en
negativismos. El medio no es muy efectivo en estos días modernos
especialmente para enseñar a los jóvenes de lo sexual. Alguien ha
observado
que, debido a la píldora, ahora no hay gran miedo por embarazos no
deseados.
La penicilina ha eliminado el miedo a las enfermedades venéreas y,
con un
automóvil y un tanque lleno de gasolina, una pareja se puede
escapar para
hacer lo que quiera sin ser detectada. El doctor Hollis sugiere
que eduquemos a
los hijos a base de principios distintivamente cristianos en vez
de por miedo.
Unos de los más efectivos conceptos bíblicos que podemos infundir
en los
muchachos
y muchachas son los de la mayordomía, la disciplina y el amor.
La mayordomía es una conciencia de responsabilidad ante Dios, el
creador de
nuestros cuerpos. Así tenemos un sentido de que Dios nos lo ha
provisto y no
debemos maltratar ni el nuestro ni el de otro. También, nos ha
dado los cuerpos
para un buen uso, y esto produce una alegría y hace surgir en
nosotros un
agradecimiento a Dios.
Sin embargo, el abuso de lo bueno constituye un pecado grave ante
Dios, el
creador.
La disciplina llega a formar parte de nuestra moralidad cuando nos
damos
cuenta de que Dios es el soberano sobre toda la vida. Como
soberano, él juzga
todas nuestras acciones. Con una conciencia de su presencia y
buena dirección
en nuestras vidas estamos capacitados para discernir la diferencia
entre las
sensaciones momentáneas y las satisfacciones de largo alcance, y
de poder
escoger la mejor, la de tener una vida disciplinada en todo, y
especialmente en
lo referente al sexo. También, debemos recordar que la disciplina
es algo
voluntario, que proviene de una voluntad dispuesta a sufrir para
ganar algo
mejor.
El amor surge en nosotros en respuesta a Dios como nuestro
redentor. El nos
ha estimado y valorizado al darse en rescate por nuestros pecados.
Esta
valorización, también transforma nuestro concepto de otras
personas. Tal como
Cristo nos ha estimado a nosotros, nos enseña que otros necesitan
ser amados
y no ser tratados como objetos para ser manipulados. Cualquier
idea,
pensamiento o acción que destruya o corrompa en vez de edificar o
estimular a
buenas obras (Hebreos 10:24) no es de amor y hay que rechazarla,
porque
vivir en el amor de Cristo es lo único que nos satisface profunda
y eternamente.
Concluimos hablando de la formación de un sistema de valores
cristianos en
nuestros hijos mediante la glorificación de nuestro Señor por
habernos dado
una fe práctica y aplicable a la vida. Unos dos ejemplos de
pasajes bíblicos que
merecen nuestro estudio y práctica son los de Filipenses 1:9-11 y Colosenses
1:9-14. Ambos pasajes exaltan los recursos proporcionadospor Cristo en nuestras
vidas: el amor, el conocimiento, el discernimiento, el
crecimiento en madurez, la fortaleza, la firmeza, la potencia de
la gloria de Dios,
la libertad del pecado y la redención (limpieza y frescura) por la
sangre de
Cristo mismo. Todas estas cualidades están en continua función en
la vida de la
persona que recibe a Cristo. ¡Qué privilegio más alto y sublime es
el de vivir y
andar con nuestro Señor! Así nos ha hecho aptos para vivir por
encima de las tentaciones y de lo inferior en las relaciones humanas. Por
tanto, deseamos lo
que le agrada a nuestro amoroso Señor y lo que puede llenarnos de
gozo.
(Juan 15:9-11.)
PROBLEMAS ESPECIALES DE LOS ADOLESCENTES
Los adolescentes precisan, por lo menos, dos clases de
información:
(1) la de sus cambios físicos y
(2) la de las cuestiones personales y sociales de la masturbación, la
pornografía, la homosexualidad y el sexo prematrimonial.
Los Cambios Físicos
En el desarrollo físico, las niñas necesitan saber antes de su
primera
menstruación lo que pasará. Así evitarán la confusión, el miedo y
la culpa que
suele sentirse cuando existe una ignorancia del suceso. El
adolescente varón
precisa saber que las emisiones nocturnas acompañadas por sueños
eróticos
son normales en su crecimiento sexual. El impulso sexual en el
adolescente es
muy fuerte, una manera que Dios creó para que el cuerpo
inconscientemente se
ventile de algunas de las tensiones sexuales. Por los diecinueve
años, hay sólo
un cinco por ciento de los jóvenes que no han experimentado las
emisiones
nocturnas,f143 por lo tanto todos merecen saberlo y así poder
aceptar su
realidad sin gran frustración.
Problemas Personales y Sociales
Hay un sentido en que el adolescente no puede controlar los
aspectos físicos
que acabamos de mencionar, pero hay algunos problemas personales y
sociales
sobre los cuales él sí tiene que decidir y ejercitar control. Son
la masturbación,
la pornografía, la homosexualidad y el sexo prematrimonial.
1. La Masturbación
La masturbación es una experiencia común desde la infancia, en la
cual el niño y
la niña reciben una cierta exitación al tocar y manipular sus
órganos sexuales.
En la niñez no tiene ningún significado moral en lo absoluto. En
la adolescencia
puede llegar a constituirse en un problema personal si se
convierte en hábito.
De que ocurra ocasionalmente, y los padres se enteren del caso, no
deben
crear un escándalo, acusando al niño de ser un pecador renuente y
condenado.
Deben aceptar este hecho como algo completamente normal en la
formación del adolescente, quien suele insistir en experimentar las cosas de la
vida para
comprobar su valor y realidad. Además, hay que reconocer que las
tensiones
sexuales se amontonan durante la pubertad y adolescencia, hasta
que el joven
se casa, y que la masturbación es a veces nada más una válvula de
escape de
estas tensiones.
Ahora déjeme hacer tres sugerencias que creo pueden ayudar a los
padres en
su orientación a sus hijos en este particular. En primer lugar
procure conversar
con sus hijos frecuentemente. Se puede asumir que sus hijos
adolescentes están
encarando esta situación de la masturbación. Un diálogo
comprensivo en el cual
usted expresa fe y confianza en el niño puede aliviarlo de sus
sentidos de culpa
y dirigirle a despedir algunas de sus fantasías acerca del sexo.
En segundo lugar, anímeles a participar en todas las actividades
deportivas y
creativas que ellos deseen, porque tales actividades utilizan su
gran energía, que
de otro modo podría estar dirigida hacia distracciones menos
productivas en su
crecimiento. El tiempo de ocio es el aliado de los malos
pensamientos y
tentaciones. Entre las actividades creativas caben lo que él lee y
ve en la
televisión y en el cine. Buena lectura y sana ocupación sirven
para contrarrestar
las influencias negativas que abundan en nuestro ambiente moderno.
En tercer lugar, y de gran importancia, enseñe al niño cómo vencer
las
tentaciones. Un pastor nos recuerda que no podemos controlar quién
toca a la
puerta de la casa, pero sí podemos decidir quién entra. Con
tantos
pensamientos malos que tocan a las puertas de todos nosotros, nos
vemos
obligados a saber cómo señorear sobre ellos y cómo facilitar al
joven este
mismo conocimiento. Un pasaje muy útil es el de1 Corintios 10:13:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero
fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para
que
podáis soportar.
Este versículo recalca que la fuente de decisión se encuentra en
nuestra
voluntad. En gran parte hacemos lo que queremos hacer. También nos
enseña
que Dios está presente en estos momentos de prueba, proveyéndonos
la salida
(literalmente un “éxodo”). De modo que nunca debe el cristiano
sentirse
atrapado
en las tentaciones.
Una de las mejores “salidas” que Dios me ha dado para esos
momentos
difíciles es la de cantar un corito o citar un pasaje bíblico. Es
de poner a
funcionar Colosenses 3:16:
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales.
Efectivamente la forma más positiva de resistir lo malo es escoger
andar tras el
Señor y sus pensamientos que edifican y maduran nuestras vidas. ( Santiago
4:7.)
Ante el problema personal de la masturbación como un hábito
compulsivo, lo que falta es el ejercicio de una voluntad dominada
por positivos
y poderosos pensamientos.
2. La Pornografía
En América Latina en los últimos diez años se ha engrandecido
monstruosamente la onda de la pornografía. Por lo menos este ha
sido el caso
en Venezuela. Aunque en algunos países se ha podido controlar y
limitar algo
de la literatura pornográfica, en los cines se ven las últimas
distorsiones
sensuales creadas en Norteamérica, Francia e Italia. No se pueden
eludir. Es
como la oscuridad que envuelve todo cuando se apagan las luces.
Indudablemente la juventud latina y española es tan curiosa como
la del resto
del mundo y se inclina fácilmente a acercarse a estos eventos y
materiales. Los
productores de pornografía bien saben que están apelando a los
apetitos
humanos y procuran embellecer y decorar, de la forma más promiscua
y
depravada, lo más íntimo de las relaciones sexuales; todo en el
nombre del
“arte”. Más bien es la explotación deliberada de lo obsceno y lo
lascivo, y es
uno de los más horribles contribuyentes a que los jóvenes
experimenten
mayores tensiones sexuales en estos días. Seguramente provoca
excesivamente
a los jóvenes a buscar cómo aliviarse, sea por la fornicación, la
masturbación,
la homosexualidad o como sea. Hay que reconocer que los impulsos
sexuales
de los jóvenes son bastante difíciles de controlar de modo que
éstos sufren los
sentimientos de culpa. También están midiendo las mejores
alternativas porque
están en una búsqueda de la felicidad sexual.f145 Nadie quiere fracasar un estas
relaciones especiales, pero por escoger mal, muchos experimentan
más
frustración
que felicidad.
Necesitamos orientar a nuestros hijos y hacerles ver que la
intención de
aquellos que producen pornografía es explotarles para que se
postren ante la
diosa de la suciedad y que convivan con las fantasías más inmundas
que la
mente pervertida puede inventar:
Los escritores de porquerías pornográficas conocen nuestra
debilidad y
nuestra vulnerabilidad. Saben que la lujuria, el sadismo y la
depravación
tienen la peculiar fascinación del horror. Y es esta fascinación
la que los
escritores de pornografía procuran explotar al darnos un desfile
público
y ostentoso de lo obsceno y lo desaforado.f146
Para más información sobre esta onda de inmoralidad popularizada,
el lector
puede referirse de nuevo al capítulo cinco bajo la presentación de
la nueva
moralidad como una causa moderna de la confusión sobre lo sexual
en el
matrimonio.
Una sugerencia para los padres en sus esfuerzos de dialogar con
sus hijos
respecto al sexo es que se les puede dirigir a evaluar los
conceptos
pornográficos que se han proyectado sobre el sexo, el amor, la
moralidad, los
valores, el respeto, la felicidad, el matrimonio, etc. Los mismos
jóvenes pueden
percibir la falsedad de esta manipulación sexual, y una sana
conversación sobre
el tema servirá para exteriorizar sus frustraciones y dar
expresión a su búsqueda
de una vida exitosa y libre de perversidades.
3. La Homosexualidad
De acuerdo con el doctor Babbage, “Aquí nos encontramos frente a
un
problema excepcionalmente difícil.” El agrega que “la
homosexualidad es, con
frecuencia, una fase pasajera de la temprana adolescencia. No
siempre se
puede detectar el origen de este desorden de la personalidad: a
veces
contribuyen perturbaciones síquicas, a veces proviene del
temperamento y
otras veces surge de la experimentación sexual de los jóvenes que
luego se
convierte en hábito. También el ambiente del hogar puede ser una
influencia en
este problema, especialmente en el caso de la confusión de los
papeles de los
padres, lo que ocurre a menudo cuando uno de los padres está
ausente y el
niño pierde el modelo de la interacción y trato de los padres.
Jorge León
explica que los padres que son tiranos brillantes o mal avenidos a
veces influyen
en sus hijos algo de inseguridad, causando una desconfianza en su
capacidad de relacionarse con otros y creando una tendencia a expresarse
innaturalmente
en los impulsos sexuales.”
Sea cual fuere la causa, la homosexualidad es una perversión del
plan original
de Dios para el uso del sexo. Además en un momento dado, cada
homosexual
escoge entrar en aquellas relaciones de modo que se involucra el
ejercicio de su
propia voluntad.
Pablo, enRomanos 1:26-28, indica que se produce una bajeza en la
moralidad de cada uno de los que se meten en estas anormalidades
sexuales,
debido a que ignoran a Dios hasta que Dios los entrega “a una
mente
reprobada, para hacer cosas que no convienen”.
La solución de este problema viene cuando el homosexual reconoce
que tiene
problema y busca una orientación equilibrada. Tales personas
necesitan de la
compasión cristiana, el perdón divino y la ayuda síquica, pero
tienen que
aceptar la seriedad de esta condición y desear profundamente dejar
este rasgo
de su personalidad. No es adecuado excusarse o culpar a su
ambiente social ni
a los padres. El doctor Miles sugiere que el joven que tiene este
problema
ventile su energía sexual en las emisiones nocturnas y en
actividades de
deportes, pasatiempos y otros proyectos; y en algunos casos él
permite cierto
uso de la masturbación para aliviar las tensiones sexuales.f149 Aunque no
estemos de acuerdo con estas medidas, especialmente la última, hay
que
reconocer que el homosexual sin nuestra ayuda se ahoga en un
pantano de
inmoralidad y está bajo la condenación de Dios. (Romanos 1:32.)
4. El Sexo Prematrimonial
Cuando tengo oportunidad de dar charlas a grupos de jóvenes
cristianos,
muchas veces les pido que cada uno escriba en un papel, sin
firmarlo, algunas
preguntas sobre algo del noviazgo o la formación de relaciones de
amistad con
personas del sexo opuesto. Con frecuencia, si no invariablemente,
alguien
pregunta sobre las relaciones prematrimoniales. Es otra evidencia
de las
presiones sociales sobre ellos y la influencia de los medios
masivos de
comunicación.
Sobre este tema del sexo prematrimonial, le pido al lector repasar
los siguientes
puntos en el capítulo dos: la diferencia entre el amor maduro y el
inmaduro,
sexo prematrimonial y las caricias. Todas estas ideas tienen que
ver con la
preocupación
de los jóvenes sobre este agobiante y frustrante problema.
ALGUNOS CONSEJOS FINALES
Cabe decir en conclusión a estos puntos sobre los problemas
especiales que
experimenta la mayoría de los adolescentes que los padres juegan
un papel de
gran importancia en la formación moral, espiritual y emocional de
los suyos.
Hay que mantener abiertas las líneas de comunicación porque de
otro modo los
padres nunca sabrán lo que están sufriendo sus hijos durante la
etapa de mayor
cambio y confusión.
Por otra parte, no es justo que los padres cristianos sientan que
llevan esta
carga solos. La iglesia debe ofrecerles una “manita” en esta gran
tarea. Se ha
comprobado que muchos padres no pueden dar toda la orientación
debida a
sus hijos por las varias razones que mencionamos al principio de
este estudio.
Queda para la iglesia ofrecer unas conferencias tanto para los
padres como
para los niños y adolescentes. A veces discusiones en grupos de
similar edad e
interés permiten una libertad para tratar los temas delicados y
confusos. Puede
servir de orientación a los padres en la educación sexual de los
hijos y a los
hijos en su propia percepción y entendimiento de aquella faceta de
la vida.
También, se espera que en la iglesia estos conceptos sobre el sexo
sean
interpretados dentro del contexto bíblico y espiritual.
La iglesia puede servir grandemente a los padres recomendándoles
lecturas
adecuadas y ayudándoles a organizar su enseñanza en el hogar para
que allá se
siga algo de sistema o secuencia de ideas, quizá como lo que aquí
en el estudio
se ha presentado.
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. ¿Por qué es necesario que los padres den una buena educación
sexual a sus
hijos?
2. ¿Cómo se puede contestar las tres preguntas comunes de los padres
en
cuanto a su resistencia a dar una educación sexual a sus hijos?
3. ¿Cómo se puede definir la educación sexual?
4. Explique brevemente cómo la educación sexual comienza en la cuna.
5. ¿Qué quiere decir “no dar respuestas adultas a las preguntas de
niños”? 6. Dé los cuatro aspectos sanos
del ejemplo de los padres en enseñar a sus hijos en cuanto al sexo.
7. ¿Cuál es la primera pauta en la buena comunicación con los hijos?
¿Por qué
le parece que esta es la más importante y a la vez la más olvidada
de las
pautas?
8. Mencione tres directrices en la comunicación directa de la
educación sexual
con los hijos.
9. ¿Cómo se pueden tratar las preguntas de los niños en cuanto a la
parte del
padre en la procreación?
10. ¿Qué puede estar pasando si el niño no hace preguntas de
curiosidad
acerca del sexo?
11. Escriba cuatro aspectos morales que deben formar parte de nuestra
educación sexual de los hijos.
12. En estos días modernos, ¿por qué no sirve basar la educación
sexual en el
miedo?
13. Mencione tres conceptos bíblicos que se prestan como directrices
en la
educación sexual en su sentido moral.
14. ¿Por qué es importante que los padres conversen y aseguren a sus
hijos
adolescentes en cuanto a los cambios físicos que aquellos hijos
están
experimentando?
15. ¿Cómo ayudaría usted a los jóvenes en su iglesia a comprender la
problemática de la pornografía?
Para la
Dinámica de Grupo:
1. Si los padres son muy cerrados en cuanto a hablar del sexo,
¿cuáles
resultados puede traer estos a sus hijos?
2. ¿Qué relación tienen Filipense 1:9-11 y Colosenses 1:9-14 a la
educación sexual?
3. ¿Cómo se puede tratar el problema de la masturbación desde un
punto de
vista emocionalmente sano y bíblico?
4. ¿Cómo se puede ayudar a las personas que tienen el problema de la
homosexualidad?
Continuará:
CAPITULO 11
LA
VIDA ESPIRITUAL EN EL HOGAR