OCHO
CARACTERÍSTICAS
DE
UNA IGLESIA EFECTIVA
El
papel de la oración en el crecimiento de la iglesia
Si
el elemento más crítico del crecimiento de la iglesia es la
investidura
sobrenatural
del poder, entonces el combustible para todo crecimiento es la
oración
poderosa. Esto es tan obvio que parece trivial. Sin embargo, el
pastor
o
el miembro promedio tiene dificultad en creer que esto es cierto.
Podemos
quizá
decirlo de los labios para afuera. Podemos hasta creer que es la
verdad,
pero
la práctica y los programas de la mayoría de las iglesias indican
que en
verdad
no creemos que la oración sea necesaria para el crecimiento genuino
de la iglesia.
Considere
el culto típico de oración en nuestras iglesias. Ha llegado a ser
un
poco
más que un recital de “órganos”, letanía de oraciones por los
órganos del
cuerpo
que están fallando: “El hígado de la tía Susana, los pulmones
del tío
Juan,
los riñones de Federico.” No estoy haciendo chiste de la oración
intercesora
por la sanidad divina para los males físicos. Sin embargo, la verdad
es
que pasamos más tiempo orando por los santos moribundos (quienes
están
preparados
para morir e ir al cielo), tratando de detenerlos más tiempo aquí
en
la
tierra, que el tiempo que invertimos orando por los pecadores para
que no
vayan
al infierno. Hay poca pasión en nuestras oraciones y poca confianza
en
su
eficacia. Podemos opinar en forma distinta, pero el poco tiempo
invertido en
la
oración y los pocos que asisten a los cultos de oración dicen lo
contrario.
Cuando
nos enfrentamos a algún obstáculo para nuestro crecimiento, nuestro
primer
pensamiento gira hacia los programas, métodos y modelos. Estamos
seguros
de que un mejor programa de visitación a los miembros en perspectiva
daría
resultados en lograr más bautismos. Si pudiéramos lograr que la
gente
cantara
coritos, eso atraería a los modernos. Si tuviéramos más dinero,
dispondríamos
de mejores medios y equipos, un nuevo autobús..., y la lista no
tiene
fin, de los aparatos y los equipos que creemos necesarios para que la
iglesia
crezca. Escúchenme bien, no estoy en contra de los métodos ni
organizaciones.
Una iglesia no sobrevive por mucho tiempo si no tiene estos
elementos,
pero no podemos depender de la fuerza humana y la metodología
para
hacer que la iglesia crezca. Tenemos que experimentar la investidura
sobrenatural
del poder, y para lograrlo tenemos que dar prioridad a la oración.
¡Cuán
fascinante es el hecho que algunos que intentaron entender o imitar
el
crecimiento
tremendo de muchas iglesias en Corea han optado por copiar su
estilo
de adoración o el uso de células! Estas actividades pueden ser
dignas de
imitar,
pero escasamente son la fuente del crecimiento fenomenal. Para
entender
el crecimiento de las iglesias en Corea o la cosecha evangelística
extraordinaria
que está aconteciendo en muchos países del Tercer Mundo, hay
que
notar su dependencia en la oración. Muchos coreanos llegan temprano
en
la
madrugada a la montaña de la oración. La historia de la iglesia
cristiana
verifica
que hay un hilo común en todo crecimiento de la iglesia en cada
generación:
la oración, concertada, enfocada y sobrenatural, es la clave. Los
métodos
y los modelos tal vez varían, pero la oración ha sido y será
constante.
Thom
Rainer en su libro sobre el crecimiento de la iglesia llama a la
oración el
poder
detrás de los principios.
EL
PATRÓN BÍBLICO
Las
promesas de las Escrituras concernientes a la oración son bien
conocidas
por
la mayoría de los cristianos.
*
Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros,
pedid lo que queráis, y os será hecho.”
*
1 Juan 3:22: “Y cualquier cosa que pidamos, la recibiremos de
Él,
porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son
agradables
delante de Él.”
*
Santiago 4:2b: “No tenéis, porque no pedís.”
Es
obvio que Dios quiere contestar las oraciones de su pueblo, y podemos
tener
la confianza de que estamos orando de acuerdo con su voluntad cuando
oramos
acerca del crecimiento evangelístico de la iglesia. ¿Podría ser
que la
razón
principal que tan poquitas iglesias están creciendo es una falta de
oración?
¿Será simplemente que no hemos pedido? ¿Habremos descuidado
sus
condiciones referentes a obedecer su Palabra y la vida santa que
resulta de
ello?
Dios
está buscando a un pueblo por el cual pueda demostrar su gran poder
(Efesios
3:10). Para experimentar el crecimiento sobrenatural de la iglesia
necesitamos
tener avivamiento. Las condiciones de Dios para el avivamiento no
han
cambiado. “Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi
nombre, si
oran
y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo
oiré
desde
los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra. Ahora mis
ojos
estarán
abiertos y mis oídos atentos a la oración hecha en este lugar” (2
Crónicas
7:14,15). ¿Deseamos el avivamiento tan intensamente que estamos
dispuestos
a hacer de la oración la prioridad en nuestro horario personal y el
de
la
iglesia?
Nótese
que Dios no solamente llama a su pueblo a la oración. Dios busca a
un
pueblo
humillado que se incline ante él en forma humilde, reconociendo su
propia
indignidad y la majestad de Dios y su grandeza. Dios espera un pueblo
que
lo busque con todo corazón y rendición total. Nuestra meta no es
lograr un
crecimiento;
más bien es buscarlo a él. Finalmente, para experimentar la
investidura
plena del poder de Dios, tenemos que abandonar nuestros malos
caminos.
Dios quiere obrar por medio de vasos puros. ¡Demanda la santidad!
La
pureza es de mayor importancia en el crecimiento de la iglesia que
cualquier
nuevo
diseño de programas.
Tal
vez la naturaleza crítica de la oración se sintetiza en dos
versículos. “Todo
lo
puedo, en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). “Yo soy la
vid,
vosotros
las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste llevará mucho
fruto.
Pero separados de mí, nada
podéis
hacer” (Juan 15:5, itálicas del
autor).
¿Cuánto se puede lograr por medio de la investidura sobrenatural
del
poder
de Cristo? ¡TODAS LAS COSAS! ¿Qué se puede lograr si no hay la
investidura
sobrenatural de Cristo? ¡NADA! No es que estemos capacitados
para
lograr algunas cosas sin la oración; es que no podemos lograr nada
de
significado
eterno.
La cima de la carnalidad es guardar una forma de santidad,
pero
negar el poder de ella (2 Timoteo 3:5).
Cuando intentamos desarrollar
una
iglesia sin contar con la oración, “adoptamos” una forma de
santidad, pero
estamos
negando el poder sobrenatural que nos es disponible.
Las
costumbres de Cristo concerniente a la oración
Nuestra
consideración de la oración no sería adecuada sin mencionar las
costumbres
de Jesús referente a la oración. Esta escena en el evangelio de
Mateo
nos es conocida: “Una vez despedida la gente, subió al monte para
orar
a
solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo” (Mateo 14:23).
Las
demandas
constantes del ministerio son agotadoras tanto en el sentido físico
como
en el espiritual. Nuestro Señor reconoció el efecto de estas
demandas
sobre
su vida y en forma regular encontró tiempo para la renovación por
medio
de
la oración. La razón por la que Cristo hizo de la oración una
prioridad tan
alta
llega a ser obvia cuando miramos su confesión en Juan 14:10: “¿No
crees
que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os
hablo,
no
las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí hace sus
obras.”
Nótese
que Jesús no hizo nada por su propia iniciativa o poder. Si el
perfecto
Hijo
de Dios fue totalmente dependiente del Padre para dirección y poder,
entonces
¿cuál será nuestro nivel de necesidad?
Una
ilustración más puede ayudarnos. El Evangelio de Marcos es uno de
actividad
continua y de velocidad agotadora. La palabra “inmediatamente” es
característica
de este Evangelio. En los primeros veintiocho versículos del
capítulo
uno, Marcos relata estas experiencias: La predicación de Juan el
Bautista,
el bautismo de Jesús, su tentación y su ministerio en Galilea. Pero
su
ritmo
no cambió. En Marcos 1:29 dice: “En seguida, cuando salieron de la
sinagoga,
fueron con Jacobo y Juan a la casa de Simón y Andrés.” Aquí
Jesús
sanó
a la suegra de Simón, creando tanto alboroto que toda la ciudad
salió
para
observar este milagro (v. 33).
Este
contexto hace que el próximo acto de Jesús adquiera más
significado.
“Habiéndose
levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se
fue
a un lugar desierto y allí oraba” (Marcos 1:35). Aquella misma
mañana
la
multitud regresó, y los discípulos se pasmaron cuando vieron a la
muchedumbre,
pero no al Sanador. Tal vez había un poco de reclamo en la voz
de
Pedro cuando al fin encontró a Jesús. “Todos te buscan” (Marcos
1:37).
La respuesta de Jesús no la esperaba Pedro, y tal vez nos sorprende
a
nosotros:
“Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que predique
también
allí, porque para esto he venido” (Marcos 1:38).
¿Por
qué quería irse Jesús cuando todas las multitudes se habían
reunido en la
casa
de Simón? Nuestro ego (toda la ciudad estaba allí) y nuestro deseo
de
hacer
bien (¿qué de los enfermos?) nos hubiera forzado a muchos de
nosotros
a
regresar a la ciudad. Sin embargo, Jesús no vaciló; sabía que su
tarea
principal
era predicar el evangelio. Jesús pasó tiempo en la oración no
solamente
para experimentar la investidura plena de poder del Padre, sino
también
para tener un sentido claro de la dirección de su Padre. Jesús
podía
haber
experimentado una popularidad extraordinaria y logrado mucho bien, si
hubiera
pasado su tiempo aquí en la tierra sanando a los que tenían
enfermedades.
Viendo las grandes necesidades humanas, fue tentado a hacer
eso.
Pero en el torbellino de mucha actividad constante, Jesús guardó su
perspectiva,
pasando tiempo a solas en la oración.
No
es solamente que somos dependientes de la oración para la
investidura de
poder,
sino que también nos falta la dirección diaria que se encuentra
allí.
Cuando
su iglesia experimenta el crecimiento, usted será tironeado en
muchas
direcciones
distintas simultáneamente. Después de nuestro primer año de
crecimiento
en Norfolk, fuimos inundados con peticiones para ministrar.
¡Comencemos
un ministerio con los marineros! ¡Con tres grandes universidades
cercanas,
nos falta un ministerio a favor de los estudiantes! ¿Qué de un
ministerio
con los soldados? ¡Hay que hacer algo para ayudar a los que viven
en
la calle! La lista no tenía fin, y todas las sugerencias eran
buenas. Después
vinieron
llamadas de gente de fuera de nuestra iglesia que querían una parte
de
mi
tiempo o los recursos de nuestra iglesia. Todas las peticiones eran
válidas y
yo
quería atender a todos. Sin las instrucciones claras del Padre,
hubiera
montado
en mi caballo para salir corriendo en toda dirección a la vez, y
hubiera
logrado
muy poco.
Si
nuestro Señor Jesús no pudo hacer nada aparte de la investidura de
parte del
Padre,
¿cuánto podemos hacer nosotros? Si Jesús necesitaba la dirección
diaria
del Padre, ¿cuán grande es nuestra necesidad?
La
petición de los discípulos
Si
usted tuviera el poder de reproducir una sola actividad del
ministerio de la
vida
terrenal de Jesús para facilitar el crecimiento de su iglesia, ¿cuál
sería? ¿Se
sentiría
tentado de pedir el poder para sanar? Con los efectos desastrosos de
las
enfermedades de hoy, ciertamente podría hacer impacto para el bien.
Piense
también
en la publicidad que recibiría de los medios de comunicación.
Personas
con
SIDA, cáncer, y toda otra forma de enfermedad harían colas largas
en las
puertas
de su iglesia todas las horas del día y de la noche.
¿Qué
acerca de la capacidad de hacer milagros? Piense en el milagro de
alimentar
a los cinco mil en una escala mucho mayor. Podría ser instrumento
para
acabar con el hambre, y eso sería sólo el principio. Tal ministerio
atraería
la
atención del mundo a la iglesia. Ciertamente podría servir de
catalizador para
el
crecimiento.
Ambas
capacidades son tentadoras, pero creo que yo tal vez pediría el don
de
enseñanza,
como el que tenía Jesús. Cada vez que él se detenía para enseñar,
grandes
multitudes le rodeaban, parados o sentados por horas. Enseñaba con
tanta
autoridad que la hora del almuerzo parecía ser una impertinencia
innecesaria.
¡Esto está muy lejos del clamor de la gente de mi iglesia al
mediodía
los domingos! Si me paso cinco minutos de la hora, la gente comienza
a
sacudir sus relojes para ver si están funcionando. Si tuviera el don
de
enseñanza
de Jesús, podría lograr que mi iglesia creciera mucho.
¿Cuál
fue la petición singular de los discípulos? “Aconteció que,
estando Jesús
orando
en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
‘Señor,
enséñanos
a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos’” (Lucas
11:1).
Recuerde que esta petición vino de hombres judíos, quienes habían
estado
orando desde la niñez. Sin embargo, se dieron cuenta de que la
oración
de
Jesús era cualitativamente diferente a las de ellos. El oró con
intimidad y
fervor.
Sabían que él estaba en diálogo constante con el Padre, y que
recibía la
dirección
y la investidura del poder del Padre. Se dieron cuenta de que su
costumbre
de orar era la clave para todo lo demás que observaban de su vida
y
su ministerio.
Si
pudiera hacer una petición para su ministerio y su iglesia, ¿sería
sinceramente:
“Enséñanos
a orar”?
El
patrón de los Hechos
La
mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en que los Hechos de los
Apóstoles
es el texto para el crecimiento de la iglesia. No es sólo que
muchísimos
estaban siendo añadidos a la iglesia diariamente, sino que el número
de
iglesias estaba aumentando constantemente. Los Hechos en verdad es la
segunda
parte de una obra en dos secciones que principia con el Evangelio de
Lucas.
Por eso, para entender los primeros capítulos de Hechos, hay que
principiar
con el último capítulo de Lucas. “Y vosotros sois testigos de
estas
cosas.
He aquí yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre
vosotros.
Pero quedaos vosotros en la ciudad hasta que seáis investidos del
poder
de lo alto” (Lucas 24:48, 49). La comisión está ligada al mandato
de
esperar.
No debe iniciarse ningún ministerio hasta no ser investido del
poder.
El
libro de los Hechos continúa este tema. Hechos 1:4,5 repite el
énfasis
sobre
el esperar la investidura del poder. En el versículo 8 esta
investidura se
especifica:
“Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre
vosotros,
y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta
lo
último de la tierra.” Esta investidura para cumplir la Gran
Comisión es la
investidura
también para el crecimiento de la iglesia. Dicho crecimiento es el
cumplimiento
fiel de la Gran Comisión en su propio contexto y con una visión
para
el mundo.
Nótese
que la primera actividad de los discípulos fue orar. “Todos estos
perseveraban
unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre
de
Jesús y con los hermanos de él” (1:14). Este no era un culto
breve de
oración;
estaban continuamente dedicados a la oración. Por lo tanto, no nos
sorprende
encontrar que la iglesia primitiva se caracterizó por esta misma
dedicación
a la oración. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en
la
comunión,
en el partimiento del pan y en las oraciones” (2:42). Los
resultados
de
tales oraciones incluyeron milagros, señales sobrenaturales de parte
de los
apóstoles,
la repartición de los bienes para atender las necesidades, una
singular
comunión, alabanza gozosa, y aumentos diarios al número de personas
que
se añadían a la iglesia. Es una descripción del crecimiento que
nos
encantaría
experimentar en nuestras iglesias. No fue resultado de ningún
programa
específico, sino que fue el resultado directo de las oraciones
sobrenaturales.
Nuestros programas y métodos simplemente son una manera
de
organizarnos para acomodar los resultados que Dios nos da por medios
sobrenaturales.
El
modelo se continúa durante todo el libro de los Hechos. Nótese el
capítulo
4.
Pedro y Juan fueron puestos en la cárcel por haber predicado la
resurrección
de
los muertos. Al comparecer ante las autoridades, quienes habían
observado
la
confianza de Pedro y Juan, “y viendo la valentía de Pedro y Juan,
y teniendo
en
cuenta que eran hombres sin letras e indoctos, se asombraban y
reconocían
que
habían estado con Jesús” (4:13). Cuando libraron a Pedro y Juan
con una
leve
reprensión, estos comenzaron a alabar a Dios (v. 24). Su única
petición
era:
“Concede a tus siervos que hablen tu palabra con valentía” (v.
29). En
respuesta
a sus oraciones el lugar fue sacudido, y hablaron la Palabra de Dios
con
valentía.
El
ejemplo de Pablo
Pablo
es considerado uno de los más grandes expertos en cuanto al
crecimiento
de la iglesia de todas las épocas. ¿Qué consideró necesario para
el
crecimiento
sano de las iglesias que estableció? Vamos a mirar los comienzos
de
varias de las epístolas de Pablo.
*
Gracias doy a mi Dios siempre
en
cuanto a vosotros por la gracia de
Dios
que os fue concedida en Cristo Jesús (1 Corintios 1:4, itálicas
del
autor).
*
Por esta razón, yo también, habiendo oído de la fe que tenéis en
el
Señor
Jesús y de vuestro amor para con todos los santos no
ceso de
dar
gracias por
vosotros, recordándoos en mis oraciones (Efesios
1:15,16,
itálicas del autor).
*
Por esta razón también nosotros, desde el día en que lo oímos, no
cesamos
de orar por
vosotros y de rogar que seáis llenos del
conocimiento
de su voluntad en toda sabiduría y plena comprensión
espiritual
(Colosenses 1:9, itálicas del autor).
*
Damos siempre
gracias
a Dios por todos vosotros, haciendo
mención
de vosotros en nuestras oraciones (1 Tesalonicenses 1:2,
itálicas
del autor).
Pablo
evidentemente creía que la acción más significativa que podía
tomar a
favor
de las iglesias que amó era la oración constante.
¿Cuál,
pues, era el contenido de sus oraciones? Si pudiéramos encontrar un
factor
común, nos ayudaría para orar por las iglesias. Permítame resumir
estas
oraciones
en mis propias palabras.
Efesios
1:17-24
Que
Dios pueda darles un espíritu de sabiduría y revelación en el
conocimiento
de
Él para que puedan reconocer:
a.
La esperanza de su llamado.
b.
Las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.
c.
La grandeza de su poder que es investido en nosotros los que creemos.
Efesios
3:14-20
Por
esta razón, me arrodillo ante el Padre ... que él pueda
concederles:
a.
Ser fortalecidos con poder en el hombre interior.
b.
Que experimenten al Cristo que vive dentro de cada uno.
c.
Que conozcan el amor de Cristo con todos los santos.
d.
Que sean llenos de la plenitud de Dios.
Bendición:
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente
de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa
dentro
de nosotros, a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús,
por todas
las
generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.
Colosenses
1:9, 10
No
hemos cesado de orar por vosotros y pedir que:
1.
Seáis
llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y
comprensión
espiritual, para que:
a.
Andéis en una manera digna.
b.
Le agraden a Él en todo.
c.
Llevéis fruto en toda buena obra.
d.
Crezcan en el conocimiento de Dios.
2.
Seáis
fortalecidos de poder según su glorioso poder, para lograr la
constancia
y la paciencia, con gozo dando gracias al Padre.
La
oración esencial de Pablo era que los creyentes en las iglesias
llegaran a
comprender
quiénes eran y qué recursos sobrenaturales estaban disponibles
para
ellos. Nótese el énfasis repetido en la comprensión, el
conocimiento y la
investidura
del poder. La necesidad de la iglesia no es de mayor poder, sino de
una
mayor comprensión del poder que ya está disponible para nosotros.
Además
él ora por el andar digno de los creyentes para que den fruto
personal.
La
vida fructífera está ligada directamente a la santidad. Estos serán
patrones
efectivos
para nuestras oraciones al procurar que nuestras iglesias crezcan.
Pablo
enseñó a las iglesias a orar por él y con frecuencia hizo
referencia a los
resultados
de sus oraciones. En 2 Corintios 1:8-11 Pablo hizo referencia a
una
aflicción tan grave que le hizo perder la esperanza de conservar la
vida. En
ese
contexto agradeció a los corintios por unirse en oración con
muchos,
pidiendo
su liberación. No es de sorprender, por consiguiente, que con
frecuencia
hizo peticiones de oración para su propio bien. Miremos dos de
ellas:
*
“Y también orad por mí, para que al abrir la boca me sean
conferidas
palabras
para dar a conocer con confianza el misterio del evangelio,
por
el cual soy embajador en cadenas; a fin de que por ello yo hable
con
valentía, como debo hablar” (Efesios 6:19, 20).
*
“Por lo demás, hermanos, orad por nosotros para que la palabra del
Señor
se difunda rápidamente y sea glorificada, así como sucedió
también
entre vosotros; y que seamos liberados de hombres perversos
y
malos; porque no es de todos la fe” (2 Tesalonicenses 3:1, 2).
Pablo
deseó la oración por la difusión de un evangelio sin tropiezos y
por la
protección
de los que proclamaban el evangelio. ¿Será que la falta de
resultados
evangelísticos no nos indica la necesidad de una nueva herramienta
para
evangelizar, sino el retorno a la oración concertada por la
presentación
poderosa
del evangelio? Nótese que cuando Pablo exhortaba que se hicieran
súplicas,
oraciones, intercesiones y acciones de gracias por los reyes y por
los
que
están en eminencia (1 Timoteo 2:1,3), su preocupación era en cuanto
a
propiciar
condiciones tranquilas que permitieran que la iglesia proclamara el
evangelio.
¿Por qué? Porque sabía que Dios deseaba que todo el pueblo fuera
salvo
y llegase al conocimiento de la verdad (v. 4).
OREMOS
POR EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA
¿Será
posible, entonces, formular un patrón específico de oración por el
crecimiento
de la iglesia hoy en día? Sugiero lo siguiente, basándonos en los
ejemplos
bíblicos y las enseñanzas que acabamos de considerar.
1.
Ore
por personas en autoridad (alrededor del mundo, en nuestra
nación,
en las comunidades locales y en su iglesia), para que las
condiciones
de paz reinen, y que el evangelio sea esparcido.
2.
Por
la seguridad y valentía de todos los que están activos en el
programa
evangelístico de su iglesia.
3.
Por
los inconversos, específicamente y por nombre.
4.
Ore
para que todo miembro de la iglesia llegue a comprender y
apropiarse
de todos los recursos disponibles por medio de Cristo.
5.
Ore
para que todo miembro de la iglesia viva de una manera digna
de
su llamado y que se mantenga un espíritu de unidad.
6.
Ore
al Señor de las mies, envíe, compele a trabajadores a su viña.
7.
Ore
por las necesidades de crecimiento, nombrándolas
específicamente
y haciendo la aplicación apropiada. (Por ejemplo,
“Necesitamos
cuatro maestros para los preescolares”).
ENSEÑE
A SU GENTE A ORAR
Hemos
llegado a pensar, equivocadamente, que todo cristiano inherentemente
sabe
orar. Los nuevos cristianos necesitan recibir las bases fundamentales
sobre
la oración como necesidad prioritaria; sin embargo, pocas iglesias
proveen
un curso básico sobre los principios fundamentales, incluyendo cómo
orar,
cómo estudiar la Biblia y cómo adorar. La necesidad de saber orar
termina
para con los recién convertidos; incluye a los que han sido
cristianos
durante
muchos años. Todo creyente necesita avanzar en la comprensión de
las
maneras
de orar más íntima y efectivamente.
Si
usted es pastor, posiblemente puede comenzar predicando una serie de
mensajes
sobre la oración. Esto naturalmente le llevará a organizar un grupo
que
enfoque las maneras de orar, utilizando uno de los varios libros que
son
buenos
sobre la oración, los cuales puede conseguir en alguna librería
evangélica
local. No se desanime si asisten pocos a esta primera clase; Dios
con
frecuencia obra por medio de un remanente que ora.
Sabiendo
que no va a lograr reclutar a todos en la clase de oración,
posiblemente
querrá dar a todos un bosquejo sencillo de oración para
ayudarles
en su práctica personal. Imprímalo en el boletín semanal y haga
uso
de
él como bosquejo de su predicación.
Adoración
(Salmo 100)
Confesión
(<620108>620108>1
Juan 1:8,9, <590408>590408>Santiago
4:8)
Acción
de Gracias (<500406>500406>Filipenses
4:6)
Petición
(<500406>500406>Filipenses
4:6, <540201>540201>1
Timoteo 2:1)
Mientras
que es cierto que debemos suministrar la instrucción amplia sobre la
oración,
también debemos reconocer que uno aprende a orar principalmente
por
medio de la observación y la participación. Si usted no cree eso,
escuche
las
oraciones de sus hijos. Con frecuencia ellos utilizarán las mismas
expresiones
y matices que usted pronuncia cuando está orando. Esto indica que
debemos
asegurarnos de que las oraciones públicas sean dignas de imitación.
Si
tiene oportunidad de orar en voz alta en su iglesia, clase de escuela
dominical,
o célula, no lo tome en forma ligera. Ore honesta y
transparentemente,
no para impresionar, sino para comunicarse con el Padre.
Si
tiene la responsabilidad de invitar a otros a orar, invite a los que
tienen una
vida
de oración ejemplar y poderosa. También, puede asegurarse que se dé
a
la
oración la prioridad que merece en las varias reuniones de comités
y juntas
de
la iglesia.
ORGANICE
LA IGLESIA PARA ORAR
Una
vez establecida la prioridad de la oración y que la membresía esté
entrenada
para orar, es beneficioso organizar a la iglesia para hacerlo. Hay
muchas
distintas maneras de hacer esto, y tiene que elegir el método que dé
los
mejores
resultados en su circunstancia. No debe pensar que tiene que copiar
el
programa
de ministerio de oración de otra iglesia.
He
aquí unas cuantas ideas que pueden servir para comenzar:
a.
Organice grupos de oración por medio de la escuela dominical o las
células.
b.
Utilice cadenas de oración.
c.
Señale días para la oración y ayuno.
d.
Desarrolle un sistema de compañeros de oración.
e.
Tenga ciertos días señalados especialmente para oración
concertada.
f.
Organice una capilla para la oración que esté disponible durante
las
veinticuatro
horas.
g.
Tenga una línea de oración para emergencias.
Hay
varios recursos que le pueden ayudar a comprender las maneras
diferentes
de
organizar a su iglesia para orar:
*
La
oración cristiana: Privilegio y responsabilidad, J.
D. Crane.
*
El
secreto de la oración tenaz,
J. Bisagno.
*
El
poder de la oración tenaz,
J. Bisagno.
*
Cómo
orar,
R. A. Torrey.
El
método que le enseña cómo organizar a la iglesia para orar no es
tan
importante
como el acto mismo de orar. Cuando su iglesia comienza a orar,
buscando
el rostro de Dios, abandonando el pecado, siguiendo la dirección del
Espíritu
y experimentando la investidura del poder divino, su iglesia crecerá.
Dios
desea que su iglesia crezca y que alcance a los perdidos en el mundo.
El
busca
un vaso entregado y limpio. Todo crecimiento de la iglesia tiene su
origen
en
el cuarto de oración. La oración une nuestra impotencia con el
poder
omnipotente
de Dios. Une los esfuerzos humanos para participar en el
crecimiento
de la iglesia con el poder soberano de Dios