Por Pr Manuel A Morejón Soler -El Vedado, La Habana.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Juan 3:16)
El
corazón de la Biblia
Todo
el evangelio se centra en este versículo. El amor de Dios no es
estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros. Dios
establece aquí el verdadero molde del amor, la base de toda relación
de amor. Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a
entregarle su amor a cualquier precio. Dios pagó con la vida de su
Hijo, el más alto precio que se puede pagar por la humanidad. Jesús
pagó el precio de nuestros pecados y luego nos ofreció una nueva
vida que nos compró con su muerte.
Miserables
ricos y miserables pobres
Hay
personas se echan a morir porque viven una vida miserable, aunque la
miseria humana nada tiene que ver con el dinero. Hay muchos ricos
miserables que viven una vida existencialista porque creen que
después de esta vida no hay nada más y otros que rechazan la idea
de la eternidad porque han vivido una vida triste y miserable.
La
vida eterna no es la extensión de la vida miserable del hombre, vida
eterna es la vida de Dios encarnada en Cristo, que se da a todos los
que creen como garantía que vivirán ricos en Cristo para siempre.
En esta vida no hay más muerte, ni sufrimiento, ni dolor, ni
demonios. Cuando no conocemos a Cristo tomamos decisiones pensando
tan solo en lo que tenemos.
Creer,
creer y creer para no perder
Creer
es más que una reflexión intelectual de que Jesús es Dios.
Significa depositar nuestra confianza en Él, como nuestro único
salvador. Es poner a Cristo en todos nuestros planes presentes y en
nuestro destino eterno. Creer es confiar en su Palabra y depender de
él para cambiar.
Si
nunca ha creído en Jesucristo haga suya esta promesa de vida eterna
y dejará de tener una vida miserable.
@AlianzaCristian
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