viernes, 5 de septiembre de 2014

Obispos caraqueños condenan la manipulación chavista de la oración Padre Nuestro



Obispos caraqueños condenan la manipulación chavista de la oración Padre Nuestro
DDC | Caracas | 3 Sep 2014 - 10:15 pm.

Los obispos de Caracas condenaron este miércoles la "manipulación e instrumentalización" del Padre Nuestro cristiano, por parte del régimen de Nicolás Maduro.
"El Padre Nuestro, la oración por excelencia de los cristianos del mundo entero, proviene de los mismos labios de Nuestro Señor Jesucristo en el Sermón de la Montaña (Mt 6,9-13), y por ello es intocable", dijo el cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa, acompañado por sus obispos auxiliares.
El comunicado advierte que "así como a nadie se le permitiría cambiar la letra del Himno Nacional para honrar a una persona, tampoco a nadie es lícito cambiar el Padre Nuestro o alguna otra oración cristiana, como el Credo".
"Quien dijera esa versión nueva e indebida del Padre Nuestro ateniéndose al texto literal estaría cometiendo el pecado de idolatría, por atribuir a una persona humana cualidades o acciones propias de Dios", alerta.
Los obispos piden al Gobierno de Nicolás Maduro "evitar la difusión de esa supuesta oración, para que no haya otro motivo de división del pueblo venezolano".
"El Padre Nuestro forma parte del patrimonio sagrado de la Iglesia Católica y de todas las Iglesias Cristianas, en el mundo entero. No es lícito modificarlo, manipularlo, instrumentalizarlo. Los católicos exigimos que se respete", añade la nota episcopal.
El lunes, los participantes en el I taller para el "diseño del sistema de formación socialista", del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, lanzaron la "Oración del delegado", versión chavista del Padre Nuestro católico que cambia a Dios por el fallecido Hugo Chávez.
"Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá", dice la primera parte de la oración, leída por la delegada oficialista María Uribe.

NOTICIAS












Por Pr. Manuel A Morejón Soler, El Vedado, La Habana, septiembre del 2014 (PD)

La mala noticia.
En el pasaje a continuación se hace referencia a las potencias espirituales malignas que influyeron en los gobernantes de la antigüedad, que como instrumentos de ellas y por su falta de sabiduría divina condenaron y crucificaron a Jesús.

Sin embargo, entre los que ya han alcanzado la madurez en su fe sí usan palabras de sabiduría. Pero no se trata de una sabiduría propia de este mundo ni de quienes lo gobiernan, los cuales ya están perdiendo su poder.
Se trata más bien de la sabiduría oculta de Dios, del designio secreto que él, desde la eternidad, ha tenido para nuestra gloria.
Esto es algo que no han entendido  algunos de los gobernantes del mundo presente, pues si lo hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria. (1ª Corintios 2:6-8)

La buena noticia.
La buena noticia para todos es que Jesús al resucitar destronó a Satanás de su dominio sobre la humanidad con la muerte y si resucitaremos con él ya no tenemos nada que temer.

La  mejor de las noticias
 Actualmente son las mismas potestades malignas que desde el principio influyeron en todo el mundo, especialmente en los gobernantes y si bien estas influencias no son determinantes porque las decisiones son personales, pues aunque los gobernantes sigan sin entender el mensaje divino y persistan en aferrarse al poder crucificando a su nación para satisfacer sus deseos pecaminosos, el Señor envía este mensaje:

Te amo sobre todas las cosas.
"Tú eres mi hijo yo te he engendrado hoy, pídeme que te dé las naciones
como herencia  y hasta el último rincón del mundo  en propiedad y yo te los daré”
No tienes que seguir siendo esclavo del miedo y la maldad
Arrepiéntete y ven a mí.







EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA EN LA VIDA CRISTIANA


GUILLERMO GOFF
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
CONTENIDO

PRIMERA PARTE: EL MATRIMONIO
Capítulo 1: El Matrimonio: La Relación Primordial ¾ La Naturaleza del
Matrimonio; Los Propósitos del Matrimonio; El Hogar Cristiano
Capítulo 2: Preparativos para el Noviazgo ¾ Las Amistades; Estrechando
Vínculos; Elementos de Selección; La Diferencia entre el Amor
Maduro y el Inmaduro; Sexo Prematrimonial; ¿Qué de las Caricias?
Capítulo 3: Consejos Preparativos para el Matrimonio ¾ Unas Razones
para la Buena Preparación de la Pareja; El Consejo Prematrimonial; La
Primera Conferencia: Conociéndose; La Segunda Conferencia: Las
Bases Bíblicas del Hogar Cristiano; La Tercera Conferencia;
Revelándose y Comprendiéndose; La Cuarta Conferencia: Áreas de
Ajustes; La Quinta Conferencia: Detectando Posibles Problemas y
Planificando la Ceremonia; Las Razones y Beneficios de Tener una
Ceremonia Pública; La Luna de Miel
Capítulo 4: Los Ajustes dentro del Matrimonio ¾ El Amor: ¿Es Algo Que
Crece y Mejora?; Las Diferencias entre Hombres y Mujeres; Papeles
en el Matrimonio; La Intimidad en el Matrimonio; Claves de
Compañerismo
Capítulo 5: El Matrimonio y el Sexo ¾ El Sexo en la Biblia; Elementos de
Confusión Respecto al Sexo; Claves de la Felicidad Sexual en el
Matrimonio; Planificación Familiar
Capítulo 6: La Resolución de los Conflictos en el Matrimonio ¾ Clases
de Conflictos: Las Etapas y los Tipos; Causas de Conflictos; Cómo
Manejar y Resolver los Conflictos; La Buena Comunicación: El Arte de
la Comprensión
Capítulo 7: El Cristiano, la Iglesia y el Divorcio ¾ La Evidencia Bíblica;
La Perspectiva Eclesiástica; Aspectos Sicológicos; El Problema de
Casarse de Nuevo; La Iglesia Ministrando a los Que Se Divorcian;
¿Debe la Iglesia Casar de Nuevo a los Divorciados?
SEGUNDA PARTE: LA FAMILIA
Capítulo 8: Las Relaciones entre los Padres y los Hijos Menores ¾ Las
Líneas de Autoridad en el Hogar; La Formación de los Niños; La
disciplina de los Niños
Capítulo 9: Las Relaciones entre los Padres y los Hijos Adolescentes ¾
Causas de Tensiones; El Desarrollo del Adolescente; Pasos hacia las
Buenas Relaciones con los Adolescentes
Capítulo 10: La Educación Sexual en el Hogar ¾ Tres preguntas
Comunes de los Padres; Una Definición de la Educación Sexual;
¿Cuando Debemos Comenzar la Educación Sexual?; ¿Cómo Debemos
Presentar la Educación Sexual; ¿Qué Debemos Enseñar en la
Educación Sexual?; Problemas Especiales de los Adolescentes;
Algunos Consejos Finales
Capítulo 11: La Vida Espiritual en el Hogar ¾ Proviene de una
Consciencia Abierta a Dios; Depende de Que Cristo Reine en
Nuestros Corazones; Requiere Que la Fe Cristiana Sea Practicada y
Enseñada; Cultos Familiares; Tiempos Familiares; Actividades
Misioneras para la Familia
Capítulo 12: Sugerencias para el Programa de Educación Familiar en la
Iglesia ¾ Cómo Comenzar el Programa; Formación de la Lista de
Necesidades Sentidas; Métodos para Conducir el Programa;
Programas para la Semana o el Mes del Hogar; Predicando sobre el
Hogar; Una Encuesta: Necesidades Sentidas sobre la Familia
BIBLIOGRAFÍA
PREFACIO
La familia es lo más particular de cualquier cultura del mundo, ya sea vista por
sus costumbres, relaciones o expresiones distintivas. Lamentablemente, desde
el punto de vista cristiano evangélico, hay muy poco escrito sobre esta gran
institución, vista desde la experiencia familiar hispana. La mayoría de los
materiales disponibles son los que han sido traducidos y reflejan otra cultura.
Indudablemente, estos materiales han servido para mucho bien, en especial
cuando se han basado sobre fundamentos y principios bíblicos. Las bases
bíblicas siempre se prestan para una aplicación de una cultura a otra. Sin
embargo, hace falta algún intento de aplicar las verdades bíblicas al medio en
que uno vive. Esta ha sido mi labor de amor por varios años sirviendo como
misionero entre los enérgicos y vitales bautistas venezolanos.
Reconozco que no tengo derecho de aparentar ser muy experto ni en la cultura
hispana ni en la materia de la familia cristiana. La única justificación que tengo
para escribir este libro es que he sentido de Dios que era preciso y urgente
hacerlo. Los ensayos son estudios basados en la Biblia, libros y materiales de
referencia, experiencias y observaciones personales, así como sugerencias y
contribuciones de pastores y seminaristas. Mi esperanza es que esto sirva,
aunque sea en una manera limitada, para orientar a mis hermanos de las iglesias
evangélicas, justo con sus pastores y ayudantes a tener una mayor conciencia
en cómo vivir la vida cristiana dentro de la circunstancia familiar de cada uno.
¡Que el Señor nos haga a todos sabios en sus caminos y suficientemente
valientes como para poner por obra sus mandamientos en nuestra vida
particular y familiar!
Caben unas palabras de profundo agradecimiento a algunos que me ayudaron
en gran manera con sus observaciones, sugerencias y correcciones.
Especialmente dirijo estas palabras a Raúl Lavinz, amigo y estudiante en el
Seminario Bautista de Venezuela, quien me asesoró y ayudó a pasar con
máquina los varios capítulos por dos ediciones. También a Rosa de Alfonso,
Ester de Portillo y Ruth Chávez (de Lima, Perú), quienes leyeron varios
capítulos e hicieron correcciones. La hermana Helen de Villamizar me ayudó,
bajo bastante límite de tiempo, a sacar en limpio varios de los capítulos en su
forma final. Una nota de gratitud también doy a mi hermano en Cristo, Daniel
Cadima, secretario de relaciones públicas del Seminario Teológico Bautista de
Venezuela, por producir una edición preliminar de esta obra para las clases de
esta materia en la misma institución y para los estudios por extensión. Además
de todos los mencionados, debo agradecer a mi esposa, Emilee, por su fiel
colaboración y apoyo durante todo el tiempo de escribir este libro.
¡Alabado sea el Señor!
Guillermo Goff

PRIMERA PARTE:
EL MATRIMONIO
CAPITULO 1
EL MATRIMONIO: LA RELACIÓN PRIMORDIAL
Cuando Dios comenzó el mundo, él puso en su ambiente todo lo necesario
para una vida fructífera y placentera. Todo fue hecho así para que el hombre
habitase en plena comunión con el Creador y con su creación. El hombre fue la
máxima expresión de la creación hecha por Dios. La unión conyugal del
hombre y la mujer fue la primera y, por consiguiente, la primordial institución de
la creación de Dios. El hogar es antes del estado, la economía (o el trabajo) o
aun la iglesia. Por eso, el hogar sirve y ha servido a través de los siglos como el
fundamento de la sociedad. La sociedad depende por su carácter, en gran
parte, de la expresión y la forma de las familias que la componen.
Es por esta razón que es muy importante que la familia refleje el diseño y el
deseo que Dios tenía cuando la comenzó. Este estudio es un intento de
investigar lo que la Biblia, sus expositores y comentaristas dicen sobre el
particular. Puesto que la problemática familiar es una expresión de cada cultura,
tenemos que estar prestos para hacer que la luz escritural alumbre cada
circunstancia cotidiana en nuestro ambiente, especialmente en el del mundo
hispano. Sin embargo, la cultura latina no es la cuestión primordial, sino la
naturaleza y propósito que Dios ha dado al matrimonio primeramente y, por lo
tanto, a la familia. La tarea nuestra es establecer con claridad los principios
bíblicos que gobiernan el ideal divino para el matrimonio y la familia, y después
examinar la expresión cultural a la luz de estos mismos principios.
LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO
Las bases escriturales del matrimonio se encuentran en Génesis 1 y 2.
<010127>Génesis 1:27, 28 recalcan que Dios, por su papel de creador, inició el
primer hogar en el mundo, formando la primera pareja en una unión fructífera y
responsable (fíjese en las palabras: “fructificad”, “multiplicaos”, “señoread” y
“sojuzgad”). Debemos recordar que la naturaleza del matrimonio comienza con
el hecho de la creación de Dios.
De ahí que el primer elemento de la naturaleza del matrimonio es: ser una
institución divinamente ordenada.
Hemos dicho ya que el hogar es la primera institución de la creación y es cierto.
Sin embargo, es menester interpretar esta institución, antes que todo, no en
términos fríos y estáticos como por medio de estadísticas, sino verla desde el
punto de vista de la relación humana que la vivifica. El punto de vista bíblico la
mira como la unión de dos personas creadas por Dios como distintas y a la vez
hechas la una para la otra. Esta naturaleza divina que Dios formó y bendijo
como la unión conyugal es una realidad para todos.
El segundo elemento de la naturaleza del matrimonio sigue esta misma idea,
porque es una unión natural. Dios hizo a todo hombre y a toda mujer dándoles
ciertos impulsosnaturales, y uno de los más fuertes es el sexual. El matrimonio
brinda la forma más natural para dar expresión adecuada y sensata a este
impulso. Por lo tanto, encontramos en <010224>Génesis 2:24 que los dos se unirán y
“serán una sola carne”. Esto se explorará más adelante, pero debemos
entender en este contexto que el matrimonio es la expresión natural que Dios ha
provisto para que una pareja se una en una relación física y placentera.
Además, “una sola carne” desde el punto de vista hebreo se entiende en
términos de toda la personalidad y no solamente lo físico. En otras palabras, es
una descripción de la relación matrimonial entre dos personas, aun con sus
personalidades variantes. Es por medio de esta relación conyugal que el
hombre y la mujer pueden cumplir algo de su naturaleza. Sin el trato sexual,
algo queda incompleto en la personalidad de ambos. Por lo tanto, se requiere
un don especial, de “continencia”, para poder tener una vida fructífera, sin el
goce de la unión conyugal (<460707>1 Corintios 7:7-9).
Además, un tercer elemento será que el matrimonio es una unión exclusiva. La
frase “una sola carne” subraya la particularidad de la naturaleza humana. No
somos hechos para diferentes uniones a la vez (poligamia), sino para una sola
unión (monogamia). Aquellos que tratan de mantener más de una relación
conyugal se frustran a sí mismos y frustran el propósito de Dios porque están
dividiéndose en partes, dándose a otras personas que no son su cónyuge. Es
tan completa la tarea de poder satisfacer a un solo marido o a una sola esposa,
que es imposible abarcar más y mantener la sanidad emocional. La actuación
de la infidelidad de uno de los cónyuges es también causa de una desintegración
de su relación matrimonial y, por consiguiente, de debilitar la composición de la
sociedad. (<460601>1 Corintios 6:16; <540506>1 Timoteo 5:6.) Otro ángulo de este
exclusivismo es el de dejar a los padres para unirse como pareja. Es
imprescindible que la nueva pareja tenga su propio techo y lecho para disfrutar
la libertad y la responsabilidad de la vida matrimonial. Además, es un mandato
de Dios que lo hagan. (Véase otra vez <010224>Génesis 2:24.) Las implicaciones de
este principio seran exploradas bajo el estudio de los ajustes dentro del
matrimonio.
El cuarto elemento de la naturaleza matrimonial está implícito en la idea de ser
“una sola carne” en una unión permanente. Si hay un punto de flaqueza moral
en nuestros conceptos actuales sobre el matrimonio es en este asunto de la
permanencia de los votos matrimoniales. La razón de esta debilidad moral en el
mundo hoy es:
que las parejas van corriendo ciegamente al casamiento sin una
consideración detallada, aun sin conocerse realmente el uno al otro
como personas. Algunas veces son sinceras, y creen que están
profundamente enamoradas. Otros dirán, y muy en serio: “realmente no
sabemos cuán duradera pueda ser nuestra unión, pero casémonos de
todos modos y veamos cómo resulta. Si no concordamos, siempre
tenemos la oportunidad de divorciarnos.”F1
Aún peor es la cantidad cada vez mayor de personas que no se casan
formalmente, sino que se unen en una convivencia de concubinato para no
correr ni el riesgo del compromiso ni con el gasto de una ceremonia. Esto deja
que la pareja se separe sin ninguna intervención de la ley civil, sufriendo de esta
manera las heridas emocionales y morales. ¿Y qué de los niños, víctimas
inocentes de ambos tipos de uniones inestables? ¿Es esto lo que Dios quería
cuando instituyó el matrimonio? Claro que no. Dios quiere que el matrimonio
sea una decisión que se haga con cuidado y con una debida preparación que
incluya la búsqueda de la voluntad de este mismo Dios al respecto. Aquí es
donde tenemos que poner más peso como cristianos, en ayudar a nuestros
jóvenes a saber cómo seleccionar con cuidado a su compañero de vida y cómo
entregarse el uno al otro para que la unión tenga mayor posibilidad de
permanecer íntegra aun en medio de las tormentas morales de la actualidad.
Hay que reconocer, en quinto lugar, que el matrimonio, en su sentido original e
ideal, es una unión espiritual. El elemento básico de todo matrimonio bueno es
el amor. Este principio, lo físico es absorbente, pero con el tiempo toma otra
cara, no de menos importancia sino de una perspectiva más amplia. Llega a ser
visto dentro de las múltiples facetas de la relación y no como una cosa aislada.
En realidad, si hay madurez en el trato de la pareja, hay consideración y
respeto mutuo que hacen que la expresión sexual sea aún más tierna e íntima.
La verdad es que lo físico a veces no satisface por sí solo si no coincide con lo
espiritual. Dios, por medio de Cristo, ha destinado que en él todas las cosas
subsistan. (<510117>Colosenses 1:17.) El amor, aun siendo tan fuerte como para
consolidar el matrimonio, puede fallecer si no recibe constantemente una
renovación por medio de él que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.
<490525>Efesios 5:25-29.)
LOS PROPÓSITOS DEL MATRIMONIO
Estos cinco elementos de la naturaleza del matrimonio se están
complementando en un sexto que es una unión para cumplir los propósitos
definidos. Los propósitos de la unión son tanto positivos como negativos, esto
es, creativos y preventivos.f2
El primer propósito creativo que el matrimonio tiene es el del compañerismo.
Dios otorgó al hombre “una ayuda idónea” en el huerto del Edén. Esta
expresión tiene que significar que Dios le dio al hombre una compañera para
trabajar a su lado y ser el complemento de su vida. Esta comunión íntima es
primordial en la relación conyugal, más importante aun que la procreación y las
otras funciones del matrimonio. Si traer niños al mundo fuera de primera
importancia, ¿cuál sería la razón de seguir siendo casados cuando los hijos son
mayores y no siguen compartiendo el techo con los padres? La necesidad
humana más grande es ser amado y apreciado. Esta sigue siendo una realidad
aun cuando seamos viejos. (Referente al compañerismo en el matrimonio
véanse <470601>2 Corintios 6:14; <600301>1 Pedro 3:1-12; <010218>Génesis 2:18-24.)
El segundo propósito creativo del matrimonio es la procreación. En realidad
“una sola carne” significa no solamente que la unión sea establecida para ser
“procreativa” sino también “unitiva”.f3 Esto será explorado más en el quinto
capítulo, pero aquí es menester señalar que el traer niños al mundo es una parte
esencial del plan de Dios para la pareja. Lo más natural para una pareja que no
puede tener niños es querer adoptarlos. La razón de esta tendencia humana es
el feliz cumplimiento de la naturaleza del matrimonio desde la creación: el llegar
a ser padres. Es de mucha importancia que “los hijos nazcan bajo las mejores
condiciones posibles, y que tengan el cuidado amoroso de un padre y una
madre quienes trabajan juntos y, aun con sacrificio, para su mayor bienestar”.f4
Es en este sentido de juntos crear una nueva vida, que el hombre y la mujer
continúan colaborando con el Creador en la creación. Mace enfatiza que la
palabra procreación significa “crear para y en beneficio de” otro, y este otro es
el mismo Dios.f5 (Véase <19c703>Salmo 127:3.)
Yendo más al grano de la naturaleza del matrimonio, especialmente desde el
punto de vista cristiano, un tercer propósito creativo es la edificación mutua de
la pareja, sus niños, familiares y aun de la sociedad misma. Hay una cierta
inspiración que llega a la pareja y a los que comparten su vida, cuando hay una
buena y sana comunicación dentro de la relación conyugal. (<600301>1 Pedro 3:1, 7;
<490529>Efesios 5:29-32.) La edificación está expresada claramente en <600304>1 Pedro
3:4, 7 donde la mujer es exhortada a ser “afable y apacible”, mientras que el
hombre es estimulado a dar “honor a la mujer como a vaso más frágil, y como
a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo”.
Otra faceta de este propósito edificante es la de que dentro del hogar los niños
reciban sus primeras instrucciones morales. Siempre la influencia de los padres
deja huellas indelebles en las vidas de sus hijos. Es de suma importancia la
perspectiva de los padres hacia esta responsabilidad para que logren criarles en
“disciplina y amonestación del Señor”. (<490604>Efesios 6:4b). Los padres
cristianos demuestran por su sabio gobierno en el hogar su capacidad de dirigir
una familia más grande —la iglesia. (<540304>1 Timoteo 3:4, 5).
Esta edificación también abarca la relación de la familia con el reino de Dios; es
decir, Dios también quiere ser el Señor del hogar. Donde él es rey, hay paz y
bendiciones incontables. Es ideal que la salvación llegue a todos los miembros
de la familia. (<441631>Hechos 16:31). Además, por su comportamiento y palabra
los que son cristianos tienen la potencia de influir (santificar) en los demás.
(Corintios 7:14-16).
Un cuarto propósito de la edificación creativa dentro de la familia es su
importancia en el plan de Dios para la propagación de la fe. ¡Cuántas veces
encontramos a Pablo hablando de la iglesia en la casa de algún creyente!
(Ejemplos: <451605>Romanos 16:5; <461601>1 Corintios 16:19; <440542>Hechos 5:42.) La
familia cristiana puede tener una influencia para bien en sus propios hijos, y esto
debe conducirles a la salvación y a la vida cristiana. (<550314>2 Timoteo 3:14, 15)
Hay un sentido genuino en que si Dios es nuestro padre celestial y si nos
convertimos en parte de la familia de Dios, algo del cielo existirá aquí en la
tierra. Por eso decimos que la familia tiene el propósito de edificar a la
sociedad y al mundo por su ejemplo y conducta, esperando así poder alcanzar
a otros para que ellos también pertenezcan a la gran familia cristiana.
Existen al menos dos propósitos preventivos que deben ser considerados. El
primero de ellos es que el matrimonio provee el vehículo natural para el control
de las pasiones. Por muchos siglos los impulsos sexuales han sido considerados
por los cristianos como algo inferior en el hombre y que deben ser suprimidos.
Sin duda alguna la pasión descontrolada es algo que corrompe y destruye la
moral y el carácter. Pablo recalcó que el celibato es un don especial sólo para
aquellos que puedan controlar sus impulsos sexuales. Aquellos que no pueden
hacerlo deben casarse para no caer en tentación. (<460701>1 Corintios 7:1-6, 37)
Quizá todo esto no parezca un motivo muy elevado para casarse. Sin embargo,
Pablo reconoce que el sexo tiene una función particular dentro del matrimonio y
llega a ser una expresión especial del amor en la pareja, quienes se han
entregado a sí mismos en casamiento. Ernest White dice que el matrimonio
sirve para evitar que los deseos se conviertan en concupiscencia.f6 El
matrimonio es la forma divinamente diseñada para la más legítima y satisfactoria
expresión de los deseos sexuales.
El segundo propósito preventivo es el de prevenir la disolución de la sociedad.
Es por implicación del estudio bíblico en vez de escrituras específicas que
llegamos a esta interpretación. El concepto de la familia, para los hebreos, se
halla en la palabra mishpajah, que significa la unidad familiar y el factor
esencial de la comunidad.f7 Mientras que esta unidad se guardaba en Israel, los
escritores bíblicos presumían que la estabilidad de su sociedad estaba
garantizada. Es interesante notar que la idolatría, el adulterio y la fornicación
estaban ligados en la ley mosaica y que eran considerados entre los pecados
más graves. (Véase <032001>Levítico 20:1-8, especialmente vv. 5 y 6.)
Jehová declaró que rechazaría a Israel si se practicaban en ella el adulterio y
otras aberraciones sexuales como en las demás naciones. (<032022>Levítico 20:22,
23; nótese que esta declaración sigue a la condenación de toda clase de
abominación sexual. <031010>Levítico 10:10-21.) Tales prácticas inmorales
amenazaban la sociedad que Dios había formado y eran de gran ofensa a él.
El matrimonio no solamente mantiene la sociedad unida y funcionando
vitalmente, sino también cumple con el propósito que Dios tenía al instituir y
consagrar la familia. Aún más, debemos preocuparnos con la diferencia que
Cristo hace en el hogar.
EL HOGAR CRISTIANO
Es posible decir que toda familia en el mundo está constituida de tal forma que
pueda gozar de la naturaleza y de la mayor parte de los propósitos del
matrimonio sin mucha referencia a Dios. Es cierto, porque la familia es una
realidad universal. Pero esto no ha de promover un punto de vista secular en
cuanto al matrimonio, sino el que reconoce que la naturaleza de la familia viene
desde la creación.
Entonces, si todo el mundo puede gozarse de los privilegios del sexo y tener
una familia naturalmente feliz, ¿qué diferencia hace que el hogar sea cristiano?
La respuesta es: que hace toda la diferencia en el mundo. El hogar cristiano es
un elemento redentor en la sociedad porque es el lugar donde Cristo debe y
puede manifestar su “extra”, especialmente en la vida familiar, o sea, en sus
relaciones e interrelaciones. En la relación con Cristo la pareja puede aprender
cómo responder en sumisión voluntaria y agradable a su Señor. Esto les
prepara para someterse el uno al otro. (<490521>Efesios 5:21.) En “conocer” a
Cristo, uno comprende el gran misterio de conocer a uno que de veras le ama.
Esto le capacita para expresar un amor no fingido hacia otros. Lo que uno ha
recibido de Cristo como perdón, estímulos, aprecio, esperanza y gozo debe y
puede ser reflejado en sus relaciones cotidianas comenzando dentro de su
propia casa. (<510312>Colosenses 3:12-21.) Así hay una dimensión “extra”, de
mayor profundidad y potencialidad cuando la familia está fundada en Jesucristo.
Las funciones naturales de compañerismo, unidad sexual y edificación están
ampliadas al máximo cuando la pareja está relacionada amorosamente con
Cristo como su Señor y Salvador. En realidad, es en Cristo que el máximum
del ser humano se cumple. Esto es verdad también en la experiencia familiar.
De poner en práctica el cristianismo en las relaciones más íntimas del
matrimonio y en el trato familiar, es de esperar que se vean los beneficios de
mayor estabilidad, gozo y propósito en la vida, comprensión y capacidad para
realizar los papeles que Dios diseñó para nosotros desde el principio.

EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. ¿Por qué se considera que la familia es la institución primordial en el plan de
Dios para su creación?
2. Mencione los cinco elementos de la naturaleza del matrimonio. ¿Cuáles dos
de ellos piensa usted que son los de mayor importancia? ¿por qué cree usted
que son los de mayor importancia?
3. Dé los cuatro propósitos creativos del matrimonio.
4. Mencione los dos propósitos preventivos del matrimonio.
Para la Dinámica de Grupo:
1. Si el matrimonio es una realidad en todas las culturas del mundo, ¿por qué
enfatizamos que el hogar cristiano es el ideal? o sea, ¿qué tiene de especial el
hogar cristiano? (Anote algunas de sus propias ideas.)
2. A la luz de Corintios 6:16, cuando una persona forma una unión adúltera,
¿qué clase de confusión y frustración causa dentro de su matrimonio? ¿Es
posible tener más que una unión de “una sola carne” y mantener la felicidad
conyugal? ¿Por qué? (Anote algunos de sus pensamientos.)
3. ¿Cómo explica usted la naturaleza espiritual del hogar? ¿Qué papel tiene el
amor en el matrimonio? ¿Qué entiende usted por el concepto de que todas las
cosas subsisten en Cristo (<510117>Colosenses 1:17), aun el hogar? (Anote sus
observaciones.)
4. ¿Está usted de acuerdo con que el primer propósito del matrimonio sea el de
compañerismo? Explique sus razones por estar de acuerdo o en desacuerdo.

Lectura Afín:
David Mace, A los Que Dios Ha Juntado en Matrimonio, págs. 9-29.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

DIOS VENCE A BAAL

Entonces Elías dijo a los profetas de Baal:
—Escogeos el toro y preparadlo vosotros primero, porque vosotros sois la
mayoría. Invocad el nombre de vuestro Dios, pero no pongáis fuego.
Ellos tomaron el toro que les fue dado, y lo prepararon. Luego invocaron el
nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo:
—¡Oh Baal, respóndenos!
Pero no hubo voz ni quien respondiese. Mientras tanto ellos danzaban junto al
altar que habían hecho.
Y sucedió que cuando pasó el mediodía, ellos seguían profetizando
frenéticamente hasta la hora de ofrecer la ofrenda vegetal, y no había voz ni
quien respondiese ni escuchase.
Cuando llegó la hora de presentar la ofrenda vegetal, se acercó el profeta Elías
y dijo:
—¡Oh Jehovah, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que
tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; y que por tu palabra he hecho
todas estas cosas! Respóndeme, oh Jehovah; respóndeme, para que este
pueblo reconozca que tú oh Jehovah, eres Dios, y que tú haces volver el
corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de Jehovah, que consumió el holocausto, la leña, las
piedras y el polvo; y lamió el agua que estaba en la zanja. Al verlo toda la
gente, se postraron sobre sus rostros y dijeron:
—¡Jehovah es Dios! ¡Jehovah es Dios!
Entonces Elías les dijo:
—¡Prended a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno de ellos!
Los prendieron, y Elías los hizo descender al arroyo de Quisón, y allí los
degolló.
<111825>1 REYES 18:25, 26, 29, 36-40
Pasajes relacionados: DEUTERONOMIO 13; 17:2-5; 18:18-22; 1 REYES
21, 22; <120930>2 REYES 9:30 —10:28; <501405>FILIPENSES 2:5-11

martes, 2 de septiembre de 2014

Fidel Castro y el Reino de Dios




Por Rafael Cepeda Clemente
En dos ocasiones, desde su tribuna de la televisión, el doctor Fidel Castro ha mencionado este dicho de Jesucristo: “Mi reino no es de este mundo”. En ambos casos la referencia ha estado relacionada con la defección de varios sacerdotes católico-romanos que han tomado el camino del exilio por su propia voluntad, se han declarado contrarrevolucionarios, y se han prestado a los más innobles menesteres, con el propósito indigno de rebajar la calidad moral de la Revolución cubana.
Para mí, cristiano convencido y militante, y cubano adherido fervorosamente a esta etapa de grandes reivindicaciones cívicas, unas palabras de Jesucristo en boca del líder de la Revolución cobran un significado especial, y me llevan de la mano a serias reflexiones. Por tanto, he creído conveniente compartir con otros mi pensamiento en cuanto al alcance que tiene la frase “Mi reino no es de este mundo”, y las posibles aplicaciones que podría tener en el caso cubano, y especialmente en lo que se refiere a la persona de Fidel Castro.

“Mi reino no es de este mundo”
Cuando Jesucristo habla de “mi reino”, se está refiriendo a lo que en muchas ocasiones, por medio de parábolas y discursos, denominó “el reino de Dios”. En otras palabras, a la idea sustancial y sustentadora de que Dios es soberano de la vida y de la historia, y de que ningún acontecer humano está fuera de la órbita de su poder ni de su voluntad.
En el caso específico de la frase citada por Fidel, convendría –para su mejor comprensión– enmarcarla en el contexto del incidente que provocó esta frase y algunas otras que arrojan luz sobre ella. Vamos, pues, a transcribir la narración completa, tal como se halla en el Evangelio de San Juan.
“Pilato entró entonces otra vez en el pretorio, y llamando a Jesús, le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Respondió Pilato: ¿Acaso soy yo judío? Tu misma nación y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué hiciste? Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, entonces pelearían mis servidores para que yo no fuese entregado a los judíos: ahora empero mi reino no es de aquí. Pilato entonces le dijo: ¿Eres, pues, rey? Respondió Jesús: Tú lo dices, porque lo soy. Yo para esto nací, y a este intento vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz. Le dice Pilato: ¿Qué es la verdad?”

Como se ve claramente, el incidente ocurre en las postrimerías del ministerio de Jesucristo, en el proceso del juicio que tuvo por final la crucifixión. Es una breve polémica que se entabla entre Pilato, el todopoderoso gobernador romano, y el acusado, Jesucristo. Había un empeño especial en que el juicio rebasara los límites de una mera cuestión religiosa, dentro del campo de la ley mosaica, para que cayera en la órbita de la cuestión política, es decir, dentro de la ley romana. Sólo así se podía tener la seguridad de que al final de la jornada infamante se levantaría una cruz en el monte Calvario. Jesucristo fue llevado ante Pilato y acusado de incitar a la rebelión contra el poder imperialista de Roma, y con la intención de hacerse él mismo “rey de los judíos”. No nos debe extrañar que en aquella hora se diera a la misión de Jesucristo un sentido totalmente distinto al que tenía en verdad. Había tal ansia de superación política en el pueblo, y tanto anhelo de eliminar a los romanos de la vida cívica del país, que todos los ojos estaban atentos a la aparición de un líder que pudiera canalizar estos empeños de liberación nacional.
Hay varios incidentes en los Evangelios por los que se demuestra que en muchas ocasiones quisieron forzar al Maestro a encabezar un movimiento de rebelión contra el poder usurpador. Aún sus discípulos más allegados le propusieron la jefatura de una organización político-militar. Nada hubiera sido más fácil para Jesucristo que aceptar esta proposición, pues su capacidad de líder le hubiera asegurado el triunfo fácil y la gloria inmediata. En este sentido él les defraudó totalmente. Él sabía que su misión era la de morir en una cruz, y que esta entrega sacrificial –aparente derrota– sería el más rotundo triunfo de los planes divinos para la redención cabal del género humano.
Cuando el asunto se plantea ante la autoridad constituida en juez, Jesucristo elimina toda interpretación mal intencionada con una frase rotunda: “Mi reino no es de este mundo”. Pero conviene aclarar de inmediato –y ello es evidente en el resto del pasaje bíblico– que Jesucristo en este caso no está haciendo referencia a la ubicación del Reino, sino precisamente a su origen o procedencia. Lo que Él quiere decir es que “su” reino no es el reino de los hombres, sino el Reino de Dios, porque de Dios procede. Que todo gobierno y todo pueblo están sujetos a la autoridad suprema de un Dios creador y sustentador, y que todo gobernante no es más que un ejecutor, un instrumento de los planes divinos para el establecimiento del Reino de Dios entre los hombres. La frase, pues, se aplica tanto a gobernantes como a gobernados, y habla de la realidad última de un poder que no está sujeto a las contingencias temporales ni a los instrumentos humanos, sino que se sirve de ellos para la realización de propósitos insondables.
Su reino sí es de este mundo
Sin embargo, que nadie se llame a engaño. En modo alguno quiso Jesucristo disociar a Dios de los problemas de este mundo. El mismo hecho de la encarnación –Dios constituido en hombre, y siervo de los hombres, por amor a los hombres, en la persona de Jesucristo– nos dice de entrada que “su reino” sí es de este mundo, puesto que su interés primordial está en reinar entre los hombres, de modo que en cada ser humano se cumpla la imago Dei: el ejercicio de la capacidad para entenderse con Dios y comprender el papel que Él nos señala a cada uno en el drama de la historia.
Por otra parte, cuando Jesucristo irrumpió en la escena humana se vio envuelto de inmediato en las luchas por el poder, en las apetencias económicas y en las desigualdades sociales de su época. Su propio hogar era de los más humildes: el hogar de un carpintero, donde sólo las necesidades más elementales podían ser satisfechas. Jesucristo mismo fue un obrero que supo del rudo batallar por el pan de cada día. La tradición asegura que José murió siendo Él todavía un jovencito, y que sobre sus hombros –los del primogénito– cayó la responsabilidad del sostén de su madre y hermanos. Él supo en su propia carne de la transacción explotadora, del impuesto oneroso, de la jornada esclavizante. Jesucristo fue un hombre legítimo –todo un hombre– y estuvo sujeto a las mismas pasiones y tentaciones que los demás seres humanos.
Sobre esta realidad hay que juzgar su otra frase: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Porque muchos lo interpretan como si Él hubiera querido despreciar las cuestiones del mundo terrenal para darle validez sólo a las de las esferas celestiales. Todo lo contrario: a ambas dio pareja categoría, y señaló la responsabilidad de cada hombre en el estar a cuenta con su patria y con su Dios. También conviene recordar aquella otra expresión: “Mi Padre obra, y yo obro”. Este es otro concepto de Dios que se olvida con demasiada frecuencia: el Dios que se afana por sus hijos, que está constantemente obrando en favor de ellos, que no sólo crea, sino que también cría. El Dios cristiano, escribí en una ocasión, no es una idea filosófica, ni una disquisición teológica, sino una Persona creadora que agoniza por las personas creadas. El Dios cristiano no es un Dios de balcón, ni un Buda ventrudo que se arrellana en una cómoda poltrona para observar entretenido cuanto sucede a su alrededor. Es un Dios que interviene en los sucesos de este mundo y toma la iniciativa cuando se trata de redimir al género humano.
¿Es cristiano Fidel Castro?
Leí hace algunos meses, en una revista religiosa, una carta escrita por uno de los lectores al director, en la cual planteaba la siguiente cuestión: “¿No ha observado usted que Fidel Castro nunca ha mencionado a Dios en sus discursos? ¿No es esta una señal de evidente ateísmo?”
Yo no sé cuál sería al cabo la respuesta del director acorralado, pero la, pregunta misma es iluminadora, pues se refiere a cierta ansiedad por una parte del pueblo en lo que toca a una cuestión vital: la ausencia o presencia de una fe religiosa en la persona de Fidel Castro. ¿Hay tal fe en el adalid de la Revolución cubana? ¿Es Fidel Castro un cristiano? Sólo él podría decirlo. Ser religioso es aceptar como supremos los valores espirituales, y andar en la búsqueda constante de “algo” que satisfaga las más hondas necesidades del alma humana. Ser cristiano es confesar que ese “algo” es Jesucristo, y tenerle por Señor de la vida y de la historia.
Pero yo no mediría la fe religiosa de Fidel Castro por las veces que él mencione a Dios. He conocido ya a muchas gentes para quienes Dios es una afirmación corriente en los labios y también una negación perenne en la conducta. Por lo tanto, para mí no es ese el factor básico. Yo aplicaría en este caso otra afirmación de Jesucristo: “Por sus frutos los conoceréis”. En última instancia, sólo Fidel Castro puede hablar con autoridad de sí hay en él un mínimo de preocupación por las cuestiones de la fe; pero yo me pregunto: ¿no es de cristianos su ansiedad por una tierra sin odios inútiles, generosa y limpia? ¿No es de cristianos su incesante afán por los explotados y oprimidos, por los que no comen ni se educan, por el niño descalzo, la mujer famélica, el hombre sin esperanza? ¿No es de cristianos su empeño moralizador, de tal manera que se elimine para siempre de la vida cubana el vicio del juego, la vergüenza de la prostitución pública, el escándalo del robo en las oficinas gubernamentales? ¿No es de cristianos procurar que todos los padres tengan un techo propio donde protegerse, y todos los hijos un campo deportivo donde jugar? ¿No es de cristianos imponerse una tarea tan gigantesca como la de la Reforma Agraria, que asegure a cada hombre del campo un lugar donde vivir, donde trabajar, dónde comer? ¿No es de cristianos eliminar (o, por lo menos, limitar en todo lo posible) los casinos, las vallas de gallos, los bares corruptos? ¿No es de cristianos resolver el problema de los aparejamientos y los concubinatos, ofreciendo amplias oportunidades para la legalización de los matrimonios civiles? ¿No es de cristianos liquidar definitivamente la era de los privilegios irritantes, con sus exclusivismos infecundos y facilitar el comienzo de una nueva era, con igualdad de oportunidades para todos? ¿No es de cristianos el reconocer los derechos inalienables del hermano negro, del hermano analfabeto, del hombre enfermo? ¿No es de cristianos asegurar escuelas para todos, hospitales para todos, playas para todos, trabajo para todos, pan para todos?
Quizá sí fue para Fidel Castro que Francisco Luis Bernárdez –proféticamente– escribió estos versos:
El más lejano, el más desconocido, / el más pequeño, el más desventurado, / el más abandonado, el más vencido, / el más desvanecido y olvidado.
El que sólo ha sufrido y ha sufrido, /el que sólo ha llorado y ha llorado, /el que ha vivido sin haber vivido, /el que ha pasado sin haber pasado.
Tiene destino en mi destino de hombre; /tiene nombre en las letras de mi nombre; /tiene palabra en mi palabra fiel; / tiene vida en el fondo de mi vida; / tiene ser en mi ser, que no lo olvida; / tiene voz en mi voz, que habla por él. / “Instrumento escogido me es este...”
  Yo tengo la convicción –que comparto aquí con toda responsabilidad– de que Fidel Castro es un instrumento en las manos de Dios para el establecimiento de su Reino entre los hombres. Esto es aparte de que tenga o no una fe religiosa. La historia bíblica está llena de ejemplos de hombres a quienes Dios utilizó en su eterna sabiduría para asegurar su efectivo dominio de los acontecimientos históricos. En la mayoría de los casos son hombres de fe, entregados por su propia voluntad para que Dios les use como instrumentos idóneos. En otros casos son los indiferentes (los que ahora llamaríamos agnósticos, librepensadores, humanistas), así como también los que se rebelaron contra Dios; ¡y aún sus más encarnizados enemigos! Para ofrecer sólo un ejemplo, el más extremo: Nabucodonosor, rey de Babilonia, enemigo de Dios y de su pueblo escogido. En la profecía de Jeremías se le llama "siervo de Dios", porque en un momento dado de la historia de Israel, el mismo Dios facilitó el triunfo de los ejércitos de Babilonia contra las huestes israelíes, para enseñar al pueblo una lección de disciplina y de obediencia que jamás olvidará. Si esto fue así con aquel enemigo del pueblo que fue Nabucodonosor, ¿cómo no será con este gran amigo del pueblo que es Fidel Castro?
Yo creo que lo que Fidel Castro está logrando en Cuba hoy –y que fecundará toda la América Latina– es precisamente aquello que Dios quiere para estos pueblos olvidados: una oportunidad nueva para vivir decentemente y con dignidad. Un Dios de amor –de un amor sin fronteras, como es el Dios de los cristianos– no puede desear menos que eso para sus hijos. Pero él requiere de “instrumentos” de “siervos”, para la realización de tan sublime tarea. Fidel Castro es uno de esos instrumentos, tenga él o no tenga una fe religiosa, reconózcalo él o no en la intimidad de su conciencia.

Y de la Iglesia, ¿qué?
Se habrá extrañado seguramente el lector de que hasta aquí yo no haya mencionado a la Iglesia. Pues bien, lo haré, pero aclarando inmediatamente que no me referiré a la Iglesia como "institución", como organización, sino como pueblo de Dios. Al cabo, ese es el verdadero concepto de la Iglesia: el de la multitud de los creyentes que adoran a un mismo Dios y proclaman una misma fe.

Martin Luther King, el famoso pastor bautista de Atlanta, líder en la lucha por los derechos del negro sureño, y negro él mismo ha declarado recientemente: “No me causa tanto pavor el griterío de una multitud enfurecida como el silencio de una Iglesia que se mantenga al margen de estos problemas”. Y yo personalmente quisiera ver en los que se preocupan –con toda razón por “la Iglesia del silencio”, el mismo interés y la misma pasión en lo que toca al “silencio de la Iglesia”. Cuando la Iglesia no orienta, no esclarece, no comparte, no protesta, no sufre, está dejando de realizar su función profética, y se coloca ella misma bajo el juicio de Dios.
 A veces –la más de las veces– Dios habla al Estado por medio de la Iglesia, pero en ocasiones excepcionales es la Iglesia la que necesita un mensaje, y Dios usa al Estado –entiéndase gobierno, pueblo no creyente, sucesos históricos– como “instrumento” o “siervo”, como un canal de comunicación para que la Iglesia entienda cuál es su misión y cuál debe ser su actitud en un momento dado de la historia de un pueblo. Porque a veces la Iglesia-pueblo se acomoda tanto a la Iglesia-institución que se olvida de que los cristianos están aquí para servir, no para ser servidos. Y en este sentido creo también que Dios le está hablando a la Iglesia cristiana de Cuba por medio de las transformaciones históricas que aquí tienen asiento. Ahora es cuando la Iglesia está comenzando a entender su tremenda responsabilidad social. ¿Cómo es posible que hayamos estado por tanto tiempo ciegos a tanta miseria, sordos a tanto clamor, pasivos en medio de tanto abuso y tanta explotación? A veces creo que Jesucristo mismo ha estado repitiendo para la Iglesia cristiana de Cuba su amonestación de dos mil años atrás: “Apartaos de mí, malditos, porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis...  Porque no lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis”.

Pues bien, esta Iglesia –con todas las limitaciones inherentes a cualquier conglomerado humano– es la avanzada del Reino de Dios entre los hombres. Es por eso que Jesucristo afirmó en una ocasión: “El reino de Dios está en medio de vosotros”. El reino de Dios que ya está en este mundo es la Iglesia, la multitud de los creyentes para quienes “el Señor reina”. Pero también Jesucristo enseño a orar así: “Venga tu reino”. Porque el reino de Dios no será una realidad última hasta que se sometan al dominio de su voluntad todos los pueblos del orbe, “y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor”.

Tomado de: Bohemia, año 52, no. 29, La Habana, 17 de julio de 1960.
Publicado por Blogger para Religión en Revolución el 8/29/2014 07:25:00 p. m.