GUILLERMO GOFF
CONTENIDO
PRIMERA PARTE: EL MATRIMONIO
Capítulo 1: El Matrimonio: La Relación Primordial æ La Naturaleza del Matrimonio; Los Propósitos del Matrimonio; El Hogar Cristiano
Capítulo 2: Preparativos para el Noviazgo- Las Amistades; Estrechando Vínculos; Elementos de Selección; La Diferencia entre el Amor Maduro y el Inmaduro; Sexo Prematrimonial; ¿Qué de las Caricias?
Capítulo 3: Consejos Preparativos para el Matrimonio- Unas Razones para la Buena Preparación de la Pareja; El Consejo Prematrimonial; La Primera Conferencia: Conociéndose; La Segunda Conferencia: Las Bases Bíblicas del Hogar Cristiano; La Tercera Conferencia; Revelándose y Comprendiéndose; La Cuarta Conferencia: Áreas de Ajustes; La Quinta Conferencia: Detectando Posibles Problemas y Planificando la Ceremonia; Las Razones y Beneficios de Tener una Ceremonia Pública; La Luna de Miel
Capítulo 4: Los Ajustes dentro del Matrimonio- El Amor: ¿Es Algo Que Crece y Mejora?; Las Diferencias entre Hombres y Mujeres; Papeles en el Matrimonio; La Intimidad en el Matrimonio; Claves de Compañerismo
Capítulo 5: El Matrimonio y el Sexo æ El Sexo en la Biblia; Elementos de Confusión Respecto al Sexo; Claves de la Felicidad Sexual en el Matrimonio; Planificación Familiar
Capítulo 6: La Resolución de los Conflictos en el Matrimonio- Clases de Conflictos: Las Etapas y los Tipos; Causas de Conflictos; Cómo Manejar y Resolver los Conflictos; La Buena Comunicación: El Arte de la Comprensión
Capítulo 7: El Cristiano, la Iglesia y el Divorcio- La Evidencia Bíblica; La Perspectiva Eclesiástica; Aspectos Sicológicos; El Problema de Casarse de Nuevo; La Iglesia Ministrando a los Que Se Divorcian;
¿Debe la Iglesia Casar de Nuevo a los Divorciados?
SEGUNDA PARTE: LA FAMILIA
Capítulo 8: Las Relaciones entre los Padres y los Hijos Menores- Las Líneas de Autoridad en el Hogar; La Formación de los Niños; La disciplina de los Niños
Capítulo 9: Las Relaciones entre los Padres y los Hijos Adolescentes- Causas de Tensiones; El Desarrollo del Adolescente; Pasos hacia las Buenas Relaciones con los Adolescentes
Capítulo 10: La Educación Sexual en el Hogar-Tres preguntas Comunes de los Padres; Una Definición de la Educación Sexual; ¿Cómo Debemos Presentar la Educación Sexual?; ¿Qué Debemos Enseñar en la Educación Sexual?; Problemas Especiales de los Adolescentes; Algunos Consejos Finales
Capítulo 11: La Vida Espiritual en el Hogar-Proviene de una Consciencia Abierta a Dios; Depende de Que Cristo Reine en Nuestros Corazones; Requiere Que la Fe Cristiana Sea Practicada y Enseñada; Cultos Familiares; Tiempos Familiares; Actividades
Misioneras para la Familia
Capítulo 12: Sugerencias para el Programa de Educación Familiar en la Iglesia-Cómo Comenzar el Programa; Formación de la Lista de Necesidades Sentidas; Métodos para Conducir el Programa; Programas para la Semana o el Mes del Hogar; Predicando sobre el Hogar; Una Encuesta: Necesidades Sentidas sobre la Familia
BIBLIOGRAFÍA
PREFACIO
La familia es lo más particular de cualquier cultura del mundo, ya sea vista por sus costumbres, relaciones o expresiones distintivas. Lamentablemente, desde el punto de vista cristiano evangélico, hay muy poco escrito sobre esta gran institución, vista desde la experiencia familiar hispana. La mayoría de los materiales disponibles son los que han sido traducidos y reflejan otra cultura.
Indudablemente, estos materiales han servido para mucho bien, en especial cuando se han basado sobre fundamentos y principios bíblicos. Las bases bíblicas siempre se prestan para una aplicación de una cultura a otra. Sin embargo, hace falta algún intento de aplicar las verdades bíblicas al medio en que uno vive. Esta ha sido mi labor de amor por varios años sirviendo como misionero entre los enérgicos y vitales bautistas venezolanos.
Reconozco que no tengo derecho de aparentar ser muy experto ni en la cultura hispana ni en la materia de la familia cristiana. La única justificación que tengo para escribir este libro es que he sentido de Dios que era preciso y urgente hacerlo. Los ensayos son estudios basados en la Biblia, libros y materiales de referencia, experiencias y observaciones personales, así como sugerencias y contribuciones de pastores y seminaristas. Mi esperanza es que esto sirva, aunque sea en una manera limitada, para orientar a mis hermanos de las iglesias evangélicas, justo con sus pastores y ayudantes a tener una mayor conciencia en cómo vivir la vida cristiana dentro de la circunstancia familiar de cada uno.
¡Que el Señor nos haga a todos sabios en sus caminos y suficientemente valientes como para poner por obra sus mandamientos en nuestra vida particular y familiar!
Caben unas palabras de profundo agradecimiento a algunos que me ayudaron en gran manera con sus observaciones, sugerencias y correcciones.
Especialmente dirijo estas palabras a Raúl Lavinz, amigo y estudiante en el Seminario Bautista de Venezuela, quien me asesoró y ayudó a pasar con máquina los varios capí tulos por dos ediciones. También a Rosa de Alfonso, Ester de Portillo y Ruth Chávez (de Lima, Perú), quienes leyeron varios capítulos e hicieron correcciones. La hermana Helen de Villamizar me ayudó, bajo bastante l ímite de tiempo, a sacar en limpio varios de los capí tulos en su forma final. Una nota de gratitud también doy a mi hermano en Cristo, Daniel Cadima, secretario de relaciones públicas del Seminario Teológico Bautista de Venezuela , por producir una edición preliminar de esta obra para las clases de esta materia en la misma institución y para los estudios por extensión. Además de todos los mencionados, debo agradecer a mi esposa, Emilee, por su fiel colaboración y apoyo durante todo el tiempo de escribir este libro.
¡Alabado sea el Señor!
Guillermo Goff
PRIMERA PARTE:
EL MATRIMONIO
CAPITULO 1
EL MATRIMONIO: LA RELACIÓN PRIMORDIAL
Cuando Dios comenzó el mundo, él puso en su ambiente todo lo necesario para una vida fructí fera y placentera. Todo fue hecho así para que el hombre habitase en plena comunión con el Creador y con su creación. El hombre fue la máxima expresión de la creación hecha por Dios. La unión conyugal del hombre y la mujer fue la primera y, por consiguiente, la primordial institución de la creación de Dios. El hogar es antes del estado, la economía (o el trabajo) o aun la iglesia. Por eso, el hogar sirve y ha servido a través de los siglos como el fundamento de la sociedad. La sociedad depende por su carácter, en gran parte, de la expresión y la forma de las familias que la componen.
Es por esta razón que es muy importante que la familia refleje el diseño y el deseo que Dios tenía cuando la comenzó. Este estudio es un intento de investigar lo que la Biblia, sus expositores y comentaristas dicen sobre el particular. Puesto que la problemática familiar es una expresión de cada cultura, tenemos que estar prestos para hacer que la luz escritural alumbre cada circunstancia cotidiana en nuestro ambiente, especialmente en el del mundo hispano. Sin embargo, la cultura latina no es la cuestión primordial, sino la naturaleza y propósito que Dios ha dado al matrimonio primeramente y, por lo tanto, a la familia. La tarea nuestra es establecer con claridad los principios bíblicos que gobiernan el ideal divino para el matrimonio y la familia, y después examinar la expresión cultural a la luz de estos mismos principios.
LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO
Las bases escriturales del matrimonio se encuentran en Génesis 1 y 2. Génesis 1:27, 28 recalcan que Dios, por su papel de creador, inició el primer hogar en el mundo, formando la primera pareja en una unión fructífera y responsable (fíjese en las palabras: “fructificad”, “multiplicaos”, “señoread” y “sojuzgad”). Debemos recordar que la naturaleza del matrimonio comienza con el hecho de la creación de Dios.
De ahí que el primer elemento de la naturaleza del matrimonio es: ser una institución divinamente ordenada.
Hemos dicho ya que el hogar es la primera institución de la creación y es cierto.
Sin embargo, es menester interpretar esta institución, antes que todo, no en términos fríos y estáticos como por medio de estadísticas, sino verla desde el punto de vista de la relación humana que la vivifica. El punto de vista bíblico la mira como la unión de dos personas creadas por Dios como distintas y a la vez hechas la una para la otra. Esta naturaleza divina que Dios formó y bendijo como la unión conyugal es una realidad para todos.
El segundo elemento de la naturaleza del matrimonio sigue esta misma idea, porque es una unión natural. Dios hizo a todo hombre y a toda mujer dándoles ciertos impulsos naturales , y uno de los más fuertes es el sexual. El matrimonio brinda la forma más natural para dar expresión adecuada y sensata a este impulso. Por lo tanto, encontramos en
Génesis 2:24 que los dos se unirán y “serán una sola carne”. Esto se explorará más adelante, pero debemos entender en este contexto que el matrimonio es la expresión natural que Dios ha provisto para que una pareja se una en una relación física y placentera.
Además, “una sola carne” desde el punto de vista hebreo se entiende en términos de toda la personalidad y no solamente lo físico. En otras palabras, es una descripción de la relación matrimonial entre dos personas, aun con sus personalidades variantes. Es por medio de esta relación conyugal que el hombre y la mujer pueden cumplir algo de su naturaleza. Sin el trato sexual, algo queda incompleto en la personalidad de ambos. Por lo tanto, se requiere un don especial, de “continencia”, para poder tener una vida fructífera, sin el goce de la unión conyugal (1 Corintios 7:7-9).
Además, un tercer elemento será que el matrimonio es una unión exclusiva. La frase “una sola carne” subraya la particularidad de la naturaleza humana. No somos hechos para diferentes uniones a la vez (poligamia), sino para una sola unión (monogamia). Aquellos que tratan de mantener más de una relación conyugal se frustran a sí mismos y frustran el propósito de Dios porque están dividiéndose en partes, dándose a otras personas que no son su cónyuge. Es tan completa la tarea de poder satisfacer a un solo marido o a una sola esposa, que es imposible abarcar más y mantener la sanidad emocional. La actuación de la infidelidad de uno de los cónyuges es también causa de una desintegración de su relación matrimonial y, por consiguiente, de debilitar la composición de la sociedad. (1 Corintios 6:16; 1 Timoteo 5:6.) Otro ángulo de este exclusivismo es el de dejar a los padres para unirse como pareja. Es imprescindible que la nueva pareja tenga su propio techo y lecho para disfrutar la libertad y la responsabilidad de la vida matrimonial. Además, es un mandatobde Dios que lo hagan. (Véase otra vez Génesis 2:24.) Las implicaciones de este principio seran exploradas bajo el estudio de los ajustes dentro del matrimonio.
El cuarto elemento de la naturaleza matrimonial está implícito en la idea de ser “una sola carne” en una unión permanente. Si hay un punto de flaqueza moral en nuestros conceptos actuales sobre el matrimonio es en este asunto de la permanencia de los votos matrimoniales. La razón de esta debilidad moral en el mundo hoy es: que las parejas van corriendo ciegamente al casamiento sin una consideración detallada, aun sin conocerse realmente el uno al otro como personas. Algunas veces son sinceras, y creen que están profundamente enamoradas. Otros dirán, y muy en serio: “realmente no sabemos cuán duradera pueda ser nuestra unión, pero casémonos de todos modos y veamos cómo resulta. Si no concordamos, siempre tenemos la oportunidad de divorciarnos.”
Aún peor es la cantidad cada vez mayor de personas que no se casan formalmente, sino que se unen en una convivencia de concubinato para no correr ni el riesgo del compromiso ni con el gasto de una ceremonia. Esto deja que la pareja se separe sin ninguna intervención de la ley civil, sufriendo de esta manera las heridas emocionales y morales. ¿Y qué de los niños, víctimas inocentes de ambos tipos de uniones inestables? ¿Es esto lo que Dios quería cuando instituyó el matrimonio? Claro que no. Dios quiere que el matrimonio sea una decisión que se haga con cuidado y con una debida preparación que incluya la búsqueda de la voluntad de este mismo Dios al respecto. Aquí es donde tenemos que poner más peso como cristianos, en ayudar a nuestros jóvenes a saber cómo seleccionar con cuidado a su compañero de vida y cómo entregarse el uno al otro para que la unión tenga mayor posibilidad de permanecer íntegra aun en medio de las tormentas morales de la actualidad.
Hay que reconocer, en quinto lugar, que el matrimonio, en su sentido original e ideal, es una unión espiritual. El elemento básico de todo matrimonio bueno es el amor. Este principio, lo f ísico es absorbente, pero con el tiempo toma otra cara, no de menos importancia sino de una perspectiva más amplia. Llega a ser visto dentro de las múltiples facetas de la relación y no como una cosa aislada.
En realidad, si hay madurez en el trato de la pareja, hay consideración y respeto mutuo que hacen que la expresión sexual sea aún más tierna e íntima.
La verdad es que lo f ísico a veces no satisface por sí solo si no coincide con lo espiritual. Dios, por medio de Cristo, ha destinado que en él todas las cosas subsistan. (Colosenses 1:17.)
El amor, aun siendo tan fuerte como para consolidar el matrimonio, puede fallecer si no recibe constantemente una renovación por medio de él que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros. (Efesios 5:25-29.)
LOS PROPÓSITOS DEL MATRIMONIO
(Continuará)