Pr. Alejandro Hernández Cepero
No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará, les
asegura el Apóstol Pablo a los gálatas en su epístola.
Sucede que por alguna razón, existen personas que se deleitan en, por
decirlo de manera culta, molestar a su prójimo sin tener en cuenta que, ¡Amarás
a tu prójimo como a ti mismo! es, un mandamiento para todo ser humano debajo
del cielo.
Seamos o no creyentes, tenemos el derecho de velar por ello, como
mismo el sale para justos e injustos, Dios estableció como norma de conducta
social, la obligación de amar a los demás como a uno mismo, teniendo en cuenta
que, una persona en su sano juicio no atentaría contra su propia vida.
Hace un tiempo escuche en Radio Enciclopedia –emisora radial de música
instrumental en Cuba- que: “Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”
lamentablemente es una realidad en Cuba, pero no en la Cuba que soñó Martí, dándole
el derecho a seres de una supuesta raza aria-ideológica, a ejercer todo tipo de
abuso –físico, verbal, psicológico, etc- contra aquellos que, por alguna razón,
los consideran inferiores por, el único delito de pensar y hablar sin
hipocresía.
Lamentablemente para ellos, detrás de un sábado, invariablemente está
el domingo. Hoy ellos usan y más que eso, abusan de la autoridad delegada por
un gobierno impío, amenazan, agreden verbalmente, propinan sendas palizas sin
importar la edad del golpeado, ni el sexo, encarcelan bajo cargos que, en buena
medida pueden calificarse de infantiles, son llevados en autos policiales y
abandonados en inhóspitos parajes rurales a saber cuántos kilómetros de
distancia de su hogar, etc.
Todo este cuadro es más lúgubre aún cuando, madres, padres, hijos o
hijas, abuelos o abuelas, sobrinos, en fin, un cubano como usted o como yo,
permanecen a la espera, en la zozobra de una cruel incertidumbre.
Exhorto a todo hermano en la fe, a que elevemos a Dios oraciones y
acciones de gracias en favor de personas que como el que escribe la presente,
sufrimos en carne propia, en mayor o menor medida, el irrespeto de todas las
libertades genuinas de un ser humano.
Una vez más he sufrido, no me han condenado sólo a mí, también han
sufrido mi esposa y mi suegro, desde la noche del día primero estábamos sin
agua en la casa, solo un intermitente hilo en la pila del vertedero, en
ocasiones sucede que, como el tanque que abastece a los 38 apartamentos del
edificio es insuficiente, se agota tan preciado líquido. Cuanto más con todos
los que, ilegalmente se han colado, en un edificio por el gobierno abandonado a
la suerte de sus inquilinos.
Había entrado agua, la cisterna se había desbordado, amanece y nos
vamos a nuestros respectivos quehaceres, la incomodidad de tener que cargar
agua para todas las actividades matutinas es agobiante, las temperaturas se
están haciendo sentir en estos días, al regresar, el cuadro permanece, el mismo
hilito en la pila del vertedero.
Es casi noche, necesitamos bañarnos, cocinar, en fin. Decidido convido
a mi esposa a subir a la azotea, temiendo más que un problema técnico, estar
sufriendo bajo la falta de escrúpulos de algunos de mis prójimos y, para
sorpresa mía, estaba en la cierto.
La llave de paso que abastece la acometida que alimenta mi casa,
estaba casi cerrada, no se necesitan estudios universitarios para saber que, en
un edificio cuando el agua es poca, tiende a quedarse en los niveles más bajos.
Para mí, es una suerte vivir en el 5to piso, es el más tranquilo, es
fresco, nos separan de la calle 111 escalones que, hay que pensar para
subirlos, en el tercer piso, la misma acometida abastece de agua al presidente
de un diabólico engendro hitleriano que llaman: comité de defensa de la
revolución.
No es la primera vez que esto sucede, es una manera más de mortificar,
molestar, agobiar, en fin: acosarme, las leyes físicas no fallan, Dios las
estableció y con la llave en esta posición su agua está garantizada, mientras
que yo, en el último piso sufro el calor, la sed, no podernos bañar, no poder
cocinar, fregar, en fin que se violen mis derechos constitucionales porque, a
la oscuridad de una constitución parcializada, es mentira que todos los
ciudadanos gozamos de los mismos derechos (Art 41).
Sólo me resta orar por ellos, los bendigo aunque quizás nadie lo
entienda, Jesús perdonó a aquellos que le hicieron todo tipo de burla e
injuria, si no perdonamos no podemos pedir perdón, es causa y efecto porque, al
fin y al cabo son presas de sus mismos temores, y por designio Divino: lo que
el impío teme, eso le vendrá.
En la azotea, viven personas que de manera ilegal se han establecido,
tienen bloqueado el acceso a la misma de manera que, para poder entrar tienen ellos
que abrir la puerta, empezaron a llover justificaciones a esa hora no había
nadie pero, la llave no se cerró por cuenta propia y, para colmo de males,
dichos ilegales inquilinos son familiares del propio presidente, por demás, un
cuadro militante de las filas del glorioso partido comunista. ¿Cómo se entiende
que permita tanta ilegalidad y abrace la corrupción?
Saque usted sus propias conclusiones, yo tengo las mías, solo no
quiero parecer paranoico y que alguien piense que padezco de delirio de persecución
porque, en honor a la verdad entre todo el manual de enfrentamiento a la
creciente “contrarrevolución interna subvencionada por el poderoso imperio del
norte” este es uno de los menos sucios y como me dijera un vecino: tú estás
declarado y marcado.
Dios bendiga a todos y cada uno de ellos, de corazón sincero lo
declaro y escribo, porque a pesar de todo debo amarles como a mí mismo, esa es
parte de mi visa para el reino de los cielos y bueno les sería arreglar su
pasaporte con el Eterno a través de Jesús y poner en práctica sus mandamientos
y decretos que ellos son, la visa para el cielo, porque ese vuelo le falta poca
para partir.