I - Su
humildad. "Porque ha puesto sus ojos sobre la pequeñez de su esclava; pues
he aquí que desde ahora me tendrán por dichosa entre todas las
generaciones." Lucas 1:48.
Véase
Lucas 1. María, la madre de nuestro Señor, era también descendiente, o hija, de
un rey. Cristo nació de ella y sólo de ella. El apóstol Pablo afirma que Cristo
era de "la simiente de David según la carne". Y aunque las
genealogías de Mateo y Lucas terminan con el nombre de José, fue sólo a través
de María que Cristo pudo ser hijo de David según la carne.
El
hecho de que María fuera la prima de Elisabeth no impide que creamos que era de
estirpe regia. Es verdad que Elisabeth era descendiente de Leví, y que
generalmente los hijos de los sacerdotes se casaban con miembros de la misma
tribu. Pero, esto no era una regla rígida.
María
era, pues, la hija de un rey. Por ello su humildad se destaca aún más. No hay
que pensar que pertenecer a una clase humilde sea algo vergonzoso. Aunque hija
de rey estaba casada con un carpintero. No es imposible que una persona de una
alta posición social descienda súbitamente a un plano social o económico más
humilde. Entonces las privaciones materiales no suelen ser llevadas con gracia.
Son un motivo de queja permanente. Sin embargo pueden ser una bendición para
algunos. En general estas personas tienden a desarrollar mejor su alma y ser
más cultas y refinadas.
Hay un
punto en la vida de María en que discrepamos de los católico-romanos. Desde
1879 confiesan que la concepción de María, o sea, su propio nacimiento fue
también milagroso: sin pecado, que no estaba afectada por el pecado original.
Se suele añadir a esto que además nunca pecó. De ser esto así María estaría
aparte del resto de la raza humana. Tales son las implicaciones de la doctrina
de la Inmaculada Concepción.
Si
preguntamos la base de esta creencia, se nos refiere a Lucas 1:28:
"Bendita eres tú entre las mujeres." (Que por cierto no se halla en
los manuscritos más antiguos.) Esto se expresa en griego con la palabra "kecharitomene".
Orígenes interpretó esto como que significaba una gracia especial concedida a
María, incluso antes de su nacimiento. Si aceptamos esto podemos decir lo mismo
de Juan, porque él recibió el Espíritu Santo antes del nacimiento. Y nadie dice
que Juan el Bautista nació inmaculado y puro. La Iglesia Católica cita a otros
padres de la Iglesia como evidencia adicional. Pero, todas estas afirmaciones
carecen de valor si no descansan sobre la Palabra de Dios. Y todavía podemos
preguntar: si fue posible que María naciera inmaculada de padres pecadores,
¿por qué no tenía que ser también posible que naciera así Cristo?
Sin
embargo, hay un argumento mucho más poderoso en contra de esta doctrina de la
Inmaculada Concepción. Si fuera cierta, haría innecesaria y superflua la obra
de la salvación. Si María pudo nacer inmaculada y permanecer sin pecado, lo
mismo podía la gracia haber efectuado esto para el resto de los hombres,
después de la caída. Con ello, el pecado al instante habría quedado anulado, y
la venida del Mediador habría sido innecesaria.
Por
tanto, para nosotros la humildad y pequeñez de María tiene un doble
significado. Ocupa un estado humilde, para ilustrar cómo una princesa de la
casa de David había descendido de su alta posición. Nos ilustra, además, cómo
toda la raza había caído de su alta posición en el Paraíso, a los planos bajos
del pecado y la culpa.
Preguntas
sugeridas para estudio y discusión:
1-
¿Qué significa la humildad y pequeñez de María?
2-
¿Por qué era necesario que tomara este estado?
3-
¿Qué significa la doctrina católico-romana de la "Inmaculada Concepción de
María?
II -
La madre de nuestro Señor. "Porque ha hecho por mí grandes cosas el
Poderoso; Santo es su nombre." Lucas 1:49.
Léase
Lucas 2. En su canto de alabanza, María dice que el Señor ha hecho grandes
cosas por ella, y dice que su nombre es Santo. Su alabanza no era en modo
alguno exagerada. No cabe mayor honor sobre un ser humano que el que le
correspondió a María. Era verdaderamente la más bendita de todas las mujeres.
De todas las hijas de los hombres, ella fue escogida para que el Altísimo la
favoreciera con su gracia y la cubriera con su sombra. A lo largo de los siglos
se le ha concedido el nombre de Madre de Dios, y no hay objeción a usarlo, con
tal que se interprete este nombre debidamente.
Las
Escrituras cantan honores a María y no se andan remisos en ello. El ángel la
saludó como muy favorecida. Elisabeth la llamó "bendita entre las
mujeres", "Bienaventurada porque había creído" (v. 45). María
misma, se daba cuenta de sus bendiciones cuando dice: " Me tendrán por
dichosa todas las generaciones." No tenemos que ir al otro extremo, cuando
reaccionamos contra el énfasis excesivo a su gloria que le conceden las
Iglesias Católica, Romana y Griega.
María
fue elegida por Dios en un sentido único. Su privilegio fue mayor que el que se
ha concedido a mortal alguno. Ello es más destacado por su estado humilde, a
pesar de sus ilustres antecesores. Pero no hemos de quitarle la gloria que le
pertenece porque otros le conceden honores indebidos.
El
favor único que se le concedió fue el de ser la Madre de nuestro Señor, que el
Hijo de Dios tomara forma humana de su carne y su sangre. María bebió de los
santos ojos del niño el amor que los demás tardaron muchos años en conocer. Este
honor no lo ganó; le fue concedido por Dios en su soberanía absoluta. Eligió a
María. Salvó su vida y le envió el ángel para entregarle el mensaje. La
abundancia de gracia que le fue concedida es motivo para que nosotros loemos,
no el nombre de María, sino del Señor Dios que se la concedió. La misma esencia
de la gracia nos impide que loemos a la criatura. Si hubiera virtud en el
hombre para merecerla dejaría de ser gracia.
Tenemos
que considerarla como muy favorecida y bienaventurada entre todas las mujeres.
Estamos agradecidos de que le fuera concedida esta gracia, y por la gracia que
a través de ella nos llega a cada uno. Con todo, no deja de ser "la sierva
del Señor" que acepta gozosa hacer su voluntad. Al pensar en ella hemos de
proclamar: "¡Gloria a Dios en las alturas!".
Queda
por mencionar si María ascendió al cielo sin morir, como se nos dice de Elías.
La Iglesia Católica lo defiende, pero no ha encontrado esto en la Biblia. Lo
dice basándose en tradiciones. Nadie sabe cuando murió María y dónde fue
enterrada. La serie de ideas que han llevado a la de la Asunción de María es:
si hubiera sido enterrada dada su importancia se sabría dónde. Además, es
difícil admitir que el cuerpo de María, que había dado forma humana al Hijo de
Dios, se desintegrara en la tumba. Algunos dijeron que murió y luego,
resucitando, ascendió al cielo. En el occidente se habla de la "Ascensión
de María". En Oriente se habla de que "durmió" y se celebra de
su "Dormición". Esta idea pasó a Occidente. Luego fue reemplazada allí
por la idea de la "Asunción’, que significa que María ascendió al cielo
sin morir.
Preguntas
sugeridas para estudio y discusión:
1-
¿Por qué decimos que María era "bendita entre todas las mujeres"?
2-
¿Cuál fue el privilegio concedido a María?
3-
¿Era María consciente de ese privilegio? ¿Cómo lo sabemos?
III -
Su fe. "Bienaventurada la que ha creído que tendrán cumplimiento las cosas
que le han hablado de parte del Señor." Lucas 1:45.
Léase
Lucas 1:45-55. La exaltación religiosa de María, por cierto exagerada por
algunos, descansa primeramente en su fe, y sobre su fe concebida como un mérito
personal. Cuando María recibió el glorioso anuncio del ángel, contestó:
"He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra."
Elisabet afirmó referente a esta confesión: "Bienaventurada la que ha
creído que tendrán cumplimiento las cosas que le han hablado de parte del
Señor." La fe a la que María dio expresión, a veces se ha perdido de vista
que le fue dada gratuitamente por la gracia. No fue mérito suyo alguno. Si se
considera que lo fue, inmediatamente se sigue: La encarnación del Señor fue
sólo posible por el asentimiento de María; por ello María hizo posible a Cristo
el ofrecer el supremo sacrificio de la redención; y por la redención del mundo,
y por el perdón de nuestros pecados por la sangre del Cordero. Esto es
inadmisible.
No se
trata de rebajar la calidad de la fe de María. Esto estaría en contra del
espíritu de las Escrituras, que confirman esta fe repetidamente. Se trata más
bien de hacer ver que esta fe no da lugar para la exaltación de María, pues no
se aparta de la regla: "La fe no es de vosotros, pues es don de
Dios." Dios influyó en su alma y en su cuerpo: en su alma dándole la fe y
en su cuerpo formando en él al Salvador, a partir de su carne y de su sangre.
Se
hace destacar su virginidad como si fuera otra virtud excepcional. La Escritura
no nos da base para creer que permaneciera virgen. Ni tan sólo que el
nacimiento de Jesús dejara su virginidad intacta en el sentido físico. Todas las
referencias a profecías sobre este punto específico, como Ezequiel 44:2 están
fuera de lugar.
No se
insiste sobre este punto para negar o afirmar que tuviera otros hijos después
del nacimiento virginal de Belén. Esto no se podrá demostrar nunca. El que se
hable de los "hermanos" de Jesús no significa nada.
"Hermano" es usado en la Biblia para hermanastros, y aún más general,
como parientes (Génesis 3:18; 14:16; 29:12; Números 8:26; 15:10, etc.). Si
insistimos sobre esto es para decir que no sabemos que Dios prefiera una virgen
a una madre. El caso de María no es aplicable, ya que no fue elegida para que
diera el nacimiento como virgen porque esto significara mayor categoría, sino
por razones teológicas mucho más profundas.
Podemos
tener en gran estima a María como Madre del Señor y como Escogida del Altísimo,
pero las Escrituras no nos dicen que fuera una mujer de extraordinaria
vitalidad espiritual. Se la menciona quince veces después del relato de los
sucesos en Belén. Cuando Jesús tuvo doce años fue con El al Templo de Sión. En
aquel entonces María no entendía a Jesús. La vemos otra vez en las bodas de
Caná. Ella misma dice que no entendía los profundos pensamientos de Jesús.
Luego en Mateo 12:46, cuando quiere hablar con su hijo, Jesús más bien la reprende.
En el Gólgota no revela penetración espiritual alguna, sino los sentimientos
normales en toda madre. Cuando Jesús asciende al cielo hallamos a María entre
el grupo de creyentes (Hechos 1:14). Su nombre es mencionado al final de todos.
Al parecer no era muy prominente.
Los
apóstoles no la mencionan, ni en Pentecostés ni en ninguna otra ocasión, al
predicar a Cristo. Pablo recibió el evangelio directamente de Jesús, y ni tan
sólo menciona su nombre. Ni en los Hechos ni en las Epístolas se le conoce honor
alguno. No se le pide opinión en ocasión alguna. Desaparece de las Escrituras
de modo inconspicuo.
Quien
compara la posición de María en las Iglesias Católica, Romana y Griega, en el
culto y en el corazón de su religión, con el silencio que se mantiene sobre
ella en los Hechos y en las Epístolas, no puede por menos que pensar que los
Padres apostólicos pensaban de ella más o menos lo mismo que los teólogos de la
Reforma.
Preguntas
sugeridas para estudio y discusión:
1.
¿Por qué es María parcialmente alabada por la redención del mundo?
2.
¿Hay alguna prueba escritural de que María permaneciera virgen después del
nacimiento de Cristo?
3.
¿Fue María una mujer excepcionalmente espiritual?