Estos cinco elementos de la naturaleza del matrimonio se están complementando en un sexto que es una unión para cumplir los propósitos definidos. Los propósitos de la unión son tanto positivos como negativos, esto es, creativos y preventivos.
El primer propósito creativo que el matrimonio tiene es el del compañerismo.
Dios otorgó al hombre “una ayuda idónea” en el huerto del Edén. Esta expresión tiene que significar que Dios le dio al hombre una compañera para trabajar a su lado y ser el complemento de su vida. Esta comunión íntima es primordial en la relación conyugal, más importante aun que la procreación y las otras funciones del matrimonio. Si traer niños al mundo fuera de primera importancia, ¿cuál sería la razón de seguir siendo casados cuando los hijos son mayores y no siguen compartiendo el techo con los padres? La necesidad humana más grande es ser amado y apreciado. Esta sigue siendo una realidad aun cuando seamos viejos. (Referente al compañerismo en el matrimonio
Véanse (2 Corintios 6:14; 1 Pedro 3:1-12; Génesis 2:18-24.)
El segundo propósito creativo del matrimonio es la procreación. En realidad “una sola carne” significa no solamente que la unión sea establecida para ser “procreativa” sino también “unitiva”.f3 Esto será explorado más en el quinto capítulo, pero aquí es menester señalar que el traer niños al mundo es una parte esencial del plan de Dios para la pareja. Lo más natural para una pareja que no puede tener niños es querer adoptarlos.
La razón de esta tendencia humana es el feliz cumplimiento de la naturaleza del matrimonio desde la creación: el llegar a ser padres. Es de mucha importancia que “los hijos nazcan bajo las mejores condiciones posibles, y que tengan el cuidado amoroso de un padre y una madre quienes trabajan juntos y, aun con sacrificio, para su mayor bienestar”.
Es en este sentido de juntos crear una nueva vida, que el hombre y la mujer
continúan colaborando con el Creador en la creación. Mace enfatiza que la
palabra procreación significa “crear para y en beneficio de” otro, y este otro es
el mismo Dios.f5 (Véase Salmo 127:3.)
Yendo más al grano de la naturaleza del matrimonio, especialmente desde el punto de vista cristiano, un tercer propósito creativo es la edificación mutua de la pareja, sus niños, familiares y aun de la sociedad misma. Hay una cierta inspiración que llega a la pareja y a los que comparten su vida, cuando hay una buena y sana comunicación dentro de la relación conyugal. (1 Pedro 3:1, 7; Efesios 5:29-32.)
La edificación está expresada claramente en1 Pedro 3:4, 7 donde la mujer es exhortada a ser “afable y apacible”, mientras que el hombre es estimulado a dar “honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.
Otra faceta de este propósito edificante es la de que dentro del hogar los niños reciban sus primeras instrucciones morales. Siempre la influencia de los padres deja huellas indelebles en las vidas de sus hijos. Es de suma importancia la perspectiva de los padres hacia esta responsabilidad para que logren criarles en “disciplina y amonestación del Señor”. (Efesios 6:4b). Los padres cristianos demuestran por su sabio gobierno en el hogar su capacidad de dirigir una familia más grande —la iglesia. (1 Timoteo 3:4, 5).
Esta edificación también abarca la relación de la familia con el reino de Dios; es decir, Dios también quiere ser el Señor del hogar. Donde él es rey, hay paz y bendiciones incontables. Es ideal que la salvación llegue a todos los miembros de la familia. (Hechos 16:31).
Además, por su comportamiento y palabra los que son cristianos tienen la potencia de influir (santificar) en los demás. (Corintios 7:14-16).
Un cuarto propósito de la edificación creativa dentro de la familia es su importancia en el plan de Dios para la propagación de la fe. ¡Cuántas veces encontramos a Pablo hablando de la iglesia en la casa de algún creyente!
(Ejemplos: Romanos 16:5; 1 Corintios 16:19; Hechos 5:42.)
La familia cristiana puede tener una influencia para bien en sus propios hijos, y esto
debe conducirles a la salvación y a la vida cristiana. ( 2 Timoteo 3:14, 15)
Hay un sentido genuino en que si Dios es nuestro padre celestial y si nos convertimos en parte de la familia de Dios, algo del cielo existirá aquí en la tierra. Por eso decimos que la familia tiene el propósito de edificar a la sociedad y al mundo por su ejemplo y conducta, esperando así poder alcanzar a otros para que ellos también pertenezcan a la gran familia cristiana.
Existen al menos dos propósitos preventivos que deben ser considerados. El primero de ellos es que el matrimonio provee el vehículo natural para el control de las pasiones. Por muchos siglos los impulsos sexuales han sido considerados por los cristianos como algo inferior en el hombre y que deben ser suprimidos.
Sin duda alguna la pasión descontrolada es algo que corrompe y destruye la
moral y el carácter. Pablo recalcó que el celibato es un don especial sólo para
aquellos que puedan controlar sus impulsos sexuales. Aquellos que no pueden
hacerlo deben casarse para no caer en tentación. (1 Corintios 7:1-6, 37)
Quizá todo esto no parezca un motivo muy elevado para casarse. Sin embargo, Pablo reconoce que el sexo tiene una función particular dentro del matrimonio y llega a ser una expresión especial del amor en la pareja, quienes se han entregado a sí mismos en casamiento. Ernest White dice que el matrimonio sirve para evitar que los deseos se conviertan en concupiscencia.
El matrimonio es la forma divinamente diseñada para la más legítima y satisfactoria expresión de los deseos sexuales.
El segundo propósito preventivo es el de prevenir la disolución de la sociedad.
Es por implicación del estudio bíblico en vez de escrituras específicas que llegamos a esta interpretación. El concepto de la familia, para los hebreos, se halla en la palabra mishpajah, que significa la unidad familiar y el factor esencial de la comunidad.
Mientras que esta unidad se guardaba en Israel, los escritores bíblicos presumían que la estabilidad de su sociedad estaba garantizada.
Es interesante notar que la idolatría, el adulterio y la fornicación estaban ligados en la ley mosaica y que eran considerados entre los pecados más graves. (Véase Levítico 20:1-8, especialmente vv. 5 y 6.)
Jehová declaró que rechazaría a Israel si se practicaban en ella el adulterio y otras aberraciones sexuales como en las demás naciones. ( Levítico 20:22, 23; nótese que esta declaración sigue a la condenación de toda clase de abominación sexual.
Levítico 10:10-21.) Tales prácticas inmorales amenazaban la sociedad que Dios había formado y eran de gran ofensa a él.
El matrimonio no solamente mantiene la sociedad unida y funcionando vitalmente, sino también cumple con el propósito que Dios tenía al instituir y consagrar la familia. Aún más, debemos preocuparnos con la diferencia que Cristo hace en el hogar.
EL HOGAR CRISTIANO (Continuará)