“La Palabra de Dios es Independiente y es Luz, para todo aquel que esté perdido en las tinieblas torcidas y oscuras de la vida”.
viernes, 24 de septiembre de 2021
miércoles, 22 de septiembre de 2021
lunes, 20 de septiembre de 2021
LA PRIMACÍA DE LA PREDICACIÓN
Corría el año sesenta y seis. Desde la húmeda celda romana en que aguardaba
su proceso final, el anciano Pablo escribía a Timoteo, su hijo en la fe. Era su
última carta, y en ella vertía el alma en palabras de consejo, de estímulo, de
exhortación y de advertencia. Ya para terminar, reunió la esencia de todo lo
dicho en un gran encargo final:
“Requiero yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de
juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino, que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y apartarán de
la verdad el oído, y se volverán a las fábulas.
Pero tú vela en todo,soporta las aflicciones haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Porque yo ya estoy para ser ofrecido, el tiempo de mi partida está cercano”.
¡El deber principal de Timoteo era el de predicar! Los motivos más solemnes lo
impulsaban a ello. Pablo pronto dejaría de existir. Callada la voz de aquel que
“desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico” había “llenado todo del
evangelio de Cristo” era menester que otra voz anunciara las buenas nuevas.
Además, la oportunidad pasaba. Se divisaban ya los tiempos en que los
hombres no prestarían atención al mensaje de vida sino que buscarían a
maestros que halagaran sus oídos con palabras rebuscadas de una falsa paz. Por
tanto había que aprovechar la oportunidad presente.
Otro motivo era el hecho de estar actuando constantemente “delante de Dios”. El ojo divino lo vigilaba, tomando nota de su labor.
Por último, la perspectiva de juicio final en que el Señor Jesús, “el Príncipe de los pastores”, premiaría con “corona incorruptible de gloria” a los que hubieran desempeñado su comisión con fidelidad, le animaba a ser constante en su ministerio de la predicación.
Las palabras dirigidas a Timoteo tienen una aplicación perenne para la iglesia del
Señor. Su tarea principal es la predicación.
Cuando Cristo subió al monte y llamó a sí a los que quiso y estableció a los doce como cuerpo apostólico, su propósito fue “para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios”.
La comunión con Cristo sería su preparación; los milagros, las sanidades serían
credenciales para su mensaje en el tiempo transitorio de la cimentación de la
causa cristiana en un mundo hostil; la obra central había de ser la de predicar.
Cuando los doce fueron enviados de dos en dos a recorrer la provincia de
Galilea, sus instrucciones fueron: “Y yendo, predicad...” Cuando los apóstoles
pidieron una señal de la futura venida del Señor y del fin del mundo, les indicó
que sería “predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio
a todos los gentiles; y entonces vendrá el fin”.
Y cuando el Maestro quiso reducir a la forma más breve posible su gran comisión, la expresó en estas palabras: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura”.
La primacía de la predicación fue bien entendida por la iglesia primitiva.
Cuando Felipe descendió a la ciudad de Samaria, “les predicaba...” Cuando
Pedro se presentó ante el centurión romano en Cesarea, le dijo que el Señor
“nos mandó que predicásemos...” cuando los filósofos atenienses quisieron
describir a Pablo, dijeron: “Parece que es predicador...” Y tuvieron mucha
razón porque el mismo apóstol consideraba que la predicación era su tarea
principal, como vemos en su declaración a la iglesia de Corinto, cuando dijo:
“Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio”.
Tan así era que Pablo conceptuaba como una imposibilidad el que las gentes creyesen
“sin haber quien les predique”. “Así predicamos,” dijo, “y así habéis creído”.
Hábito de la Felicidad: Dar tu Vida SERIE ACTUAL Los Hábitos de la Felicidad
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Hábito de la Felicidad: Dar tu Vida
Del Pastor Rick Warren — 09/20/2021
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“Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Filipenses 1:21 (NVI)
La felicidad viene del servicio y de dar tu vida. Hasta que no entiendas esto, no vas a ser feliz durante gran parte de tu vida. La felicidad no viene de la auto gratificación. Viene del auto sacrificio.
Pablo sabía que, para ser feliz, él tenía que mantenerse enfocado en su propósito y no en sus problemas. Él asumió su propósito en Filipenses 1:21 “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (NVI).
Si te pidieran escribir en la línea en blanco, ¿Qué dirías? “Para mí el vivir es ______”. ¿Sería entretenimiento? ¿Deportes? ¿Ropa? ¿Familia? ¿Amigos? ¿Una carrera? Habría muchas cosas buenas que podrías contestar, pero nada merece el lugar de aquel quién te creó y te dio la vida: Jesucristo.
De la manera cómo llenes ese espacio en blanco determinará que tan feliz serás en la vida. Si respondes “dinero” o “éxito” o “placer” o “poder”, vas a ser infeliz gran parte de tu vida. El problema no es que esas cosas sean malas; sino que no merecen estar en el primer lugar. Tú no fuiste creado para hacer mucho dinero, luego morir, y dejarlo todo. Dios tiene un propósito mucho más grande para tu vida. Hay solo una respuesta que te lleva a la felicidad: Vivir es Cristo. Dar tu vida. ¡Es tu propósito!
Te invito a hacer esta oración hoy: “Señor Jesús, tú sabes que a menudo yo permito que las circunstancias determinen mi felicidad. Tú sabes que a menudo permito que cosas como el dolor, los problemas, las presiones y las personas difíciles roben mi felicidad. Ayúdame a ver cada problema en mi vida desde tu punto de vista. Quiero manejar los problemas de una manera que sea un testimonio para los que no te conocen y un ejemplo para los creyentes. Ayúdame a recordar que lo que otros dicen y hacen no controlan mi felicidad a menos que yo lo permita. Y por las cosas que suceden que no puedo entender o resolver, quiero confiar en que Tú sacarás bien de ellas. Ayúdame a mantenerme enfocado en tu propósito para mi vida y no estar enfocado en mis problemas. Quiero usar el resto de mi vida para servirte al servir a otros. Úsame, Señor, para tener un propósito para vivir y para morir. Desde este día en adelante, para mí el vivir es Cristo. En tu nombre te pido esto. Amén”.
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domingo, 19 de septiembre de 2021
Para Dios no Hay Nada Imposible
“Porque nada imposible hay para Dios” Lucas 1:37.
La sorpresa de la joven María era muy grande, no solo por la aparición de un ángel cerca de ella, sino por la naturaleza del mensaje que ese ángel le traía. Ella sería el canal a través del cual nacería un niño y su nombre sería Jesús. Su asombro fue roto por las palabras centelleantes del ángel que le decía: Porque nada imposible hay para Dios.
Hoy, necesito dejar que las mismas palabras centelleantes alumbren en mi alma, porque los mensajes que recibo no soy muy alentadores y creo que es necesario reflexionar hoy, que Dios no ha cambiado y todavía no hay nada imposible para Dios.
Mi vida religiosa cada día debe ser una prueba de que Dios trabaja sobre imposibilidades. Mi vida religiosa debe ser a cada momento una demostración de las posibilidades de Dios operando en medio de una serie de imposibilidades que demuestran así el poder y la maravilla de Dios. El Dios que adoramos es el único Dios y no hay otro, él es el poderoso y a él debemos conocer y entender.
Hoy es la oportunidad que tengo de conocerlo más, entenderlo más y adorarlo más. Hoy no es el día para conocer un poquito de Dios, hoy es la gran oportunidad que tengo de conocer la plenitud del Dios omnipotente quien mora en mi y quién a prometido estar conmigo todos los días hasta el fin del mundo.
Cada día las imposibilidades me amenazan porque en este mundo se exalta con frecuencia las imposibilidades. Esas imposibilidades que son exaltadas son el terreno fértil donde puedo ver germinar las posibilidades de Dios en toda su magnitud y su fuerza, no para vanagloria del hombre sino para la exaltación de Dios en toda su majestad y grandeza. Hoy tengo la oportunidad de acercarme a Dios y permitir que su poder y su gloria operen con fuerza.
Señor, Gracias por ser el único y poderoso Señor. Gracias por darme la oportunidad de ser tu hijo y como hijo contemplar la belleza de tu gracia y de tu poder. Cuando llegué a tus pies por primera vez, jamás imaginé la forma como vería tu poder en acción frente a las imposibilidades de la vida y ahora, veo tu gloria y tu fuerza en los cielos, en la tierra pero también en mi vida. Hoy nuevamente quiero reflexionar que para ti no hay nada imposible. Ante tu gloria las sombras de lo imposible se desvanecen y se deshacen. Amén.
Dr. Serafìn Contreras Galeano.
www.serafincontreras.com
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