Por muchos años la literatura sobre el desarrollo
humano se centró casi
exclusivamente en la niñez y la adolescencia, con
muy poca atención en la
adultez y ninguna en la ancianidad. El ejemplo
pionero del sicólogo americano
G. Stanley Hall, quien escribió los primeros
trabajos significativos sobre la
adolescencia y la senectud (ancianidad), no fue
seguido por sus sucesores.
Felizmente, la situación está cambiando. En años
recientes la aparición de
trabajos escolásticos y populares sobre el
desarrollo del adulto, ilustra la
reciente atención que se está dando a la sicología
de la madurez.
De acuerdo con Neugarten, los primeros estudios
sobre la vejez por los
científicos del comportamiento humano, resultaron de
la preocupación por las
necesidades no satisfechas de los ancianos. Esto
guió a un punto de vista
centrado en los problemas, no muy diferente a la
manera en que la práctica de
Freud influenció la perspectiva del sicoanálisis con
los neuróticos. Sin embargo,
cuando algunos hallazgos de la investigación
comenzaron a multiplicarse y más
ejemplos representativos de la gente mayor fueron
estudiados, la gran
diversidad de patrones de la ancianidad exitosa
vinieron a ser aparentes.
El Concepto de las
Tareas de Desarrollo
Durante la década de 1930 y primeros años de los 40,
los educadores estaban
interesados en descubrir cuál era el mejor tiempo
para aprender varias
habilidades, tales como leer. Ellos encontraron un
paralelo entre el concepto del
“período crítico” en el desarrollo del embrión y la
disposición del individuo para
comprometerse con ciertas tareas de aprendizaje.
En la década de los 30 el crecimiento de la gente
joven frecuentemente se
comparó con el de una planta, la cual provista de
elementos propios de
nutrición, luz y agua, se desarrolla y lleva fruto.
La responsabilidad propia de la
persona por su desarrollo no fue enfatizada.
Un modelo de desarrollo más sofisticado apareció con
el concepto de la “tarea
de desarrollo”. De acuerdo con Robert J. Havighurst,
uno de sus mejores
proponentes, las tareas del desarrollo se derivan de
tres fuentes: madurez física,
presiones culturales y las aspiraciones y valores
del individuo. En su clásica
definición del “momento educable”, Havighurst
incorpora las tres fuentes:
“Cuando el cuerpo está maduro, y la sociedad
requiere, y el yo está listo para
alcanzar cierta tarea, el momento preciso para
enseñarle ha llegado.”
Tareas de Desarrollo
en la Edad Madura
Si los niños crecen mental, emocional y socialmente
en una secuencia
predecible, razonaron algunos especialistas sobre el
comportamiento, ¿por qué
los adultos no pueden hacerlo de la misma manera? Lo
que comenzó como el
campo del “desarrollo del niño”, se amplió al
“desarrollo humano”. Varias
autoridades han intentado identificar las tareas de
desarrollo para esta etapa de
la vida. Lo que sigue es un breve resumen de algunos
de sus hallazgos.
Havighurst estuvo entre los primeros que expresaron
los asuntos del
crecimiento durante la edad mediana y la edad
madura. Aquí están las tareas
sugeridas como centrales al último período de la
vida.
1. Ajustes ante el decaimiento de la fuerza y salud
físicas.
2. Ajustes ante el retiro e ingresos reducidos.
3. Ajustes ante la muerte de uno de los cónyuges.
4. Establecer una afiliación con un grupo de la edad de
uno.
5. Mantener obligaciones cívicas y sociales.
6. Establecer arreglos satisfactorios de vivienda.
Evelyn M. Duvall, quien estudió con Havighurst,
aplica a las familias el
concepto de las tareas de desarrollo. Ella escribió
un libro de texto sobre la
educación familiar que enseña cómo la familia tiene
un ciclo de vida por sí
misma, y cómo se relacionan las tareas de los
miembros de la familia. Su lista
de las tareas para las parejas ancianas incluye
algunos, pero no todos, los
puntos de Havighurst.
1. Encontrar un hogar satisfactorio para los últimos
años.
2. Ajustarse a los ingresos durante el retiro.
3. Establecer rutinas caseras cómodas.
4. Cuidado mutuo como esposo y esposa.
5. Enfrentar pérdidas significantes o viudez.
6. Mantener contacto con los hijos y los nietos.
7. Cuidar de parientes ancianos.
8. Mantener interés en la gente fuera de la familia.
9. Encontrar significado en la vida.
Erik H. Erikson, así como Havighurst, contempló un
esquema de retos de
desarrollo para toda la vida. Sin embargo, en vez de
una “lista” de tareas, él
buscó definir una tarea principal para cada etapa de
la vida. Si uno no ha
“hecho su tarea” para una etapa en particular, podrá
continuar trabajando
sobre ello en la próxima etapa, aun cuando esto
resulta en complicaciones. Las
tareas son declaradas en términos de tendencias
opuestas.
Erikson considera que la tarea esencial durante la
vejez es el logro de integridad
personal frente a un sentido de desesperación. Por “integridad” él quiere decir
una aceptación básica de la vida de uno como
habiendo sido inevitable,
apropiada y significativa.
El fallar en alcanzar esta tarea es responsable por
el miedo a la muerte
(desesperación), y sentimientos de que el tiempo se
ha acabado, de que no hay
otra oportunidad para comenzar la vida de nuevo. Por
otro lado, el logro de
integridad produce la “virtud” de sabiduría, la cual
Erikson define como “la
separada pero todavía activa preocupación con la
vida frente a la muerte
misma”.
En el pensamiento de Erikson, hay una importante
conexión entre la octava y
final etapa de crecimiento y las tareas clave de la
etapa predecesora (edad
mediana): productividad frente a estancamiento. Como lo expresa él: “Sólo
quien de alguna manera ha tenido cuidado de las
cosas y personas, y se ha
adaptado a sí mismo a los triunfos y desencantos
adherentes de ser originador
de otros o el generador de productos e ideas ¾sólo él puede gradualmente
cosechar el fruto de estas siete etapas. Yo no
conozco mejor palabra para ello
que integridad.”
Robert C. Peck ha hecho notar que las ocho etapas de
Erikson resumen todas
las crisis sicológicas de los últimos cuarenta a
cincuenta años de vida. Siguiendo
el patrón de Erikson sobre las tendencias opuestas,
él se propuso definir tres
tareas para la vejez.
1. Diferenciación del ego frente a preocupación por el papel de trabajo.
Cuando el último hijo sale de la casa, los padres
deben encontrar un reemplazo
para la paternidad como base para sí mismos. De
igual manera, el retiro
requiere que los individuos se definan a sí mismos
en otras maneras, distintas a
las de sus papeles tradicionales de trabajo.
2. Trascendencia del cuerpo frente a preocupación por el cuerpo. En el
transcurso de la vejez normal, todos confrontamos
algo de limitaciones físicas.
Peck pregunta si acaso nosotros permitiremos que los
cambios físicos
asociados con la vejez dominen nuestras vidas, o si
nosotros aún podremos
encontrar reto y satisfacción en actividades
mentales creativas y relaciones
humanas.
3. Trascendencia del ego frente a preocupación del ego. La vejez trae consigo
la certeza de la muerte. Según Peck, se debe escoger
entre una resignación
pasiva a lo inevitable por un lado, y un esfuerzo
profundo y activo para hacer la
vida mejor para quienes vienen después de uno, por
el otro lado.
La siguiente tabla presenta un vistazo simplificado
de las perspectivas de las
autoridades citadas antes. Mientras que los términos
pueden variar, hay mucho
en lo cual concuerdan. Algo de consenso emerge. Tres
de las cuatro fuentes
identifican los asuntos del estado de salud, retiro
y significado de la vida como
las tareas claves.
Tareas de Desarrollo
para los Adultos Mayores
1. Ajustes al decaimiento de salud y fuerza física
2. Ajustes al retiro e ingresos reducidos
3. Ajustes a la muerte del cónyuge
4. Afiliación con un grupo de la edad de uno
5. Cumplir responsabilidades cívicas y sociales
6. Establecer arreglos satisfactorios de vivienda
7. Encontrar significado en la vida frente a la muerte
8. Cuidado mutuo entre la esposa y el esposo
9. Mantener contacto con los hijos y los nietos
10. Cuidar a parientes ancianos
Tareas de Desarrollo
y Cuidado Pastoral
¿Cuál es la pertinencia de estas tareas de
desarrollo para el cuidado pastoral?
La perspectiva de desarrollo informa y realza el
cuidado pastoral en tres
maneras:
(1) amplía nuestro entendimiento del proceso del
envejecimiento;
(2) identifica necesidades específicas del crecimiento
de los individuos;
(3) sugiere un foco central para el proceso de cuidar.
Una manera en la cual la perspectiva del desarrollo
instruye y acrecienta el
cuidado pastoral es por medio de descubrir las
varias fases de la vejez. Muy
frecuentemente, la última etapa de la vida se ve en
una sola dimensión ¾la
dimensión de la decadencia física. Un antiguo
ejemplo de esta fase de la vejez
es dada por el “filósofo” de Eclesiastés en estas
palabras:
Cuando temblarán los guardas de la casa, y se
encorvarán los hombres
fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido,
y se oscurecerán
los que miran por las ventanas; y las puertas de
afuera se cerrarán, por
lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a
la voz del ave, y
todas las hijas del canto serán abatidas; cuando
también temerán de lo
que es alto, y habrá terrores en el camino; y
florecerá el almendro, y la
langosta será una carga, y se perderá el apetito… (<211203>211203>Eclesiastés
12:3-5a.).
El espectro de las tareas de desarrollo hace claro
que tratar con las inevitables
limitaciones físicas no es, de ninguna manera, el
único reto en la última parte de
la vida. Puede ser el más obvio, pero eso no lo hace
ser el más importante.
Note que de las diez tareas enlistadas en la tabla,
por lo menos seis (números
3, 4, 5, 8, 9, 10) requieren que uno se relacione
con otras personas en alguna
manera. La matriz social del envejecimiento es
obviamente importante.
Una segunda manera en la cual una estrategia para el
desarrollo apoya el
cuidado pastoral es proveyendo un marco para
diagnóstico. Un repaso a las
tareas comunes del desarrollo puede indicar los
puntos de crecimiento
específicos de una persona en particular durante un
tiempo particular. El
cuidado puede, entonces, proceder con un claro
sentido de dirección.
Una tercera manera en la cual el entendimiento del
desarrollo realza el cuidado
pastoral es sugiriendo un foco central para el
proceso del cuidado. Por
ejemplo: Si seguimos el esquema de Erikson, tomamos
como meta primaria de
nuestro cuidado el animar a las personas en la
búsqueda de significado
(integridad del ego). Esto significa apoyar a las
personas que se confrontan con
sus limitaciones, que celebren el gozo y la
sabiduría que han almacenado y que
descubren maneras para mantenerse viviendo y
creciendo.
Ofrecer cuidado pastoral es como viajar a la par de
otro ser humano. Nosotros
no necesitamos previas experiencias personales de
cada uno de los cruces del
camino para saber a donde nos dirigimos. Podemos
tener ambas: la confianza
de una dirección conocida y la estimulación de
maravillosas sorpresas a través
del camino.
Erikson nos recuerda que la vejez es una experiencia
espiritual. Es espiritual en
términos de los temas envueltos y su significado
potencial para el individuo. La
vejez es nuestra última oportunidad en esta vida
para llegar a ser la persona que
Dios intentó que fuéramos.
La espiritualidad del envejecimiento no es un regalo
místico que arriba
juntamente con la asistencia social cuando uno llega
a la edad del retiro. Es muy
cierto que no todos los adultos mayores tienen un
punto de vista explícitamente
religioso sobre la vida. Algunos estudios sobre el interés
religioso de la gente
adulta, o de su participación en actividades
religiosas (por ejemplo: asistencia a
las reuniones de la iglesia) no son pruebas
convincentes de lo intrínseco de la
espiritualidad del envejecimiento.
Sin embargo, la vejez trae consigo la potencialidad
del crecimiento espiritual.
Sea que este potencial se realice o no depende de
varios factores. Uno de
estos factores es el estilo de vida y el sistema de
valores del individuo. Algunas
personas intuitivamente buscan continuidad entre su
herencia personal y la
situación presente, y se acercan al recurso de la
fe. Otros podrán permanecer
tan abstraídos a las dimensiones espirituales de la
vida como siempre han sido.
El cuidado pastoral efectivo puede ser otro factor
que determine si acaso el
crecimiento potencial en la vejez se actualiza en
una persona dada. En efecto, la
meta del cuidado pastoral es retar a los adultos
mayores a descubrir las
posibilidades de crecimiento ante ellos, sostenerlos
e inspirarlos a través de los
recursos de su fe. El resto del capítulo explora el
proceso de cuidar a los
adultos mayores.
CUIDADO PASTORAL CON
LOS ADULTOS MAYORES
¿Cómo puede ofrecerse efectivamente cuidado pastoral
a los ancianos a la luz
de las perspectivas de desarrollo? Esa es la
pregunta a ser explorada. La
discusión que sigue da atención tanto a la práctica
del cuidado pastoral como a
las suposiciones que pueden guiarla y corregirla.
Suposiciones
Guiadoras
Nosotros traemos ciertas suposiciones acerca de la
tarea a cualquier ministerio:
sobre lo que ella envuelve y sobre nosotros. Por lo
mismo, antes de proceder a
la práctica actual, debemos tratar de poner en
palabras ciertos principios que
hacen más efectiva la tarea.
1. Los que proveen
cuidado deben enfrentarse con su propio
envejecimiento.¾Para que el cuidado pastoral sea efectivo, el
agente, pastor
o laico, debe ser emocionalmente accesible a la
persona a quien está cuidando.
En el contexto de los ancianos, esto significa que
los que proveen cuidado
deben haber dado un vistazo a sus sentimientos
acerca de su propio
envejecimiento. Descuidar esto es arriesgarse hacia
la superficialidad.
Por ejemplo, algunas autoridades sugieren que el
miedo a la muerte es
virtualmente universal, y que nosotros tendemos a
lidiar con él por medio de
varias estrategias mentales de las cuales la
principal es la negación. Por lo
mismo, porque los ancianos nos recuerdan el fin
último de nuestra vida,
pudiéramos inclinarnos a un patrón de evasión.
Nosotros podemos evitar la amenaza del
envejecimiento en dos direcciones.
Por un lado, podemos idealizar la vejez enfatizando
sus recompensas y
bendiciones, pero ignorando sus dolores y luchas.
Esto, frecuentemente, resulta
en un acercamiento superficial al ministerio en el
cual se da mayor atención a la
actividad por el simple hecho de hacerlo, pero la
gente no es inspirada a
explorar sus preocupaciones más profundas.
Por otro lado, podemos hacer aparecer la vejez como
un “demonio”, viendo
únicamente sus sufrimientos e ignorando sus
posibilidades de crecimiento.
Nuestros temores, por lo tanto, pueden hacernos que
evitemos envolvernos
con los adultos mayores. De cualquier manera, no se
sirve bien a los adultos
mayores.
La importancia de los sentimientos de uno hacia el
cuidado pastoral a los
ancianos, me fue aclarado cuando un estudiante en el
seminario, con interés
especial en el cuidado pastoral, se inscribió en mi
curso: “Ministerio a las
Personas Mayores.” Este estudiante compartió conmigo
que él se había inscrito
en el curso debido al temor que tenía de la gente
anciana. El trazó este temor
hasta su niñez porque uno de sus abuelos que vivió
en su hogar, hizo miserable
su vida y la de sus padres.
A sugerencia mía, él llegó a ser un capellán
voluntario en un asilo de ancianos.
Según comenzó a reconocer su renuencia para relacionarse
con los ancianos,
su actitud comenzó a cambiar. El llegó a interesarse
bastante por una anciana
que por mucho tiempo no había hablado en aquel
lugar. Un día, mientras él la
visitaba, ¡ella abrió sus ojos y le habló! Este fue
su punto de retorno. Después
de graduar del seminario, él decidió prepararse para
una carrera de tiempo
completo en el ministerio a los adultos mayores.
2. Cuidar “con” es mejor
que cuidar “por”.¾Una preposición es una
palabra pequeña, pero a veces hay una gran
diferencia en el significado. Cuidar
“por” implica que el recipiente del cuidado es, de
alguna manera, dependiente.
En contraste, cuidar “con” lleva la connotación de
un sentido de camaradería y
mutualidad. El concepto de cuidar “con” enfatiza la
importancia de ver a los
adultos mayores como siendo capaces de
autodirección, tomar decisiones y
cuidar de otros. Cuando se cuida “con”, se apoya la
autonomía y la dignidad de
las personas.
La noción de cuidar “por” puede inconscientemente
confirmar la pobre imagen
de algunos adultos mayores. Algunos suponen que
cuando la persona llega a la
edad del retiro, debe retraerse de la “vida activa”
y dejar que los más jóvenes
“se hagan cargo” de las cosas. Cuando cuidamos
“por”, podemos animar a la
pasividad y no envolvimiento.
Una buena indicación sobre si acaso estamos cuidando
“con” o “por” la gente
anciana, es el grado de participación que los
adultos mayores tienen en planear
y ejecutar los ministerios de la iglesia para con
los ancianos. Buscar la sabiduría
de los miembros ancianos de la iglesia al planear
los programas de la misma, les
dice a ellos que aún se les necesita.
3. El cuidado a los
ancianos debe envolver a toda la familia.¾Janet había
estado esperando la fecha de su retiro desde hacía
algún tiempo. Después de
una larga carrera, ella había deseado un poco de
libertad para viajar, visitar
amigos y gozar de un poco más de tiempo libre. Su
mamá también había estado
esperando el retiro de Janet, pero por razones
diferentes. Ella había estado
viviendo sola en su casa de campo desde que su
esposo muriera años atrás,
pero ahora estaba muy débil para continuar sin
ninguna ayuda.
Frente a las necesidades de su madre, Janet sintió
que no tenía otra solución
sino aplazar sus propios planes. Vendió su casa en
la ciudad y se mudó otra
vez a “casa”. La madre esperaba la atención total de
Janet. Janet confesó lo
siguiente a su pastor: “Yo amo a mi madre, pero
estoy frustrada, enojada y
deprimida. Si trato de hacer de la casa de campo mi
hogar, mi madre se opone;
aún así, ¡ella insiste en que yo esté allí todo el
tiempo!”
Aquí tenemos un ejemplo de la vida real sobre la
importancia de subrayar que,
al cuidar de los ancianos, debemos tomar en cuenta
toda la familia y no sólo al
anciano aisladamente. En esta situación, las
necesidades de la hija estaban en
conflicto con las de su madre. El cuidado pastoral
en esta situación, tendría que
tomar en cuenta las necesidades de ambas.
El dilema de Janet es una creciente preocupación muy
común entre los adultos
que apenas están llegando a la edad de su retiro:
cómo mantener su propia vida
y salud mientras sostienen a sus padres ancianos.
Varios factores subrayan la
importancia de temas familiares relacionados con el
cuidado a los ancianos.
La mayoría de los ancianos tienen familias que
cuidan de ellos y con quienes
tienen comunicación bastante frecuente. El mito de
que la mayoría de los
ancianos son descuidados por sus hijos ha sido
desmentido por un buen
número de estudios.
Algunos ancianos están sin hijos y necesitan su
substituto. Apoyo emocional
puede ser provisto por los amigos, otros familiares
y por la iglesia.
El papel de cuidar a los padres ancianos es más
frecuentemente asignado a las
mujeres. En este tiempo cuando muchas mujeres
trabajan fuera de su casa, es
posible que se sientan severamente sobrecargadas con
esto, ya que ellas aun
pueden tener hijos adolescentes en el hogar. El
cuidado efectivo debe ser
sensitivo al impacto de la vejez sobre toda la
estructura de la familia.
4. Cuidar incluye
movilizar los recursos disponibles.¾Arnoldo había estado
viudo desde hacía doce años, antes de que se le
desarrollara una enfermedad
incurable en el cerebro. El no tenía hijos, pero sus
amigos se preocuparon por
él. Al principio, cuando sus limitaciones eran
mínimas, ellos lo mantuvieron
ocupado en cosas, llevándolo al trabajo y
asignándole tareas de rutina que él
todavía podía hacer.
Sin embargo, vino un tiempo cuando fue necesario que
él se retirara debido a
su incapacidad. Aún así, sus amigos estuvieron junto
a él. Uno de ellos venía a
su casa cada semana para ayudarle a pagar sus
deudas. A veces, otro lo
llevaba a comer a algún lugar. Un tercero lo llevaba
al barbero cuando era
necesario.
Por cerca de un año Arnoldo fue capaz de permanecer
en su propia casa,
gracias a los esfuerzos heróicos de su “familia”,
junto con la ayuda de algunas
instituciones sociales y una persona pagada para que
lo acompañara. Las
necesidades de Arnoldo eran tan grandes y variadas
que ninguna persona y
agencia social sola podía satisfacerlas todas.
Cuidar de Arnoldo requirió de un
esfuerzo en equipo.
Cuidar de los ancianos generalmente es más efectivo
cuando se hace como un
esfuerzo en equipo, en vez de tomarlo como una carga
personal. Si usted se
siente abrumado por las necesidades de un anciano,
considere la posibilidad de
solicitar la ayuda de otros: familia, amigos,
agencias comunitarias. Busque las
agencias de servicio social en su comunidad (o país)
para saber con qué ayudas
cuenta.
Mientras vemos la práctica del cuidado pastoral,
tendremos ocasión para
referirnos a estas suposiciones guiadoras.
La Práctica del
Cuidado Pastoral
La vejez puede extenderse por treinta o más años,
haciéndolo uno de los
períodos más largos en la vida de uno. Así como
nosotros entendemos las
necesidades de los adolescentes, como siendo
diferentes a las de los bebés, de
la misma manera entendemos que dentro de los años de
la vejez hay una
diversidad de necesidades. Los gerontólogos sugieren
que las necesidades en la
vida de la persona recién retirada, difieren
grandemente de los octagenarios.
Manteniéndonos en el esquema general de este libro,
veremos primero el
cuidado pastoral a los ancianos más “jóvenes”.
1. Habilitación y Reto:
Cuidado a los Ancianos “Jóvenes”.¾Los temas
principales en el cuidado pastoral a los ancianos
“jóvenes” son habilitación y
reto. Por “habilitación” se quiere señalar el
esfuerzo del pastor en abrir las
puertas para su continua participación, tanto en la
iglesia como en la
comunidad. Por “reto” se señala a los esfuerzos del
pastor para estimular el
crecimiento personal y el desarrollo de las
personas.
El retiro del trabajo es uno de los más
significativos, pero todavía ambiguos,
pasajes en el ciclo de la vida. Muchas personas
esperan este tiempo como
recompensa a una larga vida de duro trabajo. Al
mismo tiempo, pueden temer
su connotación de “ser puestos en el estante”.
Nosotros no tenemos una ceremonia para esta pasaje,
excepto la “cena de
retiro”, y nunca se ha tenido ni eso para las
mujeres cuyas carreras son de
madre y ama de casa. John Westerhoff y William Willimon han ofrecido
sugerencias valiosas para un servicio de adoración
para reconocer a quienes se
retiran. Tal servicio busca interpretar este evento
a la luz del evangelio, afirmar
la continua personalidad de quienes se retiran y
dramatizar los retos y
oportunidades de su nueva vida. Sin embargo, hasta
que la iglesia haya guiado
a la gente a confrontar los cambios significativos
en sus vidas desde la
perspectiva de la fe, simplemente tener servicios de
reconocimiento no será de
mucho significado.
Cuando el individuo tiene algo que decir sobre el
comienzo actual del retiro,
tiene algunos recursos financieros asegurados y está
razonablemente bien de
salud, la perspectiva pareciera ser una de recibir
bien el sentido de libertad.
Afirmar esta libertad y explorar su significado para
quien está por retirarse, es
una forma apropiada de habilitarle en esta fase del
envejecimiento. Veamos un
ejemplo:
Vivian es una viuda que no tiene hijos. Ella ha sido
muy feliz en su carrera con
una empresa nacional. Su esposo había operado su propio
negocio. Después
de que él murió, ella continuó con su propio
trabajo, se quedó en la misma casa
y se gozó con sus amigos en el templo. Sin embargo,
cuando llegó a la edad
para retirarse, ella decidió mudarse a su lugar de
procedencia para estar cerca
de sus hermanos.
Para Vivian, el retiro que escogió parece que fue
muy bueno. Ella compró un
bonito apartamento con algo de mobiliario nuevo. Su
salud es muy buena.
Mantiene contacto con su familia y hace trabajo
voluntario. Vivian es típica de
la nueva generación de personas “ancianas jóvenes” y
energéticas que tienen
confianza en sí mismas, son útiles y felices.
El cuidado pastoral con personas como Vivian
incluiría la afirmación de su
libertad y explorar sus metas para su retiro. El
pastor en la comunidad a donde
ella se mudó le pudiera haber ayudado a descubrir
maneras en las cuales sus
talentos e intereses podían ser útiles para la
iglesia y la comunidad. El pudo
presentarla a aquellos que en la iglesia podían
incluirla en actividades. Bien
pudiera haber sido enlistada como un miembro del
concilio de los adultos
mayores para ayudar a planear un balanceado programa
de estudio bíblico,
educación, recreación y ministerios de alcance.
Los adultos mayores en ciertas profesiones son
capaces de manejar su propio
retiro, como un proceso en vez de un evento. Ellos
elaboran una reducción
gradual en las demandas, a un paso con el cual ellos
se sientan confortables.
Esto les da tanto el deseo de un sentido de libertad
como la satisfacción del
trabajo que ellos gozan.
A muchas personas ancianas les gustaría continuar en
algún empleo en el cual
pudieran sentirse bien. En este respecto, Alicia ha
sido muy afortunada. Ella fue
la mayor en una familia de seis y se crió en el
campo. Su padre, un hombre
industrioso que vivió hasta la edad de ochenta y
cuatro años, deseaba que
Alicia fuera maestra y le ayudó a ir a la
universidad. Ella comenzó a enseñar,
pero abandonó la carrera cuando se casó, para
trabajar en el negocio de su
esposo.
A los cuarenta años, Alicia inesperadamente resultó
embarazada. Ella y su
esposo siempre habían deseado tener hijos, pero el
médico les había dicho que
no podrían lograrlo. Alicia se “retiró” para
convertirse en una madre de tiempo
completo de una linda niña. Esta, su tercera
“carrera”, duró quince años.
Cuando su hija ya estaba en la escuela secundaria,
Alicia compró una pequeña
tienda en la cual se gozó atendiéndola hasta que su
esposo murió. Esto fue algo
terrible. Ella vendió la tienda y tomó un tiempo
para pensar acerca de su futuro.
Después, al tiempo cuando la mayoría de las personas
se retiran, Alicia
encontró un trabajo para los fines de semana en un
hospital cercano, como
operadora de teléfono suplente. A los setenta y ocho
años, su “trabajo de
retiro” la puso en contacto con la gente, le dio la
satisfacción de servir a su
comunidad y, sobre todo, las demandas no son
gravosas.
La libertad y el significado del retiro que Vivian y
Alicia encontraron no son de
ninguna manera universales. Si la decisión de
retirarse es impuesta por
enfermedad o contrato de empleo, puede no ser bien
recibida. Puede causar
sentimientos de amargura o incapacidad. Cuando éste
es el caso, el cuidado
pastoral puede habilitar a la persona para explorar
sus alternativas y
experimentar con un nuevo estilo de vida.
Aun cuando el retiro sea bien recibido, puede haber
algunas complicaciones no
anticipadas. El pastor no debe desestimar el
significado del cambio de empleo
al retiro. Algunos amigos bien intencionados y aun
otros ya retirados, pueden
fallar en apreciar el impacto de los cambios que
trae el retiro.
Un “choque de retiro” puede resultar por el sentido
de pérdida en una persona
que tiene fuertes ataduras con su trabajo, y que ha
encontrado en él un sentido
de propósito e identidad. Personas molestosas en su
edad mediana o amigos
más jóvenes, cuya imagen del retiro es una de
vacaciones sin fin, pudieran
envidiar la independencia que goza su amigo retirado
de los horarios y fechas
límite. Por lo tanto, ellos pueden ignorar los
sentimientos mixtos de quien se
retira, expresando lo que asumen en expresiones
tales como: “Ahora que tienes
suficiente tiempo en tus manos, ¿por qué no me
ayudas con este trabajo
voluntario?” O, “Bueno, estoy seguro de que estás
gozando al tener tiempo
para ponerte al día con tu pasatiempo favorito,
¡ahora tú eres tu propio jefe!”
Los penetrantes cambios que el retiro o reubicación
traen, son descritos
gráficamente por Sarah-Patton Boyle en su
autobiografía titulada: The Desert
Blooms (El Desierto Florece). Ansiosamente, y de manera
cándida, ella buscó
tener un nuevo comienzo en su retiro. Se había
gozado como ama de casa,
pero después de que su esposo murió y sus hijos
habían crecido, decidió
mudarse a otra parte del país para comenzar una
nueva vida.
Ella no estaba preparada para el “choque” que la
esperaba. Al principio, estuvo
ocupada decorando su apartamento a su gusto y
explorando los centros
comerciales, galerías de arte, parques y templos. De
pronto se sintió relajada y
liberada.
Sin embargo, después de unos pocos meses, ella hizo
un descubrimiento
doloroso: “¡Mi lujoso sentimiento de libertad para
hacer lo que deseara y a la
hora que quisiera, se había ido! Lejos de dedicarme
a pintar y a escribir como
yo había esperado, me sentí inmovilizada.” Las
demandas de presiones
exteriores de las cuales previamente había escapado
a través de su escritura, ya
no estaban allí, pero ella enfrentaba una nueva
obligación: “el peso de
decisiones insignificantes”.
Para Patty Boyle, era muy natural encontrar ayuda en
su iglesia durante esta
crisis. Ella era cristiana desde hacía mucho tiempo.
En efecto, encontró amigos
en el compañerismo de la iglesia, incluyendo al
pastor y su esposa. Pero a
pesar de la disposición de muchos en la iglesia para
ayudarle, ella encontró que
aun allí el dolor de su lucha personal era percibido
sólo oscuramente. Su
experiencia enseña claramente que nosotros no
podemos asumir que el retiro es
puro gozo. Podrá haber goces en él, pero también hay
trabajo duro.
Para las personas como Patty Boyle, la tarea
pastoral descansa en afirmar la
libertad del retirado, mientras permanece alerta a
la posibilidad de un “choque”
por el retiro. Si su pastor se hubiera dado cuenta
qué solitaria se sentía Patty,
probablemente hubiera intervenido más efectivamente
en su lucha por construir
una nueva vida. Retar al “anciano joven” para que
encuentre nuevas maneras
de cuidar del mundo, de la comunidad y de otras
personas, impedirá el
estancamiento, la soledad y la autolástima.
2. Defensa y Apoyo:
Cuidado de Ancianos Débiles.¾De todas las personas
arriba de la edad de jubilarse sólo cerca del veinte
por ciento dicen tener que
limitar sus actividades debido a problemas de salud.
Sin embargo, en algún
punto del proceso del envejecimiento, los problemas
de salud fácilmente causan
preocupación. Cuando ellos son suficientemente
severos y amenazan la
continuidad del vivir independientemente, la defensa
y el apoyo pastoral son
requeridos.
No es nada raro que las personas ancianas aludan a
sus preocupaciones de
salud durante una visita pastoral. Tales preocupaciones
deben tomarse
seriamente. Si la persona no ha tenido atención
médica recientemente, se le
puede sugerir consultar a un médico. Los estudios
mencionados anteriormente
sugieren que el pastor debe estar alerta a cualquier
discrepancia entre la
evaluación de salud de los ancianos mismos y lo que
dice el médico. Algunas
personas restan importancia a problemas serios,
mientras que otras dramatizan
los menos problemáticos. El pastor pudiera pedir
permiso a la persona para
hablar con su doctor, o puede referirlo a un
gerontólogo para una evaluación
clínica, fijar la situación y recibir
recomendaciones. Este servicio está disponible
en algunos centros médicos y puede ser de mucha
ayuda al tratar con
problemas de salud más complejos y enigmáticos.
La historia de Elena y Humberto ilustra el asunto de
apoyo y defensa pastoral.
Cuando Humberto tenía cincuenta y ocho años, y
anticipaba su retiro,
compraron varias hectáreas de tierra en las afueras
de la ciudad y construyeron
una casa, haciendo ellos mismos la mayoría del
trabajo. Esa sería su última
mudanza. Allí fueron muy felices por veinte años.
Con los años, Humberto sufrió un ataque. Aunque
estaba alerta mentalmente,
su movilidad se había limitado. A veces caminaba con
la ayuda de un andador
especial. Elena, a la edad de setenta y cuatro años,
continuaba con buena salud
y cuidaba de su esposo. Sin embargo, ella no
manejaba y por lo mismo, ambos
estaban bastante confinados en su casa. Sus dos
hijos estaban casados. Su hija
vivía como a cinco horas de camino, y su hijo, un
oficial en la fuerza naval,
estaba estacionado en una ciudad grande.
Durante varios años ellos fueron miembros activos de
una iglesia. Elena cantó
en el coro. Humberto fue diácono y maestro en la
escuela dominical. Desde
que Humberto sufrió el ataque dejaron de asistir al
templo; sin embargo, se
mantuvieron en contacto con la iglesia de cualquier
manera. Enviaban sus
ofrendas y las visitas de miembros de la iglesia
eran bien recibidas en su casa.
Después, además del ataque que sufrió Humberto, un
nuevo curso de eventos
ocurrió y amenazaba a Elena y Humberto. Un
contratista compró toda la tierra
que rodeaba su propiedad y planeaba construir un
centro comercial. El les
ofreció un precio bastante generoso por su
propiedad. Tan pronto como supo
la noticia, el pastor los llamó y les escuchó
mientras ellos compartían con él sus
sentimientos.
Elena, mirando por la ventana hacia el jardín dijo:
“Yo sembré tres rosales el
año pasado. Cuando el tiempo seco vino, guardé el
agua con que lavaba la loza
y los regaba para mantenerlos vivos… pero ahora,
bueno… todo se ha ido.”
Humberto, con los ojos llenos de lágrimas, dijo: “Me
siento como si estuviera
perdiendo todo por lo que he trabajado todos estos
años. Hemos amado este
lugar y pensé que estaríamos bien hasta que muriéramos.
Yo no puedo hacer
mucho por mí mismo, pero me gozo de lo que hicimos
juntos… y nuestros
vecinos, ¿cómo podemos dejarlos? ¡Me siento como que
si a mi edad debiera
comenzar de nuevo!”
¿Cómo se puede proveer defensa y apoyo pastoral a
personas como
Humberto y Elena? Varias posibilidades vienen a la
mente. Ellas pueden
resumirse en tres puntos: (proveer continuidad
durante un tiempo de cambios
drásticos,
(2) movilizar un sistema de apoyo para prolongar la
independencia y
(3) compartir en la tarea de revisar la vida.
La crisis inmediata para esta pareja que anticipaba
la pérdida de su casa es de
dolor. El primer instinto del pastor, escuchar, les
ayudará en su pesar. Escuchar
es apoyar.
Humberto y Elena no sólo tenían que lamentarse,
también debían mudarse.
Pero la pregunta era: ¿a dónde? El pastor podía
ayudarles a explorar
alternativas para el próximo capítulo en sus vidas.
¿Debieran quedarse en la
misma comunidad, o debieran ir a vivir más cerca de
sus hijos? ¿Debieran
considerar entrar a una comunidad de retiro que
ofreciera la posibilidad de un
buen cuidado en todo, si así fuera posible?
Hay mucho más para considerar en mudarse, que
simplemente escoger una
casa entre varias opciones. Humberto y Elena
deseaban encontrar un lugar
donde pudieran continuar, tanto como fuera posible,
en aquellas búsquedas que
les habían dado significado y propósito a sus vidas.
El pastor bien pudiera
haberles ayudado a catalogar las opciones en
términos del valor que las mismas
tuvieran para el resto de sus vidas, y así servir
como un abogado de sus
derechos para tomar decisiones por ellos mismos.
Durante un tiempo de
cambios tumultuosos, el pastor puede proveer un
punto de continuidad entre la
alegría del pasado y lo incierto del futuro. La fe
es un recurso para las
personas, tal como lo fue para Patty Boyle.
En su libro, al cual nos referimos anteriormente en
este capítulo, Sara-Patton
Boyle describió el golfo entre la vida como ella la
había conocido y su nueva
vida. Ella sintió una profunda necesidad por “un
área de estabilidad, un eslabón
inalterable” con su pasado. “En la perpleja
desigualidad de mis patrones de
vida, la iglesia sola permaneció firme e
inalterable, llevándome hasta lo más
temprano de mi niñez ¾una expresión visible,
palpable, inolvidable expresión
de mi fe y un símbolo inmutable del amor constante
de Dios.” El pastor
simboliza esa fe y ese amor, y trata de encarnarlo
en relación con el frágil
anciano.
El pastor no está solo en esta empresa. Además del
cuidado personal, el pastor
puede ayudar a movilizar un sistema apropiado de
apoyo para ayudar a los
frágiles ancianos a mantener un vivir independiente
por el tiempo que sea
posible. (Use como referencia las suposiciones
guiadoras observadas antes,
concernientes al envolvimiento familiar y
movilización de recursos disponibles,
especialmente en el caso de Arnoldo.)
Para algunos ancianos, un sistema de apoyo pudiera
envolver varios elementos.
Se puede tener en cuenta a los hijos. Ellos pudieran
recibir muy bien cualquier
dirección sensitiva para saber cómo pueden ser de
mejor apoyo a sus padres
tratando de respetar su dignidad y autonomía. Varios
componentes de la
iglesia, tales como un programa de la escuela
dominical para los que están
limitados a su casa o a un ministerio de casetes,
pudiera ser apropiado.
Dependiendo del lugar donde decidan establecerse, se
pueden usar los
servicios comunitarios. Aquí, el punto central es
que el pastor continúe su
apoyo personal mientras que, al mismo tiempo, los recursos
familiares, de la
iglesia y de la comunidad son coordinados.
Otra avenida de apoyo disponible para el pastor en
el cuidado de los ancianos
es el compartir la tarea de revisar-la-vida. Hace algunos años el doctor Butler
llamó la atención a este fenómeno el cual ha
recibido considerable atención en
la literatura sobre gerontología. El doctor Butler
subrayó que la memoria
frecuentemente vista negativamente como “viviendo en
el pasado”, podía servir
un propósito constructivo para las personas
ancianas, si ellas cuentan con un
compañero sensitivo. Revisar la vida es una tarea
del desarrollo confrontada no
sólo por los ancianos, sino también por aquellos de
cualquier edad que
anticipan la muerte. El pastor, o un amigo de
confianza que sea un buen oyente,
puede llegar a ser un compañero en esta importante
aventura.
La clave para la posible utilidad de revisar-la-vida en el caso de Humberto y
Elena, descansó en los sentimientos de impotencia
que él manifestaba. Ella
parecía ser un poco más flexible para enfrentar esta
transición. En una ocasión
ella dijo al pastor: “Es interesante cómo suceden
las cosas, parecen
prepararnos a través de los años para lo que viene.”
Aun cuando ella compartía
la pena de su esposo, parecía tener algo de
esperanza. Humberto, en contraste,
encontró muy dificultoso lidiar con la reubicación.
El no se sentía capaz de
“comenzar de nuevo”. No veía futuro para sí mismo.
Habiendo planeado morir
en la casa que habían construido, era como si al
dejar el lugar su vida se
hubiera acabado. Revisar la vida puede ser una
manera de ayudar a alguien a
ponerse en contacto con su verdadera identidad, la
cual tiene raíces profundas
en su vida, más que el simple hecho de ser dueño de
un pedazo de tierra.
La tarea de la mudanza evocaría muchas memorias. Humberto
y Elena tendrían
que separar las cosas de valor de la “basura” que
habían colectado. En el
proceso, ellos podrían ganar una nueva perspectiva
de la historia de su vida, si
contaban con la atención de un oyente que
simpatizara con ellos. El papel de
quien escucha es buscar continuidad, patrones y,
sobre todo, significados
duraderos. Notar éstos, afirmarlos y entender los
sentimientos asociados, es
una recompensa de la experiencia pastoral, y puede
ayudar a las personas a
encontrar nuevo propósito en los años que les
restan.
Revisar la vida puede tomar varias formas. Escribir
o grabar autobiografías es
tal vez la más obvia. Otra idea pudiera ser la de
hacer un álbum con fotografías
y recortes antiguos, para los hijos. Algunas veces,
sugerir que un miembro más
joven en la familia complete una historia de la vida
de uno de los abuelos puede
resultar en una comunicación importante entre la
familia.
Cualquiera que sea su forma, la tarea de revisar-la-vida es lo que Erikson
describió como la tarea central en el desarrollo en
la vejez, el lograr un sentido
de integridad, de “rectitud” acerca de la vida de
uno, en vez de un sentido de
desesperación y derrota.
En última instancia, revisar-la-vida debiera de liberarlo a uno para lidiar con el
presente. Una ilustración del Antiguo Testamento
viene de Isaías. Su palabra de
ánimo a Israel en Babilonia comienza con un recuerdo
de la ayuda de Dios en
el Mar Rojo cuando ellos estaban tratando de escapar
de su anterior cautiverio.
Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y
senda en las aguas
impetuosas… No os acordéis de las cosas pasadas, ni
traigáis a
memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa
nueva; pronto
saldrá a luz; ¿no lo conoceréis? Otra vez abriré
camino en el desierto, y
ríos en la soledad (<234316>234316>Isaías 43:16, 18, 19).
La reflexión puede ayudar a cualquier anciano a
esperar la “cosa nueva” que el
Señor puede hacer en su vida.
“Buenos recuerdos pueden ser refrescantes”, dijo
Patty Boyle, “y se puede
aprender de las malas. Pero, bueno o malo, cuando
los recuerdos impiden el
funcionamiento presente, es tiempo de rechazarlos”.
Como hemos visto, la mayoría de los ancianos más
“jóvenes” y muchos de los
ancianos “débiles” están activos y relativamente
bien. Sin embargo, ningún
tratamiento del cuidado pastoral con los ancianos
estaría completo sin
reconocer la necesidad de aquellos que están
sufriendo problemas físicos y
mentales. Ahora daremos atención a ese asunto.
3. Respeto y Cercanía:
Cuidado a los Ancianos Enfermos.¾Algunas veces
los problemas de salud durante la vejez dejan a los
ancianos con grados de
deterioro físico. Los temas centrales en el cuidado
de los ancianos enfermos
son respeto y cercanía. El aislamiento que puede
resultar por los problemas
físicos, sensorios o mentales, llama por la iniciativa
pastoral para cruzar las
barreras en la comunicación y apoyar la dignidad
personal.
Ejemplos familiares de impedimentos físicos con los
cuales los ancianos tienen
que lidiar son: la pérdida gradual de movilidad
debido a la artritis y la repentina
parálisis por un ataque. La pérdida del control y el
sentido de tener que
depender de otros para llenar sus necesidades
personales, puede seriamente
causar daño a la dignidad de una persona. Si la
enfermedad también causa
desfiguración, como algunas veces sucede en la
parálisis facial después de un
ataque, una persona puede sentir vergüenza. Los
ancianos pueden sentirse
turbados si llegan a ser incontinentes, pero están
mentalmente alertas.
Cualquiera de estas deficiencias puede dañar la
confianza de una persona, hasta
el punto que pueda ser tentada a retraerse.
Quienes cuidan de los ancianos con impedimentos
físicos pueden hacer mucho
para evitar el retraimiento si transmiten un respeto
genuino que tome en
consideración a la persona total, no sólo el defecto
visible. Pastores, amigos y
familiares, que conozcan la historia de la persona,
pueden enfatizar su
singularidad. Enseñamos respeto cuando afirmamos el
derecho de privacidad y
decisiones de una persona. Estos elementos son
difíciles de lograrse en una
institución de cuidado, más que en la propia casa de
la persona. Un espacio
que le pertenece a uno, un lugar para las “cosas” de
uno, incluyendo las cosas
dignas de recordar es una expresión tangible de
respeto.
Siendo que las limitaciones físicas reducen el
control que las personas tienen
sobre muchas cosas en sus vidas, cualquier cosa que
pueda hacerse por
respetar sus deseos y proveerles opciones es de
mucha ayuda. Yo recuerdo
con gratitud cuando esto le sucedió a mi hermana.
Ella apenas había entrado en
un asilo de ancianos. Deseaba cooperar, pero por
alguna razón no se gozaba
en los servicios de adoración los domingos por las
tardes. Para ella fue un alivio
y una confirmación cuando el director del asilo le
dijo: “Si usted no desea ir,
simplemente quédese en su cuarto. ¡Toda persona
necesita decir no a algo!”
Impedimentos sensorios pueden no ser muy visibles
como las deficiencias
físicas, pero pueden ser un reto tanto para el
anciano como para quien cuida de
él/ella. Durante la adultez mediana se obtiene una
distante y temprana
prevención de los cambios visuales cuando se
comienzan a usar anteojos
bifocales. El oído que está envejeciendo, también
puede perder algo de su
sensibilidad hacia los sonidos de alta frecuencia.
Los adultos mayores que tienen una pobre visión o
audición pueden tender a
evitar situaciones en las cuales se sientan
inadecuados o rechazados. Sin
embargo, quienes cuidan de ellos pueden hacer mucho
para mejorar la
comunicación y reducir el aislamiento. Esté alerta a
las señales de deficiencias
en los ancianos que visita. Si una persona usa
anteojos pero no los tiene
puestos, pregúntele si le gustaría tenerlos. Si su
audición es mejor en uno de los
oídos, trate de hablar hacia el lado bueno. Hable
distintamente, en tonos bajos,
no necesariamente más alto. Ocasionalmente, lo que
parece ser apatía o
confusión se reduce grandemente cuando la gente
puede ver u oír lo que está
pasando.
De todas las deficiencias en los últimos años, tal
vez ninguna sea tan temida o
tan frustrante para la familia y amigos como lo es
el impedimento mental
conocido como demencia. Anteriormente señalada como la consecuencia
inevitable de la vejez, la confusión mental entre
los ancianos ahora se entiende
que es el resultado de una enfermedad.
Investigaciones recientes han establecido que la
causa de mayor efecto en la
deficiencia de las funciones mentales de los
ancianos es una enfermedad
conocida como el síndrome de Alzheimer. Es una
pérdida progresiva de la
capacidad intelectual para la cual no hay cura en el
presente. Primero aparece
como confusión de la mente, como cuando una persona
llega a estar
desorientada en lugares previamente familiares.
Siendo que la confusión mental
puede resultar por muchas causas, algunas de las
cuales son reversibles, la
familia de un anciano confuso debe ser animada a
buscar una evaluación
médica cuidadosa para su ser amado.
A medida que la enfermedad Alzheimer progresa, la
familia está sujeta a
severas tensiones emocionales y físicas. La víctima
puede tener una tendencia a
divagar, a estar despierta a toda hora de la noche y
requerir atención las
veinticuatro horas del día. La demencia reduce la
capacidad de la persona para
el pensar abstracto. Lo que esto significa para
quienes proveen cuidado es que
debe darse más atención a la comunicación. Es muy
posible que aquellos que
toman el tiempo y hacen el esfuerzo para crear esa
clase especial de cercanía,
sientan que su acción gratifica tanto a la persona
anciana como a ellos mismos.
Aún quedan dos avenidas abiertas para la
comunicación a pesar de la confusión
mental. Una es verbal y la otra no verbal. La ruta
verbal consiste en la decisión
de hablar con la persona enferma, en un esfuerzo por
descubrir la manera en lo
que a primera instancia pareciera sin sentido. Esto
requiere que pensemos en
términos simbólicos, y que escuchemos más los
sentimientos que se están
expresando en vez de preocuparnos por las
inconsistencias lógicas.
Por ejemplo, cuando la madre de mi esposa nos dice:
“Yo no entiendo por qué
Mac se ha tardado tanto. Creo que iba a llevarle
algunos muebles de Leonora”,
nosotros no nos irritamos por el hecho de que Mac,
su esposo, murió hace
algunos años. Tampoco le decimos que él regresará
pronto. Nos centramos en
sus sentimientos, los cuales parecen ser de soledad
y pena. “¿Extrañas a
Mac?”, solemos preguntarle, o podemos decir: “Hace
mucho tiempo que no lo
ves, y estás ansiosa por verlo de nuevo.”
Los miembros de la familia que observan menguar
lentamente la habilidad de
sus seres amados, están en efecto teniendo que
lamentar mientras que la
persona aún está viva. Un cambio de perspectiva ha
sido de ayuda para
algunos que proveen cuidado, para que se sientan
menos derrotados. Ellos se
detienen de aferrarse a lo inevitable. Redefinen su
relación con los seres
amados. En vez de verse a sí mismos como dadores y
sus seres amados como
débiles, ellos se ponen en el papel de aprendices.
En vez de trabajar por
conseguir una cierta respuesta, ellos aprenden a
gozar de la respuesta
espontánea de sus seres amados a los gozos simples
del momento ¾la belleza
de una flor, la sonrisa de un niño.
Un miembro de una familia que cambió su manera de
relacionarse hizo un
descubrimiento de reafirmación acerca de su primo:
“Su carácter y
personalidad fueron inalterables por su disolvente
habilidad de pensar. Aunque
él ya no sabía quién era cada uno, se relacionó con
las personas con afectuosa
cortesía… El sabía instantáneamente cuando era
amado.”
Las formas de comunicación no verbales pueden ser de
ayuda al relacionarnos
con individuos que tienen dificultad en entender
mensajes verbales. Un saludo
con la mano, una sonrisa, un afectuoso apretón de
manos, o un abrazo pueden
transmitir amistad, afecto y cercanía cuando las
palabras fallan. El contacto
físico es la forma más poderosa de la comunicación
no verbal. Aunque no debe
abusarse de ella, esta forma puede frecuentemente
hacer contacto cuando otros
medios fallan. Generalmente es bien recibida si es
apropiada al grado de
cercanía que se siente en la relación.
CONCLUSIÓN
Al principio de este capítulo, yo mencioné a dos de
mis amigos que me
enseñaron algo acerca de lo que significa retirarse.
Ahora, en la conclusión,
estoy más consciente de que ellos sólo son dos de un
gran número de ancianos
que han sido mis mentores. Mi experiencia con
algunos de ellos ha sido
compartida aquí. Aprovecho esta oportunidad para
agradecérselos.
Mi experiencia ha confirmado el punto de vista de
Henri Nouwen que el
cuidado a los ancianos comienza con permitirles que
ellos cuiden de nosotros.
“Cuando escuchamos atentamente, levantamos la
historia de una persona en
una historia mayor de la humanidad”, observó él.
“También conectamos la
historia humana con la historia de Dios.”
Mientras aprendemos de todos a los que ministramos,
sólo los ancianos tienen
la sabiduría que viene con el tiempo. Mientras
compartimos el viaje de aquellos
que se están moviendo hacia la luz, nuestra propia
fe se incrementa, y sentimos
un renovado propósito de Dios para nosotros, todos
los días de nuestra vida
¾glorificarlo a él y declarar su amor al mundo.