viernes, 29 de mayo de 2015

Este matrimonio describe tan hermoso su relación, qué contagia!

Esta pareja lleva 56 años de casados y la manera en la que se expresa uno del otro hace que piense en lo hermoso que es el matrimonio, cuando se ama de verdad.
Creo que todos quisiéramos vivir así, sería magnífico ver a tu pareja de esta manera, no crees?
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 Efesios 5:25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella,


Génesis 2:24
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre
y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Colosenses 3:19
Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.
 

II CORINTIOS


INTRODUCCIÓN
LA RELACION DE PABLO CON LOS CORINTIOS
Para comprender 2 Corintios es necesario saber algo sobre la totalidad de la
secuencia de los acontecimientos que se produjeron en la relación de Pablo y
sus hijos espirituales en Corinto. Lo que ocurrió antes que se escribiera 1
Corintios está descripto en la Introducción al comentario de esa carta. En lo
que sigue, se ofrece una reconstrucción del orden de los sucesos posteriores a
la escritura de 1 Corintios (Esta reconstrucción toma ciertas decisiones en
cuanto a los problemas históricos y literarios que se presentan. Aconsejamos a
los lectores interesados en examinar en mayor profundidad estos temas ver la
Introducción de otros comentarios sobre 2 Corintios)
La escritura de 1 Corintios
Pablo escribió 1 Corintios con el propósito de clarificar una carta que había
escrito anteriormente (<460509>1 Corintios 5:9-11) para responder a algunas
noticias sobre Corinto, las que había recibido a través de algunos miembros de
la casa de Cloé (<460101>1 Corintios 1:10-12); para responder a preguntas sobre
sus enseñanzas planteadas en la carta que los corintios le habían enviado (<460701>1
Corintios 7:1); y para responder directamente algunas críticas que estaban
surgiendo contra su propia persona y su ministerio (<460401>1 Corintios 4:1-18).
Además, aprovechó la oportunidad para dar instrucciones sobre “la ofrenda
para el pueblo de Dios” (<461601>1 Corintios 16:1-4), para preparar el camino para
la visita de Timoteo a Corinto (<460401>1 Corintios 4:17; 16:10, 11) y para
avisarles a los corintios que planeaba visitarlos personalmente en camino a
Jerusalén, después de pasar por Macedonia (<461605>1 Corintios 16:5-9).
La visita de Timoteo a Corinto
No es mucho lo que se sabe sobre la visita de Timoteo a Corinto. No obstante,
para la época en que Pablo comenzó a escribir 2 Corintios, Timoteo ya había
regresado (<470101>2 Corintios 1:1), y la relación entre Pablo y los corintios había
atravesado un período muy difícil.
La visita “dolorosa” de Pablo
Cuando Timoteo volvió a Efeso, aparentemente trajo noticias preocupantes
respecto de la situación en Corinto. Esto hizo que Pablo cambiara los planes de
viaje que había previsto en <461605>1 Corintios 16:5-9. En lugar de viajar por
Macedonia hacia Corinto y luego seguir hacia Jerusalén, navegó directamente
desde Efeso hasta Corinto. Su intención era, después de visitar a la iglesia allí,
viajar hacia el norte, internándose en Macedonia, y luego volver a Corinto de
camino a Jerusalén. Al hacerlo, esperaba que los corintios tuvieran “una
segunda gracia” (<470101>2 Corintios 1:15, 16), es decir, se beneficiaran dos veces.
Sin embargo, cuando Pablo llegó a Corinto se encontró con que era objeto de
un doloroso ataque (<470205>2 Corintios 2:5; 7:12), por parte de una cierta
persona, y la congregación en conjunto no hizo ningún intento de apoyar a
Pablo (<470203>2 Corintios 2:3). Fue realmente una visita muy triste, tanto para
Pablo como para los corintios, y una que el Apóstol no deseaba repetir. Por
eso cambió sus planes de viaje una vez más, y en lugar de volver a Corinto
después del proyectado viaje a Macedonia, se encaminó directamente de
regreso a Efeso (<470102>2 Corintios 1:23; 2:1).
La carta “severa” de Pablo
Una vez que estuvo de regreso en Efeso, Pablo escribió su así llamada carta
“severa” a los corintios. Esta carta está perdida. Por referencias a ella tomadas
de la correspondencia posterior de Pablo, aparentemente llamaba a los
cristianos de Corinto a tomar medidas contra el que lo había atacado durante
su visita “dolorosa”, y así demostrar que eran inocentes del asunto y que
realmente tenían afecto por él (<470203>2 Corintios 2:3, 4; 7:8, 12). No es seguro
quién haya llevado esta carta “severa” a Corinto. Puede haber sido Tito. De
todos modos, era a través de Tito, quien volvía de una visita a Corinto, que
Pablo esperaba noticias sobre la respuesta de los corintios a su carta. Estaba
muy confiado en que obtendría una respuesta positiva. Le expresó esta
confianza a Tito antes de que éste saliera para Corinto (<470701>2 Corintios 7:14-
16), y quizá hasta le haya pedido a Tito que tratara con los corintios respecto
del asunto de la ofrenda (<470806>2 Corintios 8:6).
Pablo se encuentra con Tito en Macedonia
Había planes para que Pablo y Tito se reunieran en Troas. Cuando aquél llegó
allí, encontró una puerta totalmente abierta para la evangelización, pero dado
que Tito no había llegado aún y Pablo estaba ansioso por verlo, no pudo
dedicarse al trabajo. Por eso salió de Troas y pasó a Macedonia, esperando
interceptar a Tito en su camino a Troas (<470201>2 Corintios 2:12, 13). Cuando
Pablo llegó a Macedonia se encontró envuelto en la amarga persecución que
estaban experimentando las iglesias de esta región (<470705>2 Corintios 7:5; 8:1, 2),
y esto sólo aumentó su ansiedad. Cuando finalmente llegó Tito, Pablo recibió
gran consolación (<470706>2 Corintios 7:6, 7), mucho más cuando supo del
profundo sentir entre los corintios por demostrarle su afecto y lealtad,
castigando a quien le había causado tanto dolor.
Pablo escribe 2 Corintios 1—9
Pablo respondió a las buenas noticias recibidas de boca de Tito escribiendo 2
Corintios 1—9. Allí decía cuán feliz estaba de que la respuesta a la carta
“severa” y a la visita de Tito había justificado su orgullo por ellos, especialmente
al haberse jactado ante Tito respecto de ellos antes de enviarlo a Corinto
(<470704>2 Corintios 7:4, 14, 16). También se extendió en la explicación de los
cambios sobre sus planes de viaje (<470101>2 Corintios 1:15—2:1) y por qué
razón, y en qué contexto mental les había escrito esa carta “severa” (<470203>2
Corintios 2:3, 4; 7:8-12). Aunque Pablo estaba más que gozoso porque los
corintios habían actuado tan decididamente para librarse de la culpa y castigar
al ofensor, de todas maneras les instó ahora a perdonarlo y restaurarlo, para
que no seamos engañados por Satanás (<470201>2 Corintios 2:11).
Además de expresar su alivio y su gozo, Pablo trató en forma extensa otros
dos temas. Primero, explicó su ministerio apostólico tanto en Asia (Efeso)
como en Macedonia (<470103>2 Corintios 1:3-11; 2:12—7:4). Segundo, dio
instrucciones detalladas y palabras de aliento en relación con la colecta para el
pueblo de Dios (caps. 8 y 9). Los corintios habían tomado la iniciativa “el año
pasado” (<470801>2 Corintios 8:10), cuando le escribieron a Pablo, y él había
contestado dando instrucciones básicas sobre este tema (cf. <461601>1 Corintios
16:1-4). En realidad, Pablo se había jactado ante los macedonios sobre la
disposición pronta de los corintios para contribuir a la ofrenda, y ahora se
sentía inquieto y temiendo que no justificaran su jactancia (<470901>2 Corintios 9:1-
4).
Más malas noticias de Corinto
Después de escribir 2 Corintios 1—9 Pablo recibió malas noticias sobre un
giro en los sucesos en Corinto. Hombres a los que Pablo llamó “falsos
apóstoles” (<471101>2 Corintios 11:13) estaban levantando toda clase de
acusaciones contra Pablo y sus mensajeros. Aparentemente, la iglesia corintia
había sido fuertemente influenciada por estos hombres, había aceptado el
evangelio de ellos (<471101>2 Corintios 11:1-4) y se había sometido a sus excesivas
demandas (<471101>2 Corintios 11:16-20). Todo esto causó una profunda crisis en
la relación entre Pablo y los corintios.
Pablo escribe 2 Corintios 10 —13
No es seguro si Pablo recibió información sobre la nueva crisis en Corinto
antes o después de que despachara 2 Corintios 1—9. De cualquier modo, fue
en respuesta a esta nueva situación que Pablo escribió 2 Corintios 10—13.
Estos capítulos fueron escritos para responder a las acusaciones de los falsos
apóstoles y para despejar las sospechas que éstas habían generado en las
mentes de los corintios. Pareciera un último intento desesperado del Apóstol
por llevar a la iglesia a recobrar el sentido, a asegurarse nuevamente de su pura
devoción a Cristo, y a revivir una vez más su lealtad para con Pablo, su padre
espiritual. En estos capítulos les advierte sobre la tercera visita que estaba
planeando, en la que, de ser necesario, demostraría su autoridad, aunque
esperaba que la respuesta de los corintios a lo que les había escrito hiciera
innecesaria tal demostración (<471201>2 Corintios 12:14; 13:1-4, 10).
Tercera visita de Pablo a Corinto
Según <442002>Hechos 20:2, 3, Pablo finalmente viajó a Grecia después de estar en
Macedonia, y pasó allí tres meses. Podemos suponer que en este período
realizó su prometida tercera visita a Corinto. Aparentemente, ya fuera como
resultado de lo que escribió en los caps. 10—13, o debido a su visita personal
a la ciudad por tercera vez, los problemas en la iglesia corintia quedaron
momentáneamente superados. Esto puede inferirse de la carta de Pablo a los
romanos, que fue escrita desde Corinto durante estos tres meses. En ella el
Apóstol escribe: “Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.
Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres
de entre los santos que están en Jerusalén” (<451525>Romanos 15:25, 26). Si los de
Acaya (que en su mayoría deben haber sido corintios) habían ahora contribuido
para la ofrenda, obviamente, los problemas reflejados en <471107>2 Corintios 11:7-
11 y 12:13-18 habían sido superados. Y si Pablo pasó tres meses en Grecia,
en un estado de ánimo que le permitió escribir Romanos, entonces la situación
en Corinto seguramente había mejorado notablemente.
Sería gratificante poder decir que después de todas estas cosas la iglesia de
Corinto fue creciendo en fortaleza cada vez más. Lamentablemente, no fue así.
En 1 Clemente (escrita cerca del año 95 d. de J.C.) hay indicaciones de que
una vez más la falta de armonía había llegado a constituir un problema.
LOS OPOSITORES DE PABLO EN CORINTO
En la reconstrucción de la secuencia de los acontecimientos en la relación de
Pablo con la iglesia de Corinto, detallada anteriormente, la oposición a Pablo
en esta iglesia consistió en dos fases. En la primera, reflejada en los caps. 1—7,
la oposición emanaba principalmente de un solo hombre; mientras que en la
segunda fase, reflejada en los caps. 10—13, la oposición emanaba de un grupo
de personas a las que Pablo denominó “falsos apóstoles”.
El opositor de los capítulos 1— 7
Tradicionalmente se ha considerado que el opositor al que Pablo se refiere en
los caps. 1—7 es el incestuoso mencionado en 1 Corintios 5. Sin embargo,
este punto de vista ha sido abandonado por la mayoría de los comentaristas del
siglo XX por dos razones principales. Primera, Pablo, quien en 1 Corintios 5
ordenaba tan firmemente la excomunión del que cometía incesto, difícilmente
cambiaría de parecer y rogaría su reincorporación en 2 Corintios 2. Este no es
un ataque que tenga demasiado peso, ya que subestima los efectos del
evangelio del perdón en la propia vida del Apóstol. Segunda, la ofensa a la que
Pablo se refiere en 2 Corintios 2 no es un comportamiento inmoral, sino un
ataque personal sobre él mismo y su autoridad apostólica. Esta es una objeción
mucho más sustancial. Pero el ofensor podría haber agregado a su anterior
pecado de inmoralidad una nueva ofensa, es decir, un ataque personal contra
Pablo y un rechazo de su autoridad. El escenario entonces podría haber sido el
que sigue:
Los corintios, cuando recibieron 1 Corintios, no llevaron a cabo en forma
inmediata la acción disciplinaria ordenada por Pablo contra el incestuoso. De
modo que cuando Timoteo llegó a Corinto encontró a la persona no
disciplinada y sin haberse arrepentido de su pecado. Cuando Pablo supo esto
cambió sus planes de viaje y cruzó inmediatamente a Corinto, con la intención
de manejar el asunto personalmente. Una vez allí fue objeto de un duro ataque
personal montado por el ofensor, quien ahora no era solamente culpable de
incesto, sino también de atacar a Pablo y rechazar su autoridad apostólica. La
iglesia no apoyó a Pablo, por lo cual éste se vio obligado a retirarse a Efeso.
Desde allí envió su carta “severa” exigiendo nuevamente a los corintios que
disciplinaran al ofensor. Finalmente la iglesia lo hizo, y cuando Pablo se enteró
de esto por medio de Tito, escribió 2 Corintios 1—7 expresando su gozo y
alivio, y pidiendo que el ahora presumiblemente arrepentido ofensor fuera
reincorporado en la iglesia.
Los falsos apóstoles de los capítulos 10—13
La segunda fase de la oposición consistió en un feroz ataque personal a Pablo
por parte de aquellos a quienes él llamó “falsos apóstoles”. La naturaleza del
ataque se refleja en la airada respuesta de Pablo en los caps. 10—13. La crisis
provocada por los falsos apóstoles estaba lejos de haber sido resuelta cuando
se escribió 2 Corintios 10—13.
Críticas de los falsos apóstoles a Pablo. Lo acusaban de ser “osado”
mientras estaba ausente y a una distancia prudente, pero “humilde” (o tímido)
cuando estaba presente (<471001>2 Corintios 10:1). Vivía “según la carne” (<471002>2
Corintios 10:2). Aunque sus cartas eran “duras y fuertes”, en persona era
“débil” y su palabra era “despreciable” (<471009>2 Corintios 10:9, 10). Criticaban la
afirmación de Pablo de ser un apóstol, diciendo que era inferior a ellos, porque
no era un orador “elocuente”, o sea, preparado (<471105>2 Corintios 11:5, 6).
También atacaban la integridad personal de Pablo en asuntos económicos,
insinuando que su negativa a aceptar sostén económico de los corintios (que
ellos obviamente aceptaban) era tanto una señal de que Pablo no amaba
verdaderamente a sus hijos espirituales (<471107>2 Corintios 11:7-11), como una
cortina de humo tras la cual él intentaba extraer una suma aun mayor de ellos
para sí mismo, por medio de la “estratagema” de la ofrenda (<471201>2 Corintios
12:14-18).
La identidad de los falsos apóstoles. De las diversas pistas que se dan en
los caps. 10—13, se deduce que los opositores de Pablo eran judíos cristianos
que estaban orgullosos tanto de sus antepasados judíos como de ser siervos de
Cristo. Si la demanda de cartas de recomendación a la que Pablo responde en
<470301>2 Corintios 3:1-3 surgió originariamente de estos hombres, parece
razonable la conclusión de que ellos sí tenían tales cartas de recomendación,
muy probablemente de Jerusalén. En ese caso tendrían cierta afinidad con el
grupo de Cefas que ya se había formado en Corinto y que habría favorecido la
forma judía del cristianismo relacionada con Pedro.
Pablo los acusó de predicar otro Cristo y un evangelio diferente (<471104>2
Corintios 11:4), acusación similar a la que levantó contra los hombres que
molestaban a las iglesias en Galacia (cf. <480106>Gálatas 1:6-9). Estos eran
creyentes judíos que querían imponer a los convertidos gentiles las obligaciones
de la ley y hacer que se sometieran a la circuncisión. No obstante, en 2
Corintios no hay indicios de que los que se oponían a Pablo en Corinto trataran
de imponer estas cosas. Hay otras diferencias significativas entre los que se
oponían a Pablo en Galacia y los falsos apóstoles de Corinto. Estos últimos
ponían gran énfasis en la oratoria (<471105>2 Corintios 11:5, 6), algo que no se
pretendía de los cristianos de Jerusalén (<440413>Hechos 4:13), ni,
presumiblemente, de aquellos que los representaban. Además, los falsos
apóstoles de Corinto parecen haber hecho hincapié en la importancia de las
experiencias y revelaciones por medio de visiones (<471201>2 Corintios 12:1),
demostraciones de poder que probaran que Cristo hablaba por medio de ellos
(<471303>2 Corintios 13:3) y las así llamadas “señales de un apóstol” (<471201>2
Corintios 12:11-13). Estas cosas, según lo que sabemos, tampoco eran
características de la forma de actuar de los judaizantes. Por todas estas
razones, los falsos apóstoles probablemente no deban ser identificados como
judaizantes.
En el mundo griego se asignaba gran importancia a la oratoria y había
fascinación por los que hacían maravillas y experimentaban visiones y
revelaciones (cf. <510218>Colosenses 2:18), y realizaban cosas asombrosas (cf.
<440809>Hechos 8:9-13). Los falsos apóstoles de Corinto quizá hayan sufrido la
influencia del mundo griego, o quizá hayan acomodado su enfoque a los
corintios que habían sufrido esa influencia. En 1 Corintios se ve claramente que
los creyentes de esta ciudad se enorgullecían de estas cosas y que Pablo debió
advertirles sobre el darles excesiva importancia (<460105>1 Corintios 1:5; 4:8-10;
13:1, 2). Aparentemente, entonces, quienes se oponían a Pablo eran o bien
creyentes judíos que habían sido influenciados por el mundo griego y habían
incorporado a su forma de ver el apostolado ciertas ideas griegas, o eran
creyentes judíos de la iglesia de Jerusalén que habían aceptado las ideas
dominantes entre los corintios para influir sobre ellos en contra de Pablo.
Diferencias teológicas entre Pablo y sus opositores. Si reunimos los
retazos de información que Pablo provee sobre las enseñanzas de sus
opositores, podemos encontrar dos áreas fundamentales de discrepancia
teológica entre ellos y Pablo. La primera está relacionada con el evangelio en sí
mismo, y ya hemos visto que Pablo considera que el mensaje que ellos
predicaban era un evangelio diferente, en el cual se presentaba un Cristo
diferente, y se recibía un Espíritu diferente.
La segunda área de discrepancia eran los criterios para decidir quién tenía
derecho a llamarse apóstol de Cristo. Tales criterios eran necesarios, ya que el
título de “apóstol” era reclamado por otros individuos, además de los doce de
la iglesia de los primeros tiempos. Los opositores de Pablo adoptaban lo que
podría llamarse un punto de vista triunfalista. Esperaban que un apóstol tuviera
una personalidad impactante, una presencia dominante y una buena capacidad
para la oratoria (<471001>2 Corintios 10:10), y que ejerciera la autoridad en su trato
con quienes estaban por debajo de él (<471102>2 Corintios 11:20, 21). La
pretensión de Pablo de ser apóstol descansaría en el hecho de recibir visiones y
revelaciones de Dios (<471201>2 Corintios 12:1), y sería apoyada por la realización
de señales y prodigios (<471201>2 Corintios 12:11-13). El actuaría como vocero de
Cristo y sería conocido como tal por las manifestaciones de poder en su
ministerio (<471303>2 Corintios 13:3, 4). Y en el aspecto más formal, el apóstol de
Cristo debía ser de linaje judío (<471102>2 Corintios 11:22) y tener cartas de
recomendación (<470301>2 Corintios 3:1), muy probablemente de los líderes judíos
de la iglesia en Jerusalén.
Por el bien de la iglesia corintia Pablo se vio obligado a señalar que su propio
ministerio no estaba falto de recomendaciones (<470302>2 Corintios 3:2, 3),
conocimiento (<471106>2 Corintios 11:6) o autoridad (<471301>2 Corintios 13:10).
También destacó que había experimentado visiones y revelaciones de Dios
(<471201>2 Corintios 12:1-5), que en verdad realizaba señales y prodigios (<471201>2
Corintios 12:11-13), y que podía mostrar evidencias de que Cristo hablaba por
su intermedio (<471303>2 Corintios 13:3, 4). Sin embargo, es obvio que Pablo
rechazaba toda esta forma de evaluar las pretensiones al apostolado y los
criterios triunfalistas involucrados en ella. Para Pablo, las señales del verdadero
ministerio apostólico eran sus frutos (<470302>2 Corintios 3:2, 3), la forma en que se
llevaba a cabo (es decir, en concordancia con la mansedumbre y ternura de
Cristo; <471001>2 Corintios 10:1) y el hecho de compartir los sufrimientos de Cristo
(<470408>2 Corintios 4:8-12; 11:23-28). Quien predica el evangelio de Cristo
crucificado, como Señor, ejemplificará en su ministerio la debilidad en que
Cristo fue crucificado y manifestará el poder del Señor resucitado (<470407>2
Corintios 4:7-12; 12:9, 10; 13:3, 4).
Tenemos aquí, por lo tanto, dos formas muy distintas de evaluar el ministerio
auténtico. Una es triunfalista y pone énfasis solamente en las manifestaciones de
poder y autoridad, sin dar lugar a la debilidad y el sufrimiento. La otra, aunque
también afirma la importancia del poder y la autoridad, insiste en que éstos no
pertenecen al apóstol en sí mismo, sino que dependen totalmente de la
autoridad de Dios que elige hacer descansar su poder sobre sus siervos en sus
debilidades, y manifestar su poder por medio de la locura de la predicación del
evangelio (<471209>2 Corintios 12:9, 10; cf. <460101>1 Corintios 1:17-2:5).
Ver también el artículo “Leyendo las epístolas”.
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
<470101>2 Corintios 1:1-11——Prefacio
1:1, 2 — Saludo
1:3-11— Acción de gracias
<470101>2 Corintios 1:12—7:15—Respuesta de Pablo ante la crisis resuelta
1:12—2:4— Pablo defiende sus repetidos cambios de planes de viaje
2:5-11— Perdón para el ofensor
2:12, 13— Esperando a Tito
2:14-17— Triunfantes en Cristo
3:1-3— Cartas de recomendación
3:4-6— Ministros del nuevo pacto
3:7-18— Contraste entre dos ministerios
4:1-6— La conducta de Pablo en el ministerio
4:7-12— Tesoro en vasos de barro
4:13-15— El espíritu de fe
4:16—5:10 La esperanza fundamental de Pablo
5:11—7:4— El ministerio de la reconciliación
7:5-16— Gozo de Pablo por la resolución de la crisis
<470801>2 Corintios 8:1—9:15— —La ofrenda
8:1-6— El ejemplo de los macedonios
8:7-15— Exhortación a los corintios a abundar
8:16-24— Elogio de quienes recogerán la ofrenda
9:1-5— Estar preparados y evitar la humillación
9:6-15— Exhortación a la generosidad
<471001>2 Corintios 10:1—13:14—Pablo responde a una nueva crisis
10:1-6— Una sentida súplica
10:7-11— Pablo responde a las críticas
10:12-18— No jactarse desmedidamente
11:1-6— Credulidad de los corintios
11:7-15— Por qué Pablo se niega a recibir sostén
11:16—12:13 “Palabras de un loco”
12:14-18— Pablo niega haberlos engañado
12:19-21— El propósito de las “palabras de un loco”
13:1-10— Pablo amenaza con tomar severas medidas
13:11-13— Exhortación y saludos finales
13:14— Bendición final
COMENTARIO
1:1-11 PREFACIO
1:1, 2 Saludo
1 En su saludo inicial a una iglesia en la cual se había cuestionado su autoridad
apostólica, Pablo se define a sí mismo como un apóstol de Cristo Jesús. Para
Pablo un apóstol era uno que había visto al Señor resucitado (<461503>1 Corintios
15:3-10; <480115>Gálatas 1:15, 16), a quien el Señor le había confiado el evangelio
(<480111>Gálatas 1:11, 12; 2:7), y en cuyo ministerio del evangelio se hacía evidente
la gracia de Dios (Romanos 1:5; 15:17-19; <480208>Gálatas 2:8, 9). Fue en el
camino a Damasco que Cristo comisionó a Pablo para que fuera un apóstol, y
esa comisión era apoyada por la voluntad de Dios. Aquellos a quienes saluda
son la iglesia de Dios que está en Corinto, lo cual refleja el hecho de que las
iglesias no son solamente asambleas de individuos que piensan en forma similar,
con un toque religioso, sino comunidades que pertenecen a Dios y disfrutan de
una relación especial con él. Pablo incluye en el saludo a todos los santos que
están en toda Acaya. Aquí la palabra santos no tiene connotación alguna de
las ideas del siglo XX sobre la canonización, sino que en cambio refleja el
hecho de que todos los creyentes son posesión especial de Dios. 2 Sobre
todos estos Pablo invoca gracia... y paz. Por gracia él entiende el cuidado o
la ayuda de Dios; ayuda mostrada al enviar a su Hijo al mundo para nuestra
salvación (cf. 8:9; <450508>Romanos 5:8) y en repetidos actos de amor, ayuda y
provisión (cf. <450832>Romanos 8:32). La paz es esencialmente esa paz objetiva
que Dios ganó por medio de la muerte de Cristo (cf. <490213>Efesios 2:13-18), el
reconocimiento de la cual produce en nosotros la conciencia de estar bien.
1:3-11 Acción de gracias
3 Siguiendo la costumbre de su época, Pablo incluye una acción de gracias
luego de su saludo inicial. En forma no acostumbrada, su agradecimiento se
concentra no en alguna característica de los lectores que sea digna de ser
destacada, sino en el Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
quien había consolado a Pablo en todas sus tribulaciones (incluyendo
sufrimientos físicos, peligros, persecuciones y ansiedad; cf. <470108>2 Corintios 1:8-
10; 4:7-12; 11:23-29). La consolación recibida fue algunas veces la liberación
de las tribulaciones o de la ansiedad, y otras veces el aliento en medio de ellas.
4-7 Aquí Pablo habla de consolación como aliento y gracia fortalecedora en
medio de los problemas. Dice que al ser consolados de esta manera por Dios,
también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier
tribulación. Un ser humano no puede traer liberación divina de la tribulación a
otro, pero es posible compartir con el otro el aliento recibido en medio de los
problemas que uno mismo ha sufrido. (Cuando Pablo habla de las tribulaciones
de los creyentes como las aflicciones de Cristo que abundan a favor
nuestro, probablemente se refiere a los sufrimientos soportados en nombre de
Cristo y experimentados como parte de lo que los judíos llamaban los “dolores
de parto del Mesías”, es decir, el período de tribulación que se esperaba que
introdujera la era mesiánica.) Pablo alienta a sus lectores señalando que,
aunque su ministerio puede haber sufrido muchos problemas, esto hizo posible
que ellos compartieran la consolación de Dios. 8-11 Aquí Pablo habla de
consolación como liberación de problemas. Durante su ministerio en Asia llegó
a perder aun la esperanza de vivir. Algunas veces Dios permite que esto
suceda para que no confiemos en nosotros mismos sino en él. Depender de
Dios en lugar de depender de la habilidad natural propia es de fundamental
importancia para la vida cristiana, pero tal actitud no surge naturalmente.
Muchas veces es preciso sufrir para que lleguemos a descansar en Dios. Pablo
testifica que aunque Dios utilizó el sufrimiento para enseñarle esta lección, en
esa ocasión él fue librado de tan terrible muerte.
1:12—7:15 RESPUESTA DE PABLO ANTE LA
CRISIS RESUELTA
Luego del saludo y de la acción de gracias Pablo prosigue directamente con su
respuesta a las noticias traídas por Tito. Antes de expresar su gozo y alivio ante
las noticias de las muestras de lealtad y afecto de los corintios hacia él, trata
algunas críticas que podrían haber afectado su relación.
1:12—2:4 Pablo defiende sus repetidos cambios de planes de viaje
12 Comienza defendiendo su integridad en general. En todo su contacto con los
corintios él había actuado con sencillez [la BA, BJ y VHA, traducen en
santidad] y... sinceridad, y no en sabiduría humana, sino en la gracia de
Dios. Lo que Pablo quiere contrastar aquí se expresa con mayor detalle en
<470201>2 Corintios 2:17: “No somos, como muchos, traficantes de la palabra de
Dios; más bien, con sinceridad y como de parte de Dios, hablamos delante de
Dios en Cristo.” La sabiduría humana es la que recurre a la astucia (cf. <470402>2
Corintios 4:2) o a la habilidad con las palabras (cf. <460201>1 Corintios 2:1) para
impresionar al que escucha. Un ministerio según la gracia de Dios es el que
depende del poder de Dios (cf. <460202>1 Corintios 2:2-5) para ser eficaz. 13 La
integridad general de Pablo se extiende también a las cartas que escribe:
Porque no os escribimos otras cosas que las que leéis y también
comprendéis. El no escribía una cosa queriendo decir otra. 14 Concluye
expresando la esperanza de que los corintios lleguen a reconocer que él y sus
colaboradores eran personas de integridad que podían ser para ellos motivo
de gloria, así como también vosotros lo seréis para nosotros en el día de
nuestro Señor Jesús. Pablo esperaba gozarse en el día final en lo que Dios
hubiera hecho en las vidas de sus hijos espirituales, y esperaba que en el
presente ellos pudieran sentir que podían gloriarse de lo que Dios estaba
haciendo en él.
15, 16 Habiendo defendido su integridad en términos generales, Pablo pasa a
justificar los cambios que había hecho en sus planes de viaje. Era con una cierta
confianza en el orgullo que los corintios sentían por él que había decidido
cambiar los planes anunciados en <461605>1 Corintios 16:5-7. Había cambiado
esos planes para que ellos pudieran tener una segunda gracia, es decir,
beneficiarse dos veces, de sus visitas en camino hacia y de vuelta de
Macedonia. 17 Esa confianza en los corintios en base a la cual Pablo había
cambiado sus planes aparentemente era infundada. Lo criticaron por esos
cambios, a tal punto que debió preguntar: ¿... Será que lo que quiero hacer,
lo quiero según la carne; de manera que en mí haya un “sí, sí” y un “no,
no”? Hacer planes según la carne implica la disposición para romper
compromisos con ligereza, sin pensar demasiado en las demás partes
involucradas, cambiando de “sí” a “no” sin preocuparse. El propósito de la
pregunta de Pablo era el obtener de parte de sus lectores una rotunda negación
de que su apóstol pudiera actuar de esa manera.
18-20 Para defender su cambio de planes Pablo atrae la atención de sus
lectores hacia la naturaleza del mensaje que les predicaba: Pero Dios es fiel:
Nuestra palabra para vosotros no es “sí y no”, agregando que todas las
promesas de Dios son en él “sí”. En lo que a Dios concierne las promesas no
se rompen arbitrariamente. Y, Pablo implica, que de la misma manera que Dios
es fiel en cumplir las promesas del evangelio, así también pueden confiar en que
Pablo como predicador del evangelio no dirá una cosa sobre sus planes de
viaje y luego hará otra sin una razón verdadera. 21, 22 La razón es que Dios es
el que nos confirma con vosotros en Cristo. Dado que es Dios quien hace
que Pablo permanezca firme, los corintios pueden saber que el Apóstol actuará
en forma íntegra. Y agrega que Dios es el que nos ungió; es también quien
nos ha sellado y ha puesto como garantía al Espíritu en nuestros
corazones. Son todas formas de referirse a que Dios le ha dado el Espíritu a
Pablo, tanto como la garantía “de lo que vamos a recibir” [DHH] (la parte que
le corresponde a Pablo en la gloria venidera de Dios) como el medio por el
cual Dios hace que Pablo permanezca firme, como una persona íntegra, en el
presente. 23, 24 Pablo pasa a demostrar que había actuado con integridad aun
cuando no pudo regresar a visitarlos como lo había prometido. La razón del
cambio de planes fue por consideración a vosotros. Para que esta alusión a la
acción disciplinaria no se tome en el sentido de que Pablo ejercía una tiranía
espiritual sobre los corintios, él se apresura a agregar: Porque no nos estamos
enseñoreando de vuestra fe. Más bien, somos colaboradores para vuestro
gozo. En virtud de su fe, ellos pueden presentarse por sí mismos ante Dios, y
en este sentido, no están sujetos a nadie más. 2:1, 2 La primera de las dos
visitas prometidas resultó ser con tristeza, por la forma en que él fue atacado.
Si hubiera hecho otra visita, ésta también hubiera sido dolorosa, pero por una
razón diferente: habría tenido que tomar medidas disciplinarias contra los
corintios, causándoles tristeza, y no hubiera quedado nadie que pudiera
alegrarlo. 3, 4 Por eso, en lugar de llevar a cabo la segunda visita prometida,
les escribió una carta “severa”, para que cuando llegue, no tenga tristeza
por causa de aquellos por quienes me debiera gozar. Tal carta fue escrita
con mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, y
seguramente contenía alguna clase de reprensión para los corintios (cf. <470708>2
Corintios 7:8, 9). Sin embargo, su propósito al escribirla no fue para
entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que tengo por
vosotros. Se necesita amor verdadero para confrontar una situación difícil,
aunque haya dolor, en lugar de esquivarla. Pablo no se elogió a sí mismo, pero
estaba preparado para correr el riesgo de ser acusado de hacerlo con tal de
poner las cosas en claro. Si queremos resolver los conflictos, también nosotros
debemos estar listos para hacer esto, evitando la mera autojustificación. En los
conflictos entre el pueblo de Dios están en juego cosas más importantes que
nuestras propias reputaciones. Si tales conflictos no se manejan de la forma
adecuada, Satanás es el único que saca ventaja (cf. <470201>2 Corintios 2:11).
Nota. La palabra conciencia se encuentra más veces en las cartas de Pablo
que en todos los demás libros del NT juntos. A diferencia de los estoicos,
Pablo no consideraba que la conciencia fuera la voz de Dios en el interior de la
persona, ni limitaba su función a juzgar las acciones pasadas de la persona
(generalmente los malos), como se pensaba en el mundo gr. secular de su
época. Para Pablo la conciencia era una facultad humana por la cual una
persona juzga sus acciones (ya sean realizadas, o la sola intención) y las de los
demás. La conciencia juzga la acción humana a la luz de la pauta moral más alta
que la persona perciba. Dado que la totalidad de la naturaleza humana ha sido
afectada por el pecado, tanto la percepción que la persona tiene de esa pauta
moral como el funcionamiento de la conciencia misma (como parte de la
naturaleza humana) también son afectadas por el pecado. Por esta razón, la
conciencia jamás puede ser juez supremo del comportamiento propio. Es
posible que la conciencia nos excuse por aquello que Dios no nos excusa; y de
manera inversa, es igualmente posible que la conciencia condene a una persona
por algo que Dios permite. El juicio final, por tanto, sólo pertenece a Dios (cf.
<460402>1 Corintios 4:2-5). No obstante, rechazar la voz de la conciencia es
arriesgarse a un desastre espiritual (cf. 1 Corintios 8; <540119>1 Timoteo 1:19),
pero podemos modificar la pauta moral que sirve de referencia a la conciencia,
obteniendo una mayor comprensión de la verdad.
2:5-11 Perdón para el ofensor
5 Antes de pedir a los corintios que restauren a la persona que se había
opuesto a él, Pablo les recuerda que la ofensa no sólo lo había entristecido a él,
sino a toda la iglesia de Corinto. 6 No obstante, basta ya para dicha persona
la reprensión de la mayoría. Aquí nos enteramos de que finalmente la iglesia
llevó a cabo las instrucciones de Pablo y disciplinó al ofensor (cf. <470701>2
Corintios 7:11, 12). 7, 8 Pablo estaba preocupado por el ofensor mismo, para
que no sea consumido por demasiada tristeza. Por ello instó a los corintios a
reafirmar su amor para con el ofensor arrepentido. 9, 10 Pablo destaca que
escribió no sólo para demandar una acción disciplinaria sino para probar la
obediencia de ellos. Habían demostrado ser obedientes a sus instrucciones, y
ahora él los insta a perdonar al ofensor, asegurándoles que él también lo
perdona. 11 El perdón y restauración del ofensor es esencial para que no
seamos engañados por Satanás, es decir, para que éste no saque ventaja de
la iglesia privándola en forma permanente de uno de sus miembros, y
explotando el fracaso moral para hacer que la persona culpable se aparte. La
actitud general de Pablo para con el ofensor es un recordatorio para nosotros
de que no se debe ignorar ni condonar el pecado manifiesto y notorio en los
miembros de la iglesia. Por el bien de la iglesia misma, y por el honor del
nombre de Dios, deben tomarse medidas disciplinarias. La actitud de Pablo al
respecto también nos recuerda que el propósito de tales medidas disciplinarias
es la restauración final de la persona culpable. Aquellos que predican la
reconciliación también deben practicarla. No deben contentarse con disciplinar
a los que pecan, sino estar dispuestos a reafirmar su amor para con ellos una
vez que se hayan arrepentido.
2:12, 13 Esperando a Tito
Un tiempo después del regreso de Pablo a Efeso, luego de esa “dolorosa”
visita y después de que enviara su carta “severa”, se dirigió a Troas, donde
esperaba encontrarse con Tito y recibir noticias de él en cuanto a la situación en
Corinto. Al llegar, encontró que se le había abierto puerta en el Señor, para
predicar el evangelio. Pero dado que no encontró a Tito allí, dice: No tuve
reposo en mi espíritu, por lo cual continuó hacia Macedonia donde esperaba
interceptarlo. El hecho de que Pablo haya abandonado una puerta abierta para
predicar subraya la ansiedad que sentía mientras esperaba noticias de Tito. El
alivio que Pablo sintió al encontrarse con Tito en Macedonia se describe en
<470705>2 Corintios 7:5-16, pero antes de contarles a sus lectores sobre esto, hace
una larga digresión (<470201>2 Corintios 2:14—7:4), en la cual habla sobre la
naturaleza de su ministerio y cómo fue sostenido en tiempos de gran tribulación.
2:14-17 Triunfantes en Cristo
Lo que Pablo ha estado diciendo hasta ahora en la carta podría ser tomado
como un relato un tanto deprimente de su ministerio. Ha hablado de las
privaciones sufridas en Asia, las críticas a su integridad, la tristeza que
experimentara en Corinto y el no poder dedicarse a la predicación en Troas.
Como si quisiera equilibrar este relato bastante deprimente, cambia ahora por
una nota positiva, describiendo cómo Dios siempre y en cada lugar le ha
permitido llevar a cabo un ministerio efectivo.
14 A pesar de las dificultades Pablo podía decir: Pero gracias a Dios, que
hace que siempre triunfemos en Cristo. DHH traduce así: “Gracias a Dios
que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo Jesús”, y la imagen
posiblemente corresponde a una procesión triunfal romana, donde Pablo se
imagina como un soldado a quien Dios lleva en triunfo. En este contexto tal
imagen no apoya un enfoque triunfalista del ministerio, ya que Pablo tiene en
mente la victoria por medio del sufrimiento. En la procesión triunfal se ofrecía a
los dioses incienso de olor fragante, y Pablo dice que por medio de nosotros
Dios manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento [de Cristo]. 15, 16
Aquellos que dan a conocer las buenas nuevas son como un olor fragante
para Dios; aquellos que obedecen el evangelio son como olor de vida, pero
para quienes desobedecen son olor de muerte. Sabiendo que la predicación
del evangelio tiene implicancias tan serias para quienes lo escuchan y, por lo
tanto, conociendo la enorme responsabilidad de quienes lo predican, Pablo
pregunta: ¿Quién es suficiente? (No es sino hasta <470305>2 Corintios 3:5 que
encontramos la respuesta: “No que seamos suficientes en nosotros mismos...
sino que nuestra suficiencia proviene de Dios”.) 17 Pablo sentía esta enorme
carga de responsabilidad, ya que no somos, como muchos, traficantes de la
palabra de Dios. El se negaba a adulterar la palabra de Dios (cf. <470402>2
Corintios 4:2) y quitar lo que pudiera ofender a alguno, para obtener a través
de ella alguna ganancia personal. Por el contrario, hablaba con sinceridad,
consciente de su responsabilidad ante Dios.
3:1-3 Cartas de recomendación
Pablo responde ahora a las críticas por no haber presentado cartas de
recomendación cuando llegó a Corinto. Las críticas probablemente provenían
de los falsos apóstoles y fueron emitidas en el ataque a Pablo. 1, 2 El Apóstol
responde diciendo que era absurdo que se le requirieran cartas de
recomendación, ya que vosotros sois nuestra carta. La existencia misma de
la iglesia en Corinto era un testimonio de la validez de su ministerio. 3 La iglesia
era una carta de Cristo. Cristo había confiado a Pablo la tarea de escribir una
“carta viva” en los corazones de los creyentes corintios. Para este ministerio, a
Pablo se le había otorgado la tinta del Espíritu. Por gracia de Dios la carta era
un elogio del mismo ministerio que la había producido. Aunque hay algunas
circunstancias en que un ministerio fiel no es recompensado por resultados
visibles, tal observación no debe ser utilizada como excusa para los ministerios
ineficaces en otras circunstancias. Normalmente es correcto que nuestros
ministerios sean juzgados por sus resultados.
3:4-6 Ministros del nuevo pacto
4, 5 Aquí Pablo contesta la pregunta que formulara en <470201>2 Corintios 2:16,
demostrando que su competencia viene de Dios. No refleja una humildad
exagerada, sino más bien un sobrio reconocimiento del hecho de que la obra
espiritual puede realizarse únicamente por el poder que Dios provee a través de
su Espíritu. 6 El ministerio de Pablo bajo el nuevo pacto no era de la letra,
sino del Espíritu. El contraste aquí es entre la ley de Moisés y el Espíritu
Santo, respectivas características principales del antiguo y del nuevo pactos. La
letra mata en la medida en que pronuncia juicio sobre aquellos que quebrantan
la ley. El Espíritu vivifica, porque bajo el nuevo pacto los pecados son
perdonados y no se los recuerda más, y el Espíritu capacita a las personas para
vivir para Dios.
3:7-18 Contraste entre dos ministerios
En esta sección Pablo utiliza <023429>Éxodo 34:29-32 (7-11) y 33-35 (12-18)
para ampliar el contraste entre los ministerios del nuevo y el antiguo pactos a fin
de demostrar la superioridad del primero. El propósito principal de Pablo es
destacar el carácter glorioso del ministerio que se le ha confiado, y explicar así
por qué, a pesar de tantas dificultades, no se desanima (cf. 4:1).
7-11 <023429>Éxodo 34:29-32 habla de la gloria que se manifestó cuando Dios dio
la ley, gloria que se reflejó en el rostro resplandeciente de Moisés, y que
provocó temor en los corazones de los israelitas. Pablo reconoce que el antiguo
pacto iba acompañado de gloria, pero argumenta que el nuevo pacto está
acompañado de una gloria más excelente aun. Pablo argumenta que el nuevo
pacto es superior al antiguo basándose en tres puntos: El ministerio del Espíritu
es más glorioso que el ministerio de muerte (7, 8); el ministerio de
justificación tiene mayor gloria que el ministerio de condenación (9); y el
ministerio que permanece tiene mayor gloria que el que se desvanecía (11). El
ministerio del antiguo pacto, en el cual la ley condenaba a los transgresores, se
desvaneció con la llegada de Cristo. El ministerio del nuevo pacto se lleva a
cabo en el poder del Espíritu; les da a las personas una posición correcta ante
Dios, y permanece porque no será reemplazado por otro.
12-18 <023433>Éxodo 34:33-35 cuenta cómo Moisés cubrió su rostro con un velo
después de comunicar la ley de Dios a los israelitas, para que no tuvieran que
contemplar su esplendor. Pablo interpreta esto como un intento de ocultar a los
israelitas el carácter transitorio de la gloria que acompañaba al antiguo pacto, y
hace un contraste entre la falta de valentía de Moisés con la valentía que él
mismo tiene como ministro del nuevo pacto (12, 13). También ve en el
cubrimiento del rostro de Moisés con un velo algo similar al velo que cubría las
mentes de muchos de sus contemporáneos judíos, que no comprendían
adecuadamente la ley de Moisés cuando se leía en sus sinagogas (14, 15). Los
creyentes, aquellos que se han entregado al Señor, ya no tienen velo sobre sus
mentes (16) y, por lo tanto, a cara descubierta reflejan (o quizá, contemplan)
la gloria del Señor, y al hacerlo, son transformados de gloria en gloria en la
misma imagen (18).
El propósito principal de Pablo al destacar la gloria superior del ministerio del
nuevo pacto era explicar por qué él actuaba con mucha confianza y no
desmayaba (12; cf. <470401>2 Corintios 4:1). También es posible que haya querido
usar este argumento para contrarrestar la enseñanza de sus opositores en
Corinto, quienes ponían gran énfasis en su linaje judío (cf. <471102>2 Corintios
11:21b, 22).
4:1-6 La conducta de Pablo en el ministerio
1, 2 Dado que le había sido confiado un ministerio tan grande, dice Pablo, no
desmayamos. Por esa razón también rechazamos los tapujos de vergüenza,
o como traduce DHH: “Hemos rechazado las cosas vergonzosas que se hacen
a escondidas.” Expresado en forma negativa, esto implicaba la negación a
proceder con astucia o a adulterar la palabra de Dios (es decir, mezclarla con
ideas extrañas; cf. con comentario sobre <470201>2 Corintios 2:17). Positivamente,
implicaba una clara demostración de la verdad. Aunque debemos luchar por
hacer que la verdad de la palabra de Dios sea clara para las personas en las
situaciones en que se encuentran, no necesitamos, como tampoco Pablo,
manipularla para hacerla eficaz. Presentada en una forma directa, y en
dependencia del Espíritu Santo, la palabra de Dios alcanzará los objetivos por
los cuales Dios la envía (cf. <235510>Isaías 55:10, 11).
3, 4 La referencia de Pablo a aquellos para los cuales nuestro evangelio está
encubierto es esencialmente a sus contemporáneos judíos que no comprendían
que sus propias Escrituras señalaban a Cristo (cf. <470301>2 Corintios 3:14, 15) y
cuyo entendimiento ha sido cegado por el dios de esta edad presente. Sin
embargo, en base a otras referencias en esta carta es claro que Pablo no
consideraba que la actividad del dios de esta edad presente (Satanás)
estuviera limitada a los judíos (cf. <470201>2 Corintios 2:11; 11:3, 14). Aquellos
cuyas mentes han sido cegadas no pueden ver el resplandor del evangelio, y
el evangelio trata de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios. Cuando
Pablo habla de Cristo como la imagen de Dios, puede estar refiriéndose a su
humanidad (cf. <010126>Génesis 1:26: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza”) o a su transcendencia (algunas veces se
personificaba a la sabiduría como la imagen de Dios; cf. <200822>Proverbios 8:22-
31; <510115>Colosenses 1:15-20). 5-6 Si el evangelio trata de la gloria de Cristo,
entonces Pablo no predica sobre sí mismo (como hacen otros), sino que
predica a Cristo Jesús como Señor y se considera un siervo de aquellos a
quienes les predica. La base del ministerio de Pablo es el privilegio de haber
visto por sí mismo la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo (inicialmente,
en el camino a Damasco). Sólo podemos predicar a otros el Cristo que
nosotros mismos hemos conocido.
4:7-12 Tesoro en vasos de barro
7 Aquellos que llevan la gloriosa luz del evangelio son comparados con vasos
de barro, económicos y fácilmente rompibles; esto sirve para mostrar que el
poder que se libera a través de la predicación del evangelio es de Dios, y no de
nosotros. 8-12 Pablo ilustra este principio con una serie de afirmaciones
(atribulados en todo, pero no angustiados...) y lo utiliza para mostrar que el
poder de Dios no sólo lo sostiene, sino que obra a través de él para dar vida a
otros (en nosotros actúa la muerte, pero en vosotros actúa la vida). Las
referencias a muerte y vida aquí no deben ser interpretadas místicamente, sino
en forma muy concreta, eso es, en el curso de su ministerio Pablo estuvo
continuamente expuesto a la muerte (cf. <470108>2 Corintios 1:8-10; <450836>Romanos
8:36), pero al mismo tiempo experimentó el poder de la vida de Cristo obrando
en y a través de él.
4:13-15 El espíritu de fe
Como el salmista que mantuvo su fe en medio del sufrimiento y dijo: Creí; por
tanto, hablé (<19b610>Salmo 116:10), Pablo dice: Nosotros también creemos;
por lo tanto también hablamos. El confiaba en el Dios que levanta a los
muertos, lo que le permitía seguir predicando, sabiendo que traería beneficio a
sus oyentes y acción de gracias a Dios.
4:16—5:10 La esperanza fundamental de Pablo
16-18 Aunque exteriormente Pablo se estaba desgastando (cf. vv. 7-12), no
desmayaba, ya que interiormente se iba renovando día a día. Y de todos
modos, los problemas exteriores eran una momentánea y leve tribulación
comparados con el peso y el carácter eterno de la gloria que experimentaría
como resultado. Pablo soportaba las aflicciones en el mundo visible actual,
manteniendo delante de sí las glorias del mundo aún invisible.
5:1-10 Es a la luz de este concepto que Pablo pasa a explicar qué es lo que él
espera para cuando nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshaga.
1 La forma en que interpretemos este versículo determinará en gran medida la
forma en que interpretaremos la totalidad del bloque 5:1-10. En el contexto
general de <470401>2 Corintios 4:16—5:10, la destrucción de la casa terrenal en la
que vivimos se refiere a la destrucción del cuerpo en la muerte. Pablo preveía
que sus aflicciones podrían intensificarse tanto que llegarán a la muerte.
Consciente de que esta tienda temporal podía destruirse tan fácilmente, les
recuerda a sus lectores que tenemos un edificio de parte de Dios, una casa
no hecha de manos, eterna en los cielos. Un factor importante para
determinar lo que Pablo quiere decir aquí es el paralelismo que se observa en el
versículo. Lo que es terrenal y amenazado de destrucción (1a) será
reemplazado por algo correspondiente a ello pero que es eterno (1b). Si el
primero se refiere al cuerpo terrenal del creyente, parece ser que el último se
refiere a otro cuerpo, es decir, el cuerpo resucitado del creyente (cf.
<450818>Romanos 8:18-23). 2-5 Pablo habla de su anhelo de ser librado de la
cargas que experimenta en su cuerpo terrenal. No es que anhele una existencia
incorpórea, como los gnósticos, sino que espera ansiosamente la vida en el
cuerpo resucitado. Esto es lo que quiere decir con las palabras porque no
quisiéramos ser desvestidos, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea
absorbido por la vida. Dios nos ha hecho para este propósito, y les da su
Espíritu a los creyentes como garantía de que su propósito se concretará. 6-8
Hasta este punto Pablo ha hablado de que la destrucción del cuerpo terrenal
será compensada con la provisión de un cuerpo resucitado, pero sin hacer
indicación alguna de que lo primero sucederá antes que lo segundo. Aquí, quizá
debido a una creciente conciencia de que él personalmente podría experimentar
la muerte antes de la resurrección general, vuelve su atención a este tema.
Primero, afirma nuevamente su confianza en Dios que hace que no se desanime
(cf. <470201>2 Corintios 2:14; 3:4, 12; 4:1, 16), y luego reconoce claramente que su
situación actual deja latente un deseo: Durante nuestra estancia en el cuerpo
peregrinamos ausentes del Señor. En el v. 7 descubrimos lo que esto
significa, ya que allí Pablo agrega: Andamos por fe, no por vista. Esto sugiere
que durante nuestra estancia en el cuerpo Dios no es accesible a nuestra
vista (y en ese sentido estamos ausentes del Señor), pero que es accesible
solamente por fe. Prosigue diciendo que es preferible estar ausentes del
cuerpo, y estar presentes delante del Señor, porque en esa condición el
Señor sería accesible por vista, y ya no solamente por fe. Así Pablo parece
reconocer que tendrá que experimentar una existencia no corpórea si muere
antes de la segunda venida de Cristo. No nos brinda claves de lo que él cree
que sería este estado “no corpóreo”. Lo que hace en los vv. 9, 10 es subrayar
algo mucho más importante que eso.
9-10 En última instancia, lo que más importa no es especular sobre nuestro
estado futuro, sino el decidirnos a ser agradables a Dios sin importar en qué
estado nos encontremos. Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, y entonces cada uno recibirá lo
que le corresponde según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea
bueno o malo. En este contexto, lo que [cada uno] haya hecho por medio
del cuerpo, solamente puede referirse a lo que una persona hace en esta vida.
Ante el Señor, tendremos que dar cuenta de nuestras acciones, y seremos
recompensados o sufriremos pérdida, según corresponda.
5:11 —7:4 El ministerio de la reconciliación
En esta sección central de la carta, Pablo llama a los corintios a reconciliarse
con Dios y a abrir sus corazones a él, como su apóstol. Aclara los fundamentos
para hacer este llamado, respondiendo primero a las críticas sobre el estilo de
su ministerio (<470501>2 Corintios 5:11-15), y luego estableciendo la base teológica
sobre la que descansa la reconciliación (<470501>2 Corintios 5:16-21). Además,
hace sus apelaciones (<470601>2 Corintios 6:1-13; 7:2-4) e intercala entre ellas un
llamado a la vida santa (<470601>2 Corintios 6:14—7:1).
11 Pablo declara que actúa con integridad en todos sus intentos por persuadir a
las personas sobre la verdad del evangelio. Está motivado por un sano temor
del Señor, y lo que él es está claramente a la vista de Dios. 12 Anticipándose a
que sus opositores podrían decir que él simplemente está comenzando a
elogiarse a sí mismo una vez más, dice que su propósito al explicar sus motivos
es permitir que sus lectores contesten sus críticas. 13 Además, afirma que si les
parece que está demente, eso es algo entre él y Dios, pero cuando habla cosas
comprensibles, es para beneficio de sus oyentes. 14, 15 Aquí argumenta que
no podría hacer otra cosa que no fuera servir a Cristo, luchando por hacerlo
con la mayor integridad, ya que lo constriñe el amor de él. Está convencido de
que Cristo murió en su lugar, y ahora él quiere vivir para Jesús. Vemos aquí dos
aspectos de la motivación de Pablo para el ministerio, cada uno de los cuales
debería reflejarse en nuestra propia motivación en nuestro servicio al Señor.
Por un lado, Pablo es consciente de que es responsable (de rendir cuentas), y
por tanto siente un santo temor (11), y por el otro, conoce el gran amor de
Cristo y por eso no puede hacer otra cosa que vivir para aquel que murió y
resucitó por él (14, 15).
16, 17 Un de los resultados de la muerte de Cristo y su resurrección es que
Pablo tiene un nuevo punto de vista: De manera que nosotros, de aquí en
adelante, a nadie conocemos según la carne. Los atributos y logros que
anteriormente podían haber resultado muy valiosos para él, son ahora
insignificantes a sus ojos (cf. <500304>Filipenses 3:4-8). También significa que ve a
Cristo de una manera nueva. Antes de su conversión, él juzgaba a Cristo
usando criterios del mundo, y llegó a conclusiones equivocadas, pero ya no lo
hace más. Algo de la tremenda importancia de Cristo se ve en el hecho de que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es, por eso puede decirse que las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Estar en Cristo es
estar ya participando de la nueva creación. Es cierto que por ahora todavía
persiste lo viejo y que lo nuevo no se ha manifestado plenamente (cf.
<450818>Romanos 8:18-25; <480516>Gálatas 5:16-26). Pero en este pasaje es la
novedad de vida en Cristo ahora lo que se subraya, no la tensión propia de
participar de la nueva creación mientras seguimos viviendo como parte de la
vieja.
18-20 De esta nueva creación en la que los creyentes ya participan, Pablo dice
que todo esto proviene de Dios, porque fue Dios quien tomó la iniciativa en
Cristo para reconciliarnos consigo mismo, sin tener en cuenta nuestros
pecados. Habiéndonos reconciliado, Dios nos ha dado el ministerio de la
reconciliación, de modo que a través de nosotros como embajadores suyos él
exhorta a otros a que se reconcilien con él. Ellos deben responder a esa
exhortación para poder también experimentar la reconciliación. Este es el
lenguaje que se utiliza en la evangelización, pero sorprendentemente Pablo lo
dirige a sus hijos espirituales (os... rogamos), algo que se hace aun más claro
en <470601>2 Corintios 6:1, 2, 11-13 y 7:2-4.
21 Antes de continuar con su exhortación a los corintios, Pablo hace una
afirmación extremadamente profunda a pesar de ser muy concisa, sobre la obra
de Cristo: Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado. Se
han sugerido varias interpretaciones al respecto: que Cristo fue hecho pecador;
que fue hecho ofrenda por el pecado; que debió cargar con las consecuencias
de nuestros pecados. La primera sugerencia es justamente rechazada por ser
totalmente incorrecta. La segunda puede ser apoyada considerando el uso que
Pablo hace de la terminología de los sacrificios en otros lugares (cf.
<450325>Romanos 3:25; <460507>1 Corintios 5:7) y el hecho de que en la versión gr. de
<030424>Levítico 4:24 y 5:12 la palabra que aquí se traduce como pecado se utiliza
para significar “ofrenda por el pecado”. La tercera interpretación se apoya en
lo que Pablo dice en <480313>Gálatas 3:13, al hablar de la muerte de Cristo en
términos de soportar las consecuencias de nuestros pecados: “Cristo nos
redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).” Esta interpretación se
apoya, además, en el hecho de que la aseveración al que no conoció pecado,
por nosotros Dios le hizo pecado queda equilibrada por la aseveración
opuesta, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él. Si
convertirse en la justicia de Dios significa que Dios ha pronunciado un juicio a
nuestro favor y nos pone en la relación correcta con él, entonces, convertirse en
pecado, como opuesto a eso, significaría que Dios pronunció juicio contra
Cristo (porque éste tomó sobre sí mismo la carga de nuestros pecados; cf.
<235304>Isaías 53:4-6, 12) con la consecuencia de que, por nosotros, su relación
con Dios quedó cortada momentánea pero terriblemente más allá de toda
comprensión humana (cf. <402746>Mateo 27:46). Entonces, no es extraño que el
amor de Cristo fuera una fuerza motivadora tan grande en la vida de Pablo; y
una vez que comprendemos la significación del amor de Cristo por nosotros,
también será una enorme fuerza motivadora en nuestras propias vidas.
6:1, 2 Pablo exhorta a sus lectores a no recibir la gracia de Dios... en vano,
es decir, a no dejar que su respuesta al evangelio sea arruinada por permitir
críticas al evangelio o a aquel que se lo trajo. Para subrayar la gravedad de su
ruego, Pablo les recuerda que éste es el tiempo favorable de Dios e implica que
no deberían recibir este favor de Dios en vano.
3-10 Pablo insiste en que la forma en que ha conducido su propio ministerio no
constituye una piedra de tropiezo que pueda ser obstáculo para que los
corintios reciban la gracia de Dios en la forma adecuada. En cambio, él ha
intentado de todas las maneras posibles reconocerse como un siervo de Dios,
soportando privaciones (4b, 5) y actuando con integridad (6, 7), sin importar si
sus propias experiencias en el ministerio eran agradables o dolorosas (8-10).
En todos los altibajos de la vida y del ministerio como cristianos debemos
actuar con integridad. Si no lo hacemos, nuestras vidas pueden convertirse en
piedras de tropiezo para aquellos con quienes queremos compartir el evangelio.
6:14—7:1 Pablo hace aquí una digresión para urgir a sus lectores a no tener
nada que ver con la adoración pagana, sino a vivir vidas santas por reverencia a
Dios. El llamado: No os unáis en yugo desigual con los no creyentes significa
aquí el no participar en la adoración pagana junto con los no creyentes. Esto se
aclara con las cinco preguntas retóricas que siguen en los vv. 14b-16,
especialmente la última: ¿Qué acuerdo puede haber entre un templo de Dios
y los ídolos? (16a). Los creyentes no pueden participar en la adoración
idólatra porque son templo del Dios viviente, y Dios ha dicho: Habitaré y
andaré entre ellos. Dado que una persona no puede a la vez andar con Dios y
participar en un culto idólatra, los creyentes deben apartarse de la idolatría.
Pablo hace hincapié en esto, apelando a exhortaciones en el AT a no tener
nada que ver con lo que sea impuro, y a promesas de Dios en el AT de recibir
como un Padre a aquellos que se apartan de la idolatría (17, 18). A la luz de
estas promesas Pablo insta a sus lectores a dejar atrás todo lo que los
contamina, y concentrarse en perfeccionar la santidad en el temor de Dios
(<470701>2 Corintios 7:1). Este pasaje presenta problemas para el lector porque no
es clara su conexión con lo que lo precede y le sigue, y es difícil de entender
por qué Pablo lo insertó en este momento en la carta. Quizá sea que Pablo,
profundamente preocupado por restablecer la comunión con los corintios, les
estuviera recordando que esto podía lograrse únicamente si cesaban toda
participación en los cultos paganos. O, podría ser que estuviera advirtiendo a
sus lectores que si se unían a la oposición a él y su evangelio, eso sería lo
mismo que ponerse del lado de Satanás o Belial. Por supuesto, es posible que
Pablo haya saltado de un tema a otro, y que no haya conexión lógica. La
mayoría de las personas, al escribir cartas, lo hace ocasionalmente, y
deberíamos dar margen a la posibilidad de que Pablo lo haya hecho aquí.
2-4 Luego de la digresión de <470601>2 Corintios 6:14—7:1, Pablo renueva su
llamado a una plena reconciliación entre él mismo y los corintios, instándolos a
recibirlo: “¡Hágannos un lugar en su corazón!” (DHH), “Dadnos lugar en
vuestros corazones” (BJ). Al hacerlo subraya que nada en su propio
comportamiento para con ellos constituye un obstáculo para tal reconciliación:
A nadie hemos agraviado; a nadie hemos corrompido; a nadie hemos
explotado. Además, para apoyar su pedido de una plena reconciliación, les
asegura que él tiene un gran lugar para ellos en su corazón, que tiene gran
confianza y orgullo de ellos (3, 4a) y que habiendo escuchado las buenas
noticias de Tito en relación con la respuesta a su carta “severa”, sobreabundó
de gozo. Aquí vemos a Pablo practicando, en su relación con los corintios, la
reconciliación que les predicaba a los demás. Nuestra credibilidad como
mensajeros de reconciliación depende en parte de si somos personas
reconciliadoras en nuestras relaciones con los demás.
7:5-16 Gozo de Pablo por la resolución de la crisis
En esta sección Pablo retoma el hilo de lo que dejó en <470201>2 Corintios 2:13.
No habiendo podido dedicarse a la evangelización en Troas sin Tito, Pablo
había cruzado a Macedonia, esperando encontrarse con su amigo allí. 5-7 En
Macedonia Pablo se encontró con que en todo fuimos atribulados, teniendo
de fuera conflictos, de dentro temores. Los conflictos eran, muy
probablemente, disputas acaloradas con no creyentes (cf. <441705>Hechos 17:5-
14) o con cristianos opositores (cf. <500302>Filipenses 3:2), mientras que los
temores eran, o a la persecución (cf. <441809>Hechos 18:9), o a las pérdidas
espirituales que se producirían si los corintios no reaccionaban positivamente a
su carta anterior. No obstante, Dios le dio a Pablo una gran consolación con la
llegada de Tito. Junto con la consolación por la presencia de Tito, estaban las
buenas noticias que éste le trajo sobre las renovadas expresiones por parte de
los corintios de sus deseos de volver a verlo y de su preocupación por él.
8-11 Pablo habla de la tristeza que sintió por haber escrito esta carta “severa”,
pero que al enterarse de su resultado ya no lo lamenta más (8). Está feliz
porque la carta llevó a un arrepentimiento genuino de parte de los corintios,
produciendo mucha diligencia, muchas disculpas (por haber sido cómplices
del ataque a Pablo), indignación (contra el ofensor) y temor (al haberse dado
cuenta de lo que pasaba), ansiedad y celo (por restaurar su relación con
Pablo, cf. v. 7) y vindicación (el deseo de hacer justicia llevando a cabo una
acción disciplinaria contra el ofensor). Pablo dice que la consecuencia de esta
vigorosa respuesta fue que en todo os habéis mostrado limpios en el asunto.
12, 13a A la luz de esta respuesta Pablo puede decir a sus lectores que su
propósito fundamental al escribir esa carta “severa” no era por causa del que
cometió la ofensa (es decir, no simplemente para hacer que actuaran en contra
del ofensor), ni por causa del que la padeció (es decir, no simplemente para
ser reivindicado), sino para que vuestra solicitud por nosotros se
manifestara entre vosotros. Pablo, en consecuencia, concluye: Por tanto,
hemos sido consolados. Este final feliz subraya la importancia de tratar las
situaciones conflictivas en el amor de Dios, en lugar de ignorarlas y esperar que
desaparezcan.
13b Pablo explica con mayor detalle las razones de su gozo al encontrarse con
Tito. Nos gozamos por el gozo de Tito, por ver cuán feliz lo habían hecho los
corintios. 14 Antes de enviar a Tito a Corinto, Pablo se había jactado ante él
con respecto a los corintios (probablemente se había jactado de su verdadera
actitud como congregación, a pesar de que anteriormente no hubieran
defendido a su apóstol cuando el ofensor lo atacó), y todo lo que Pablo dijo,
Tito pudo comprobar que era cierto. 15, 16 Como resultado, aun el afecto de
Tito por los corintios había aumentado, y Pablo puede decir: Me gozo de que
en todo puedo confiar en vosotros.
8:1—9:15 LA OFRENDA
Habiendo hablado de su gran gozo y alivio ante las noticias que Tito le había
traído sobre la respuesta de los corintios a su carta, Pablo procede a tocar el
tema de la ofrenda que se estaba colectando entre las iglesias gentiles para
ayudar a los creyentes
judíos pobres de Judea. Estos habían sufrido duramente por hambrunas
producidas durante el reinado del emperador Claudio (41 al 54 d. de J.C.), y la
iglesia en Antioquía (Siria), de mayoría gentil, había respondido rápidamente
enviando ayuda con Pablo y Bernabé (<441127>Hechos 11:27-30). En <480210>Gálatas
2:10 Pablo cuenta cómo los líderes de la iglesia de Jerusalén, habiendo
reconocido su apostolado a los gentiles, lo instaron a continuar recordando a
los pobres, lo cual hacía con diligencia. Para el momento en que Pablo escribió
1 Corintios (aprox. 56 d. de J.C.), él ya había comenzado a reunir ayuda de
entre las iglesias de Galacia, y los corintios se habían enterado de esto y habían
pedido que se les permitiera colaborar en este ministerio (<461601>1 Corintios 16:1-
4). Y para cuando escribió 2 Corintios (aprox. 56 d. de J.C.), Pablo ya había
hecho contacto con las iglesias de Macedonia y ellas habían pedido con
muchos ruegos que les concedieran la gracia de participar en la ayuda
para los santos, y habían sido extremadamente generosas al hacerlo (<470801>2
Corintios 8:1-5).
8:1-6 El ejemplo de los macedonios
1, 2 Pablo utiliza el ejemplo de la notablemente generosa respuesta de los
macedonios al pedido de la ofrenda para motivar a los corintios a completar lo
que ya se habían mostrado dispuestos a hacer (cf. <470901>2 Corintios 9:1, 2). Los
macedonios, a pesar del hecho de que ellos mismos estaban pasando por una
grande prueba de tribulación, y experimentando una extrema pobreza,
expresaron su gozo con gran generosidad. 3-5 No sólo dieron de acuerdo
con sus fuerzas, sino aun más allá de sus fuerzas, y no solamente por la
urgencia del pedido, sino porque se dieron primeramente ellos mismos al
Señor. 6 A la luz de la respuesta de los macedonios, Pablo envió a Tito para
reavivar entre los corintios el tema de la ofrenda.
8:7-15 Exhortación a los corintios a abundar
7, 8 Reconociendo que los corintios abundaban en otras gracias, Pablo los urge
a la abundancia también en esta gracia, la de dar. Sin embargo, este pedido
no es una orden que deben obedecer —la generosidad no puede lograrse por
mandato— más bien está usando la oportunidad que le ofrece la apelación a la
ofrenda, para poner a prueba la sinceridad del amor de ellos.
9 Para apoyar este pedido de amor en acción, Pablo cita el ejemplo del Señor
Jesucristo, quien siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para
que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. No es pobreza
económica lo que Pablo tiene en mente aquí (el grado de pobreza del Jesús
encarnado podría ser exagerado), sino el costo para nuestro Señor en cumplir
su papel en la totalidad del drama de la redención. Esto incluía las
circunstancias económicas relativamente pobres de su vida en la tierra, pero
eso sólo era el comienzo. También sufrió rechazo, escarnio, persecución,
traición y sufrimiento, todo lo cual culminó en la agonía de Getsemaní y la cruz.
Todas estas cosas conforman el precio total de nuestra salvación. Así como la
pobreza de Jesús aquí no debe entenderse en términos económicos, la riqueza
que él pone a disposición de los creyentes no debe ser entendida como
prosperidad material en el aquí y ahora. Es la salvación del pecado y las
bendiciones de la nueva era lo que constituyen la riqueza que Cristo, a través
de su pobreza, permite disfrutar a los creyentes. 10-12 Pablo advierte a sus
lectores, en cuanto a la ofrenda, que completen ahora lo que no sólo
comenzaron a hacer hace un año, sino que en ese momento deseaban
ardientemente hacer. El explica que si primero se tiene dispuesta la voluntad,
y dan de acuerdo con lo que tienen, esto será aceptable ante Dios; no tienen
que dar más allá de los medios con que cuentan. 13-15 Pablo desea evitar
cualquier malentendido con respecto a la ofrenda. Los corintios no deben ser
cargados para que otros vivan tranquilamente a expensas de ellos. La relativa
buena posición de los corintios en este momento debería proveer para las
necesidades de los creyentes judíos pobres. Y si en algún momento en el futuro
se revirtieran las situaciones, entonces, la abundancia de ellos supla lo que a
vosotros os falte. Pablo introduce una ilustración de la clase de igualdad que
tiene en mente, con la experiencia de los que vivieron el éxodo. Cuando Dios
proveía maná del cielo, “al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió
poco no le faltó” (<021618>Éxodo 16:18). Las necesidades de todos fueron
satisfechas, nadie sufrió falta, nadie tuvo demasiada provisión. El hecho de que
Pablo esperara que los relativamente ricos corintios proveyeran para las
necesidades de los relativamente pobres creyentes de Jerusalén, debería ser
una palabra de advertencia para nosotros en cuanto a cómo aplicamos en la
actualidad sus enseñanzas sobre el dar. No debemos aplicar este pasaje de la
misma manera a quienes tienen una buena posición económica y a quienes no la
tienen.
8:16-24 Elogio de quienes recogerán la ofrenda
Pablo elogia aquí a los tres hombres que vendrían a Corinto a administrar la
ofrenda. 16, 17 Primero, elogia a Tito, destacando su preocupación por los
corintios y su disposición a aceptar la tarea. 18, 19 Segundo, elogia al
hermano cuyo renombre en el evangelio se oye en todas las iglesias, que
fue elegido como representante por ellas para llevar la ofrenda a Jerusalén. 20,
21 Antes de elogiar al tercer hermano, Pablo hace una breve digresión para
decir por qué toma con tanto cuidado esta ofrenda. Es para que nadie nos
desacredite con respecto a este abundante donativo que administramos,
para que todo lo que se haga sea recto no sólo delante del Señor, sino
también delante de los hombres. 22 Finalmente, elogia a nuestro hermano,
cuya diligencia hemos comprobado muchas veces. 23, 24 El pasaje
concluye con una breve recomendación de los tres y un llamado a que los
corintios den pruebas, cuando estos tres hombres lleguen, de su amor (por
Pablo) y de lo cierto que estaba él al jactarse de ellos (ante los macedonios).
Digno es de destacar la importancia que tenía para el Apóstol la diligencia (o el
celo) tanto al elogiar a los obreros cristianos como al animar a los creyentes en
general. Nosotros podríamos poner a otras cualidades en los primeros lugares
de nuestra lista de prioridades, pero para Pablo la diligencia era una de las más
importantes (cf. <470701>2 Corintios 7:11, 12; 8:7, 8, 16, 17; <451211>Romanos 12:11;
<550116>2 Timoteo 1:16, 17).
9:1-5 Estar preparados y evitar la humillación
1, 2 Pablo reconoce que en cierto sentido es superfluo que les escriba a los
corintios sobre participar en la ofrenda, ya que ellos mismos le habían
planteado el tema a él en un principio (se refería a su consulta sobre el tema en
<461601>1 Corintios 16:1-4). Más aun, se había jactado de su disposición ante los
macedonios, a fin de motivarlos a éstos también para que participasen. 3-5
Pero ahora, la crisis precipitada por el ofensor se había metido de por medio y
Pablo se preocupa de que cuando llegue con la delegación macedonia a recibir
la contribución de los corintios, quizá ellos no la tengan lista. Por esta razón les
escribe: Pero he enviado a estos hermanos para que el orgullo que
tenemos de vosotros no sea vano en este respecto, agregando que no sería
solamente él quien se sentiría avergonzado si esto sucediera; los corintios
también sentirían vergüenza. Por eso envía a los hermanos para que preparen
primero vuestra generosidad, para que su contribución esté lista como
muestra de generosidad y no como de exigencia, como parecería ser si fuera
recogida apuradamente cuando Pablo llegara.
9:6-15 Exhortación a la generosidad
6 Pablo anima a sus lectores a realizar la generosa contribución de la que habla
en el v. 5, recordándoles una verdad que se comprueba en la agricultura: El
que siembra con generosidad también con generosidad cosechará. El
“sembrar” y “cosechar”, en este contexto, se refieren respectivamente a la
contribución que los corintios harían y a los resultados de la misma. (Los
resultados esperados se describen en los vv. 12-14.) 7-11 No deben dar por
obligación, recordando que Dios ama al dador alegre, y que como el que da
semilla al que siembra, él puede multiplicar su semilla para que puedan
sembrar generosamente, es decir, para que puedan ser enriquecidos en todo
para toda liberalidad. Esto iba dirigido a los corintios que gozaban de una
situación económica relativamente buena; no hubiera sido apropiado decir las
mismas cosas a los que estaban sufriendo la pobreza en Judea y para quienes
se estaba organizando la ofrenda. 12-14 Pablo describe los resultados de la
esperada contribución de los corintios, diciendo que suple lo que falta a los
santos y redunda en abundantes acciones de gracias a Dios. Además,
quienes se beneficien con ella glorificarán a Dios... por vuestra liberalidad
en la contribución para con ellos y, además, por su oración a vuestro
favor, demuestran que os quieren... Todo esto refleja los propósitos de la
ofrenda: Primero, que abunden las alabanzas y la acción de gracias a Dios por
la obra de su gracia entre los gentiles; y segundo, que crezca el amor entre las
partes gentil y judía de la iglesia. 15 Pablo concluye sus palabras sobre la
ofrenda con agradecimiento a Dios por su don inefable, que resuena como las
palabras de <470809>2 Corintios 8:9.
10:1—13:14 PABLO RESPONDE A UNA NUEVA CRISIS
Hay un marcado cambio de tono al pasar de los caps. 1—9 a los caps. 10—
13. En los anteriores, el tono es básicamente de alivio y consuelo, de confianza
en Dios y en los corintios, a pesar del hecho de que Pablo sintió la necesidad
de explicar los cambios en sus planes de viaje y subrayar la integridad de su
ministerio. El tono de los últimos está marcado por la sátira y la ironía, la
enérgica autodefensa, el reproche hacia los corintios y un decidido ataque a los
opositores que se habían infiltrado en la congregación (ver la Introducción para
obtener una descripción de la identidad de los opositores de Pablo). Luego de
disciplinar y reinsertar al ofensor en la iglesia, parece que los opositores de
Pablo, los falsos apóstoles, comenzaron directamente a influir sobre la
congregación y a envenenar sus mentes contra él. Encontrando que su
autoridad había sido usurpada y su apostolado era cuestionado, Pablo se vio
forzado, contra su voluntad, a presentar una firme defensa de sí mismo y un
fuerte ataque a sus opositores. La crisis que Pablo enfrentó en esta situación fue
la más crucial en toda su relación con los corintios, y este hecho determina el
tono y el contenido de los caps. 10—13, en los que Pablo da su respuesta a la
misma.
10:1-6 Una sentida súplica
1, 2 Pablo comienza su respuesta rogando como uno que en persona es
humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros. Esta es
una alusión a la acusación realizada por los opositores, luego de su “humilde”
partida al final de la visita dolorosa, por una parte, y a su carta severa, escrita
“osadamente” desde una distancia prudencial, por otra parte. Ruega a los
corintios que actúen de tal forma que no tenga que ser “osado” con ellos, como
espera ser con algunos (sus opositores) cuando haga su tercera visita. Pablo
rechaza la acusación de sus opositores de que vive según la carne.
3-6 El Apóstol responde a esta acusación utilizando extensamente una metáfora
militar, afirmando que aunque andamos en la carne (es decir, participa de la
existencia humana normal, con todas sus limitaciones), no militamos según la
carne (es decir, empleando medios meramente humanos y dudosos). Por el
contrario, las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas. La palabra fortalezas es una alusión
a las torres o las murallas elevadas que se utilizaban en las batallas antiguas,
pero aquí significa argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios. Fue por la proclamación del evangelio (que incluyó el
razonamiento y la discusión en un esfuerzo por quitar las falsas barreras
levantadas contra la verdad) que Pablo intentaba superar la resistencia de las
personas, a fin de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de
Cristo. La imagen utilizada aquí es la de una fortaleza que es sitiada, y aquellos
que se protegen tras sus murallas son tomados cautivos. El propósito de Pablo
no es sólo demoler falsos argumentos, sino también llevar los pensamientos de
las personas a someterse al señorío de Cristo. Finalmente, dice que estaremos
dispuestos a castigar toda desobediencia (al evangelio, por parte de sus
opositores) una vez que vuestra obediencia sea completa (es decir, una vez
que los corintios reconozcan nuevamente la autoridad de Pablo y la verdad de
su evangelio). Un pasaje como éste nos recuerda que el ministerio cristiano
involucra una batalla por la mente. Los argumentos falsos deben ser demolidos,
para que las personas puedan rendirse a la verdad del evangelio y encontrar la
vida bajo el señorío de Cristo.
10:7-11 Pablo responde a las críticas
7 Refiriéndose a sus opositores Pablo afirma que él es tan siervo de Cristo
como ellos dicen ser (luego negará lo que aquí, en razón de su argumento,
concede, es decir, que sus opositores sean verdaderos siervos de Cristo; cf.
<471101>2 Corintios 11:13-15). 8-11 Pablo responde a aquellos que decían que se
había jactado un poco más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos ha
dado, y que sus hechos negaban sus palabras cuando se encontraba presente
entre ellos. Ellos decían que Pablo atemorizaba a las personas con cartas...
duras y fuertes estando ausente y a una prudente distancia, pero que en
persona era débil, y su palabra despreciable. Las alusiones hechas aquí son a
su carta severa, por un lado, y a su actuación intrascendente mientras estuvo en
Corinto, por otro. A aquellos que hacían tales críticas, Pablo les dice: Lo que
somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos
también en hechos cuando estemos presentes. Esto no es sólo defensa, sino
una advertencia de que en su próxima visita tomaría enérgicas medidas en
contra de sus detractores (cf. <471006>2 Corintios 10:6; 13:1-4).
10:12-18 No jactarse desmedidamente
12-15a Pablo satiriza a sus oponentes como aquellos que se elogian a sí
mismos comparándose unos con otros. En cuanto a sí mismo, dice que no nos
gloriaremos desmedidamente, es decir, sobre la seguridad de su comisión
como apóstol a los gentiles dada por Dios y la obra que había hecho en
Corinto. 15b-18 Pablo espera que con el progreso de vuestra fe
(especialmente cuando se resuelva la crisis presente) se extenderá su propia
actividad entre ellos, de manera que tenga una base para el ministerio en los
lugares más allá de vosotros. Allí también, espera continuar con su política de
trabajar en los lugares donde Cristo no es conocido (cf. <451520>Romanos 15:20)
porque no desea gloriarse de la obra ya realizada por otros. Pablo concluye
recordando que poco importa lo que uno pueda decir para recomendarse a sí
mismo. Lo único que importa, finalmente, es la recomendación de Dios mismo
(cf. <460401>1 Corintios 4:1-5). Pablo conducía su ministerio con esto en mente y,
según parece implicar aquí, sus opositores no lo hacían. No nos corresponde a
nosotros gloriarnos de nuestra obra para Cristo.
11:1-6 Credulidad de los corintios
1, 2a Prefigurando lo que será su discurso en <471101>2 Corintios 11:16—12:13,
Pablo dice: ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura!, explicando que es celo
de Dios que siente por sus lectores lo que lo motiva a hacerlo. 2b, 3 Utilizando
la imagen del compromiso y el matrimonio Pablo se ve como el agente de Dios
por medio del cual sus hijos espirituales se comprometieron con Cristo, y se
siente bajo la obligación de asegurarse de que sean presentados como una
virgen pura ante él, es decir, asegurarse de que permanezcan verdaderamente
fieles a Cristo hasta que él vuelva. Pero Pablo teme que como la serpiente con
su astucia engañó a Eva, de alguna manera vuestros pensamientos se
hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis a Cristo. La
serpiente no sedujo a Eva para que cayera en el pecado sexual, como sugerían
algunos textos rabínicos, sino que engañó su mente para que negara la verdad
de lo que Dios había dicho. La historia de Eva refleja muy bien el tipo de
peligro que corrían los corintios, o sea, el de que sus pensamientos fueran
desviados. 4 Pablo presenta claramente la naturaleza exacta de la seducción
que tanto teme: que los corintios acepten fácilmente a otro Jesús, otro
evangelio, y otro espíritu que los que habían recibido a través de su
predicación. Pablo no nos dice de qué manera eran diferentes. Sin embargo,
sabemos que los opositores de Pablo apreciaban mucho las evidencias de
poder y de autoridad, por lo cual puede ser que hubieran inducido a los
corintios a aceptar a un Jesús, un espíritu y un evangelio en el que no hubiera
lugar para la debilidad, la humillación, el sufrimiento y la muerte. Pablo
predicaba a Cristo crucificado, como Señor, y tal evangelio era muy diferente
de éste. 5, 6 Pablo pasa de la preocupación por los corintios a la defensa de sí
mismo, argumentando que no es inferior a esos apóstoles eminentes (una
referencia irónica a sus opositores). Aunque él, a diferencia de ellos, no sea un
orador profesional, sí tiene conocimiento (del misterio del evangelio que sus
opositores no han comprendido correctamente) y esto lo he demostrado, dice
a sus lectores (probablemente refiriéndose a su ministerio de enseñanza entre
ellos durante su primera visita a Corinto, así como la instrucción provista por
medio de las cartas).
11:7-15 Por qué Pablo se niega a recibir sostén
7-12 Pablo responde a las críticas sobre su política de trabajar para
mantenerse a sí mismo, y que lo que recibía como sostén de otras iglesias
complementara estos ingresos. Todo esto le permitía servir a los corintios y
poder decir: a ninguno fui carga. Pero también hizo que fuera criticado por
dos razones. Primera, los corintios pensaban que el trabajo manual estaba por
debajo de la dignidad de un apóstol; y segunda, posiblemente ellos sintieran
como una afrenta que él rechazara el sostén de ellos, especialmente luego de
haberlo aceptado de las iglesias de Macedonia mientras trabajaba en Corinto.
Los opositores de Pablo bien podrían haber usado esto como prueba de que
Pablo no los amaba. Pablo invoca a Dios como testigo de que sí ama a los
corintios. No obstante, continuará evitando ser una carga porque desea
quitarles la ocasión a aquellos que la desean, con el fin de que en lo que se
jactan se encuentren en las mismas condiciones que nosotros. Los
opositores de Pablo querían consolidar su posición en Corinto, diciendo que
ellos llevaban a cabo su misión en iguales condiciones que Pablo. Pero había un
área crucial en que estas condiciones eran diferentes: ellos querían una
retribución económica. Si hubieran sido apóstoles de buena fe, no tendrían que
haberse preocupado por esta distinción, ya que la mayoría de los demás
apóstoles aceptaban una remuneración (cf. <460907>1 Corintios 9:7-14). Parece
posible que los oponentes de Pablo no sólo aceptaran una remuneración, sino
que también la extrajeran codiciosamente (cf. <471102>2 Corintios 11:20), y esto
podría haberlos hecho particularmente sensibles a las odiosas comparaciones
que podrían hacerse entre el comportamiento de ellos y el de Pablo. Si nuestros
ministerios como cristianos en la actualidad han de gozar de credibilidad,
también debemos actuar en forma íntegra en los asuntos de dinero. El evangelio
cae en vergüenza cuando sus mensajeros son codiciosos de ganancias
materiales.
13-15 Pablo expone ahora el verdadero carácter de sus opositores,
señalándolos como falsos apóstoles, obreros fraudulentos disfrazados como
apóstoles de Cristo. Y agrega que ese engaño no debe causar sorpresa, ya
que si Satanás mismo se disfraza como ángel de luz, entonces no debemos
asombrarnos de que sus ministros se disfracen como ministros de
justificación. Los ataques de Satanás sobre la iglesia raramente son directos.
Las más de las veces son subversivos y los llevan a cabo aquellos que dentro
de la iglesia, equivocadamente, sirven a los fines de él. Esto es lo que Pablo
teme que pueda pasar en Corinto (cf. <471103>2 Corintios 11:3, 4). De quienes son
responsables de esto, dice Pablo: cuyo fin será conforme a sus obras (es
decir, en el juicio de Cristo, ellos recibirán lo que sus obras merecen; cf. <470501>2
Corintios 5:10).
11:16 —12:13 “Palabras de un loco”
Aquí Pablo se jacta de sus antepasados judíos, de las pruebas sufridas en el
apostolado, de las experiencias de visiones y de los milagros que ha realizado.
El sabe que esta jactancia mundana es necia, pero en las circunstancias en que
sus hijos espirituales han sido arrastrados por la jactancia de otros, se siente
movido a jactarse también él un poco.
16-19 Desde el comienzo Pablo pide a sus lectores que lo reciban aunque sea
como a un loco, para poder jactarse un poco. En esta base de jactancia está
plenamente consciente de que lo que dice, no lo dice según el Señor, sino
como en locura. Sin embargo, espera que los corintios pasen por alto esta
actitud, viendo que, dice con ironía, con gusto toleráis a los locos, siendo
vosotros sensatos (una referencia tanto al hecho de que han soportado la
jactancia de los oponentes de Pablo, como al orgu-llo de ellos por su propia
sabiduría). 20 Para subrayar cuán amplia es la propia locura de la tolerancia de
ellos, en el concepto de los falsos apóstoles, Pablo agrega: Porque lo toleráis
si alguien os esclaviza, si alguien os devora, si alguien se aprovecha de
vosotros, si alguien se ensalza, si alguien os hiere en la cara... 21a Pablo
concluye este párrafo con una nueva afirmación llena de mordaz ironía: Con
vergüenza lo digo, como que hemos sido débiles. Los corintios lo habían
criticado por su aparente debilidad (cf. <471001>2 Corintios 10:10). Ahora él les
repite sus propias palabras, y explica que es “demasiado débil” como para
hacer una demostración tal de despreciable autoritarismo dominante como el
que mostraban los falsos apóstoles. 21b, 22 Hablo con locura, dice Pablo, y
afirma que su propio linaje judío es tan legítimo como el de los falsos apóstoles.
23-29 Además, sostiene que es un mejor siervo de Jesucristo que ellos, porque
ha sufrido mucho más que ellos. Para apoyar esta afirmación, Pablo ofrece una
lista de las pruebas que ha sufrido en el apostolado, las cuales pueden dividirse
en cuatro secciones: cárceles, azotes y haber estado cerca de la muerte,
incluyendo una detallada explicación de lo que esto implicaba (23b-25); viajes
frecuentes, con una descripción de los peligros del viaje (26); trabajo arduo y
fatiga, con el relato de las privaciones que ellos implicaban (27); y la
preocupación por todas las iglesias, con un ejemplo de lo que la causaba (28,
29).
30-33 Como ejemplo final de la debilidad en que se gloriará, Pablo narra la
historia de su huida de Damasco, su primera experiencia de persecución, que
parece haber dejado una marca indeleble en su vida. Contrario a la lista de
pruebas de los vv. 23b-29 que podrían ser consideradas como triunfalistas (en
efecto Pablo dice: “Todas estas dificultades las he superado para poder cumplir
con mi misión”), la ignominiosa huida de Damasco tiene poco acerca de lo cual
Pablo pueda sentirse orgulloso. Al destacar estas cosas que subrayan su
debilidad y humillación, y no su fuerza, Pablo se presenta como un verdadero
siervo de Cristo. Jesús dijo que sus seguidores sufrirían persecución tal como
él, y Pablo muestra que esta era su experiencia como apóstol. Al introducir esta
idea en el debate que se estaba produciendo en Corinto, sobre quiénes eran los
verdaderos apóstoles, Pablo no sólo apoya su propia afirmación, sino que resta
fuerzas a los reclamos de sus oponentes.
12:1 Pablo pasa ahora a jactarse de sus visiones y revelaciones del Señor.
Es consciente de que no es provechoso hacerlo, pero hay mucho que perder
si no lo hace. Evidentemente sus opositores habían criticado su afirmación de
ser un apóstol, diciendo que no había tenido visiones ni revelaciones. Pablo
aclara las cosas.
2-4 De las muchas visiones y revelaciones que había experimentado
(<440904>Hechos 9:4-6; 16:9, 10; 18:9-11; <480115>Gálatas 1:15, 16), Pablo destaca
una que ocurrió hace catorce años y, por lo tanto, algunos años después de su
conversión. Se sintió arrebatado hasta el tercer cielo... al paraíso, donde
escuchó cosas inefables que al hombre no le es permitido expresar. No
sabe si su experiencia fue en el cuerpo o fuera del cuerpo, y tampoco, por
consiguiente, podemos saberlo nosotros. En la literatura tanto del mundo judío
como del gentil hay paralelos a la experiencia de arrebato del Apóstol, y a
partir de estos paralelos podemos aprender tres cosas de la experiencia de
Pablo. Primera, la experiencia de la que hablaba era comprensible para sus
contemporáneos. Segunda, se creía que tal experiencia producía temor y
maravilla, lo cual en parte explica la reticencia de Pablo en explicarla. Tercera,
haber tenido esta experiencia lo colocaría en el mismo nivel que los grandes
héroes de la fe, y al afirmar que la había vivido, Pablo superaría totalmente a
sus oponentes.
5, 6 Es notable que Pablo no capitalizara al máximo esta experiencia. En
cambio, busca distanciarse del Pablo que había tenido esa experiencia hacía 14
años. Luego de revelar este hecho escuetamente, para responder a las críticas
de sus opositores, rápidamente desvía la atención de él y la dirige hacia su
debilidad como única base segura para gloriarse. Aunque agrega, para silenciar
las críticas, que si eligiera jactarse, sólo estaría diciendo la verdad. Pero en
realidad se contiene de hacerlo, porque desea que la evaluación que las
personas hagan de él esté basada en lo que ven y escuchan de él ahora, no en
alguna experiencia que tuvo hace 14 años. 7 En lugar de capitalizar su
experiencia, Pablo explica inmediatamente cómo se le impidió sentirse
demasiado exaltado por ella. Es importante reconocer que tanto en el AT como
en el NT, Satanás no tiene más poder que el que Dios le permite, y que aun sus
malignos designios están destinados a servir a los propósitos de Dios. En este
caso, el mensajero de Satanás fue utilizado por Dios para que no me
enaltezca demasiado, que seguramente no era lo que Satanás tenía en mente.
Ha habido muchas especulaciones sobre la naturaleza del aguijón en la carne
que Pablo sufría, pero sencillamente no hay datos suficientes como para
determinar cuál era la afección que soportaba.
8-10 Tres veces he rogado al Señor, dice Pablo, para que le quitara ese
aguijón, pero él le dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en tu debilidad. En otras palabras, Dios le prometió a Pablo que en medio de
la debilidad y frustración que le producía este aguijón, encontraría mucho más
presente el poder de Dios. Luego de escuchar tales palabras de Dios, Pablo
puede jactarse de sus debilidades, no porque las disfrute, sino porque sabe que
el poder de Cristo descansa en él en su debilidad. Luego pasa a aplicar esta
palabra de Dios a otras áreas de su vida en las que enfrenta debilidad y
sufrimiento, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. El propósito de
Pablo al hablar de esta forma no era solamente ayudar a sus lectores a
comprender más sobre la debilidad humana y el poder de Dios. Sus opositores
habían criticado su afirmación de ser un apóstol basándose en su debilidad (cf.
<471001>2 Corintios 10:10; 11:21), y posiblemente consideraban que las muchas
persecuciones e insultos que Pablo había sufrido no eran coherentes con su
afirmación de ser apóstol. Al establecer el principio divino del poder
demostrado por medio de la debilidad, Pablo inmediatamente defiende su
propia afirmación de ser apóstol, y al mismo tiempo neutraliza las críticas de sus
oponentes. 11, 12 Es consciente de que lo que acaba de decir es una muestra
de necedad, pero los corintios lo llevaron a hacerlo. Dice: Yo debería ser
recomendado por vosotros, y si eso lo hubieran hecho ellos, él no tendría que
haberse elogiado a sí mismo. Una persona no necesita dedicarse a la
desagradable tarea de recomendarse a sí misma cuando sus amigos, o aquellos
a quienes ha ministrado, actúan en forma decidida para defender su integridad
cuando ésta es cuestionada injustamente. Pablo recuerda a sus lectores que en
nada he sido menos que los apóstoles eminentes, en cuanto a las señales de
apóstol, ya que cuando estuvo entre los corintios realizó señales, prodigios y
hechos poderosos. Con respecto a esto, no habían sido menos favorecidos
que los de otras iglesias que él había fundado. 13 El único aspecto en que
podrían decir que él era inferior era, dice Pablo irónicamente, en que yo mismo
no os he sido carga (es decir, que nunca aceptó sostén material de ellos). La
importancia de este hecho había sido trastrocada y utilizada contra el Apóstol
como prueba de que él no amaba a los creyentes corintios (cf. <471107>2 Corintios
11:7-11). Pablo se niega a tomar en serio tales críticas y dice, con gran ironía:
¡Perdonadme este agravio! Implica así, que en realidad es algo extraño que
ellos objetaran que él no hubiera sido una carga o que no los hubiera explotado
(cf. <471102>2 Corintios 11:20).
12:14-18 Pablo niega haberlos engañado
14, 15 Anticipándose a su tercera visita a Corinto, Pablo les dice a sus lectores
que no será una carga para ellos, porque no busco vuestras cosas, sino a
vosotros. Pensando en su ministerio a ellos como el de un padre a sus hijos
pequeños, agrega: Pues los hijos no tienen obligación de atesorar para los
padres, sino los padres para los hijos. Por esta razón está dispuesto no sólo
a gastar todo lo que tiene (sus recursos económicos), sino también a gastarse a
sí mismo (sacrificar su propia vida) por ellos. Después de esta declaración de
su amor y compromiso para con los corintios, les pregunta si el abundante amor
que siente hacia ellos significará que será amado menos por ellos.
16-18 Aquí Pablo indica por qué su amor por los corintios puede no ser
devuelto en la misma forma. Es porque su negativa a ser una carga para ellos en
el aspecto material había sido horriblemente desvirtuada por sus opositores.
Por ello, Pablo confronta a sus lectores con la acusación que había sido
levantada contra él. Los opositores del Apóstol sugerían que él había
rechazado el sostén sólo porque quería utilizar la ofrenda para los judíos pobres
de Jerusalén como una ocasión para beneficiarse él también. Por eso Pablo
pregunta a los corintios si los había explotado por medio de alguno de los
hombres que envió para que dispusieran lo relativo a la ofrenda (cf. <470801>2
Corintios 8:16-24; 9:3-5), por medio de Tito, o de los hermanos enviados con
él. Y concluye con la pregunta: ¿No hemos procedido con el mismo espíritu
y por las mismas pisadas? Dicha pregunta sólo puede tener una respuesta
afirmativa. Tanto Pablo como aquellos que envió a Corinto actuaron de la
misma manera: con total integridad.
12:19-21 El propósito de las “palabras de un loco”
19 Pablo se había sentido obligado a hablar de esta forma porque los corintios
habían sido influenciados por la jactancia de los opositores al Apóstol, y él tenía
que mostrar que en nada era inferior a esos hombres. Pero su verdadero
propósito, dice, era para vuestra edificación; no debe ser erróneamente
interpretado como una defensa propia. Para fortalecer la fe de los corintios
debe poner en evidencia a los falsos apóstoles, y ganar nuevamente la lealtad
de ellos para con él como su verdadero apóstol y para con su evangelio.
20, 21 Busca que sean fortalecidos en la fe porque teme que de otro modo,
cuando haga su tercera visita, ni él ni ellos encontrarán en el otro lo que desean.
El quizá los encuentre atrapados en los pecados en que se habían deleitado
antes y de los cuales aún no se habían arrepentido (especialmente impureza,
inmoralidad sexual y libertinaje). Y los corintios podrían encontrarse con
que Pablo actúa con osada autoridad en contra de ellos a causa de sus
pecados.
13:1-10 Pablo amenaza con tomar severas medidas
1 Pablo advierte a los corintios que si, cuando vuelva a la ciudad en su tercera
visita, intentan acusarlo de alguna mala conducta, entonces por la boca de dos
o tres testigos se decidirá todo asunto. El requisito de que las acusaciones
fueran confirmadas por dos o tres testigos se encuentra en <051915>Deuteronomio
19:15 y fue incorporado por Jesús en sus instrucciones a los discípulos, con
respecto a la disciplina en la iglesia (<401816>Mateo 18:16; ver también <430817>Juan
8:17; <540519>1 Timoteo 5:19; <581028>Hebreos 10:28; <620508>1 Juan 5:8).
2-4 Pablo también les advierte que, dado que están exigiendo pruebas de que
Cristo habla a través de él, cuando él llegue las tendrán. No será la clase de
prueba que ellos esperan (visiones y revelaciones, señales y prodigios, etc.); en
cambio, será el ejercicio del poder de Cristo para disciplinar a los ofensores.
Les recuerda que Cristo fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder
de Dios, y de la misma manera él mismo, aun siendo débil, obrará con ellos con
el poder de Dios.
5, 6 Quizá los corintios tengan en mente lanzar acusaciones contra él y someter
a comprobación sus afirmaciones de que es un apóstol genuino, pero aquí
Pablo les dice que se examinen a sí mismos, para asegurarse de que están en la
fe. Les recuerda que Cristo Jesús mora en ellos (con todas las implicaciones
morales de este hecho: cf. <460301>1 Corintios 3:16; 6:19, 20), ¡a menos que no
aprueben el examen! Luego, Pablo dice: Pero espero que reconozcáis que
nosotros no estamos reprobados (es decir, “que hemos aprobado el
examen”). Esta afirmación es un tanto sorprendente, ya que el contexto nos
lleva a pensar que la expectativa de Pablo era que los corintios serían los que
debían pasar la prueba. La explicación es que al examinarse a sí mismos, y
llegar a la conclusión de que sí están firmes en la fe, los corintios reconozcan, al
mismo tiempo, que Pablo no reprobó el examen. Si ellos están firmes y Cristo
mora en ellos, es por lo que han recibido del ministerio de Pablo, y esto, a su
vez, comprueba que él es un verdadero apóstol, uno que ha aprobado el
examen.
7-9 La oración de Pablo por los corintios es que no hagáis nada malo. Su
preocupación es el bienestar de los corintios, no su propia reputación. Su
afirmación de que no podemos nada contra la verdad, sino a favor de la
verdad, puede entenderse mejor como significando que Pablo jamás podría
actuar en forma contraria al evangelio o sus implicaciones morales.
10 Pablo resume el propósito de su carta: Os escribo esto estando ausente,
para que estando presente no use de dureza conforme a la autoridad... En
los caps. 10—13 Pablo amenazó varias veces con hacer uso severo de la
autoridad (<471005>2 Corintios 10:5, 6, 11; 12:20; 13:1-4); sin embargo, lo que
dice aquí pone en claro que todo ese tiempo estaba esperando no tener que
llegar a eso (cf. <471002>2 Corintios 10:2; 12:19-21). Por ello podemos decir que
el propósito de los caps. 10—13 es el de recordar a los corintios su debida
fidelidad a Pablo y a su evangelio, y así evitar que él deba hacer uso severo de
su autoridad sobre ellos.
13:11-13 Exhortación y saludos finales
La última exhortación de Pablo a sus lectores es: Sed maduros; sed
confortados; sed de un mismo sentir. Vivid en paz. En contexto esto significa
que deben rechazar el evangelio diferente que traen sus opositores (<471104>2
Corintios 11:4), que reconozcan su legítima afirmación de ser su apóstol (<471001>2
Corintios 10:13-18; 11:21-23; 12:11-13), que se aseguren de no permitir
prácticas inmorales en su medio (<471201>2 Corintios 12:19-21), y que vivan en
armonía unos con otros.
13:14 Bendición final
La bendición final es especialmente significativa porque es el único lugar del NT
en que Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo se mencionan explícitamente unidos
en una bendición así. Pablo destaca la gracia del Señor Jesucristo (cf. <470809>2
Corintios 8:9), el amor de Dios (en su demostración suprema de reconciliar al
mundo consigo mismo en Cristo, cf. <470501>2 Corintios 5:18-21) y la comunión
del Espíritu Santo (es decir, la participación en el Espíritu Santo por ser
templo suyo y la participación en la comunión de los creyentes, creada por él).

Colin G. Kruse