En su lecho de muerte, el oficial llamó al cristiano para
confesar que estaba espiando su vida, pero desistió denunciarlo y decidió
entregarse a Jesús.
COREA DEL NORTE.- Una mujer cristiana que huyó de Corea del
Norte compartió cómo, en su infancia, ella tenía mucho miedo hasta tocar una
Biblia, pero reveló que el cristianismo está creciendo en el país, a pesar de
los esfuerzos brutales del gobierno para suprimirlo.
Creciendo en el estado totalitario comunista de Corea del
Norte – donde el cristianismo es un crimen – Kim Sang-Hwa no tenía idea de que
sus padres fueran cristianos y se sorprendió, posteriormente cuando supo que la
vida de su padre fue usada por Dios para la salvación de un oficial del Partido
Comunista norcoreano.
“Como muchas familias cristianas, nuestra familia fue
expulsada en la década de 1950 a una aldea remota”, dijo en declaraciones a la
Misión Puertas Abiertas.
“Ellos continuaron ocultando su fe para no ser descubiertos
por los oficiales, pero me acuerdo despertar una noche, cuando yo tenía seis
años, nuestra casa era muy pequeña, entonces todos dormíamos en la misma
habitación. Cuando abrí mis ojos, vi a mi padre y madre bajo la manta y yo
podía oír un ruido suave de la radio. Más tarde supe que ellos estaban oyendo
la transmisión de una estación de radio cristiana”, agregó.
Un día, ella encontró una Biblia escondida en el fondo de un
armario. Aterrorizada, Kim pensó en delatar a sus padres a las autoridades. La
confusión en la mente de Kim se dio a causa del contexto social de opresión e
intolerancia en su país, pues en Corea del Norte, los cristianos son a menudo
condenados a campos de trabajo forzados e incluso asesinados, simplemente por
poseer una Biblia.
“Yo tenía miedo de tocar la Biblia, pero no podía
simplemente dejarla allí”, contó ella. “Yo cerré los ojos, tomé el libro y lo
puse de nuevo, pesaba mis opciones, debo decir a mi profesor sobre eso, debo visitar
al oficial de seguridad local, por quince días no pude pensar en nada más. En
la escuela era nuestro deber denunciar aquel “libro ilegal”, pero era mi
familia que estaba involucrada en eso. Además, también me pregunté: “¿Quién es
ese Dios?”.
Finalmente, Kim tomó el coraje y le preguntó a su padre
sobre ese ‘libro prohibido’ que él guardaba en el armario. “Él se quedó muy
sorprendido y se sentó a mi lado”, contó ella. “Él me preguntó: “¿Ves esos
viejos árboles, quién los hizo?”, dije que no sabía y él me explicó toda la
historia de la creación del mundo, incluyendo cómo Dios creó a Adán y Eva”.
Después de eso, la madre de Kim comenzó a enseñarle a
memorizar los versículos de la Biblia. Su padre le explicó el Evangelio y el
plan de salvación completo para ella, y su abuelo le enseñó a orar.
“Es sólo hablar con Dios, nada más, nada menos que eso”, le
habló. “Para mí, todas esas historias e ideas eran tan interesantes”, dijo Kim.
“Yo también pasé a leer la Biblia sola, pero me di cuenta de cuánto era peligroso
en mi país. Mi padre siempre enfatizaba no compartir nada con nadie, entonces
él empezaba a orar en susurros, de manera casi inaudible, diciendo: ‘Padre,
ayuda al pueblo norcoreano a buscar su reino en primer lugar”.
El poder del testimonio
A veces, el padre de Kim se encontraba con otras personas en
un lugar secreto, donde todos oraban juntos y estudiaban la Biblia. “Cuando un
hombre estaba muriendo, mi padre fue a verlo en su lecho de muerte”, recordó
Kim. “Él confesó a mi padre: “Yo sé todo sobre ti, tu familia y tu fe. Yo era
un espía y pedí a las autoridades seguirte”, le dijo el espía comunista.
El padre de Kim quedó un tanto sorprendido con aquella
revelación, pero también quedó curioso por el hecho de que aquel hombre
comunista hiciera esa revelación en su lecho de muerte y a la vez querer verlo.
Entonces aquel hombre continuó con su declaración,
explicando que fue tocado por el testimonio de vida de aquel cristiano que él
espió por tanto tiempo y ahora también quería entregar su vida a Jesús.
“Tú eres un buen hombre, nunca te denuncié a nadie, dígame
cómo yo también puedo hacerme cristiano”, dijo aquel oficial en su lecho de
muerte. “En sus últimos momentos de vida, aquel hombre se arrepintió de sus
pecados y entró en el Reino de Dios, mi padre consiguió ayudarle a llevarlo
hasta allí”, dijo ella.
Orando por Corea del Norte
Hoy Kim está casada y viviendo en Corea del Sur con su
familia, pero espera un día poder volver a Corea del Norte para intentar
compartir el mensaje del Evangelio con el pueblo de su tierra natal.
“Me gustaría poder volver a Corea del Norte y compartir el
Evangelio con la gente allí y tener comunión con los creyentes locales”, dijo.
“Yo estaría lista para morir por el Evangelio. Creo que si yo no tuviera una
familia aquí en Corea del Sur, volvería y ayudaría a la gente necesitada”.
Todos los días, Kim continúa haciendo la misma oración que
veía a su padre haciendo cuando era niño: para que todos en Corea del Norte
busquen primero el Reino de Dios.
La Misión Puertas Abiertas clasificó a Corea del Norte como
el lugar más opresivo del mundo para los cristianos, al actualizar su lista
anual de persecución religiosa. Se estima que entre 30.000 y 70.000 cristianos
se mantienen en campos de trabajo forzados, mantenidos por el Partido
Comunista. En estos lugares, los cristianos llegan a ser torturados a menudo
por no negar su fe en Jesús.
Foto: Soldados del ejército norcoreano vigilan frontera con
Corea del Sur (Foto: AFP – Getty Images)
[ Fuente: Christian Today ]