Pr. Manuel A Morejón Soler. Vedado, La Habana.
David determinó guardar su lengua para no pecar, así que decidió no hablar ante los demás y su vida solo empeoró.
“Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; y se agravó mi dolor.” (Salmo 39:2)
El silencio es el escudo de los culpables.
En Cuba la noticia que no se hace pública a través de los medios oficialistas es como si en ningún tiempo hubiera sucedido y el diario oficialista Granma, “Fiel Lacayo” al Partido Comunista de Cuba (único), jamás ha publicado un artículo o noticia en que se cuestione tan solamente uno de los abundantes errores del Comandante ni tampoco los de la cúpula gobernante, sino que en buen contubernio y servilismo los ha omitido.
Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.
Recientemente salió a la venta del periodista cubano y ciego defensor de la dictadura castrista, Luis Báez, su libro “Amigos que ya no están”, basado en entrevistas realizadas a treinta y una personalidades de las que se citarán algunos fragmentos:
“Germán Pinelli, uno de los artistas más polifacéticos de la televisión cubana, a pesar de sus 85 años, no pudo callar que el periodismo se encuentra estático en Cuba, que todos los medios repiten lo mismo porque la gente tiene miedo a dar una opinión. Por último, no tuvo reparos en confesar que jamás fue comunista y narró, por primera vez, cómo a principio de la Revolución fue maltratado y preso injustamente”.
Otras entrevistas son dignas de mención porque cuentan historias en algunos casos desconocidas. “El general de división Néstor López Cuba, por ejemplo, un militar que demuestra haber vivido enamorado de los tanques de guerra norteamericanos, cuenta cómo en Managua, pueblo cercano a La Habana, no quedó una palma en pie, porque entre él y Fidel Castro se entrenaban tumbándolas a cañonazo limpio y que si dejaron de hacerlo, fue porque Fidel se dio cuenta de que violaba la Constitución: la palma era nuestro árbol nacional”.
“Otro general de división entrevistado, nada menos que Raúl Menéndez Tomassevich, nos hace saber que si estuvo preso en los años cincuenta del siglo pasado, fue por robo y que aun así, en la Prisión de Boniato, él y otros delincuentes se vincularon con los asaltantes del Moncada que en 1953 se encontraban en dicha prisión y que ya en libertad, realizó diversas actividades terroristas, tareas que le sirvieron cuando junto a Antonio Briones Montoto, invadieron Venezuela en 1967”. (Tomado del artículo “Entrevistas en el umbral de la muerte”, de Tania Díaz Castro)
Cuando se agrava el dolor es imposible hacer callar a todos todo el tiempo.
imorejon@yahoo.es
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