viernes, 18 de mayo de 2012

CAPITULO 11 LA VIDA ESPIRITUAL EN EL HOGAR


La familia es la unidad básica de la sociedad, pero en el mundo actual la unidad

de la familia está sufriendo un resquebrajamiento. Hay aquellos que declaran

que la familia, en un sentido tradicional, no puede aguantar las presiones del

siglo XX y que tendrá que cambiar su estructura. Sin embargo, la realidad es

que muy pocas familias están siguiendo las directrices y principios que Dios nos

ha dado. Sin duda alguna, aquella falta contribuye a la gran confusión y ruptura

que la familia moderna está experimentando. Hay algunos productos que llevan

en su envase lo siguiente: “Para mejor resultado siga las instrucciones de la

fábrica.” Dios nos ha hecho y es él quien creó la familia. El sabe cómo hacerla

funcionar mejor. Por lo tanto, debemos someternos a las instrucciones de la

“fábrica eterna”.

No obstante, muchos cónyuges y padres andan tan distraídos o ocupados con

los quehaceres de la vida que sólo parece que responden a los impulsos de las

tenciones económicas y cotidianas; por consiguiente, tienen poco tiempo para

pensar en la vida familiar. Hay muchos niños que dirían: “Papi no nos quiere

porque no viene a casa, y cuando está no quiere pasar tiempo ni jugar con

nosotros.” Una encuesta reciente en Norte América demostró que el cincuenta

por ciento de los niños con menos de quince años, prefiere la televisión a sus

padres. Un siquiatra de la universidad Harvard ha observado que el padre

americano normal solamente pasa 37 segundos cada día a solas o en forma

particular con sus vástagos.

No debe sorprendernos que haya una desintegración en los hogares. Muy

pocos hogares se caracterizan por poner en práctica los principios bíblicos del

amor, la consideración, la comprensión, la disciplina, el respeto y el orden. Tal

vez se espera que las bendiciones vengan por casualidad, pero en el reino de

Dios, hay muy poco que ocurre accidentalmente. Hay que conscientemente

poner en orden nuestros hogares. (Isaías 38:1.)

Para hacer existir y funcionar aquellas cualidades bíblicas en nuestras familias,

es imprescindible que descubramos y aprovechemos el poder espiritual que

sólo Dios proporciona en nuestras vidas. (Efesios 3:20.) Según el doctor

Peterim Sorokin, sociólogo de Harvard, “dos de cada cinco matrimonios terminan en divorcio; pero en cuanto a las familias que practican la oración y el

estudio de la Biblia, hay solamente un divorcio en cada 1.015 matrimonios.”f151

Sin embargo, no es para evitar el divorcio que debemos orar y estudiar la

palabra de Dios juntos, sino porque así se producen los mejores frutos de la

felicidad en nuestra célula familiar.



Hemos estado resaltando en toda esta obra la importancia de aplicar los

principios bíblicos a las relaciones personales del hogar. Ahora agregamos la

dimensión de lo espiritual al desarrollo del hogar cristiano. A la pregunta: ¿Qué

es un hogar cristiano?, quizá algunos dirían que es aquella familia en que juntos

los miembros oran, estudian la Biblia, comparten la vida cristiana y sirven al

Señor. Y tienen razón. Sin embargo, la dimensión espiritual es aún más amplia

que aquello, porque no hay nada de la vida hogareña que no cae bajo el efecto

e influencia de las prácticas espirituales.

Lo que se está considerando no es solamente los cultos familiares, sino todo el

concepto del tiempo familiar, lo que produce la unidad familiar a base de lo que

es el propósito de Dios para cada hogar cristiano. Cuando hablamos de la vida

espiritual en el hogar estaremos considerando el que proviene de una

consciencia abierta a Dios; que depende de que Cristo reine en los corazones

de los integrantes del hogar; que requiere que la fe cristiana sea enseñada y

practicada; y que se vitaliza en experiencias cristianas y significativas. Aquellas

experiencias abarcan los cultos y tiempos familiares, más el servicio al Señor

dentro y fuera de la iglesia. Ahora trataremos algunos aspectos de la vida

espiritual en el hogar.



PROVIENE DE UNA CONSCIENCIA ABIERTA A DIOS

La gente que es sana espiritualmente, por lo general, proviene de hogares que

son sanos espiritualmente. Para que un hogar sea sano espiritual, emocional y

sicológicamente, la presencia de Dios tiene que ser reconocida y

experimentada.

Lo espiritual tiene que ver tanto con nuestra actitud como con nuestras

acciones. Nuestras actitudes gobiernan nuestras acciones. Una consciencia

abierta a Dios indudablemente producirá una vida más sensible y útil porque

nuestras actitudes serán moldeadas por él que se especializa en dirigir el espíritu

humano. (Romanos 8:26, 27.) La consciencia abierta a Dios se experimenta en la vida cotidiana. Conviene a nuestro espíritu contemplar y analizar la naturaleza. Los eventos personales, familiares y sociales, las decisiones grandes y pequeñas, las relaciones

maritales, los goces y las tristezas de la vida, todo a la luz de la presencia y

potencia de Dios. Cuando compartimos con la familia el sentido de estar

maravillados ante Dios, se eleva y aumenta grandemente el aprecio que cada

uno tiene por la vida que Dios crea, dirige e inspira.



Compartir una puesta de sol o contemplar las estrellas a la vez que se lee el

Salmo 8, es una experiencia que producirá en cualquier familia una adoración a

Dios por su grandeza y bondad. Hay que darle a Dios todo el crédito. Se

cuenta de un padre que estaba sentado con su hijito de cuatro años mirando la

puesta del sol; comentaban acerca de los diferentes colores que se producían

en las nubes mientras el sol bajaba. Fue un evento espectacular e impresionante

para el niñito. Cuando el sol desapareció, el niño pegó un grito de excitación y

exclamó a su padre: “¡Hazlo otra vez, papi, hazlo otra vez!” Aquellos son los

momentos precisos para enseñar a un niño cómo glorificar a Dios.

Hay que admitir que no siempre es fácil hablar de las experiencias que tenemos

con Dios. A veces no estamos seguros si otros apreciarán lo que diremos, y en

otros momentos no sabemos cómo explicar lo que hemos sentido. Una

experiencia con Dios es algo personal y no se presta a comentarios fáciles. Sin

embargo, se puede facilitar la comunicación de aquellas impresiones preciosas

dentro del núcleo familiar donde se expresa confianza y profundo interés el uno

al otro. Si los padres comparten sus sentimientos y observaciones, naturalmente

los hijos sentirán suficiente confianza para intentar expresar con palabras sus

impresiones o describir sus experiencias.

Sin duda, existen aquellos padres que no se comunican bien con sus hijos, ni en

lo espiritual ni en la mayoría de las categorías de la vida. Algunos padres no

dejan experimentar el gozo de vivir por el peso de sus responsabilidades en sus

trabajos o en sus casas. Algunos se quejan tanto de su posición y suerte que

sienten poco de la libertad de Cristo en sus vidas. Aquellos viven con lo que un

autor llama “consciencia de tiranía.” Aquella consciencia de víctima no

conoce los cánticos de liberación de Gálatas 5:1 y1 Juan 3:18-20

donde se afirma que Dios es mayor que nuestra consciencia o corazón. Cristo

nos libra para poder responder a nuestros hijos con espontaneidad,

autenticidad y con una consciencia sensible a sus deseos de dar expresión a sus experiencias con Dios, aun si es en términos no convencionales o de niños.f153

Lo más natural para el niño es hablar de Dios. Son los padres quienes sienten la

pena o reserva de hablar de tales cosas, y por consiguiente trasmiten sus

sentimientos a los hijos, quienes a su turno pierden la comodidad de hablar de

Dios.

Una consciencia abierta a Dios es el primer peldaño en subir hacia una vida

espiritual que sea vital en nuestros hogares. Aquello tiene que ver con nuestra

actitud hacia Dios, su mundo y nuestra vida familiar. Ahora, veamos que la vida

espiritual depende de que Cristo reine en los corazones de los integrantes

cristianos de cada hogar.



DEPENDE DE QUE CRISTO REINE

EN NUESTROS CORAZONES

Sin falla, en cada hogar cristiano, Cristo debe estar presente y reinante. El reino

de Dios puede ser definido por ser cualquier lugar donde Dios reina. Si

nuestros hogares quieren pretender ser de Cristo, deben permitir y promover

que él sea seguido, dejándose ser guiado por sus motivos y principios.

En breve, diríamos que para que Cristo reine en nuestros hogares tenemos que

amarle y obedecerle. Así tenemos la confianza de su morada con nosotros

(Juan 14:23) y la confianza de que nuestras vidas resultarán más felices y

victoriosas en todos sus aspectos. Se espera que por amar a Cristo y

expresarlo en el círculo familiar se producirá en cada corazón una mayor

receptividad a su dirección en la vida particular y corporal de los miembros de

la familia. No es automático ni fácil producir el buen carácter ni las buenas

obras, pero sí es más probable que ocurra en el contexto del amor cristiano.

(Juan 13:34, 35.)

Tenemos la confianza de que las bendiciones de nuestro señor quedan con

aquellos que ponen en práctica su palabra y ejemplo. (1 Pedro 2:21; 3:8-

12.) Los padres y los que en una familia son cristianos, son llamados a dar la

pauta en dirigir el pensar y el actuar del resto de los suyos. Después de las

instrucciones conyugales en1 Pedro 3:1-7, se encuentran los consejos

siguientes que deben ser interpretados en un contexto familiar:

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos

fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,

sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1Pedro 3:8, 9).

Ahora, un aspecto del reino de Cristo en nuestros hogares ciertamente sería el

testimonio cristiano a los que no conocen al Señor, sean los hijos, padres o

familiares. El ambiente hogareño es el más natural, pero también el lugar más

difícil para dar nuestro testimonio. Es el más natural porque allí gozamos de

relaciones bastante íntimas y porque no podemos pretender ser lo que no

somos. Es el más difícil porque allá nos conocen demasiado bien, con todas

nuestras fallas y fuerzas. Sin embargo, insisto en que el cambio amoroso que

Cristo hace en el corazón humano puede penetrar en aquel cristiano y contagiar

a aquellos con quienes tienen que ver constantemente, aún si aquellos son su

propia familia. Cristo produce en el hombre lo que C.S. Lewis llamaba “la

buena infección’, que afecta a todos los que tengan contacto con el “infectado”.

Cuando los padres son cristianos, se hace relativamente fácil que testifiquen de

Cristo a los hijos. Pero si los hijos se convierten y los padres no comparten su

fe, puede resultar dificultoso testificar a los padres. Sin embargo, no es

imposible hacerlo. Se cuentan muchos casos donde por los hijos e hijas se ha

infiltrado en la familia la semilla preciosa. Todo depende de la actitud del

testigo. No debe predicarles sino guiarles por su buena y servicial actitud,

esperando que ellos pidan una clara razón de la esperanza que hay en él que es

cristiano. (1 Pedro 3:15). La rebelión y resistencia ante los padres es

completamente contraproducente para testificarles.



Se cuenta de un joven que se convirtió en una iglesia bautista y que deseaba

ganar a los demás de su familia, pero encontró una sólida resistencia a su

testimonio. Su padre le era dominante y chocaba fuertemente con su hijo sobre

sus nuevas ideas religiosas. El joven también era culpable de pelear,

defendiendo su nueva fe en Cristo bruscamente ante sus padres y hermanos. El

resultado: cero; y peor, el joven se retiró de la iglesia al poco tiempo por lo

miserable que se sentía debido al suceso. El pastor le buscó y al encontrarle

reconoció la raíz del problema. Su consejo al joven fue primeramente el de

pedir perdón a su padre y después a los demás familiares. Naturalmente el

joven no quiso humillarse pidiendo perdón a su padre ni a los demás. Resistió la

idea por varios días, pero orando y leyendo su Biblia de nuevo después de la

visita del pastor, sintió que el Señor le estaba convenciendo de la necesidad de pedirle perdón a su padre por haberle faltado al respeto. Una noche casi no

podía dormir pensando en lo que tenía que hacer. Cuando llegó la madrugada,

el joven fue al jardín para orar y pensarlo más. Como era costumbre del padre

limpiar y barrer el jardín temprano en la mañana, también entró para comenzar

su oficio. Al joven le vinieron lágrimas y se arrodilló y abrazó a su padre

suplicándole perdón por haberle ofendido. Tanto fue tocado el padre por la

demostración de humildad y sincera confesión que también se arrodilló con su

hijo y juntos lloraron. El joven guiado por el Espíritu Santo le testificó a su

padre. ¡Tanto quería que conociera a Cristo! El padre conmovido en aquel

precioso momento no pudo resistir el amor ardiente e intenso de su hijo por el

Señor, y aceptó a Cristo como su Señor y Salvador en la frescura de aquel

jardín. Algunos más de la familia también recibieron a Cristo debido a aquel

evento especial e inspirador. Lo que el joven no pudo hacer predicándoles, lo

logró humillándose. (1 Pedro 5:1-10.) ¡Qué ciertas son las promesas del

Señor!

Además del testimonio que compartimos a nuestras familias, existe una gran

necesidad de enseñar y practicar la fe cristiana con ellos. La vida espiritual del

hogar cristiano demanda que lo esencial de lo que la Biblia presenta como la fe

cristiana sea hecha viva y patente en el laboratorio más común del mundo:

nuestros hogares.



REQUIERE QUE LA FE CRISTIANA

SEA PRACTICADA Y ENSEÑADA

En el primer capítulo hablamos de lo que es un “hogar cristiano” y dijimos que

Cristo es el que hace que un hogar sea cristiano por medio de su “extra” en

nuestras vidas. Aquel “extra” es lo especial de su perdón, gracia, amor,

comprensión, valor, voluntad, misión, y mucho más, que trae consigo cuando

entra y mora dentro de nosotros. Este “extra” se expresa en nuestras vidas por

vivir según la forma e inspiración que Cristo mismo produce por su Espíritu en

cada creyente. (Gálatas 5:22, 23.)

Ahora, afirmamos que la fe cristiana (o sea, la religión cristiana) tiene que ser

puesta en práctica y enseñada dentro del círculo familiar para que nuestros

hogares se desarrollen en la gracia del Señor y produzcan una madurez

espiritual. En esencia, nuestros hogares son laboratorios para nuestra fe

cristiana. Si funciona allí, servirá en el mundo. Lo contrario es, desgraciadamente, la verdad también: si no hacemos funcionar nuestra fe en

casa, tampoco tendremos una vida cristiana efectiva afuera con los demás.

No es posible mencionar todas las virtudes cristianas que se precisan practicar

y enseñar en nuestras familias. Sin embargo, examinaremos brevemente siete

ejemplos de principios cristianos que deben estar puestos en función para

vitalizar la vida espiritual de cualquier hogar cristiano. El lector puede y debe

revisar sus propias creencias a ver si está practicándolas y enseñándolas dentro

de su núcleo familiar.

Primeramente, se precisa un amor integral en nuestras familias. El amor que es

integral es el que ama a Cristo y en turno ama al prójimo. En este caso el

prójimo es su propia familia. Así el amor es algo entero, no parcial. (1 Juan

4:7-11;Romanos 13:10.) El amor siempre busca lo mejor por su objeto,

su edificación, no su destrucción. Todo ser humano desea ser amado, pero el

anhelo para sentirse amado siempre es más grande que nuestra capacidad de

expresar amor a otros.

El segundo en la lista de elementos básicos de la fe es la esperanza. La

esperanza puede funcionar dinámicamente en crear confianza hacia los hijos, el

esposo, los suegros, el yerno o a quien sea de la familia. Cuando pensamos

negativamente, siendo críticos constante o habitualmente, creamos una

imposibilidad para que aquella persona logre satisfacer nuestras expectativas.

<500408>

Filipenses 4:8, 9 nos instruye a pensar en lo que es verdadero, honesto,

justo, puro, amable y de buen nombre. Si nos concentramos en este modo

positivo hacia los nuestros, veremos cuan práctico y fructífero es inspirar

mejores logros y mayor aceptación entre los distintos miembros de la familia.

Una sugerencia que hago a cualquiera que tenga roces con un miembro de la

familia (u otra persona) es enumerar las cualidades positivas de aquella persona

y guardarlas en la Biblia u otro lugar útil; y cuando surjan los sentimientos

negativos hacia aquella persona, saque la lista, lea sus buenas cualidades y ore

por él o ella para que el Señor le bendiga y haga que su vida sea de bendición

en la familia. Es más probable que algo bueno y constructivo resulte en aquella

vida porque pensamos y actuamos positivamente hacia ella. Además nosotros

sufrimos grandemente de un remordimiento de consciencia mientras que

pensamos críticamente hacia cualquier otra persona; pero creer lo mejor de

ellos nos inspira y nos llena de fe y esperanza hacia ellos.

Un tercer elemento es la gracia que se expresa a menudo como misericordia o

perdón. Pablo enEfesios 4:32 yColosenses 3:13 señala que debemos

perdonar porque hemos sido perdonados por Cristo. Guardar rencor o

embotellar resentimiento nos frustra y eleva paredes que nos separan de

aquellos a quienes amamos. Sólo la gracia y el perdón las pueden tumbar,

como Cristo nos lo ha demostrado. (Efesios 2:14-16.) ¡Qué delicia es

perdonar y estar reunidos en compañerismo otra vez; y qué angustia sufrimos

cuando no lo hacemos! Las pequeñas palabras ofensivas pueden causar una

brecha en la relación. La gracia es el material matriz que Dios nos provee para

construir puentes y así poder reunirnos otra vez con los ofendidos. Es

distintivamente de Dios. Desgraciadamente muchos cristianos no practican la

gracia de Dios en sus relaciones rotas, sino recaen en su naturaleza humana y

carnal que acentúa sus derechos y el egoísmo, en vez de la humildad,

aceptación de la parte de uno en el error y el estrechamiento hacia el ofendido.

¡Que Cristo gobierne en nuestros corazones!

Un cuarto principio cristiano que se relaciona a los tres anteriores es la

valorización de cada persona. Cada individuo es importante. Cristo ha

demostrado el valor que cada uno de nosotros representamos ante Dios

cuando murió en la cruz por salvarnos. (1 Pedro 1:18-22.) Esta

valorización es primordial en la formación y mantenimiento de exitosas

relaciones tanto de los cónyuges como de las familias.

En quinto lugar, y quizá suene redundante mencionarlo en esta lista, es que

debemos vivir por fe dentro de nuestras familias. Sin embargo, el vivir por fe

quiere decir que tomamos decisiones habiendo orado y buscado seguir la

voluntad de Dios. También, quiere decir que intentamos actuar por fe en

nuestra manera de orar, considerar a otros, ofrendar, etc., dejando un claro

ejemplo para los niños y demás familiares.

El sexto principio es el de mantener la buena comunicación con los miembros

de la familia. Tal vez algunos me preguntarán: “¿Cómo llego yo a decir que este

es un principio distintivo de la fe?” Este ideal proviene de la naturaleza de

conocer a Dios y formar una relación eterna con él. Aquella relación comienza

con una conversación de confesión y aceptación de él como Salvador y Señor

en la vida del creyente. (Romanos 10:8-13; fijese en el uso de la boca.) La

relación continúa por medio de la buena comunicación que incluye no solamente la oración y la lectura de la Palabra, sino también la obediencia al Señor. En realidad no existe una relación vital, ni en este mundo ni en el otro,

que no se base en una clara y entendida comunicación. La buena comunicación

con Cristo produce una relación satisfactoria e íntima. Se espera que lo mismo

ocurra dentro de nuestras relaciones familiares. Nuestra buena y regular

comunicación con el Señor nos ayuda a querer mantener una buena

comunicación con nuestros amados. Al no mantener la comunicación, la

relación siempre sufre, tanto con la familia como con el Señor.

En séptimo lugar, el hogar cristiano debe mantener en alto los ideales de Dios,

sus mandatos y principios. Aunque esto es un poco general, estamos resaltando

la validez de ayudar a nuestras familias a formar un sistema de valores que

resulta por seguir en pos de Cristo, viviendo según su modelo de hacer bien a

todo hombre, aborrecer lo malo y amar sin fingimiento. Para una lista de altos

valores y virtudes cristianas, leaRomanos 12:9-21.

Repito, estos siete principios son nada más que una selección de muchos que

Dios nos ha dado en su Palabra. Lo que se requiere es que nosotros

traduzcamos en obras todos los principios bíblicos que podamos en nuestros

hogares cristianos para que:

La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y

exhortándoos unos a otros en toda sabiduría... (Colosenses 3:16).

Podemos ayudar a nuestras familias a ver y entender estos principios de la fe

cristiana teniendo cultos familiares y momentos especiales para la familia. Por lo

tanto consideraremos que la vida espiritual se ve y se entiende en las

actividades cristianas de la familia.

Practicando juntos la fe cristiana, la familia ganará más estabilidad y sensibilidad

a los caminos del Señor y tendrá más posibilidad de cumplir el papel de ser un

hogar cristiano. Las actividades que contribuirán más a que aquella práctica de

la fe sea un éxito son tres:

(1) los cultos familiares,

(2) tiempos especiales para la familia, y

(3) la participación conjunta en la obra del Señor.

Cada una de estas actividades hace que la vida espiritual sea más objetiva para

los miembros de la familia, proveyendo que vean y entiendan su significado en

formas aplicables a sus vidas.

CULTOS FAMILIARES

Antes de hablar de cómo poner en función los cultos familiares y hacer que

sean interesantes, creo que sería estimulante enfocar unos ocho beneficios que

recibimos por celebrar tales cultos.

1. Beneficios de los Cultos Familiares

(1) Crean el hábito de adorar juntos al Señor. No hay nada que refresque y

renueve la vida del creyente como la adoración al Señor. Los hábitos

constructivos y originales crean una estabilidad en nuestra vida que es loable.

No hay un mejor hábito que el de adorar al Señor. La adoración al Señor

produce una gran satisfacción en la vida, una mayor capacidad de reconocer su

fuente y de deleitarse en ella. Hay muchos pasajes bíblicos que nos inspiran a

querer experimentar la realidad de las bendiciones de alabar a nuestro Dios.

Tome un momento y lea el Salmo 103 o el 111 y alabe al Señor por lo que

Dios hace surgir en su alma. ¿No se siente bien haciéndolo? Así se sentirá la

familia que adoran juntos al señor.

(2) Los cultos familiares forman el mejor modelo a seguir para los niños y otros.

Dios sabía que nosotros necesitamos modelos para poder imitar lo que es

mejor para nuestras vidas. Por eso ordenó que sus mandamientos y preceptos

sean enseñados constantemente en el hogar (Dt. 6:1-9), dejando un patrón que

los fieles deben siempre seguir. Pero es más que un hábito, es una forma de

vida.

(3) Los cultos familiares estimulan en los hijos un amor por lo espiritual.



Colosenses 3:1-4 nos reta a buscar “las cosas de arriba” porque hemos

resucitado de una vida de muerte (al pecado; véaseEfesios 2:1 yColosenses 2:20) y porque nuestra vida está “escondida” en Cristo. La palabra “escondida” refleja que estamos guardados, seguros, y que nadie ni

nada puede romper nuestra relación de estar “encerrados” con Cristo.

Cuando nosotros experimentamos la vida de Cristo en la nuestra, sabiendo que

él está obrando para nuestro bien, surge en nosotros un profundo y seguro

amor por lo espiritual.

(4) Los cultos familiares facilitan una mayor comunicación entre los miembros

de la familia. La vida moderna se caracteriza por un torrente de actividades, y

dentro de aquel vaivén la vida familiar y las líneas de comunicación a menudo

sufren una sobrecarga o cortocircuito. El culto familiar es un medio de mantener algo de comunicación dentro de nuestras agendas agitadas. Son momentos

cuando podemos mirarnos y escucharnos. Aunque suene demasiado sencillo

para ser verdad, no hay nada que contribuya más a que tengamos una mayor

comunicación con nuestros hijos que prestarles atención y estar atentos a sus

observaciones, dudas y preguntas. No es que los hijos siempre tendrán algo

que decir en todos los cultos familiares, pero sí podemos proveerles la

oportunidad para hacerlo y así fomentar la libertad de expresión tanto ante

nosotros como ante Dios.

(5) Los cultos permiten la posibilidad de tener experiencias cristianas dentro de

la familia. Puesto que somos seres humanos y por consiguiente pecadores,

necesitamos experimentar, no solamente una vez, sino constantemente el

perdón de Dios. Nuestros hijos pueden entender lo que es ser cristiano y

querer serlo naturalmente en el hogar, especialmente si ven allí en la vida

familiar el sentido y la práctica del perdón, la gracia, el poder, la fe y el amor

que vienen de Dios. No debemos forzarles a ser cristianos, sino guiarles con

mansedumbre y sabiduría para que sea su propia decisión.

Experiencias cristianas también pueden ocurrir en momentos especiales cuando

la familia está junta debido a cumpleaños, aniversarios, nacimientos,

fallecimientos, vacaciones, la Navidad y el Año Nuevo. Una lectura apropiada

con intercambio de ideas y oración hace que cualquiera de estos momentos sea

inolvidable.

(6) Los cultos familiares promueven el uso de la fuerza moral en la vida

cotidiana. Los tiempos de lectura y oración nos recuerdan nuestra debilidad y

necesidad (Isaías 6:1-8) y que hay fuerzas divinas a nuestra disposición

para apropiarnos de ellas. En medio de las diarias tentaciones, es sumamente

inspirador ver cómo el Espíritu Santo nos ayuda a recordar una escritura o

momento de encuentro con Dios y así “nos saca del apuro”. (1 Corinitos

10:13;Romanos 8:26, 27.) Aun debemos orar el uno por el otro en

nuestras familias como Epafras oraba encarecidamente por los hermanos en

Colosas, para que estemos “firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios

quiere” (Colosenses 4:12).

(7) Los cultos familiares proveen un medio visible para colocar al padre en el

papel de líder del hogar. Se debe apreciar el sentido de orientación como algo

distintamente cristiano cuando el padre intenta actuar de guía espiritual con su

familia. Su autoridad está reforzada cuando se presenta como uno preocupado por el andar espiritual de cada miembro de la familia. Orar juntos y participar

en tiempo de adoración, guiados por el padre, hará que los miembros de la

familia lo respeten más. Hay una gran cantidad de buenas maneras para hacer

funcionar los momentos familiares, pero lo que es inestimablemente importante

es que los padres hagan el intento.

(8) Hay muchas razones por las cuales debemos celebrar los cultos familiares,

pero termino la lista declarando que es una manera por la cual los hijos pueden

ver a los padres como seres humanos. Si los vástagos ven solamente nuestra

pretensión de ser fuertes y no nos perciben como seres humanos con

ansiedades, preocupaciones, presiones, anhelos, etc., difícilmente se

identificarán con nosotros, ni sentirán que nosotros necesitamos de sus

oraciones tanto como ellos necesitan de las nuestras.

Se cuenta de un padre que pensaba que los hijos necesitaban verle siempre

como el baluarte de firmeza, con una respuesta para todas las crisis. Sin

embargo, en su trabajo el padre sentía grandes presiones que lo dejaban tan

irritable que cuando llegaba a casa se enojaba con los hijos por cualquier cosa.

Eventualmente el padre se dio cuenta de su problema y pidió perdón por sus

acciones explicándoselas a los hijos. El hijo de doce años se le acercó y

abrazándole le dijo: “Papi, jamás pensé que algo te preocupara. Me alegro que

tú seas como yo.”

En los momentos devocionales con la familia, hará mucho bien si podemos

compartir lo que sentimos de necesidad, debilidad, anhelo, frustración, etc. y

saber que la familia nos apoyará ante aquellas crisis. Por supuesto, nadie se

revela en una situación hostil o de indiferencia. Sino solamente cuando cree que

el grupo le acepta y le ama a pesar de su lucha personal. Los padres pueden

dar la pauta en este proceso de edificación hablando sinceramente y orando

abiertamente sobre algo de su propia búsqueda por soluciones y paz en medio

de algunos problemas.

Estos ocho beneficios de cultos familiares sirven de motivación para que cada

hogar cristiano los practique. Ahora consideraremos algunas sugerencias sobre

cómo conducir los cultos familiares.

2. Sugerencias sobre Cómo Celebrar los Cultos Familiares

Quizá el primer punto y el que es de mayor frustración en muchos hogares

cristianos que intentan celebrar los cultos familiares, es el de la regularidad.

Todos hemos experimentado la tentación de no vencer los obstáculos que nos

impiden ser regulares y constantes en este ejercicio espiritual. Satanás para

nada quiere que nosotros oremos, ni individualmente ni con nuestras familias.

Las razones o beneficios de los cultos familiares antes expuestos, sirven como

motivos para seguir fielmente en esta práctica sana. Cuando estemos

convencidos de su valor, continuaremos con ello aunque suframos algunas

derrotas en ser regulares. El bien que se produce en la vida por los cultos

realizados es suficiente para animarnos a volver a comenzarlos. ¡No nos demos

por vencidos!

Para que los cultos familiares sean regulares hay que programarlos cuando la

familia esté reunida. Es recomendable comenzar el día juntos, orando y leyendo

la Biblia. Sirve de inspiración, dando perspectiva a todo el día. Sin embargo, es

más factible en algunos hogares que la familia esté junta en la noche. Como sea,

la agenda de cada familia es de primera consideración para lograr la meta de

regularidad.

Es imprescindible que los cultos sean bien planificados. Seleccione con cuidado

el material devocional que va a seguir determinando quién dirigirá cada culto.

Los padres harán bien en buscar materiales que enfoquen las necesidades

sicológicas, sociales y espirituales de sus hijos. Si son pequeños, historietas

bíblicas son mejores que lecturas largas de las Escrituras. Sin embargo, lecturas

breves que les expliquemos en sus propios términos servirán de gran estímulo a

los niños menores de seis años.

La buena preparación evitará que el culto no llene la necesidad espiritual en la

familia. Es recomendable que el director de este momento devocional se

familiarice con la lectura bíblica y los demás materiales que piensa usar para

determinar la debida aplicación a la vida de cada miembro de la familia. Así

preparado, puede estimular al grupo en la búsqueda del significado del mensaje

bíblico y la aplicación a sus vidas.

Siempre es aconsejable usar la imaginación en la planificación y preparación de

los cultos familiares. Se puede asegurar que habrá máximo uso de imaginación

si se permite a los niños participar en la planificación de los cultos y en su

presentación. A veces en nuestra familia celebramos algunos cultos en los

cuales los hijos hacen todo, incluyendo la selección de la lectura bíblica, la

dirección de los himnos, la meditación y las oraciones. Normalmente los hijos

hacen que los cultos sean breves pero con un significado especial. Los padres se alegran por seguir la dirección sincera y humilde de sus hijos en la adoración

a Dios.

Otro aspecto que hace que los cultos familiares sean algo inolvidable es la

música. La familia se gozará cantando coritos e himnos o escuchando discos y

cassettes cristianos. Es de mucha importancia que los hijos entiendan la letra de

lo que cantan porque el mensaje de Dios viene al corazón por medio de las

palabras de la canción. En este mismo sentido, la poesía es efectiva como un

medio de expresar nuestra devoción a Dios. La interpretación de poesías y la

música especial producen un gusto extraordinario en los momentos de

adoración a Dios.

Dos aspectos primordiales en la función vital de los cultos familiares son el uso

de la Biblia y la oración. Estos dos aspectos merecen una mención especial

porque son el corazón de cualquier culto.

3. El Uso de la Biblia

La Biblia es la brújula de nuestra vida cristiana y hay que referirse a ella

constantemente para asegurarnos que andamos bien. La Biblia trae mayor

consolación e inspiración a los momentos devocionales. Quisiera presentar

ahora algunos conceptos sobre su uso para recordar al lector la múltiple utilidad

de la Biblia en los cultos familiares.

(1) Comparta la lectura de la Biblia con todos los que leen en la familia. Permita

que cada uno tenga su turno para leer. También se puede leer antifonalmente

entre padres e hijos o entre hombres y mujeres.

(2) Si puede adquirir otras traducciones de la Biblia, sería bueno usarlas

especialmente en los pasajes difíciles, distintos e importantes. Es recomendable

que cada uno tenga su propia biblia y que la use en los cultos familiares. Por

cierto, si todos tienen la misma versión es más fácil tener lecturas antifonales,

pero si tienen diferentes traducciones pueden hacer más comparaciones e

investigaciones en el significado de los pasajes bíblicos.

(3) Hay muchas maneras interesantes por las cuales podemos leer la Biblia con

provecho. Algunas personas prefieren leerla por libros enteros: Salmos,

Proverbios, Romanos, Efesios, 1 Juan, etc. También es fascinante leer toda la

Biblia. Cuando la familia conjuntamente la lee por entero o por capítulos

seleccionados, hay que leer sólo cuanto los miembros pueden absorber; es decir, que los niños no siempre pueden abarcar ni aguantar una lectura muy

larga. Otra forma de leerla es tópicamente usando una concordancia en la

selección de temas que el grupo quiere entender mejor, como por ejemplo:

amor, fe, corazón, reino de Dios, etc.

(4) Hay libros de historias bíblicas que apelan a los niños. Por lo general estos

libros incluyen cuadros de escenas bíblicas que aumentan su utilidad en enseñar

al niño la verdad bíblica. Muchos encuentran de gran ayuda los mensajes

devocionales y la guía para los cultos familiares en revistas como El Hogar

Cristiano. Mapas de las tierras bíblicas sirven para acentuar la realidad de algo

que ocurrió en la Biblia. Todo instrumento de instrucción bíblica debe

emplearse para que los cultos hogareños sean interesantes.

(5) Hace bien que la familia memorice algunos versículos y los comparta en los

cultos o que se cuente alguna experiencia cuando el versículo memorizado haya

sido útil. En la memorización de pasajes bíblicos sería aconsejable recordar tres

principios: (a) entender bien los versículos; (b) repetirlos frecuentemente; y (c)

ponerlos en práctica en la vida diaria.

(6) Una manera de hacer que los estudios bíblicos sean más interesantes es por

medio de objetos. Por ejemplo, cuando leaMateo 5:13 con los niños,

ponga en la mano de cada uno un poco de sal y dialogue con ellos sobre los

usos de la sal, pidiéndoles que saboreen la sal, etc. Refuerce la lección bíblica

con tales experiencias comunes. Los objetos aumentan el aprendizaje del niño

(en realidad, de los adultos también). Además, historias y anécdotas nos

ayudan a visualizar la aplicación de la Biblia a nuestra vida. Cuando es tiempo

de orar por los obreros cristianos, busque un mapa y guíe a los niños a

encontrar el país o la ciudad donde trabajan aquellos obreros.

(7) Aunque no forme parte del tiempo del culto, será una contribución

estimulante y agradable para los niños que los padres provean juegos bíblicos,

tales como Tic Tac Tu , que permite repasar lo que los niños han aprendido

de la Biblia, igualmente a jóvenes y adultos. También es interesante una sana

competencia entre los niños el poder buscar y encontrar diferentes versículos

bíblicos.

(8) En último lugar, debemos estar siempre aplicando la Biblia a nuestra vida.

Unas preguntas que el lector puede hacerse cuando esté leyendo la Biblia para

que ella lo guíe a aplicarla en su vida son: a. ¿Qué me dice el pasaje? ¿Qué quiere Dios que yo entienda?

b. ¿Qué pecado debo confesar? ¿Qué acción tomar? ¿Qué mensaje

compartir?

c. ¿Qué puedo y debo recordar del pasaje?

d. ¿Puedo bosquejar las ideas principales en el pasaje? contestar juntos

o por separados estas simples preguntas ayudará a cualquiera a

aprovechar más de su estudio bíblico y los cultos familiares.

4. La Oración

Quisiera hacer unas tres sugerencias en cuanto a la oración con la familia. En

primer lugar, haga que sea sencilla, no en tono grave ni ministerial, sino con

sencillez y sensibilidad a los problemas, ansiedades y anhelos de cada miembro

de la familia. Evitemos las palabras y frases que no sean entendibles para los

niños en el grupo (especialmente los infantes). En segundo lugar, oremos

específicamente, nombrando necesidades sentidas y expuestas por los

diferentes miembros de la familia. En tercer lugar, seamos flexibles en nuestra

manera de orar, o sea, variemos la forma. Es recomendable tener la mayor

participación de todos los integrantes de la familia que quieren participar.

Pueden tomar turnos. También muchos se gozan de orar cada uno brevemente

en los cultos familiares. Una variación de las oraciones cortas es la oración

conversacional, en la cual oran las personas cuantas veces quieran, cada vez

reflejando lo que otros han dicho anteriormente, afirmándolo o agregando otro

aspecto. Este concepto de la oración refleja la promesa de Jesús enMateo

18:19 de que “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de

cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los

cielos”.



TIEMPOS FAMILIARES

Además de celebrar cultos con la familia, es altamente recomendable realizar

otras actividades que simplemente permitan a la familia gozarse juntos,

comunicarse mejor, y en general acercarse. Estas actividades y proyectos

funcionan mejor si se realizan regularmente. Es ideal planificar un tiempo

específico semanal, quincenal o mensual, cuando la familia esté junta y

dispuesta a intentar hablar, hacer proyectos, jugar, etc. Mientras que los cultos

se realizan normalmente alrededor de la mesa en el comedor o en la sala o recibo, los momentos familiares se pueden realizar en un sinfín de lugares. Es

bueno que toda la familia ayude a planificar estos momentos. Una meta sería

tratar de hacerlo cuando todos o la mayoría de los miembros de la familia estén

presentes. Cada familia determinará lo que prefiera hacer. A continuación se

encuentra una lista de posibles actividades y proyectos para los momentos

familiares:

1. Muchas familias tienen talentos en música y se gozarán en tocar sus

instrumentos y cantar la música típica de su país, coritos y composiciones

originales.

2. Algunas familias miran juntos algunos programas televisados. Pueden discutir

los valores demostrados en tales programas, evaluarlos según el concepto

presentado de amor, fe, fidelidad, honor, etc. a la luz de las normas bíblicas.

3. Siempre es interesante compartir experiencias personales. Los niños se

divierten escuchando las experiencias y anécdotas de cuando los padres eran

niños y jóvenes. Para hacer que este tiempo sea más valioso, se deben exaltar

las virtudes y los valores de las personas mencionadas en los incidentes.

4. Otra actividad similar a la anterior es una en que le ayuda a cada persona a

determinar lo que en realidad son sus valores. Puede contarles historias como la

de los misioneros bautistas a Angola que por la guerra fueron forzados a salir

del país. Cada uno podía llevar una sola maleta. La familia misionera que cuenta

esta experiencia dice que les fueron revelado sus valores de acuerdo a lo que

pusieron en sus maletas. Lo que más querían llevar consigo eran cosas que

tenían un valor sentimental, un regalo de los niños o un recuerdo especial.

Después de contar esta experiencia, pida que vayan a sus habitaciones y

seleccionen lo que llevarían consigo en caso de una extrema emergencia. Déles

quince minutos para hacer su selección, la cual llevarán a la reunión plenaria de

la familia para compartirla y explicar por qué la seleccionaron. Esta experiencia

debe enseñar mucho acerca de cuáles sean sus valores y permitir una serie de

diálogos o estudios bíblicos sobre los valores de la vida cristiana.

5. Además la familia se contentará haciendo juegos de mesa o armando un

rompecabezas. La competencia y la conversación es la mayor contribución a la

vida familiar en estas actividades.

6. Paseos al parque o al zoológico, o un picnic en el campo proveen una gran

oportunidad a la familia para estrechar los vínculos de amor. Algunas familias disfrutan del pescar juntos o asistir a eventos deportivos como fútbol o béisbol.

Ir a la playa o a otros lugares para nadar es siempre popular.

Estas seis ideas se mencionan para fomentar que cada familia busque pasar

tiempo juntos, deleitándose de la vida, confiando que estos momentos de

relajarse y de compartir algo agradable promueven un gusto y una estabilidad

en la vida familiar.

Las actividades cristianas de la familia deben incluir no solamente los cultos y

momentos de relajamiento, sino también las que producen sanos resultados en

el hogar cuando juntos realicen algunas actividades o proyectos misioneros.

ACTIVIDADES MISIONERAS PARA LA FAMILIA

En cuanto a la obra misionera, la perspectiva de privilegio, en vez de la

obligación, crea en los hijos un alto aprecio por la misma y el deseo de

participar en ella. También se debe notar que los hijos captan primeramente el

espíritu de compasión o, al contrario, el del desinterés de los padres

Puesto que nuestras actitudes anteceden nuestras acciones, es mejor que

oremos por aquellos que necesitan nuestro ministerio antes que vayamos a

ayudarles. Hace bien para los niños aprender a orar por los amigos inconversos

y aquellos que sufren y necesitan ayuda espiritual o física. La compasión hacia

las personas sin Cristo y las que tienen profundos problemas surge en nosotros

cuando nos acercamos al Señor. (Mateo 9:36-38.)



Los vástagos fácilmente aprenden el gozo que acompaña el ofrendar para la

obra del Señor. Cuando oramos por la obra misionera y después ofrendamos

generosamente, los niños ven que es importante para nosotros. Por otro lado,

muchos padres descuidan esta “gracia” (2 Corinitos 8:4-8) de guiar a sus niños

en el “placer” de ofrendar. Por ejemplo, si le dan una moneda regularmente al

niño para comprar un caramelito y le dan la misma cantidad de dinero para su

ofrenda, ¿puede el niño captar que estimamos más a Dios que un caramelo?

Los niños pueden contribuir grandemente durante la visitación, evangelización o

ministerio realizado especialmente si comparten el motivo espiritual de amor

que promueve a los cristianos a estrecharse en aquellas maneras. Aun si el

motivo los niños contribuyen al buen testimonio por su buen comportamiento,

respeto demostrado y preocupación por las personas visitadas. Todo el mundo

aprecia a un niño y siente un cariño especial cuando los niños tratan de ministrar en alguna manera, aunque sea sencilla. Grande es el gozo de una anciana

cuando un niño le regala un cuadrito o manualidad suya. La gente pocas veces

rehusará un tratado entregado por un niño. En alguna oportunidad, la familia

puede decidir socorrer a una persona que carece de ayuda; como sería el caso

de reparar un techo o la plomería, o de pintar la casa. Los niños pueden

participar en estos proyectos.

Otras familias se gozan en grabar los cultos dominicales de su iglesia y llevarlos

a los ancianos u otras personas interesadas. Además la grabadora o cassette es

muy útil para mandar mensajes a personas en el servicio militar o a los obreros

denominacionales. Se hace más interesante y de mayor provecho el uso de

grabaciones si éstas resultan en un intercambio de mensajes con personas por

las cuales la familia desea orar más conscientemente sobre ciertas

circunstancias y necesidades.

Todas estas ideas son nada más que unas sugerencias para estimular a nuestras

familias a ser más creativas en su forma de desempeñar su vida. Dios ha creado

la familia para ser la base de la sociedad y del mundo. Debemos preocuparnos

en que nuestra familia contribuya a la integridad del mundo y no a su

desintegración.



EJERCICIOS DE APRENDIZAJE

Cuestionario:

1. ¿Por qué están sufriendo muchos hogares un quebrantamiento?

2. ¿Cómo podemos definir un hogar cristiano? ¿Está usted de acuerdo con el

autor en su definición?

3. ¿Qué es tener una consciencia abierta a Dios?

4. ¿Qué efecto tiene la “consciencia de tiranía” sobre la comunicación con los

hijos en cuanto a Dios?

5. ¿Qué significa para usted que la vida espiritual en el hogar depende de que

Cristo reine en nuestros corazones?

6. ¿Cómo podemos testificar a los miembros inconversos en la familia? 7. De los siete principios que debemos practicar y enseñar en el hogar,

mencione tres de ellos que usted cree que son de mayor importancia, dando

una razón por su selección.

8. De los ocho beneficios que recibimos por celebrar los cultos familiares,

mencione cuatro de ellos que le gustan. ¿Hay algunos que usted cree que no

sean significantes? ¿Cuáles? ¿Por qué cree usted así?

9. De las sugerencias sobre cómo celebrar los cultos familiares, cuáles dos le

parecen ser de mayor ayuda o que usted pueda incorporar en tiempos

devocionales con los suyos?

10. ¿Cuáles tres ideas sobre el uso de la Biblia le parecen a usted de mayor

importancia? Explique brevemente la razón porqué las seleccionó.

11. ¿Cuáles tres de las sugerencias sobre los tiempos familiares le gustan?

¿Cree usted que las puede incorporar en la vida de su familia?

Para la Dinámica de Grupo:

1. ¿Por qué tienen tantas familias cristianas dificultad en realizar los cultos

familiares?

2. ¿Cuál es la responsabilidad de los padres en dirigir a los hijos hacia una

relación espiritual con la iglesia y la obra misionera. ¿Agregaría usted algunas

ideas a las del autor en relación a las “actividades misioneras para la familia”?

Lecturas Afines:

Elva Anson, Cómo Mantener Unida a la Familia Que Ora (Clie); Martha

Leavell, Hacia el Hogar Cristiano (Casa Bautista de Publicaciones)




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