La familia es la unidad básica de la sociedad, pero en el mundo actual la unidad
de la familia está sufriendo un resquebrajamiento. Hay aquellos que declaran
que la familia, en un sentido tradicional, no puede aguantar las presiones del
siglo XX y que tendrá que cambiar su estructura. Sin embargo, la realidad es
que muy pocas familias están siguiendo las directrices y principios que Dios nos
ha dado. Sin duda alguna, aquella falta contribuye a la gran confusión y ruptura
que la familia moderna está experimentando. Hay algunos productos que llevan
en su envase lo siguiente: “Para mejor resultado siga las instrucciones de la
fábrica.” Dios nos ha hecho y es él quien creó la familia. El sabe cómo hacerla
funcionar mejor. Por lo tanto, debemos someternos a las instrucciones de la
“fábrica eterna”.
No obstante, muchos cónyuges y padres andan tan distraídos o ocupados con
los quehaceres de la vida que sólo parece que responden a los impulsos de las
tenciones económicas y cotidianas; por consiguiente, tienen poco tiempo para
pensar en la vida familiar. Hay muchos niños que dirían: “Papi no nos quiere
porque no viene a casa, y cuando está no quiere pasar tiempo ni jugar con
nosotros.” Una encuesta reciente en Norte América demostró que el cincuenta
por ciento de los niños con menos de quince años, prefiere la televisión a sus
padres. Un siquiatra de la universidad Harvard ha observado que el padre
americano normal solamente pasa 37 segundos cada día a solas o en forma
particular con sus vástagos.
No debe sorprendernos que haya una desintegración en los hogares. Muy
pocos hogares se caracterizan por poner en práctica los principios bíblicos del
amor, la consideración, la comprensión, la disciplina, el respeto y el orden. Tal
vez se espera que las bendiciones vengan por casualidad, pero en el reino de
Dios, hay muy poco que ocurre accidentalmente. Hay que conscientemente
poner en orden nuestros hogares. (Isaías 38:1.)
Para hacer existir y funcionar aquellas cualidades bíblicas en nuestras familias,
es imprescindible que descubramos y aprovechemos el poder espiritual que
sólo Dios proporciona en nuestras vidas. (Efesios 3:20.) Según el doctor
Peterim Sorokin, sociólogo de Harvard, “dos de cada cinco matrimonios terminan en divorcio; pero en cuanto a las familias que practican la oración y el
estudio de la Biblia, hay solamente un divorcio en cada 1.015 matrimonios.”f151
Sin embargo, no es para evitar el divorcio que debemos orar y estudiar la
palabra de Dios juntos, sino porque así se producen los mejores frutos de la
felicidad en nuestra célula familiar.
Hemos estado resaltando en toda esta obra la importancia de aplicar los
principios bíblicos a las relaciones personales del hogar. Ahora agregamos la
dimensión de lo espiritual al desarrollo del hogar cristiano. A la pregunta: ¿Qué
es un hogar cristiano?, quizá algunos dirían que es aquella familia en que juntos
los miembros oran, estudian la Biblia, comparten la vida cristiana y sirven al
Señor. Y tienen razón. Sin embargo, la dimensión espiritual es aún más amplia
que aquello, porque no hay nada de la vida hogareña que no cae bajo el efecto
e influencia de las prácticas espirituales.
Lo que se está considerando no es solamente los cultos familiares, sino todo el
concepto del tiempo familiar, lo que produce la unidad familiar a base de lo que
es el propósito de Dios para cada hogar cristiano. Cuando hablamos de la vida
espiritual en el hogar estaremos considerando el que proviene de una
consciencia abierta a Dios; que depende de que Cristo reine en los corazones
de los integrantes del hogar; que requiere que la fe cristiana sea enseñada y
practicada; y que se vitaliza en experiencias cristianas y significativas. Aquellas
experiencias abarcan los cultos y tiempos familiares, más el servicio al Señor
dentro y fuera de la iglesia. Ahora trataremos algunos aspectos de la vida
espiritual en el hogar.
PROVIENE DE UNA CONSCIENCIA ABIERTA A DIOS
La gente que es sana espiritualmente, por lo general, proviene de hogares que
son sanos espiritualmente. Para que un hogar sea sano espiritual, emocional y
sicológicamente, la presencia de Dios tiene que ser reconocida y
experimentada.
Lo espiritual tiene que ver tanto con nuestra actitud como con nuestras
acciones. Nuestras actitudes gobiernan nuestras acciones. Una consciencia
abierta a Dios indudablemente producirá una vida más sensible y útil porque
nuestras actitudes serán moldeadas por él que se especializa en dirigir el espíritu
humano. (Romanos 8:26, 27.) La consciencia abierta a Dios se experimenta en la vida cotidiana. Conviene a nuestro espíritu contemplar y analizar la naturaleza. Los eventos personales, familiares y sociales, las decisiones grandes y pequeñas, las relaciones
maritales, los goces y las tristezas de la vida, todo a la luz de la presencia y
potencia de Dios. Cuando compartimos con la familia el sentido de estar
maravillados ante Dios, se eleva y aumenta grandemente el aprecio que cada
uno tiene por la vida que Dios crea, dirige e inspira.
Compartir una puesta de sol o contemplar las estrellas a la vez que se lee el
Salmo 8, es una experiencia que producirá en cualquier familia una adoración a
Dios por su grandeza y bondad. Hay que darle a Dios todo el crédito. Se
cuenta de un padre que estaba sentado con su hijito de cuatro años mirando la
puesta del sol; comentaban acerca de los diferentes colores que se producían
en las nubes mientras el sol bajaba. Fue un evento espectacular e impresionante
para el niñito. Cuando el sol desapareció, el niño pegó un grito de excitación y
exclamó a su padre: “¡Hazlo otra vez, papi, hazlo otra vez!” Aquellos son los
momentos precisos para enseñar a un niño cómo glorificar a Dios.
Hay que admitir que no siempre es fácil hablar de las experiencias que tenemos
con Dios. A veces no estamos seguros si otros apreciarán lo que diremos, y en
otros momentos no sabemos cómo explicar lo que hemos sentido. Una
experiencia con Dios es algo personal y no se presta a comentarios fáciles. Sin
embargo, se puede facilitar la comunicación de aquellas impresiones preciosas
dentro del núcleo familiar donde se expresa confianza y profundo interés el uno
al otro. Si los padres comparten sus sentimientos y observaciones, naturalmente
los hijos sentirán suficiente confianza para intentar expresar con palabras sus
impresiones o describir sus experiencias.
Sin duda, existen aquellos padres que no se comunican bien con sus hijos, ni en
lo espiritual ni en la mayoría de las categorías de la vida. Algunos padres no
dejan experimentar el gozo de vivir por el peso de sus responsabilidades en sus
trabajos o en sus casas. Algunos se quejan tanto de su posición y suerte que
sienten poco de la libertad de Cristo en sus vidas. Aquellos viven con lo que un
autor llama “consciencia de tiranía.” Aquella consciencia de víctima no
conoce los cánticos de liberación de Gálatas 5:1 y1 Juan 3:18-20
donde se afirma que Dios es mayor que nuestra consciencia o corazón. Cristo
nos libra para poder responder a nuestros hijos con espontaneidad,
autenticidad y con una consciencia sensible a sus deseos de dar expresión a sus experiencias con Dios, aun si es en términos no convencionales o de niños.f153
Lo más natural para el niño es hablar de Dios. Son los padres quienes sienten la
pena o reserva de hablar de tales cosas, y por consiguiente trasmiten sus
sentimientos a los hijos, quienes a su turno pierden la comodidad de hablar de
Dios.
Una consciencia abierta a Dios es el primer peldaño en subir hacia una vida
espiritual que sea vital en nuestros hogares. Aquello tiene que ver con nuestra
actitud hacia Dios, su mundo y nuestra vida familiar. Ahora, veamos que la vida
espiritual depende de que Cristo reine en los corazones de los integrantes
cristianos de cada hogar.
DEPENDE DE QUE CRISTO REINE
EN NUESTROS CORAZONES
Sin falla, en cada hogar cristiano, Cristo debe estar presente y reinante. El reino
de Dios puede ser definido por ser cualquier lugar donde Dios reina. Si
nuestros hogares quieren pretender ser de Cristo, deben permitir y promover
que él sea seguido, dejándose ser guiado por sus motivos y principios.
En breve, diríamos que para que Cristo reine en nuestros hogares tenemos que
amarle y obedecerle. Así tenemos la confianza de su morada con nosotros
(Juan 14:23) y la confianza de que nuestras vidas resultarán más felices y
victoriosas en todos sus aspectos. Se espera que por amar a Cristo y
expresarlo en el círculo familiar se producirá en cada corazón una mayor
receptividad a su dirección en la vida particular y corporal de los miembros de
la familia. No es automático ni fácil producir el buen carácter ni las buenas
obras, pero sí es más probable que ocurra en el contexto del amor cristiano.
(Juan 13:34, 35.)
Tenemos la confianza de que las bendiciones de nuestro señor quedan con
aquellos que ponen en práctica su palabra y ejemplo. (1 Pedro 2:21; 3:8-
12.) Los padres y los que en una familia son cristianos, son llamados a dar la
pauta en dirigir el pensar y el actuar del resto de los suyos. Después de las
instrucciones conyugales en1 Pedro 3:1-7, se encuentran los consejos
siguientes que deben ser interpretados en un contexto familiar:
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos
fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,
sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1Pedro 3:8, 9).
Ahora, un aspecto del reino de Cristo en nuestros hogares ciertamente sería el
testimonio cristiano a los que no conocen al Señor, sean los hijos, padres o
familiares. El ambiente hogareño es el más natural, pero también el lugar más
difícil para dar nuestro testimonio. Es el más natural porque allí gozamos de
relaciones bastante íntimas y porque no podemos pretender ser lo que no
somos. Es el más difícil porque allá nos conocen demasiado bien, con todas
nuestras fallas y fuerzas. Sin embargo, insisto en que el cambio amoroso que
Cristo hace en el corazón humano puede penetrar en aquel cristiano y contagiar
a aquellos con quienes tienen que ver constantemente, aún si aquellos son su
propia familia. Cristo produce en el hombre lo que C.S. Lewis llamaba “la
buena infección’, que afecta a todos los que tengan contacto con el “infectado”.
Cuando los padres son cristianos, se hace relativamente fácil que testifiquen de
Cristo a los hijos. Pero si los hijos se convierten y los padres no comparten su
fe, puede resultar dificultoso testificar a los padres. Sin embargo, no es
imposible hacerlo. Se cuentan muchos casos donde por los hijos e hijas se ha
infiltrado en la familia la semilla preciosa. Todo depende de la actitud del
testigo. No debe predicarles sino guiarles por su buena y servicial actitud,
esperando que ellos pidan una clara razón de la esperanza que hay en él que es
cristiano. (1 Pedro 3:15). La rebelión y resistencia ante los padres es
completamente contraproducente para testificarles.
Se cuenta de un joven que se convirtió en una iglesia bautista y que deseaba
ganar a los demás de su familia, pero encontró una sólida resistencia a su
testimonio. Su padre le era dominante y chocaba fuertemente con su hijo sobre
sus nuevas ideas religiosas. El joven también era culpable de pelear,
defendiendo su nueva fe en Cristo bruscamente ante sus padres y hermanos. El
resultado: cero; y peor, el joven se retiró de la iglesia al poco tiempo por lo
miserable que se sentía debido al suceso. El pastor le buscó y al encontrarle
reconoció la raíz del problema. Su consejo al joven fue primeramente el de
pedir perdón a su padre y después a los demás familiares. Naturalmente el
joven no quiso humillarse pidiendo perdón a su padre ni a los demás. Resistió la
idea por varios días, pero orando y leyendo su Biblia de nuevo después de la
visita del pastor, sintió que el Señor le estaba convenciendo de la necesidad de pedirle perdón a su padre por haberle faltado al respeto. Una noche casi no
podía dormir pensando en lo que tenía que hacer. Cuando llegó la madrugada,
el joven fue al jardín para orar y pensarlo más. Como era costumbre del padre
limpiar y barrer el jardín temprano en la mañana, también entró para comenzar
su oficio. Al joven le vinieron lágrimas y se arrodilló y abrazó a su padre
suplicándole perdón por haberle ofendido. Tanto fue tocado el padre por la
demostración de humildad y sincera confesión que también se arrodilló con su
hijo y juntos lloraron. El joven guiado por el Espíritu Santo le testificó a su
padre. ¡Tanto quería que conociera a Cristo! El padre conmovido en aquel
precioso momento no pudo resistir el amor ardiente e intenso de su hijo por el
Señor, y aceptó a Cristo como su Señor y Salvador en la frescura de aquel
jardín. Algunos más de la familia también recibieron a Cristo debido a aquel
evento especial e inspirador. Lo que el joven no pudo hacer predicándoles, lo
logró humillándose. (1 Pedro 5:1-10.) ¡Qué ciertas son las promesas del
Señor!
Además del testimonio que compartimos a nuestras familias, existe una gran
necesidad de enseñar y practicar la fe cristiana con ellos. La vida espiritual del
hogar cristiano demanda que lo esencial de lo que la Biblia presenta como la fe
cristiana sea hecha viva y patente en el laboratorio más común del mundo:
nuestros hogares.
REQUIERE QUE LA FE CRISTIANA
SEA PRACTICADA Y ENSEÑADA
En el primer capítulo hablamos de lo que es un “hogar cristiano” y dijimos que
Cristo es el que hace que un hogar sea cristiano por medio de su “extra” en
nuestras vidas. Aquel “extra” es lo especial de su perdón, gracia, amor,
comprensión, valor, voluntad, misión, y mucho más, que trae consigo cuando
entra y mora dentro de nosotros. Este “extra” se expresa en nuestras vidas por
vivir según la forma e inspiración que Cristo mismo produce por su Espíritu en
cada creyente. (Gálatas 5:22, 23.)
Ahora, afirmamos que la fe cristiana (o sea, la religión cristiana) tiene que ser
puesta en práctica y enseñada dentro del círculo familiar para que nuestros
hogares se desarrollen en la gracia del Señor y produzcan una madurez
espiritual. En esencia, nuestros hogares son laboratorios para nuestra fe
cristiana. Si funciona allí, servirá en el mundo. Lo contrario es, desgraciadamente, la verdad también: si no hacemos funcionar nuestra fe en
casa, tampoco tendremos una vida cristiana efectiva afuera con los demás.
No es posible mencionar todas las virtudes cristianas que se precisan practicar
y enseñar en nuestras familias. Sin embargo, examinaremos brevemente siete
ejemplos de principios cristianos que deben estar puestos en función para
vitalizar la vida espiritual de cualquier hogar cristiano. El lector puede y debe
revisar sus propias creencias a ver si está practicándolas y enseñándolas dentro
de su núcleo familiar.
Primeramente, se precisa un amor integral en nuestras familias. El amor que es
integral es el que ama a Cristo y en turno ama al prójimo. En este caso el
prójimo es su propia familia. Así el amor es algo entero, no parcial. (1 Juan
4:7-11;Romanos 13:10.) El amor siempre busca lo mejor por su objeto,
su edificación, no su destrucción. Todo ser humano desea ser amado, pero el
anhelo para sentirse amado siempre es más grande que nuestra capacidad de
expresar amor a otros.
El segundo en la lista de elementos básicos de la fe es la esperanza. La
esperanza puede funcionar dinámicamente en crear confianza hacia los hijos, el
esposo, los suegros, el yerno o a quien sea de la familia. Cuando pensamos
negativamente, siendo críticos constante o habitualmente, creamos una
imposibilidad para que aquella persona logre satisfacer nuestras expectativas.
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Filipenses 4:8, 9 nos instruye a pensar en lo que es verdadero, honesto,
justo, puro, amable y de buen nombre. Si nos concentramos en este modo
positivo hacia los nuestros, veremos cuan práctico y fructífero es inspirar
mejores logros y mayor aceptación entre los distintos miembros de la familia.
Una sugerencia que hago a cualquiera que tenga roces con un miembro de la
familia (u otra persona) es enumerar las cualidades positivas de aquella persona
y guardarlas en la Biblia u otro lugar útil; y cuando surjan los sentimientos
negativos hacia aquella persona, saque la lista, lea sus buenas cualidades y ore
por él o ella para que el Señor le bendiga y haga que su vida sea de bendición
en la familia. Es más probable que algo bueno y constructivo resulte en aquella
vida porque pensamos y actuamos positivamente hacia ella. Además nosotros
sufrimos grandemente de un remordimiento de consciencia mientras que
pensamos críticamente hacia cualquier otra persona; pero creer lo mejor de
ellos nos inspira y nos llena de fe y esperanza hacia ellos.
Un tercer elemento es la gracia que se expresa a menudo como misericordia o
perdón. Pablo enEfesios 4:32 yColosenses 3:13 señala que debemos
perdonar porque hemos sido perdonados por Cristo. Guardar rencor o
embotellar resentimiento nos frustra y eleva paredes que nos separan de
aquellos a quienes amamos. Sólo la gracia y el perdón las pueden tumbar,
como Cristo nos lo ha demostrado. (Efesios 2:14-16.) ¡Qué delicia es
perdonar y estar reunidos en compañerismo otra vez; y qué angustia sufrimos
cuando no lo hacemos! Las pequeñas palabras ofensivas pueden causar una
brecha en la relación. La gracia es el material matriz que Dios nos provee para
construir puentes y así poder reunirnos otra vez con los ofendidos. Es
distintivamente de Dios. Desgraciadamente muchos cristianos no practican la
gracia de Dios en sus relaciones rotas, sino recaen en su naturaleza humana y
carnal que acentúa sus derechos y el egoísmo, en vez de la humildad,
aceptación de la parte de uno en el error y el estrechamiento hacia el ofendido.
¡Que Cristo gobierne en nuestros corazones!
Un cuarto principio cristiano que se relaciona a los tres anteriores es la
valorización de cada persona. Cada individuo es importante. Cristo ha
demostrado el valor que cada uno de nosotros representamos ante Dios
cuando murió en la cruz por salvarnos. (1 Pedro 1:18-22.) Esta
valorización es primordial en la formación y mantenimiento de exitosas
relaciones tanto de los cónyuges como de las familias.
En quinto lugar, y quizá suene redundante mencionarlo en esta lista, es que
debemos vivir por fe dentro de nuestras familias. Sin embargo, el vivir por fe
quiere decir que tomamos decisiones habiendo orado y buscado seguir la
voluntad de Dios. También, quiere decir que intentamos actuar por fe en
nuestra manera de orar, considerar a otros, ofrendar, etc., dejando un claro
ejemplo para los niños y demás familiares.
El sexto principio es el de mantener la buena comunicación con los miembros
de la familia. Tal vez algunos me preguntarán: “¿Cómo llego yo a decir que este
es un principio distintivo de la fe?” Este ideal proviene de la naturaleza de
conocer a Dios y formar una relación eterna con él. Aquella relación comienza
con una conversación de confesión y aceptación de él como Salvador y Señor
en la vida del creyente. (Romanos 10:8-13; fijese en el uso de la boca.) La
relación continúa por medio de la buena comunicación que incluye no solamente la oración y la lectura de la Palabra, sino también la obediencia al Señor. En realidad no existe una relación vital, ni en este mundo ni en el otro,
que no se base en una clara y entendida comunicación. La buena comunicación
con Cristo produce una relación satisfactoria e íntima. Se espera que lo mismo
ocurra dentro de nuestras relaciones familiares. Nuestra buena y regular
comunicación con el Señor nos ayuda a querer mantener una buena
comunicación con nuestros amados. Al no mantener la comunicación, la
relación siempre sufre, tanto con la familia como con el Señor.
En séptimo lugar, el hogar cristiano debe mantener en alto los ideales de Dios,
sus mandatos y principios. Aunque esto es un poco general, estamos resaltando
la validez de ayudar a nuestras familias a formar un sistema de valores que
resulta por seguir en pos de Cristo, viviendo según su modelo de hacer bien a
todo hombre, aborrecer lo malo y amar sin fingimiento. Para una lista de altos
valores y virtudes cristianas, leaRomanos 12:9-21.
Repito, estos siete principios son nada más que una selección de muchos que
Dios nos ha dado en su Palabra. Lo que se requiere es que nosotros
traduzcamos en obras todos los principios bíblicos que podamos en nuestros
hogares cristianos para que:
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría... (Colosenses 3:16).
Podemos ayudar a nuestras familias a ver y entender estos principios de la fe
cristiana teniendo cultos familiares y momentos especiales para la familia. Por lo
tanto consideraremos que la vida espiritual se ve y se entiende en las
actividades cristianas de la familia.
Practicando juntos la fe cristiana, la familia ganará más estabilidad y sensibilidad
a los caminos del Señor y tendrá más posibilidad de cumplir el papel de ser un
hogar cristiano. Las actividades que contribuirán más a que aquella práctica de
la fe sea un éxito son tres:
(1) los cultos familiares,
(2) tiempos especiales para la familia, y
(3) la participación conjunta en la obra del Señor.
Cada una de estas actividades hace que la vida espiritual sea más objetiva para
los miembros de la familia, proveyendo que vean y entiendan su significado en
formas aplicables a sus vidas.
CULTOS FAMILIARES
Antes de hablar de cómo poner en función los cultos familiares y hacer que
sean interesantes, creo que sería estimulante enfocar unos ocho beneficios que
recibimos por celebrar tales cultos.
1. Beneficios de los Cultos Familiares
(1) Crean el hábito de adorar juntos al Señor. No hay nada que refresque y
renueve la vida del creyente como la adoración al Señor. Los hábitos
constructivos y originales crean una estabilidad en nuestra vida que es loable.
No hay un mejor hábito que el de adorar al Señor. La adoración al Señor
produce una gran satisfacción en la vida, una mayor capacidad de reconocer su
fuente y de deleitarse en ella. Hay muchos pasajes bíblicos que nos inspiran a
querer experimentar la realidad de las bendiciones de alabar a nuestro Dios.
Tome un momento y lea el Salmo 103 o el 111 y alabe al Señor por lo que
Dios hace surgir en su alma. ¿No se siente bien haciéndolo? Así se sentirá la
familia que adoran juntos al señor.
(2) Los cultos familiares forman el mejor modelo a seguir para los niños y otros.
Dios sabía que nosotros necesitamos modelos para poder imitar lo que es
mejor para nuestras vidas. Por eso ordenó que sus mandamientos y preceptos
sean enseñados constantemente en el hogar (Dt. 6:1-9), dejando un patrón que
los fieles deben siempre seguir. Pero es más que un hábito, es una forma de
vida.
(3) Los cultos familiares estimulan en los hijos un amor por lo espiritual.
Colosenses 3:1-4 nos reta a buscar “las cosas de arriba” porque hemos
resucitado de una vida de muerte (al pecado; véaseEfesios 2:1 yColosenses 2:20) y porque nuestra vida está “escondida” en Cristo. La palabra “escondida” refleja que estamos guardados, seguros, y que nadie ni
nada puede romper nuestra relación de estar “encerrados” con Cristo.
Cuando nosotros experimentamos la vida de Cristo en la nuestra, sabiendo que
él está obrando para nuestro bien, surge en nosotros un profundo y seguro
amor por lo espiritual.
(4) Los cultos familiares facilitan una mayor comunicación entre los miembros
de la familia. La vida moderna se caracteriza por un torrente de actividades, y
dentro de aquel vaivén la vida familiar y las líneas de comunicación a menudo
sufren una sobrecarga o cortocircuito. El culto familiar es un medio de mantener algo de comunicación dentro de nuestras agendas agitadas. Son momentos
cuando podemos mirarnos y escucharnos. Aunque suene demasiado sencillo
para ser verdad, no hay nada que contribuya más a que tengamos una mayor
comunicación con nuestros hijos que prestarles atención y estar atentos a sus
observaciones, dudas y preguntas. No es que los hijos siempre tendrán algo
que decir en todos los cultos familiares, pero sí podemos proveerles la
oportunidad para hacerlo y así fomentar la libertad de expresión tanto ante
nosotros como ante Dios.
(5) Los cultos permiten la posibilidad de tener experiencias cristianas dentro de
la familia. Puesto que somos seres humanos y por consiguiente pecadores,
necesitamos experimentar, no solamente una vez, sino constantemente el
perdón de Dios. Nuestros hijos pueden entender lo que es ser cristiano y
querer serlo naturalmente en el hogar, especialmente si ven allí en la vida
familiar el sentido y la práctica del perdón, la gracia, el poder, la fe y el amor
que vienen de Dios. No debemos forzarles a ser cristianos, sino guiarles con
mansedumbre y sabiduría para que sea su propia decisión.
Experiencias cristianas también pueden ocurrir en momentos especiales cuando
la familia está junta debido a cumpleaños, aniversarios, nacimientos,
fallecimientos, vacaciones, la Navidad y el Año Nuevo. Una lectura apropiada
con intercambio de ideas y oración hace que cualquiera de estos momentos sea
inolvidable.
(6) Los cultos familiares promueven el uso de la fuerza moral en la vida
cotidiana. Los tiempos de lectura y oración nos recuerdan nuestra debilidad y
necesidad (Isaías 6:1-8) y que hay fuerzas divinas a nuestra disposición
para apropiarnos de ellas. En medio de las diarias tentaciones, es sumamente
inspirador ver cómo el Espíritu Santo nos ayuda a recordar una escritura o
momento de encuentro con Dios y así “nos saca del apuro”. (1 Corinitos
10:13;Romanos 8:26, 27.) Aun debemos orar el uno por el otro en
nuestras familias como Epafras oraba encarecidamente por los hermanos en
Colosas, para que estemos “firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios
quiere” (Colosenses 4:12).
(7) Los cultos familiares proveen un medio visible para colocar al padre en el
papel de líder del hogar. Se debe apreciar el sentido de orientación como algo
distintamente cristiano cuando el padre intenta actuar de guía espiritual con su
familia. Su autoridad está reforzada cuando se presenta como uno preocupado por el andar espiritual de cada miembro de la familia. Orar juntos y participar
en tiempo de adoración, guiados por el padre, hará que los miembros de la
familia lo respeten más. Hay una gran cantidad de buenas maneras para hacer
funcionar los momentos familiares, pero lo que es inestimablemente importante
es que los padres hagan el intento.
(8) Hay muchas razones por las cuales debemos celebrar los cultos familiares,
pero termino la lista declarando que es una manera por la cual los hijos pueden
ver a los padres como seres humanos. Si los vástagos ven solamente nuestra
pretensión de ser fuertes y no nos perciben como seres humanos con
ansiedades, preocupaciones, presiones, anhelos, etc., difícilmente se
identificarán con nosotros, ni sentirán que nosotros necesitamos de sus
oraciones tanto como ellos necesitan de las nuestras.
Se cuenta de un padre que pensaba que los hijos necesitaban verle siempre
como el baluarte de firmeza, con una respuesta para todas las crisis. Sin
embargo, en su trabajo el padre sentía grandes presiones que lo dejaban tan
irritable que cuando llegaba a casa se enojaba con los hijos por cualquier cosa.
Eventualmente el padre se dio cuenta de su problema y pidió perdón por sus
acciones explicándoselas a los hijos. El hijo de doce años se le acercó y
abrazándole le dijo: “Papi, jamás pensé que algo te preocupara. Me alegro que
tú seas como yo.”
En los momentos devocionales con la familia, hará mucho bien si podemos
compartir lo que sentimos de necesidad, debilidad, anhelo, frustración, etc. y
saber que la familia nos apoyará ante aquellas crisis. Por supuesto, nadie se
revela en una situación hostil o de indiferencia. Sino solamente cuando cree que
el grupo le acepta y le ama a pesar de su lucha personal. Los padres pueden
dar la pauta en este proceso de edificación hablando sinceramente y orando
abiertamente sobre algo de su propia búsqueda por soluciones y paz en medio
de algunos problemas.
Estos ocho beneficios de cultos familiares sirven de motivación para que cada
hogar cristiano los practique. Ahora consideraremos algunas sugerencias sobre
cómo conducir los cultos familiares.
2. Sugerencias sobre Cómo Celebrar los Cultos Familiares
Quizá el primer punto y el que es de mayor frustración en muchos hogares
cristianos que intentan celebrar los cultos familiares, es el de la regularidad.
Todos hemos experimentado la tentación de no vencer los obstáculos que nos
impiden ser regulares y constantes en este ejercicio espiritual. Satanás para
nada quiere que nosotros oremos, ni individualmente ni con nuestras familias.
Las razones o beneficios de los cultos familiares antes expuestos, sirven como
motivos para seguir fielmente en esta práctica sana. Cuando estemos
convencidos de su valor, continuaremos con ello aunque suframos algunas
derrotas en ser regulares. El bien que se produce en la vida por los cultos
realizados es suficiente para animarnos a volver a comenzarlos. ¡No nos demos
por vencidos!
Para que los cultos familiares sean regulares hay que programarlos cuando la
familia esté reunida. Es recomendable comenzar el día juntos, orando y leyendo
la Biblia. Sirve de inspiración, dando perspectiva a todo el día. Sin embargo, es
más factible en algunos hogares que la familia esté junta en la noche. Como sea,
la agenda de cada familia es de primera consideración para lograr la meta de
regularidad.
Es imprescindible que los cultos sean bien planificados. Seleccione con cuidado
el material devocional que va a seguir determinando quién dirigirá cada culto.
Los padres harán bien en buscar materiales que enfoquen las necesidades
sicológicas, sociales y espirituales de sus hijos. Si son pequeños, historietas
bíblicas son mejores que lecturas largas de las Escrituras. Sin embargo, lecturas
breves que les expliquemos en sus propios términos servirán de gran estímulo a
los niños menores de seis años.
La buena preparación evitará que el culto no llene la necesidad espiritual en la
familia. Es recomendable que el director de este momento devocional se
familiarice con la lectura bíblica y los demás materiales que piensa usar para
determinar la debida aplicación a la vida de cada miembro de la familia. Así
preparado, puede estimular al grupo en la búsqueda del significado del mensaje
bíblico y la aplicación a sus vidas.
Siempre es aconsejable usar la imaginación en la planificación y preparación de
los cultos familiares. Se puede asegurar que habrá máximo uso de imaginación
si se permite a los niños participar en la planificación de los cultos y en su
presentación. A veces en nuestra familia celebramos algunos cultos en los
cuales los hijos hacen todo, incluyendo la selección de la lectura bíblica, la
dirección de los himnos, la meditación y las oraciones. Normalmente los hijos
hacen que los cultos sean breves pero con un significado especial. Los padres se alegran por seguir la dirección sincera y humilde de sus hijos en la adoración
a Dios.
Otro aspecto que hace que los cultos familiares sean algo inolvidable es la
música. La familia se gozará cantando coritos e himnos o escuchando discos y
cassettes cristianos. Es de mucha importancia que los hijos entiendan la letra de
lo que cantan porque el mensaje de Dios viene al corazón por medio de las
palabras de la canción. En este mismo sentido, la poesía es efectiva como un
medio de expresar nuestra devoción a Dios. La interpretación de poesías y la
música especial producen un gusto extraordinario en los momentos de
adoración a Dios.
Dos aspectos primordiales en la función vital de los cultos familiares son el uso
de la Biblia y la oración. Estos dos aspectos merecen una mención especial
porque son el corazón de cualquier culto.
3. El Uso de la Biblia
La Biblia es la brújula de nuestra vida cristiana y hay que referirse a ella
constantemente para asegurarnos que andamos bien. La Biblia trae mayor
consolación e inspiración a los momentos devocionales. Quisiera presentar
ahora algunos conceptos sobre su uso para recordar al lector la múltiple utilidad
de la Biblia en los cultos familiares.
(1) Comparta la lectura de la Biblia con todos los que leen en la familia. Permita
que cada uno tenga su turno para leer. También se puede leer antifonalmente
entre padres e hijos o entre hombres y mujeres.
(2) Si puede adquirir otras traducciones de la Biblia, sería bueno usarlas
especialmente en los pasajes difíciles, distintos e importantes. Es recomendable
que cada uno tenga su propia biblia y que la use en los cultos familiares. Por
cierto, si todos tienen la misma versión es más fácil tener lecturas antifonales,
pero si tienen diferentes traducciones pueden hacer más comparaciones e
investigaciones en el significado de los pasajes bíblicos.
(3) Hay muchas maneras interesantes por las cuales podemos leer la Biblia con
provecho. Algunas personas prefieren leerla por libros enteros: Salmos,
Proverbios, Romanos, Efesios, 1 Juan, etc. También es fascinante leer toda la
Biblia. Cuando la familia conjuntamente la lee por entero o por capítulos
seleccionados, hay que leer sólo cuanto los miembros pueden absorber; es decir, que los niños no siempre pueden abarcar ni aguantar una lectura muy
larga. Otra forma de leerla es tópicamente usando una concordancia en la
selección de temas que el grupo quiere entender mejor, como por ejemplo:
amor, fe, corazón, reino de Dios, etc.
(4) Hay libros de historias bíblicas que apelan a los niños. Por lo general estos
libros incluyen cuadros de escenas bíblicas que aumentan su utilidad en enseñar
al niño la verdad bíblica. Muchos encuentran de gran ayuda los mensajes
devocionales y la guía para los cultos familiares en revistas como El Hogar
Cristiano. Mapas de las tierras bíblicas sirven para acentuar la realidad de algo
que ocurrió en la Biblia. Todo instrumento de instrucción bíblica debe
emplearse para que los cultos hogareños sean interesantes.
(5) Hace bien que la familia memorice algunos versículos y los comparta en los
cultos o que se cuente alguna experiencia cuando el versículo memorizado haya
sido útil. En la memorización de pasajes bíblicos sería aconsejable recordar tres
principios: (a) entender bien los versículos; (b) repetirlos frecuentemente; y (c)
ponerlos en práctica en la vida diaria.
(6) Una manera de hacer que los estudios bíblicos sean más interesantes es por
medio de objetos. Por ejemplo, cuando leaMateo 5:13 con los niños,
ponga en la mano de cada uno un poco de sal y dialogue con ellos sobre los
usos de la sal, pidiéndoles que saboreen la sal, etc. Refuerce la lección bíblica
con tales experiencias comunes. Los objetos aumentan el aprendizaje del niño
(en realidad, de los adultos también). Además, historias y anécdotas nos
ayudan a visualizar la aplicación de la Biblia a nuestra vida. Cuando es tiempo
de orar por los obreros cristianos, busque un mapa y guíe a los niños a
encontrar el país o la ciudad donde trabajan aquellos obreros.
(7) Aunque no forme parte del tiempo del culto, será una contribución
estimulante y agradable para los niños que los padres provean juegos bíblicos,
tales como Tic Tac Tu , que permite repasar lo que los niños han aprendido
de la Biblia, igualmente a jóvenes y adultos. También es interesante una sana
competencia entre los niños el poder buscar y encontrar diferentes versículos
bíblicos.
(8) En último lugar, debemos estar siempre aplicando la Biblia a nuestra vida.
Unas preguntas que el lector puede hacerse cuando esté leyendo la Biblia para
que ella lo guíe a aplicarla en su vida son: a. ¿Qué me dice el pasaje? ¿Qué quiere Dios que yo entienda?
b. ¿Qué pecado debo confesar? ¿Qué acción tomar? ¿Qué mensaje
compartir?
c. ¿Qué puedo y debo recordar del pasaje?
d. ¿Puedo bosquejar las ideas principales en el pasaje? contestar juntos
o por separados estas simples preguntas ayudará a cualquiera a
aprovechar más de su estudio bíblico y los cultos familiares.
4. La Oración
Quisiera hacer unas tres sugerencias en cuanto a la oración con la familia. En
primer lugar, haga que sea sencilla, no en tono grave ni ministerial, sino con
sencillez y sensibilidad a los problemas, ansiedades y anhelos de cada miembro
de la familia. Evitemos las palabras y frases que no sean entendibles para los
niños en el grupo (especialmente los infantes). En segundo lugar, oremos
específicamente, nombrando necesidades sentidas y expuestas por los
diferentes miembros de la familia. En tercer lugar, seamos flexibles en nuestra
manera de orar, o sea, variemos la forma. Es recomendable tener la mayor
participación de todos los integrantes de la familia que quieren participar.
Pueden tomar turnos. También muchos se gozan de orar cada uno brevemente
en los cultos familiares. Una variación de las oraciones cortas es la oración
conversacional, en la cual oran las personas cuantas veces quieran, cada vez
reflejando lo que otros han dicho anteriormente, afirmándolo o agregando otro
aspecto. Este concepto de la oración refleja la promesa de Jesús enMateo
18:19 de que “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los
cielos”.
TIEMPOS FAMILIARES
Además de celebrar cultos con la familia, es altamente recomendable realizar
otras actividades que simplemente permitan a la familia gozarse juntos,
comunicarse mejor, y en general acercarse. Estas actividades y proyectos
funcionan mejor si se realizan regularmente. Es ideal planificar un tiempo
específico semanal, quincenal o mensual, cuando la familia esté junta y
dispuesta a intentar hablar, hacer proyectos, jugar, etc. Mientras que los cultos
se realizan normalmente alrededor de la mesa en el comedor o en la sala o recibo, los momentos familiares se pueden realizar en un sinfín de lugares. Es
bueno que toda la familia ayude a planificar estos momentos. Una meta sería
tratar de hacerlo cuando todos o la mayoría de los miembros de la familia estén
presentes. Cada familia determinará lo que prefiera hacer. A continuación se
encuentra una lista de posibles actividades y proyectos para los momentos
familiares:
1. Muchas familias tienen talentos en música y se gozarán en tocar sus
instrumentos y cantar la música típica de su país, coritos y composiciones
originales.
2. Algunas familias miran juntos algunos programas televisados. Pueden discutir
los valores demostrados en tales programas, evaluarlos según el concepto
presentado de amor, fe, fidelidad, honor, etc. a la luz de las normas bíblicas.
3. Siempre es interesante compartir experiencias personales. Los niños se
divierten escuchando las experiencias y anécdotas de cuando los padres eran
niños y jóvenes. Para hacer que este tiempo sea más valioso, se deben exaltar
las virtudes y los valores de las personas mencionadas en los incidentes.
4. Otra actividad similar a la anterior es una en que le ayuda a cada persona a
determinar lo que en realidad son sus valores. Puede contarles historias como la
de los misioneros bautistas a Angola que por la guerra fueron forzados a salir
del país. Cada uno podía llevar una sola maleta. La familia misionera que cuenta
esta experiencia dice que les fueron revelado sus valores de acuerdo a lo que
pusieron en sus maletas. Lo que más querían llevar consigo eran cosas que
tenían un valor sentimental, un regalo de los niños o un recuerdo especial.
Después de contar esta experiencia, pida que vayan a sus habitaciones y
seleccionen lo que llevarían consigo en caso de una extrema emergencia. Déles
quince minutos para hacer su selección, la cual llevarán a la reunión plenaria de
la familia para compartirla y explicar por qué la seleccionaron. Esta experiencia
debe enseñar mucho acerca de cuáles sean sus valores y permitir una serie de
diálogos o estudios bíblicos sobre los valores de la vida cristiana.
5. Además la familia se contentará haciendo juegos de mesa o armando un
rompecabezas. La competencia y la conversación es la mayor contribución a la
vida familiar en estas actividades.
6. Paseos al parque o al zoológico, o un picnic en el campo proveen una gran
oportunidad a la familia para estrechar los vínculos de amor. Algunas familias disfrutan del pescar juntos o asistir a eventos deportivos como fútbol o béisbol.
Ir a la playa o a otros lugares para nadar es siempre popular.
Estas seis ideas se mencionan para fomentar que cada familia busque pasar
tiempo juntos, deleitándose de la vida, confiando que estos momentos de
relajarse y de compartir algo agradable promueven un gusto y una estabilidad
en la vida familiar.
Las actividades cristianas de la familia deben incluir no solamente los cultos y
momentos de relajamiento, sino también las que producen sanos resultados en
el hogar cuando juntos realicen algunas actividades o proyectos misioneros.
ACTIVIDADES MISIONERAS PARA LA FAMILIA
En cuanto a la obra misionera, la perspectiva de privilegio, en vez de la
obligación, crea en los hijos un alto aprecio por la misma y el deseo de
participar en ella. También se debe notar que los hijos captan primeramente el
espíritu de compasión o, al contrario, el del desinterés de los padres
Puesto que nuestras actitudes anteceden nuestras acciones, es mejor que
oremos por aquellos que necesitan nuestro ministerio antes que vayamos a
ayudarles. Hace bien para los niños aprender a orar por los amigos inconversos
y aquellos que sufren y necesitan ayuda espiritual o física. La compasión hacia
las personas sin Cristo y las que tienen profundos problemas surge en nosotros
cuando nos acercamos al Señor. (Mateo 9:36-38.)
Los vástagos fácilmente aprenden el gozo que acompaña el ofrendar para la
obra del Señor. Cuando oramos por la obra misionera y después ofrendamos
generosamente, los niños ven que es importante para nosotros. Por otro lado,
muchos padres descuidan esta “gracia” (2 Corinitos 8:4-8) de guiar a sus niños
en el “placer” de ofrendar. Por ejemplo, si le dan una moneda regularmente al
niño para comprar un caramelito y le dan la misma cantidad de dinero para su
ofrenda, ¿puede el niño captar que estimamos más a Dios que un caramelo?
Los niños pueden contribuir grandemente durante la visitación, evangelización o
ministerio realizado especialmente si comparten el motivo espiritual de amor
que promueve a los cristianos a estrecharse en aquellas maneras. Aun si el
motivo los niños contribuyen al buen testimonio por su buen comportamiento,
respeto demostrado y preocupación por las personas visitadas. Todo el mundo
aprecia a un niño y siente un cariño especial cuando los niños tratan de ministrar en alguna manera, aunque sea sencilla. Grande es el gozo de una anciana
cuando un niño le regala un cuadrito o manualidad suya. La gente pocas veces
rehusará un tratado entregado por un niño. En alguna oportunidad, la familia
puede decidir socorrer a una persona que carece de ayuda; como sería el caso
de reparar un techo o la plomería, o de pintar la casa. Los niños pueden
participar en estos proyectos.
Otras familias se gozan en grabar los cultos dominicales de su iglesia y llevarlos
a los ancianos u otras personas interesadas. Además la grabadora o cassette es
muy útil para mandar mensajes a personas en el servicio militar o a los obreros
denominacionales. Se hace más interesante y de mayor provecho el uso de
grabaciones si éstas resultan en un intercambio de mensajes con personas por
las cuales la familia desea orar más conscientemente sobre ciertas
circunstancias y necesidades.
Todas estas ideas son nada más que unas sugerencias para estimular a nuestras
familias a ser más creativas en su forma de desempeñar su vida. Dios ha creado
la familia para ser la base de la sociedad y del mundo. Debemos preocuparnos
en que nuestra familia contribuya a la integridad del mundo y no a su
desintegración.
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. ¿Por qué están sufriendo muchos hogares un quebrantamiento?
2. ¿Cómo podemos definir un hogar cristiano? ¿Está usted de acuerdo con el
autor en su definición?
3. ¿Qué es tener una consciencia abierta a Dios?
4. ¿Qué efecto tiene la “consciencia de tiranía” sobre la comunicación con los
hijos en cuanto a Dios?
5. ¿Qué significa para usted que la vida espiritual en el hogar depende de que
Cristo reine en nuestros corazones?
6. ¿Cómo podemos testificar a los miembros inconversos en la familia? 7. De los siete principios que debemos practicar y enseñar en el hogar,
mencione tres de ellos que usted cree que son de mayor importancia, dando
una razón por su selección.
8. De los ocho beneficios que recibimos por celebrar los cultos familiares,
mencione cuatro de ellos que le gustan. ¿Hay algunos que usted cree que no
sean significantes? ¿Cuáles? ¿Por qué cree usted así?
9. De las sugerencias sobre cómo celebrar los cultos familiares, cuáles dos le
parecen ser de mayor ayuda o que usted pueda incorporar en tiempos
devocionales con los suyos?
10. ¿Cuáles tres ideas sobre el uso de la Biblia le parecen a usted de mayor
importancia? Explique brevemente la razón porqué las seleccionó.
11. ¿Cuáles tres de las sugerencias sobre los tiempos familiares le gustan?
¿Cree usted que las puede incorporar en la vida de su familia?
Para la Dinámica de Grupo:
1. ¿Por qué tienen tantas familias cristianas dificultad en realizar los cultos
familiares?
2. ¿Cuál es la responsabilidad de los padres en dirigir a los hijos hacia una
relación espiritual con la iglesia y la obra misionera. ¿Agregaría usted algunas
ideas a las del autor en relación a las “actividades misioneras para la familia”?
Lecturas Afines:
Elva Anson, Cómo Mantener Unida a la Familia Que Ora (Clie); Martha
Leavell, Hacia el Hogar Cristiano (Casa Bautista de Publicaciones)
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