Jehová
es mi pastor, nada me faltará.
En
lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de
reposo me pastoreará.
Confortará
mi alma.
Me
guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque
ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo;
tu
vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas
mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi
cabeza con aceite;
mi
copa está rebosando.
Ciertamente,
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y
en la casa de
Jehová
moraré por largos días.
Comentario:
Al
describir a Dios como pastor, David escribía acerca de su propia
experiencia, ya que pasó sus primeros años cuidando ovejas (1ª de
Samuel 16:10-11). Las ovejas dependen completamente de su pastor en
cuanto a alimentación, guía y protección.
El
Nuevo Testamento llama a Jesús el “Buen Pastor” (Juan 10:11), el
“Gran Pastor” (Hebreos 13:20) y el “Príncipe de los pastores”
(1Pedro 5:4). De la misma manera que el Señor es el “Buen Pastor”,
nosotros somos sus ovejas. No somos animales atemorizados y pasivos,
sino seguidores obedientes y sabios que siguen al Único que puede
guiarnos a los mejores lugares por un camino seguro.
La
muerte proyecta una sombra aterradora sobre nuestra vida porque
estamos completamente indefensos cuando llega. Podemos luchar con
muchos otros enemigos -dolor, sufrimiento, enfermedad, daños- pero
la fortaleza y el ánimo no pueden vencer a la muerte. Esta tiene la
palabra final.
Solo
una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle sombrío
de la muerte y hacernos pasar hasta el otro lado a salvo: el Dios de
la vida, nuestro Pastor. La vida es incierta, y por eso debemos
seguir a este Pastor que nos ofrece eterno solaz.
Este
salmo no pone énfasis en las cualidades de las ovejas como animales,
sino en las cualidades como discípulos de los que siguen a un líder.
Cuando usted reconozca al buen Pastor, ¡sígalo!
En
la escena final de este salmo, vemos que los creyentes morarán con
Dios, el perfecto pastor y anfitrión que promete guiarnos y
protegernos a lo largo de la vida para llevarnos a morar para siempre
en Su casa.
Salmos
para vivirlos espiritualmente:
Salmos
que nos llevan a la presencia de Dios: 29; 95.1-7a; 96; 100
Salmos
sobre el bien: 1; 19; 24; 133; 136; 139
Salmos
de alabanza: 8; 97; 103; 107; 113; 145; 150
Salmos
de arrepentimiento y perdón: 32.1-5; 51; 103
Salmos
para tiempos de problemas: 3; 14; 22; 37.1-11; 42; 46; 53; 116.1-7
Salmos
de confianza y esperanza: 23; 40.1-4; 91; 119.11; 121; 127
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