jueves, 26 de enero de 2017

SALMO 23


Jehová es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de
Jehová moraré por largos días.
Comentario:
Al describir a Dios como pastor, David escribía acerca de su propia experiencia, ya que pasó sus primeros años cuidando ovejas (1ª de Samuel 16:10-11). Las ovejas dependen completamente de su pastor en cuanto a alimentación, guía y protección.
El Nuevo Testamento llama a Jesús el “Buen Pastor” (Juan 10:11), el “Gran Pastor” (Hebreos 13:20) y el “Príncipe de los pastores” (1Pedro 5:4). De la misma manera que el Señor es el “Buen Pastor”, nosotros somos sus ovejas. No somos animales atemorizados y pasivos, sino seguidores obedientes y sabios que siguen al Único que puede guiarnos a los mejores lugares por un camino seguro.
La muerte proyecta una sombra aterradora sobre nuestra vida porque estamos completamente indefensos cuando llega. Podemos luchar con muchos otros enemigos -dolor, sufrimiento, enfermedad, daños- pero la fortaleza y el ánimo no pueden vencer a la muerte. Esta tiene la palabra final.
Solo una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle sombrío de la muerte y hacernos pasar hasta el otro lado a salvo: el Dios de la vida, nuestro Pastor. La vida es incierta, y por eso debemos seguir a este Pastor que nos ofrece eterno solaz.


Este salmo no pone énfasis en las cualidades de las ovejas como animales, sino en las cualidades como discípulos de los que siguen a un líder. Cuando usted reconozca al buen Pastor, ¡sígalo!
En la escena final de este salmo, vemos que los creyentes morarán con Dios, el perfecto pastor y anfitrión que promete guiarnos y protegernos a lo largo de la vida para llevarnos a morar para siempre en Su casa.
Salmos para vivirlos espiritualmente:
Salmos que nos llevan a la presencia de Dios: 29; 95.1-7a; 96; 100
Salmos sobre el bien: 1; 19; 24; 133; 136; 139
Salmos de alabanza: 8; 97; 103; 107; 113; 145; 150
Salmos de arrepentimiento y perdón: 32.1-5; 51; 103
Salmos para tiempos de problemas: 3; 14; 22; 37.1-11; 42; 46; 53; 116.1-7
Salmos de confianza y esperanza: 23; 40.1-4; 91; 119.11; 121; 127




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