viernes, 27 de enero de 2017

¿Obedecer a los gobernantes antes que a Dios ?



Toda alma es sujeta a las potestades superiores; porque no hay potestad sino de Dios: las
 potestades que son de Dios son ordenadas.

Así que el que se opone a la potestad, al orden de Dios se resiste; y los que se resisten, ellos
recibirán condenación para sí mismos

Porque los magistrados no son para temor de las buenas obras, sino de las malas. ¿Quieres pues
 no temer la potestad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque tu eres el ministro de
Dios para bien. Mas si hicieres lo malo, teme; porque no sin causa traes la espada, porque es el
 ministro de Dios, vengador para ejecutar su ira al que hace lo malo. (Romanos 13:1-4)

Comentario
  ¿Hay momentos en los que uno tiene que desobedecer a las autoridades? No debemos permitir que los gobernantes nos obliguen a desobedecer a Dios.

Jesús y sus apóstoles nunca desobedecieron a las autoridades por razones personales; cuando lo hicieron fue por ser leales a Dios. Su desobediencia les costó caro: los amenazaron, los golpearon, los pusieron en prisión, los torturaron y los ejecutaron por sus convicciones. Como ellos, si nos vemos obligados a desobedecer, debemos estar dispuestos a sufrir las consecuencias.

Los cristianos interpretan Romanos 13 de diferentes maneras. Todos los cristianos estamos de acuerdo en que debemos vivir en paz con el Estado, siempre y cuando este nos permita obrar de acuerdo a nuestras convicciones religiosas. Por cientos de años, sin embargo, ha habido al menos tres interpretaciones de cómo debemos hacerlo.

1.      Algunos cristianos creen que el Estado es demasiado corrupto y que por lo tanto deben relacionarse con él lo menos posible. Aunque deben ser buenos ciudadanos mientras puedan, sin comprometer sus creencias. Los cristianos no deben trabajar para el gobierno, ni votar en las elecciones, ni servir en el ejército.

2       Otros creen que Dios ha dado al estado autoridad en ciertos asuntos y a la iglesia en otros. Los cristianos pueden ser leales a ambos y pueden trabajar para cualquiera de los dos. Sin embargo, no deben confundirlos a los dos. La iglesia y el Estado tienen intereses en esferas totalmente diferentes, la espiritual y la física, que se complementan pero no actúan juntas.

3       Otros creyentes piensan que los cristianos tienen la responsabilidad de lograr que el Estado mejore. Lo pueden hacer desde el campo político, eligiendo cristianos u otros líderes con altos principios. También lo pueden hacer en lo moral, sirviendo de influencia positiva en la sociedad. Según este punto de vista, idealmente la iglesia y el Estado han de trabajar juntos para el bien de todos.

Ninguno de estos puntos de vista defiende la rebelión ni rechaza la obediencia a las leyes o regulaciones establecidas por las autoridades, a menos que estas demanden con claridad que se violen normas morales reveladas por Dios. Dondequiera que nos hallemos, debemos actuar como ciudadanos y cristianos responsables.

Cuando las autoridades civiles son injustas, las personas honestas temen. En este versículo, Pablo se refiere a los magistrados que cumplen con su tarea. Cuando son justos, los que actúan con honestidad no tienen nada que temer.


 Los cristianos deben someterse a la ley del amor, que reemplaza a las leyes religiosas y civiles. ¡Cuán fácil es disculpar nuestra indiferencia hacia otros alegando no tener obligación legal de ayudarles, e incluso justificar el daño que les causamos si lo que les hacemos es técnicamente legal! Pero Jesús no deja brechas en la ley del amor. Cuando el amor lo demande, debemos estar dispuestos a ir aún más allá de los requisitos legales e imitar al Dios de amor.

Pero como Jesús es amor  ningún cristiano está obligado por nadie dejar de a hablar y a enseñar en el nombre de Jesús ni a obedecer a las gobernadores antes que a Dios. (Hechos 4:19-20)





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