Como
un manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los
jóvenes.
Me
agrada sentarme bajo su sombra; su fruto es dulce a mi paladar.
El
me lleva a la sala del banquete, y su bandera sobre mí es el amor.
¡Oh,
agasajadme con pasas, refrescadme con manzanas, porque estoy enferma
de amor!
Su
brazo izquierdo está debajo de mi cabeza y su derecho me abraza.
¡La
voz de mi amado!
El
viene saltando sobre los montes brincando sobre las colinas.
Mi
amado es como un venado o un cervatillo.
¡Mirad!
Está detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando
por las celosías.
Mi
amado habló y me dijo:
“¡Levántate,
oh amada mía!
¡Oh
hermosa mía, sal!
Ya
ha pasado el invierno, la estación de la lluvia se ha ido.
Han
brotado las flores en la tierra.
El
tiempo de la canción ha llegado y de nuevo se escucha la tórtola en
nuestra tierra.
La
higuera ha echado higos y despiden fragancia las vides en flor.
¡Levántate,
oh amada mía!
¡Oh
hermosa mía, ven!”
CANTARES
2:3-6,
8-13
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