viernes, 28 de julio de 2017

ABBA


La palabra aramea ´ab·bá´ es la forma enfática o definida de ´av, y literalmente significa “oh, padre” o “el padre”. Era el nombre cariñoso que usaban los niños al referirse a sus padres, y combina algo de la intimidad de la palabra española “papá” con la dignidad de la palabra “padre”, de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Por lo tanto, más bien que un título, era una forma cariñosa de expresarse y una de las primeras palabras que un hijo aprendía a decir.

Esta palabra aramea aparece tres veces en las Escrituras, y siempre en su forma transliterada al griego, como también la transliteran la mayoría de las traducciones españolas.

En todos los casos viene seguida inmediatamente de su traducción al griego ho pa·ter, cuyo significado literal es “el padre” o, usado como vocativo, “oh, padre”. Siempre se emplea con referencia al Padre celestial, Jehová.

Marcos registra que Jesús utilizó esta expresión al orar a Jehová Dios en el jardín de Getsemaní poco antes de su muerte, cuando dijo: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. (Mr 14:36.) He aquí un ferviente ruego dirigido por un hijo a un padre amado, seguido inmediatamente de una afirmación de obediencia incondicional.

Las otras dos veces que aparece esta expresión es en las cartas de Pablo, en Romanos 8:15 y Gálatas 4:6. En ambos lugares se usa con relación a los cristianos a quienes se llama para que sean hijos de Dios engendrados por espíritu, y denota la intimidad de su relación con el Padre. Aunque son “esclavos de Dios” y “comprados por precio”, también son hijos en la casa de un Padre amoroso, condición de la que se les hace plenamente conscientes por medio del espíritu santo a través de su Señor Jesús. (Romanos 6:22; 1Corintios 7:23; Romanos 8:15; Gálatas 4:6.)

Más que una simple traducción al griego del vocablo arameo, hay quien ve en la yuxtaposición de las palabras ´Ab·bá´ y “Padre” la confianza, intimidad y sumisión propias de un niño, junto con un aprecio maduro de la relación filial y sus responsabilidades. De estos textos parece desprenderse que en los tiempos apostólicos los cristianos usaban el término ´Ab·bá´ en sus oraciones a Dios.

En los primeros siglos de la era común, la palabra ´Ab·bá´ llegó a usarse como un título honorífico aplicado a los rabinos judíos. El que actuaba en calidad de vicepresidente del Sanedrín judío ya ostentaba el título ´Av, o Padre del Sanedrín. Posteriormente también se asignó este título a los obispos de las iglesias copta, etíope y siria, y, de manera más particular, llegó a ser el título del obispo de Alejandría, título que lo convirtió en el “papa” de esa parte de la Iglesia oriental.


Las palabras españolas “abad” y “abadía” se derivan de la expresión aramea ´ab·bá´. Jerónimo, el traductor de la Vulgata latina, objetó al uso que en su día se hacía del título “abad” para referirse a los monjes católicos, alegando que violaba las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 23:9: “Además, no llamen padre de ustedes a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial”.

No hay comentarios: