Aimée
Cabrera.
Son tiempos
difíciles para todos, en cualquier rincón del mundo. Aún está latente en la
memoria de muchos, la masacre de Orlando, los atentados que destruyen vidas
humanas y patrimonios, la iniquidad logra imponerse con su odio desmedido pero
el Amor la vencerá.
El Amor fluye
por todas partes, invisible para quienes no conocen que hay un Dios de Amor y
Misericordia. Un Dios perdonador y compasivo que no hace distinciones de
personas, presente ante su creación para dar sabiduría y fuerzas a través de su
gloria eterna y del soplo de su Espíritu.
No podemos dejar
de socorrer al prójimo, no podemos escondernos de la maldad. Tenemos que tomar
vestiduras de Amor, porque el Amor nos da valentía, porque el Amor todo lo
puede.
No podemos
entristecernos ante un video que muestre a niños inocentes adiestrándose con
vestiduras de tinieblas para aniquilar en cualquier momento a personas que
estén por las calles en la dinámica propia de la vida.
Hay que orar por
esos niños y suplicarle al Altísimo que tienda su manto sobre ellos, que
convierta en Amor toda la maldad que en forma de juego le enseñan; que Él que
todo lo puede, convierta cada pensamiento o actuar inicuo en fuente de Amor y
bendiciones.
Los que asisten
a casas de oración, a templos e iglesias, los que viven con sus familiares o
tienen vecinos deben pedirle al Padre más inteligencia, sabiduría, entendimiento, para
que nos utilice como herramientas de
Amor.
Así, al honrarlo
a Él podemos mostrar a todo prójimo las bondades de sus Mandamientos, cómo
ponerlos en práctica, sin imponernos, con la humildad que solo recibimos a
través del Amor de Dios.
Los que somos
capaces de confeccionar juegos que enardecen la violencia, podemos ser más
instructivos y animar con situaciones donde la meta sea ayudar y amar. Lo mismo
con las
letras de canciones, tramas de
audiovisuales, poemas u obras
de arte.
Por qué, qué de bello puede tener la guerra, la
destrucción o la muerte. Todas son fuentes de contaminación, pandemias y luto.
Tenemos que desechar la idea de lo que se vende bien y da dinero si su fin es tan
destructivo.
El dinero es
importante y necesario para lograr la estabilidad familiar y contribuir al
desarrollo de la sociedad y el planeta pero no puede ir al lado de la codicia sino del bien y la equidad que solo se
obtienen con el Amor.
Pertenecer a una
religión e imponer sus doctrinas nos hace egoístas. Marginar y humillar a otros
seres porque no piensen igual a nosotros es inadmisible, vejarlos hasta llegar
al crimen porque los consideremos malsanos es absurdo. Solo Dios tiene el poder
de enjuiciar el comportamiento humano.
Todos debemos
poner "un granito de arena" en el amor a Dios y al prójimo, para
tener la bendición de que nuestras ciudades vivan tranquilas, sin el temor a
ser pasto de la violencia con sus atentados
y masacres.
Hay que decir
Basta a la intolerancia que, lejos de hacernos perfectos - y nadie lo es- nos
hace tan aberrantes o más que aquello que criticamos. Es tan fácil buscar un
momento de privacidad y hablar con Dios. El Amor está ahí, en Él y en cada uno
de nosotros, no dejemos escaparlo, es el regalo más sublime que nos da el
Señor. a todos por igual.
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