viernes, 26 de febrero de 2016

Tolerancia religiosa


La tolerancia religiosa significa respetar y aceptar la existencia de otras formas de vida, creencias e ideas, o aun la no creencia en ninguna religión.
La intolerancia religiosa puede consistir en considerar ciertas creencias como anómalas, fuera de lugar o heréticas por el simple hecho de ser diferentes.
Para que se dé la tolerancia religiosa es necesario que los individuos y las instituciones reconozcan la pluralidad y diversidad del mundo en que vivimos, así como la existencia de conceptos que para otros son importantes aunque pertenezcan a una minoría.
Los dogmas de un culto en particular se deben interpretar como para uso dentro de la comunidad que los profesa y sin involucrar a terceros en el mundo exterior que no deseen participar de ellos.
Uno de los principales defensores de la tolerancia religiosa fue Jean Bodin.[1]
Fuera del entorno religioso debe privar lo que se establece en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; artículo 18: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.[2]
Los pueblos primitivos paganos por lo general eran tolerantes en materia religiosa y al creer en múltiples dioses usualmente aceptaban que los dioses de otras culturas existían también ó eran versiones diferentes de sus propios dioses.
Fue con el surgimiento del monoteísmo que se inició un concepto de exclusividad religiosa. Sin embargo, las primeras religiones monoteístas (ó henoteístas) como el zoroastrismo y el judaísmo eran religiones étnicas que no buscaban imponer sus creencias fuera de su propio grupo étnico ó nacional, pero si prohibían estrictamente que miembros de su pueblo tuvieran algún tipo de práctica religiosa idólatra ó proveniente de otro pueblo. Esto por la naturaleza de “pacto” entre su colectivo étnico y su deidad (característica propia del henoteísmo).
El cristianismo generó una de las primeras religiones proselitistas que buscaba convertir a los demás pueblos. Durante los tiempos del cristianismo primitivo en la Edad Antigua y en la Edad Media, la Iglesia Católica no tenía ningún tipo de tolerancia religiosa y consideraba a las demás religiones (excepto el judaísmo) como falsas, siendo los paganos perseguidos y convertidos a la fuerza, así como otras religiones monoteístas como otras ramas del cristianismo, el Islam y las doctrinas gnósticas (como el catarismo) consideradas simples herejías.
El Islam establecería una de las primeras bases de tolerancia religiosa en la Edad Media, al establecer el derecho de la Gente del Libro a practicar discretamente su religión. La Gente del Libro eran, según el Corán, las otras religiones monoteístas que precedieron al Islam y fueron inspiradas por el mismo Dios; judíos, cristianos y sabeos (estos últimos fueron considerados tanto los seguidores del sabeísmo yemení, como los mandeos y zoroastrianos).
Así, mientras que los judíos no admitían ninguna religión precedente como inspirada por Dios, los cristianos admitían a los judíos como una religión rebelada, si bien no habían aceptado al Mesías, sin embargo no aceptaban a otras formas disidentes de cristianismo ni al Islam. De forma similar, los musulmanes aceptaban a judíos, cristianos y sabeos como religiones rebeladas, pero no así a las religiones que, aunque monoteístas, surgieran posteriormente al Islam. Y ninguno de los anteriores admitía la validez de las religiones politeístas ó paganas.
En el Lejano Oriente las diferentes religiones solían convivir pacíficamente e incluso tener mucho sincretismo, aunque hubo algunos enfrentamientos entre el budismo y algunas denominaciones hindúes por diferencias doctrinales, tras la conversión del emperador indio Asoka al budismo, éste sin embargo fomentó la tolerancia religiosa y creó monumentos ecuménicos con deidades de diferentes confesiones juntas. El budismo fue perseguido brevemente por emperadores de China y Japón por motivos nacionalistas (ya que era visto como una religión extranjera frente a credos nacionales) pero estas persecuciones fueron la excepción y no la regla. Cuando el budismo se convirtió en la religión dominante de casi todos los países del Sudeste Asiático, no incurrió en persecuciones religiosas, e incluso en muchos casos se prestó para un sincretismo con la religión tradicional como el caso del Bön en Tíbet, el taoísmo y la religión tradicional china en China y el Shinto en Japón. No obstante, el budismo y el hinduismo no han estado exentos de conflictos bélicos.
El jainismo, por ejemplo, es la única religión en la historia que jamás ha estado involucrada en ningún conflicto bélico y que, por el contrario, siempre ha fomentado la tolerancia como uno de sus principios espirituales básicos.
La evolución hacia sociedades más religiosamente tolerantes fue gradual. Los cristianos cuáqueros al fundar Pennsylvania en Estados Unidos declararon que cualquiera que creyera en un solo Dios sería permitido practicar su religión, en momentos en que había duras restricciones religiosas en una sociedad muy conservadora como la de los Estados Unidos de la época donde, incluso el catolicismo, era mal visto (ejemplo de ello el surgimiento de grupos antisemitas y anticatólicos como el Ku Klux Klan).
Ya entrado el siglo XIX, y con el advenimiento de organizaciones como la Sociedad Teosófica que predicaba el entendimiento entre todas las razas y religiones, y el estudio comparado de las diferentes religiones, la mentalidad occidental empezó a concebir al Islam, el budismo y el hinduismo como parte de las religiones mundiales, y hasta la fecha, por lo general el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, el budismo y el hinduismo son clasificadas como las “cinco grandes religiones del mundo” (aunque hay religiones mucho más numerosas que el judaísmo).
Posteriormente se sumaron a estas “cinco grandes” una serie de religiones tradicionalmente aceptadas como legítimas, por lo que se incluía a las siguientes: bahaísmo, budismo, cristianismo, confucianismo, hinduismo, islamismo, jainismo, judaísmo, sikhismo, sintoísmo, taoísmo y zoroastrismo (nótese que religiones con millones de seguidores como el chamanismo, la religión tradicional china, las religiones afroamericanas y el neopaganismo no se incluían) Adherentes.com
Actualmente podría decirse que esta clasificación clásica está obsoleta y que todo grupo religioso que no violente las leyes de los países en que habitan y los convenios internacionales deberían ser consideradas religiones legítimas.
La Iglesia Católica comenzó el proceso de diálogo ecuménico para subsanar gran parte de la intolerancia religiosa del pasado, uno de sus mayores impulsores fue el Papa Juan XXIII que comenzó diálogos por primera vez en siglos con el Arzobispo de Canterbury (líder de la Iglesia Anglicana) y los líderes de las Iglesias Cristianas Ortodoxas. Posteriormente, el Papa Juan Pablo II realizó también numerosas visitas a Israel, a la Gran Sinagoga de Roma, se reunió con el líder budista, el Dalái Lama y participó de un diálogo ecuménico con judíos, budistas, musulmanes, hindúes, bahais e incluso chamanes africanos.
En 1894 se fundó el Parlamento Mundial de Religiones, el primer esfuerzo histórico por promover la tolerancia religiosa. Otros esfuerzos han sido los principios de separación entre la iglesia y el estado por parte de la mayoría de constituciones de las democracias liberales, las leyes que decretan la libertad de culto en casi todos los países occidentales, la Declaración Universal de Derechos Humanos que incluye la libertad de culto, y el ecumenismo realizado por la Iglesia Católica y otras grandes religiones mundiales que en gran medida comenzó a partir del Concilio Vaticano II.
Véase también
Referencias
1.     Cisneros, Isidoro H. "Tolerancia y Democracia" cap. 2.1 La tolerancia en la Edad de la Razón texto en la web Biblioteca digitalJean Bodin, quien en los Seis libros sobre la República (1576) postula la eliminación de las controversias dogmáticas, reconoce la soberanía como una característica fundamental del Estado.
Enlaces externos


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