viernes, 26 de febrero de 2016

EL MODELO DE ANTIOQUIA.OCHO CARACTERÍSTICAS DE UNA IGLESIA EFECTIVA
















por Ken Hemphill

CARACTERÍSTICA 2:

LA ADORACIÓN QUE EXALTA A CRISTO
Vance Havner, un evangelista muy conocido de la generación pasada, solía
declarar que no sería necesario programar tantos “avivamientos” si nuestra
iglesia estuviera constantemente “avivada”. Su declaración comunica
volúmenes. ¿Por qué tendemos a perder la gloria, la unción, el espíritu de
avivamiento tan fácilmente?
¡Todos hemos experimentado este fenómeno! Nuestra iglesia es tocada por la
mano de Dios durante un tiempo especial de “avivamiento”, una conferencia, o
un culto de oración. Experimentamos una confesión genuina, viene el
arrepentimiento, y la santidad es restaurada, las relaciones son saneadas, la
visión y la vitalidad se experimenta de nuevo en la iglesia y resultados
sobrenaturales son experimentados. Disfrutamos del movimiento del Espíritu de
Dios en nuestro medio y pensamos que nada nunca podría impedir que
permanezcamos en este estado dinámico de experiencias sobrenaturales. Sin
embargo, observamos que con el tiempo las condiciones cambian y todo vuelve
a “lo normal”. Suspiramos y con actitud de impotencia comentamos: “Sabía que
era demasiado bueno para durar.”
¿Será demasiado bueno para durar? ¿Es inevitable tener que experimentar los
altibajos espirituales en la iglesia, viviendo más en el nivel de la energía humana
que en vez de gozarnos de las experiencias sobrenaturales? ¿Será que estamos
esperando demasiado si queremos experimentar la investidura del poder del
Señor en forma continua?
Creo que esperamos demasiado poco en vez de mucho. Estamos tan
acostumbrados a vivir la vida cristiana y conducir la obra de la iglesia con las
fuerzas humanas, que miramos las experiencias de la investidura de poder
sobrenatural como algo anormal, desvíos de la norma. Pero la norma para su
vida y su iglesia debe ser una vida llena del poder sobrenatural: “Y a aquel que
es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria
en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades,
para siempre. Amén” (<490320>Efesios 3:20, 21). Esta promesa de la Palabra de
Dios no sólo es verdadera; es también aplicable para su iglesia.
La característica anterior que discutimos tenía que ver con la necesidad de la
investidura continua para lograr el crecimiento de la iglesia. En las dos siguientes
características vamos a mirar la oración y la alabanza como dos elementos
claves para mantener dinámica la vida cristiana.
UNA MIRADA A ANTIOQUÍA
Miremos otra vez a nuestra iglesia modelo. <441301>Hechos 13:1, 2 provee una
revelación profunda de la investidura continua de la iglesia de Antioquía.
“Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo:
‘Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.’ Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.”
Nótese que Lucas hizo hincapié, por la repetición, en el papel de la oración y el
ayuno en la vida de la iglesia en Antioquía. El ayuno es tema mencionado en el
Antiguo y el Nuevo Testamentos. En Mateo 6 encontramos una discusión
detallada de la oración y la piedad personal dada a los discípulos por el mismo
Señor. Nótense las frases paralelas en los versículos 2, 5 y 16: “Cuando hagas
obras de misericordia”; “Cuando oréis”; y “Cuando ayunéis.” Hemos
descuidado las declaraciones de Jesús cuando nos dijo que ayunáramos y
oráramos.
Algunos intérpretes de la Biblia leen este pasaje como instrucción negativa
sobre el ayunar porque menciona las caras adustas de los hipócritas. Pero tal
no es el caso. Al leer con mucho cuidado se dará cuenta de que Jesús criticó la
manera en que hacían obras de misericordia y de orar, tanto como la manera
de ayunar. En cada caso los hipócritas estaban abusando de las expresiones
legítimas de la consagración religiosa. Jesús primero corrigió el abuso y después
dio instrucciones positivas para hacer obras de misericordia, orar, y ayunar. En
el caso de ayunar, Jesús enseñó: “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y
lávate tu cara, de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu
Padre que está en secreto” (<400617>Mateo 6:17,18).
<401714>Mateo 17:14-21 es otro pasaje crítico que trata del ayuno. Los discípulos
habían fracasado en sus esfuerzos de liberar de los demonios a un muchacho.
Después de que Jesús expulsó al demonio del muchacho, los discípulos le
preguntaron a Jesús por qué ellos no habían podido curarlo. Jesús les
respondió que se debía a su poca fe. Después, les instruyó: “Pero este género
no sale sino con oración y ayuno” (v. 21, RVR). El ayuno ayuda a que las
oraciones sean específicas e intensivas.
Con frecuencia el ayunar está ligado con la abstinencia de las comidas o
bebidas durante un período de tiempo para concentrarse en forma específica en
la oración. El ayunar puede ser programado o espontáneo. A veces estamos
tan dirigidos por una necesidad específica que no nos llaman la atención las
necesidades corporales, tales como la comida y la bebida. En otras ocasiones
podemos establecer un período determinado de tiempo para ayunar y orar por
una necesidad específica. La abstinencia que requiere el ayunar nos provee
tiempo adicional para dedicarnos a la oración específica.
En una ocasión en la Primera Iglesia de Norfolk celebramos varios días de
oración y ayuno que programamos y los relacionamos con las necesidades
concretas del crecimiento de la iglesia. Separamos períodos para la oración en
la iglesia durante las horas de comida para los que pudieran llegar y orar juntos,
y desafiamos a otros para utilizar ese mismo tiempo para la oración en sus
hogares o lugares de trabajo. Los resultados fueron inmediatos y electrizantes.
Para algunos, los dolores físicos de hambre crearon un hambre espiritual. Un
cristiano de edad avanzada confesó que era primera vez en su vida que había
ayunado para orar. No pudo llegar a la iglesia, pero entró en un cuartito que
tenía junto a su casa para orar. El hambre física le hizo recordar constantemente
su necesidad de orar. Fue avivado en su vida espiritual, y también Dios le utilizó
para suplir las necesidades de crecimiento de nuestra iglesia. Su historia podría
multiplicar muchas veces con testimonios de otros. El privarnos de una o dos
comidas no es un truco de Dios para ganar nuestra atención; más bien nos da
más tiempo para poder concentrarnos en la oración y en otras facetas de la
vida espiritual.
El orar en forma enfocada y sobrenatural fue el corazón de la iglesia en
Antioquía. Nótese que Dios dio a esta iglesia una visión para mandar a Pablo y
Bernabé en una misión para sembrar iglesias más allá de Antioquía durante un
culto de adoración como resultado directo de sus oraciones y ayuno. Hemos
leído de las experiencias de Pablo en sus viajes misioneros tantas veces que han
llegado a ser cosa común para nosotros.
¡Piénselo por un momento! La iglesia de Antioquía era una comunión de
creyentes recién establecida. El cristianismo estaba en su infancia. Los viajes
misioneros eran una idea nueva. El viajar era difícil y peligroso. ¿Cómo es que
una iglesia tuvo la audacia de creer que podrían ser un instrumento para la
extensión del evangelio a todo el mundo conocido de ese tiempo? Sin embargo,
esto es exactamente lo que la iglesia de Antioquía creyó. Esta iglesia fue el
centro de los viajes misioneros paulinos. ¿Por qué? y ¿cómo? Simplemente
porque estaban dispuestos a escuchar y obedecer a Dios. La visión de alcanzar
el mundo vino de Dios y fue recibida por los creyentes en Antioquía. Fueron
receptivos porque escucharon la voz de Dios en oración. Me pregunto,
¿cuántas iglesias pierden la actividad del movimiento de Dios en su comunidad
simplemente porque no lo están escuchando mientras oran?
Nótese también que ellos estaban ministrando al Señor (véase <441302>Hechos
13:2). La palabra en griego que se traduce “ministrando” es leitergeo, de la
cual sale la palabra “liturgia”. Esta iglesia no solamente estaba orando y
ayunando; también estaba adorando a Dios. Si hemos de ver crecimiento
auténtico y perdurable, tenemos que restaurar la adoración a su lugar debido en
la iglesia. La adoración, por su naturaleza, nos hace enfocar nuestra atención en
Dios, quien es el único digno de alabanza y adoración. Esta atención enfocada
mantiene a la iglesia conectada con la fuente del poder para la vida cristiana
victoriosa y para el crecimiento de la iglesia. La oración y la alabanza son
esenciales para lograr el crecimiento de la iglesia porque sólo Dios puede
edificarla.
EL PATRÓN BÍBLICO
La Biblia está repleta de ejemplos en los que la oración poderosa y la alabanza
forman un canal indispensable para que fluya por ella el poder de Dios para
llegar a su pueblo.
Un ejemplo claro es la reconstrucción de los muros de Jerusalén bajo el
liderazgo de Nehemías. El cautiverio babilónico fue un golpe aplastante para el
orgullo nacional de Israel. El pueblo escogido de Dios había sido deportado de
su tierra natal mientras su amado templo fue reducido a escombros.
Descubrieron que era difícil adorar a Dios en una tierra extranjera, y anhelaban
el día cuando podrían regresar a su tierra y reconstruir su templo y la ciudad de
Jerusalén. Después de setenta años, los cautivos recibieron la libertad por
medio de Ciro, rey de Persia, para regresar a la tierra santa y reconstruir el
templo. El libro de Esdras en el Antiguo Testamento relata la historia de la
reconstrucción del templo.
Sin embargo, el primer párrafo del libro de Nehemías nos relata que el
remanente que regresó a Jerusalén estaba en gran aflicción y angustia porque
los muros de Jerusalén estaban derribados (<160103>Nehemías 1:3). Nehemías no
había regresado a Jerusalén, pues se había quedado en Susa, la capital, como
copero del rey. El estado de ánimo de Nehemías quedó destrozado al escuchar
las noticias de que los muros de Jerusalén estaban destruidos y que el pueblo
estaba perturbado.
La reacción de Nehemías a estas noticias y los eventos subsecuentes en este
libro nos proveen un modelo para el movimiento sobrenatural del poder de
Dios entre su pueblo. La primera reacción de Nehemías fue orar: “Cuando
escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos días. Ayuné y
oré delante del Dios de los cielos” (<160104>Nehemías 1:4). La oración espontánea
de Nehemías no fue una reacción de orar una sola vez al sentirse acorralado. Al
leer el libro de Nehemías uno encuentra referencias constantes a la oración.
Por ejemplo, en <160204>Nehemías 2:4-5, Nehemías había llegado ante el rey
Artajerjes. El rey se fijó en su semblante decaído y preguntó la razón de su
tristeza. Después de escuchar sobre las condiciones de Jerusalén, el rey le
preguntó a Nehemías: “¿Qué cosa pides?” Fíjese en la respuesta,
especialmente el orden de las palabras: “Entonces oré al Dios de los cielos y
respondí al rey.” Aún antes de pedir algo del rey, Nehemías consultó con el
Dios de los cielos. Más tarde, cuando algunos se burlaron de la reconstrucción
y la oposición se levantó, ¿cómo respondió Nehemías? “Entonces oramos a
nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de
noche” (<160409>Nehemías 4:9). Cuando los enemigos intentaron desanimar y
atemorizar a Nehemías y sus trabajadores, él oró: “¡Oh Dios, fortalece mis
manos!” (<160609>Nehemías 6:9).
La oración tiene que preceder y producir actividad si nuestra actividad ha de
ser fructífera. Con demasiada frecuencia en la iglesia planificamos nuestra
estrategia y programas con poco pensamiento en la oración, y luego
observamos con asombro cómo otro programa “garantizado” trae resultados
pobres. No es que la oración debiera reemplazar nuestros programas o
estrategias para el crecimiento, pero sí preceder y penetrarlo todo. La oración
no es inactividad; es actividad espiritual intensa. Tiene que ser nuestra primera
actividad; no la última.
La oración también produce un servicio significativo. Nótese que Nehemías
tenía un plan recibido del Señor, y fue fiel en seguir ese plan. No se sentó junto
al muro para orar, sino que oró mientras dirigía a los trabajadores en el muro.
La oración debe impregnar todas las actividades normales en la iglesia si ha de
tener la bendición del poder de Dios. Nótese que Nehemías reclutó al pueblo
para unirse a él relatándoles cómo la mano de Dios lo había favorecido
(<160218>Nehemías 2:18). Nehemías no solamente sabía que el poder venía de
Dios; también quería que el pueblo que le seguía se diera cuenta de que los
resultados habían sido dados por Dios. Esta es una buena regla para la
actividad relacionada con el crecimiento de la iglesia hoy en día.
Si la oración es el tema central en Nehemías, la alabanza y la adoración son el
otro tema. La frase: “El Dios grande y temible” se repite varias veces en este
libro. Es una frase de adoración. Cuando el temor y el desaliento invadían a los
trabajadores, Nehemías gritaba: “¡No temáis delante de ellos! Acordaos del
Señor grande y temible, y combatid por vuestros hermanos” (<160414>Nehemías
4:14). Cuando se terminó la reconstrucción de los muros, Nehemías reunió al
pueblo en la plaza y les dirigió en la adoración, celebrando la actividad de Dios
por medio de ellos. El capítulo 9 es un himno de alabanza compuesto para el
día de celebración. Escuche las primeras líneas:
Bendigan tu nombre glorioso; y sea exaltado más que toda bendición y
alabanza. Tú eres Jehovah; tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos y
todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo
que en ellos hay. Tú sostienes con vida a todos; los ejércitos de los
cielos te adoran (<160905>Nehemías 9:5, 6).
Los relatos de los discípulos en el libro de los Hechos proveen un patrón
similar. En nuestro afán de leer de la cosecha tremenda en Pentecostés,
pasamos por alto la preparación para el Pentecostés. Nótese <440114>Hechos 1:14:
“Todos estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con
María la madre de Jesús y con los hermanos de él.” Después, la investidura del
poder de Dios vino mientras daba la persona del Espíritu Santo, y los discípulos
comenzaron a testificar con denuedo. El sermón de Pedro produjo resultados
de proporciones divinas, porque unas tres mil personas fueron añadidas a la
iglesia.
La iglesia nacida en Pentecostés continuó con la misma estrategia: “Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento
del pan y en las oraciones” (<440242>Hechos 2:42). Más adelante nos dice que
había alegría y sinceridad de corazón mientras la gente alababa a Dios. La
fórmula suena demasiado sencilla en nuestro día de crecimiento tecnológico de
la iglesia, pero veamos el crecimiento explosivo: “Y el Señor añadía diariamente
a su número los que habían de ser salvos” (<440247>Hechos 2:47). Nótese que el
crecimiento numérico de la iglesia vino naturalmente de las vidas transformadas
de la iglesia, alimentadas por la adoración y la alabanza.
Por la naturaleza esencial de la oración y la alabanza, vamos a considerarlas en
un capítulo aparte.
LA ADORACIÓN: MANANTIAL DEL CRECIMIENTO
DE LA IGLESIA
Muchos libros y conferencias que tratan del crecimiento de la iglesia tratan el
tema de adoración y crecimiento, pero enfocan principalmente en la adoración
como el punto de entrada para el incrédulo o el que visita por primera vez.
Algunos llaman la adoración “la puerta principal” de iglecrecimiento. Este
énfasis teniendo como meta los cultos de adoración enfocados en los
simpatizantes o “buscadores”. Sin embargo, el énfasis sobre la adoración como
la puerta principal para el crecimiento numérico puede habernos hecho que
descuidemos otros aspectos del papel de la adoración en el crecimiento de la
iglesia. Hasta me atrevo a decir que la adoración auténtica es el manantial de
casi todos los elementos del crecimiento de la iglesia.
¿Qué es la adoración?
¿Cómo principiamos a definir la adoración? Warren Wiersbe lo define así: “La
adoración es la respuesta del creyente con todo lo que es —mente, emociones,
voluntad y cuerpo— a todo lo que Dios es, dice y hace. Esta respuesta tiene su
lado místico en la experiencia subjetiva, y su lado práctico en la obediencia
objetiva a las verdades reveladas de Dios. Es una respuesta de amor que es
balanceada por el temor del Señor, y es una respuesta que va profundizándose
a medida que el creyente llega a conocer mejor a Dios.” Evelyn Underhill define
la adoración como “la respuesta total de alabanza de un ser humano al Dios
Eterno, quien se revela a sí mismo en el presente”.
La adoración auténtica es la respuesta del creyente a la autorrevelación de
Dios. Cuando Isaías vio al Señor sentado sobre un trono, alto y sublime, y el
borde de sus vestiduras llenaba el templo, respondió con adoración auténtica.
Su respuesta a la presencia de Dios era alabanza reverente mezclada con la
confesión y el arrepentimiento. Escuchó la voz del serafín: “¡Santo, santo, santo
es Jehovah de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria! (<230603>Isaías
6:3). En respuesta, Isaías exclamó: “¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque
siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de
labios impuros, mis ojos han visto al Rey, a Jehovah de los Ejércitos” (6:5). Su
encuentro con el Dios viviente le inspiró a comprometerse a ser el mensajero de
Dios: “Entonces escuché la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré? ¿Y
quién irá por nosotros? Y yo respondí: —Heme aquí, envíame a mí” (6:8).
La adoración tiene su origen en Dios y demanda la respuesta de su pueblo. La
experiencia de Isaías con el Dios Santo le llevó a responder en confesión,
arrepentimiento, alabanza y servicio sacrificial. La meta de la adoración
verdadera es brindarle a Dios la gloria y el honor, y siempre resulta en la
edificación del adorador, guiándole a servir al Dios viviente quien es el objeto
de la adoración. Por eso, la adoración incluye a la vez el dar y recibir, el
compromiso y la bendición. La adoración verdadera es equilibrada, incluye la
mente, las emociones y la voluntad del adorador. Incorpora las dos actitudes,
tales como la reverencia o el respeto, y las acciones, tales como la actitud de
humildad, la alabanza, el servicio y la entrega de nuestras ofrendas.
Roberto Webber, en su excelente libro sobre la adoración, nos ha recordado
que el adorar es verbo. La adoración verdadera, declara, siempre evocará una
actividad como respuesta. Es algo que hace el pueblo de Dios en forma
personal y colectiva para agradar a Dios.
Así el motivo singular para la adoración es glorificar y agradar sólo a Dios. Esto
levanta una voz de alarma. Si intentamos adorar por cualquier motivo excepto
el de glorificar y honrar a Dios, entonces hemos comenzado a apartarnos de la
adoración auténtica. La adoración puede tener varias ramificaciones
relacionadas con el crecimiento de la iglesia, tales como la edificación de los
santos y la evangelización de los inconversos, pero el enfoque principal es la
adoración de Dios. Es un error pensar que podemos utilizar la adoración
para hacer que nuestra iglesia crezca. No podemos utilizar la adoración.
¡Simplemente adoramos! El foco de la adoración es singular: adorar a Dios; sus
ramificaciones son múltiples.
Si la adoración es un encuentro divino iniciado por el Dios santo, entonces ¿por
qué la tratamos con indiferencia casual, tanto en la preparación para adorar
como en el acto mismo? En la adoración no hemos simplemente de observar el
encuentro de Dios con la humanidad, sino que se nos permite ser participantes
en esta experiencia divina y única. ¿Cómo podemos explicar, pues, el
aburrimiento común que engendra el culto de adoración común? ¿Cómo
explicamos la apatía con que es tratada por los que profesan servir al Dios
viviente? ¿Qué falta en nuestra comprensión de la adoración y en la ejecución
de lo que llamamos el culto de adoración?
Los elementos de la adoración bíblica
Con frecuencia se compara la adoración con un drama. Por cada actor en el
escenario, hay un ayudante detrás de las cortinas que está listo para ayudarle, si
el actor vacila o se olvida de su parte. En la adoración auténtica ese ayudante
es el Espíritu Santo. Los que están en el escenario no son los únicos
participantes en el drama, sino que también asisten a la congregación que es
también parte del reparto. Cada creyente reunido en el lugar de adoración está
involucrado en el drama participante de la adoración a Dios, quien junto con las
huestes celestiales, observa.
Recuerde que no podemos crear una experiencia de adoración para nuestro
pueblo. Solamente podemos proveer la oportunidad para que la adoración
genuina ocurra y enseñar a la gente a adorar.
¿Cuáles son los elementos que tienen que estar presentes para proveer la
oportunidad para que el pueblo de Dios participe en la adoración? Franklin
Segler describe diez elementos de la adoración que son evidentes en la iglesia
del Nuevo Testamento:
* Música
* La lectura de las Escrituras
* Oraciones
* Los “amenes” del pueblo
* El sermón o la exposición de las Escrituras
* Exhortación
* Ofrendas
* Doxologías
* Confesión de pecados
* Las ordenanzas del bautismo y de la cena del Señor
Para que la adoración sea auténtica, tiene que enfocar la alabanza y la
exaltación de Dios. Utilizando la terminología actualizada de “apuntar al
blanco”, tenemos que concluir que el blanco verdadero de la adoración es Dios
y sólo Dios. La adoración no tiene como blanco al creyente ni al inconverso,
sino el grande y excelso Dios. Pero en muchas iglesias una mentalidad de
actuación para agradar al cliente ha invadido y reemplazado el sentido
impactante de asombro y reverencia que se engendra cuando uno está en la
presencia del Dios Santo. John MacArthur, hijo, correctamente nos ha
advertido que nuestro deber en la adoración no es agradar al inconverso sino
agradar a Dios. De alguna manera hemos perdido el sentido de reverencia al
ser invitados a entrar en la presencia del Dios viviente. Como pastores,
podemos emplear nuestro tiempo preocupándonos por la calidad técnica del
culto, en vez de adorar. Como laicos podemos pasar el tiempo evaluando al
predicador y los cantantes en vez de postrarnos delante de Dios en adoración
humilde y gozosa. En ambos casos, estamos robando a Dios y
empobreciéndonos a nosotros mismos.
El pastor es el líder de la adoración aun cuando colabora con otros del equipo
de líderes o con laicos que tienen dones para dirigir cultos de adoración. Esta
no es sólo una declaración de función, sino una declaración práctica. Yo he
notado que los adoradores siempre observan al pastor durante el culto
buscando indicaciones de adoración aun cuando otros estén dirigiendo la
música u otros elementos del culto. Si usted es pastor y no cree esto, favor de
enfocar su atención en algo o alguien en la congregación y capte la reacción de
todos. Ellos dirigirán su mirada hacia donde usted está mirando.
Durante la primera etapa de mi ministerio, con frecuencia solía sentarme en la
plataforma, hojear las notas para el sermón, mirar con frecuencia mi reloj, y
preguntarme cuánto del tiempo para el sermón se iba a utilizar en la música.
Cuando comencé a participar en la adoración, ésta llegó a tener un significado
nuevo para mí y para la congregación. Siempre me sorprendía la rapidez con
que llegaba el momento para predicar. Cuando adoro al Señor, siempre siento
la investidura de mayor poder para la predicación.
Miremos algunos elementos de la adoración auténtica. Para el creyente, la
adoración incluye la alabanza por medio de la música, la oración, la atención a
la Palabra, la ofrenda, y la dedicación para servir. La música, para muchos, es
el hilo céntrico que une todos los elementos de la adoración. La música no
debe ser elegida con el propósito de educar a la congregación respecto a las
virtudes de cierto estilo de música; más bien se elige por su capacidad de
encaminar al pueblo para enfocar a Dios y adorarle. El estilo de la música
puede variar de contexto en contexto, y el esfuerzo de argumentar que cierto
estilo de música es la única apropiada para hacer crecer iglesias es un concepto
estrecho y miope. Hay que escoger la música que es apropiada, según la
cultura local, y que contenga sana teología. Entonces hay que presentarla en
forma positiva y poderosa. Nunca debe considerarse como preludio a la
predicación o como actividad para llenar los espacios incómodos de transición
a la adoración; más bien debe ser componente integral para una familia que
adora.
La oración era elemento céntrico en la adoración del Nuevo Testamento, pero
con frecuencia en los cultos de hoy es relegada a un lugar sin importancia.
Algunos miden el tiempo para las oraciones, para asegurarse de que no pasen
de cierto número de minutos por temor de que se aburran los espectadores o
que no tenga pertinencia para los visitantes que queremos alcanzar. Pero la
oración es la oportunidad de entrar libremente al trono de la gracia en la
presencia del Creador del universo. La oración nos permite reconocer
verbalmente la presencia de Dios, presentarnos delante de él en alabanza,
confesar nuestros pecados, buscar su perdón, ofrecernos a Dios, pedir su
provisión por nuestras necesidades diarias, interceder por otros, y ofrecer
acción de gracias al Dios bondadoso. La oración es la conversación personal
con Dios y nunca debemos considerarla en forma ligera. Provee un barómetro
excelente de la condición espiritual de la congregación. La oración, como ya
hemos indicado, es el cordón umbilical por el cual la investidura del poder
divino es transmitida a la iglesia, y así pueda ser capacitada para funcionar en la
esfera espiritual.
A través de todo el Nuevo Testamento, la lectura de las Escrituras era
elemento céntrico en la adoración. La Palabra de Dios tiene un poder dinámico
inherente, y por lo tanto nunca debemos menospreciar el impacto de las
Escrituras cuando se leen correcta y poderosamente. No creo, como algunos,
que debiéramos disminuir el lugar de las Escrituras en la adoración, con la
explicación de que estamos tratando de alcanzar a los visitantes simpatizantes.
La Palabra de Dios tiene más poder profundo que cualquiera de nuestras
estrategias humanas. Hay que prestar atención siempre a la lectura de las
Escrituras. El que lee el pasaje debe estar bien preparado, de tal manera que
sea leído con sentimiento y enfoque. Ciertos pasajes se prestan para un
monólogo dramático. De vez en cuando el coro de nuestra iglesia recitaba al
unísono alguna porción de las Escrituras como preparación para un número
musical. La variedad en la presentación de las Escrituras puede ser un modo
efectivo para asegurar que la gente escuche y experimente en forma poderosa
la Palabra de Dios.
La predicación de la Palabra es el centro de la adoración. La predicación es la
proclamación de la verdad de Dios en el poder del Espíritu Santo. Pablo
expresó su convicción de la centralidad de la predicación en los primeros dos
capítulos de 1 Corintios. Los judíos, decía Pablo, pedían señales, es decir
alguna evidencia espectacular de la presencia y poder de Dios (<460102>1 Corintios
1:22). Esto suena un poco como las “señales y maravillas” del movimiento de
crecimiento de la iglesia. Los griegos, continúa Pablo, buscaban la sabiduría
(<460102>1 Corintios 1:22). Así que, Pablo determinó predicar la cruz de Cristo
porque era el poder y la sabiduría de Dios (<460102>1 Corintios 1:23). Pablo
pudiera haber tratado de suplir la “necesidad percibida” del pueblo de su día en
cuanto a señales dramáticas y a sabiduría, pero más bien decidió suplir la
necesidad real por medio de la predicación de la cruz.
No estoy sugiriendo que la predicación contemporánea no debiera de tocar los
temas que son pertinentes para nuestro día, en realidad debiera hacerlo. Estoy
insistiendo, sin embargo, que la medida de la pertinencia no debe ser
determinada por el mundo, basada en alguna encuesta de mercadeo, sino por
las Escrituras mismas. El orden mundial no es pertinente y desaparece, pero la
Palabra de Dios perdura siempre. Conozca las necesidades de su congregación
y la comunidad, pero trate esos asuntos con las verdades bíblicas eternas. Uno
no puede dejar de tratar ninguna verdad bíblica porque tal vez no cuadra con
los resultados de la encuesta de mercadeo. Tenemos que predicar el mensaje
completo de la Palabra de Dios. Pero, por otra parte, sin estar consciente de
las necesidades, dolores, y preguntas de su pueblo, puede estar aplicando el
ungüento donde no hay herida.
Los predicadores hoy en día tienen que ganarse el derecho de hablar y ser
escuchados. En el pasado podíamos iniciar el sermón con las palabras: “La
Biblia dice” y esperar que todos prestaran atención. Para ganar el derecho de
ser escuchados, podemos señalar primero una necesidad o un tema crítico.
Esto se puede hacer en la introducción del sermón. La predicación
contemporánea también requiere la aplicación regular de las verdades bíblicas.
Los predicadores no pueden dar por sentado que los oyentes van a hacer la
aplicación apropiada. Los sermones que aplican las enseñanzas de la Palabra
de Dios inmutable a los dolores de la congregación van a provocar el interés
humano tanto como una respuesta sobrenatural.
No vacile en utilizar el drama, el monólogo, u otra idea creativa para introducir
variedad en los cultos de adoración. A veces la monotonía del mismo orden de
culto puede crear en el pueblo un interés opacado por la presencia de Dios y
por escuchar su Palabra. Cuando se introduce un nuevo elemento en el culto,
asegúrese de que éste sea bien ejecutado, que sea apropiado, que no sea
utilizado en forma excesiva, y que no distraiga de la experiencia de adoración.
Ocasionalmente he pedido a algunos miembros que planifiquen y presenten un
drama corto como introducción a un mensaje especial que quería predicar. En
un domingo específico yo principié mi mensaje parado en el pasillo con una
pelota en la mano. Pedí a los que se encontraban a mi izquierda que dijeran
cuál era el color de la pelota. Respondieron que “blanco”. Entonces hice a los
de la derecha la misma pregunta. Ellos dijeron: “negro”. Ambos tenían razón,
pues yo había pintado la pelota para que la mitad fuera negra y la otra mitad
blanca. Entonces la tiré al aire haciéndola girar rápidamente y declaré que en
realidad era de color gris. Entonces pregunté si realmente tenemos derecho en
insistir que hay asuntos blancos o negros que tienen respuestas absolutas. “¿Es
el aborto una elección o es un asesinato? ¿Es la homosexualidad simplemente
un estilo de vida diferente o es pecado?” Nosotros decimos una cosa; el mundo
declara otra. ¿Quién tiene razón? ¿Tiene razón uno u otro, o es éste otro
“gris”? No necesito decir que tuve la atención de todos al iniciar mi sermón
sobre el establecimiento de los valores morales.
Tenemos que ejercer cuidado para no utilizar excesivamente tales elementos
innovativos, o llegarán a perder su efectividad. Tampoco debemos llegar a
depender de ellos o pensar que nuestra tarea principal es entretener a los
asistentes, porque han llegado a esperar tales tácticas. Escúcheme con cuidado,
la predicación bíblica, sana, poderosa puede entretener a los oyentes, pero esa
no es nuestra meta. Temo que, en nuestro afán de responder a algunos de los
estudios de mercadeo, podamos ser tentados a hacer demasiado hincapié
sobre el entretener a costo de una adoración poderosa, conmovedora y
convincente.
Hace poco tiempo fui conferencista en un evento que presentó varias
oportunidades distintas de adoración. Mi audiencia estaba formada
principalmente por parejas de mediana edad. Utilicé una introducción
contemporánea y capciosa, pero la mayor parte de la conferencia fue enfocada
en una exposición de las Escrituras con un llamado a tomar una decisión de
entrega al Señor. Después del culto un gran número de adultos jóvenes llegaron
para agradecerme el énfasis. Varios me dijeron que mi mensaje fue el primero
en el que un predicador les había pedido que abriesen sus Biblias o siguiesen un
texto bíblico. Por el deseo de responder a las necesidades percibidas e
intereses de este grupo en especial, los que planearon la conferencia habían
incluido mucha música, drama y humor. Estos elementos estaban bien
presentados, pero no ministraban a la gran necesidad de la predicación
poderosa de la Palabra de Dios. Recuérdese lo que escribió Pablo: “Puesto
que en la sabiduría de Dios, el mundo no ha conocido a Dios mediante la
sabiduría, a Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura de la
predicación” (<460102>1 Corintios 1:21).
Algunos especialistas en mercadeo religioso han concluído que la ofrenda es un
elemento ofensivo en el culto, y que debe dársele menos prominencia o
eliminarla. Pero el ofrendar era un acto de suma importancia, tanto en la vida de
Israel como en la iglesia del Nuevo Testamento. Era un tiempo de
reconocimiento de que Dios es dueño de todo, la responsabilidad de la
mayordomía humana, y lo bondadoso de la vida. Creo que la adoración, por
medio de la entrega de nosotros mismos y de nuestras posesiones, todavía
debe ser una parte céntrica y una experiencia gozosa en la adoración. En vez
de relegarla a un acto de menor significado en el culto de adoración, para atraer
a los visitantes —o, más honestamente para apaciguar al cristiano indiferente y
apartado— debemos de avivarla y asignarle un sentido renovado para el
pueblo.
El adorar por medio de dar nuestras ofrendas no debe ser interpretado como la
manera de cumplir con el presupuesto, sino como vehículo para expresar
nuestra dependencia de Dios y nuestra gratitud por su provisión amorosa para
nuestras necesidades. El acto de dar a Dios el diezmo y nuestras ofrendas es un
sacrificio de un pueblo de sacerdotes, y es nuestro privilegio y gozo traerle a él
los sacrificios de alabanza, buenas obras y ofrendas para los necesitados
(<581315>Hebreos 13:15,16). Lamentablemente hemos divorciado el dar nuestro
dinero de sus bases teológicas y, por consiguiente, lo hemos minimizado,
refiriéndonos casi jocosamente a la ofrenda como un elemento necesario en el
culto.
Si acaso usted piensa que la ofrenda puede ser un impedimento a la capacidad
de la iglesia para atraer a los inconversos, hay que recordar que muchos
inconversos están luchando con el egoísmo y la avaricia, y pueden ser
motivados al ser testigos de la generosidad del pueblo de Dios. Nuestra
singularidad en esta área de la vida puede presentar un testimonio más
poderoso a los incrédulos de lo que concebimos.
Finalmente, la adoración auténtica llama al adorador para hacer un compromiso
de entrega y responder en forma activa. En un sentido real el llamamiento a una
decisión es resultado natural y espontáneo de todos los componentes de la
adoración que hemos mencionado. En esto otra vez muchos sienten renuencia
para llamar a las personas a tomar decisiones, porque tienen temor de ofender
a los visitantes. Mientras Pablo habló de su disposición de llegar a ser todo
para todos para salvar a algunos (<460902>1 Corintios 9:22), en ningún momento
estaba diciendo que estaba dispuesto a sacrificar la predicación del evangelio.
Jesús no vaciló en llamar a las personas para hacer pública su decisión de
seguirle. Los hombres de hoy no son diferentes a los de cualquier otra
generación que no les disgusta ser confrontados con sus pecados e invitados a
tomar una decisión. Sin embargo, el evangelio es confrontante, y la presencia
del Espíritu Santo hará que los aludidos tomen decisiones de compromiso. Si
no pedimos compromisos radicales, vamos a conseguir lo que pedimos, o sea,
compromisos espurios a un evangelio “ligero”.
Una edición reciente de Forum Files (una revista que enfoca a la gente más
exitosa en el sentido material), publicado por Leadership Network, informó
que la asistencia de las parejas de mediana edad a la iglesia está bajando.
También captaron con alarma que hay aumento de la mentalidad de consumo
con referencia a la religión. Puesto que la gente ha cambiado de ser
mayordomos de la religión a consumidores, están “comprando” ciertos
servicios específicos. Este descubrimiento no debiera sorprendernos. Hicimos
esfuerzos de atraer a las personas por medio de hacer énfasis en los varios
servicios que la iglesia ofrece, sin hacer énfasis en la necesidad de
comprometerse con el Señor. Uno no va a lograr un nivel más profundo de
dedicación que la que pide desde el comienzo. Jesús siempre dijo a los que
invitaba a seguirle que consideraran el costo de tal paso antes de decidir
hacerlo. El llamado a un compromiso radical no va a ahuyentar a las personas;
los va a encender con dedicación.
Algunos emplean <461402>1 Corintios 14:20-25 y la prohibición del uso de los
dones de lenguas como base para defender la práctica de remover los
elementos “ofensivos” de los cultos de adoración, tales como la invitación a
comprometerse, para no ofender a las personas que asisten por curiosidad.
Una lectura cuidadosa del mismo texto nos revela que el impacto de la profecía
sobre el incrédulo es abrir su corazón a las cosas espirituales, descubriendo el
pecado, y reconociendo la realidad temerosa que Dios está presente entre los
adoradores. La adoración, con su enfoque en Dios, por naturaleza llama al
pecador y al santo para responder. Podemos considerar las diferentes maneras
de presentar el llamado a compromiso, pero no podemos dejar de confrontar a
las personas con el pecado e invitarlas a tomar una decisión.
No tenemos que ofender con el llamado a compromiso para que sea efectivo.
Para algunos la palabra confrontar es sinónimo de ofender. Muchas personas,
tanto de adentro como de afuera de la iglesia, han sido apagadas con una
invitación emocional y manipuladora. Tales invitaciones revelan la carnalidad en
verdad porque implica que no podemos depender del Espíritu Santo para
llamar a la gente a Cristo. Hay que dar la invitación en forma clara, poderosa, y
con certidumbre y después permitir que el Espíritu Santo dé la cosecha.
Descubrí que es ventajoso preparar a las personas para el momento de
invitación desde antes de comenzar el culto. Con frecuencia teníamos muchos
visitantes en la Primera Iglesia de Norfolk, quienes no estaban familiarizados
con la manera en que presentábamos la invitación para responder al llamado de
Cristo con un compromiso. Antes de que el coro entrara, yo tomaba unos
pocos minutos para dar la bienvenida a los visitantes. Si había algún cambio o
algo fuera de lo ordinario planeado para el culto, siempre les advertía de tal
elemento antes del comienzo del culto. Por ejemplo, si los participantes
necesitaban el boletín para cantar las palabras de algún coro, se lo notificaba
desde el comienzo, para que no sintieran incómodos cuando llegara el
momento. Durante estas explicaciones preliminares, solía decir algo como:
“Muchas necesidades y motivos nos han traído aquí hoy. Seguramente alguno
descubrirá que la Palabra de Dios habla a su corazón en forma poderosa. Una
parte de la experiencia de la adoración es nuestra respuesta a la Palabra de
Dios. Vamos a proveer la oportunidad al final del culto para que cada uno dé
una respuesta pública, si siente la dirección de Dios para hacerlo. Puede
hacerlo, saliendo de su asiento y pasando adelante para conversar con uno de
los ministros que estarán aquí adelante. Entonces dirigía a todos en un breve
momento de oración mientras el coro entraba. Invitaba a cada persona a orar
sobre cualquier decisión que necesitaba tomar.
Al extender la invitación, intentaba de nuevo explicar con claridad lo que la
persona necesitaba hacer para responder al llamado de Dios. Les explicaba
que había consejeros preparados y listos para orar con ellos en privado y que
no íbamos a hacer sentir incómodo a nadie. Después de terminar la invitación y
antes de la bendición, presentaba una invitación final y menos confrontante, en
la siguiente manera: “Es posible que algunos de ustedes nos están visitando por
primera vez, y quizá no estaban seguros de lo que estaba aconteciendo cuando
algunos comenzaron a pasar adelante en respuesta a la Palabra de Dios. La
Biblia nos enseña que es importante que manifestemos públicamente nuestra
respuesta a Dios. Tal vez alguno de ustedes siente la necesidad de responder a
Cristo o unirse a la iglesia, o tal vez tiene una necesidad personal de oración
hoy. Después de nuestra oración final, unos consejeros entrenados y amables
estarán disponibles para asistirles. Pueden encontrarlos a mi izquierda, en
aquella puerta.” (Entonces señalaba con el dedo hacia donde ellos estaban y
pedía que uno de ellos levantara la mano). En vez de minimizar la invitación, le
dimos mayor énfasis.
EL IMPACTO DE LA ADORACIÓN EN
EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA
¿En qué maneras, por consiguiente, puede la adoración impactar el crecimiento
de la iglesia? Tal vez la contestación más obvia para algunos es que la
adoración provee a la iglesia la oportunidad de alcanzar al pecador. Kennon
Callahan, por ejemplo, declara: “Los inconversos con mayor frecuencia
descubren primero el camino por medio de los cultos de adoración.” James
Emery White ha enfocado sobre la manera de “apuntar” hacia los inconversos,
en su libro, Opening the Front Door: Worship and Church Growth
(Abriendo la puerta principal: la adoración y el crecimiento de la iglesia). Los
dos autores tienen razón al hacer énfasis en que, en algunas circunstancias, las
personas se sentirán menos incómodas al asistir a un culto dinámico y creativo
antes de asistir a un grupo pequeño. El impacto evangelístico del culto de
adoración es ciertamente vital para el crecimiento de la iglesia —y hablaré más
sobre este tema— pero no será la primera prioridad. El “apuntar” hacia los
inconversos no es lo primordial en la adoración; el adorar y alabar al Dios
soberano es lo primero. Los inconversos no son los participantes principales en
los cultos. En realidad, no encuentro ninguna base teológica que muestre
capacidad de los inconversos para participar en la adoración, excepto como
observadores.
Los participantes en la adoración no son los inconversos que buscan algo en el
evangelio, más bien lo son los que forman el pueblo de Dios. Por consiguiente,
lo apropiado es dar la atención principal al impacto que la adoración genuina
tiene sobre el pueblo de Dios.
Primero, la adoración auténtica provee la investidura sobrenatural para
el pueblo de Dios. Dios prometió habitar entre las alabanzas de su pueblo
(<192203>Salmo 22:3). Cuando Moisés fue llamado para guiar a Israel fuera de la
esclavitud, se sintió sin preparación e incompetente para lograr tal tarea. El
encuentro con el gran “YO SOY” le aseguró que los recursos para la victoria
no eran propios; más bien eran abundantemente disponibles de Dios mismo
(Éxodo 3-4). Al reflexionar sobre el crecimiento en la Primera Iglesia de
Norfolk, podría señalar muchas ocasiones cuando la adoración fue un elemento
clave para asegurarnos de la suficiencia de Dios para suplir nuestras
necesidades. En una ocasión planificamos doce servicios de adoración que
giraban alrededor de los varios nombres de Dios. La comprensión del carácter
y la naturaleza de Dios proveyó un catalizador para una renovación en nuestro
ministerio y crecimiento.
Recientemente, recibí el boletín de una iglesia en Phoenix, Arizona, que
demuestra la investidura sobrenatural del poder por medio de la adoración. El
artículo fue escrito el 23 de agosto de 1993 por Gary Young, pastor de la
Primera Iglesia Bautista de Phoenix. Gary principió el artículo con las malas
noticias de que había reaparecido su cáncer. En una carta conmovedora que
tenía el tono de un “último testamento”, Gary habló de una transformación que
había renovado a su iglesia. “¿Cuándo y cómo cambió nuestra iglesia? Creo
que principió hace años cuando Dios comenzó a hacernos sentir una fuerte
convicción en cuanto a la adoración. Nuestra Declaración de Propósito solía
decir: ‘Ganar a los perdidos, alimentar a los salvos, suplir las necesidades
humanas.’ Gordon (el ministro de la música), insistió en que primero tenemos
que adorar a Dios, y luego recibir los recursos divinos para hacer el resto.
Tenía razón. Alteramos nuestro enfoque, y al hacerlo, el Espíritu Santo pudo
tomar más y más control de nosotros por medio de la adoración, produciendo
así mayor madurez cristiana.” Gary murió el 20 de septiembre, un mes después
de haber escrito el artículo.
Segundo, Dios con frecuencia comunica su estrategia para su pueblo
durante tiempos de adoración. Los ejemplos bíblicos abundan, pero vamos a
enfocar uno del Nuevo Testamento. En <441301>Hechos 13:1-3 se nos dice que la
iglesia en Antioquía oró y ayunó y ministró al Señor. Mientras estaban
adorando, el Espíritu Santo les dijo que separaran a Pablo y a Bernabé para la
tarea de la evangelización mundial. La adoración es esencial para el crecimiento
de la iglesia. Esta también es la estrategia de Dios para que la iglesia de usted
pueda alcanzar al mundo. Con frecuencia invertimos este plan divino.
Desarrollamos nuestros propios planes, y después clamamos a Dios pidiendo
bendición para que no fracasen. Si primero descubrimos su plan, entonces
podemos estar seguros de que conlleva su bendición. Alguno quizá puede
pensar: “¿De qué está hablando? Dios no nos va a dar una estrategia para
alcanzar la comunidad.” Ese mismo pensamiento indica nuestro prejuicio antisobrenatural
y el estado carnal de nuestros pensamientos acerca del
crecimiento de la iglesia. No tenemos porque no pedimos (<590412>Santiago 4:12).
Tercero, la adoración auténtica es la clave para el servicio sincero. La
experiencia de adoración de Isaías se cita con frecuencia como un máximo
ejemplo de adoración (Isaías 6). Escuchó a los serafines proclamando el uno al
otro: “¡Santo, santo, santo es Jehovah de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena
de su gloria!” (v. 3). Pero eso no es todo lo que escuchó Isaías. “Entonces
escuché la voz del Señor, que decía; —¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por
nosotros?” La respuesta de Isaías brotó de su experiencia en la adoración:
“Héme aquí, envíame a mí” (v. 8). ¿Con cuánta frecuencia el crecimiento de su
iglesia ha sido impedido por la falta de personas rendidas en un compromiso de
servicio? Tal vez debiéramos pasar más tiempo en oración y adoración gozosa
y menos tiempo en rogar por más personal para ayudar en los departamentos
de niños. Después de todo, es el Señor de la mies quien envía a los obreros
(<400938>Mateo 9:38).
Cuarto, la adoración es esencial para el ministerio evangelizador de la
iglesia. Permítame primero hacer hincapié en el hecho de que la pasión por los
perdidos nace en el corazón de los creyentes que tienen un encuentro con el
Dios Santo. Ya he mencionado que la disposición de Isaías para ir, y la
disposición de la iglesia en Antioquía para mandar a Pablo y Bernabé resultaron
de la adoración. No debemos pasar por alto la relación obvia entre la
adoración y la Gran Comisión. Mateo registra: “Y cuando le vieron, le
adoraron” (<402817>Mateo 28:17). La adoración precedió a la declaración de la
Gran Comisión. Aquí tenemos que preguntar sobre la conexión entre la falta de
actividad evangelística en la iglesia promedio y su forma descuidada y apática
de adoración. ¿No están unidas inextricablemente? Si la adoración es
monótona y apagada, ¿podemos mantener un celo por las actividades
evangelísticas? También preguntaría sobre los que profesan ser especialistas en
“adoración de calidad” pero que no muestran ningún interés en el ministerio
evangelístico. Cualquiera sea su estilo o calidad, ¿será genuina tal adoración?
Bajo el tema del evangelismo, también quiero apuntar a la presencia de los
inconversos en el culto de adoración. Es verdad que el inconverso en algunas
circunstancias puede asistir primero por medio de una invitación a su culto de
adoración. Es posible que esto cree menos incomodidad para algunos que una
entrada por medio de grupos pequeños. Por esta razón, ¿alteramos la forma de
los cultos para hacerlos más amenos para el asistente que no es creyente? Creo
que la iglesia debe pensar en las personas inconversas que asisten. No
debemos edificar barreras artificiales o tradicionales que pudieran ser un
impedimento para el evangelio. La sensibilidad a los visitantes debe comenzar
en la acera fuera del templo, y tiene que involucrar cada organización y
elemento de la iglesia. Si descubrimos que ciertos elementos tradicionales en los
cultos —tales como el dar por hecho que cada asistente sabe el proceder
durante cada aspecto del culto o nuestra manera de reconocer a los
visitantes— están creando barreras, entonces nos conviene, sin ninguna duda,
derribar tales barreras.
No podemos, sin embargo, transigir en cuanto a los distintivos bíblicos de la
adoración. Creo que una experiencia dinámica en la adoración, en la cual el
pueblo de Dios responde a la presencia de Dios, hará más para atraer a los
pecadores a Cristo que todas las estrategias de mercadeo que pudiéramos
elaborar. Es verdad que los no creyentes tal vez podrán salir sin entender
claramente todo lo que ocurrió. En verdad, no pueden entender nuestra
adoración porque ¡no conocen a nuestro Dios! Pero sentirán que Dios estaba
en medio nuestro. Jesús prometió: “Y yo, cuando sea levantado de la tierra,
atraeré a todos a mí mismo” (<431232>Juan 12:32). Cuando predicamos al Cristo
crucificado, resucitado y exaltado por medio del poder del Espíritu Santo, él
atraerá a los inconversos.
Lo que no han reconocido muchos de los proponentes de órdenes de cultos
que sean atractivos para los inconversos simpatizantes es el principio que opera
detrás del método. Recuérdese que los métodos vienen y van, y tienen que ser
contextualizados, pero los principios funcionan consistentemente. El principio
que opera detrás del método de cultos que procuran interesar a los
simpatizantes es la invitación personal. Las encuestas de especialistas sobre el
crecimiento de la iglesia indican que entre el 79 y el 86 por ciento de personas
que asisten a los cultos lo hacen porque recibieron una invitación personal de un
amigo o familiar. El servicio dirigido hacia el miembro en perspectiva ha dado
resultados positivos, en parte, porque es novedoso y excitante y, en parte,
porque convencemos a nuestros miembros de que ellos pueden invitar a sus
amigos, y que ellos estarán cómodos cuando asisten a nuestros cultos de
adoración. No vaya a dar por hecho que la gente va a llegar a sus puertas en
grandes cantidades simplemente porque ha cambiado el estilo del servicio.
Todavía hay que invitarles a que vengan.
Segundo, no piense que esta clase de servicio es un atajo para el evangelismo y
el crecimiento de su iglesia que anula la necesidad de la visitación. Jesús
comisionó a su iglesia para ir y hacer discípulos. Llamó a sus seguidores para ir
por los caminos y por los callejones y animarles a que entraran, para que su
casa se llenara (<421423>Lucas 14:23). Hemos pasado por alto una verdad
teológica significativa. Un inconverso es espiritualmente un muerto, y los
muertos no caminan. Cada generación se enfrenta con la tentación de cambiar
una estrategia de “id y decid” por una de “venid y ved”. El mandato es que la
iglesia vaya; no que el pecador venga. No me malentienda. Creo en abrir la
puerta principal con cultos de adoración dinámica. Creo que debemos abrir las
puertas laterales por medio de estudios bíblicos o células. Uno puede abrir
todas las puertas posibles, y hasta quitar el techo (esto es bíblico, ¿recuerda a
los cuatro amigos del paralítico?). Sin embargo, si hemos de alcanzar a los
inconversos, primero tenemos que encontrarlos en la plaza antes de poder
invitarles a visitar nuestra iglesia.
Quinto, la adoración es esencial para el crecimiento de la iglesia por su
impacto transformador sobre las vidas de los creyentes. Podemos pensar
en los aspectos obvios de la enseñanza, la exhortación, y el consuelo, que son
partes de la adoración. También podríamos señalar el uso de los dones
espirituales de los miembros en el culto de adoración. Principalmente, debemos
señalar la transformación que ocurre cuando una vida descubre en forma
genuina al Dios viviente. Isaías primero tuvo una profunda conciencia de sus
pecados. Moisés bajó de la montaña con el rostro resplandeciente. Pablo fue
cegado por la presencia del Señor resucitado. Pero todos fueron
transformados. La adoración genuina se hace evidente en el servicio, en el
ofrendar y, en el celo misionero de la congregación local. Si en verdad hemos
tenido un encuentro con Dios, es imposible salir sin haber sido moldeados a su
imagen.
Si pensamos ahora en la definición general del crecimiento de la iglesia —que
incluye no solamente el crecimiento numérico sino también el desarrollo
espiritual que se revela en actividades misioneras y actos de ofrendar—
podemos captar la relación indisoluble entre la adoración y el crecimiento de la
iglesia.
EL DISEÑO DE UN CULTO DE ADORACIÓN
Al elaborar un culto de adoración, debemos pensar primero acerca del estilo.
Existe hoy cierta confusión por los varios términos que se utilizan, tales como:
contemporáneo, innovador, que “apuntan” hacia los no creyentes, tradicional,
para referirnos a los estilos particulares de los servicios. Yo he decidido no
utilizar tales términos para referirme a iglesias o estilos de servicios de
adoración, por varias razones. Primero, tales usos muy pronto pierden su
pertinencia. Cuando un método innovador se copia vez tras vez, deja de ser
innovador. Lo que se considera contemporáneo en un momento dado puede
llegar a ser anticuado rápidamente en la sociedad de hoy. Segundo, términos
tales como innovadores y contemporáneos, pueden ser causa de división
cuando se utilizan en referencia a iglesias porque sugieren que otros estilos no
son contemporáneos ni innovadores. Los estilos de adoración difieren tanto
entre las varias denominaciones y de una parte del mundo al otro; de modo que
lo que es innovador en un lugar puede ser tradicional en otro. Lo que Dios
utiliza en un contexto puede ser una débil copia en otro contexto.
En vez de enfangarnos en la terminología, búsquese lo que puede crear una
diferencia en términos de adoración y crecimiento. Kirk Hadaway estudió los
resultados de investigaciones extensivas para aislar los principios que ayudaban
al crecimiento de las iglesias. Cuando estudió el tema de la adoración en la
iglesia que estaba creciendo, concluyó que la adoración puede tener impacto
sobre la capacidad de la iglesia para crecer en forma numérica. Primero,
detectó una diferencia entre el carácter de los cultos de adoración en las iglesias
que estaban creciendo al compararlos con las iglesias estancadas o que estaban
bajando en asistencia. Para sorpresa de muchos, concluyó que no había ningún
estilo de culto característico de las iglesias que están creciendo. Algunas de
estas iglesias tenían cultos más litúrgicos y estructurados mientras los de otras
eran más relajados e informales. Lo que sí era importante podía ser definido en
términos tales como gozosos, festivos, expectantes, calurosos, con espíritu de
avivamiento, espontáneos y hasta exuberantes. Por consiguiente, el espíritu del
culto es más importante que su estilo o el tipo de música que se utiliza.
Hadaway notó que el ambiente de gozo se fomenta cuando el lugar está repleto
con gente que se une para adorar en la iglesia creciente. En la mayoría de los
casos la iglesia creciente dedicó mucha atención cuidadosa al aspecto físico del
lugar. Esto da el mensaje claro que la adoración es asunto de suma
importancia.
El contenido del culto de adoración en las iglesias que están creciendo es una
mezcla dinámica de himnos congregacionales, oraciones, himnos del coro,
anuncios, testimonios, drama, y mucho más. Hadaway notó que mientras que
los componentes en los cultos de las iglesias crecientes no son tan diferentes de
la mayoría de los cultos de las iglesias que están declinando, lo distintivo
radicaba en el poder y el movimiento de los cultos. Ha sido mi experiencia que
un elemento clave en la adoración poderosa es la fluidez del culto. Los varios
elementos en el servicio no son “parches” desconectados y aislados, más bien
son una parte integral de un bello y gran tapiz. No hay puntos “muertos” e
intrusiones impertinentes. El adorador es llevado por la corriente del servicio.
Con referencia al estilo de predicación en la iglesia creciente, uno podría
encontrar sorprendentes los resultados de la investigación de Hadaway.
Descubrió que había poca relación entre el crecimiento y el estilo y la calidad
de la predicación. Yo me crié cuando se hacía mucho énfasis entre las iglesias
crecientes sobre la predicación expositiva de las Escrituras, con sermones que
duraban media hora o más. Hoy muchos insisten en que el sermón no debe
durar más que veinte o veinticinco minutos, que debe ser temático, enfocado en
las necesidades percibidas, en vez de ser exposiciones de pasajes bíblicos.
Aquí otra vez podemos envolvernos en asuntos de estilo, método o ciertos
dones específicos de un predicador especial. Uno puede encontrar iglesias
crecientes que tienen pastores cuyos estilos de predicación, extensiones de los
sermones, y dones para predicar difieren marcadamente. Según la investigación
de Hadaway, los factores que contribuían al crecimiento eran la centralidad de
la Biblia en la predicación, y la confianza absoluta del predicador en la
autoridad de las Sagradas Escrituras, combinados con la capacidad de generar
entusiasmo, comunicar una visión para el futuro y mantener un ambiente
animoso. Uno no tiene que ser gran predicador o copiar el estilo de otro pastor
para lograr una iglesia creciente. Tiene que utilizar fielmente los dones que Dios
le la ha dado para predicar el mensaje bíblico con autoridad, confianza y
entusiasmo y exaltar a Cristo.
La mayoría del debate relacionado con la adoración tiene que ver con el estilo
y la presentación de la música. Algunos abogan a favor de la música
evangelística, otros a favor de la contemporánea y otros a favor de la litúrgica.
En algunas iglesias se cantan todos los himnos del himnario mientras otras
utilizan los retroproyectores o las hojas de música. Puede encontrar tanto
iglesias que están creciendo como otras que están declinando, que utilizan
todos los métodos mencionados. El factor principal con relación a la música,
según Hadaway, es la calidad de la presentación. El noventa por ciento de las
iglesias que están creciendo podrían calificar sus programas de música como
buenos o excelentes. La música en la iglesia que está creciendo es planificada
con cuidado, pero también tiene un elemento de espontaneidad.
¿Qué estilo de música es el mejor para su iglesia? Nadie puede contestar esa
pregunta por otra iglesia. Más bien pregunte: ¿Qué da los mejores resultados
en nuestro contexto? ¿Qué clase de músicos nos ha dado Dios? Cualquier
estilo de música que se elija, debe ser presentada con calidad y tocar el rango
completo de las emociones. La música para la adoración debe reflejar la
diversidad de la congregación en himnos, himnos del coro, y coritos. La
mayoría de las iglesias descubrirán que será necesario utilizar una variedad de
estilos de música, y posiblemente querrán combinar los coros con los himnos.
Comience con números sencillos y avance hacia algo más complicado.
Asegúrese de que los instrumentos musicales son afinados con regularidad.
Insista en la mejor calidad posible en su contexto dado y busque mejorar cada
semana.
SEIS PASOS PARA CAMBIAR ESTILOS DE ADORACIÓN
Tal vez usted sienta que su iglesia necesita actualizar y mejorar sus experiencias
de adoración. ¿Cómo puede introducir cambios sin aislar a los que están
perfectamente contentos con el estilo actual?
1. Los cambios en los estilos de adoración tienen que ser iniciados por
líderes que han ganado la confianza de la congregación. Si el pastor o
algún miembro del cuerpo de líderes ha ganado la confianza de las personas en
otras áreas de la vida de la iglesia, entonces la congregación está dispuesta a
seguir cuando los cambios que han sido bien pensados y bien preparados se
introducen en los cultos. El liderazgo no se garantiza por la posición; más bien
se gana por medio de la integridad en las relaciones. Si su actitud es: “Sigan mi
idea o me voy”, entonces debe empacar las maletas. Si su gente capta su
espíritu genuino y sabe que participa con sinceridad en los cultos, estará más
inclinada a seguir sus sugerencias cuando usted introduce cambios para mejorar
los cultos de adoración.
2. Introduzca los cambios en forma paulatina y amorosa. Recuerde que el
cambio es difícil para todos, y cuando sugiere un cambio en el estilo de
adoración está tocando lo que la gente considera sagrado e inmutable. Uno
puede cambiar la dirección de un bote de remar rápidamente y sin mucho
efecto. Pero cuando quiere cambiar la dirección de un portaaviones necesita
bastante agua y espacio. Si persiste en cambiar de dirección demasiado rápido,
vaciará la cubierta de aviones e inutilizará el buque, aunque logre cambiar la
dirección.
3. Anticipe y encare el conflicto. La primera vez que utilizamos una orquesta
en el culto en la Primera Iglesia de Norfolk, unos cuantos se fueron. Estaban
enojados porque, según ellos, habíamos metido la música “rock” dentro de la
iglesia. El himno del coro de aquella mañana era del Mesías de Handel, que no
tiene ningún parecido a la música “rock”. Afortunadamente las personas que
salieron representaban la excepción y no la regla. Traté de anticipar las quejas,
señalando las ventajas obvias de la variedad en la música que utilizábamos en
los cultos. Por ejemplo, mencioné que me parecía que algunos estaban
aburridos o hasta molestos durante los himnos formales. En vez de pasar por
alto lo obvio, yo decía algo como: “¿No es esto maravilloso? Miren la
diversidad en nuestra iglesia. A algunos tal vez no les gustó ese himno
particular, pero ¿notaron que otros en la congregación estaban profundamente
conmovidos? Me alegra que la familia de nuestra Primera Iglesia sea tan abierta
y amorosa que podemos permitir la variedad para satisfacer las varias
necesidades de los miembros de nuestra congregación.” Es difícil ser negativo
en un ambiente tan positivo.
4. Eduque a sus miembros acerca de la adoración. La gente se resiste a
hacer cambios porque no entienden las razones, sean bíblicas o prácticas, que
están detrás de los cambios. Tal vez usted querrá predicar una serie de
mensajes sobre la adoración en la Biblia, antes de introducir cambios en los
cultos. Muchos de los elementos que señalamos como “no tradicionales” tienen
buenas bases en las Escrituras. La utilización de coritos, música antifonal, varios
instrumentos y presentaciones dramáticas se encuentran en la adoración del
Antiguo Testamento. Introduzca a su gente a la Palabra, y permítale al Espíritu
Santo cambiarles.
Una de las cosas más importantes que puede hacer para mejorar la calidad de
la adoración es enseñar a su gente cómo practicar la adoración privada y
pública. Cuatro pasos son básicos: 1) Una comprensión clara de la persona y
carácter de Dios; 2) La memorización de las Escrituras por el uso de coros
basados en las Escrituras; 3) una capacidad de llevar a cabo el estudio bíblico
personal; y 4) instrucción en cómo orar. También puede ayudar a sus miembros
por medio de la incorporación de varios aspectos de adoración en las
reuniones de comités y concilios. Dedique tiempo a la alabanza y acción de
gracias antes de tratar los negocios. Señale la actividad de Dios en las varias
áreas de la vida de su iglesia. Dedique tiempo suficiente a la oración para
descubrir el plan de Dios.
5. Mantenga en mente la importancia de la calidad. Cuando introduzca un
cambio, asegúrese de que es presentado por primera vez con mucha calidad. Si
el cambio obviamente representa una mejoría, entonces habrá pocas quejas. En
la mayoría de los casos, no tendrá que explicar ni llamar la atención a los
cambios. Si el cambio es tan difícil que requiere explicaciones detalladas, esto
puede indicar que el cambio es demasiado brusco. Si hay que advertir a las
personas en cuanto a los cambios en el culto, hágalo antes de comenzar el culto
para que la explicación no rompa la fluidez del mismo.
6. Utilice a personas bien respetadas para que le ayuden a introducir
nuevos elementos en los cultos. Cierto domingo en el culto utilizamos el corito
“Gracias”, como el himno introductorio. Mientras el coro cantaba, actores y
actrices de la membresía dramatizaban las palabras. Una anciana muy querida
en la congregación hizo el papel de un maestro que se reunía en el cielo con las
personas agradecidas cuyas vidas ella había tocado. El drama fue bien recibido
porque se ejecutó con buena calidad e involucró a personas respetadas en la
iglesia. Otra posibilidad es involucrar a los jóvenes para participar en el estreno
de un nuevo elemento un domingo en la noche, antes de introducirlo en el culto
de la mañana. Los domingos en la noche la gente tiende a tener un espíritu más
relajado y las personas responderán mejor a elementos no tradicionales que
son presentados por los jóvenes.
Usted puede inspirar a su congregación a aceptar nuevos elementos y
diferentes estilos de adoración, pero asegúrese de que no está introduciendo el
cambio simplemente por tener un cambio. Si el cambio es caprichoso o sin
sentido, no exalta al Padre ni edifica a la iglesia. Cuando el enfoque de la
adoración es experimentar al Dios viviente y exaltarlo, los creyentes sentirán la

investidura del poder, y los perdidos serán llevados al arrepentimiento

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