jueves, 30 de marzo de 2017

Boletín de Cubanet




La calle de Celia y Fidel está abierta

Atrás quedó para siempre aquel “búnker”, quien sabe si romántico
Miércoles, marzo 29, 2017 | Ernesto Santana Zaldívar
  • La entrada por 12 y 11B (foto del autor)
  • La entrada a la cuadra por 12 y 11A (foto del autor)
  • La piscina sobre un edificio en 10 entre 11 y 13 (foto del autor)
  • El muro del búnker por 13 (foto del autor)
  • Esquina de 11 y 10 (foto del autor)
  • El muro del búnker con dibujos (foto del autor)
  • Esquina de 11 y 10B (foto del autor)
LA HABANA, Cuba.- No hubo anuncio público y muchos no podían creerlo: tras 58 años volvía a abrirse la cuadra de la calle 11 entre 10 y 12, en El Vedado, lo mismo para peatones que para vehículos. Ya no había garitas con guardias en las esquinas. Ya no estaba prohibido pasar por lo que fuera la sagrada “cuadra de Celia”, también conocida como “la posta” o “el búnker”.
El asombro era mayor para los que eran o fueron vecinos del lugar y conocían la férrea seguridad que había en aquella cuadra e incluso en sus alrededores. Quienes no frecuentaban la zona, podían tratar de pasar por allí, sobre todo de noche, y pasar un susto. Décadas atrás, cuando Celia Sánchez vivía y Fidel Castro iba con frecuencia allí, se dieron varios casos de disparos contra gente que intentó penetrar. Se ha hablado incluso de muertos.
Casi nadie sabía con exactitud qué había en aquella cuadra cuando vivía “la madrina”, como la llamaban los que la creían madrina de Castro en la práctica de la santería afrocubana. Allí él tenía una guarnición de su seguridad personal, una bolera, una piscina climatizada, una cancha privada de baloncesto, un establo con aire acondicionado para sus vacas supremas, su biblioteca privada, un cómodo apartamento decorado con rocas y helechos traídos de la Sierra Maestra.
Era el edificio número 1007 de la calle y allí, en el cuarto y último piso, Celia ordenó construirle inclusive una cama en forma de bohí­o campesino, con columnas de horcones de palma. Para mayor seguridad, todas las azoteas se comunicaban y había un túnel soterrado que llevaba al gimnasio en forma de búnker, hermética mole gris de hormigón armado que fue alzada en la primera mitad de los 70 en 12 y 13, muy cerca de donde viví yo durante 45 años.
En 10 y Línea se halla la tienda de víveres donde estaban registrados Celia Sánchez y su amigo, que normalmente solo acudía por la noche. En 10 se hallaba también el centro de votación al que pertenecían —aunque él era “elegido” diputado siempre por un poblado en la Sierra Maestra. Sendos semáforos especiales flanqueaban “El Once”, como la escolta llamaba al lugar y siempre hubo cámaras de vigilancia sobre los edificios de las esquinas.
En la madrugada, de vuelta a Punto Cero, muchas veces saliendo por 11 hacia el Puente de Hierro, partía la caravana de tres autos apagados: en una época jeeps GAZ 69, luego de modelo Chaika —el automóvil de lujo que se fabricó en la URSS—, o los Alfa Romeo color burdeos y por fin los Mercedes blindados que le regaló Sadam Husein a su colega.
Vivir en las manzanas inmediatas a “El Once” era complicado. Ante todo, los alrededores fueron durante decenios una “zona congelada”, a donde para mudarse había que tener en la familia a alguien vinculado con altos organismos, preferiblemente el Ministerio del Interior o las Fuerzas Armadas. Además, era muy controlada la estancia en la vivienda de extranjeros y hasta de familiares cubanos.
En general, era extraño vivir en las inmediaciones, y peligroso. Aun después de la muerte de Celia. Recuerdo que una vez, a principios de los 90, presencié un singular operativo, con guardias en las esquinas. En 13 y 12, uno, con una ametralladora ligera apuntando hacia 12, permaneció dos horas en el parterre de la acera, a unos metros de mi casa. Para ser un ejercicio, resultaba demasiado real. Los escoltas esperaban algo. Si ese “algo” hubiera llegado, de seguro aquello hubiera sido indescriptible.
Celia Sánchez murió en 1980 y todo siguió igual al menos por veinte años, aunque Fidel Castro ya nunca fuera allí. En los últimos tiempos, los guardias no portaban fusiles AKM y la seguridad se relajó mucho. En el techo del búnker los jóvenes soldados criaban palomas. Después, había hasta muchachas guardias. Las cámaras en lo alto se pudrieron.
Lo mismo como Norma, que como Lilian, Carmen, Caridad o Aly, Celia fue siempre de una fidelidad y una utilidad inmensurables para Fidel Castro. Algunos la consideraron su mejor perro guardián. Ella coordinó la visita de los periodistas Herbert Matthews y Bob Taber a la Sierra. Fue la primera mujer que participó en un combate y fundó el pelotón femenino Mariana Grajales, que fue durante un tiempo escolta personal del jefe, lo que después imitaría su amigo Husein.
Aunque no tuvo grados militares, Celia se ocupó de asuntos de la mayor importancia política, desde acompañar a Castro en giras internacionales importantes hasta dirigir la construcción del Palacio de Convenciones de La Habana para una Conferencia de Países No Alineados. Fue Ministra de la Presidencia, miembro del Comité Central, Secretaria del Consejo de Estado y diputada del Parlamento, pero su mayor preocupación fue siempre la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Cuán íntima era la amistad entre Celia y Castro es un tema de apasionado debate. Lo indudable es que estuvo en el mismo corazón de la revolución cubana por más de dos décadas, cuidando del líder: él quería el poder a toda costa y ella quería eliminar todo lo que estorbara ese propósito, porque su ídolo era Cuba y la revolución en santísima trinidad una.
Hay quien cree, románticamente, que la revolución murió con ella. “Los batistianos nunca volverán al poder en Cuba mientras yo o Fidel vivamos”, dijo en 1959 y lo repitió al menos tres veces antes de morir. Entonces, Dalia Soto del Valle pudo casarse con quien fuera su amante desde 1961, ya sin batistianos ni moros en la costa. Atrás quedó para siempre aquel “Once”, quien sabe si romántico.


Miércoles, marzo 29, 2017 | CubaNet
Migrantes cubanos en Lajas Blancas, Panamá (Martí Noticias)
MIAMI, Estados Unidos.- Más de 60 migrantes cubanos que permanecen detenidos en un campamento militar improvisado en la selva panameña se han declarado en huelga de hambre este lunes, informa Martí Noticias.
En total, 64 cubanos de un grupo de 71 detenidos desde el pasado 13 de enero en la zona selvática de Lajas Blancas, en el Darién, iniciaron la protesta.
Su arresto se produjo un día después de que el entonces presidente Barack Obama pusiera fin a la política de “pies secos, pies mojados”.
Además de no comer, los cubanos decidieron pernoctar fuera de las tiendas de campaña dispuestas para ellos, en señal de protesta.
La intención de los migrantes es ser trasladados a la iglesia Santa Ana en Ciudad de Panamá, donde la organización Cáritas Panamá asegura disponer de un refugio para ellos.
Ernesto Banderas, uno de los cubanos que habló en nombre del resto del grupo, detalló que tres de los migrantes sufren padecimientos crónicos.
Los cubanos mantendrán la protesta pacífica hasta que el jefe del Servicio Nacional de Migración en la provincia Darién, el teniente Gerald Carrillo, apruebe el traslado de los migrantes a la capital panameña.
En tanto, cuatro cubanos del grupo original han manifestado su deseo de regresar a Cuba. Otro ha solicitado que lo devuelvan a Colombia, desde donde llegó a Panamá.
Los cubanos en Panamá están sujetos a deportación, dado que autoridades del país del istmo firmaron un memorando de entendimiento a inicios de marzo con La Habana, donde se prevé la devolución de migrantes en condición irregular a la isla.


Miércoles, marzo 29, 2017 | Julio Antonio Rojas
Vladimir Turró (Foto: Julio A. Rojas)
LA HABANA, Cuba.- El periodista independiente Vladimir Turró Páez, reportero de CubaNet y Hablemos Press, fue liberado este miércoles en la mañana luego de varias horas detenido como reusultado de un operativo policial que incluyó el allanamiento de su vivienda.
En el registro que realizaron las autoridades en su hogar le incautaron una laptop, junto a una impresora-fotocopiadora-escáner y literatura variada, más una bandera cubana, además de 80 CUC. Turró ha calificado como “robo” la ocupación, debido a que le negaron un acta de decomiso.
El operativo y el registro estuvieron dirigidos por una fiscal y un oficial de la “contrainteligencia” que se hace llamar Ransel, que iban acompañados de otros militares identificados como David y Maycol, más varios policías uniformados.
La fiscal le comunicó en tono amenazante que podría ser nuevamente encarcelado, y que esto es lo que les esperaría a todos los supuestos periodistas independientes.
Luego de estar encerrado varias horas en la 7ma unidad policial de la Lisa, Turró fue trasladado para la unidad policial de Guanabo, al otro extremo de la provincia, donde fue puesto en libertad.
julioantonio.rojasportal@gmail.com
  • Operativo a las afueras de la casa donde reside el reportero (Foto: Vladimir Turró)
  • Operativo a las afueras de la casa donde reside el reportero (Foto: Vladimir Turró)


Damas de Blanco denuncian abusos ante la Fiscalía General

Presentaron un informe en varias instancias
Miércoles, marzo 29, 2017 | CubaNet
Berta Soler (Archivo)
MIAMI, Estados Unidos.- Un informe resumido sobre la represión que han padecido en los últimos quince meses fue entregado por Damas de Blanco ante la Fiscalía General de la República de Cuba este lunes.
De acuerdo a una nota publicada por 14ymedio, las Damas de Blanco Yamilé Garró Alfonso, Lázara Bárbara Sendilla y María Cristina Labrada concurrieron ante la entidad oficial en representación de todo el movimiento.
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, dijo a 14ymedio que se trata del mismo texto presentado el pasado 23 de marzo al Relator Especial de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión, David Kayes. En el documento se denuncian “las detenciones arbitrarias y el hostigamiento contra la familia de las Damas de Blanco”.
Sin embargo en esta nueva versión del informe se explica la forma en que el régimen cubano amenaza “todo el tiempo” a las activistas con ponerle multas para no dejarlas salir del país o con llevarlas a prisión.
Soler aprovechó para denunciar el “juicio amañado” contra la Dama de Blanco Lismerys Quintana Ávila, quien desde este lunes cumple una sentencia de seis meses en prisión tras haber sido detenida el domingo.
“Realmente están inventando unos delitos para ponernos multas y acabar con las Damas de Blanco”, denunció Soler, detallando “lo que están haciendo con las familias, con los hijos y los esposos” de las Damas de Blanco.
Además de a la Fiscalía General de la República, el informe fue entregado “a la delegación de la Unión Europea, en el buzón de la nunciatura apostólica y en la Embajada de los Estados Unidos”, detalló Soler, añadiendo que quedó pendiente “entregárselo al arzobispo de La Habana”.
Una copia del texto sería entregada también en la Fiscalía Militar y en el Consejo de Estado. Las embajadas de España y la República Checa también han sido contempladas como posibles destinatarios.
Las Damas de Blanco se hallan rodeadas desde el jueves 23 de marzo por “un operativo” policial “que no se ha levantado”, denunciaron además las activistas.


El espía Fernando González es ascendido a presidente del ICAP

En menos de tres años desde su regreso a Cuba
Miércoles, marzo 29, 2017 | CubaNet
Fernando González (telesurtv.net)
MIAMI, Estados Unidos.- El Gobierno cubano ha designado a Fernando González Llort, miembro de la Red Avispa de espionaje cubano desmantelada en EE.UU. a finales de los años 90, a presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
Según informó la Agencia Cubana de Noticias (ACN), González Llort reemplaza a Kenia Serrano Puig, quien “fue liberada” de su puesto al frente de esa institución luego de ocho años.
El agente de los servicios de inteligencia cubanos había sido vicepresidente del ICAP desde su regreso de EE.UU. en diciembre de 2014, tras cumplir 15 años de prisión por su papel en la Red Avispa.
González Llort, junto a varios otros que conforman el grupo que fue llamado por el régimen como los “cinco héroes prisioneros del imperio”, han ocupado puestos directivos desde su puesta en libertad.


Hany Leydis, otra víctima de una potencia médica

Hace meses conocimos la situación de esta niña cubana, pero las autoridades no se sensibilizan con su caso
Miércoles, marzo 29, 2017 | Osniel Carmona y Alejandro Hernández

LA HABANA, Cuba.- Una lluvia constante de orina y heces fecales desde el piso superior, el peligro de derrumbe del edificio donde vive y la falta de atención médica, rehabilitación y demás condiciones acorde a su padecimiento, son algunas pinceladas en la vida de una menor de edad afectada severamente por una negligencia médica. Nació el 20 de noviembre del año 2000 en el Hospital Clínico Quirúrgico Abel Santamaría, de la occidental provincia Pinar del Río, luego de un sufrimiento fetal que duró más de 36 horas.
Mileidys Acosta Calzadilla y Lázaro Ernesto Márquez, mamá y padrastro de la niña, respectivamente, cuentan a CubaNet su historia, en nuestra segunda visita a esta familia desde que en esta misma página se denunciara su caso el pasado noviembre.
“Rompí la fuente el día antes de parir, a las 4 de la tarde; fui para el policlínico y de este me remitieron en una ambulancia para maternidad”, comenta Acosta.
Al llegar, recuerda, “no me hicieron nada; al otro día la doctora se dio cuenta que había roto la fuente y a las 9 de la mañana empezaron a inducirme el parto, di a luz a las 11:30 de la noche”.
La demora trajo complicaciones a la niña, que nació cianótica con el cordón umbilical enredado a su cuello e hizo meconio.
“Tuvieron que usar los fórceps porque se dieron cuenta que no podía parirla y no había tiempo para hacerme una cesárea”, señala, luego la tuvieron que trasladar de urgencia a terapia.
Cuando la niña tenía ocho meses, “mi mamá se dio cuenta que no hacía las cosas normales de un niño de esa edad. Se viraba, pero no se sentaba ni gateaba”.
Acosta supuso que sería normal que unos niños se adelantaran o atrasaran “en algo”, pero decidió ir a la doctora que la atendía y preguntarle al respecto. Sin embargo, esta no supo ofrecerle una respuesta y debió remitirla al fisiatra.
“Fue quien me dijo la enfermedad de la niña”, puntualizó. “Cuando me dieron el alta hospitalaria, después del parto, increíblemente nunca me dijeron que tenía alguna enfermedad”.
Hace cinco años necesitaron operar a Hany Leydis, dado que tenía las piernas en forma de tijeras. De la operación salió bien, pero en la casa se le infestaron las heridas producto de “toda esas pudriciones que caen del techo”.

En consecuencia, tuvieron que volver a ingresarle. Esta vez estuvo 12 días hospitalizada, hasta que la infección desapareció.
“A mí me salió una hernia umbilical por bajarla y subirla en el sillón de ruedas, y no querían operarme en el hospital Hermanos Amejeiras. Felizmente pude ser operado, pero no puedo hacer ese peso nuevamente sin correr el riesgo de que se me reproduzca la hernia”, expuso Márquez.
La madre de la adolescente también está operada de un quiste en un ovario, y tampoco puede hacer fuerza.
“Hace cinco años no recibe fisioterapia, es imperativo conseguir una casa en planta baja porque además tenemos peligro inminente de derrumbe”, continuó explicando Márquez. “Hace 7 años el Gobierno nos está peloteando con la casa y no han querido darla”.
Según informa, en 2013 “apareció” una casa en las calles 41 y 42 del municipio Playa, “que entre (el Departamento de) Vivienda y el Gobierno vendieron”. Luego de varias quejas se aparecieron con otra en “El Hueco”, en Marianao, con condiciones iguales o peores que la vivienda que habitan, por lo que no aceptaron.
“Hemos ido a todos los niveles de Vivienda, Gobierno, Seguridad Social, Albergue, Consejo de Estado, Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM), a todos… y nada”, acotó.


Yo también fui un ‘vago’ de la revolución

Los inicios de la década de los 70 fueron un período muy represivo en Cuba
Miércoles, marzo 29, 2017 | Jorge Luis González Suárez
Póster de Angela Davis en La Habana de 1971 (blunblog.org)
LA HABANA, Cuba.- Los inicios de la década de los 70 fueron un período muy represivo en Cuba. No fue solo el llamado Quinquenio Gris, la parametración y las recogidas de homosexuales y melenudos. Una de las medidas arbitrarias dictadas en esos tiempos fue la llamada “Ley contra la vagancia”, por la cual miles de personas que estaban sin trabajar fueron obligadas a realizar labores manuales fuertes que nadie quería hacer.
La composición del grupo que las autoridades consideraron como holgazanes fue muy heterogénea. Estaban los que por diversas razones llevaban tiempo sin trabajo fijo, algunos que fueron sorprendidos por la ley en tránsito de una ocupación hacia otra, los que se iban del país y los que como yo, acabábamos de salir del Servicio Militar Obligatorio y no habíamos conseguido ubicación laboral.
El reclutamiento forzoso se hizo por el municipio de residencia. En mi caso fui citado a la Dirección de Trabajo y Seguridad Social del municipio Plaza, que estaba ubicada en el edificio Camilo Cienfuegos, en la calle Línea esquina a C, en El Vedado.
La oferta de trabajo que recibimos los allí convocados fue ir para la agricultura o convertirse en cazador de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata. No es necesario decir la decisión que tomó la inmensa mayoría.
Nos trasladaron en camiones hacia un campamento llamado Las Marías, ubicado en la carretera entre San Antonio de los Baños y Alquízar.
Las palabras de recibimiento del jefe del campamento, un exmilitar, fueron amenazantes. Nos consideraban casi como presos. Estábamos advertidos de que todo aquel que abandonase el lugar sin autorización, sería detenido, juzgado y podía ser condenado a cumplir hasta cinco años en prisión.
El albergue era en una casa de tabaco abandonada. Dormíamos en rústicas literas con colchonetas y en hamacas.
El comedor, parecido al de una prisión, poseía largos bancos y mesas de mampostería. Si la comida, muy poco variada, tenía cierta calidad en su elaboración, se debía al cocinero, llamado Andrés, quien había sido chef del Hotel Riviera. Este señor intentó irse en una lancha, fue sorprendido, cumplió condena y después fue enviado a Las Marías.
El trabajo que realizamos fue variado. Comenzamos con la recolección de calabazas, las cuales se montaban directamente en una carreta tirada por un tractor.
Al principio, los no acostumbrados a este tipo de tareas sufrían fuertes dolores de cintura.
El reglamento disciplinario se suavizó con el tiempo. Se autorizó que pudiéramos ir y venir a la casa todos los días, siempre que concurriéramos al trabajo en el horario establecido. La mayoría se marchaba al final de la jornada, aunque el sacrificio de levantarse a las 4:30 am era agobiante. El desgaste físico provocó que muchos enfermaran y tuvieran que recibir tratamiento médico.
Había un trabajador al cual sus compañeros pusieron el mote de “Acopio”, pues se escapaba del puesto laboral para recorrer la zona y robarse cuanta vianda podía cargar, para llevársela y venderla en La Habana, donde todo escaseaba. Por supuesto este hombre no era el único que hacía eso, ya que el salario que devengábamos era una miseria y muchos tenían que mantener hijos y familia.
Un tiempo después a varios nos trasladaron para otro lugar llamado Govea, situado entre Santiago de las Vegas y San Antonio de los Baños.
Allí, el delito de la mayoría de los castigados consistía en haber presentado los documentos legales para irse del país. Entre ellos conocí a un profesor de la Universidad de La Habana, de apellido Rizo, con quien hice buena amistad.
La principal ocupación allí era colgar en las vigas de las casas de tabaco los cujes con las hojas ensartadas para el secado. Yo siempre me disponía a subir a la parte más alta, a pesar del riesgo de una caída, que podía ser mortal.
Otra labor desempeñada en este lugar fue sembrar maíz y regarlo.
Luego de varios meses de labor agrícola, nos dispersaron y fuimos a parar a diferentes obras de construcción. Con el tiempo, cada cual logró salir de esta sanción y conseguir empleo.
Nunca supe más del destino de los amigos que allí tuve. Supongo que muchos se hayan ido de Cuba.
En mi expediente laboral jamás apareció ningún dato sobre esta ocupación obligada: en ese tiempo, que duró más de dos años, fui el trabajador que nunca existió.
El verdadero y único delito cometido por aquellas personas fue que no trabajaban para el Estado. La ironía del destino es que hoy esa falta está autorizada, previo pago de licencia.
jorgeluigonza72015@gmail.com


Inventar para conseguir una vivienda

Quejándose de su mala suerte, Mauricio está averiguando el costo actual de los materiales de construcción
Miércoles, marzo 29, 2017 | Iris Lourdes Gómez García
Trabajadores de la construcción en una calle de La Habana (Foto: Ramón Espinosa/AP)
LA HABANA, Cuba.- Desde que Mauricio nació no ha tenido suerte con la vivienda. Durante cuarenta años ha tratado de mejorar, pero no ha podido. Sabe que con su salario nunca podrá hacerse de una vivienda decorosa. Ni siquiera ha podido acogerse a los planes de construcción por esfuerzo propio porque en su modesta casa no hay espacio para ello. Es un sencillo apartamento de dos cuartos donde viven actualmente 10 personas.
En los años 90, cuando en esta vivienda convivían 14 personas, una tía abuela de Mauricio se ofreció para, a cambio de cierta cifra monetaria mensual, ponerlo en el testamento para que heredara su pequeña, pero cómoda casa. Viendo que la anciana tenía 77 años él pensó que no era mal negocio, con lo cual comenzó a pagarle el monto acordado.
Diez años pasaron, al cabo de los cuales Mauricio tuvo un grave problema de salud que afectó su trabajo y su bolsillo, no pudiendo honrar más su compromiso con la tía abuela, pero ella le aseguró que eso no era problema. La anciana, en ese momento de 87 años, decía sentirse fuerte y saludable. Cuando Mauricio le propuso mudarse con ella, ella lo rechazó pues decía no soportar vivir con alguien.
Cuando empezaron los problemas de salud como cataratas y caídas, Mauricio se brindó a ocuparse, pero siempre una amistad de la tía abuela se adelantaba a asistirla. La esposa de él comenzó a sospechar que a lo mejor la venerable anciana tenía redactados tantos testamentos como personas conocía. Era interesante que su casa siempre estuviera llena de amistades de otras provincias que venían a quedarse para hacer una gestión o entrañables amigos que se pasaban temporadas con la veterana.
Cuando cumplió 89 años, a la señora se le fue deteriorando la salud y Mauricio se brindó una vez más a hacerse cargo de lo que necesitara. Pero para ese entonces descubrió que con ella dormía un cincuentón que decía ser su amigo entrañable desde hacía 5 años. “Él no es marido mío ni nada”, aclaró la anciana mientras le contaba la novedad a la familia.
Pasado un tiempo, viendo como se deterioraba aún más su salud, la familia, preocupada, se brindó a ayudar, pero ella aclaró que había decidido que el cincuentón se ocuparía de todo. “Lo conozco hace diez años, es muy buena persona” declaraba contenta.
Ya a punto de cumplir los 90, la tía abuela un día promovió una conversación contando que a una amiga suya un señor la había enamorado y cuando le hizo un testamento a su favor resultó que era casado y le habían metido a la esposa en la casa interfiriendo en tan bello romance. Mauricio, relacionando los diferentes cuentos, le preguntó de dónde conocía al cincuentón que dormía en su cama y la tía dijo: “Él era sobrino de mi difunto esposo”.
Cuando preguntó a otros parientes le aseguraron que esa afirmación era falsa pues en 50 años nunca oyeron hablar del sujeto. Uniendo esto a las otras versiones anteriores, Mauricio se dio cuenta de que no había más que hacer. Se apartó de la vida de la tía, solo visitándola como siempre. Al ella morir, se enteraron de que en vida solo había redactado dos testamentos: uno cuando contaba 77 años y otro hacía solo tres meses, donde declaraba al cincuentón como heredero universal. También se enteró de que ese hombre era casado, y que por ser una pobre anciana sola, toda la familia, amigos y vecinos la ayudaban, proporcionándole un ingreso mensual de unos 300 dólares.
Quejándose de su mala suerte, Mauricio está averiguando el costo actual de los materiales de construcción. Dice que va a tener que inventar otra cosa porque no tiene ninguna otra tía abuela.


Evo Morales y la utilidad de la mudez

El presidente boliviano viaja a La Habana para ser intervenido quirúrgicamente
Miércoles, marzo 29, 2017 | Jorge Ángel Pérez
Evo Morales, el 8 de marzo del 2017 (EFE)
LA HABANA, Cuba.-Søren Kierkegaard aseguró alguna vez que de haberse dedicado a la medicina habría conseguido salvar al mundo condenando a los hombres al silencio; por suerte no se hizo médico y los humanos han seguido hablando hasta el día de hoy. Yo, que creo en el lenguaje hablado y también en el escrito, sospecho que el danés tenía un poquito de razón, y quien no esté de acuerdo que hurgue en los discursos de algunos hombres públicos y poderosos. Uno de esos será intervenido quirúrgicamente en La Habana, en estos días.
Resulta que Evo Morales viaja a esta ciudad para curarse de una enorme ronquera que le impide entregarse a sus acostumbrados discursos. La ministra de Salud y el de la presidencia fueron los encargados de anunciar a los bolivianos sobre la salud del presidente Morales. Según se dice, el gobernante del país sudamericano padece de una tumoración benigna en la laringe, y es esta la causante de esa ronquera. Los médicos cubanos aseguran que el procedimiento más eficaz sería el quirúrgico.
Así que tendremos a Evo en algún quirófano de la ciudad; también se dice que luego de la intervención deberá guardar silencio por unos días. Debe ser por eso que he pensado en Kierkegaard y en la utilidad que, en ciertas ocasiones, tiene la mudez. Y no crea nadie que soy un desquiciado que desea el mal ajeno, que me divierte la enfermedad, lo que sucede es que no siempre puedo dar la espalda a mi memoria. A veces ella me persigue, se planta en mi cabeza, en la silla turca, y por mucho que lo intente no consigo que me abandone.
Lo que me obceca ahora son aquellos imprudentes comentarios del presidente boliviano cuando se refirió a los pollos transgénicos. Quién no recuerda aquel dislate de Morales que aseguraba que esos pollos tenían muchas hormonas femeninas, y que quienes asaban, freían, o comían de cualquier manera esos bichos “infectados”, terminaban siendo homosexuales.
Sin dudas este hombre, además de homofóbico es bruto, y mucho, y sobre todo irresponsable. El infeliz no se detuvo a investigar en esa homosexualidad que existe desde que el mundo es mundo, y en ese mundo antiquísimo, hasta donde sé, no había pollos transgénicos, aunque supongo que si unos cuantos transexuales. Al presidente no le bastó con lo de la homosexualidad y culpó también a esos animalitos de producir la calvicie. Hasta puedo imaginar el desconcierto de todos aquellos oyentes que tuvo Evo en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre Tierra, que se celebró hace algunos años en el pueblito boliviano de Tiquipaya.
¿Alguien se atrevería a entender como justas esas certezas de Morales? Por eso creo que el silencio es muchas veces un signo de inteligencia. Por eso creo en lo que decía Wittgenstain, ese famoso e inteligente filósofo alemán: “De lo que no se puede hablar se debe callar”. Y ahora este señor tendrá que guardar silencio por unos cuantos días para que su voz vuelva a ser normal. Y ojalá que el silencio le traiga sabiduría, y ojalá que pueda seguir comiendo pollos criollos. A mí también me gustaría comerlos, aunque ya no pueda salvarme de eso que, según él, producen los contaminados pollos que aquí se comercializan.
En este país en el que vivo sí que se hace un silencio grande, aquí se aprendió a callar y a mentir, y nada se dice de esos pollos que se traen desde Brasil, y que resultan salvavidas para la familia cubana. Aquí el gobierno aprendió muy bien a cerrar la boca, y el que puede compra su pequeña pieza de pollo sin preguntarse de dónde vienen y qué comen, y mucho menos si esos animales fueron criados en libertad o se les condenó a cadena perpetua. Aquí hay que comer lo que aparezca, y si crece la homosexualidad ya se creará una nueva UMAP. Aquí aprendieron a callar, y es muy probable que Evo, en estos días de mutismo, sea entrenado en esos procedimientos. Y ojalá que para cuando recupere su tono de voz haya aprendido alguna cosa.


Las mil caras del “periodismo”

Diferencias entre la Cuba real y la que ciertos entusiastas creen haber visto
Miércoles, marzo 29, 2017 | Miriam Celaya
Un turista camina por la calle Monserrate, en La Habana Vieja (Archivo)
LA HABANA, Cuba.- Un artículo de opinión publicado en días pasados por El Nuevo Herald me trae una inquietante sensación de déjà vu. No se trata del tema ―abordado hasta la saciedad en infinidad de artículos y por diferentes autores― sino de su enfoque, dando como suficientes algunas apreciaciones superficiales y sumamente subjetivas para validar conclusiones que en nada reflejan la realidad que se pretende ilustrar.
Con otros colores y matices, me provoca el mismo efecto que la experiencia de participar como invitada en un encuentro de periodistas, políticos y académicos ―fundamentalmente estadounidenses― celebrado en la Universidad de Columbia en octubre de 2014, justo dos meses antes del anuncio del restablecimiento de relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, donde el afán de apoyar el acercamiento y fundamentar la necesidad de eliminar el Embargo estuvo esencialmente sustentado en colosales mentiras.
Allí escuché ―por ejemplo― cómo los “cambios” raulistas que se estaban produciendo en la Isla favorecían al pueblo cubano y a un proceso de apertura, y supe de las increíbles penurias que habían tenido que soportar los cubanos por responsabilidad directa (y exclusiva) del Embargo, del fabuloso acceso a la educación y a los servicios de salud (magníficos, por demás) del que gozamos los cubanos, y hasta del celo de las autoridades por proteger el medio ambiente.
En este último punto un académico estadounidense expuso como un logro del Gobierno revolucionario el extraordinario estado de conservación del archipiélago Jardines de la Reina y sus mares adyacentes, incluidas sus formaciones coralinas; solo olvidó apuntar que ese paraíso natural nunca ha estado al alcance del común de los cubanos, sino que es coto privado de la casta del Poder y de turistas adinerados, dato que explica su favorable grado de conservación.
La Cuba que allí describieron muchos ponentes estadounidenses resultaba tan ajena a una cubana residente en la Isla, como yo, que por momentos me pregunté si realmente allí todos hablábamos del mismo país.
A mi juicio, la cuestión resultaba tan contradictoria como peligrosa. Contradictoria, porque en realidad existen fundamentos suficientes, basados en realidades, para considerar la suspensión (condicionada) del Embargo o para privilegiar el diálogo entre gobiernos tras medio siglo de confrontaciones estériles, sin necesidad de recurrir a tan burdas falsedades, en especial ―y lo digo sin ánimos xenófobos ni resabios nacionalistas― si la esgrimen extranjeros que no tienen ni peregrina idea de la realidad que vive la población común de la Isla o de cuáles son sus aspiraciones. Peligrosa, porque es sabido el enorme poder de la prensa para mover la opinión pública a favor o en contra de una propuesta, así como para tergiversar o distorsionar una realidad desconocida para ese público, lo que puede acarrear consecuencias nefastas.
Pero, al parecer, tan irresponsable actitud amenaza convertirse en una práctica común, al menos en el caso de los temas sobre Cuba. Es lo que suele suceder cuando los profesionales excesivamente entusiastas confunden en un mismo cuerpo teórico dos conceptos tan diferentes como “información” y “opinión”.
Es también el caso del artículo que se refiere al principio de este texto, cuya esencia es la respuesta a una interrogante que se hace ―y se responde― la autora, tomando como introducción el manido tema del primer aniversario de la histórica visita de Barack Obama a Cuba y algunas conjeturas en torno a la continuidad de las relaciones entre ambos gobiernos con el nuevo ocupante de la casa Blanca.
“¿Cómo ha repercutido la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en el pueblo cubano?”, inquiere la articulista, y de inmediato se responde asumiendo varios supuestos, no totalmente exentos de lógica, pero desafortunadamente inexactos.
“Tener una mayor apertura hacia Cuba sin dudas ha significado una mayor interacción con el pueblo cubano, a través del intercambio de información de los miles de estadounidenses que ahora visitan la isla”, dice. Y es parcialmente cierto, pero ese “intercambio de información” acerca de una sociedad tan compleja y mimética, y tan largamente cerrada como la cubana, está plagada de espejismos y subjetividades, por lo que termina siendo una visión sesgada y exótica de una realidad que ningún visitante foráneo de paso puede llegar a aprehender.
Un aserto difuso del artículo es aquel que asegura: “El turismo representa la principal entrada económica para el país, y apalanca a su vez a otros sectores relacionados con el textil, la construcción y el transporte”. Veamos: puede que, en efecto, en la actualidad el turismo haya ganado esa preponderancia económica para Cuba, pero que haya impulsado los sectores textil, constructivo y de transporte no pasa de ser, a lo sumo, una mera aspiración que depende fundamentalmente de las inversiones de capital extranjero, que no acaban de producirse.
De hecho, el notable aumento de los hospedajes para turistas y de restaurantes, bares y cafeterías en el sector privado es resultado no del auge turístico propiamente, sino de la insuficiencia de la infraestructura hotelera y gastronómica estatal. Si la autora del texto ha tenido acceso privilegiado a fuentes e informaciones que le permiten semejantes afirmaciones, no lo deja claro.
Pero si algún descubrimiento relevante adquirió la colega de El Nuevo Herald durante su viaje ―¿de trabajo?, ¿de placer?― a La Habana, es que muchos jóvenes “creen en el modelo socialista”. Lo que nos conduce directamente a la pregunta, ¿de dónde esos jóvenes conocen lo que es un “modelo socialista”? Porque, de hecho, los cubanos nacidos durante la década final del pasado siglo lo único que han vivido en la Isla es la consolidación de un capitalismo de Estado, dirigido por la misma cleptocracia que secuestró el poder y la Nación casi 60 años atrás.
De los jóvenes dice que “muchos son cuentapropistas y generan recursos suficientes para vivir bien. En Cuba hay actualmente más de 500 mil personas con negocios propios, cerca del 5% de la población, según cifras de la CEPAL”. Este es otro desliz, casi pueril. La fuente que originalmente reporta la cifra de medio millón de trabajadores por cuenta propia corresponde a la muy oficial Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), una institución del Gobierno cubano, y no a la CEPAL. Número que, por cierto, ha permanecido inamovible al menos en los últimos dos años, como si la enorme migración al exterior y las numerosas devoluciones de licencias por parte de los emprendedores que fracasan en el empeño o que son asfixiados por las circunstancias propias del sistema, entre otros factores, no le hicieran mella.
Pero incluso asumiendo como verídico ese inmutable número de “cuentapropistas” que refieren las autoridades, ¿en que se basa la articulista para asumir que generan suficientes recursos propios como para vivir bien? ¿Acaso ignora que ese medio millón de cubanos incluye a los rellenadores de fosforeras, amoladores de tijeras, recicladores de basura (“buzos”), dueños de timbiriches de mala muerte, reparadores de equipos electrodomésticos, vendedores ambulantes de granizado, maní y otras chucherías, y decenas de ocupaciones de bajos ingresos en que apenas se gana lo suficiente para sustentarse a sí mismos y a sus familias? ¿Desconoce la periodista las pérdidas adicionales que la mayoría de ellos sufren por el acoso de los inspectores y de la policía, las arbitrarias cargas impositivas y la indefensión jurídica que padecen? ¿Cuáles son, en fin, los estándares de prosperidad y bienestar que le permiten afirmar que estos cubanos “viven bien”?
No dudaría de las buenas intenciones de la autora de este infortunado artículo, solo que no hay que confundir la empatía con el periodismo. La veracidad del muestreo y la seriedad de los datos que se utilizan es un rasgo esencial de la ética periodística, incluso cuando se trata de una columna de opinión, como es el caso. Nunca supimos qué datos o muestra sirven de base al artículo, el número de entrevistados, las ocupaciones, edades, procedencia social y otros detalles que hubieran aportado al menos algún valor a su trabajo.
Y para rematar, no podía faltar el trillado asunto de los supuestamente elevados niveles educativos de Cuba. Dice la colega: “Si bien es cierto que la educación en Cuba es una de las mejores del continente, el nivel de educación no es proporcional a los ingresos, ni mucho menos a una buena calidad de vida”. Obviamente, no se tomó el trabajo de profundizar en el tema de la educación en Cuba, ni conoce la fuerte tradición pedagógica del pasado, destruida por décadas de demagogia y adoctrinamiento. Tampoco parece conocer la mala calidad de la enseñanza, la corrupción que campea en los claustros docentes y el deterioro de la pedagogía. Ignoramos qué patrones comparativos le permiten repetir el mantra del discurso oficial con su mito acerca de la superior educación de los cubanos, pero es de suponer que sus referentes hayan sido Haití, las comunidades de la selva amazónica o las aldeas en las soledades de la Patagonia. Si así fuera, acepto que los cubanos tenemos alguna ventaja, al menos en cuanto a niveles de educación.
Quedarían por ver otros puntos polémicos en el texto, pero basten los más relevantes para calcular la confusión que puede ocasionar en un lector no avisado la narración de una realidad que, a todas luces, se desconoce. Es obvio que la articulista no estaba a la altura del encargo o que, simplemente, no es consciente de la responsabilidad que se deriva de una observación simplista. Y aún pretende haber descubierto, no una, sino dos Cubas diferentes. Quizás haya, incluso, muchas Cubas más, pero, estimada colega, definitivamente tú nunca estuviste en ninguna de ellas.


El Nobel que mató al Dictador en Jefe

¿El disgusto al verse derrotado por Santos pudo haberle partido el corazón?
Miércoles, marzo 29, 2017 | Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba.- Como ningún familiar de Fidel Castro ha tenido la gentileza de comunicarle al pueblo cubano de qué murió el dictador invicto aquel 25 de noviembre del pasado año, ni siquiera Raúl, el sucesor dinástico, las conjeturas y especulaciones son tantas, que no hay por dónde empezar.
El escritor cubano Norberto Fuentes dijo desde su exilio que había muerto de una neumonía, de la que nunca quiso tratarse.
Otras hipótesis de la prensa extranjera, alegan que Fidel había muerto de un infarto, de un fulminante paro cardíaco, o de un paro respiratorio.
Hasta en Santa Fe, comunidad costera de La Habana donde vivo y donde además viven jardineros y dos de sus degustadores más conocidos, se señalan otras causas.
Clemente Flores, el más viejo de los degustadores, hoy convertido en alcohólico, quien por su estado calamitoso desde el punto de vista mental no he querido nunca entrevistar para que me cuente sus recuerdos, piensa que fue a consecuencia de una espina de pescado que lo ahogó. Y Orlando, el otro, sostiene que murió atragantado con algún alimento.
El pasado 25 de marzo se cumplieron cuatro meses de la muerte del Omnímodo líder guerrillero y las suposiciones sobre su muerte pululan por las calles, como el marabú por los campos.
Pero la verdad es que murió al fin. No importa si alrededor de las seis de la tarde de aquel viernes 25, o a las 10 y 29 minutos de la misma noche.
Para el caso da igual.
Minutos después, Raúl dio la noticia en una alocución pública. Como se esperaba desde hacía diez años, salió en la primera plana de cada uno de los periódicos oficialistas cubanos y en gran parte del planeta, como realmente algo fuera de lo común y noticia espectacular.
Porque señores, en un mundo donde apenas quedan tres o cuatro dictadores totalitarios, el hecho de que se haya muerto quien rompió el récord de mayor permanencia en el poder -más de medio siglo- se convierte en la gran noticia del año, aunque la causa de muerte se desconozca.
Ahora bien, a mí que me gusta ir al fondo de cualquier dilema histórico, se me ha ocurrido pensar que el occiso pudo haberse ido del aire producto de un infarto, como se ha dicho y que como todo infarto, siempre es por un disgusto.
Me baso, sencillamente, en un hecho que me sugirió el periódico Granma, no precisamente la Mesa Redonda -espacio televisivo que no me pierdo ni un día porque me confirma cada vez más que la Revolución de Fidel también se fue a bolina-, cuando calificó al Premio Nobel de la Paz como ¨polémico por sus intereses políticos de fondo¨, en las figuras de Kissinger, Shimon Pérez y Barack Obama, justamente cuando Juan Manuel Santos es proclamado Premio Nobel de la Paz 2016.
Ni siquiera Granma evitó la inmodestia de expresar que el Premio lo merecía Fidel, en vez del presidente colombiano. Es evidente que sabe cuánto tiempo esperó el dictador cubano por ese Premio y lamenta que sea Santos, por sus ¨decididos esfuerzos en llevar la paz a su país¨, quien lo haya merecido y que expresara, al recibirlo, que lo veía como ¨un regalo del cielo¨.
La pregunta final no se hace esperar:
Viéndose cerca de la muerte, ¿no cabe pensar que el pobre monarca cubano esperaba recibir ese premio, compuesto de una gran suma de dólares, una medalla de oro colombiano y un reconocimiento internacional, por su aporte a la desmovilización de las guerrillas colombianas, aunque ayudó a fomentarlas?
¿No cabe pensar que el disgusto al verse derrotado por Santos pudo haberle partido el corazón, conformándose con el Premio Lenin de la Paz, recibido en 1961, que para colmo de males, desapareció del mapa hace 27 años, junto con el socialismo soviético?
Fidel murió derrotado, cuando vio que no se merecía ese regalo del cielo.


Santiago sigue sin arder lo suficiente

El programa para rescatar la infraestructura de algunas comunidades se ha visto limitado
Miércoles, marzo 29, 2017 | Yosmany Mayeta Labrada
Enramadas es una arteria principal de la ciudad de Santiago (Archivo)
SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Desde el aparatoso incendio en una céntrica manzana de la calle Enramadas en Santiago de Cuba el pasado año, donde más de siete instituciones estatales quedaron reducidas a escombros en tan solo horas, las autoridades partidistas crearon el proyecto “Santiago Arde”, que, con el símbolo de una antorcha encendida recorrería comunidades marginales y bajo las reparaciones de centros destruidos y olvidados, retornaría a la luz nuevas edificaciones.
En tan solo veinte días, las siete instalaciones siniestradas en el casco histórico santiaguero volvieron a renacer, y desde el 9 de diciembre del 2016 la famosa antorcha pasea en comunidades como Chicharrones, Van Van y el reparto Abel Santamaría.
A más de tres meses, muchos santiagueros se preguntan para cuándo verán las nuevas instalaciones; pero según directivos comunitarios “la tarea es ardua, porque las edificaciones presentan grandes problemas constructivos”.
Carlos Mendoza, vecino del reparto Van Van, una de las comunidades bajo el proyecto, comentó a CubaNet: “Llevan casi tres meses en las mismas reparaciones, la farmacia, la bodega y la cafetería ya estaban reparadas de antes; lo nuevo es el consultorio médico, las instalaciones de lámparas LED y la apertura del mercadito comunitario”.
Agustina, de 77 años, trabajó en la microbrigada en los años 80 para ganarse un apartamento en esa comunidad periférica y reflejó su inconformidad con estas construcciones: “Antes existía el mercadito que fue ocupado por una persona sin casa. Ahora lo vuelven a retomar, pero nunca tiene productos que vender y la mayor parte del tiempo se lo pasa cerrado. Estoy segura que dará más resultado rentando el lugar a personas cuentapropistas, porque siempre tienen todas las viandas y verduras que necesitamos”.
Osnil, delegado de circunscripción (representante comunitario) de esta barriada, lleva más de treinta años en el cargo y es catalogado como el más longevo de la provincia. Reflejó a este diario que las reparaciones que se acometen son para el disfrute de todos los residentes. “Recuperaremos entidades perdidas por el deterioro constructivo, pero también disfrutaremos de una cremería que tanta falta le hace a los habitantes de esta tierra caliente”, dijo.
Otra de las zonas que ya cuentan con las nuevas instalaciones es la comunidad del Abel Santamaría, más conocida por los santiagueros como El Salado. Allí se recuperan, según palabras de directivos gubernamentales en el canal local Tele Turquino, una secundaria básica, el círculo infantil, la sala de video, y se pintaron las fachadas de los edificios multifamiliares, se mejoró la jardinería y se crearon kioscos para el sector por cuenta propia.
Habitantes de esta comunidad que queda a las afueras de la ciudad conversan con este diario y manifiestan sus aciertos y desaciertos con las obras que se ejecutan.
Loida Núñez, que reside en el Micro 1B, señaló que las reparaciones no han resuelto nada, la pintura de los edificios solo fue en las fachadas, y los verdaderos problemas que presentamos en las casas están en el baño y en la falta de depósitos para el albergue de agua, tras la inmensa sequía que tenemos”.
Una madre que tiene a su hijo en la escuela secundaria de la zona apuntó estar conforme con las reparaciones en el plantel educacional. “La secundaría tenía un gran deterioro y los ventanales estaban rotos. Ahora nuestros hijos disfrutaran de una escuela rejuvenecida y podrán recibir clases sin preocupación alguna”.
Emilio, vendedor de utensilios del hogar en uno de los puntos recién construidos para el sector cuentapropista, dijo estar conforme con los kioscos edificados. “Antes teníamos que estar en los portales de las casas céntricas para vender nuestros productos; ahora estamos en la feria habilitada para el sector y las personas ya conocen donde encontrarnos, las ventas se han disparado y las ganancias son mayores tras la apertura de los nuevos locales”.
  • ´Cafetería en Altamira (Foto: Yosmany Mayeta)
  • Farmacia reparada (Foto: Yosmany Mayeta)
  • Entre los beneficiados está esta cremería (Foto: Yosmany Mayeta)
  • Este puesto de venta agropecuaria también recibió su beneficio (Foto: Yosmany Mayeta)
La comunidad de Chicharrones corre con la misma suerte que las otras barriadas beneficiadas bajo el proyecto. Fue aquí donde el pasado 8 de marzo quedó inaugurada la mayor parte de las nuevas instalaciones.
María Elena Quindelán Nápoles, presidenta de la comunidad, confesó al semanario oficialista Sierra Maestra que “las obras acometidas son una prueba palpable de la voluntad de mejorar la comunidad. Ahora nos queda cuidar lo que con tanto esfuerzo hemos construido”.
En este barrio se puso en marcha un complejo de servicios que incluye un Mercado Estatal Agropecuario, una fonda para que coman personas afiliadas al Sistema de Atención a la Familia (SAF), una carnicería especializada en carne de cerdo y carnero, un establecimiento de la cadena Mercado Ideal, una cremería y tiendas de productos industriales, además de las reparaciones de cafeterías en diferentes zonas.
También confesó la funcionaria que falta mucho por hacer. “Nos queda pendiente hacer la carretera principal que tantos baches tiene, y tirar otras que son de tierra, además de un buen sistema de alcantarillado. Las obras de ‘Santiago Arde’ no ha terminado con esta inauguración, solo es el comienzo de lo que viene en lo adelante”.
A más de 90 días que las antorchas salieran en cabalgata desde el centro histórico de Santiago de Cuba para las comunidades periféricas, aún los santiagueros esperan la terminación de las obras y que el proyecto se extienda por otras zonas olvidadas de la añeja urbe, pero según reflejó una trabajadora de educación de la localidad de Van Van. “Los locales que se quemaron en el centro se recuperaron en solo 20 días, pero estas menguadas reparaciones podemos esperarla con tiempo, para 200 años”, ironizó.


‘Los prejuicios raciales se han atrincherado’

Las políticas públicas en Cuba para eliminar la discriminación por raza no están funcionando
Miércoles, marzo 29, 2017 | Alejandro Garrido
‘Callejón de las tradiciones’ (Foto: Alejandro Garrido)
LA HABANA, Cuba.- La Coalición por la no discriminación y defensa de los derechos humanos de los afrodescendientes cubanos (C-DDHAC) realizó la pasada semana en el Centro de Estudios Políticos y Alternativas para la Transición Democrática de Cuba (CEPATD), la presentación del estudio de recogida de opiniones acerca de la temática de discriminación racial en Cuba como parte del accionar de la campaña para visibilizar esa problemática en el país.
“Con motivo del Día Internacional contra la Discriminación Racial, la Coalición DDHAC pudo obtener una visión global del rezago con que se plantea todavía hoy la temática racial y, además alertó sobre la necesidad de renovar la conceptualización racial en Cuba”, informó en exclusiva el doctor en ciencias pedagógicas Carlos Viltre Calderón del Instituto Nacional de Estudios sobre las Interacciones Raciales y la Pedagogía Crítica (FORACI).
“Para conocer el contraste de opiniones existente respecto al racismo, la Campaña organizada por la Coalición-DDHAC realizó la aplicación de una encuesta a personas de a pie y actores de la sociedad civil, en las provincias de La Habana y Matanzas, para obtener una triangulación de las visiones sobre este fenómeno”, comunicó Dayron León Álvarez, del Instituto Cubano de Arte Independiente (ICAI), quien actuará como ayudante en la aplicación de las encuestas en la provincia de Matanzas.
El también miembro oficial de la Coalición-DDHAC, León Álvarez, explicó que “la encuesta contenía las siguientes preguntas: ¿Existe discriminación social en Cuba? ¿Cómo se manifiesta en su entorno? ¿Qué hacen las instituciones del Estado para erradicar este problema social?”. Añadió que “para su aplicación fueron visitadas las siguientes instituciones: Asosiación Hermanos Saíz (AHS), Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y el Callejón de las Tradiciones”.
Carlos Viltre Calderón, uno de los organizadores de la Coalición-DDHAC, comentó a modo de generalización que “todos los criterios emitidos en las encuestas declararon de forma unánime que son las políticas públicas las que deben eliminar la discriminación como una cuestión sociocultural o al menos penalizarla legalmente por sus implicaciones y repercusiones negativas”.
Los criterios emitidos por las instituciones y los actores de la sociedad civil independiente cubana y que conformaron el resultado de la encuesta acerca de la temática de discriminación racial en Cuba, fueron ofrecidos especialmente por la dirección del CEPATD para esta publicación.
Los encuestados en la UNEAC concordaron que “la crisis social de los años noventa agudizó las condiciones de vida de los negros y mulatos” y consideraron que mientras se les llames personas de color habrá racismo en Cuba. Expresaron además que entre cubanos nos miramos por encima del hombro solo por tener un tono distinto debajo de la ropa”.
Aquellos entrevistados en la AHS coincidieron que “los prejuicios raciales se han atrincherado en la mente de un segmento amplio de la población. No existe ninguna letra jurídica que pueda despertar suspicacia racial. Y más fuerte que la obsesión por el color de la piel, es la segregación estatal que juzga a los cubanos de acuerdo a su lealtad”.
Por su parte los coordinadores del Proyecto Sociocultural Callejón de las Tradiciones consideran que “en la esfera oficial y en la vida cotidiana proliferan diversas variantes de racismo, entre ellas la de negros que rechazan a negros. Comentan también que son habituales los constantes motes denigrantes, entre ellos el usual “cara de mono”. A pesar de Cuba ser una isla mestiza, la televisión promociona patrones de moda y belleza caucásicas y los mejores puestos laborales siguen en manos de los blancos. Todavía hoy, la Iglesia católica sigue mirando con cierto desdén la proliferación de sincretismos religiosos como la santería, el palo o los abakuá. El as de triunfo de los negros en Cuba sigue siendo el deporte, la música y los bailes”.
Los actores de la sociedad civil cubana encuestados son miembros de organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de negros y negras cubanas, entre ellas el Comité de Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), el Partido Arco Progresista (PARP), el FORACI, el ICAI, la red Eye on Cuba, y la organización Juventud Activa Cuba Unida (JACU). La opinión en conjunto de éstas se resume en “la existencia de un criterio despectivo con el cual algunos opositores blancos llaman ‘tiznados’ a sus homólogos negros. De una forma u otra, a los negros en Cuba siempre les ha tocado ocupar el escalón más bajo de la sociedad. Los prejuicios les llegan desde todas partes, incluso de los propios negros”.


El transporte interprovincial y los ómnibus nuevos

¿Cómo se justifica el drástico aumento del precio de un servicio que rinde pingües dividendos sin que el cliente reciba algún beneficio?
Miércoles, marzo 29, 2017 | Roberto Jesús Quiñones Haces
Ómnibus interprovincial en Cuba (martinoticias.com)
LA HABANA, Cuba.- Desde el año pasado la prensa oficialista se ha hecho eco de la compra de nuevos ómnibus Yutong y de otras medidas para mejorar la calidad del servicio de transporte.
La dirección de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON) pretende que los nuevos vehículos estén dotados de un GPS para conocer su ubicación exacta e impedir las paradas de los choferes en lugares no autorizados para comprar productos y recoger pasajeros ilegalmente, quienes se ubican en los pasillos en detrimento de la calidad del servicio.
En un viaje que hice el 23 de marzo pasado desde Cienfuegos hasta Santiago de Cuba corroboré que el servicio también está perjudicado por el deterioro de las terminales de ómnibus interprovinciales.
La de Sancti Spíritus es tan pequeña que cuando dos o tres guaguas coinciden en ella los pasajeros carecen de espacio para una estancia cómoda. Esto debe mejorar cuando se termine la nueva terminal que, según la prensa oficialista, ya comenzó a construirse, aunque sólo Dios sabe cuándo la terminarán. En cuanto a la de Ciego de Ávila, otrora la más moderna y hermosa del país, a las 9 p.m. su andén estaba a oscuras y las ofertas de su cafetería eran escasas. El servicio era lento y no faltaba el maltrato a los clientes mediante respuestas incorrectas, demoras y mala manipulación de los alimentos.
Los baños, aunque ahora están administrados por cooperativas de trabajadores y han aumentado el precio en un 80 % —antes cobraban 0.20 pesos, ahora 1.00 peso— siguen igual que antes. Ni en los de las terminales mencionadas ni en el de Bayamo había papel sanitario, toallas o aparatos eléctricos para el secado de las manos y sólo en el de la ciudad del Padre de la Patria había jabón. ¿Cómo se justifica el drástico aumento del precio de un servicio que rinde pingües dividendos sin que el cliente reciba algún beneficio?
Una mancha en la Perla
Cienfuegos jamás ha tenido una terminal de ómnibus a la altura de su significación y belleza. La que existe en la calle Gloria entre las de San Carlos y Santa Cruz desde finales de los años sesenta del pasado siglo fue el antiguo edificio de la empresa de Obras Públicas y nunca colmó las expectativas de los cienfuegueros.
Desde el pasado 20 de octubre se iniciaron los trabajos de reparación y remodelación del edificio. Se rumora que cuando concluya será solamente la terminal de ómnibus interprovincial pues la intermunicipal tendrá otra sede. Según el proyecto la obra debió haberse terminado el 20 de febrero de este año, pero el pasado 23 de marzo, más de un mes después, la situación todavía pintaba mal para los pasajeros.
En el único salón de espera que está en funcionamiento deben permanecer los viajeros con reservaciones en Vía Azul —el pago es en CUC—, los que tienen reservaciones con la EON y los de la lista de espera. No existe ninguna información que oriente donde se deben chequear los boletos. Los pasajeros deben ir hasta el segundo piso para hacerlo y luego bajar con su equipaje hasta el patio de la terminal para abordar el ómnibus, en un recorrido de más de cien metros. Una vez allí deben esperar a la intemperie hasta que el maletero clasifique el equipaje y luego deben llevarlo hasta el ómnibus. Todas estas molestias ocurren desde el pasado mes de octubre sin que la EON haya rebajado el precio del pasaje, algo lógico teniendo en cuenta las molestias que sufren los pasajeros.
Según una conversación que este reportero sostuvo con uno de los trabajadores de la brigada de construcción, que accedió a responder nuestras preguntas a cambio de que no reveláramos su identidad, el atraso de la obra se debe a que algunos materiales no llegaron a tiempo y otros, como las losas del piso, tenían defectos y tuvieron que buscar otros suministradores. Según su opinión los trabajadores han hecho un gran esfuerzo pero esos problemas crearon un atraso considerable en la ejecución del proyecto.
Es evidente que quienes decidieron acometer el trabajo no tuvieron en cuenta los inconvenientes que provocaría simultanear las acciones constructivas con la prestación del servicio. Algo que recibe muchas críticas de los pasajeros es que el baño público casi siempre está cerrado por falta de agua u otras razones. Uno de los pasajeros, identificado como Gerónimo Dauzá Columbié, vecino de Palma Soriano, nos dijo: “Mi hijo vive en la Ciudad Nuclear —zona del Castillo de Jagua, a la entrada de la bahía— y tuve que salir de allí temprano para evitar contratiempos. Llegué aquí sobre las 11 a.m. y no pude entrar al baño porque está cerrado. Tuve que caminar seis cuadras hasta el Prado para ir al baño de un restaurante. Trabajo me costó pues decían que era para los clientes y no para la gente de la calle. Y mira como está el sol. Creo que debieron haber pensado en todas esas molestias”, concluyó.
El fin del servicio de transporte por ómnibus es que el pasajero se sienta satisfecho, más cuando se trata de una travesía de hasta 14 horas. En tal sentido la EON tiene mucho camino que recorrer. Es algo que va mucho más allá de contar o no con ómnibus nuevos.




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