viernes, 14 de octubre de 2016

II. JESÚS COMO SOBRENATURAL


Desde los días del Nuevo Testamento hasta la época presente se ha estado
librando una fiera batalla alrededor del tema de la persona de Cristo. El
unitarismo moderno ha considerado a Jesús como sólo un hombre. Su
tendencia ha sido excluir cada vez más todo lo que parezca sobrehumano en la
persona de Jesús.
Pero si Jesús fue sin pecado, como queda dicho antes, eso mismo introduce en
la persona de Jesús un elemento que lo señala como distinto de todos los otros
hombres. Y de ese modo él supera a la vida humana ordinaria. Más todavía, si
él es inmaculado, ese hecho necesita de explicación. No es posible tener un
hecho, si es que es un hecho, suspendido en el aire. No puede quedarse
aislado. Debe cimentarse en algo más profundo que el hecho mismo. La
impecabilidad no es una cualidad de la vida humana según se conoce ésta sobre
la tierra. Ya esto sugiere, si acaso no exige, el que nosotros lo consideremos a
él como algo más que un simple hombre.
1. El nacimiento virginal.
Mateo y Lucas representan a Jesús como nacido de María sin un padre
humano. Según el relato que ellos dan, fue engendrado por el Espíritu Santo.
Parece haber suficientes diferencias entre estos dos relatos como para probar
que los dos son diferentes; ninguno de los dos escritores ha copiado del otro.
El hecho de que los otros escritores del Nuevo Testamento no mencionan el
nacimiento virginal no es prueba de que éste no haya tenido lugar. Posiblemente
los otros escritores no tuvieron noticia sobre esto, o si la tuvieron, no vieron la
necesidad de mencionarlo. Nosotros podemos entender que un tema como
ése, naturalmente sería manejado con mucha reserva entre los primeros
discípulos. De aquí que bien pudo haber permanecido oculto fuera de un
pequeño círculo de amigos de la familia, y si los otros escritores del Nuevo
Testamento no supieron nada del asunto, naturalmente un asunto semejante no
sería un tema de conversación común, y los hombres no escribirían
innecesariamente sobre eso.
Algunos hacen a un lado los relatos como si éstos no tuviesen valor religioso
alguno. Pero es lo cierto que un origen como el que tuvo la vida terrenal de
Jesús se ajusta muy bien con el relato de la clase de vida que él vivió. Si su vida
hubiera sido como la de los otros hombres, entonces sería muy natural esperar
que él hubiese tenido un origen igual al de los otros hombres. Pero el
nacimiento virginal calza muy bien dentro del relato de su vida inmaculada.
<420135>Lucas 1:35 indica que hubo alguna conexión entre la santidad de Jesús y el
hecho de que el poder del Altísimo hiciera sombra sobre María. La
intervención del Espíritu Santo en el origen de Jesús nos ayuda a entender
cómo Jesús pudo ser, entre todos los hombres, la única excepción en no verse
dominado por el pecado.
2. Los milagros.
Otro aspecto prominente de este relato de la vida de Jesús son sus milagros.
Preeminentemente, Jesús es un obrador de milagros. Si sacamos el elemento
milagroso de los registros evangélicos, habremos despedazado a tal punto
dichos registros, que de ellos no nos quedaría nada digno de confianza. El
elemento milagroso está tan profundamente metido en los registros evangélicos,
que sería imposible remover este elemento y dejar algo en los registros que
fuera de valor. El esfuerzo por volver a un Cristo no milagroso ha fracasado
ostensiblemente. No importa cuán minuciosamente se analicen los registros
evangélicos, el carácter que nosotros obtenemos de Cristo en cada etapa del
depósito, es esencialmente el mismo. El Jesús que no es más que maestro de
ética y religión, sin que se tenga en cuenta el elemento milagroso de su vida, es
un Jesús que no puede encontrarse sino únicamente en la imaginación de
algunos críticos que la dan preferencia a sus propias opiniones sobre el relato
de los Evangelios. Al hacer cualquier crítica sana del testimonio de los
Evangelios, el elemento milagroso de la vida de Cristo prevalece.
3. La Resurrección.
Los relatos del Evangelio nos dicen que en la mañana del día tercero algunas
mujeres fueron al sepulcro y lo encontraron vacío. Un ángel les anunció que
Jesús se había levantado (<402801>Mateo 28:1-8 y los pasajes paralelos). Jesús
mismo se les apareció a ellas (<402809>Mateo 28:9, 10; Juan Cap. 20). Se le
apareció a Pedro (<461505>1 Corintios 15:5). También se apareció a dos de ellos
en el camino hacia Emaús (<422413>Lucas 24:13). Se les apareció a los discípulos,
excepto Tomás (<422436>Lucas 24:36; <432019>Juan 20:19). Tiempo después se les
apareció a los once, estando Tomás presente (<432026>Juan 20:26). Se apareció a
los once en Galilea (<402816>Mateo 28:16).
Pablo nos dice que Jesús se apareció a Jacobo, a Pedro, a él mismo, y a más
de quinientos en una ocasión (<461505>1 Corintios 15:5). Nótese que Pablo pone su
propia visión de Cristo en la misma categoría de sus apariciones a Jacobo y a
Pedro. Parece que Pablo la clasifica como una aparición objetiva, no
simplemente una visión subjetiva. Nótese también que él dice que de los
quinientos a quienes se les apareció, más de la mitad vivían durante el tiempo en
que Pablo escribió.
Resulta evidente de los relatos evangélicos que los discípulos no esperaban que
Jesús resucitara de entre los muertos (<422411>Lucas 24:11, 21; <432024>Juan 20:24,
25; <402817>Mateo 28:17). Algunas veces se dice que ellos esperaban tal
acontecimiento. Cuando Jesús fue crucificado, todas sus esperanzas se
desvanecieron; ellos desistieron entonces con desesperación; no creerían, sino
hasta sentirse abrumados por la evidencia. Y tuvieron tal evidencia
(<440103>Hechos 1:3). No fue una mera aparición lo que los convenció de que
Jesús vivía.
Se admite generalmente que los discípulos creyeron que Jesús se levantó de los
muertos. La idea de que ellos se robaron el cuerpo de Jesús y de que
informaron que él había resucitado está ahora generalmente descartada. ¿Cómo
es que los discípulos llegaron a creer que Cristo resucitó? Sus opiniones
preconcebidas estaban en la otra dirección. No había nada en la situación
social que produjera tal creencia por parte de ellos. Todo estaba en contra de
que ellos creyeran excepto la evidencia. Si llegaron a creerlo, debió haber sido
porque hubo evidencia con plena fuerza convincente. Ellos eran hombres de
inteligencia ordinaria que sabían cómo usar sus sentidos. La evidencia es que
vieron a Jesús, le oyeron hablar, lo palparon y tuvieron relación con él. Ellos
registran las enseñanzas que Jesús les dio durante ese período. No hay manera
de dar explicación de la creencia de los discípulos acerca de que Jesús
resucitó, excepto en la suposición de que él resucitó.
La creencia de que Jesús había resucitado produjo en ellos un cambio
extraordinario. Fueron transformados de una banda de hombres desalentados y
despreciados, en una compañía de propagandistas alegres, militantes y
agresivos. ¿Pudo una creencia equivocada en la resurrección de Jesús, basada
en alguna clase de aparición que ellos reconocieron como tal, haber operado
esta transformación en los discípulos?
Cuando salieron a predicar, predicaron que Jesús se había levantado de los
muertos. Este mensaje probó ser un mensaje de poder. ¿Cómo un mensaje
semejante podía abrirse paso en una situación semejante? ¿Fue un mensaje de
verdad o fue simplemente una noción equivocada de ellos? ¿Por qué un falso
informe de que Jesús se había levantado de los muertos habría de producir tal
transformación en ellos y en otros por medio de ellos?
Luego tenemos el testimonio de Pablo. ¿Qué fue lo que trajo el cambio en
Pablo? ¿Qué fue lo que cambió a Saulo el perseguidor de la iglesia, en Pablo el
más grande cristiano y defensor del cristianismo que el mundo ha conocido?
Pablo dice que lo que produjo en él tal cambio fue la aparición a él del Cristo
resucitado. El dice que vio a Cristo ¿Se equivocó Pablo? ¿Qué es lo que
convenció a Pablo de que Jesús vivía? Recuérdese que el testimonio de Pablo
nos viene en cartas que prácticamente todos los críticos admiten haber sido
escritas por él antes del año 60 d. de J.C. Toda la evidencia está en favor de la
tesis de que Jesús se levantó de los muertos.
4. Jesús y el Antiguo Testamento.
Jesús y todos los escritores del Nuevo Testamento lo consideraron como el
Mesías del Antiguo Testamento y como el cumplimiento de la religión del
Antiguo Testamento. Esta afirmación es tan obvia como para requerir prueba.
Jesús fue condenado a muerte, no por el testimonio de sus enemigos, sino por
su propia confesión de que él era el Cristo, el Hijo de Dios. Esto lo dijo Jesús
bajo juramento (<402663>Mateo 26:63-66; <411460>Marcos 14:60-64). El estaba
siendo juzgado por el sanedrín; y sobre la base de que él había de este modo
pronunciado una blasfemia fue que lo condenaron a muerte.
Como el Mesías por mucho tiempo esperado, él fue considerado como el
cumplimiento de todo el orden de cosas del Antiguo Testamento. Difícilmente
pudiera esto ser cierto acerca de uno que no hubiera sido más que un hombre.
Una cosa es clara: el Nuevo Testamento considera a Jesús como a un ser

sobrenatural.

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