Desde los días del Nuevo
Testamento hasta la época presente se ha estado
librando una fiera batalla
alrededor del tema de la persona de Cristo. El
unitarismo moderno ha
considerado a Jesús como sólo un hombre. Su
tendencia ha sido excluir cada
vez más todo lo que parezca sobrehumano en la
persona de Jesús.
Pero si Jesús fue sin pecado,
como queda dicho antes, eso mismo introduce en
la persona de Jesús un elemento
que lo señala como distinto de todos los otros
hombres. Y de ese modo él
supera a la vida humana ordinaria. Más todavía, si
él es inmaculado, ese hecho
necesita de explicación. No es posible tener un
hecho, si es que es un hecho,
suspendido en el aire. No puede quedarse
aislado. Debe cimentarse en
algo más profundo que el hecho mismo. La
impecabilidad no es una
cualidad de la vida humana según se conoce ésta sobre
la tierra. Ya esto sugiere, si
acaso no exige, el que nosotros lo consideremos a
él como algo más que un simple
hombre.
1. El nacimiento virginal.
Mateo y Lucas representan a
Jesús como nacido de María sin un padre
humano. Según el relato que
ellos dan, fue engendrado por el Espíritu Santo.
Parece haber suficientes
diferencias entre estos dos relatos como para probar
que los dos son diferentes;
ninguno de los dos escritores ha copiado del otro.
El hecho de que los otros
escritores del Nuevo Testamento no mencionan el
nacimiento virginal no es
prueba de que éste no haya tenido lugar. Posiblemente
los otros escritores no
tuvieron noticia sobre esto, o si la tuvieron, no vieron la
necesidad de mencionarlo.
Nosotros podemos entender que un tema como
ése, naturalmente sería
manejado con mucha reserva entre los primeros
discípulos. De aquí que bien
pudo haber permanecido oculto fuera de un
pequeño círculo de amigos de la
familia, y si los otros escritores del Nuevo
Testamento no supieron nada del
asunto, naturalmente un asunto semejante no
sería un tema de conversación
común, y los hombres no escribirían
innecesariamente sobre eso.
Algunos hacen a un lado los
relatos como si éstos no tuviesen valor religioso
alguno. Pero es lo cierto que
un origen como el que tuvo la vida terrenal de
Jesús se ajusta muy bien con el
relato de la clase de vida que él vivió. Si su vida
hubiera sido como la de los
otros hombres, entonces sería muy natural esperar
que él hubiese tenido un origen
igual al de los otros hombres. Pero el
nacimiento virginal calza muy
bien dentro del relato de su vida inmaculada.
<420135>420135>Lucas 1:35 indica que hubo
alguna conexión entre la santidad de Jesús y el
hecho de que el poder del
Altísimo hiciera sombra sobre María. La
intervención del Espíritu Santo
en el origen de Jesús nos ayuda a entender
cómo Jesús pudo ser, entre
todos los hombres, la única excepción en no verse
dominado por el pecado.
2. Los milagros.
Otro aspecto prominente de este
relato de la vida de Jesús son sus milagros.
Preeminentemente, Jesús es un
obrador de milagros. Si sacamos el elemento
milagroso de los registros
evangélicos, habremos despedazado a tal punto
dichos registros, que de ellos
no nos quedaría nada digno de confianza. El
elemento milagroso está tan
profundamente metido en los registros evangélicos,
que sería imposible remover
este elemento y dejar algo en los registros que
fuera de valor. El esfuerzo por
volver a un Cristo no milagroso ha fracasado
ostensiblemente. No importa
cuán minuciosamente se analicen los registros
evangélicos, el carácter que
nosotros obtenemos de Cristo en cada etapa del
depósito, es esencialmente el
mismo. El Jesús que no es más que maestro de
ética y religión, sin que se
tenga en cuenta el elemento milagroso de su vida, es
un Jesús que no puede
encontrarse sino únicamente en la imaginación de
algunos críticos que la dan
preferencia a sus propias opiniones sobre el relato
de los Evangelios. Al hacer
cualquier crítica sana del testimonio de los
Evangelios, el elemento
milagroso de la vida de Cristo prevalece.
3. La Resurrección.
Los relatos del Evangelio nos
dicen que en la mañana del día tercero algunas
mujeres fueron al sepulcro y lo
encontraron vacío. Un ángel les anunció que
Jesús se había levantado (<402801>402801>Mateo 28:1-8 y los pasajes
paralelos). Jesús
mismo se les apareció a ellas (<402809>402809>Mateo 28:9, 10; Juan Cap. 20).
Se le
apareció a Pedro (<461505>461505>1 Corintios 15:5). También se
apareció a dos de ellos
en el camino hacia Emaús (<422413>422413>Lucas 24:13). Se les apareció a
los discípulos,
excepto Tomás (<422436>422436>Lucas 24:36; <432019>432019>Juan 20:19). Tiempo después se
les
apareció a los once, estando
Tomás presente (<432026>432026>Juan 20:26). Se apareció a
los once en Galilea (<402816>402816>Mateo 28:16).
Pablo nos dice que Jesús se
apareció a Jacobo, a Pedro, a él mismo, y a más
de quinientos en una ocasión (<461505>461505>1 Corintios 15:5). Nótese que
Pablo pone su
propia visión de Cristo en la
misma categoría de sus apariciones a Jacobo y a
Pedro. Parece que Pablo la
clasifica como una aparición objetiva, no
simplemente una visión
subjetiva. Nótese también que él dice que de los
quinientos a quienes se les
apareció, más de la mitad vivían durante el tiempo en
que Pablo escribió.
Resulta evidente de los relatos
evangélicos que los discípulos no esperaban que
Jesús resucitara de entre los
muertos (<422411>422411>Lucas 24:11, 21; <432024>432024>Juan 20:24,
25; <402817>402817>Mateo 28:17). Algunas veces se
dice que ellos esperaban tal
acontecimiento. Cuando Jesús
fue crucificado, todas sus esperanzas se
desvanecieron; ellos
desistieron entonces con desesperación; no creerían, sino
hasta sentirse abrumados por la
evidencia. Y tuvieron tal evidencia
(<440103>440103>Hechos 1:3). No fue una mera
aparición lo que los convenció de que
Jesús vivía.
Se admite generalmente que los
discípulos creyeron que Jesús se levantó de los
muertos. La idea de que ellos
se robaron el cuerpo de Jesús y de que
informaron que él había
resucitado está ahora generalmente descartada. ¿Cómo
es que los discípulos llegaron
a creer que Cristo resucitó? Sus opiniones
preconcebidas estaban en la
otra dirección. No había nada en la situación
social que produjera tal
creencia por parte de ellos. Todo estaba en contra de
que ellos creyeran excepto la
evidencia. Si llegaron a creerlo, debió haber sido
porque hubo evidencia con plena
fuerza convincente. Ellos eran hombres de
inteligencia ordinaria que
sabían cómo usar sus sentidos. La evidencia es que
vieron a Jesús, le oyeron
hablar, lo palparon y tuvieron relación con él. Ellos
registran las enseñanzas que
Jesús les dio durante ese período. No hay manera
de dar explicación de la
creencia de los discípulos acerca de que Jesús
resucitó, excepto en la
suposición de que él resucitó.
La creencia de que Jesús había
resucitado produjo en ellos un cambio
extraordinario. Fueron
transformados de una banda de hombres desalentados y
despreciados, en una compañía
de propagandistas alegres, militantes y
agresivos. ¿Pudo una creencia
equivocada en la resurrección de Jesús, basada
en alguna clase de aparición
que ellos reconocieron como tal, haber operado
esta transformación en los
discípulos?
Cuando salieron a predicar,
predicaron que Jesús se había levantado de los
muertos. Este mensaje probó ser
un mensaje de poder. ¿Cómo un mensaje
semejante podía abrirse paso en
una situación semejante? ¿Fue un mensaje de
verdad o fue simplemente una
noción equivocada de ellos? ¿Por qué un falso
informe de que Jesús se había
levantado de los muertos habría de producir tal
transformación en ellos y en
otros por medio de ellos?
Luego tenemos el testimonio de
Pablo. ¿Qué fue lo que trajo el cambio en
Pablo? ¿Qué fue lo que cambió a
Saulo el perseguidor de la iglesia, en Pablo el
más grande cristiano y defensor
del cristianismo que el mundo ha conocido?
Pablo dice que lo que produjo
en él tal cambio fue la aparición a él del Cristo
resucitado. El dice que vio a
Cristo ¿Se equivocó Pablo? ¿Qué es lo que
convenció a Pablo de que Jesús
vivía? Recuérdese que el testimonio de Pablo
nos viene en cartas que
prácticamente todos los críticos admiten haber sido
escritas por él antes del año
60 d. de J.C. Toda la evidencia está en favor de la
tesis de que Jesús se levantó
de los muertos.
4. Jesús y el Antiguo Testamento.
Jesús y todos los escritores
del Nuevo Testamento lo consideraron como el
Mesías del Antiguo Testamento y
como el cumplimiento de la religión del
Antiguo Testamento. Esta
afirmación es tan obvia como para requerir prueba.
Jesús fue condenado a muerte,
no por el testimonio de sus enemigos, sino por
su propia confesión de que él
era el Cristo, el Hijo de Dios. Esto lo dijo Jesús
bajo juramento (<402663>402663>Mateo 26:63-66; <411460>411460>Marcos 14:60-64). El estaba
siendo juzgado por el sanedrín;
y sobre la base de que él había de este modo
pronunciado una blasfemia fue
que lo condenaron a muerte.
Como el Mesías por mucho tiempo
esperado, él fue considerado como el
cumplimiento de todo el orden
de cosas del Antiguo Testamento. Difícilmente
pudiera esto ser cierto acerca
de uno que no hubiera sido más que un hombre.
Una cosa es clara: el Nuevo
Testamento considera a Jesús como a un ser
sobrenatural.
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