viernes, 16 de septiembre de 2016

UNA CARTA PARA EL MUNDO


Si normalmente se le denomina epístola o carta, este escrito no tiene destinatarios ni firma. En realidad, le faltan tantas características de una carta que algunos piensan que el título de “epístola” es una forma de expresión. La consideran un sermón escrito más bien que una carta.

Tal vez la explicación radica en el hecho de que originalmente el autor quiso que fuera leída en más de una comunidad.

-“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno peca, abogado tenemos delante del Padre, a Jesucristo el justo. El es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el Mundo”. (1ª de Juan 2:1-2)

Todos pecamos                                                                                                                                             
El pecado es algo que persiste, se abraza al pecador significa más que cometer un pecado, se refiere al principio interno del cual los actos pecaminosos son sus manifestaciones externas.
Cuando decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos, no engañamos a ningún otro y la verdad no está en nosotros.

Esto viene muy bien al caso para el hombre moderno que asegura que el pecado es una idea o una debilidad, y afirma también que tiene su génesis en los factores hereditarios, en el medio ambiente, en la necesidad o cosas por el estilo, por lo cual lo considera su suerte y no su culpa. Tal hombre se engaña a sí mismo.

Todo el trato que Dios tiene con los hombres parte de la base de que el hombre es pecador y necesita salvación (Romanos 3:23). Negar que uno sea un pecador es hacerlo a él mentiroso, significa que su palabra no está en nosotros.

Todo aquel que niega ser un pecador y que con esa actitud hace de Dios un mentiroso muestra, por ese hecho, que la palabra efectiva de Dios no mora en él.

La propiciación por nuestros pecados
En contraste, podemos confesar nuestros pecados. El uso del plural es significativo: confesamos pecados específicos, no simplemente que pecamos.

Porque Dios es fiel y justo y perdona (Romanos 3:24-25). Es posible confiar plenamente en Él. Nada nos dice de qué manera va a limpiarnos de toda maldad. Pero no olvidemos que es la sangre de Cristo la que limpia (1ª de Juan 1:7). Ninguna otra cosa puede quitar nuestras manchas.

Finalizando por donde comenzamos
Juan designa a sus destinatarios con el nombre de hijitos. Aquí utiliza un cariñoso diminutivo,
hijitos míos (se repite siete veces en 1 Juan y una o tal vez dos veces en todo el resto del NT).


Dice que la razón que le mueve a escribirnos es para que no pequemos y que nuestra comunión sea con el Padre, y con su Hijo Jesús, el Cristo.

No hay comentarios: