lunes, 21 de enero de 2019

JUAN 3:16




                                                                                  Pr. Manuel A Morejon Soler
Juan 3:16 "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Todo el evangelio se centra en este versículo. El amor de Dios no es estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí. Dios establece aquí el verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor.

Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio. Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se puede pagar. Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció una nueva vida que nos compró con su muerte.

Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe de ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros.

Muchas personas rechazan la idea de vivir para siempre porque viven vidas tristes. Pero la vida eterna no es la extensión de la miserable vida mortal del hombre; vida eterna es la vida de Dios encarnada en Cristo que se da a todos los que creen como garantía de que vivirán para siempre.

En esa vida no hay muerte, enfermedad, enemigo, demonios ni pecado. Cuando no conocemos a Cristo, tomamos decisiones pensando que esta vida es todo lo que tenemos. En realidad, esta vida es solo el comienzo de la eternidad. Empiece, por lo tanto, a evaluar todo lo que le sucede desde una perspectiva eterna.

"Creer" es más que una reflexión intelectual de que Jesús es Dios. Significa depositar nuestra confianza en El, que es el único que nos puede salvar. Es poner a Cristo al frente de nuestros planes presentes y nuestro destino eterno. Creer es confiar en su palabra y depender de El para cambiar.
Si nunca ha confiado en Cristo, haga suya esta promesa de vida eterna y crea.

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