Palabras griegas
ARRABON
Arrabon tiene uno de los trasfondos más interesantes y
humanos de todas las palabras del NT. Unicamente Pablo la utiliza, y, al
parecer, es una de sus palabras favoritas porque la usa tres veces y siempre
con relación a lo mismo. En 2 Co. 1:22, dice que Dios nos ha dado el arrabon del Espíritu Santo en nuestros
corazones. En 2 Co. 5:5; habla también del
arrabon del Espíritu Santo, y, en Ef. 1:14, se refiere al
Espíritu Santo como el arrabon de
nuestra herencia. En cada uno de los tres casos, la Versión Reina Valera
Antigua traduce arrabon con la
palabra "prenda". La Versión Popular dice "garantía", y, la
Versión Reina Valera, revisión de 1960, traduce "arras".
En el griego clásico, arrabon significa regularmente la
señal en dinero que un comerciante tenía que depositar por anticipado cuando
cerraba un trato, dinero que perdía si la operación no se llevaba a cabo. Era
la primera entrega o plazo que se pagaba en señal y, a la vez, garantía de que el
resto sería amortizado a su debido tiempo.
La palabra es muy común en los papiros, relacionada
con documentos comerciales y contratos. Milligan cita algunos usos muy
interesantes de ella. Cierta mujer estaba vendiendo una vaca y recibió mil
dracmas como arrabon de que el
resto del precio sería pagado. Determinadas bailarinas fueron contratadas para
las fiestas de un pueblo; se les adelantó una cierta cantidad en dracmas
como arrabon y se estipuló que
dicha cantidad sería tenida en cuenta cuando, tras la representación, cobraran.
Y -un ejemplo divertido- cierto hombre escribe: "Con relación a Lampón, el
cazador de ratones, le pagué para ti ocho dracmas, como arrabon, para que cace ratonas cuando
están preñadas". El anticipo se hace como garantía del pago completo, por
lo que Lampón proseguirá con la tarea de cazar ratones aun cuando el ritmo sea
bueno. Así, pues, en el griego secular contemporáneo del NT, arrabon es normalmente la parte de un
pago que se da como seguridad y garantía de que el resto se liquidará después;
es una entrega o plazo, pagado por adelantado que es prueba y señal de que la
suma total será abonada a su debido tiempo.
Ahora bien, Pablo siempre usa la palabra en
conexión con el Espíritu Santo. Por tanto, lo que Pablo está diciendo es que la
donación que Dios nos hace del Espíritu Santo, aquí y ahora, es un plazo o
entrega, una garantía, un goce anticipado de la vida que el cristiano vivirá,
algún día, junto a él.
Las palabras del Apóstol tenían un trasfondo judío.
Para un judío, el Espíritu Santo de Dios tenía dos grandes funciones. (a) Dios
se dirigía al hombre a través de su Espíritu Santo. El profeta habló porque el
Espíritu Santo del Señor estaba sobre él. Fue el Espíritu Santo de Dios quien
reveló a Simeón que, antes de morir, vería al Ungido del Señor (Lc. 2:25). (b)
Pero, también, era el Espíritu Santo quien, morando en el corazón del hombre,
capacitaba a éste para reconocer la verdad de Dios cuando la oía. Los judíos
creían que el Espíritu Santo de Dios operaba desde fuera del hombre, trayéndole la
verdad, y, desde dentro, capacitándolo para
reconocerla. El Espíritu Santo, para ellos, era a la vez revelador y piedra de
toque de la verdad.
Por eso, cuando Pablo usa la palabra arrabon respecto del Espíritu Santo,
su pensamiento es que el conocimiento imperfecto que los hombres poseen ahora
es como el primer plazo de todo el conocimiento que un día poseerán; que lo que
Dios les ha dicho ahora es la señal y garantía de que un día les dirá todo; que
el gozo que viene al hombre ahora, en el Espíritu, es la señal del perfecto
gozo que habrá en los cielos. El Espíritu Santo, para el Apóstol, es la
garantía que Dios nos da de que, aunque ahora veamos por espejo, oscuramente,
algún día veremos cara a cara, y de que, aunque ahora sólo conozcamos en parte,
un día conoceremos como fuimos conocidos (1 Co. 13:12).
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