viernes, 3 de febrero de 2017

Arminianismo


Jacobo Arminio, fundador de la doctrina arminianista.
El arminianismo es una doctrina teológica cristiana fundada por Jacobo Arminio en la Holanda de comienzos del siglo XVII, a partir de la impugnación del dogma calvinista de la doble predestinación.
Sustenta la salvación en la cooperación del hombre con la gracia divina a través de la fe. Frente al concepto calvinista de predestinación (o “elección”) incondicional, el arminianismo enseña que la predestinación se ha basado en la presciencia de Dios, quien tiene el conocimiento previo de quién creerá y quién no creerá en Cristo; la voluntad del hombre, por asistencia divina, es hecha libre para creer o rechazar a Cristo.
Después de la muerte de Arminio (en 1609), sus principios se formularon en el manifiesto de cinco puntos Remosntrans, publicado en 1610 (por lo que sus seguidores también pasaron a denominarse “remonstrantes”).
Detalles históricos
En 1618 el arminianismo fue condenado por el sínodo de Dort o de Dordrecht,[1] convocado a instancias del estatúder de Holanda Mauricio de Nassau, que apoyaba a los calvinistas intransigentes y monárquicos (Franciscus Gomarus y los denominados “gomaristas” o “contrarremonstrantes”). Johan van Oldenbarnevelt y otros dirigentes principales del arminianismo fueron entonces ejecutados, mientras que otros muchos, entre los que se encontraban Hugo Grocio y Simón Episcopius, tuvieron que exiliarse.
La teología arminiana contribuyó a la aparición del metodismo en Inglaterra. No todos los predicadores metodistas del siglo XVIII fueron arminianos, pero sí la mayor parte, como el propio John Wesley.
Controversias entre arminianos y gomaristas
Arminio afirmaba firmemente la necesidad de la gracia de Dios para la redención de todo ser humano, pero consideraba que la gracia puede ser rechazada por el hombre en su libre albedrío. El arminianismo se opone a la postura calvinista, donde esta última enseña que algunos están predestinados para salvación y otros para perdición. Arminio consideraba que la expiación de Cristo es para todos y no sólo para algunos elegidos, aunque no todos la aceptan y por lo tanto no reciben sus beneficios. Por lo tanto según los arminianos es posible “caer de la gracia” y no es correcto pensar que los que ya recibieron la gracia nunca se perderán.[2] El calvinismo sostiene que: “Ya siendo salvo el individuo, siempre salvo”.
El arminianismo enseña que la destitución de Dios por causa de la rebelión es posible a pesar de haber sido parte de Su institución.
La posición arminianista empieza desde la perdición y separación de Dios, del mismísimo Luzbel (el diablo). Habiendo sido él un querubín, ocupando el más alto rango angelical, puesto sobre los ángeles creados, conociendo a Dios íntimamente, habiendo sido parte de Su reino por milenios, no obstante, decide por su libre albedrío rebelarse contra el Creador. Él junto con los ángeles que le siguieron, fueron destituidos de la gloria de Dios. Adán, habiendo sido creado y criado por Dios mismo hasta cierta edad, cuando él ya pudo valerse por sí solo, junto con Eva su mujer, deciden por esa libertad otorgada comer del fruto prohibido, trayendo sobre sí y sobre la humanidad el pecado y la destitución. El pueblo judío fue liberado de la esclavitud de Egipto, lo cual tipifica ser liberado del pecado. Sin embargo, por sus tendencias pecaminosas no heredaron la tierra prometida. Solo Caleb y Josué con los suyos y la segunda y tercera generación de judíos entró en ella. El argumento más poderoso del arminianismo, sin duda alguna, es el siguiente: “Si un número predeterminado de seres humanos ya estaba predeterminado para salvación, la venida de Jesús, el Hijo de Dios, no hubiese sido requerida”. El pasado, presente y futuro son simultáneos para Dios. Él en su presciencia ya sabe quiénes lograron entrar en Su presencia, pero nosotros los hombres no. Por lo tanto, no podemos determinar quiénes califican y quiénes no.
Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno, es hecho esclavo del que lo venció. Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
2 Pedro 2:18-22.
Todos fuimos predestinados para salvación,[3] es decir, con el objetivo de ser salvos. Pero eso no quiere decir que necesariamente todos seremos salvos, porque aunque Dios nos predestinó para salvación, también nos dio libertad para salvarnos o perdernos: el libre albedrío.
¿Existen personas que nacen condenadas al tormento eterno, incluso si se arrepienten y aceptan lo que hizo Jesús en la cruz? Eso no armonizaría con el carácter de Dios; pues Él dice: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.
Denominaciones arminianas son las diferentes Iglesias metodistas (Iglesia Metodista Episcopal, Iglesia Metodista Unida, Iglesia Metodista Libre), la Iglesia del Nazareno, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la Iglesia Wesleyana, la Iglesia de Dios, la mayoría de las Iglesias pentecostales, la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular, las Iglesias de Cristo, las Asambleas de Dios, y otras del movimiento restauracionista (menonitas en su mayoría).[4] Muchos anglocatólicos (como C.S. Lewis[5]), así como la Iglesia copta, la Iglesia católica [6] y la Iglesia ortodoxa creen en la libertad de la voluntad humana y que toda persona tiene la posibilidad de recibir salvación y que, una vez que recibe la salvación, también la puede perder.
Cabe anotar igualmente que cuando se habla de perder la salvación, no es porque Dios la arrebata nuevamente después de haberla otorgado en Jesús, sino que es el mismo hombre quien la desecha una vez que rompe su comunión con Dios a través del pecado.
Los Cinco Puntos del Arminianismo
1.- Libre albedrío o habilidad humana. Aunque la naturaleza humana fue seriamente afectada por la caída, el hombre, sin embargo, no ha perdido del todo su capacidad espiritual. Dios en su gracia capacita al pecador a fin de que por su propia voluntad se arrepienta y crea. Cada pecador tiene libre albedrío y su destino eterno depende de cómo lo use. La libertad del hombre consiste en poder escoger el bien y rechazar el mal en la esfera de lo espiritual; su voluntad no está esclavizada a su naturaleza pecaminosa. El pecador puede: o cooperar con el Espíritu de Dios y ser regenerado o resistir la gracia de Dios y perderse para siempre. El pecador necesita la ayuda del Espíritu pero no tiene que ser regenerado por el Espíritu antes de que pueda creer, ya que la fe es un acto del hombre y precede al nuevo nacimiento. La fe es el don del pecador a Dios; es lo que el hombre contribuye a la salvación.
2.- Elección condicional. El que Dios haya escogido a ciertos individuos para salvación antes de la fundación del mundo se debe al hecho de que Dios vio de antemano que dichos individuos habrían de responder a su llamado. Dios escogió sólo a aquellos que él vio de antemano que creerían en el evangelio de su propia voluntad. Las obras futuras de dichos individuos determinan, por tanto, la elección. La fe que Dios vio de antemano y sobre la cual basó su elección no fue impartida por el Espíritu Santo, sino que surgió de la voluntad del hombre mismo. Pertenece al hombre, por tanto, la prerrogativa de quién ha de creer y quién ha de ser escogido para salvación. Dios escogió sólo a aquellos que él sabía había de escoger a Cristo y no la elección del pecador por parte de Dios.
3.- Redención universal o expiación general. La obra redentora de Cristo brindó a todos los hombres la oportunidad de ser salvos pero no garantizó la salvación de ninguno. A pesar de que Cristo murió por todos los hombres, sólo los que creen en él son salvados. Su muerte hizo posible el que Dios pudiera perdonar a los pecadores siempre y cuando éstos creyeran, pero no borró los pecados de ninguno. La redención en Cristo es eficaz sólo si el hombre decide aceptarla.
4.- El Espíritu Santo puede ser resistido eficazmente. El Espíritu llama de manera especial a aquellos que mediante el evangelio son llamados de manera general; Él hace todo lo que puede por traer a cada pecador a la salvación. El llamado del Espíritu, sin embargo, puede ser resistido, ya que el hombre es libre. El Espíritu no puede regenerar al pecador hasta que éste crea; la fe (que es lo que el hombre contribuye) precede y hace posible el nuevo nacimiento. El libre albedrío, por tanto, limita al Espíritu en la aplicación de la obra redentora de Cristo. El Espíritu Santo puede traer a Cristo sólo a aquellos que se lo permitan. El Espíritu no puede impartir vida hasta que el pecador responda. La gracia de Dios, por tanto, no es invencible; puede ser, y muchas veces es, resistida y frustrada por el hombre.
5.- El caer de la gracia o el perder la salvación. Los que creen y son verdaderamente salvos, pueden perder su salvación por no perseverar en la fe. No todos los arminianos han estado de acuerdo en este punto: algunos han sostenido que los creyentes están eternamente salvos en Cristo (que una vez el pecador es regenerado, jamás puede perderse).
Véase también
Referencias
1.    
§  Wikisource en inglés contiene el artículo de la Encyclopædia Britannica de 1911 sobre Dort, Synod of.
§  Canons of Dort at CRC home
§  Canons of Dort at Reformed.org
Fuentes citadas en en:Synod of Dort.
2.     Bender, Harold S. (1953) Arminianism; Global Anabaptist Mennonite Encyclopedia Online. Consultada el 3 de mayo de 2013.
3.     Efesios 1:5
4.     Olson, Roger (1999) Don't Hate Me Because I'm Arminian; Christianity Today.
5.     Véase el vídeo: Vida de C.S. Lewis.
6.     Veasé el vídeo: (DVD) “Sublime Gracia” - La Historia & Teología del Calvinismo.
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