jueves, 21 de enero de 2016

DIALOGO ENTRE LA CIENCIA Y LA FE


Raudel García Bringas
Email: rgbringas@gmail.com


El Debate se debe a la señalización que se le hizo a un grupo de cristianos en un Pre Universitario, donde la profesora de Biología y Ciencias Naturales caracterizó al grupo de cristianos como “ingenuos”, al afirmar categóricamente la teoría de la evolución del hombre partiendo de un simio, ante el modelo bíblico creacionista. De esta suerte en un mal enfoque, se ha presentado la intención de exaltar el progreso del proceso científico, a fin de descartar la teoría bíblica de la creación y con ella, la religiosidad del hombre como una costumbre adoptada por la sociedad.
Esta disertación le ha sido enviada a fin de que puedan ser presentadas las conjeturas que pueden tenerse al respecto en un diálogo sincero entre la ciencia y la fe. Aquellos que puede ser de su interés el tema, serán apreciadas todas las aportaciones que puedan presentarse.
Esta investigación cuenta de las siguientes partes:

DE LOS AVANCES CIENTIFICOS Y SUS RESULTADOS

DE LAS TEORIAS SOBRE LA EVOLUCION, EL SURGIMIENTO DE LAS ESPECIES, EL NEODARWINISMO, Y OTROS CONCEPTOS EQUIVALENTES

DE LO QUE LOS CRISTIANOS CREEMOS Y AFIRMAMOS



DIALOGO ENTRE LA CIENCIA Y LA FE

En atención a la enseñanza y los propios desaveníos que durante mucho tiempo han existido en un mal interpretado diálogo entre la Fe Cristiana y las Ciencias; viene siendo momento de tratar un poco más de cerca cuestiones relacionadas al respecto con el objetivo de que se pueda encontrar y entender adecuadamente la relación, los fines y los propios límites que existen entre cada una de estas dos materias.
Durante mucho tiempo ha existido la opinión de que la ciencia a derrocado lo que la fe cristiana durante siglos ha afirmado con respecto a la creación de todas las cosas que existen como además, en un intento sin justificante, se nos ha caracterizado como “fanáticos” a todos los que basamos nuestra existencia y sentido de la vida, en un ser Sublime, Perfecto, Sabio, Santo, Supremo, Justo y Trascendente a quien llamamos DIOS, y que nos ha sido revelado en forma especial en su hijo quien vivió entre los hombres y que tanto la Fe Cristiana como la Historia lo recogen como Jesús de Nazareth.
En consecuencia, debemos apelar minuciosamente a los casos más importantes en un tema del que se pudiera dialogar por largo rato. La materia que estudia y analiza las Escrituras Sagradas de la Fe Cristiana se denomina Teología. Teología significa, “estudio de Dios” o “Un tratado de Dios” (del griego. THEOS. Dios LOGOS. Tratado – estudio - palabras); y ha sido definida como “La Reina de las Ciencias” puesto que el sentido y objeto de todas las ciencias que existen, parten de la Verdad Absoluta de un Creador quien ha dispuesto todas las cosas para los hombres. De aquí que el estudio de las ciencias no es más que una revaloración o comprensión de lo que ya Dios con anterioridad pensó, diseñó, reglamentó y creó.
La investigación científica ha basado sus postulados sobre el método de la (1) observación, (2) la información y (3) la experimentación. Partiendo del resultado de su metodología es que presenta entonces sus postulados, algunos en simples teorías; otros en resultados comprobados, sin embargo; la ciencia sigue un curso en el mismo sentido que la fe cristiana; el curso de la búsqueda de la verdad.
Ahora no solo las Ciencias Naturales sino, además, la Filosofía, La Astronomía, la Paleontología al igual que la Teología disponen sus recursos y esfuerzos en la búsqueda o estudio de la verdad.
Los postulados de la Ilustración frutos del humanismo europeo, fueron los primeros ensayos en desmentir la fe cristiana donde para ello buscaron el apoyo de las ciencias. Luego vino la filosofía Marxista basada ampliamente en los preceptos de su antecesor Feuerbach y que, en la Revolución de octubre de 1917, en Rusia, vino a ser de corte Leninista, sin embargo; hoy no es un secreto que estos intentos y esfuerzos fueron fallidos en su generalidad.
En una tentativa despiadada por arrancar toda idea de Dios, el Marxismo Leninismo en su carácter Ateo, especuló inicialmente que solo podía ser creído lo que podía ser comprendido por la razón humana; más tarde, lo que fue conocido como el “materialismo dialéctico” basaba sus normas en que solo la economía era el fundamento de la sociedad y de la verdad, por lo que se relegaba la ética, la religión, las instituciones sociales como parte de una superestructura que se construía sobre la base económica lo que determinaba la existencia de la religión a la base económica. De aquí a que la religión fuese caracterizada como “el opio de los pueblos”.
Más tarde surgió lo que fue conocido como el “Materialismo Científico”. Ahora era la ciencia y no la razón, quien dictaba la verdad de las cosas. Solo podía ser creído lo que la ciencia era capaz de probar, sin embargo; al día de hoy sabemos muy bien que tanto la razón como la ciencia humana, no es suficiente y mucho menos fiable a fin de determinar lo que es o no, real o correcto.
También las estructuras económicas, aun concibiéndose como parte importante en la estructura social, lo cierto es que no lo es todo en la sociedad; y las ciencias simplemente han logrado llegar a puntos de afinidad en sus resultados comprobados por la fe cristiana y donde no han podido ser comprobadas sus postulados, las mismas han sido revaloradas una y otra vez mientras que la Fe cristiana se mantiene intacta en sus iniciales postulados que atribuyen la existencia, sentido y verdad a un ser Supremo; DIOS.
La religión no es más que la relación de los seres humanos al objeto de su devoción suprema. Desde este punto de vista TODOS, en una forma u otra, somos religiosos; y José Martí muy acertadamente afirmaría: “Hay en el hombre un conocimiento íntimo, vago, pero constante e imponente de UN GRAN SER CREADOR: Este conocimiento es el sentimiento religioso, y su forma, su expresión, la manera con que cada agrupación de hombres concibe este Dios y lo adora, es lo que se llama religión. Por eso, en lo antiguo, hubo tantas religiones como pueblos originales hubo; pero ni un solo pueblo dejó de sentir a Dios y tributarle culto. La religión está, pues, en la esencia de nuestra naturaleza. Aunque las formas varíen, el gran sentimiento de amor, de firme creencia y de respeto, es siempre el mismo. Dios existe y se le adora”. (Obras Completas, Tomo 19)

DE LOS AVANCES CIENTIFICOS Y SUS RESULTADOS

Hay aspectos que se deben tener muy en cuenta en el momento de tratar sobre los resultados de las Ciencias y sus hipótesis sobre el hombre en su entorno y desarrollo. La materia que en cuestión más se ha acercado a estos caminos profundos es conocida como la Paleontología. La paleontología básicamente estudia las formas que poblaron la tierra cuando las rocas estaban aún formándose. Otra de las materias relacionadas es la llamada Geología. En Geología los fósiles ayudan a conocer procesos globales de cambios climáticos y aspectos locales de este.
De aquí que en conjunto se pueda afirmar que la tierra cuenta con una edad aproximada de 4500 millones de años y que la vida surgió aproximadamente según el estudio de los fósiles, unos 3600 millones de años, sin embargo; una cosa es tratar sobre la edad de las rocas o desde cuando surgió la vida en la tierra, ya sea humana u orgánica, y otra muy diferente es determinar la actitud psíquica de los primeros hombres.
Hoy en todas partes podemos encontrar elementos de culturas muy complejas como resultado de una evolución quizás larga y probablemente también de numerosas mezclas. Y aunque este pueblo o civilización en cuestión fuese el resultado de un testimonio retrasado de lo que fuera la cultura primitiva, esta solo podría entregarnos esta cultura a nuestra observación en un estado que no permitiría su reconocimiento, pues los elementos espirituales no se conservan de la misma manera que los fósiles. De aquí que sería muy dudoso hacer tales afirmaciones como “África, caja de conserva de la Humanidad primitiva” o de las más recientes hipótesis sobre Australia cuando se afirma como “El museo del pasado humano”, y esto debido a que, ni los pigmeos, ni los australianos del sureste, ni los bantúes sabrían informarnos evidentemente sobre la mentalidad psíquica de los primeros hombres.
En este caso, la ciencia que respalda la historia conocida como Arqueología, solo podría presentarnos fríos testimonios de un pasado prehistórico. De aquí a que podemos cuestionarnos, ¿Qué es lo que sabemos, por ejemplo, de la humanidad del chellense, sino que ha existido puesto que talló piedras? ¿Qué informaciones puede proporcionarnos la mandíbula del Heidelberg sobre la mentalidad del hombre al que perteneció?
Existe aún una segunda ilusión. ¿Se pudiera acertar, en el supuesto de obtener un resultado, reuniendo desordenadamente una serie de datos observados en los pueblos más diversos a fin de llegar a componer la hipótesis de un cuadro sintético y único? Este ha sido un error que durante largo tiempo fue sostenido por la Etnología que es efectivamente, la ciencia de los pueblos que no tienen historia; la cual no tuvo el cuidado ni la preocupación de un necesario orden histórico.
De aquí entonces que se presente la conclusión de que toda la historia de la humanidad se explica por una marcha hacia lo abstracto y lo general: la ciencia y la religión son dos grandes hipótesis sobre el universo. La hipótesis materialista y la hipótesis espiritual. Una y otra han progresado paralelamente hacia una simplificación y unificación gradual. De la misma manera que la hipótesis materialista ha reducido los aspectos innumerables de la materia a una sola sustancia, el hidrogeno; la hipótesis espiritual ha resumido los innumerables resultados como consecuencias de una sola persona, Dios.
Sin embargo, sigue en nuestras mentes la cuestión del principio. Uno de los resultados positivos que se puede apreciar del movimiento Humanista que desplazó lo que conocemos como la “Edad Medieval Oscura”, esta última llena de misticismos, supersticiones, guerras de religión y un desconocimiento de la verdadera fe y del mundo bastante generalizado; fue el resurgimiento del espíritu investigativo que más tarde dio lugar a lo que conocemos como Renacimiento. Estamos hablando de un re surgimiento y no un surgimiento. La inquietud que lleva al hombre a la investigación de su origen, sentido y destino, es mucho más antigua que los mismos procesos de los que estamos tratando. De aquí partimos a los primeros filósofos de Miletos.
Según Aristóteles, Tales de Miletos fue quien inicio la indagación racional sobre el universo, fundando así la escuela Jónica de Filosofía y además considerado, el primer filosofo de la Historia de la Filosofía Occidental. Para Tales el agua había sido el principio de todo. Este fue su punto de partida a fin de explicar el universo existente. Junto al nombre de Tales, se encuentran además los de Anaximandro y Anaxímenes, discípulos de la misma escuela y cuya investigación abordaba lo que la filosofía griega llamaba “LA ARJÉ”, esto es, el Inicio; con la salvedad de que, para Anaxímenes, el principio partía de la existencia del oxígeno y no del agua como sus antecesores. Aun así, sigue siendo extremadamente curiosos que una escuela filosófica racionalista hubiese surgido en la misma área geográfica que fuese más tarde el baluarte religioso del mundo Helénico, El Oráculo de Delfos.
De aquí a que la confrontación entre los elementos ateos – racionalistas, y los elementos religiosos sean casi tan antiguos como las civilizaciones. En todo caso, desde el periodo más antiguo del que se dice, se hallan rastros más completos, este es, el periodo musteriense; las atenciones minuciosas a las sepulturas, atestiguan por si mismas un orden de preocupaciones que es difícil de poner en claro, pero que pueden en un amplio sentido, llamarse religiosas. Este elemento comparado con la preocupación de LA ARJÉ (el comienzo) de los filósofos de Miletos, narran en breves rasgos las hipótesis y preocupaciones del drama de la vida humana.
Es así como la idea de Dios entre los pueblos primitivos nunca ha podido diluirse ante los avances científicos o evolutivos. Esta idea expresada en ocasiones de forma muy burda y arcaica, por lo general reflejan en estas civilizaciones primitivas un importante índice de animismo, magia, superstición entre otros elementos observados. De aquí los testimonios gravados en los yacimientos arqueológicos denotan la idea de un SER poderoso, dueño de la vida y de la muerte, autor del mundo y de los hombres y de maneras más o menos distinguible, como perfecto, justo, vigilante, etc.
Tal, así como es el Vatauineuva de los Yaganes de la Tierra del Fuego cuyo nombre hoy sabemos que significa, “MUY ALTO” “MUY PODEROSO” “BUENO Y CRUEL”; como el Nzambi del que los bantúes del África Occidental dicen “es aquel que nos ha hecho; nuestro padre”. O el Kalunga de los Ovambo del Africa del Sur, que lleva en su cintura dos cestos, dispuesto a verter sobre los hombres uno u otro, según se juzgue su conducta.
Inevitablemente es un factor que está en nuestras conciencias; aun cuando de las mismas se trate como de primitivas o incivilizadas, el concepto de la conciencia de “criatura” o “sentimiento de criatura” que se es experimentado del cual solo a través de la propia experiencia, puede ser comprendido. El mismo refleja un poder abrumador e inexplicable. Al respecto, la evolución biológica tiene muy poco valor ya que estas teorías no sugieren que los sentimientos o sensaciones religiosos tengan algún tipo de valor de supervivencia, al hacer algún tipo valorativo con cualquiera de los esquemas evolutivos basados en la supervivencia del mas acto.
DE LAS TEORIAS SOBRE LA EVOLUCION, EL SURGIMIENTO DE LAS ESPECIES, EL NEODARWINISMO, Y OTROS CONCEPTOS EQUIVALENTES
Existen tres nombres que deben presentarse en conjunto por sus descubrimientos y aportes a las ciencias. Estos son los de, 1. Jean – Baptiste Lamarck, 2. Charles Robert Darwin y 3. Gregor Mendel. Tres hombres que en el siglo XIX tuvieron un amplio protagonismo en el campo de los descubrimientos científicos; el aporte de teorías osadas sobre el surgimiento del hombre y; en algunos postulados, más o menos acertados o relativamente ciertos, sobre el origen de la vida.
Desde el inicio de este diálogo se ha ido presentando paralelamente los elementos comparativos entre las diferentes ciencias y sus aportes en la comprensión del hombre, su origen; y la comprensión religiosa. Ahora es momento entonces de valorar el aporte de las ciencias.
Es indudable que los primeros tres hombres de ciencias mencionados anteriormente, han jugado un papel, sino definitivo, si de carácter estimulante a la investigación científica sobre la concepción del mundo y el origen del hombre. Los tres hombres jugaron un importante rol en el Siglo XIX; incluido Gregor Mendel que, aunque sus postulados fueron muy anteriores a los demás; los mismos vinieron a ser ampliamente conocidos y aceptados en el pleno auge de la era de la ilustración.
Es evidente además que los aportes y declaraciones que fueron postulados por estos tres hombres, fueron fuertemente rechazados por la iglesia cristiana quien, en abierto desafío ante el movimiento racionalista de aquel entonces, dio comienzo al conflicto religioso – científico.
Entre las teorías evolutivas propuestas por Lamarck y Darwin, la de mayor aceptación social sin lugar a dudas fue la expuesta por Charles Darwin en su obra, “El origen de las Especies”, publicada el 24 de noviembre de 1859. Unos años más tarde, en 1871 publicaría su controversial obra, “El Origen del Hombre” donde en la misma defendía la evolución del hombre desde un animal similar al mono; lo que conllevó a la definida controversia religiosa de su tiempo entre la ciencia y la fe cristiana.
Según la teoría evolucionista de Darwin, las personas presentan variaciones aleatorias y la evolución viene determinada por la selección natural. De aquí a que una vez expuesta, se impusiera definidamente con una gran aceptación sobre las ya expuestas y presentadas por Lamarck según el cual refería que los caracteres adquiridos durante la vida de los individuos pasaban a la descendencia. El ejemplo clásico es el de la evolución del cuello de la jirafa.
Según la teoría de Lamarck, las primeras jirafas, al estirar continuamente su cuello por la forma de conseguir el alimento, llegaban a alargarlo, engendrando posteriormente descendientes con el cuello un poco más largo. Por su parte, Darwin sostenía que, nacidas al azar unas jirafas con el cuello más largo, eran las que mejor se habían adaptado al medio y sobrevivido mejor, engendrando más descendencia.
No menos importante se debe estimar “Las leyes de Mendel” quien es considerado el padre de la genética. En este caso, los elementos fundamentales son la combinación de los genes y su carácter dominante o recesivo. Las ideas de estos tres hombres forman, sin lugar a dudas, el cuerpo central de los conceptos en materia de evolución biológica o evolución de las especies.
Es justo además citar que uno de los ya antes mencionados filósofos de la Escuela Jónica de Miletos, Anaximandro; ya había intuido solo como una posibilidad, la idea de la evolución de los seres vivos.
Para Darwin, la vida es evolución y, con respecto a las especies estas se originaban de otras. Su teoría resalta en todo momento por una significativa señalización de la inevitable lucha por la vida y de la ventaja que en esta tienen los individuos más dotados y capacitados. Es justamente de este punto que parte la célebre idea de la selección natural.
Pudiera afirmarse sin temor a dudas que la teoría evolutiva o darwinista se concretan en los siguientes puntos:
  1. Las formas de vida no son estáticas, sino que evolucionan; las especies cambian continuamente; unas se originan y otras se extinguen.
  2. El proceso de la evolución es gradual, lento y continuo, sin saltos discontinuos o cambios súbitos.
  3. Los organismos parecidos se hallan emparentados y descienden de un antepasado común. Todos los organismos vivientes pueden remontarse a un origen único de la vida.
Para estos principios, la Selección Natural es la llave en dos fases, que explica todo el sistema.
La primera fase es sin lugar a dudas, la producción de variabilidad. La generación de modificaciones espontaneas en los individuos. Una segunda fase sería la selección a través de la supervivencia en la lucha por la vida. Los individuos mejor dotados; los que han nacido con modificaciones espontaneas favorables para hacer frente al medio ambiente; van a tener más posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de dejar descendencia con estas ventajas.
Con el Darwinismo entonces el ser humano dejaba ya de ser especial y diferenciado pasando entonces como el resto de los seres vivos, siendo resultado de un mismo proceso vital. La afirmación de un mundo en evolución sustituyendo la idea de un mundo estático y la afirmación de la comunidad de descendencia partiendo de un antepasado común, fueron aceptados pronto por una gran mayoría de los científicos serios, sin embargo; la gran polémica general mostraba un rechazo a la inclusión del hombre en la comunidad de descendencia de los animales.
El postulado de la selección natural ha sido uno de los puntos más discutidos partiendo de la idea de atribuir al azar, un protagonismo que lo separaba de cualquier idea o diseño ya intuido por Dios. La harmonía ascendente del mundo de los seres vivos no podía ser un resultado arbitrario y aleatorio de la selección natural. La fuerza de la realidad que se apreciaba en todo el medio natural y el hombre, arrojaban una fuerza superior en la aceptación de una harmonía u orden que exigía un proyecto pre establecido y no un mero resultado del azar.
Más tarde, en las décadas de 1930 a 1940, apreciándose nuevas investigaciones surgió lo que se conoce como “La Teoría Sintética de la Evolución”. Auguste Weissmann, un alemán seguidor de Darwin diferenció, por primera vez, dos tipos de células: las somáticas y las germinales. De aquí que demostrara la IMPOSIBILIDAD de transmitir los cambios adquiridos; cambios que no estaban en las células germinales.
Con esta distinción apreciable, Weismann excluía la herencia de los caracteres adquiridos propia del Lamarkismo. El alargamiento del cuello de las jirafas no se podía explicar por los persistentes esfuerzos adaptativos.
El nacimiento de una nueva ciencia, la genética; dio un golpe fatal al evolucionismo. El investigador Thomas Hunt Morgan sería quien profundizaría sobre las funciones de los cromosomas y los genes. Las leyes de Mendel y las funciones de los cromosomas parecían obedecer más a un principio de constancia y regularidad que a un principio de cambio.
Así, en el primer tercio del siglo XX, dominaba una continua lucha entre las fuentes científicas identificadas como lamarkistas, darwinistas, y geneticistas entre otras. Gracias a los esfuerzos de Dobzhanski, Ernst Mayr y G.G. Simpson, entre otros; nació una concepción general e integradora; La Teoría Sintética de la Evolución. Esta teoría rectificaba la de Darwin con respecto a la luz de la teoría cromosomática de la herencia iniciada por Mendel y de la genética de poblaciones. Esta teoría se caracterizó por:
  1. Un rechazo de la Herencia de los Caracteres adquiridos.
  2. La ratificación de los gradualismos en la evolución
  3. El reconocimiento del mecanismo de la selección natural en dos fases actualizadas. La primera referente a la producción de mutaciones cromosómicas o variabilidad genética. Y una segunda que consistía en la selección de los portadores de dotación genética más favorable para hacer frente a las presiones ecológicas. Estos últimos se supone que tendrían una probabilidad de supervivencia y de procreación más alta que el resto de la población.
De manera concluyente se pudiera afirmar que hoy el consenso del entorno de la teoría sintética está debilitado, aunque se presenta con alguna firmeza, pero a la vez, con importantes dificultades u obstáculos. Uno de ellos consiste en que no es posible explicar la permanencia de una especie cuando parte de sus individuos han evolucionado hacia formas más aptas constituyendo otras. Una segunda refiere a la imposibilidad, partiendo de un voluminoso registro fósil actual, de hablar de un proceso evolutivo gradual. La evolución, según se ha considerado por los descubrimientos fósiles, ha avanzado, pero no mediante cambios “súbitos”, sino más bien a través de “saltos”, entre otras dificultades.
Hoy aún siguen las incógnitas sobre si el orden natural es resultado de un designio o finalidad o si bien, es una realidad imprevisible y casual. Un producto al azar.
Las ciencias han caracterizado a los seres vivos mediante algunos aspectos a tener en cuenta. Los sistemas de impulso vital deberían mostrar algunas características definidas. De ellos pudiéramos mencionar:
  1. Deben de disponer de un sistema de decisión que les permita escoger entre diferentes opciones para conseguir su objetivo o finalidad. Implica a su vez, la existencia de grados de libertad en el sistema y, por otra parte, una inteligencia operativa. En este punto el “azar” no tiene lugar en un proceso evolutivo de esta clase.
  2. Estas opciones se tomarían en función de la información disponible para lo cual, sería entonces necesaria la existencia de un archivo que formara parte de este sistema.
  3. La bondad o buena fe del sistema evolutivo en sus faces se tendría que suponer “a priori” y, seguramente se tendría siempre “a posteriori”. De aquí que los seres en evolución estarían dotados de leyes morales para la convivencia y creación de la sociedad primitiva.
  4. El sistema en cuestión, habría de ser un sistema finalista; es decir, con objetivos. Entre estos a tener en cuenta: La progresión eficaz de los métodos; Garantías y seguridad; Coherencia y compatibilidad interna y; la optimización de los recursos; lo que representa un nivel de desarrollo de los seres vitales que los procesos evolutivos más arriba descritos no son suficientes en el momento de mirarlos en cada una de sus fases.

Desde 1862, los resultados de los meticulosos experimentos de Louis Pasteour establecerían que un medio verdaderamente estéril, permanecería siempre estéril y que los organismos vivientes complejos solo podían venir de otros organismos similares. Hasta fechas muy recientes, aun nadie ha podido sintetizar una protocélula utilizando los componentes básicos que tenga las propiedades necesarias para la vida (esto es haciendo referencia al enfoque “de abajo hacia arriba”), sin esta prueba de principio, entonces las explicaciones tienden a quedarse cortas. La teoría de la evolución de Charles Darwin presenta un mecanismo por el cual tales organismos pudieron evolucionar a lo largo de milenios desde formas simples, no obstante; no se aborda la chispa original por la cual surgieron incluso los organismos más simples. La presencia de la vida misma hoy impide la generación espontánea de compuestos orgánicos simples. Circunstancia que hace la búsqueda de las primeras formas de vidas dependientes del laboratorio.
Hasta aquí se ha tratado sobre las cuestiones referentes a las diferentes ciencias en contraste con la religiosidad del hombre primitivo y la supremacía de la idea de Dios entre los resultados arrojados a la luz de los avances científicos en sus distintas áreas. Ahora tocaría entonces cuestionarnos hasta donde el conocimiento sin Dios pudiera ser productivo y provechoso en su desarrollo para la humanidad.

DE LO QUE LOS CRISTIANOS CREEMOS Y AFIRMAMOS
Hay varios elementos que deben tenerse en cuenta cuando cualquier persona desde la fe trata un diálogo abierto con las ciencias. La primera de ellas es que la Biblia no es un libro de ciencias. La Biblia es un libro de Fe, es un libro religioso. La Biblia es la historia de la Salvación; el registro histórico de la manifestación, de la revelación de Dios para con el hombre.
Un segundo aspecto que debe tenerse en cuenta es referente a la exégesis bíblica. La interpretación adecuada de las Escrituras Sagradas debe de hacerse usando los métodos adecuados. De aquí a que sea de importancia suprema tener en cuenta; 1. El conocimiento y estilo de la lengua original en que fue escrito el texto bíblico; 2. Las razones por las que fue escrito y el medio por el que llegó a nuestras manos; 3. Si el pasaje en cuestión ha de interpretarse de manera Alegórica o Literal; entre otras cosas.
Desde los tiempos más antiguos de los que se cuentan historias, en todos los pueblos y culturas el epos funda el ethos. La narración de un pasado, en ocasiones épico o en otras, histórico se fungen como la evocación de los orígenes, como rememoración de las intervenciones divinas o heroicas. El mismo tiene una función de hermenéutica existencial y quiere arrojar su luz sobre el presente. El conocimiento de lo que fue, funda la normativa de lo que ha de ser, y de lo que se ha de hacer. Esta narración en la gran mayoría de los casos, apunta y termina en la práctica, en la moral, en las costumbres. Toda cultura consta de un relato y de un modo de actuar que lo prolonga y es su correlato.
El cristianismo, a diferencia de la gran mayoría de las religiones que existían en el tiempo en que esta surgió; y hoy, aun en nuestro presente; le identifica un carácter histórico que la diferencia de toda comparación. El testimonio del cristianismo es siempre una apelación a los hechos; a lo que Dios ha hecho para revelarnos su mensaje de salvación, y a la persona sagrada de Jesús de Nazareth que ha podido interpretarnos correctamente a Dios por ser su Verbo, “el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia”.
El conocimiento del Dios verdadero solo puede obtenerse mediante un paso de fe.
Los primeros cristianos lo evocaban de esta misma manera cuando escribieron el antiguo Símbolo Romano, la confesión de fe más antigua de nuestra propia historia: “CREO EN DIOS PADRE TOPODEROSO, CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA…”; la Biblia comienza a un mismo tenor: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…” No se limita a dar elementos fehacientes sobre los mismos detalles de todo lo que Dios Hizo. Simplemente narra la creación de todo lo que existe atribuyéndola a Dios y no meramente al azar ni a la casualidad.
Existen dos formas de interpretar el Poema de la Creación que nos narra el libro de Génesis en sus primeros capítulos. Estas dos formas pudieran ser ya la Alegórica o bien, la Literal. Lo importante es que tanto la interpretación de la primera como de la segunda, en ambos casos el “Sitz im Lebem” (Estipulación Fundamental) siempre es el mismo.
De aquí a que podamos resumir las conclusiones fundamentales referentes a la creación a la luz de las Escrituras Sagradas, en los siguientes puntos:
  1. DIOS ES EL AUTOR, DISEÑADOR, LEGISLADOR Y CREADOR DE TODAS LAS COSAS QUE EXISTEN. De aquí que simplificaremos TODAS LAS COSAS, a la creación de la materia. Una creación que Dios hizo de la nada.
Tomando elementos literales del estilo y la escritura que el autor del Génesis usó, es justo señalar el uso del término hebreo “barah” que en su significado infiere, “crear a partir de la nada”. En el Poema de la Creación este término es usado en tres ocasiones, 1. Gen 1 -1, Cuando hace referencia a la creación a partir de la nada, de todo lo que existe (En este caso, la materia); 2. Gen 1 – 21 Cuando hace referencia a la vida de todo lo que vive en el mar y; 3. Gen 1 – 27; Cuando hace referencia a la creación del hombre a su imagen y semejanza. En los textos que siguen a este versículo entendemos entonces que lo que Dios creó de la nada en este caso es lo que entendemos y aun es objeto de debate entre los teólogos en lo referente a, “su imagen y semejanza”.
  1. La Biblia usa el termino hebreo para días “yom”, sin embargo, aun cuando se entienda que hace referencia a 6 días de 24 horas literales o, bien haga referencia a 6 eras geológicas que puedan haber durado millones de años, lo cierto es que la cuestión no merece mucho más debate del que se ha hecho al considerar que, Dios es un Ser TRASCENDENTE por lo que infiere que para él no existe el tiempo, esto es, pasado o futuro.
  2. El poema de la creación no se limita ni detiene a especificar los detalles o procesos que tuvieron lugar a la formación de nuestro mundo y el surgimiento de todas las especies que hoy existen. De aquí que el término evolución no sea del todo descartado puesto que es un fenómeno muy perceptible al día de hoy cuando se prueba la unión, por citar un ejemplo; de dos clases de perros diferentes de donde se observa que de esta unión, surge una nueva especie de perros con rasgos de ambos ascendentes, pero, sin embargo, no de la misma clase ni del mismo tipo sino, uno con rasgos de ambos, pero, aun así, diferente, aunque sigue siendo un perro.
  3. Un dato que todos debemos considerar adecuadamente y con sus debidos límites que corresponden es el que surge a la luz el Gen. 2 – 7, cuando hace referencia a que Yahvé hizo al hombre del polvo de la tierra. De aquí podemos afirmar sin lugar a dudas los materiales que usó Dios para hacer al hombre, sin embargo: 1, La Biblia no especifica ni precisa toda vez ¿Qué forma tenía el polvo de la tierra, o si no tenía ninguna? Esto no infiere en modo alguno que el hombre proceda de un proceso evolutivo procedente de una especie de simio; de hecho, hoy la evidencia científica tiende a dudar más este postulado que defenderlo, sin embargo; es un elemento que no debe ser pasado por alto ni descartado. 2. La exégesis progresista ha señalado que tanto los nombres de Adán como el de Eva, puedan ser simbólicos o bien representativos. De aquí entonces que la exegesis alegórica se separe considerablemente de la exégesis literal, pero, aun así, el “Sitz im Lebem” del relato sigue siendo el mismo. Ya se haga referencia a una pareja en singular o bien pueda hacer referencia a comunidades de hombres, llámense, primitivos.
De estas distintas interpretaciones surgen los conceptos teológicos conocidos como monogenismo, en contraposición al poligenismo o poligeneticismo; aunque ambos conceptos atribuyen la existencia del hombre a un diseño único.
A la luz de la anatomía se evidencia que el cuerpo humano tiene la misma forma, desde el pigmeo a los watuzis gigantes, y desde el escandinavo más blanco hasta el africano más negro. De la fisiología sabemos que las variaciones en la respiración y el pulso son mínimas entre los seres humanos. Desde la Psicología sabemos que las facultades de percepción, los esquemas de reacción y la función del sistema nervioso central son similares en todos los seres humanos y, como último elemento, la reproducción provee el dato fundamental de la fertilidad interracial.
Aun así:
  1. En algún momento de su historia el hombre (como género) o los hombres (como comunidad), perdieron su relación personal con Dios al revelarse contra el mismo dando origen en su rebelión al pecado o, bien pueda ser porque desobedeciendo a Dios, la pareja inicial comió el fruto del árbol prohibido.
  2. Las consecuencias de esta rebelión contra Dios fueron las separaciones de la comunión del hombre, o los hombres con Dios, al mediar en medio de ellos el pecado que los separaba de Dios.
  3. Desde entonces surge la cuestión de la redención y de un redentor, que cargaría sobre sí mismo las rebeliones de los hombres y mediaría de esta forma, creando el puente que anteriormente se había derrumbado, entre Dios y los Hombres debido a la rebelión de estos.
Desde esta visión entonces comprendemos lo que experimentamos cuando nos sentimos como criaturas. Cuando miramos al cielo infinito y todo cuanto nos rodea, y podemos dar gracias a nuestro Dios por lo maravilloso de su creación y entonces entendemos mejor el sentido de nuestra propia existencia, y la necesidad de nuestra relación con ese Dios maravilloso, creador de todas las cosas y que se expresa mediante nuestra adoración. Es un motivo de alabanza y contemplación. La humanidad no es la visión que el marxismo presentó como animales económicos cuyas luchas de clases son el fundamento de la ética. Tampoco la visión freudiana de los seres humanos entendidos primaria y esencialmente como producto de sus instintos sexuales, dominados por actividades sexuales anómalas o; la visión totalitarista de los seres humanos entendidos como instrumentos políticos del estado civil omnicompetente. Tampoco la triste visión racista según la cual las diferencias y los conflictos raciales son aspectos muy importantes en la vida humana y existen por ello razas superiores y otras inferiores y; mucho menos la visión naturalista de una humanidad según la cual el ser humano es el resultado de posicionamientos accidentales de átomos. El hecho de que exista un orden, es el resultado inmediato de la acción de alguien que ordenó. Si existen reglas, se debe a que alguien las legisló; si existe una creación, es por el resultado directo de un Creador.
La ciencia contemporánea ha formulado el resultado de sus investigaciones en una manera de aseveraciones comprobadas que a la vez dan paso a las tesis que, desde las enseñanzas bíblicas, los cristianos hemos creído y afirmamos. A continuación, podemos observar según se ha formulado la Ley de la conservación de la materia:
En toda reacción química se conserva la masa; esto es, la masa total de los reactivos es igual a la masa total de los productos resultantes. De aquí entonces a que la materia no se crea ni se destruye; solo se transforma y permanece invariable”. Entonces la creación, sostén y reglamentación de la materia en sus partes y funciones, atribuidas a Dios por la fe cristiana son los fundamentos que pueden complementar esta ley. La termodinámica ha realizado sus postulados sobre la energía térmica en términos muy similares. Todos estos ejemplos no son más que los aportes que la ciencia brinda desde su investigación y que solo desde la fe pueden ser complementados.
Los cristianos y la humanidad en general hemos sido testigos de lo que ha sucedido cuando la ciencia ha tomado el camino en su investigación independiente, a fin de hacer postulados y presentar teorías alienadas con respecto a la fe cristiana y en su contraposición.
Basado en el principio de la ya pasada era modernista sobre la “benevolencia” del conocimiento, todos hoy somos testigos de los grandes peligros y consecuencias que estos postulados han traído.
En Alemania arraigó hondo el evolucionismo. Su historia reciente era interpretada como una confirmación de la idea de supervivencia de los más aptos. En 1871, doce años después de la publicación de “El Origen de las Especies” y, en el mismo año cuando se presentaría la teoría evolucionista del hombre partiendo de un animal similar a un simio; Alemania salía victoriosa de la guerra franco – prusiana; unificada y llena de entusiasmo nacional se proclamó, en el conquistado palacio de Versalles, el II Reich. Por medio de la lucha Alemania se elevaba por encima de todos. Años después, Adolf Hitler apropiándose de ideas de Nietzsche de raíz darwinista, loara las excelencias de la raza aria, la más idónea en la lucha por la vida a través de la tradición del Volkisch. Esta fue sin lugar a dudas, la corriente de pensamiento más importante que ayudó a preparar el terreno para la aparición de la ideología nazi, muy asociada con una fuente inagotable de principios racistas y estereotipos antisemitas, y que posteriormente costarían la vida de alrededor de 6 millones de judíos en lo que hoy conocemos como el Holocausto Judío, por la simple razón de considerarlos inferiores, entre otros tantos justificantes. Así, durante el III Reich, la comunidad Volk (Volksgemeinschaft) se convertiría en la denominación oficial para la “comunidad de sangre” y raza que la Alemania de Hitler se esforzó en instituir.
El darwinismo de corte Social fue de igual forma, la ideología que alimentó el sistema del Apartheid en Sudáfrica y la segregación de las personas de color en muchos países del mundo. Este triste fenómeno fue implantado por colonizadores ingleses y holandeses, como símbolo de una discriminación política, económica, social y racial contra las personas de color por el triste y erróneo concepto de considerarlos inferiores.
Desde el punto de vista de los avances científicos alienados de la fe cristiana, el mundo fue testigo en la primera parte de la segunda posguerra, del miedo ante el nuevo poder de destrucción que había surgido con la invención de la bomba atómica. El hombre se vio de repente con capacidad no sólo para destruirse a sí mismo, sino también a la tierra. Durante largo tiempo, lo que salvó a la humanidad de los horrores de una guerra nuclear fue de facto, la rivalidad entre bloques de poder contrapuestos y, el miedo a provocar con la destrucción del otro, también la propia destrucción. La limitación reciproca de poderes y el miedo a sucumbir, resultaron ser fuerzas de salvación.
Hoy hay un nuevo poder que se levanta fruto de la ciencia y que es igual de peligroso, aunque a primera vista parezca benéfico y digno de toda aprobación.
El hombre ya es capaz de hacer hombres mediante la clonación.
Es digno señalar que esto no ha sido logrado de acuerdo a las teorías evolucionistas de átomos en movimiento más tiempo, más casualidad. Los logros en esta materia que se han obtenido al día de hoy han sido siguiendo un diseño ya muy bien estudiado por personas muy capacitadas; en laboratorios con equipos de alta tecnología y, en condiciones ya preparadas por el propio hombre y usando materia ya existente. Sin embargo, el peligro de este proyecto y sus posibles consecuencias de llevarlo a cabo han producido una preocupación de carácter mundial. Por este medio el hombre se convertiría en un producto y de esta suerte, su relación consigo mismo cambiaría radicalmente. Ya no es entonces un don del Dios creador, sería un producto fabricado por él mismo. Ahora la tentación de construir al hombre perfecto, la tentación de hacer experimentos con el hombre, la tentación de considerar a los hombres como basura y de deshacerse de ellos no son ya fantasías de personas hostiles al progreso.
Una última cuestión a considerar es lo que nosotros mismos hemos hecho a nuestro propio medio ambiente. La tala indiscriminada de bosques, el desarrollo de las industrias y como consecuencia directa, la contaminación de nuestro propio medio ambiente, han contribuido de forma radical a poner en peligro nuestra propia existencia en nuestro planeta.
Hoy aún se hacen múltiples esfuerzos a niveles internacionales a fin de tratar de parar el acelerado deterioro de nuestro planeta y las consecuencias inviables que vendrían consigo. El cuidado del medio donde vivimos y donde vivirán nuestros hijos es una responsabilidad general de todas las personas y hoy es urgente que se tenga conciencia de la misma.
La religión cristiana pudiera de facto, como lo ha sido en muchos momentos, cuestionada a fin de sus metas y, lamentablemente en muchas ocasiones, de sus propios intereses; sin embargo, ahora cabría cuestionarse ¿hasta dónde es fiable del todo la razón y el conocimiento sin el temor de Dios? Al fin y al cabo, la bomba atómica ha sido un producto del conocimiento humano; también la posible producción y la selección de hombres han sido creadas por la razón y el conocimiento humano. ¿No habría que poner al conocimiento humano bajo observación? ¿O no deberían quizás circunscribirse recíprocamente la fe y el conocimiento; mostrándose una a otra sus respectivos límites y ayudarse a encontrar una a otra el camino?
Hoy sabemos que ha sido un error confiarse en la benevolencia del conocimiento, y esto, porque el mismo conocimiento no es ni positivo ni negativo. El conocimiento es neutral. Su valor moral lo aporta la persona que lo conoce y practica.
La fe y el conocimiento han de andar juntos, tomados de la mano en un gesto de transparencia, unión y conociendo sus respectivos límites. Existe una unión que es indisoluble entre el conocimiento y la fe. La fe necesita ser conocida y el conocimiento necesita ser creído. Las ciencias deben realizar sus investigaciones y presentar sus postulados con la convicción del temor traducido en respeto, en un gesto de adoración para con el Dios Creador. El hombre de ciencias debe andar cautelosamente en cada proyecto que emprenda, con la convicción que él mismo se adentra en un camino que lo conducirá al final de su trayectoria, a un encuentro con el creador de todas las cosas, y a descubrir esas maravillas que aún muchas de ellas permanecen ocultas al conocimiento humano.
Es como andar con el espíritu cauteloso e investigativo del medio que nos rodea, pero a la vez; caminando con los pies descalzos, porque el suelo que pisamos, santo es.



Raudel García Bringas
Batabanó; Diciembre 19 del 2015






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