jueves, 11 de junio de 2015

II Efesios



3:2-13 Una digresión: el ministerio apostólico de Pablo
Pablo se aparta bruscamente de lo que estaba por decir, porque, luego de
haberse presentado brevemente en el v. 1, siente que debe ampliar esa
presentación antes de continuar (ver nota en la BA). Ha sostenido que es un
hombre de Cristo Jesús que está preso (¡eso es lo que significa prisionero de
Cristo Jesús, no que Jesús sea el carcelero!) a favor de vosotros los
gentiles... Este último concepto es el que necesita ser elaborado. Su
apostolado a los gentiles es lo que domina los vv. 2-13, ampliando y
reorganizando el contenido de <510123>Colosenses 1:23-29. La sección está
compuesta por tres oraciones en gr. Los vv. 2-7 retoman el tema de la
revelación del misterio de la reunificación cósmica en Cristo, introducido en
<490109>Efesios 1:9, 10 y 2:20: una revelación en la que se destaca la inclusión de
los gentiles (6). La segunda frase, vv. 8-12, centra la atención más
particularmente en el propio papel de Pablo como Apóstol a los gentiles, y en
la gracia admirable que lo hace (aunque es menos que el menor de todos los
santos) el elegido para llevar el evangelio de reconciliación cósmica.
Finalmente, en el v. 13, Pablo vuelve a sus sufrimientos por el evangelio, el
tema que motivó la digresión.
2-7 La digresión comienza con la virtual certeza de Pablo de que sus lectores
saben acerca de la comisión que Dios le ha dado. Es más que razonable que él
pudiera esperar esto. El mismo había llevado el evangelio de la inclusión de los
gentiles desde Jerusalén, alrededor del Mediterráneo y hasta Yugoslavia (el
Ilírico mencionado en <451519>Romanos 15:19), y tenía intenciones de ir a Roma y
España (<451514>Romanos 15:14-24). Además, había estado estacionado en Efeso
durante tres años, desde el 52 al 55 (<442031>Hechos 20:31), desde donde sus
colaboradores habían llevado el evangelio al menos hasta Colosas y Laodicea
en el este, y probablemente también hasta los otros centros del área. No
obstante, la forma en que habla es una nueva indicación de que estaba
escribiendo una carta general a las iglesias que no lo habían conocido, y no a
los efesios únicamente, los cuales no habían meramente “oído” acerca de su
ministerio.
Aun cuando esté claro el sentido general de los vv. 2 y 3, el significado más
preciso es difícil de asegurar (¡compárense las distintas traducciones!). Mucho
depende de la frase que se traduce la administración de la gracia de Dios
que me ha sido conferida en vuestro beneficio. La RVA conserva parte de
la ambigüedad del gr. que usa Pablo. Pero ¿querrá decir: (a) “la forma en que
Dios me confió la gracia que me dio para ustedes”, es decir, que fue por
revelación que hizo conocer el misterio; (b) “la manera en que se expresa la
gracia que él me dio” (según Caird); (c) “la misión [o responsabilidad] de la
gracia que Dios me encomendó en orden a vosotros” (BJ); o (d) “el plan o
disposición de la gracia que Dios me dio”, es decir, el contenido conceptual
del misterio? La argumentación de cada posición encuentra elementos para esta
división, pero la sintaxis y la relación con los vv. 3 y 4 quizá pesen ligeramente a
favor del primero. Pablo, entonces en los vv. 2-4, parece afirmar que Dios le
confió la gracia del evangelio para los gentiles al revelarle a él el misterio sobre
el cual el Apóstol ya ha escrito brevemente (¡es decir, los caps. 1 y 2!), y que
los lectores pueden comenzar a captar el significado de la esencia del evangelio
a partir de lo que él dice.
5, 6 Transfieren la atención hacia el nuevo contenido de la verdad revelada que
aquí está en juego. Las palabras de Pablo sugieren que había insinuaciones del
evangelio en el AT, cosa que Pablo declara abiertamente, p. ej. en Romanos 4;
cf. <450925>Romanos 9:25—10:21. Pero que Dios hiciera a los gentiles
coherederos, o cointegrantes del cuerpo (Pablo acuña una nueva palabra para
explicar mejor el concepto) de un nuevo pueblo de Dios, y copartícipes de la
promesa de la nueva creación en Cristo, era algo indiscutiblemente nuevo. Las
tres expresiones que Pablo utiliza comienzan con el mismo prefijo (en gr.) que
significa “con”, como aquí. Generalmente se interpretaba que pasajes como
<230201>Isaías 2:1-4 significaban que los gentiles se unirían, llenos de admiración, al
Israel restaurado, y se convertirían en prosélitos o judíos. La revelación
decisiva del misterio de la plena bendición a los gentiles no se había producido
sino ahora, y fue dada a los santos apóstoles y profetas de Dios. En el
comentario sobre <490220>Efesios 2:20 indicamos la razón sintáctica por pensar que
se referiría a “apóstoles funcionando como profetas”, aunque la sintaxis
permitiría el significado de “apóstoles y profetas funcionando en unidad”. El
argumento más fuerte en favor de la última interpretación es 4:11, pero
debemos decir que no conocemos profetas en la iglesia primitiva (aparte de los
apóstoles) que hubieran recibido tan importante revelación, y el contexto es
específicamente lo que Pablo dice sobre su comisión apostólica. Si nos
preguntamos cuándo fue que Pablo recibió la esencia de esa revelación,
indudablemente fue en la misma experiencia en el camino a Damasco (cf.
<442612>Hechos 26:12-18; Gál 1:11, 12, 15, 16), pero el proceso por el cual fue
revelado y establecido a un círculo más amplio de apóstoles (5) llevó más
tiempo (cf. Hechos 15; Gálatas 2), y quizá en el mismo hayan participado
profetas. Algunos creen que <441528>Hechos 15:28 sugiere esto.
6 Este versículo concluye con la afirmación de que los gentiles reciben su
bendición en Cristo, a través del evangelio. El v. 7 es parte de la misma oración
gramatical gr. que Pablo comenzó en el v. 2 y no una nueva oración, como en
la RVA. Aquí Pablo da forma final al párrafo, volviendo al pensamiento de la
gracia de Dios y el poder dado a Pablo para ser siervo de este evangelio.
Nota. El calificativo de santos dado a los apóstoles y profetas ha causado
problemas. Algunos lo consideran una posterior restricción del catolicismo
temprano a la expresión “los santos” que Pablo utiliza normalmente para
referirse a todos los creyentes en Cristo. (La palabra gr. hagios puede ser un
adjetivo que significa “santo, separado por Dios para algún uso en particular”, o
un sustantivo que signifique “santo”, “apartado”). Pero esto no es convincente,
ya que Efesios usa el sentido más amplio en toda la carta (<490101>Efesios 1:1, 4,
15, 18, etc.). Tampoco es obvio que Pablo venere aquí a los apóstoles en
forma especial, comparados con otros creyentes... ¡Por cierto, en el v. 8 él se
describe a sí mismo como menos que el menor de todos los santos! La
explicación puede encontrarse probablemente en la influencia de
<510126>Colosenses 1:26, 27 donde las palabras son muy similares, pero se dice
que el misterio ha sido revelado “a los santos”. Cuando Pablo, habiendo releído
el pasaje de Colosenses, cambió el énfasis a que la revelación había sido hecha
a los apóstoles, la palabra hagios simplemente permaneció, pero aquí con una
fuerza diferente: ahora denota a los “apóstoles y profetas” como “apartados
para Dios” para su función distintiva como receptores de la revelación central.
8-12 Estos versículos retoman y desarrollan el tema del servicio de Pablo para
el evangelio. Su afirmación de ser menos que el menor de todos los santos va
más allá que la anterior en que hablaba de ser el más insignificante de los
apóstoles porque se había opuesto al evangelio y había perseguido a los
seguidores de Jesús (ver <461509>1 Corintios 15:9; pero cf. <540115>1 Timoteo 1:15
donde se llama a sí mismo “el primero de los pecadores”). Aquí es una
exageración deliberada para magnificar la maravilla de la gracia de Dios que lo
hizo Apóstol a los gentiles, con un evangelio que habla del insondable tesoro de
Cristo, con una importancia de proporciones cósmicas. Más específicamente,
Pablo ha recibido la tarea de llevar a las personas a ver el misterio cósmico
finalmente revelado, y cómo Dios ha elegido para desarrollar en la práctica su
propósito eterno (9). El verbo que la RVA traduce como aclarar significa
iluminar” (BA, VHA, “sacar a luz”), y presume una niebla de oscuridad
espiritual que debe ser dispersada. El lenguaje probablemente se refiera en
forma principal a la conversión (cf. <490508>Efesios 5:8-14; <442617>Hechos 26:17, 18;
<470404>2 Corintios 4:4-6; <520504>1 Tesalonicenses 5:4, 5), pero Pablo tiene en mente
un sentido continuo que se hace realidad en su propio ministerio de enseñanza y
de oración intercesora por sus iglesias (ver, p. ej. <490118>Efesios 1:18; 3:18). La
importancia de esta continua “iluminación” se presenta en el v. 10, en que el
propósito total de Dios para el ministerio de predicación, enseñanza y oración
de Pablo es que la iglesia sea edificada para convertirse en la manifestación de
la rica y multiforme (la palabra utilizada aquí significaba originalmente
multicolor”) sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los
lugares celestiales.
¿Qué implica esto? Los principados en cuestión son probablemente la totalidad
de los seres celestiales; no solamente los ángeles de Dios, ni solamente los
poderes malignos de 6:12, sino ambos. Son los testigos reunidos, ante los
cuales Dios demuestra su sabiduría, y lo hace a través de una iglesia que la
expresa. Esa sabiduría es su propósito eterno en Cristo (11), que claramente
no es otra cosa que su intención de unir todas las cosas en Cristo (<490109>Efesios
1:9, 10). Se expresa en una iglesia universal donde judíos y gentiles viven y
adoran en un cuerpo, en armonía con Dios y con los hermanos y hermanas en
Cristo (cf. Efesios 6; 2:11-22). La enseñanza y la oración de Pablo en Efesios
1—2 está, por tanto, dedicada a destacar y promover dicha unidad, al igual
que su exhortación en los caps. 4—6. El cree que esto es un testimonio central,
si no el testimonio central, para el evangelio. En esto sigue a Jesús, cuya
oración testamentaria final en Juan 17 se centra en el pedido de que Dios
mantenga a la iglesia en una unidad de amor que se corresponda y sea
testimonio de la unidad de amor entre el Padre y el Hijo.
13 Nos trae nuevamente a la afirmación del v. 1, de que su encarcelamiento es
a favor de vosotros los gentiles”. Sus lectores podrían sentirse desanimados
porque Dios hubiera permitido esta aparente tribulación, pero Pablo desearía
más bien que ellos la consideraran vuestra gloria. ¿Por qué, después de todo,
había sido arrestado el Apóstol? Fue por defender la igualdad de los creyentes
gentiles con los judíos en el pueblo único de la nueva creación de Dios, el
cuerpo de Cristo. Esto enfureció a los judíos (¡y también a algunos cristianos
judíos!), ya que era un golpe a su sensación de privilegio espiritual. Y fue ese
violento antagonismo el que promovió las circunstancias del arresto, prisión y,
finalmente, el martirio de Pablo (ver Hechos 21—28). Lo que es más, Pablo
había ido a Jerusalén teniendo plena conciencia de los peligros (<451530>Romanos
15:30, 31), y llevando una ofrenda de las iglesias gentiles a la iglesia de
Jerusalén, como muestra del amor y del sentir de deuda de aquéllas para con la
iglesia madre, por la bendición espiritual del evangelio que habían recibido
(<451526>Romanos 15:26, 27). Pablo esperaba que esto ayudara a sellar la unidad
entre ambas iglesias, que constantemente habían estado bajo ataque. Los
cristianos judíos habían acosado a las iglesias de Pablo durante todo el
ministerio del Apóstol (ver, p. ej. 2 Corintios 10—13; Gálatas 1—2; 6;
Filipenses 3), y un hombre de menor categoría simplemente se hubiera lavado
las manos de todos ellos. Pero Pablo, no obstante, fue a Jerusalén como
apóstol del evangelio a los gentiles y del evangelio de la reconciliación cósmica.
El, un judío, había dedicado su vida a llevarles ese evangelio a los gentiles, y
pensaba que valía la pena correr cualquier riesgo para promover la unidad con
la iglesia judía. Por eso sus cadenas eran la gloria de los gentiles. Y si
observamos cuál fue el resultado final para Pablo, entonces, realmente, “no es
exagerado decir que Pablo murió como mártir de la causa de la unión cristiana”
(Findlay, The Acts of the Apostles, p. 32). Hay aquí un profundo desafío para
nuestras iglesias protestantes hoy, que tan fácilmente se dividen y vuelven a
dividirse, por temas relativos a “la verdad”, muchas veces sin darse cuenta de
que al hacerlo están comprometiendo la verdad central del evangelio de
reconciliación y restauración de la unidad en Cristo.
3:14-21 Pablo finaliza el informe sobre su oración. Doxología
Pablo ahora retoma y completa la oración que dejara inconclusa en el v. 1, y
nos lleva a la parte final del informe sobre su tarea intercesora, que comenzara
en <490117>Efesios 1:17. El tema aquí complementa lo que se ha dicho hasta ahora.
En <490117>Efesios 1:17-23 oraba básicamente para que sus lectores tuvieran un
entendimiento espiritual más profundo del misterio central de la voluntad de
Dios; específicamente, que pudieran captar con gozo la esperanza cristiana, y
confiar en el poder salvador y reconciliador de Dios en ellos, que comenzaba
ya a unir todas las cosas en Cristo. Aquí ora para que sus lectores lleguen a
tener el poder para comprender (y conocer realmente) la plenitud del amor de
Cristo. Cuanto más profundo sea ese conocimiento en la iglesia, más
intensamente reflejará ésta la unidad, la armonía y la vibrante paz mesiánica que
finalmente será restaurada por Dios en la nueva creación.
Esta parte final del informe de Pablo sobre su oración constituye el clímax del
mismo. 14 Aquí vemos a Pablo postrándose ante Dios, de rodillas y con la
cabeza inclinada hacia la tierra, como alguien que hace una reverencia y trae un
asunto de suma urgencia a un rey poderoso (la posición más común para orar
era de pie). Pablo ciertamente quería transmitir la impresión del poder de Dios.
Si lo llamamos Padre (ver sobre <411436>Marcos 14:36; <421102>Lucas 11:2;
<450814>Romanos 8:14-17), debemos recordar que esto no es solamente una
expresión de intimidad. En el Oriente el padre es el que rige la familia, aquel a
quien se participan todos los temas importantes, y a quien los hijos (no importa
su edad) brindan, en obediencia, un trato deferente. Cuando los judíos
hablaban de Dios como Padre, querían decir que gobernaba al mundo que le
debía obediencia.
15 Este sentido del poder de Dios es reforzado por el agregado de de quien
toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra (correctamente
traducido por la RVA y otras versiones en castellano). Por esto, el v. 15 es
básicamente una afirmación de Dios como creador de todos los grupos de
seres vivientes (cf. <490309>Efesios 3:9; <460806>1 Corintios 8:6; <510115>Colosenses 1:15-
18), y como aquel que soberanamente da a cada uno su “forma” y papel
individual. En la tradición hebrea el hecho de que Dios ponga nombres a sus
criaturas no es solamente para darles una “etiqueta” para reconocerlas, sino
para determinar lo que son. El lector hispano puede preguntarse por qué Pablo
usa aquí la palabra “familia” (gr. patria), pero sería evidentemente apropiado
para el lector gr. como un juego de palabras con pater, “padre”. La palabra
significa todos aquellos que derivan de un mismo antepasado o, en el caso de
los seres angélicos, todos los de una misma clase (véase la nota en BJ).
16-19 La oración de Pablo está compuesta por dos (o quizá tres) peticiones.
La primera, en los vv. 16, 17, es que Dios los fortalezca con el extraordinario
poder del Espíritu en el hombre interior (los corazones del v. 17; ver 1:18).
Esto se define, no en términos de carisma de una clase o de otra, sino como un
habitar (más pleno) de Cristo en los lectores, de modo que estén arraigados y
fundamentados en el amor. Al comenzar el v. 17 con las palabras para que,
RVA y VHA dan la impresión de que Pablo dice que los lectores deben
primero ser fortalecidos por el Espíritu para que luego (en consecuencia)
Cristo pueda habitar en sus corazones; pero esta impresión es errónea. 17
Explica el pedido: “Es decir, que Cristo habite en vuestros corazones.” Pablo
no está orando para que tengan una experiencia mística; mucho menos, para
que nuestras identidades humanas sean borradas y que nos convirtamos “sólo
en canales”. Pablo ora para que Cristo habite en nosotros por medio de la fe;
es decir, que vivamos nuestras vidas con una confianza amorosa más plena en
él, siendo cada vez más profundamente moldeados por “el acontecimiento de
Cristo” (como en <480220>Gálatas 2:20; donde la primera parte del versículo se
explica en la segunda). Es este habitar de Cristo el que fortalece la vida del
creyente y lo mantiene sobre un fundamento firme, especialmente en tiempos de
prueba (cf. <510111>Colosenses 1:11; <500412>Filipenses 4:12; y sobre todo en <471102>2
Corintios 11:21b—12:10).
La segunda petición está en los vv. 18, 19a. Es una oración por comprensión
espiritual profunda y un conocimiento real del amor de Cristo, que
paradójicamente está más allá de lo que la experiencia humana permite
conocer. Digno es de señalar que la frase junto con todos los santos es
significativa. Pablo no busca un conocimiento “solista” del amor de Cristo, sino
el amor que se conoce en forma corporativa y que une. Hablando estrictamente
también, las palabras de Pablo en su oración del v. 18 no expresan en realidad
el deseo de que captemos las cuatro dimensiones del amor de Cristo. Eso
podrá ser en última instancia lo que quiere decir, pero también es una
simplificación de lo que dice, de ser capaces de comprender... cuál es la
anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y [o “es decir”] de conocer
el amor de Cristo. En el v. 18, Pablo en realidad no especifica a qué
corresponden esas cuatro dimensiones que menciona. En el judaísmo, las
dimensiones podían ser utilizadas al hablar de la insondable sabiduría de Dios
(ver, p. ej. <181105>Job 11:5-9 para las cuatro, y cf. <451133>Romanos 11:33, 34,
donde lleva a una doxología como aquí; <510202>Colosenses 2:2, 3), y quizá esto
sea lo que Pablo quiere decir (cf. <490310>Efesios 3:10). Pero aun siendo éste el
caso, la sabiduría de Dios entra en la escena en relación con su amor que une
en Cristo, por lo que la cercana conexión con el v. 19 es segura.
Alternativamente (como lo presumen la RVA y otras), Pablo quizá no haya
incluido las palabras “del amor de Cristo” en el v. 18 porque esta expresión se
haría explícita por medio de la elaboración provista en el v. 19a.
El v. 19b, o bien presenta una tercera petición, o (más probablemente) el
resultado de una comprensión plena del amor de Cristo. En cuanto al sentido
de seáis llenos ver <490123>Efesios 1:23. Donde el amor de Cristo es conocido en
profundidad, allí está él ejerciendo ya su gobierno, llevando a cabo en sí mismo
la unión del cosmos, en una armonía con Dios que es el resultado de la nueva
creación.
La doxología concluye formalmente y redondea la primera mitad de la carta
con una invitación a la adoración agradecida, así como comenzó (<490113>Efesios
1:13, 14). Ofrece una transición entre la oración de Pablo y la sección de
enseñanzas y las consiguientes exhortaciones directas (caps. 4—6; cf.
<451133>Romanos 11:33-36 que tiene una función similar). Esta doxología sirve una
vez más para recordar a los lectores de lo que es el poder de Dios, inmenso y
lleno de gracia que actúa en ellos (cf. <490119>Efesios 1:19—2:6), que no es para
satisfacer pedidos egoístas, sino para promover la esperanza plena de confianza
en su nueva creación, y peticiones que se correspondan con la intención de
Dios para la iglesia en esta era. La doxología es notablemente insólita al pedir
que la gloria sea dada a Dios por medio de la iglesia (21); pero esto es lo
apropiado, dada la visión de la iglesia en el plan cósmico de Dios que Pablo
nos ha dado. Es también una invitación implícita a los lectores a que se
aseguren (en cuanto de ellos dependa) de que la iglesia tenga un carácter tal
que refleje la gloria de Dios.
4:1—6:20 PALABRAS DE ALIENTO PARA VIVIR EN LA
PRACTICA EL EVANGELIO DE LA RECONCILIACION
COSMICA Y UNIDAD EN CRISTO
La segunda parte de la carta explora la aplicación del evangelio de
reconciliación y unidad en la vida de la iglesia. Gran parte de ella toma la forma
de una apelación directa, pero está construida sobre la base de lo que se ha
dicho en los capítulos anteriores, y el contenido se refiere constantemente a lo
que Pablo dijera en las secciones iniciales de acción de gracias, oración y
enseñanza. El tema recurrente de cómo “vivir” (en realidad, Pablo usa la
metáfora heb. de “andar”) a la luz del evangelio es el hilo conductor de
<490401>Efesios 4:1 en adelante (<490417>Efesios 4:17; 5:2; 8, 15).
4:1-6 Apelación inicial a vivir una vida que
evidencie la armonía de la nueva creación
Aquí Pablo habla de nuestro llamado como un llamado a vivir juntos en una
forma que encarna la unidad cósmica que Dios ha introducido. De esta forma el
pasaje dicta el tono del resto de la carta y sirve de vínculo con lo dicho
anteriormente. Ese vínculo no sólo se materializa en el tema abarcador de la
unidad en estos versículos, sino específicamente en el por eso del v. 1, el cual
(como en <451201>Romanos 12:1) establece el fundamento para la apelación en las
enseñanzas ya dadas. El pasaje consiste de dos partes: un llamado a la unidad
(vv. 1-3, una ampliación parcial de Colosenses <490312>Efesios 3:12-15), y una
confesión en siete partes que le agrega énfasis (4-6).
1-3 Presentándose aquí, una vez más, como prisionero en el Señor, Pablo
apunta implícitamente al nivel de compromiso que espera de sí mismo y de
otros. Sus lectores no habrán dejado de observar que él estaba en prisión
precisamente por su celo en procurar esa clase de unidad que ahora pide de
ellos (ver sobre <490313>Efesios 3:13). Pero primero su llamado es ese llamado más
general a vivir en una forma que sea digna del llamado de Dios (ver 1
Tesalonicenses <490212>Efesios 2:12; <451201>Romanos 12:1; <510110>Colosenses 1:10). Es
un llamado a participar del gobierno de Cristo sobre la nueva creación
(<490120>Efesios 1:20-22; 2:6), y a ser parte del templo celestial (<490219>Efesios 2:19-
22). Tal llamado conlleva sus propias responsabilidades. Barth lo resume así:
Los príncipes de la realeza son tratados por sus educadores no con la vara,
sino apelando a su rango y posición.” Quizá tenga razón, pero la apelación aquí
no es a las cualidades aristocráticas de resolución imperiosa, tenacidad y
autoridad. Es, más bien, un llamado a esa expresión corporativa de la humildad,
la mansedumbre y el amor paciente y perdonador (VHA, “longanimidad”) que
ejemplifica la reconciliación (2; cf. <510312>Colosenses 3:12, 13). 3 (Cf.
<510314>Colosenses 3:14, 15) clarifica luego que ésta es una apelación a vivir una
vida que promueva la unidad.
La apelación está formulada en palabras que indican urgencia y que no son de
fácil traducción al castellano: “El imperativo... excluye la pasividad, el quietismo,
la actitud de ‘esperar a ver qué sucede’... ¡La iniciativa es tuya! ¡Hazlo ahora!
¡Ponle tu convicción!... ¡Eres tú quien debe hacerlo! Estos son los tonos
sobresalientes en el v. 3” (Barth). No es un llamado a hombres y mujeres para
que construyan el reino de Dios; es una advertencia para guardar, permanecer
dentro de (¡mantener!) la unidad que Dios ya ha comenzado en Cristo (por los
eventos de <490211>Efesios 2:11-22) y a la cual nos hace ingresar el Espíritu Santo
que nos trae a Cristo y sus beneficios. El Espíritu nos da la paz mesiánica de la
armonía dada por Dios como lazo de unión. Pero es un lazo que el autor sabe
muy bien que puede ser cortado por la arrogancia, la falsedad, el orgullo y el
dogmatismo egoísta de los que hablará en <490417>Efesios 4:17—5:14.
4-6 Nos recuerdan de la importancia central del llamado a la unidad con siete
repeticiones de las palabras “un, una”. El v. 4 tiene reminiscencias de
<510315>Colosenses 3:15b, pero expresado de acuerdo con los temas más
importantes de <490214>Efesios 2:14-17 (un cuerpo); <490218>Efesios 2:18-22 (un
Espíritu) y <490111>Efesios 1:11-14; 18-23 (una esperanza). Esta tríada de
unidades parece ir en progreso desde el “cuerpo” visible (la iglesia única y
universal que es la reconciliación de judíos y gentiles) al Espíritu invisible que le
da armonía y paz en Cristo (3), y de allí a la futura esperanza de plena armonía
cósmica, de la cual el Espíritu se recibe ahora apenas como “la primera cuota”
(<490113>Efesios 1:13, 14). La segunda tríada (5) bien podría ser una declaración
bautismal traída a colación por el pensamiento anterior. La fe en Jesús como el
único Señor era, generalmente, el énfasis principal de la confesión bautismal (p.
ej. <440234>Hechos 2:34-39; 19:5), aunque no hay razón para pensar que estuviera
limitada a esa ocasión. Para un judío el confesar que Jesús era el único Señor
era equivalente a confesar que era uno con el Padre, ya que los judíos oraban
diariamente el Shema (<050604>Deuteronomio 6:4; cf. <451009>Romanos 10:9-12;
<460804>1 Corintios 8:4-6). El v. 6 llega naturalmente al clímax con la afirmación
judeocristiana del Dios único totalmente soberano por sobre y en toda la
creación. Sobre esta suposición se edifica toda esperanza de la unidad cósmica
final (cf. <451136>Romanos 11:36; <460804>1 Corintios 8:4b-6; <510115>Colosenses 1:15-
20), y señala al Dios de 1:3-10.
Es importante destacar que todas estas palabras se refieren a la unidad tanto
dentro de la congregación local como, más específicamente, de la iglesia
universal. Muchos cristianos frecuentemente han estado más interesados en
promover la armonía en amor de una sola congregación (¡y algunas veces, ay,
de pequeñas camarillas dentro de ella!), que en enfrentar las divisiones entre
iglesias.
4:7-16 Los dones de la victoria de Cristo y el crecimiento hacia Cristo
En esta bella sección la apelación es implícita más que explícita. Básicamente se
presentan tres conceptos. Primero, la iglesia universal es llamada a crecer como
cuerpo unificado (15, 16) a partir de la unión que ya ha sido dada en Cristo
(<490211>Efesios 2:11-22) hacia la unión total con Cristo, en armonía cósmica que
caracterizará la finalización de esta era, y la aparición de la nueva creación (13,
15). Segundo, cada cristiano tiene una parte vital en esto (7, 16b), según la
gracia que le ha sido otorgada por el Cristo ascendido y liberador (8-10).
Tercero, Cristo ha dado ciertas clases de líderes (fundamentalmente aquellos
que tienen diversos tipos de dones de enseñanza) para promover y dirigir tal
crecimiento, y para asegurar que exista una unidad cohesiva (11-13; 16a). El
flujo de pensamiento en los vv. 11-16 (en gr. forman una sola frase) es
especialmente delicado.
7-10 El lenguaje y el concepto aquí son similares a los de 1 Corintios 12 y
<451201>Romanos 12:1-8 (el v. 7 es especialmente cercano a <461204>1 Corintios 12:4-
7 y <451206>Romanos 12:6). Cuando Pablo habla de la gracia de Dios que ha sido
conferida en diversas expresiones a cada uno de nosotros (“todos los
creyentes”; de la misma forma que utiliza el “nosotros” y “nos” en otras partes
de la carta), no está restringiendo el alcance de lo que dice a los ministros del v.
11. Esto lo lleva a dar una descripción de Cristo como el dador de todas esas
gracias. El presenta la resurrección-exaltación de Cristo como un nuevo y
mayor cumplimiento del <196818>Salmo 68:18. Jesús llevó cautivo precisamente al
poder que nos ataba (cf. <510215>Colosenses 2:15) y ahora derrama
generosamente sobre nosotros los dones o regalos del vencedor (en vez de
recibir dones, como dice el Salmo 68).
9, 10 Podrían interpretarse en una de tres maneras. Puede ser que el que
ascendió a lo alto también descendiera al Hades; o que quien ascendió es aquel
que anteriormente había descendido en la encarnación y la humillación de la
cruz; o que quien ascendió volvió a descender luego (en el Espíritu) para traer
sus dones a la humanidad. ¿Cómo saber cuál es la correcta?
La expresión las partes más bajas de la tierra probablemente esté bien
interpretada por DHH al traducir “esta tierra” (como expresando el nivel más
bajo del universo, visto desde el cielo; ver la segunda interpretación ofrecida
por la BJ en nota al pie de página), por lo que deberíamos descartar la primera
alternativa. La tercera alternativa es posible, pero el v. 10 sugiere que Cristo
asciende y llena el universo desde el cielo (ver sobre 1:23), en lugar de
descender nuevamente desde allí para traer dones. La segunda opción es
probablemente la que debamos elegir; el concepto sería que aquel que
ascendió y ahora llena la tierra (y nos otorga las diferentes gracias), no es otro
que aquel que primero descendió en humildad para encarnarse y morir por
nosotros (cf. <490214>Efesios 2:14-17). Su venida (<490217>Efesios 2:17) en la cruz y la
resurrección nos trajo la paz, las bendiciones y las gracias mesiánicas que
disfrutamos.
Nota. 8 En tanto que el <196818>Salmo 68:18 dice del que ascendió: “Tomaste
tributos de los hombres”, Pablo cambia esta expresión por dio dones a los
hombres y hay diferentes explicaciones para el porqué de este cambio.
¿Conocía Pablo una tradición textual que interpretaba chalaq (compartir,
dividir) en lugar de laqach (recibir), una transposición de sólo una consonante
en heb.? ¿Leyó laqach con el (plausible) significado de “llevar, o recibir para
una persona”, ya sea en términos generales o porque creía que el <196818>Salmo
68:18 era una referencia metafórica a los levitas, recibidos por Dios del pueblo
(ver <041806>Números 18:6, 19)? ¿O refleja Pablo la interpretación rabínica y
targúmica de <196818>Salmo 68:18, que dice que Moisés ascendió a lo alto (al
cielo) para aprender las palabras de la ley que luego dio como dones a los
hombres? No podemos estar seguros, pero es evidente que “dio” era una
interpretación tradicional, ya fuera del sentido del versículo en sí o al menos de
las implicaciones de la acción de “recibir” por parte de quien ascendió, que el
versículo describe; y esta última es lo único que se requiere, ya que debemos
recordar que el énfasis de Pablo no está en la referencia histórica al Salmo, sino
en su cumplimiento tipológico en Cristo y sus dones a la iglesia.
11-16 El v. 11 ejemplifica los dones de la victoria de Cristo, señalando ciertos
tipos de líderes en la iglesia. Pablo no está restringiendo el cumplimiento del
<196818>Salmo 68:18 a estos dones: el y con que se inicia la cita muestra que Pablo
también considera a la totalidad de las diferentes gracias mencionadas en el v. 7
como dones de la victoria de Cristo. Pero el Apóstol los enfatiza
deliberadamente por la forma en que éstos controlan y modelan el crecimiento
unificado de la iglesia (12, 16).
Esta selección de líderes destaca particularmente a aquellos que revelan,
declaran y enseñan el evangelio. La mención específica, primero, de que Cristo
dio apóstoles y profetas se corresponde con la función reveladora fundacional
de los “apóstoles y profetas” en <490220>Efesios 2:20 y 3:5 (cf. <461202>1 Corintios
12:28, también con “maestros”, como aquí). Pablo desea que sus lectores
comprendan que la revelación que han recibido del evangelio de la
reconciliación cósmica es la que debe continuar unificando y modelando a la
iglesia y a su enseñanza. Pero no estamos en libertad de deducir que Efesios
enseñe que siempre se darán apóstoles y profetas a la iglesia (como sostienen
las iglesias de la Restauración), ni que el escritor los considere meramente
como figuras del pasado, a las que reemplazan los pastores y maestros (como
dicen muchos comentaristas modernos). Estos últimos se mencionan, porque
son la forma de obreros cristianos que conocen los lectores. Fue principalmente
a través de los evangelistas colaboradores de Pablo, no del Apóstol mismo,
que el evangelio les fue revelado a los lectores de fuera de Efeso. Y hacia el fin
del ministerio de Pablo, la palabra “pastor” se usaba, junto con
sobreveedor/obispo /presbítero/supervisor” y “anciano” como equivalentes
aproximados de “líder de la iglesia” (cf. <442017>Hechos 20:17, 28 donde los
ancianos” son llamados “obispos” que “pastorean” al rebaño; cf. también
diferentes traducciones). Los “pastores” y “maestros” comparten aquí un
mismo artículo definido en gr., y esto sugiere que son un mismo grupo
(“pastores que son también maestros”); pero en esta lista más extensa de
diferentes ministerios, es más probable que Pablo tenga en vista dos grupos con
funciones que se superponen (p. ej. la enseñanza; y los “maestros” eran un
grupo distinto; <461202>1 Corintios 12:28, 29; <480606>Gálatas 6:6). Poco después de la
época de Pablo el liderazgo de la iglesia se cristalizó en tres grupos: supervisor
o sobreveedor/obispo, ancianos y diáconos. La ausencia de estos términos en
<490411>Efesios 4:11 sigue siendo una clara evidencia de que la carta fue escrita en
vida de Pablo, no más tarde.
12 Se dice que estos líderes han sido dados para cumplir tres propósitos
coordinados. Cristo los dio para capacitar o completar a los santos, para servir
a las necesidades de la iglesia y para edificar el cuerpo de Cristo. La
interpretación protestante tradicional (ahora reflejada en todas las traducciones
modernas) ha limitado la función de los líderes a la primera de estas tres,
argumentando que los santos capacitados son quienes luego ministran a la
iglesia y la edifican, no los líderes. Proponer que estos últimos son el sujeto de
las tres frases, es visto como una interpretación “católica” y “clericalista”. Pero
aunque cualquier interpretación “clericalista” queda claramente excluida por los
vv. 7 y 16 (donde los santos tienen, claramente, su parte en la edificación de la
iglesia), es más probable que sean las funciones de los líderes aquellas de las
que se habla en todo el v. 12.
Según el v. 13, los líderes son dados para lograr los objetivos detallados en el
v. 12 “hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios”. Pablo no está describiendo algún período futuro en que la iglesia
gradualmente alcance unidad de creencias y de organización, como parecerían
sugerir casi todas las versiones españolas. En cambio, anticipa la venida de
Cristo que consumará la unidad cósmica iniciada en la cruz (<490211>Efesios 2:11-
22). Por fe, y en nuestro conocimiento del Hijo, ya participamos en esta unidad
(por cierto, se nos da para que la “guardemos” [4:2]), pero aún seguimos
esperando para ver su realización completa. A la venida de Cristo, y sólo
entonces, nosotros, la iglesia total universal, llegaremos “al estado de hombre
perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (BJ), o mejor aun, un hombre
de plena madurez, hasta la medida de la plenitud de Cristo (RVA). El
concepto aquí es esencialmente el mismo de <510304>Colosenses 3:4, pero con un
mayor énfasis en la existencia corporativa de la iglesia universal como un
cuerpo único. Los líderes son dados para cumplir las funciones del v. 12
hasta” que la venida de Cristo lleve a su iglesia a la madurez completa. Pero
ese “hasta” también tiene la implicación de “hacia”. Lo que Cristo logrará
plenamente al final es la meta hacia la cual, por la gracia de Dios, se ha dado a
los líderes para que trabajen.
Algunos inician con el v. 14 un nuevo párrafo, y sugieren una era de oro futura
para la iglesia histórica. Pero los vv. 14-16 son aún parte de la oración
comenzada en el v. 11, y la línea del pensamiento es más sutil. Es que Cristo
dio a los líderes durante este tiempo para brindar la dirección en que apuntan
nuestra esperanza y el evangelio. Los dio para que ya no tengamos que estar
atrapados por la inmadurez de la infancia (presa de toda presión), sino que
comencemos a crecer hacia la madurez prevista, es decir, a la semejanza misma
de Cristo. Mientras que los símbolos, hasta ahora, podrían casi sugerir que la
iglesia crece hacia una adultez independiente como la de Cristo, el cambio de
símbolos al final del v. 15 le recuerda al lector que Jesús es Señor (cabeza) de
todo el proceso, y que el propósito para la iglesia es que crezca hacia una unión
más íntima con él. Pablo cierra el párrafo con una forma revisada de
<510219>Colosenses 2:19, que intenta resumir la totalidad de lo dicho hasta ahora.
Todo el crecimiento del cuerpo proviene finalmente de Cristo, pero el cuerpo
crece a medida que cada uno de los miembros cumple con la tarea de
crecimiento que le corresponde en amor (reafirmando el v. 7, y aclarando que
no son sólo los líderes quienes edifican la iglesia). Durante todo el proceso esa
edificación y crecimiento se mantienen en unidad y cohesión por medio de
todas las coyunturas (haciendo eco del papel de los líderes que enseñan).
Todo esto presenta un desafío para el día de hoy: ¿Están nuestros líderes
tratando de promover esta clase de crecimiento unido de la totalidad de la
iglesia de Dios en conjunto? y, ¿queremos seguirlos?
4:17—6:9 Apelación a abandonar la vida de la vieja humanidad y vivir
según la nueva creación
El material que sigue utiliza la apelación de <510305>Colosenses 3:5—4:2. En
Colosenses, Pablo redactó su descripción de la vida cristiana, principalmente
en términos de un contraste entre buscar las cosas de arriba, y hacer morir la
naturaleza terrenal (<510301>Colosenses 3:1-6: para corregir un interés diferente y
enfermizo por las cosas celestiales). En Efesios, el contraste dominante es el de
<490201>Efesios 2:1-22, es decir, el “entonces-ahora” de la separación anterior y la
actual unidad y armonía de la nueva creación. Aunque el lenguaje utilizado aquí
en el encabezamiento se encuentra únicamente en <490215>Efesios 2:15 y 4:22-24,
nos brinda una metáfora principal muy apropiada para toda la sección. Pero las
secciones subordinadas destacan diferentes énfasis dentro del tema de la vida
en la nueva creación: <490425>Efesios 4:25—5:2 trata principalmente sobre pecados
como el enojo y la mentira que podrían causar disensión y separación en la
iglesia; <490503>Efesios 5:3-14 advierte a los creyentes sobre no dejarse atrapar
por las tinieblas del mundo que los rodea (particularmente en el
comportamiento sexual) que alguna vez los envolvieron; <490515>Efesios 5:15-20
hace un contraste entre la insensatez del mundo y la sabiduría de la nueva vida
orientada hacia Dios; mientras que <490521>Efesios 5:21—6:9 examina la manera en
que las relaciones esposo-esposa, padres-hijos y esclavo-amo, pueden reflejar
la unidad cósmica que Dios ha iniciado en Cristo.
4:17-24 ¡Despojaos del viejo hombre y vestíos del nuevo! Luego de
insistir en el comienzo en que los lectores dejen su anterior forma de vida como
gentiles (17), ésta se describe en colores oscuros (18, 19; cf. <510121>Colosenses
1:21; 3:7) a fin de ofrecer un agudo contraste con lo que han conocido de
Cristo en el evangelio (20, 21). El es el modelo para la humanidad de la nueva
creación, y Pablo recuerda a sus lectores que el evangelio, por esa razón,
incluye la enseñanza sobre la necesidad de despojarse de la vieja humanidad
pecaminosa, y vestirse de la nueva (22-24; cf. <510308>Colosenses 3:8-10).
17-19 Comparemos estos versículos con aquellos muy similares en
<450118>Romanos 1:18-32 (especialmente 1:21, 24). Podemos observar que aquí,
como corresponde a una apelación o ruego, hay mayor énfasis en la
responsabilidad humana de abandonar el pecado (cf. <450124>Romanos 1:24, 26,
28: “Dios los entregó...” con el v. 19: se entregaron). Como en Romanos, el
problema se origina en el pensamiento idolátrico (la palabra vanidad en el v.
17 sugeriría inmediatamente esto a un lector judío), en la ignorancia consciente
y culpable referente a Dios, y en la “dureza de corazón”. En las Escrituras esta
expresión significa franca rebeldía, no insensibilidad emocional (como sugiere
DHH; cf. la promesa en <263626>Ezequiel 36:26, 27). Esto lleva a que el
entendimiento se entenebrezca aun más, ya que Dios es desplazado de la
posición central que debería ocupar. Esto, a su vez, lleva a que la conciencia
humana falle, y hace caer a la persona en la espiral descendente del pecado
(19). Todo se resume en una de las palabras clave de la carta: alejados (18; cf.
<490212>Efesios 2:12 y <510121>Colosenses 1:21).
20-24 Se presenta aquí un contraste entre la vida anterior de los lectores, como
gentiles, con todo lo que se les ha enseñado acerca de Cristo, tanto en la
proclamación inicial como en las enseñanzas posteriores. Nótese la manera en
que los vv. 20 y 21 reflejan a <510206>Colosenses 2:6, 7, que aquí brinda el sentido
básico. Lo que aprendieron sobre Cristo fue que él encarna la verdad (es
decir, la realidad, la luz y la vida divinas) en contraste con el “engaño” (ausencia
de realidad divina, tinieblas y vanidad) que caracterizaba su existencia anterior
(21, 22). El gr. que Pablo usa aquí no es fácil de seguir, y lit. dice: “Vosotros
habéis sido enseñados en él, como [la] verdad está en Jesús, a despojaros del
viejo hombre/la vieja humanidad correspondiente a vuestra anterior manera de
vivir... y a vestiros del nuevo hombre/la nueva humanidad.” En otras palabras, a
los lectores se les había enseñado que Jesús encarna la verdad, y que si
deseaban vivir en ella, debían despojarse de su vida anterior y adoptar una
como la de él. Según Barth, este “viejo hombre” del que deben despojarse es
Adán, y el “nuevo hombre” del que deben vestirse es Cristo (como en
<450606>Romanos 6:6; 13:14; cf. <480327>Gálatas 3:27b). Hay un importante elemento
de verdad aquí, pero tanto el pasaje paralelo en Colosenses (3:1-4 y 8-10)
como <490424>Efesios 4:24b-32 sugieren algo diferente. Aquí, Pablo no está
pensando tanto en las cabezas representativas de la vieja y la nueva creación,
sino en la distinta clase de naturaleza humana que caracteriza a cada creación.
El Apóstol alienta a sus lectores a renovarse en su mente (nótese el contraste
con la mente vana y sus consecuencias en los vv. 17-19), y a vivir según la
naturaleza de la nueva creación que Dios ya está haciendo en ellos. Según el v.
24, esa “nueva naturaleza” (nuevo hombre) es “creada a semejanza de Dios”,
¡algo que Pablo seguramente no diría de Cristo! Se caracteriza por una santa
justicia que surge de y refleja a la verdad.
La enseñanza original de Pablo probablemente estaba expresada en el modo
indicativo: en unión con Cristo vuestra vieja naturaleza pecaminosa fue
crucificada, y fuisteis levantados para la vida en la nueva creación (cf. Romanos
6; <470501>2 Corintios 5:17; <510211>Colosenses 2:11, 12, y más obviamente aun,
<510309>Colosenses 3:9, 10, el paralelo directo); pero tales indicativos implican
correspondientes imperativos (como aquí; cf. Romanos 6): somos responsables
de vivir con toda seriedad y energía lo que Dios está haciendo en nosotros (cf.
<503512>Filipenses 2:12, 13). El no hacerlo, sería precisamente vivir en el “engaño”
(22) de la vieja creación, en lugar de vivir en la “verdad” de la nueva (24; cf.
21).
4:25—5:2 ¡Vivid en la verdad cuyo modelo es Cristo Jesús! Si la
humanidad de la nueva creación refleja “la verdad” revelada en Jesús (21, 24),
en lugar del “engaño” de la antigua, inevitablemente requerirá que los cristianos
hablen la verdad, y no engaño. Pero la verdad revelada se centra en la
reconciliación y unidad cósmicas, y por ello Pablo agrega que debemos
abstenernos de mentir, porque somos miembros los unos de los otros. Es
decir, que ya no somos seres apartados e independientes, sino gente que ahora
tiene un sentido de pertenencia, en unidad con otros a quienes no debemos
robarles la verdad según la cual ellos habrán de decidir y actuar. La enseñanza
que sigue en esta sección se concentra especialmente en el pecado del enojo y
su efecto separador (26), y los pecados relacionados con él (29-31). En lugar
de éstos, los creyentes son llamados a seguir el modelo de la verdad de Dios
revelada en Jesús (<490432>Efesios 4:32—5:2). Toda la sección es, en esencia, una
reescritura de <510308>Colosenses 3:8-12.
26 Introduce el tema principal del pasaje: el enojo. La traducción que
encontramos en la mayoría de las versiones castellanas, enojaos, pero no
pequéis pierde por completo la fuerza del original. No es un estímulo para la ira
justificada (por cierto, toda clase de ira es condenada en 4:31); es una
advertencia: “Si te enojas, ¡ten cuidado! ¡Estás a las puertas del pecado!” En
Occidente el enojo es considerado señal de masculinidad, pero la tradición
judía era más consciente de su poder divisivo, satánico y corruptor (ver la
incisiva crítica sobre el enojo y sus peligros en el Testamento de <270118>Daniel
1:18—5:2). El enojo y los pecados relacionados con él, mencionados en los
vv. 29 y 31, son el epítome de los pecados socialmente destructivos y
alienantes, tan característicos de la antigua creación. El robo (28) es otro de
ellos; ya que se lo experimenta no sólo como la privación de la propiedad (que
es similar a la pérdida accidental), sino como un ataque que mancha la esfera
privada personal, y como un destructor de la confianza en el seno de la
comunidad. Estas cosas y otras similares “entristecen” al Espíritu Santo (una
reveladora alusión a <236310>Isaías 63:10) en el sentido de que se oponen a la
dirección misma del Espíritu en su obra reconciliadora, unificadora y de llevar a
cabo la nueva creación en el creyente. En lugar de estas actividades
socialmente destructivas, Pablo aboga por otras correspondientes que son
cohesivas, edificantes y marcan las características de la existencia de la nueva
creación, resumida y hecha realidad en Cristo: el que antes robaba, debe
volverse filántropo (28); la capacidad de hablar no debe usarse para destruir y
maldecir, sino para el bien (29); en lugar de ira, el creyente debe mostrar el
carácter perdonador de Dios (32; 5:1) y el amor sacrificado de Cristo que
murió para expiar nuestros pecados (<490502>Efesios 5:2).
5:3-14 ¡Vivid en la luz que brota de Cristo! Esta sección se divide en dos
partes: los vv. 3-7, advirtiendo a los creyentes que se aparten de la liviandad
sexual, la promiscuidad y la avaricia propias del mundo gentil; y los vv. 8-14,
caracterizando a estos pecados como pertenecientes a las tinieblas en que
antes vivían los lectores, de las que han sido convertidos, y que ahora, como
luz, ellos dejan al descubierto. La realidad divina a la que se refiriera
anteriormente como “la verdad” en contraste con “el engaño” es ahora llamada
luz” en contraste con las “tinieblas” (cf. <192701>Salmo 27:1; <230902>Isaías 9:2; 42:6;
60:1-3; <470601>2 Corintios 6:14). Un dualismo ético-religioso similar se desarrolló
firmemente en Qumrán (y en los Testamentos de los Doce Patriarcas). En
Pablo, la “luz” generalmente representa en forma específica las realidades de la
salvación y la nueva creación ya iniciadas pero que aún no se han revelado
totalmente (ver especialmente <451311>Romanos 13:11-14 y <520504>1 Tesalonicenses
5:4-8 que son pasajes cercanamente paralelos a éste; también <470406>2 Corintios
4:6; <510112>Colosenses 1:12).
3-7 La sección anterior advierte principalmente sobre pecados que se expresan
en el habla, y lo mismo se aplica aquí; no se debe permitir el hablar sobre los
pecados sexuales, no se nombren más entre vosotros, mucho menos bromear
en cuanto a ellos (4). Esto no es una invitación a ser mojigatos, o a evitar la
genuina honestidad pastoral, sino una advertencia contra el caer en una
fascinación de palabras que casi inevitablemente lleva a las obras. Quizá
ninguna generación ha sufrido sus efectos destructivos con tanta fuerza como la
cultura occidental actual. Y Pablo advierte que estas cosas pertenecen a la vieja
humanidad que está sujeta a la ira de Dios (6; cf. <510306>Colosenses 3:6) y están
excluidas de la nueva creación (5; cf. <460609>1 Corintios 6:9).
8-14 Nótese la fluidez con que se presenta aquí el lenguaje simbólico de “luz” y
tinieblas”: esencialmente, brota de Cristo (14b) como vida divina
transformadora, vida de la que puede decirse que produce el fruto de verdad y
santidad (9; cf. <480522>Gálatas 5:22, 23). Pero las personas transformadas por ella
también pueden ser llamadas luz (8), y sus acciones (cuando verdaderamente
corresponden a la humanidad de la nueva creación) también son luz, ya que
denuncian las pautas por las que vivían los gentiles como pertenecientes a las
tinieblas (11, 13). El v. 14b parece ser un himno cristiano bautismal, basado
en <232619>Isaías 26:19 y 60:1, 2. Se agrega, no para justificar el v. 14a, sino para
resumir todo el llamado (2-14) a dejar atrás el reino de las tinieblas y de la
muerte.
5:15—6:9 ¡Vivid en la sabiduría que da el Espíritu! Al llamado a dejar el
engaño por la verdad en Jesús (<490417>Efesios 4:17—5:2), y a dejar las tinieblas
por la luz que brota de él (<490503>Efesios 5:3-14), Pablo agrega ahora el llamado a
dejar la insensatez para abrazar la sabiduría que da el Espíritu. Esa sabiduría se
expresa especialmente en el sabio uso del tiempo, en una adoración y gratitud
sinceras y en el respeto y la sumisión mutuos (15-21).
18-24 Gramaticalmente, estos versículos conforman una sola frase (algo que
ninguna traducción refleja). Esto significa que la exhortación a las esposas y los
esposos en los vv. 22-33 (junto con las palabras semejantes que encontramos
en <490601>Efesios 6:1-9) son presentadas como un ejemplo típico de la sabiduría
respetuosa y sumisa que debería caracterizar a los creyentes. Por cierto, el
verbo “estén sujetas”, que la mayoría de las traducciones introducen en el v.
22, no tiene equivalente (no existe) en el gr. de la oración original de Pablo,
sino que se lo da por entendido por aparecer en la proposición subordinada
con gerundio “sometiéndoos unos a otros” del v. 21 (en consecuencia, la BJ
traduce, iniciando el párrafo con el v. 21: “Sed sumisos los unos a los otros en
el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor.”).
Aunque 5:22—6:9 está en estrecha unidad con <490515>Efesios 5:15-21, tiene
independencia de forma y origen. Lutero se refirió a este material como las
normas para el hogar”, y es obvio que tenían amplia circulación en la iglesia
(ver <510318>Colosenses 3:18—4:1; <600218>1 Pedro 2:18—3:7). Normas similares se
encuentran en el judaísmo y las discusiones éticas de los filósofos griegos. Las
palabras y el contenido de la presentación más simple (que se preserva en
Colosenses) sugieren que tuvo su origen en el cristianismo judío de habla gr.
Mientras las normas griegas hablaban sólo a los hombres libres respecto de la
manera en que debían tratar a esposa, hijos y esclavos; estas normas hablan y
protegen, al estilo judío, a las partes más débiles también. El contenido
específicamente cristiano de las normas escritas en Colosenses, emerge
principalmente en la repetición de “en el Señor” (<510318>Colosenses 3:18),
agradable en el Señor” (<510320>Colosenses 3:20), “temiendo a Dios”
(<510322>Colosenses 3:22) (ver también <510323>Colosenses 3:23, 24). Están más
elaboradas en el texto de Efesios, que es una reedición y ampliación de la
enseñanza de <510315>Colosenses 3:15—4:1. La reelaboración más dramática es la
del consejo a los esposos y esposas, a quienes Pablo utiliza para ejemplificar la
unión de Cristo y la iglesia. ¡Aquí, las 22 palabras de <510318>Colosenses 3:18, 19
se han convertido en 200!
Muchos comentaristas sostienen que la ética de estas normas era socialmente
revolucionaria, y encuentran evidencias de esto en el pedido de sumisión mutua
(21), que interpretan como significando que los esposos deben someterse a las
esposas, los padres a los hijos, y los amos a los esclavos, y viceversa. Pero las
normas son, cuando más, socialmente conservadoras, patriarcales, y dadas
para confirmar que los cristianos no debían socavar la comprensión
generalizada del orden social (ver Lincoln). La norma de Colosenses (escrita
quizá sólo pocos días antes que la de Efesios) demanda exactamente las
mismas clases de sumisión y obediencia externa que podrían encontrarse casi
en cualquier otro escrito del mundo antiguo. No debe considerarse que el v. 21
anule a aquélla, sino que es un llamado a la sumisión mutua dentro de cada
nivel jerárquico, y de los hijos a los padres y esclavos; los esclavos a los amos
(¿y sus esposas?); y las esposas a los esposos. Si Pablo realmente hubiera
querido hablar de una sumisión totalmente recíproca (que hubiera sido
completamente inesperada en el mundo antiguo), debería haber aclarado al
menos una vez, y en forma explícita, p. ej. que los padres deben someterse a
los hijos.
Afirmar que estas normas eran socialmente más conformistas, en el aspecto
social, que revolucionarias sería, no obstante, erróneo; dentro del orden
jerárquico social que respetan eran radicales y profundamente liberadoras.
Hablan específicamente a los esclavos, las esposas y los hijos (algo inusual en el
mundo antiguo); a ellos se les declara su propio llamado a vivir delante del
Señor, lo cual es tan responsable, honorable e importante como el llamado a
vivir como amo, padre y esposo. Estos últimos pueden ser papeles diferentes,
que conllevan mayor autoridad social y mayor responsabilidad, pero no son
papeles mejores. Esto lo afirma la venida del Hijo en total sumisión al Padre y
para servir a la iglesia dándose a sí mismo por ella. Por cierto, las mismas
jerarquías sociales que la norma reconoce se consideran efímeras y de
importancia secundaria ante Dios que es imparcial (9), y bajo el Señor para
quien deben hacerse todas las cosas, y ante quien tanto el amo como el esclavo
son igualmente responsables. Estas normas por tanto confirman también
<480328>Gálatas 3:28 y <510311>Colosenses 3:11; y Efesios brinda una nueva visión
cristiana particularmente radical sobre el matrimonio (ver sobre <490522>Efesios
5:22, 23).
15-21 El llamado a una vida que refleje sabiduría, no imprudencia, se especifica
de tres maneras relacionadas entre sí. La primera, se expresa bien en la
traducción de la DHH y otras versiones: “Aprovechando bien el tiempo
(presente), porque los días son malos” (16); y esto probablemente debe ser
interpretado como que los poderes del mal tienen fuertemente atrapada a la
humanidad en esta era, llevándola a una desobediencia autoindulgente (ver 2:1-
3), pero los cristianos deben ordenar sus vidas y prioridades para la gloria de
Dios. 17 Ofrece entonces una segunda especificación relacionada con la
primera: la vida de insensatez debe ser abandonada en favor de una que desee
descubrir y vivir la voluntad de Dios.
18 Presenta la tercera especificación, estableciendo el contraste entre una vida
de embriaguez y una vida llena del Espíritu. No se presenta aquí un contraste
entre dos formas de embriaguez: ésta era simplemente una expresión normal,
verdaderamente proverbial de la insensatez en la literatura sapiencial judía, y se
la contrasta con el Espíritu que (en forma igualmente proverbial) era
considerado fuente de sabiduría y entendimiento (como en <490117>Efesios 1:17;
3:16-18). Ser llenos del Espíritu no debe entenderse aquí en un sentido
distintivamente carismático (aunque puede incluirlo), sino a la luz del sentido
dado a “llenar” y “plenitud” en otras partes de la carta (<490123>Efesios 1:23;
3:19b; 4:10) como una presencia continua y activa del Espíritu que comunica a
Cristo y la vida de la nueva creación. 19 Continúa la frase iniciada en el v. 18 y
se detalla lo que significa ser llenos del Espíritu: se expresa en la adoración
corporativa (19a), la canción de adoración (19b), el agradecimiento a Dios
(20; cf. <490103>Efesios 1:3-14; 15, 16; 3:20, 21) y la sumisión mutua (21).
Eclesiástico (un ejemplo de la literatura sapiencial del siglo II a. de J.C.) ofrece
un buen paralelo con el pensamiento de Pablo aquí: “Si el gran Señor lo quiere,
del espíritu de inteligencia será lleno: El mismo derramará como lluvia las
palabras de su sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor” (Eclesiástico
39:6, BJ).
22-24 El llamado a que las esposas obedezcan a sus esposos (y esto es aprox.
lo que el verbo “estar sujetas” significa en este contexto; cf. <600305>1 Pedro 3:5,
6) era virtualmente una convención universal en todo el mundo paulino. Pero el
Apóstol refuerza esta convención con la afirmación de que el esposo es cabeza
de la esposa, lo cual en 1 Corintios 11 está basado en el relato de Adán y Eva
en Génesis “Cabeza” significa amo (ver sobre <490122>Efesios 1:22);
contrariamente a lo que muchos afirman, la palabra nunca significó “origen” en
el gr. bíblico. Entonces, el llamado es reforzado (trascendiendo a la
convención) por la analogía que Pablo hace entre el matrimonio y la relación de
Cristo con la iglesia, en la que se pide a la esposa que se sujete a Cristo en la
misma forma que la iglesia se somete a su cabeza, Cristo (es decir,
respondiendo a su amor, con gozo, y por un deseo de su corazón, no a
regañadientes o bajo compulsión).
25-29 El encargo a los esposos de amar a sus esposas también está bien
reflejado en las mejores convenciones de su época, pero Pablo le da aquí un
contenido radicalmente nuevo por medio de la analogía Cristo-iglesia. Cristo se
dio a sí mismo por la iglesia en amor, y en amor la perfecciona (habiéndola
purificado... con la palabra) para el día en que se unirá más plenamente con
ella. (La referencia del v. 26 no es al bautismo.) Pablo no cree que la analogía
sea aplicable en todos sus detalles, sino que así como Cristo considera que la
iglesia se ha convertido en su propio cuerpo, por medio del compromiso a
unirse en matrimonio, y hace todo con amor y por su bien, así debería hacerlo
el es- poso por su esposa (28). Debería reconocer que al amarla se ama a sí
mismo; porque ella está unida a él en una sola carne (28, 29; cf. 31).
30-33 Pablo conocía perfectamente el significado lit. de <010224>Génesis 2:24, pero
consideraba al misterio de la unidad cósmica en Cristo, y especialmente la
unión entre Cristo y su cuerpo, prefigurados en cierto sentido en el lazo
matrimonial. Para él hay una relación tipológica entre la creación en unidad con
Dios y la redención que nos lleva a la unidad con Dios. Esa unidad original
nunca estuvo mejor representada que en la unión de Adán con Eva anterior a la
caída, y Pablo sostiene que la unión de Cristo con su iglesia es su contraparte
redentora. El paralelo no era accidental: como observa Lincoln: “Cristo ya
había sido considerado en términos adámicos en <490102>Efesios 1:2... y por lo
tanto un texto que se refiera a la unión física de Adán puede ahora ser utilizado
para referirse a la unión de Cristo con la iglesia” (Lincoln, p. 382). Pero si
Pablo ve al matrimonio como una ilustración de la unión de la nueva creación,
debe tenerse en cuenta que también interpreta al matrimonio a la luz de esa
unión Cristo-iglesia; y, por lo tanto, transforma el concepto de la relación del
matrimonio, y le da al mundo el más alto ideal de matrimonio que éste haya
conocido.
6:1-4 Las normas que siguen, relativas a la relación entre padres e hijos,
repiten en forma bastante clara las expresiones de <510320>Colosenses 3:20, 21.
Pablo sólo agrega el mandamiento con una forma modificada de su promesa
correspondiente (2; cf. <022012>Éxodo 20:12) y la orden positiva de que los padres
(en el original se refiere al varón) instruyan y disciplinen a sus hijos en el Señor.
5-9 Aquí Pablo sigue de cerca a <510322>Colosenses 3:22—4:1 (ver comentario de
ese pasaje).
6:10-20 Apelación final: ¡Luchemos juntos la batalla espiritual!
Era común que el autor terminara su carta con una apelación que rescatara su
mensaje central e hiciera hincapié en él para impresionar los corazones de los
lectores y su voluntad de apoyarlo. Esto es lo que Pablo hace aquí. Esta
sección debe leerse a la luz de toda la epístola de Efesios, como un llamado a
vivir en la práctica el evangelio de la reconciliación cósmica, no como un
apéndice para aquellos que tienen un interés especial en demonología y guerra
espiritual. Obsérvese que Pablo ha elegido reformular su mensaje como un
llamado a la batalla: eso es, se dirige a toda la iglesia en forma corporativa
como a un ejército, no a cada santo en particular. ¡Los soldados que andan
solos son fáciles de eliminar! Obsérvese también que Pablo tiene en mente una
clase de batalla en particular: la batalla por defender una plaza fuerte. Su
exhortación no prepara a los soldados para efectuar un ataque de movilización
rápida (faltan las dos armas clave de ataque de los soldados romanos, las
jabalinas gemelas), sino para hacer frente (11), resistir (13), y permanecer
firmes (14). Es como si ellos controlaran la parte alta de la colina, y el enemigo
debe cansarse atacando constantemente colina arriba. La fortaleza que Pablo
tiene en mente será clara para el lector: es nuestra unión con Cristo (<490205>Efesios
2:5, 6), la cabeza de todas las cosas (<490122>Efesios 1:22, 23), por encima de
todos los principados y poderes (<490121>Efesios 1:21), y el poder de Dios que
operó en la resurrección que actúa en nosotros (<490119>Efesios 1:19—2:7). Aun la
armadura y las armas son una mezcla de las de Dios mismo (cf. <235917>Isaías
59:17) con las de su Mesías (<231104>Isaías 11:4, 5). Y, sin embargo, Pablo no
muestra triunfalismo aquí. La victoria decisiva ganada por Cristo ya es historia y
el mismo hecho de que los creyentes ahora luchan del lado de Cristo es claro
testimonio de esto (ver 2:1-6); pero la victoria total es todavía un
acontecimiento futuro. Mientras tanto, es el día malo (13) el que parece
dominar la escena.
El pasaje se divide en tres partes: el llamado a colocarse la armadura de Dios
para la batalla (10-13); los detalles de la armadura (14-17) y la necesidad de
vigilar, orar e interceder (18-20).
10-13 Fortaleceos quizá no exprese plenamente la fuerza del verbo en tiempo
pasivo (“sed fortalecidos”). La DHH se acerca más al sentido al traducir
háganse fuertes en unión con el Señor”; y la VHA, “llenaos de poder en el
Señor”. El énfasis, por cierto, está puesto en el gran poder de Dios para esta
lucha y, por lo tanto, Pablo ya había hecho comprender esta verdad central a
sus lectores anteriormente en su oración por ellos (<490119>Efesios 1:19—2:10).
Además de la fuerza divina de Dios, necesitarán la armadura completa
(defensiva y ofensiva) que Dios provee, pero esta armadura resultará ser de
Dios en el sentido adicional de que es la armadura que él viste al salir en juicio
y salvación (<235917>Isaías 59:17). Sólo esta clase de armadura podrá ser útil, dada
la naturaleza de la oposición: el diablo y sus poderes (11).
Al escribir a una región en que la magia tenía una gran influencia (ver la
Introducción y el comentario sobre 1:19a), y donde se conocían centenares de
nombres de los poderes malignos, es notable que Pablo no se embarque en una
demonología detallada y especulativa. En cambio, utiliza tres términos
generales, y uno de ellos (gobernantes de estas tinieblas) posiblemente tuviera,
en su forma original, un significado astrológico más específico. Los dos
primeros términos son tomados deliberadamente de <490121>Efesios 1:21, 22, y por
lo tanto el lector es reanimado ante la seguridad de que Cristo tiene mucho más
poder y autoridad que ellos.
Quien lea cuidadosamente esta carta no tendrá problemas en identificar la
naturaleza de la lucha contra estos poderes, ni el contenido de las intrigas del
diablo (11). Este quiere separar de Dios a la humanidad por medio de la
desobediencia (<490201>Efesios 2:1-3; 4:18b, 19) y por medio de la ignorancia y el
pensamiento corrompido (<490417>Efesios 4:17b, 18). Trata de separar a las
personas entre sí utilizando aquellos pecados que las apartan como la codicia
(<490422>Efesios 4:22, 23), la mentira (<490425>Efesios 4:25), el enojo (que es
especialmente relacionado con el diablo en <490427>Efesios 4:27) y los pecados
vinculados con él (<490425>Efesios 4:25-31). Al referirse a los gobernantes como
siendo “de estas tinieblas [presentes]”, Pablo hace referencia nuevamente a
<490507>Efesios 5:7-14; y muestra a los poderes como la influencia que lleva al
pecado, que es característica de esta era y esta creación, en contraste con la
luz” de la nueva creación venidera. Puede parecernos extraño que estos
poderes estén ubicados en los lugares celestiales, pero la expresión se refiere
a toda la dimensión espiritual, desde lo que <490202>Efesios 2:2 llama “el aire” hasta
el trono de Dios (y de Cristo) en el “más alto” cielo.
13 Reitera la necesidad de la armadura divina, si es que el creyente en Cristo
ha de permanecer firme ante estos poderes en el día malo. Traducir la
expresión como “cuando llegue el día malo” sugeriría el levantamiento final del
mal y la tribulación que los escritos apocalípticos judíos esperaban que se
produjera inmediatamente antes del día del Señor. Ese concepto, sin duda,
colorea la expresión, aunque para Pablo el día ya es malo (<490516>Efesios 5:16); la
lucha ya ha comenzado; para permanecer firme, el creyente necesita la
armadura ahora. Por eso, en el día malo probablemente incluye el presente,
pero particularmente, esos períodos que para nosotros más parecieran
compartir la terrible cualidad de ser “el día malo [final]”.
14-17 Con una repetición de “Permaneced... firmes [juntos]”, Pablo inicia la
descripción de la armadura en sí. Los lectores gentiles sin duda habrían
pensado en el soldado romano, pero Pablo (como en <520508>1 Tesalonicenses
5:8) ha formado su descripción principalmente en términos de la armadura de
Dios en <235917>Isaías 59:17 (y la descripción de Dios en Sabiduría de Salomón
5:17-20 es aun más cercana). No obstante, aquí se agregan el cinturón de la
verdad y la coraza de justicia del Mesías, junto con su poderosa palabra que
trae juicio (<231104>Isaías 11:4, 5). Todo esto fortalece la afirmación de Pablo en el
sentido de que es el Señor el que provee de esta necesaria armadura, a la que
da forma su gracia en nosotros. Obsérvese que las metáforas no son rígidas: en
<520508>1 Tesalonicenses 5:8 la “coraza” es la fe y el amor, mientras que aquí es la
justicia.
14 Comienza con dos términos éticos: ceñidos con el cinturón de la verdad,
vestidos con la coraza de la justicia. A juzgar por el orden en que se coloca la
armadura, la primera parte del equipo es probablemente una referencia a un
delantal de cuero, que se ataba primero bajo la armadura (para asegurar las
ropas) en lugar del cinto que cerraba la armadura o el cinto de la espada. La
verdad y la justicia frecuentemente se toman como referencia al evangelio y a su
ofrecimiento de justicia por fe. Pero las palabras utilizadas aquí (como en
<231105>Isaías 11:5; 59:17) denotan cualidades de carácter y, por lo tanto, van
juntas con la “santidad” en <490424>Efesios 4:24, 25 y “bondad” en <490508>Efesios 5:8,
9. Pablo dice que el equipo básico de la iglesia para la batalla espiritual es una
vida justa e íntegra, y que estas cualidades son efectivas porque llevan la marca
de Jesús y de la nueva creación que él trae (ver sobre <490417>Efesios 4:17-24).
15 Lit., calzados vuestros pies con la preparación del evangelio de la paz
(obsérvese la alusión a <235207>Isaías 52:7). Lo que Pablo quiere destacar,
aparentemente, es que el calzado prepara o deja listo al soldado para la batalla.
Lo que los soldados necesitan en una batalla cuerpo a cuerpo es aferrarse bien,
cosa que logran con los clavos que atraviesan la suela, para que las líneas de la
vanguardia no sean rechazadas resbalando y tambaleándose, ante el ataque del
enemigo. Paradójicamente, es una comprensión profunda y espiritual del
evangelio de paz (ver sobre <490214>Efesios 2:14, 17) la que provee a la iglesia
este pie firme que es la “preparación” o la “disposición” para la batalla que
Pablo tiene en mente.
16 Presenta el gran escudo de madera y cuero con forma de puerta. En la
batalla este escudo podía trabarse con otros para formar una pared en el frente
y un techo sobre las cabezas. El cuero se empapaba en agua antes de la batalla,
y eso tendía a apagar las flechas encendidas. Los escudos hechos puramente
de madera se incendiaban y ardían, hasta que quienes los portaban los dejaban
caer, presas del pánico. Los dardos de fuego del maligno que Pablo tiene en
mente incluirían cualquier tipo de ataque, desde el ataque directo de lo oculto
hasta la persecución demoníaca, pero por sobre todo la constante lluvia de
tentaciones al miedo, la amargura, el enojo y la división que podían quebrar la
unidad de la iglesia. Estos dardos deben ser contrarrestados con fe. La fe en
esta carta es esa total apertura a Dios que permite a Cristo habitar plenamente
en nosotros, y que produce una más profunda comprensión de su insondable
amor (cf. <490317>Efesios 3:17). Armarse con el escudo de la fe sugiere un
aferrarse deliberada y firmemente al Dios revelado en el evangelio; una
dependencia firme y resuelta en el Señor que apaga los terribles intentos del
enemigo que desea dañarnos y provocar el pánico.
17 Tomar el casco de la salvación (cf. <235917>Isaías 59:17), en el contexto de
esta carta, es asegurar a nuestros corazones que estamos unidos a Cristo: que
ya estamos sentados con él y absolutamente seguros en él (cf. <490205>Efesios 2:5-
8). Nosotros dominamos la plaza fuerte; sólo se nos pide que estemos “firmes”.
La última pieza de la armadura que se menciona es la espada del Espíritu, que
es la palabra de Dios. Esta también parece ser una alusión a <231104>Isaías 11:4,
donde la poderosa palabra del Mesías lleva a cabo el juicio (y la Sabiduría de
Salomón 5:20 [haciéndose eco de <231604>Isaías 16:4, 5 y 59:17] habla de la
cólera inexorable” de la “espada” del Señor). Aquí, entonces, se le da a la
iglesia un arma que no es meramente para su defensa, sino para contraatacar a
los poderes que atacan. Para contraatacar con la verdad cuando somos
tentados personalmente al mal; para contraatacar con la verdad cuando la
iglesia es atacada por falsas enseñanzas; para contraatacar con la verdad
cuando los poderes tratan de penetrar en el mundo que nos rodea con filosofías
y enseñanzas éticas extrañas; y, finalmente, para atacar vigorosamente en pro
de la libertad con la valerosa proclamación de la verdad cristiana que Pablo
alienta en los vv. 19 y 20. Pero por sobre todo, hay algo que debemos
recordar respecto de esta “arma de ataque”: la palabra de ira de <231104>Isaías
11:4 se ha convertido en el evangelio de paz y amor unificador en Cristo. Y
estamos luchando con los poderes espirituales, no con enemigos humanos (12).
Nuestro uso de la espada del Espíritu debe reflejar esto, o se convertirá en un
arma de las tinieblas, causando en su lugar enemistad y división.
18-20 Técnicamente esta no es una oración gramatical separada, sino una serie
de proposiciones construidas alrededor de los dos gerundios, “orando” y
vigilando”, junto con sus proposiciones subordinadas. Toda la construcción
califica al permaneced, pues, firmes del v. 14. No debería interpretarse que la
oración sea la séptima pieza de la armadura, ni que es la manera en que nos
vestimos de las seis piezas, sino que está estrechamente ligada a ellas. La
comprensión teológica del evangelio (14-17) que no produce oración, como la
de Pablo por los lectores en <490115>Efesios 1:15-23 y 3:14-21, es un cadáver.
Los guerreros de oración que no tienen una verdadera comprensión respecto
de lo que se trata en realidad el evangelio (el evangelio de paz y restauración
cósmica en Cristo), pueden tener mucho ímpetu, pero en el campo de batalla
son tan útiles como un soldado sin armas. La comprensión espiritual del
evangelio, combinada con una actitud de oración alerta, es la combinación que
Pablo está buscando. Tal oración será guiada por el Espíritu que da acceso a
Dios (cf. el v. 18 recuerda a 2:18), y quien así ora no orará solamente por sí
mismo, sino por los santos y por el valiente progreso del evangelio (19).
6:21-24 POSDATA
21, 22 Son virtualmente, palabra por palabra, iguales a <510407>Colosenses 4:7, 8
(ver sobre aquéllos). Las palabras finales son un deseo expresado en oración
que vuelve a centrar la atención en el tema principal de toda la carta: que la
paz” mesiánica, expresada en amor y fe, alcance a toda la comunidad, y que
se profundice en la gracia.
Max Turner

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