Es necesario que los historiadores y la Iglesia católica cubana tengan en cuenta a la hora de hacer la historia, el legado que han dejado los católicos cubanos en su larga y fructífera diáspora desde 1959.
Para un cristiano es imposible no dar a conocer la belleza del Evangelio anunciando a Jesucristo y la Palabra de Dios. Y eso exactamente le sucedió a los miles de cubanas y cubanos católicos que salieron de Cuba, despojados de todo menos de su fe, durante la década del 60.
La llama del padre Félix Varela, que sin dejar de amar a Cuba pudo y supo inculturarse aquí para continuar su misión, prendió rápidamente en los nuevos exiliados.
Se integraron y se empezó a ver su rica obra misionera hasta hoy: se fundaron colegios católicos, como el Sagrado Corazón, el Colegio de Belén, el Colegio de La Salle, la Universidad de St. Thomas, el Instituto de Teología Hispana y Latina en la Universidad Barry. Casas de retiros y pastoral familiar, tan necesaria entre los exiliados e inmigrantes, como la Casa Manresa y los Encuentros Familiares, creada por el jesuita Florentino Azcoitia, la Casa de Retiros Juan Pablo IIde ejercicios espirituales ignacianos, creada por el P. Amando Llorente. La Agrupación Católica Universitaria, una institución muy importante en Cuba en la formación de jóvenes profesionales católicos.
Los cubanos idearon innovadores departamentos de pastoral hispana en otras universidades católicas del país. Uno de los mayores santuarios marianos de la nación –la Ermita de la Caridad–; riquísimas obras pastorales, muy en especial el South East Pastoral Institute, SEPI.
Los cubanos católicos de la diáspora han publicado libros, tesis, artículos y documentos trascendentes para la formación religiosa hispana de Estados Unidos.
Algunos de los más importantes teólogos son cubanoamericanos. Uno de ellos, Miguel Humberto Díaz, fue nombrado embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede en octubre de 2009; Alicia Marill, la primera y única teóloga que ha dedicado su pensamiento y su obra a fundamentar la teología cubana del destierro, y junto al también teólogo cubano, Orlando Espín, es fundadora de la Academy of Catholic Hispanic Theologians of the United States; Roberto Goizueta, innovador teólogo que es necesario leer; la feminista católica Ada María Isasi Díaz, fallecida hace pocos años, y otros.
Y en plena ciudad de Miami, en un barrio pobre se halla la parroquia Corpus Christi, magnífica muestra de lo que puede hacer un hombre que se preocupe por la evangelización y la asistencia social y médica a los más pobres del área, me refiero al P. José Luis Menéndez. Este cubano, que salió niño de Cuba, ha logrado expandir la parroquia para poder servir a muchos hispanos pobres de otros sectores, donde han construido iglesias-misiones, adscritas a la parroquia, como laMisión Altagracia, en Allapatah; Misión San Juan Bautista, en Wynwood; San Francisco y Santa Clara, en el downtown de Miami; San Roberto Bellarmino y La Milagrosa. Asimismo ha creado elColonial Florida Cultural and Convention Center.
Lo que nos están dando cultural y espiritualmente los sacerdotes llegados de Cuba, y la magnífica obra que realizan la mayoría de ellos es sencillamente admirable. Lo mismo con los ordenados en Estados Unidos, de nuevas generaciones cubanoamericanas. Y los obispos cubanos, como el querido Mons. Eduardo Boza Masvidal, que sirvió como obispo auxiliar de La Habana de 1960 a 1961, cuando, junto con otros 135 sacerdotes fue expulsado de Cuba el 17 de septiembre de 1961 a bordo del navío español Covadonga, rumbo a España.
En ese buque iba un sacerdote joven que llegaría a ser el obispo más querido del exilio cubano,Mons. Agustín Román. Y como hablamos de obispos exiliados, cómo no mencionar a ese gran intelectual, hoy obispo de San Agustín, en la Florida, Mons. Felipe de Jesús Estévez, también aMons. Octavio Cisneros, Obispo Auxiliar de Brooklyn, Nueva York; Manuel Aurelio Cruz, obispo auxiliar de Newark, Nueva Jersey y Mons. Pablo Varela, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Panamá.
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