La palabra
procede del griego ekklesia, que equivale al hebreo qahal, y significa
asamblea, congregación de los que han sido llamados.
El término se
emplea en dos sentidos, a saber, la iglesia visible y la iglesia invisible. La
primera está compuesta por todos cuantos dicen ser cristianos y se congregan.
La iglesia invisible es el verdadero cuerpo de creyentes, aquellos que son
verdaderamente salvos; ningún hombre puede ver en los corazones para distinguir
entre unos y otros, por tanto la composición de la iglesia invisible sólo es
conocida por Dios.
La verdadera Iglesia de Dios no es una organización terrenal con gente
y edificios, sino una entidad sobrenatural integrada por aquellos que han sido
salvados por Jesús. La Iglesia verdadera abarca todo el período de la
existencia del hombre sobre la tierra, y a toda la gente que ha sido llamada a
ella.
Nos hacemos miembros de la iglesia, el cuerpo de Cristo, por la fe
(Hechos 2:41). Somos edificados por la Palabra de Dios (Efesios 4:15,16),
disciplinados por Dios (Mateo 18:15-17), unificados en Cristo (Gálatas3:28), y
santificados por el Espíritu (Efesios5:26,27).
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