¡Abran paso al rumbón de la Reina!
Su alma ha recibido dos grandes regalos: la muerte de Castro y que la rumba haya sido declarada Patrimonio de la Humanidad
Lunes, diciembre 5, 2016 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba.- Es un reconocimiento muy merecido a la música cubana que la UNESCO haya incluido a la rumba en la lista de Patrimonios Inmateriales de la Humanidad. Lo que resultó un despropósito es que la delegación del gobierno cubano que asistió a la reunión de la organización internacional en Adís Abeba, Etiopía, donde se hizo el anuncio, haya dedicado tal reconocimiento a Fidel Castro.
El recientemente fallecido líder de la revolución cubana no se caracterizaba precisamente por su musicalidad. Varias veces declaró que no sabía bailar y que su música preferida eran los himnos y las marchas militares, las rancheras mexicanas y un par de canciones épicas de Sara González. La rumba, con su jolgorio y su gozadera, siempre al borde de lo que la Cuba oficial denomina “marginalidad” e “indisciplina social”, carecía de la solemnidad que requería la epopeya del Máximo Líder.
En vez de ceder ante el culto a la personalidad, que ha alcanzado niveles norcoreanos en estos días, hubiese sido más apropiado que dedicaran el reconocimiento a los grandes de la rumba: Celeste Mendoza, Chano Pozo, Tata Güines, Los Papines, Carlos Embale. Y particularmente a Celia Cruz, la reina de la música cubana, la rumbera más internacional que haya existido.
Pero es pedir demasiado exigirles sensatez y objetividad a los comisarios anticulturales. Y menos en el caso de Celia Cruz, a quien no perdonan que haya muerto siendo acérrimamente anticastrista.
Y tenía la Reina todos los motivos para ello. El régimen prohibió su música y nunca le permitió volver a su tierra, ni siquiera para asistir al entierro de su madre.
La Reina nunca pudo volver, pero le pidió con fervor a Ochún que no nos quedáramos sin son, por mucho que le quisieran cambiar el nombre, y menos aún sin rumba. Sabía que nos ayudaría a capear los malos tiempos. A ritmo de guaguancó. Lo mismo en los solares que en las cárceles. Y sin llorar, que la vida es un carnaval…
Su ruego fue complacido. La rumba es un árbol de tronco duro, a prueba de calamidades. Está abonado con la tierra con poderes de África y regado con un cocimiento hecho con todas las yerbas y palos del monte. Crece arrollador, aún sin libertad, para aliviarnos de penas y maleficios.
Me comentaba un amigo que el alma de Celia Cruz ha recibido dos grandes regalos: la muerte de Fidel Castro, a quien juró enemistad eterna, y que la rumba, que ella encarnó como nadie y paseó por todo el mundo, haya sido declarada Patrimonio de la Humanidad.
Puedo imaginar a la Reina en el cielo, risueña, con su vestido rojo y sus zapatos de tacón, guiando el rumbón.
luicino2012@gmail.com
Exdiplomático rompe el silencio sobre la embajada de Perú
Embajador Ernesto Pinto-Bazurco: “Castro me dijo: Yo sé matar, tú no”
Lunes, diciembre 5, 2016 | CubaNet
El exembajador ha esperado casi cuatro décadas para revelar los detalles de las intensas negociaciones que mantuvo entonces con Fidel Castro para decidir el destino de los miles que invadieron la residencia ubicada en el municipio Playa, donde se hallaba la embajada. El libro Democracia y libertad contará la historia de ese episodio, ocurrido en el mismo año del éxodo de Mariel, cuando 125 000 cubanos partieron hacia Florida.
Según contó Pinto-Bazurco al diario El Comercio, uno de los momentos que más lo impactó en las conversaciones con Castro, que se extendieron durante horas, fue cuando el líder cubano le dijo: “Yo sé matar, tú no”.
“Antes del 4 de abril de 1980 (cuando el primer grupo de cubanos invadió la embajada) ya habíamos dado protección a 34 personas”, confiesa el embajador. Luego, el día mencionado, entraron 10 834. “Había cinco personas por metro cuadrado”, señala el exembajador.
“Ello era una señal de que había una enorme presión social y una enorme necesidad por salir del país”, indica Pinto-Bazurco.
Fidel Castro estaba pidiendo castigar a parte de la embajada. “La exigencia era entregar a algunos. Curiosamente, la exigencia era más de su entorno”, contó el exdiplomático, añadiendo que “en las dictaduras son los entornos los que quieren ser fuertes, hacen méritos. Yo los escuchaba con paciencia, pero ya nos habíamos entendido con Castro. Le dije: ‘Mire, este no es problema mío, ni del Perú, yo me voy mañana y ustedes se quedan con el problema, acá hay que tratar de solucionar’”.
Castro habría presionado al embajador con el hecho de que en la sede diplomática no había capacidad para mantener a tanta gente, pero aquel le respondió que el comandante sería responsable por las muertes.
Trató de hablar de nuevo con Fidel Castro en la madrugada del día 5 de abril. “Yo lo estaba buscando”, contó el embajador a El Comercio. “La escena fue dramática, porque se apagaron todas las luces del sector (de la embajada). Pensé que venía la fuerza a atacar o venía Castro”.
“De pronto se acercó sigiloso para que no lo vieran, lo invité a pasar, pero no aceptó. ‘Más seguro es mi auto’, dijo. Nos fuimos a dar vueltas en el malecón”, añade el exfuncionario peruano. “Fue una conversación seria, profunda, por momentos dramática. Pero se solucionó porque hubo la garantía de que a esta gente no le iba a pasar nada”.
A la parte cubana le interesaba que no se les llamara asilados ni refugiados a quienes estaban en la embajada. “Ingresantes” sería la palabra. Cada uno de ellos saldría con un salvoconducto.
Todos, describe Pinto-Bazurco, menos tres: “Un policía de tránsito que se llamaba Ángel Gálvez, quien ingresó a la embajada simulando que traía una correspondencia y no salió. Entonces, el gobierno lo calificó como desertor y miembro del Ministerio del Interior y le correspondía la pena de muerte. No calificaba para el salvoconducto”.
“Los otros dos, uno fue el chofer del autobús que estrellaron contra la embajada para ingresar. A él lo habían acusado de ser el responsable indirecto de la muerte de uno de los custodios que falleció cerca del lugar. La otra persona se quedó por miedo. Posiblemente era un agente del Ministerio del Interior”.
Tras la muerte de Castro, opositores demandan proceso democrático
Varios grupos han firmado el “Manifiesto de Madrid”
Lunes, diciembre 5, 2016 | Agencias
MADRID, España- Grupos disidentes cubanos se han reunido hoy en Madrid para leer un manifiesto con motivo de la muerte de Fidel Castro, en el que señalan que Cuba necesita “convocar un proceso electoral y no un traspaso hereditario del poder”.
“La muerte de Fidel Castro nos deja ante la disyuntiva, por una parte, del continuismo político y por la otra el inicio de una etapa de tránsito hacia la democracia”, afirmaron los colectivos.
El documento, que lleva el nombre de “Manifiesto de Madrid: por un nuevo horizonte en Cuba”, ha sido firmado por Cuba democracia YA, Asociación de Iberoamericanos para la Libertad, Unión Liberal Cubana, Observatorio Cubano de Derechos Humanos y el Grupo de Reflexión Cubano Venezolano y apoyado por el Director General de Servicios Sociales e Integración Social de la región de Madrid, Pablo Gómez Tavira.
“En uno de los momentos históricos más importantes para la nación cubana”, los disidentes reclaman al Gobierno que “no prolongue por más tiempo la agonía de un pueblo al que han obligado a vivir sin derechos durante más de medio siglo”.
En este sentido, destacan en el manifiesto que un tránsito escalonado hacia la democracia debe pasar por “ordenar la inmediata liberación de todos los presos políticos y el cese de la violencia policial contra todos los que intentan el ejercicio libre de esos derechos”.
Además, el Ejecutivo de la isla también deberá “establecer mecanismos de diálogo político que incluyan a la sociedad civil cubana y a los que se encuentran en el exilio”.
Por último, los colectivos también piden que se lleve a cabo un “referéndum transparente con observación internacional, donde los cubanos puedan expresar su voluntad sobre el futuro de la nación”.
(EFE)
Gobierno francés: “No hay democracia en Cuba”
En respuesta a las polémicas palabras de la ministra Ségolène Royal
Lunes, diciembre 5, 2016 | Agencias
PARÍS, Francia.- El portavoz del Gobierno francés, Stéphane Le Foll, subrayó hoy que “Cuba no es una democracia y hay problemas de libertad desde hace tiempo”, en una clara rectificación de las polémicas palabras de la ministra de Ecología, Ségolène Royal, que había afirmado que no hay presos políticos en la isla.
“No hay democracia en Cuba, nunca ha habido”, afirmó Le Foll en una entrevista a la emisora “France Info” cuando le preguntaron por las palabras de Royal cuando asistía en Cuba a los funerales oficiales de Fidel Castro, que han generado numerosas reacciones de condena en Francia.
La titular de Ecología, que había acudido en nombre del Gobierno francés a los actos de homenaje de Castro, dijo que en Cuba “cuando se pide la lista de presos políticos, no hay”.
Además, la que jerárquicamente es la “número dos” del Ejecutivo francés después del primer ministro, Manuel Valls, consideró que “hay mucha desinformación” sobre el régimen cubano, antes de puntualizar que tienen que ser los historiadores los que evalúen el legado de Castro y reconocer que debe solucionarse “el problema” de los derechos del hombre.
Le Foll enmarcó los comentarios de Ségolène Royal en el contexto del “duelo” por el fallecido dirigente, pero no se privó de lanzarle un reproche al hacer notar que “podría haber esperado”.
Sobre todo, el portavoz del Gobierno se esforzó en recordar la posición francesa, en el sentido de que “Cuba ha iniciado una transición frágil y todavía tímida”, y que el presidente francés, François Hollande, ha manifestado su voluntad de “acompañar y apoyar ese proceso”.
En esa misma línea, hizo hincapié en que la Unión Europea está negociando un acuerdo con Cuba y en ese contexto “la cuestión de los derechos humanos se planteará con claridad”.
(EFE)
“No hay democracia en Cuba, nunca ha habido”, afirmó Le Foll en una entrevista a la emisora “France Info” cuando le preguntaron por las palabras de Royal cuando asistía en Cuba a los funerales oficiales de Fidel Castro, que han generado numerosas reacciones de condena en Francia.
La titular de Ecología, que había acudido en nombre del Gobierno francés a los actos de homenaje de Castro, dijo que en Cuba “cuando se pide la lista de presos políticos, no hay”.
Además, la que jerárquicamente es la “número dos” del Ejecutivo francés después del primer ministro, Manuel Valls, consideró que “hay mucha desinformación” sobre el régimen cubano, antes de puntualizar que tienen que ser los historiadores los que evalúen el legado de Castro y reconocer que debe solucionarse “el problema” de los derechos del hombre.
Le Foll enmarcó los comentarios de Ségolène Royal en el contexto del “duelo” por el fallecido dirigente, pero no se privó de lanzarle un reproche al hacer notar que “podría haber esperado”.
Sobre todo, el portavoz del Gobierno se esforzó en recordar la posición francesa, en el sentido de que “Cuba ha iniciado una transición frágil y todavía tímida”, y que el presidente francés, François Hollande, ha manifestado su voluntad de “acompañar y apoyar ese proceso”.
En esa misma línea, hizo hincapié en que la Unión Europea está negociando un acuerdo con Cuba y en ese contexto “la cuestión de los derechos humanos se planteará con claridad”.
(EFE)
Exilio cubano recuerda a “víctimas y mártires de la dictadura” castrista
Durante un acto en el Monumento del Memorial Cubano en Miami
Lunes, diciembre 5, 2016 | Agencias
MIAMI, Estados Unidos.- Organizaciones del exilio recordaron ayer en Miami (EE.UU.) a “las víctimas y mártires de la dictadura” con un homenaje celebrado en un monumento levantado en su honor, y que fue señalado como el “verdadero legado de Fidel Castro”.
Durante el acto desarrollado ante el Monumento del Memorial Cubano, inaugurado hace más de dos años y en el que están inscritos los nombres de unas 10.000 personas, entre hombres, mujeres y niños, las organizaciones del exilio depositaron una ofrenda floral en su recuerdo.
“Aquí está el verdadero legado, la verdadera secuela de crímenes que dejo el dictador”, señaló a los asistentes Sylvia Iriondo, presidenta del movimiento MAR por Cuba, en una ceremonia hecha el mismo día en que los restos del líder de la Revolución cubana Fidel Castro fueron depositados en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
“El dictador Fidel Castro no fue un héroe, fue un criminal y un asesino que sembró de terror a la patria cubana”, agregó la activista, en un acto que congregó a poco más de un centenar de personas, en su mayoría exiliados cubanos.
A su turno, el representante de la Asamblea de la Resistencia Cubana, Orlando Gutiérrez, manifestó que el acto era para recordar a los caídos, apresados y fusilados en los últimos 57 años, pero al mismo tiempo para invocar a que se redoblen los esfuerzos, “porque la dictadura aún está ahí” y es necesario “tumbarla con apoyo de la comunidad democrática internacional”.
Desde el escenario, se escucharon cinco testimonios de opositores que fueron apresadas o incluso fusilados, en estos casos en la voz de sus familiares, por agentes del Gobierno cubano, entre ellos los de la familia Rodríguez San Román y el de Tomás Hernández.
De acuerdo a Iriondo, los 10.000 nombres incluidos en el monumento son casos comprobados de víctimas del régimen castrista, pero hay “miles y miles de mártires y víctimas que no han podido ser documentados”.
Ante la concurrencia, muchos de ellos enarbolando banderas cubanas, la activista manifestó que tras la muerte del exgobernante, fallecido en la Habana a los 90 años de edad, se abre una “era nueva en la que el exilio no descansará hasta conseguir la libertad en Cuba”.
Uno de los asistentes al acto de hoy, Rafael Usatorres Corbo, una veterano de la Brigada 2506, ve difícil no obstante que se produzcan cambios a corto plazo y en especial “mientras el hermano siga vivo, porque el hermano es más malo que Fidel Castro”.
Pero manifestó que es necesario sumarse a todos los actos “en contra de la tiranía y favor de levantar la moral del exilio”, y saludó en ese sentido que se coordinen actos entre la oposición dentro y fuera de la isla.
“Con 76 años, estoy dispuesto a salir otra vez”, reveló.
(EFE)
Durante el acto desarrollado ante el Monumento del Memorial Cubano, inaugurado hace más de dos años y en el que están inscritos los nombres de unas 10.000 personas, entre hombres, mujeres y niños, las organizaciones del exilio depositaron una ofrenda floral en su recuerdo.
“Aquí está el verdadero legado, la verdadera secuela de crímenes que dejo el dictador”, señaló a los asistentes Sylvia Iriondo, presidenta del movimiento MAR por Cuba, en una ceremonia hecha el mismo día en que los restos del líder de la Revolución cubana Fidel Castro fueron depositados en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
“El dictador Fidel Castro no fue un héroe, fue un criminal y un asesino que sembró de terror a la patria cubana”, agregó la activista, en un acto que congregó a poco más de un centenar de personas, en su mayoría exiliados cubanos.
A su turno, el representante de la Asamblea de la Resistencia Cubana, Orlando Gutiérrez, manifestó que el acto era para recordar a los caídos, apresados y fusilados en los últimos 57 años, pero al mismo tiempo para invocar a que se redoblen los esfuerzos, “porque la dictadura aún está ahí” y es necesario “tumbarla con apoyo de la comunidad democrática internacional”.
Desde el escenario, se escucharon cinco testimonios de opositores que fueron apresadas o incluso fusilados, en estos casos en la voz de sus familiares, por agentes del Gobierno cubano, entre ellos los de la familia Rodríguez San Román y el de Tomás Hernández.
De acuerdo a Iriondo, los 10.000 nombres incluidos en el monumento son casos comprobados de víctimas del régimen castrista, pero hay “miles y miles de mártires y víctimas que no han podido ser documentados”.
Ante la concurrencia, muchos de ellos enarbolando banderas cubanas, la activista manifestó que tras la muerte del exgobernante, fallecido en la Habana a los 90 años de edad, se abre una “era nueva en la que el exilio no descansará hasta conseguir la libertad en Cuba”.
Uno de los asistentes al acto de hoy, Rafael Usatorres Corbo, una veterano de la Brigada 2506, ve difícil no obstante que se produzcan cambios a corto plazo y en especial “mientras el hermano siga vivo, porque el hermano es más malo que Fidel Castro”.
Pero manifestó que es necesario sumarse a todos los actos “en contra de la tiranía y favor de levantar la moral del exilio”, y saludó en ese sentido que se coordinen actos entre la oposición dentro y fuera de la isla.
“Con 76 años, estoy dispuesto a salir otra vez”, reveló.
(EFE)
El sueño dorado de una prostituta
¿Por qué en Cuba vender el cuerpo da estatus social?
Lunes, diciembre 5, 2016 | Gladys Linares
LA HABANA, Cuba.- No recuerdo con exactitud cuánto tiempo ha transcurrido desde que no veía a Cristina, pero deben de haber pasado más de tres años, porque hoy, cuando la vi en casa de una amiga en común y le pregunté por la hija que tantos dolores de cabeza le daba, me respondió muy contenta: “Está bien, tranquila, se casó y tiene un niño, que pronto cumplirá dos años”.
Cuando la hija de Cristina cumplió 16 años y estaba estudiando en el preuniversitario, comenzó a cambiar radicalmente. Al principio inventaba que iba a estudiar con unos compañeritos del aula, y llegaba tarde o se quedaba a dormir en casa de alguna amiguita. Así fue poco a poco, hasta que dejó de venir algunas noches, aunque seguía en el pre y según algunos maestros era buena alumna.
Luego dejó la escuela y comenzó a desaparecer con más frecuencia, algunas veces hasta una semana. Desesperada, la madre salía a buscarla y acudió a todos los métodos para disciplinarla, desde la persuasión a la violencia, pero sin resultados. Según asegura una amiga, la joven le dijo que no seguiría estudiando porque por mucho que se graduara, no iba a resolver sus necesidades económicas, y que lo que ella necesitaba era “un yuma para vivir bien”.
Entre sus clientes se encontraba un español que le triplicaba la edad. Este señor quiso conocer a su mamá y venía a recogerla a la casa. La muchacha quedó embarazada. El español le reparó la casa, que estaba en muy malas condiciones. Cuando nació el niño, se casó con ella y desde entonces viene con más frecuencia. La llevó a vivir un tiempo a España, pero ella no se adaptó. Allá vive la familia de él, sus hijos, sus nietos -por cierto bastante mayores que ella-, y no se siente bien entre ellos.
Entonces, él le compró una mansión en la Víbora, en la avenida Santa Catalina. Tiene terreno con árboles frutales, piscina, criados y sereno. El español compró hasta un carro para cuando está en Cuba, y para cuando el marido no está, ella tiene su “chofer”.
Aunque no puedo pensar que eso es lo que Cristina como madre hubiera querido para su hija, lo cierto es que al menos la joven ya no pasa las madrugadas en las calles al acecho de un cliente, extorsionada por proxenetas o policías o arriesgándose a ser encarcelada en cualquier momento.
Esta historia de vida de una jinetera no será la más feliz, pero en la Cuba actual, este ha llegado a ser el sueño dorado de una prostituta. Tampoco es la excepción: muchas jóvenes acuden a la profesión más antigua para salir de la miseria y el desamparo en que se encuentra nuestra población.
Durante años, Fidel Castro vociferó que la revolución había acabado con el juego y la prostitución, “lacras de la sociedad capitalista”, aunque más tarde se vio obligado a reconocer públicamente su existencia: “Nuestras prostitutas son las más sanas e instruidas del mundo” (lo cual además es mentira).
Y es que con la crisis económica iniciada en los años 90, el llamado periodo especial, la prostitución (jineteras) se propagó como pólvora. Hoy, miles y miles de jóvenes en todo el país acuden a esta práctica en busca de satisfacer sus necesidades económicas y/o sus urgencias migratorias. Asombrosamente, las jineteras no son mal vistas por un amplio sector de la población, sino en muchos casos admiradas, pues en general ostentan un nivel de vida más alto de lo que en Cuba es posible alcanzar con un salario.
Cuando la hija de Cristina cumplió 16 años y estaba estudiando en el preuniversitario, comenzó a cambiar radicalmente. Al principio inventaba que iba a estudiar con unos compañeritos del aula, y llegaba tarde o se quedaba a dormir en casa de alguna amiguita. Así fue poco a poco, hasta que dejó de venir algunas noches, aunque seguía en el pre y según algunos maestros era buena alumna.
Luego dejó la escuela y comenzó a desaparecer con más frecuencia, algunas veces hasta una semana. Desesperada, la madre salía a buscarla y acudió a todos los métodos para disciplinarla, desde la persuasión a la violencia, pero sin resultados. Según asegura una amiga, la joven le dijo que no seguiría estudiando porque por mucho que se graduara, no iba a resolver sus necesidades económicas, y que lo que ella necesitaba era “un yuma para vivir bien”.
Entre sus clientes se encontraba un español que le triplicaba la edad. Este señor quiso conocer a su mamá y venía a recogerla a la casa. La muchacha quedó embarazada. El español le reparó la casa, que estaba en muy malas condiciones. Cuando nació el niño, se casó con ella y desde entonces viene con más frecuencia. La llevó a vivir un tiempo a España, pero ella no se adaptó. Allá vive la familia de él, sus hijos, sus nietos -por cierto bastante mayores que ella-, y no se siente bien entre ellos.
Entonces, él le compró una mansión en la Víbora, en la avenida Santa Catalina. Tiene terreno con árboles frutales, piscina, criados y sereno. El español compró hasta un carro para cuando está en Cuba, y para cuando el marido no está, ella tiene su “chofer”.
Aunque no puedo pensar que eso es lo que Cristina como madre hubiera querido para su hija, lo cierto es que al menos la joven ya no pasa las madrugadas en las calles al acecho de un cliente, extorsionada por proxenetas o policías o arriesgándose a ser encarcelada en cualquier momento.
Esta historia de vida de una jinetera no será la más feliz, pero en la Cuba actual, este ha llegado a ser el sueño dorado de una prostituta. Tampoco es la excepción: muchas jóvenes acuden a la profesión más antigua para salir de la miseria y el desamparo en que se encuentra nuestra población.
Durante años, Fidel Castro vociferó que la revolución había acabado con el juego y la prostitución, “lacras de la sociedad capitalista”, aunque más tarde se vio obligado a reconocer públicamente su existencia: “Nuestras prostitutas son las más sanas e instruidas del mundo” (lo cual además es mentira).
Y es que con la crisis económica iniciada en los años 90, el llamado periodo especial, la prostitución (jineteras) se propagó como pólvora. Hoy, miles y miles de jóvenes en todo el país acuden a esta práctica en busca de satisfacer sus necesidades económicas y/o sus urgencias migratorias. Asombrosamente, las jineteras no son mal vistas por un amplio sector de la población, sino en muchos casos admiradas, pues en general ostentan un nivel de vida más alto de lo que en Cuba es posible alcanzar con un salario.
¿Entierro humilde o miedo al juicio de la Historia?
Castro pudo temer una futura ira popular o gubernamental contra cualquier monumento levantado en su nombre
Lunes, diciembre 5, 2016 | Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba.- La mayoría de los gobernantes, sobre todo aquellos que permanecen largos períodos de tiempo en el poder, se preocupan por la manera en que las generaciones futuras enjuiciarán su labor.
Por supuesto que Fidel Castro no iba a ser la excepción. Incluso antes de llegar al poder, el hijo de Birán había vaticinado que su aventurero asalto al cuartel Moncada contaría con el visto bueno de la Historia.
Ya en su etapa de gobernante, y seguramente convencido de que su mandato sería prolongado, a Castro se le ocurrió la idea de proclamar a los cuatro vientos que en Cuba no había culto a la personalidad. De esa forma pensaba desmarcarse de esa práctica nociva que tenía lugar en China, Corea del Norte y otros aliados suyos.
Sin embargo, una cosa decía Castro, y otra bien distinta se percibía en las más disímiles facetas de la vida nacional. Durante más de medio siglo los medios de difusión oficialistas han endiosado a Fidel Castro. Cuando él hacía una afirmación, no importa en el terreno que fuese, nadie osaba contradecirle. Tal era la omnipresencia de Castro en la vida de los cubanos, que una canción como Ojalá, de Silvio Rodríguez —Para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos, en todas las misiones—, en un primer momento despertó las sospechas de los ideólogos del régimen.
¿Y acaso no constituye otra prueba del endiosamiento lo que ha sucedido en estos días con los medios de difusión en la isla? La maquinaria del poder ha pretendido que el mundo se detenga por la muerte de Fidel Castro. La prensa escrita, radial y televisiva estuvo más de una semana reflejando únicamente aspectos de la vida del máximo líder, así como detalles de su funeral. Los cubanos de a pie que no tienen acceso a internet ni a otros medios alternativos de información, no se enteraron que se accidentó un avión boliviano en Colombia con la pérdida de un equipo completo de fútbol brasileño, o que falleció el ex boxeador cubano Adolfo Horta, ni supieron cómo quedó el match por el campeonato mundial de ajedrez entre el noruego Magnus Carlsen y el ruso Serjey Karjakin.
Mas, a pesar de todo, Fidel Castro persistió en el discurso de “humildad” hasta el final de sus días: Según expresó su hermano menor en Santiago de Cuba, un día antes de que las cenizas del exgobernante fueran depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia, Castro dio órdenes precisas para que ninguna instalación lleve su nombre y tampoco se levanten monumentos en su honor.
No son pocos los que destacan el temor de Castro a que en el futuro la ira popular o gubernamental —o incluso un simple movimiento reformista dentro de la nomenclatura— pueda barrer con todo aquello que represente su memoria. Recordar, por ejemplo, lo sucedido con Stalin tras el informe de Nikita Jruschov al XX Congreso del PCUS en 1956.
Eso sin contar los casos de calles e instalaciones que un día dejaron de llamarse Gerardo Machado, Rafael Leónidas Trujillo, y otros por el estilo.
El Comandante habría aplicado aquello de que “hay que poner el parche antes de que salga el grano”.
Por supuesto que Fidel Castro no iba a ser la excepción. Incluso antes de llegar al poder, el hijo de Birán había vaticinado que su aventurero asalto al cuartel Moncada contaría con el visto bueno de la Historia.
Ya en su etapa de gobernante, y seguramente convencido de que su mandato sería prolongado, a Castro se le ocurrió la idea de proclamar a los cuatro vientos que en Cuba no había culto a la personalidad. De esa forma pensaba desmarcarse de esa práctica nociva que tenía lugar en China, Corea del Norte y otros aliados suyos.
Sin embargo, una cosa decía Castro, y otra bien distinta se percibía en las más disímiles facetas de la vida nacional. Durante más de medio siglo los medios de difusión oficialistas han endiosado a Fidel Castro. Cuando él hacía una afirmación, no importa en el terreno que fuese, nadie osaba contradecirle. Tal era la omnipresencia de Castro en la vida de los cubanos, que una canción como Ojalá, de Silvio Rodríguez —Para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos, en todas las misiones—, en un primer momento despertó las sospechas de los ideólogos del régimen.
¿Y acaso no constituye otra prueba del endiosamiento lo que ha sucedido en estos días con los medios de difusión en la isla? La maquinaria del poder ha pretendido que el mundo se detenga por la muerte de Fidel Castro. La prensa escrita, radial y televisiva estuvo más de una semana reflejando únicamente aspectos de la vida del máximo líder, así como detalles de su funeral. Los cubanos de a pie que no tienen acceso a internet ni a otros medios alternativos de información, no se enteraron que se accidentó un avión boliviano en Colombia con la pérdida de un equipo completo de fútbol brasileño, o que falleció el ex boxeador cubano Adolfo Horta, ni supieron cómo quedó el match por el campeonato mundial de ajedrez entre el noruego Magnus Carlsen y el ruso Serjey Karjakin.
Mas, a pesar de todo, Fidel Castro persistió en el discurso de “humildad” hasta el final de sus días: Según expresó su hermano menor en Santiago de Cuba, un día antes de que las cenizas del exgobernante fueran depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia, Castro dio órdenes precisas para que ninguna instalación lleve su nombre y tampoco se levanten monumentos en su honor.
No son pocos los que destacan el temor de Castro a que en el futuro la ira popular o gubernamental —o incluso un simple movimiento reformista dentro de la nomenclatura— pueda barrer con todo aquello que represente su memoria. Recordar, por ejemplo, lo sucedido con Stalin tras el informe de Nikita Jruschov al XX Congreso del PCUS en 1956.
Eso sin contar los casos de calles e instalaciones que un día dejaron de llamarse Gerardo Machado, Rafael Leónidas Trujillo, y otros por el estilo.
El Comandante habría aplicado aquello de que “hay que poner el parche antes de que salga el grano”.
¿El futuro ‘enemigo’?
La campaña de endiosamiento de la figura de Fidel Castro fomentada desde el gobierno pudiera convertirse a largo plazo en un arma de doble filo
Lunes, diciembre 5, 2016 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba.- Alguien en la calle, refiriéndose a estos nueve días de duelo oficial por la muerte de Fidel Castro, decía: “esta es la borrachera, deja que venga la resaca”. La frase, aunque jocosa, advierte muy sabiamente sobre lo que habrá de ser el futuro más inmediato en un país cuyo gobierno deberá enfrentar la ausencia de una pieza considerada esencial sobre todo para los partidarios de una “corriente fidelista” opuesta al reformismo raulista.
Esa postura ideológica “fidelista”, aunque peca de ingenua, sobre todo porque su memoria histórica no es más que un compendio de mitologías, pudiera llegar a ser una fuerza política importante en unos años y estaría integrada no solo por quienes se consideran perjudicados por el nuevo modelo económico o que sencillamente advierten en las reformas de corte capitalista un acto de traición sino además por aquellos que fueron, literalmente, “echados de la Corte” durante el traspaso de la corona en febrero del 2008 o desde mucho antes.
La idea de un cisma ideológico, que pudiera tener resonancias en algunos sectores del poder político, no es tan descabellada, sobre todo cuando, en estos días, entre gritos de “Yo soy Fidel” y “Hasta la victoria siempre”, se han podido escuchar sobradas comparaciones entre un “pasado glorioso” y un presente pleno de inseguridades, de modo que la campaña de endiosamiento de la figura de Fidel Castro fomentada desde el gobierno pudiera convertirse a largo plazo en un arma de doble filo.
La evolución natural de los acontecimientos en los próximos años arrojará, casi en cascada, otros fallecimientos entre los integrantes de la “vieja guardia”. Varios puestos en el poder quedarán vacantes y en la pelea por ocuparlos, al interior del propio partido comunista, aunque no sea reconocido públicamente, se consolidarán facciones, si no es que ya se han gestado.
Hace algunos años, los escándalos protagonizados por Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y los otros defenestrados, demostraron que el partido comunista está muy lejos de ser la fuerza monolítica que se pensaba.
Las constantes sustituciones de la dirigencia, realizadas por Raúl Castro durante todos estos años de su mandato, también son una prueba de inestabilidad y de fraccionamiento ideológico, un verdadero caldo de cultivo en las sociedades restrictivas, donde habrán de originarse al menos dos bandos a tener en cuenta en las próximas dos décadas.
Por un lado, los que intentarán mantenerse en el poder a toda costa y, por tanto, estarán dispuestos a flexibilizar sus posiciones para así ganar el favor de la opinión mundial, aunque sin permitir una apertura política que los coloque en riesgo; por el otro, los que, atemorizados por una radicalización del reformismo, al punto que trascienda lo económico hacia otros ámbitos de lo social, considerarán que es el momento de un retorno a la ortodoxia comunista, incluso al terror.
La semana pasada, en medio del duelo, mientras las cenizas de Fidel Castro hacían una parada en la plaza de Camagüey y las personas congregadas en el lugar entonaban consignas, casi simultáneamente el comandante Ramiro Valdés inauguraba, entre otros comercios, una tienda Puma en Santiago de Cuba. Los rostros que mostraban las cámaras de la televisión cubana, sin decir ni una palabra, lo decían todo sobre los tiempos que han de venir.
Un panorama muy complicado, incluso trágico, que habrá de poner a pensar a nuestros “mejores” ideólogos sobre cómo continuar hablando de Fidel Castro sin que este se convierta en la principal fuerza enemiga para un país que se debate en un dilema con rasgos esquizoides: lanzarse a la aventura capitalista o dejarse arrastrar por la aventura capitalista.
Esa postura ideológica “fidelista”, aunque peca de ingenua, sobre todo porque su memoria histórica no es más que un compendio de mitologías, pudiera llegar a ser una fuerza política importante en unos años y estaría integrada no solo por quienes se consideran perjudicados por el nuevo modelo económico o que sencillamente advierten en las reformas de corte capitalista un acto de traición sino además por aquellos que fueron, literalmente, “echados de la Corte” durante el traspaso de la corona en febrero del 2008 o desde mucho antes.
La idea de un cisma ideológico, que pudiera tener resonancias en algunos sectores del poder político, no es tan descabellada, sobre todo cuando, en estos días, entre gritos de “Yo soy Fidel” y “Hasta la victoria siempre”, se han podido escuchar sobradas comparaciones entre un “pasado glorioso” y un presente pleno de inseguridades, de modo que la campaña de endiosamiento de la figura de Fidel Castro fomentada desde el gobierno pudiera convertirse a largo plazo en un arma de doble filo.
La evolución natural de los acontecimientos en los próximos años arrojará, casi en cascada, otros fallecimientos entre los integrantes de la “vieja guardia”. Varios puestos en el poder quedarán vacantes y en la pelea por ocuparlos, al interior del propio partido comunista, aunque no sea reconocido públicamente, se consolidarán facciones, si no es que ya se han gestado.
Hace algunos años, los escándalos protagonizados por Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y los otros defenestrados, demostraron que el partido comunista está muy lejos de ser la fuerza monolítica que se pensaba.
Las constantes sustituciones de la dirigencia, realizadas por Raúl Castro durante todos estos años de su mandato, también son una prueba de inestabilidad y de fraccionamiento ideológico, un verdadero caldo de cultivo en las sociedades restrictivas, donde habrán de originarse al menos dos bandos a tener en cuenta en las próximas dos décadas.
Por un lado, los que intentarán mantenerse en el poder a toda costa y, por tanto, estarán dispuestos a flexibilizar sus posiciones para así ganar el favor de la opinión mundial, aunque sin permitir una apertura política que los coloque en riesgo; por el otro, los que, atemorizados por una radicalización del reformismo, al punto que trascienda lo económico hacia otros ámbitos de lo social, considerarán que es el momento de un retorno a la ortodoxia comunista, incluso al terror.
La semana pasada, en medio del duelo, mientras las cenizas de Fidel Castro hacían una parada en la plaza de Camagüey y las personas congregadas en el lugar entonaban consignas, casi simultáneamente el comandante Ramiro Valdés inauguraba, entre otros comercios, una tienda Puma en Santiago de Cuba. Los rostros que mostraban las cámaras de la televisión cubana, sin decir ni una palabra, lo decían todo sobre los tiempos que han de venir.
Un panorama muy complicado, incluso trágico, que habrá de poner a pensar a nuestros “mejores” ideólogos sobre cómo continuar hablando de Fidel Castro sin que este se convierta en la principal fuerza enemiga para un país que se debate en un dilema con rasgos esquizoides: lanzarse a la aventura capitalista o dejarse arrastrar por la aventura capitalista.
Venganzas castristas
Los represores nunca perdonan
Lunes, diciembre 5, 2016 | Ángel Santiesteban
LA HABANA, Cuba.- Una de las distinciones más visibles de la dictadura cubana es su apego a la venganza, la represalia contra quienes disienten en pensamiento y acciones de lo que los represores llaman “revolución”. Ellos jamás olvidan, nunca perdonan, aunque en ocasiones, y a su conveniencia, sean capaces de guardar un poco de silencio mientras preparan el desquite, pero la mayor verdad es que desean resolverlo en el menor tiempo posible. Únicamente de esa forma calman su soberbia.
Fidel Castro se apegó a la venganza desde que era estudiante universitario, y más tarde no fue nada difícil constatar cómo recurrió a la manipulación popular para salirse cada vez con la suya, y castigar a quienes no acataban sus designios. Tras su llegada al poder, después que fuera nombrado primer ministro y que en ese momento le pareciera insuficiente, fusiló a algunos de sus enemigos políticos. Luego vendría su venganza contra Urrutia y un poco más tarde contra Osvaldo Dorticós. A ambos los humilló hasta doblegarlos; tanto, que un disparo en la sien resultó alivio ante la constante presión del Comandante.
Muy bien sabían las víctimas que solo habían sido usados como pantalla, títeres que Fidel manejaba a su antojo. Cuando Urrutia intentó enfrentar al jefe, con el derecho que le daba la presidencia de la nación, Fidel fingió una renuncia, lo que sin dudas era también una venganza, y anunció que abandonaba el cargo de primer ministro, pero antes acusó a Urrutia de traidor a los intereses del pueblo, es decir, a los del primer ministro. La reacción fue la esperada y él pudo “salirse con la suya”.
De la misma manera manipuló a los cubanos que aceptaban ciegamente ese teatro que prometió una vida próspera y que, por supuesto, nunca les dio. Tan ocupado estuvo en sus enfermizos megaplanes, que no tuvo tiempo de cumplir con sus palabras; y sus correligionarios se convirtieron, para siempre, en simples piezas que manejó a su antojo mientras intentaba conseguir sus propósitos, para ayudar —¿o dominar? — a países pobres a los que prometió ayuda en casi todos los órdenes y continentes.
Famosos fueron sus desquites, sobre todo esos que respondieron a su incapacidad para soportar a quienes fueran capaces de contradecirlo. Con esos fue implacable. Pienso ahora mismo en la injusta sanción, de veinte años, que decidió para el comandante Huber Matos, luego de que no consiguiera fusilarlo. Recuerdo también la misteriosa desaparición del comandante Camilo Cienfuegos, y hasta en la muerte de Ernesto Guevara, quien, sin dudas, ya se le presentaba como una competencia demasiado popular e incómoda.
Tras alcanzar la presidencia hizo su purga ideológica; necesitaba de esa limpieza porque incluso algunos comunistas ya comenzaban a molestarle, sobre todo aquellos que, aunque lo estuvieron acompañando, tenían una visión algo diferente a la suya. Fue en ese momento cuando la emprendió contra Aníbal Escalante y contra Juan Marinello. A ellos los acusaría de “sectarios”. Sectarios eran quienes no servían a sus dislates. Y quedaron solo los que estuvieron dispuestos a doblegarse, como Blas Roca o Carlos Rafael Rodríguez.
En su más de medio siglo de poder omnímodo, las ejecuciones se convirtieron en su plato favorito. En ellas incluyó a altos oficiales que le acompañaban antes y que le eran fieles. El caso más sonado sería el de un Héroe de la República y general de división. Fidel decidió fusilar a Arnaldo Ochoa porque necesitó hacer creer a Cuba, y al mundo todo, que no estaba al tanto del contrabando de drogas que se gestaba desde la Isla para introducirla luego en territorio norteamericano.
¿Y quién no recuerda a aquellos jóvenes que intentaron robarse una lancha para llegar a Miami? Por esos días corría el rumor de que si sobrevenía una estampida en las salidas ilegales, por vía marítima, hacia Miami, los Estados Unidos responderían con una invasión. ¿Y qué se le ocurrió a Fidel? Mandó a fusilar a aquellos dos jóvenes cuyo único pecado fue querer abandonar un país que los asfixiaba. Ellos creyeron que del otro lado estarían mucho mejor y eso molestó a Fidel.
Hoy cumplen sanciones en las cárceles cubanas muchos de los que intentaron bajarse del tren “arrollador” de la revolución. Ninguno de ellos tiene derecho a recibir los beneficios establecidos para la población penal. Entre esos está el excapitán de la Inteligencia cubana Ernesto Borges, quien lleva dieciocho años en penitenciaría cumpliendo una sanción de treinta años de privación de libertad, y a quien, desde hace tres años, debieron ofrecerle la posibilidad de una “prisión condicional”. A pesar de que la ley penal asegure tal beneficio, este preso continúa en la cárcel y antes de salir en libertad tendrá que penar, tendrá que pagar por las diferencias ideológicas con los jefes de esa “revolución”.
A este preso quizá le queda una sola posibilidad para que reduzcan la condena que antes le impusieron, y ese evento sería la posibilidad de un canje, que cambiaran su libertad por la de una oficial al servicio de la inteligencia cubana que guarda prisión en los Estados Unidos. Ana Belén Montes está presa en Estados Unidos, país donde fue sancionada a cumplir veinticinco años en la cárcel, y cinco de libertad vigilada, tras declararse culpable de espionaje al servicio de Cuba. Mientras esa oportunidad no llegue, la luz de libertad está vedada para ese preso y para muchos otros, y lo peor es que si alguien intenta alcanzarla sin contar con ellos, conocerá de los odios extremos del poder, de ese que se considera el dueño absoluto de todo este archipiélago, al que muchos ya suponen maldecido porque desde la dictadura de Batista hasta la de los Castro ya casi suma un siglo.
Fidel Castro se apegó a la venganza desde que era estudiante universitario, y más tarde no fue nada difícil constatar cómo recurrió a la manipulación popular para salirse cada vez con la suya, y castigar a quienes no acataban sus designios. Tras su llegada al poder, después que fuera nombrado primer ministro y que en ese momento le pareciera insuficiente, fusiló a algunos de sus enemigos políticos. Luego vendría su venganza contra Urrutia y un poco más tarde contra Osvaldo Dorticós. A ambos los humilló hasta doblegarlos; tanto, que un disparo en la sien resultó alivio ante la constante presión del Comandante.
Muy bien sabían las víctimas que solo habían sido usados como pantalla, títeres que Fidel manejaba a su antojo. Cuando Urrutia intentó enfrentar al jefe, con el derecho que le daba la presidencia de la nación, Fidel fingió una renuncia, lo que sin dudas era también una venganza, y anunció que abandonaba el cargo de primer ministro, pero antes acusó a Urrutia de traidor a los intereses del pueblo, es decir, a los del primer ministro. La reacción fue la esperada y él pudo “salirse con la suya”.
De la misma manera manipuló a los cubanos que aceptaban ciegamente ese teatro que prometió una vida próspera y que, por supuesto, nunca les dio. Tan ocupado estuvo en sus enfermizos megaplanes, que no tuvo tiempo de cumplir con sus palabras; y sus correligionarios se convirtieron, para siempre, en simples piezas que manejó a su antojo mientras intentaba conseguir sus propósitos, para ayudar —¿o dominar? — a países pobres a los que prometió ayuda en casi todos los órdenes y continentes.
Famosos fueron sus desquites, sobre todo esos que respondieron a su incapacidad para soportar a quienes fueran capaces de contradecirlo. Con esos fue implacable. Pienso ahora mismo en la injusta sanción, de veinte años, que decidió para el comandante Huber Matos, luego de que no consiguiera fusilarlo. Recuerdo también la misteriosa desaparición del comandante Camilo Cienfuegos, y hasta en la muerte de Ernesto Guevara, quien, sin dudas, ya se le presentaba como una competencia demasiado popular e incómoda.
Tras alcanzar la presidencia hizo su purga ideológica; necesitaba de esa limpieza porque incluso algunos comunistas ya comenzaban a molestarle, sobre todo aquellos que, aunque lo estuvieron acompañando, tenían una visión algo diferente a la suya. Fue en ese momento cuando la emprendió contra Aníbal Escalante y contra Juan Marinello. A ellos los acusaría de “sectarios”. Sectarios eran quienes no servían a sus dislates. Y quedaron solo los que estuvieron dispuestos a doblegarse, como Blas Roca o Carlos Rafael Rodríguez.
En su más de medio siglo de poder omnímodo, las ejecuciones se convirtieron en su plato favorito. En ellas incluyó a altos oficiales que le acompañaban antes y que le eran fieles. El caso más sonado sería el de un Héroe de la República y general de división. Fidel decidió fusilar a Arnaldo Ochoa porque necesitó hacer creer a Cuba, y al mundo todo, que no estaba al tanto del contrabando de drogas que se gestaba desde la Isla para introducirla luego en territorio norteamericano.
¿Y quién no recuerda a aquellos jóvenes que intentaron robarse una lancha para llegar a Miami? Por esos días corría el rumor de que si sobrevenía una estampida en las salidas ilegales, por vía marítima, hacia Miami, los Estados Unidos responderían con una invasión. ¿Y qué se le ocurrió a Fidel? Mandó a fusilar a aquellos dos jóvenes cuyo único pecado fue querer abandonar un país que los asfixiaba. Ellos creyeron que del otro lado estarían mucho mejor y eso molestó a Fidel.
Hoy cumplen sanciones en las cárceles cubanas muchos de los que intentaron bajarse del tren “arrollador” de la revolución. Ninguno de ellos tiene derecho a recibir los beneficios establecidos para la población penal. Entre esos está el excapitán de la Inteligencia cubana Ernesto Borges, quien lleva dieciocho años en penitenciaría cumpliendo una sanción de treinta años de privación de libertad, y a quien, desde hace tres años, debieron ofrecerle la posibilidad de una “prisión condicional”. A pesar de que la ley penal asegure tal beneficio, este preso continúa en la cárcel y antes de salir en libertad tendrá que penar, tendrá que pagar por las diferencias ideológicas con los jefes de esa “revolución”.
A este preso quizá le queda una sola posibilidad para que reduzcan la condena que antes le impusieron, y ese evento sería la posibilidad de un canje, que cambiaran su libertad por la de una oficial al servicio de la inteligencia cubana que guarda prisión en los Estados Unidos. Ana Belén Montes está presa en Estados Unidos, país donde fue sancionada a cumplir veinticinco años en la cárcel, y cinco de libertad vigilada, tras declararse culpable de espionaje al servicio de Cuba. Mientras esa oportunidad no llegue, la luz de libertad está vedada para ese preso y para muchos otros, y lo peor es que si alguien intenta alcanzarla sin contar con ellos, conocerá de los odios extremos del poder, de ese que se considera el dueño absoluto de todo este archipiélago, al que muchos ya suponen maldecido porque desde la dictadura de Batista hasta la de los Castro ya casi suma un siglo.
La solidaridad silenciada
“No tenemos ni oro ni plata, pero lo que tenemos se lo damos”
Lunes, diciembre 5, 2016 | Roberto Jesús Quiñones Haces
Brigadas de distintas denominaciones religiosas en tareas de recuperación en Baracoa (foto Cubadebate)
GUANTÁNAMO, Cuba.- Los cristianos no hacen bien para pregonarlo, mucho menos para hacer política con sus acciones. Como dijo Jesús y aparece en el Evangelio de San Mateo, la mano izquierda no debe saber lo que hace tu derecha si de misericordia se trata.El periódico Venceremos, órgano oficial del comité provincial del partido comunista en Guantánamo, publicó el 18 de noviembre un reportaje titulado “Cristianos en la recuperación de Baracoa. Con fe humanitaria conectada”, del periodista Víctor Hugo Purón Fonseca, en el que se describe la labor realizada por denominaciones cristianas protestantes, pertenecientes al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), pero no menciona la participación de la Iglesia Católica en la ayuda que se ha hecho llegar a los damnificados, no sólo de la ciudad primada, sino también a los de otras zonas perjudicadas por el huracán.
La fe por sí sola no basta
La fe y la acción cristianas van muy unidas. Una fe sin hechos está vacía, así lo enseñó el Apóstol Pablo y muchos católicos han asumido muy bien la enseñanza.
Al día siguiente del paso del huracán, nuestro Obispo, la misionera Eusebia Abillú y Mario, chofer del obispado, partieron de madrugada hacia Baracoa. Debido al estado de las vías llegaron a dicha ciudad 20 horas después. Según el propio Obispo escribió en su crónica “A 4 días del paso del huracán por la diócesis”, lo reconfortó mucho ver que los sacerdotes y las religiosas de Baracoa y Maisí estaban junto al pueblo, acompañamiento que se mantiene.
A pesar de décadas de “ateísmo científico” la mayoría del pueblo cubano manifiesta su fe de diversas formas. Lo constató el Obispo ese día cuando el jefe de una brigada de linieros de la empresa eléctrica le pidió que rezara por ellos porque estaban trabajando con corriente. Lo confirmó un campesino de Maisí al recibir la primera ayuda luego de 72 horas del paso del huracán, cuando le dijo al joven que se la entregó: “Estoy bautizado pero hace más de cincuenta años que no voy a la Iglesia, a partir de ahora no faltaré a misa”.
Y es que la ayuda de la Iglesia Católica comenzó a llegar de inmediato. Las parroquias de Guantánamo cocinaron para los damnificados inmediatamente después del paso del huracán, acopiaron agua hervida y compraron agua mineral para llevarles cuando todavía no recibían ninguna ayuda gubernamental. Menos de 72 horas después del paso de Matthew, por carreteras intransitables, los jóvenes de nuestra Iglesia comenzaron a trasladar ropa y comida donadas por los fieles a esas comunidades, guiados por los sacerdotes.
Varios jóvenes católicos de Bayamo se aparecieron en un microbús para brindar su ayuda y el propio Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio Rodríguez, trajo un cargamento de víveres. Mucha de la ayuda que han recibido y todavía reciben los damnificados ha sido enviada por hermanos de nuestra Iglesia desde lugares tan distantes como Kenia, Brasil, Argentina, España, Italia, Angola, Canadá, Alemania y Nueva Zelanda. También ha llegado ayuda desde las Iglesias de República Dominicana, Colombia y Estados Unidos.
Nuestro Obispo ha dejado constancia en sus crónicas de ese otro “huracán bueno”, conformado por acciones de la Iglesia universal, pero también de personas como esa mujer dominicana que lo reconoció en el aeropuerto de Santiago de Cuba, cuando iba hacia Santo Domingo a recoger una ayuda, y le dijo: “Tome estos cinco euros y cómprele una sabanita a algún damnificado”. O de una camagüeyana nombrada Raquel, trabajadora de Etecsa, que se propuso hacerle llegar un juguete a los niños de Maisí e involucró en su proyecto a compañeros de trabajo, familiares, vecinos y amigos. Decenas de juguetes ya fueron distribuidos. O como la visita del Nuncio Apostólico, Monseñor Giorgio Lingua, quien visitó junto con nuestro Obispo las zonas afectadas. Pudiéramos mencionar también a los jóvenes de Santiago de Cuba que se unieron a los de Guantánamo para ayudar a levantar paredes y techos en las zonas afectadas, o a los niños de La Milagrosa, que le dijeron al sacerdote claretiano Arturo González que la merienda que les ofrecen en el catecismo la enviara a los niños de Baracoa. Así han actuado cientos de personas e instituciones que con algún gesto se han hecho presentes en estos momentos difíciles.
Mención especial merece el equipo de Cáritas diocesano, dirigido por la Dra. Maribel Abillú, porque ha demostrado gran eficacia en la distribución de la ayuda recibida de otras diócesis cubanas y del mundo.
Desconozco el monto de la ayuda material que ha brindado nuestra Iglesia. Sea cual sea reconforta saber que estuvo desde el primer momento al lado de los damnificados y continúa haciéndolo.
Monseñor Willy ha expuesto claramente que las tareas más importantes son: No dejar de celebrar la misa dominical, especialmente en los lugares donde se ha caído el templo; invitar a todos a orar, como lo hizo Moisés, intercediendo por nuestro pueblo; darle comida a los que tienen hambre y estar con la gente allí donde están, recogiendo sus lágrimas, levantándoles el corazón, sembrando esperanza, diciéndoles como el Apóstol Pablo. “No tenemos ni oro ni plata, pero lo que tenemos se lo damos”.
Creo que eso hay que decirlo, mucho más cuando incomprensiblemente se silencia.
Diciembre respirará cine
Entre los días 8 y 18 del presente mes tendrá lugar el habitual festival en La Habana
Lunes, diciembre 5, 2016 | Eliseo Matos
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Fotograma de la película 'Últimos días en La Habana' (Cortesía)
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Cartel promocional del festival (Cortesía)
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Proceso de posproducción de 'Ya no es antes' (Cortesía)
Dieciocho largometrajes de ficción, 22 cortos y mediometrajes, 18 óperas primas, 26 documentales, 27 animados, 25 guiones inéditos y 24 carteles, competirán por el Coral que otorgará un jurado compuesto por directores de cine, guionistas y actores de la talla de Laura de la Uz, Benito Zjambrano y Sebastián Sepúlveda, entre otros.
Según Iván Giroud, presidente del evento, se rendirá homenaje a la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, que funciona desde hace más de 30 años, al recién fallecido Fide Castro y al cineasta Julio García Espinosa, de quien Iván expresara: “Julio es un provocador innato, siempre fue contemporáneo, moderno. En ese sentido sus ideas hoy tienen absoluta vigencia.”
Este año se tiene prevista la presencia del cineasta argentino Tristán Bauer, la española María Paredes, la brasileña Sonia Braga y los estadounidenses Brian De Palma y Oliver Stone. Este último presentará Snowden, filme protagonizado por Joseph Gordon-Levitt y que trata sobre la vida de Edward Snowden, contratista estadounidense que filtró información clasificada de la Agencia de Seguridad Nacional a los principales medios de comunicación en junio de 2013.
“El programa que presentamos es un lujo para cualquier persona del mundo o estudioso. Ver en un lugar condensado 18 películas latinoamericanas de calidad es una propuesta única del Festival, lo que lo convierte en una referencia”, expresó Giroud.
Según el propio presidente del Festival, los beneficios monetarios que brinda este evento a la capital cubana “no se pueden contabilizar, porque se generan desde varios niveles y se ingresan directamente a la economía estatal y a la economía privada”. Al hacer cálculos estimados, Giroud resaltó lo que consumen los participantes extranjeros en cuanto a hospedaje, transporte público y privado, comidas, compras.
Sin embargo, a pesar de ser una actividad que aporta económicamente la situación de los cines deja mucho que desear: “Ahora puede pasar cualquier accidente porque se va la luz, baja el voltaje”, expresó refiriéndose a la situación de los cines cubanos.
La emigración en el debate fílmico
Entre las películas que concursarán en la categoría de largometrajes, dos criollas llenan la expectativa de los cinéfilos de la isla, Últimos días en La Habana, de Fernando Pérez, uno de los cineastas más laureados en la historia del Festival y Ya no es antes, de Lester Hamlet, se presentan tratando a profundidad el tema de la migración, las problemáticas sociales y sueños del cubano de a pie.
En este sentido, el filme Últimos días en La Habana, que cuenta con las actuaciones de Patricio Wood, Jorge Martínez y Coralia Veloz, entre otros, aborda la historia de dos hombres cuya meta en la vida es huir hacia la ciudad norteamericana de Nueva York y juntos esperan, entre enfermedades mortales, su ansiada visa hacia los Estados Unidos.
“Trata de ser un film sobre la amistad, sobre el derecho de cada individuo a expresarse a su manera: un film sobre la diversidad…la defino como un drama, pero un drama alegre, porque sus personajes ‘sobreviven’ sin perder nunca la avidez de vivir”, expresó Fernando.
Por otro lado, Ya no es antes, protagonizada por Isabel Santos y Luis Alberto García, aborda el tema de la imposibilidad del amor en una relación de pareja apartada por el dolor que produce la separación por la migración. Este amor vuele a recobrar fuerzas cuando después de varios años la pareja se reencuentra en la Isla.
“Esta película es sobre la adultez, la tragedia de sentir que envejecemos en soledad y distantes del amor y las caricias, es una historia de pasados felices e inesperados y dudosos futuros”, comentó Lester Hamlet en el sitio oficial del filme en Facebook.
Mitos de viejos chochos en Miami y de una pistola sin balas en Bolivia
Me hubiera gustado estar en Calle 8 hace una semana
Lunes, diciembre 5, 2016 | Alberto Méndez Castelló
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