León Padrón Azcuy, La Habana.
Este pasado 12 de septiembre se pudo observar
a miles de ciudadanos cubanos, portando cintas amarillas, o cualquier atuendo
de este color, a fin de exigir la libertad de los cuatro espías que se
mantienen presos en EE.UU por un delito de espionaje.
En esta ocasión la convocatoria de la dictadura cubana,
contó con la tutela de René González Sehwerert (Chicago, 1956), uno de los
cinco espías. Casado, dos hijas, piloto e instructor de vuelo y agente de la DGI,
quien fuera sentenciado a 15 años de prisión, y liberado a los 12, a quien
una jueza norteamericana permitió regresar a la isla sin cumplir los 3 años de
probatoria que se le impuso luego de su liberación.
La historia americana que da cuenta de la partida de un
soldado a la guerra, y su petición a la novia para que lo espere a su regreso
con una cinta amarilla, de no haberse comprometido con otro. Sirvió de colofón
a la convocatoria, lanzada “casualmente”
un día antes de la celebración que habitualmente ofrecen los fieles católicos
(los 8 de septiembre) a la caridad del cobre, una diosa a la que hacen
portentosas veneraciones porque la consideran patrona de Cuba.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que el día
escogido para portar las cintas amarillas que, no solo colgaron en las prendas
de vestir, también en las manos, autos, y portales de cuantiosas viviendas, fue
el día 12 de septiembre. Fecha en que la religión yoruba rinde honores a ochún,
un oricha que según los babalaos, es un sincretismo de la caridad del cobre.
La fiesta, o demanda por la libertad de los 4 espías terminó
con un acto en la tribuna anti-imperialista, ubicada frente a la Oficina de
Intereses de los EEUU, en la habana, trasmitida a toda la isla por la
televisión nacional. Siendo una nueva
ocasión para entretener y manipular a la población cubana, quien cada día se
sumerge mas en una terrible crisis económica y social, a la que no ven solución.
Alberto, recogedor de bolita del Vedado, sancionado en múltiples ocasiones por la
policía, debido a este juego prohibido, era uno de los entusiastas que agitaba
un gran lazo amarillo. Cuando le pregunté por su identificación con los cuatro
espías me aclaró rápido: ¡No, esto no es por los cinco, es por Ochún… que hoy
es su día!” y me acordé del personaje Panurgo, del escritor francés Francois
Rabelais, cuando echó al agua desde un barco un carnero para que el
resto del rebaño se tirase tras él sin pensar.
La libertad de
cualquier preso inocente es asunto de
toda la humanidad y cada cual tiene el
derecho hacerlo cómo le plazca, de hecho
la Biblia nos
enseña a orar por todos los presos como si estuvieras juntamente con él, pero
en este caso la descomunal manipulación
del gobierno castrista, que persigue, encarcela y reprime a hombres y
mujeres pacíficos dentro de Cuba, vuelve de origen falsa esta causa de los cinco.
Me pregunto cómo es posible pedir al pueblo cubano ponerse
un lazo amarillo en demanda por la libertad de cuatro espías cubano, cuando el
gobierno a través de los órganos represivos ha ordenado en cuantiosas ocasiones,
arrebatar de la mano las pulseras blancas de la campaña por el cambio que usan
los demócratas de la oposición y han
roto los pulóveres a los activistas que promocionan campañas
pacifistas.
El cinismo y la desvergüenza se hizo manifiesto en la voz
de la locutora Arlette Roque Fuentes,
cuando al finalizar el acto dijo: “Dios
nos ha bendecido por cuanto esta noche no llovió”.
¡Qué poco tenían para
ofrecerles a los pobres cubanos!
Dios no puede bendecir a los que claman a otros dioses.
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