jueves, 19 de septiembre de 2013

HISTORIA CRISTIANA







MINISTERIOS DE PREDICACIÓN Y
ENSEÑANZA

por Robert A. Baker.
EDITORIAL MUNDO HISPANO


ROBERT A. BAKER
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL
POR FRANCISCO ALMANZA
© Copyright 1974. Casa Bautista de Publicaciones. Publicado
originalmente en inglés bajo el título A Summary of Christian History,
© Copyright 1959, Broadman Press. Traducido y publicado con
permiso. Todos los derechos reservados. No se podrá reproducir o
transmitir todo o parte de este libro en ninguna forma o medio sin el
permiso escrito de los publicadores, con la excepción de porciones
breves en revistas y/o periódicos.
Ediciones: 1974, 1981 (corregida), 1986, 1990, 1995, 1997
Séptima edición: 1999
Clasificación Decimal Dewey: 270
Tema:
Iglesia - Historia
ISBN: 0-311-15032-2
C.B.P. Art. No. 15032

1. PERIODO DE LOS COMIENZOS CRISTIANOS
Los Comienzos del Cristianismo Histórico

2. PERIODO DE DOMINACION PAGANA
Oposición Pagana al Cristianismo
La Lucha por la Fuerza
El Fin de Una Era

3. EL PERIODO DE DESARROLLO PAPAL
Una Nueva Dirección
Los Fundamentos Católicos Romanos
La Expansión Católica Romana
Oposición Religiosa a la Autoridad Romana
Oposición Secular a la Autoridad Romana
La Dominación Católica Romana
Mirada Retrospectiva y Perspectiva

4. EL PERIODO DE LA REFORMA OCCIDENTAL
Caída del Prestigio Papa
Clamor por Una Reforma
Esfuerzo de Reforma
Disensión Eclesiástica
La Plenitud del Tiempo
La Reforma Luterana
Las Reformas Zwingliana y Calvinista
Los Anabautistas y la Reforma Radical
La Reforma Anglicana
El Avivamiento Católico Romano
Continuación del Conflicto
Cristianismo Americano

5. PERIODO DE INTRUSION DEL REGIONALISMO
El Cristianismo de la Europa Continental
Cristianismo Inglés
Cristianismo Americano

6. PERIODO DE SECULARIZACION GENERAL
Cristianismo Europeo Continental
El Cristianismo Inglés
El Cristianismo en Norte América
La Perspectiva Contemporánea

1. PERIODO DE LOS
COMIENZOS CRISTIANOS
(4 a.de J.C. a 100 d. de J.C.)
INTRODUCCIÓN AL PERIODO
Jesucristo nació entre los años 6 y 4 a. de J.C. El error al fijar la fecha de su
nacimiento ocurrió porque no empezó a calcularse el tiempo de acuerdo con el
nacimiento de Cristo, sino hasta el Siglo VI. Se cometió un error de varios años
al asignar número a los años que habían transcurrido. El mundo mediterráneo
era gobernado por el Imperio Romano en el tiempo del nacimiento de
Jesucristo. Sus ejércitos habían invadido Palestina desde alrededor de sesenta
años antes. La mayor parte de ese tiempo el gobernador de Palestina fue
Herodes el Grande. Cuando Herodes murió el 4 a. de J.C., Palestina fue
dividida para que sus tres hijos pudieran compartir la autoridad. Felipe gobernó
sobre el área extrema noreste del oriente del Jordán; Herodes Antipas gobernó
en Galilea y Perea. Los dos estaban en funciones durante el ministerio de
Cristo, y hay referencias a ellos en las Escrituras. Arquelao, el tercer hijo de
Herodes, recibió la gran sección central de Palestina (Judea, Idumea y
Samaria), pero fue quitado del cargo por el emperador romano en el año 4, d.
de J.C. Para gobernar esta porción de Palestina se asignaron gobernadores
romanos o procuradores. Durante todo el ministerio de Cristo, el procurador
fue Poncio Pilato (26-36 d. de J.C.), que también se menciona en las
Escrituras.
El cristianismo se extendió rápidamente durante el primer siglo. Al fin del
período (100 d. de J.C.) estaba creciendo puro en doctrina, y relativamente sin
ser afectado por la destrucción de lo que había sido su base natal.

PUNTOS DE ESPECIAL INTERÉS
El estudiante debe notar la preparación divina para la revelación en Cristo, no
sólo en el judaísmo, sino también en otras grandes razas. También debe tener
en mente el patrón neotestamentario de una iglesia en funciones, con su carácter
local, sus oficiales, su organización y su autonomía. Es en estos asuntos, tanto
como en doctrina, que el desarrollo posterior se desvía de su diseño original.

1. LOS COMIENZOS DEL CRISTIANISMO
HISTORICO
Cualquier persona concienzuda verá con verdadera curiosidad la descripción
del apóstol Pablo en <442137>Hechos 21:37-40. Pablo había levantado su habitual
tumulto, esta vez en el templo en Jerusalén, y sólo fue salvado de serias heridas
a manos del populacho judío por la intervención de los soldados romanos que
hacían la ronda en la ciudad. Al lograr hablar al pueblo desde las escalinatas del
castillo de la prisión, se presentan en rápida sucesión cuatro aspectos de su
vida:
(1) hablaba el idioma griego y era ciudadano de una ciudad notable por
su cultura griega.
(2) Era ciudadano romano (nótese <442225>Hechos 22:25-29, y 21:39).
(3) Era judío y hablaba fluidamente el hebreo.
(4) Era cristiano, y daba testimonio del Maestro a su propia raza.
Los diversos elementos reflejados aquí, raciales, lingüísticos y religiosos, sólo
son inteligibles cuando se comprende el fondo de Pablo. Aquí está la función de
la historia eclesiástica: explicar por qué y cómo. Es imposible interpretar a
Pablo o a cualquier parte del cristianismo sin entender el fondo histórico. Para
el período del Nuevo Testamento, éste incluye influencias griegas, romanas y
judías. Costumbres, partidos, tradiciones, y alusiones que no tienen significado
a menos que se expliquen en términos históricos, aparecen constantemente en
el Nuevo Testamento.

INFLUENCIA GRIEGA EN EL CRISTIANISMO
Los elementos griegos en el mundo al cual vino el cristianismo, pueden ser
trazados desde la conquista de Palestina (y de casi todo el mundo conocido)
por Alejandro el Grande en la última mitad del siglo cuarto antes de Cristo.
Este soldado macedonio esparció en casi todas partes del mundo conocido la
gran cultura y el espíritu de los griegos. Después de la muerte de Alejandro sus
generales militares y sus sucesores gobernaron Palestina por más de un siglo y
medio. Sin pretender narrar la notable historia de la vida griega y su desarrollo,
las contribuciones sobresalientes de esa raza al movimiento cristiano pueden ser
resumidas bajo tres encabezados.
Primero, la filosofía griega, alguna buena y alguna mala, fue esparcida en todas
partes. Muy extrañamente, Dios usó tanto la buena como la mala para preparar
la venida de Cristo. La filosofía ateísta y escéptica de los griegos desvió a
muchos del mundo gentil de la adoración supersticiosa de los falsos dioses, e
intensificó el hambre de su corazón por el Dios verdadero. La buena filosofía
griega, por otra parte, preparó al mundo para la venida de Cristo, exaltando el
valor del espíritu humano y poniendo un alto valor sobre las verdades
espirituales y morales.
En segundo lugar, el idioma griego llegó a ser el lenguaje común a través de
todo el mundo mediterráneo. Aun en Palestina los buenos judíos estaban
forzados a aprender el griego para comerciar en los mercados. El hecho es de
mayor importancia de la que puede parecer a primera vista. Entre otras cosas,
los misioneros de Cristo pudieron empezar su trabajo inmediatamente sin
esperar a aprender un nuevo idioma. Más aun: la presencia de un idioma común
daba un sentido de unidad a las diversas razas. Fíjese que la actual expresión
familiar “cl habla mi idioma” sugiere una unidad básica. Finalmente, el idioma
mismo era maravillosamente adecuado. Los griegos habían desarrollado un
idioma que hacía posible expresar con claridad y precisión las grandes
verdades de la revelación cristiana. El griego era el idioma de la mayor parte (si
no de todo) del Nuevo Testamento.
En tercer lugar, el espíritu griego hizo su contribución al movimiento cristiano.
Es difícil poner en palabras este espíritu, pero incluía un intenso amor por la
verdad, una visión que tenía un amplio alcance, y una iniciativa que era osada y
temeraria.

LA INFLUENCIA ROMANA EN EL CRISTIANISMO
La constante protección obtenida por Pablo por ser ciudadano romano sugiere
la contribución del imperio romano al movimiento cristiano. Históricamente, el
gobierno griego en Palestina terminó alrededor del año 167 a. de J.C., cuando
los patriotas judíos bajo Judas Macabeo derrotaron a los griegos. En el año 63
a. de J.C., después de la independencia judía de casi un siglo, los soldados
romanos se apoderaron de Palestina. Una mirada al Nuevo Testamento revela
la evidencia del gobierno romano. Habla de centuriones romanos, de guardias
romanos, de carceleros romanos, de castillos romanos, de gobernadores
romanos. Una de las preguntas que los fariseos hicieron a Jesús tenía que ver
con si un buen judío podía servir a Dios bajo el gobierno romano. La
impopularidad de Mateo, el publicano, venía del hecho de que él cobraba
impuestos para Roma.
El gobierno romano en el mundo, cuando Jesús nació, no fue ni bueno ni
completamente malo en su efecto sobre el cristianismo. El fuerte gobierno
centralizado de Roma proporcionaba una medida de paz y protección. Roma
no permitía que ninguna clase de violencia tuviera lugar dentro de los límites de
su imperio, para que el alboroto no sirviera como excusa para una revolución
política. Esto hacía posible que los misioneros cristianos se movieran entre las
diversas razas del mundo mediterráneo con un mínimo de fricción política. Los
ciudadanos romanos como Pablo eran protegidos de trato injusto por los
oficiales locales. El sistema de caminos romanos y las rutas marítimas hacían
que los viajes fueran menos peligrosos y más convenientes. Doscientos años
después el lenguaje de los romanos sería adoptado como el principal medio de
expresión religiosa.
Por otra parte, el gobierno mundial de Roma llegó a ser el gran enemigo del
cristianismo antes de finalizar el primer siglo. Se verá que la mente romana tenía
poca comprensión del valor del alma del individuo, escogiendo en cambio,
agotar la devoción religiosa al servicio del estado. Los ejércitos romanos
adoptaban los falsos dioses de cada nación que conquistaban, requiriendo
solamente que a su vez la nación subyugada aceptara los dioses romanos,
incluyendo al emperador romano. Cuando los cristianos rehusaban adorar al
emperador romano, sufrían severas persecuciones.

LA INFLUENCIA JUDÍA EN EL CRISTIANISMO
La tercera influencia racial sobre el movimiento cristiano fue la más significativa.
La nación judía proveyó el fondo inmediato de Cristo y de todos sus primeros
discípulos. La historia de los judíos, como es narrada en el Antiguo
Testamento, es demasiado bien conocida para repetirla en detalle. Dios escogió
una familia de fe que, bajo el cuidado divino, se desarrolló hasta ser una nación.
Varios factores se combinaron para traer una división política alrededor de 975
a. de J.C. El reino del norte fue llevado a la cautividad asiria alrededor del 722
a. de J.C. El reino del sur permaneció hasta alrededor del 587 a. de J.C.,
cuando oficialmente cayó ante los babilonios. Alrededor de setenta años
después, el imperio persa permitió a los remanentes del reino del sur regresar a
Palestina. Permanecieron sujetos a los persas hasta alrededor de 334 a. de
J.C., cuando Alejandro el Grande los conquistó. El período griego (334-167 a.
de J.C.), el siglo de independencia judía (167-63 a. de J.C.), y el principio del
gobierno romano (63 a. de J.C.) traen la historia del pueblo judío hasta la era
neotestamentaria.
Durante esta larga historia, el pueblo judío estuvo, hasta cierto punto
inconscientemente, haciendo preparativos para la venida de Cristo. Preservó
cuidadosamente la revelación que Dios le había dado. A través de la
adversidad y la cautividad, dos grandes verdades se grabaron con fuego en sus
almas: primera, que sólo hay un Dios para los hombres; y segunda, que la
relación de Dios con los hombres es personal, no nacional. Antes de la
cautividad babilónica, los judíos habían caído frecuentemente en la idolatría y el
politeísmo, pero después de su regreso a Palestina se convirtieron en celosos
maestros de la verdad de que Dios es uno (monoteísmo). Mientras residían en
Palestina, los judíos algunas veces habían concebido a Dios en términos
nacionales, pero en la cautividad su aislamiento de cualquier recordatorio
material de una deidad nacional los hizo comprender que el individuo debe
comunicarse con Dios por medio del espíritu. Valieron la pena las experiencias
de la cautividad babilónica para aprender esta lección.
Aunque algunos, como Jonás, eran renuentes a testificar a los gentiles, el mundo
entero se familiarizó con las creencias y prácticas de los judíos. Muy temprano
en el período griego empezó un movimiento conocido como la Dispersión. Esto
fue el cambio voluntario de gran número de judíos de Palestina a casi cualquier
parte del mundo mediterráneo. Dondequiera que iban, los judíos hacían
numerosos prosélitos para su religión, estableciendo sinagogas para enseñar la
revelación de Dios, para dar testimonio de la soberanía del único Dios, y para
examinar los cielos en espera del Mesías. Esta levadura preparó el mundo para
la venida de Cristo.
Las instituciones y los partidos que son parte tan íntima de la historia del Nuevo
Testamento tienen su fondo en estas experiencias históricas. La sinagoga se
estableció como un lugar de enseñanza y adoración durante el cautiverio
babilónico, cuando no había templo. El lugar prominente que tuvo después del
regreso de los judíos del exilio, produjo los grupos conocidos como escribas
intérpretes de la ley. Al principio, su deber principal era copiar las Escrituras,
pero dado que llegaron a ser expertos en lo que las Escrituras decían, sus
deberes fueron ampliados para incluir interpretación e instrucción escrituraria.
Tal vez el contacto entre las ideas religiosas judías y persas contribuyó a
producir el partido conocido como los esenios, que surgió probablemente
alrededor del año 150 a. de J.C. Este grupo incluía alrededor de cuatro mil
individuos en tiempos de Cristo, y se caracterizaba por una ortodoxia rigurosa,
el celibato, la propiedad común, y la eliminación de sacrificios de animales en el
culto. Los fariseos indudablemente se desarrollaron de las tendencias
separatistas cuando las proposiciones de los samaritanos fueron rechazadas
durante los días de Esdras y Nehemías (alrededor del año 500 a. de J.C.)
Durante la lucha de los Macabeos (que empezó aproximadamente en 167 a. de
J.C.), este partido tomó una forma distinta. En el Nuevo Testamento son
descritos como de criterio estrecho, fanáticos, y hasta cierto punto, hipócritas.
Eran numerosos y populares en los tiempos de Jesús, y pugnaban por la
tradición sobrenatural y la exactitud ceremonial. Los saduceos probablemente
surgieron durante el segundo siglo antes de Cristo. Simpatizadores de las
culturas griega y romana, representaban el liberalismo político y religioso. Su
racionalismo los llevaba a negar la resurrección y la providencia divina, a
rechazar toda la tradición y a exagerar la libertad de la voluntad humana.
Los samaritanos surgieron de los matrimonios mixtos de los judíos que habían
quedado en Palestina después de iniciarse el cautiverio babilónico, con gentiles
que habían sido traídos al país. Los herodianos eran los patriotas políticos
judíos que respaldaban a la familia de los Herodes contra Roma. Los zelotes
fueron probablemente los herederos de la tradición de celo ferviente de los
macabeos, por quitarse el yugo extranjero.
JESUCRISTO (4 A. DE J. C. A 30 D. DE J. C.)
En esta clase de mundo nació Jesucristo. Prácticamente todo lo que se sabe de
su vida terrenal puede encontrarse en los Evangelios sinópticos (Mateo,
Marcos y Lucas) y en Juan. El Evangelio de Juan describe la naturaleza eterna
de Jesús y su existencia preencarnada; Mateo y Lucas dan cuenta de su
genealogía humana. Es probable que Mateo dé la genealogía de José mientras
que Lucas da la de María. Sólo Mateo y Lucas relatan el nacimiento y la niñez
de Jesús y de Juan el Bautista, el precursor de Jesús. Todos los Evangelios
hablan del ministerio de Juan y ven la vida de Cristo desde diferente punto de
vista.
El nacimiento de Jesucristo ocurrió aproximadamente el año 4 a. de J.C. Esto
significa que Cristo en realidad principió su ministerio público alrededor del 27
d. de J.C., y fue crucificado cerca del año 30 d. de J.C. El ministerio del Señor
puede ser dividido convenientemente en siete secciones.
(1) Su ministerio inicial en Judea, descrito principalmente en el Evangelio de
Juan, incluye el llamamiento de los primeros discípulos y la primera limpieza del
templo.
(2) El gran ministerio en Galilea cubre el principal período de la obra de Cristo,
y duró alrededor de un año y medio. Durante este tiempo el Señor fue
rechazado en Nazaret, se mudó a Capernaum, escogió los doce apóstoles,
presentó el Sermón del monte, y viajó a Galilea tres veces.
(3) Sus diversas retiradas de la presión de las multitudes le dio oportunidad
para dar instrucción especial a sus discípulos, para obtener la gran confesión en
Cesarea de Filipo, y para la experiencia de la transfiguración.
(4) Su ministerio posterior en Judea se extendió por cerca de tres meses, y es
descrito por Lucas y Juan. Está centrado en la asistencia de Jesús y sus
discípulos a la fiesta de los tabernáculos y dedicación en Jerusalén.
(5) Su breve ministerio en Perea es narrado por los cuatro Evangelios y está
caracterizado por los milagros finales, las parábolas y las profecías de su
resurrección.
(6) La última semana en Jerusalén es tratada con todo detalle por el Evangelio
de Juan. Empieza con la entrada triunfal y termina con la crucifixión.
(7) El ministerio después de la resurrección de Jesús, que duró cerca de
cuarenta días antes de su ascensión, marca el fin de la narración del Evangelio.
Las enseñanzas de Jesús son notables tanto en su método como en su
contenido. El hizo llegar la verdad por medio de parábolas, preguntas,
discursos y debates. El propósito y la persona de Dios fueron revelados en la
vida y las enseñanzas de Cristo. El amor debe ser el tema dominante de la vida
cristiana: Por el amor de Dios a los hombres. Cristo murió en la cruz por los
pecados de los hombres; por la confianza personal en Cristo, el hombre puede
recibir el nacimiento de arriba y obtener la vida eterna. El poder conquistador
de la cruz y el triunfo final del reino de Dios eran centrales en las enseñanzas de
Cristo. El estableció su iglesia, un cuerpo local autónomo donde dos o tres
reunidos en oración pueden encontrar su presencia y su poder.
Después de la muerte y ascensión de Cristo, los discípulos a los que él había
escogido e instruido, emprendieron la aparentemente imposible tarea contenida
en la Gran Comisión. Pese a los esfuerzos de muchas otras religiones por atraer
a los hombres, el cristianismo empezó a crecer como una semilla de mostaza.
Desde un punto de vista humano, pueden darse muchas razones para explicar
este tremendo desarrollo.
(1) El paganismo estaba en bancarrota y no podía responder a los corazones
hambrientos.
(2) La gran agitación de religiones de todas clases, clamando por devotos, no
podía compararse con la revelación de Dios en Cristo.
(3) Cada cristiano se convirtió en misionero; el fuego sagrado saltó de amigo a
amigo.
(4) Los cristianos tenían la candente convicción de que sólo Cristo podía salvar
al mundo perdido que los rodeaba, y que puesto que el regreso de Cristo era
inminente, no había tiempo que perder.
Los setenta años de crecimiento cristiano desde la muerte de Cristo hasta la del
último apóstol, pueden ser divididos en tres períodos.

EL PERIODO DE TESTIMONIO LOCAL (30 A 45 D. DE J.C.)
Los primeros doce capítulos de Hechos describen la historia del movimiento
cristiano durante los primeros quince años después de la muerte y resurrección
de Cristo. El Espíritu Santo fue dado de acuerdo con la promesa de Cristo,
para dar poder para testificar en un mundo hostil, para traer la presencia de
Cristo, para dar comunión y fortaleza y para dar la dirección de Cristo al iniciar
movimientos importantes. En Pentecostés fueron salvados hombres de todas
partes del mundo, e indudablemente regresaron a sus propias ciudades a
establecer iglesias cristianas. La persecución, la necesidad, y las disputas
internas, eran sólo obstáculos temporales (ver Hechos 3-6).
El martirio de Esteban marca un punto decisivo en dos respectos: empezó la
persecución que sacó a los cristianos de Jerusalén hacia Judea y Samaria
llevando su testimonio; y movió profundamente a Saulo el perseguidor, hacia
una conversión personal a Cristo. El testimonio local se extendió por la
predicación de Pedro a los gentiles (por lo que se le pidió dar una explicación
ante la iglesia de Jerusalén), la fundación de la iglesia gentil de Antioquía, y por
el martirio de Jacobo, el hijo de Zebedeo. La conversión de Saulo, su
preparación para el servicio, y su ministerio en Antioquía, proveen el fondo
para la segunda etapa del desarrollo cristiano.

EL PERÍODO DE EXPANSIÓN MISIONERA (45-68 D. DE J.C.)
Bajo la dirección del Espíritu Santo se inició una nueva dirección en el
testimonio, con el principio de los viajes misioneros de Pablo y Bernabé. Pablo
es la figura central en cuando menos tres grandes viajes misioneros entre los
años 45 y 58, hasta que fue apresado en el templo de Jerusalén. Durante esos
trece años él escribió dos cartas a la iglesia de Tesalónica, dos a la de Corinto,
una a los gálatas, y una a los romanos. Después de su prisión en Roma en el
año 61 d. de J.C., él escribió las cartas conocidas como Filemón, Colosenses,
Efesios, y Filipenses. Probablemente fue puesto en libertad por cuatro o cinco
años, pero no se conoce el límite de sus viajes durante este tiempo. Sus dos
cartas conocidas como 1 Timoteo y Tito, fueron escritas durante este tiempo.
La tradición sugiere que él pudo haber ido hasta España en un viaje. Fue
puesto prisionero otra vez en Roma alrededor del año 67. Inmediatamente
antes de su muerte a manos de Nerón, escribió 2 Timoteo.
Es muy posible que la tradición sea correcta al hablar de una extensa actividad
misionera desplegada por otros apóstoles, pero tales relatos son muy pobres y
muy lejanos de la ocasión para ser de mucho valor. Es sabido que la actividad
misionera de Pablo da cuenta de la fundación de prácticamente todos los
centros cristianos importantes del primer siglo. A través de sus esfuerzos se
establecieron iglesias en algunas de las ciudades más fuertes del imperio.
Entre el primero y el segundo viajes misioneros, Pablo y Silas asistieron a un
concilio en Jerusalén (alrededor del año 50). Santiago presidió la reunión, y
varios discutieron el asunto de si un hombre necesita hacerse judío primero
para ser cristiano. Después de que varios hubieron hablado, incluyendo al
apóstol Pedro, Santiago dio su decisión de que cualquier gentil podía encontrar
la salvación por la simple fe en Cristo, sin pasar por el judaísmo.
Durante este período, que se cierra con la muerte del apóstol Pablo en Roma el
año 68 d. de J.C., se escribieron otros nueve libros que son parte del Nuevo
Testamento. Ellos fueron Santiago, Marcos, Mateo, Lucas, Hechos, 1 Pedro,
Judas, 2 Pedro, y Hebreos, posiblemente en ese orden.

EL PERÍODO DEL CRECIMIENTO OCCIDENTAL
(68-100 D. DE J.C.)


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