La noche en que veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto (Ex 12,42) Evangelio según San Mateo 28,1-10. Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.
De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: "No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán'. Esto es lo que tenía que decirles".
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: -"Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: -"No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".
Leer el comentario del Evangelio por : San Cromacio de Aquilea (?-407), Obispo
1er Sermón para la Noche de Pascua La noche en que veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto (Ex 12,42)
Todas las vigilias que hemos celebrado en honor del Señor, son agradables a Dios y aceptadas por Él, más esta vigilia le es agradable por encima de todas las demás. Es por esto que esta noche lleva particularmente el título de "Vigilia del Señor". Leemos en efecto: « Es la noche de vela, en honor del Señor, para los hijos de Israel por todas las generaciones» (Ex 12,42). Esta vigilia lleva bien el nombre porque el Señor permanece en vela viviendo para que nosotros no nos durmiéramos en la muerte. En efecto, Él ha sufrido por nosotros el sueño de la muerte por el misterio de la Pasión; más este sueño del Señor ha traído la vigilia del mundo entero, porque la muerte de Cristo ha alejado de nosotros el sueño eterno de la muerte. Lo dijo Él mismo por el Profeta:« Yo me he dormido y me he despertado, y mi sueño ha sido dulce» (Sal 3,6; Jr 31,26). Este sueño de Cristo que nos ha llamado de la amargura de muerte a la dulzura de la vida, no podría ser más que dulce.
Salomón escribió:"Yo duermo pero mi corazón vela" (Cantar 5,2). Estas palabras muestran claramente el misterio de lo divino y lo humano del Señor. Se durmió según la carne, pero su divinidad veló, ya que la divinidad no podía dormir...;« nunca duerme ni descansa el guardián de Israel» (Sal 120,4)... Durmió según la carne, pero su divinidad visitó los infiernos para liberar al hombre que estuvo cautivo; nuestro Señor y Salvador quería visitar todos los lugares para tener misericordia de todos. Él descendió del cielo a la tierra para visitar el mundo y descendió también de la tierra a los infiernos para llevar la luz a los que estaban cautivos, según la palabra del profeta:"Tú, que habitabas en tinieblas y sombra de muerte, una luz ha resplandecido sobre ti"(Is 9:1).
Por eso, los ángeles en el cielo, los hombres sobre la tierra, y las almas de los difuntos celebran esta vigilia del Señor... Si el arrepentimiento de un solo pecador, como leemos en el Evangelio, es motivo de alegría para los ángeles, en el cielo (Lc 15,7.10) ¿no será mayor la redención del mundo entero?... Esta noche, por lo tanto, no es sólo una fiesta para los hombres y los ángeles, sino mucho más para el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, porque la salvación del mundo es la alegría de la Trinidad.
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