jueves, 21 de abril de 2011

ESTUDIO: "SEIS ÁRES DEL PECADO Y LA DEMONIZACIÓN DE LOS CREYENTES"

Bajo condiciones poco habituales de pecado, los verdaderos creyentes pueden llegar a estar demonizados. ¿Cuáles son las áreas principales e identificables de pecado que en ocasiones producen esta situación? Mencionaremos seis con cierto sentido del orden en el que suceden, comenzando incluso antes de la cuna y continuando hasta la edad adulta. Esas áreas son: el pecado generacional; el abuso infantil; los pecados sociales tales como la ira,el resentimiento, la rabia, el rechazo y la rebeldía; el pecado sexual; Las maldiciones procedentes del mundo espiritual; y las prácticas ocultas.


Estas áreas de pecado no conducen automáticamente a la demonización y cuando lo hacen puede variar desde leve hasta grave. De igual manera, la liberación varía desde que es instantánea, por ejemplo, cuando uno queda libre por completo en el momento de la conversión, hasta otra que se prolonga. En este último caso, la víctima puede precisar de la práctica de la auto liberación (guerra espiritual enfocada a derribar las fortalezas demoníacas en la propia vida)durante cierto período de tiempo o tal vez tenga que buscar ayuda de otros creyentes para llevar a cabo una liberación completa.

El pecado generacional. 
Pecado generacional es aquel que pasa de padres a hijos. Se conoce por otros nombres tales como pecado trasmitido, hereditario o familiar. En algunos casos los demonios parecen identificarse con el linaje,lo cual produce su trasmisión de padres a hijos,su carácter hereditario y la demonización generacional en potencia.Que sepamos la Escritura no da ninguna enseñanza ni ejemplos claros ni definidos acerca de la trasmisión demoníaca. Lo que sí ofrece es advertencias divinas en cuanto a las consecuencias desastrosas que pueden tener los pecados de los padres sobre sus hijos. El contexto en que se dan dichas advertencias es muy claro: ciertos cabezas de familia, por lo general varones,se han rebelado contra Dios y Él dice que le aborrecen (Éxodo 20.5.} Esto implica un abandono deliberado del Señor y,por lo general,sino siempre,el servir a otros dioses; negando a Yahvé el amor y la obediencia que su señorío único y absoluto exige (Éx.20.5,6; Deut. 5.9b,10;18.9–14.El ministerio a personas afligidas por demonios que han sido trasmitidos a través del linaje familiar siempre corrobora este punto. En la mencionada rebelión,la figura de autoridad se aparta de Dios para servir a otros dioses,a Satanás o a los espíritus,y para cometer grandes perversidades.Con frecuencia tales personas consagran a los dioses,al diablo o al mal su familia y las futuras generaciones.Los jefes de familia judíos sabían que lo que hacían afectaba a sus descendientes durante generaciones enteras. Dios se lo había dicho; y en momentos de crisis se pusieron delante del Señor y confesaron los pecados de sus familias, e incluso de su nación. Hay ejemplos excelentes de esto en Nehemías 1.4–9; Jeremías 14.20 y Daniel 9.1–19. Los israelitas comprendían que los pecados de los padres podían afectar a las generaciones futuras.El principio implicado es que el pecado familiar, o el juicio por ese pecado,corre a través del linaje, influyendo en generaciones posteriores que no tuvieron nada que ver con el mismo. Esta maldición generacional puede ser rota por miembros de la familia que se identifiquen con los pecados de sus padres o por dirigentes nacionales que hagan lo propio con los de su país,tanto antes como después de la cuarta generación.Eso fue lo que hicieron Nehemías (Nehemías 1.4–9), Jeremías (Jeremías 14.20) y Daniel (Daniel 9.1–21.}

Los judíos ya interpretaban así esta advertencia en la época del reino dividido (Jer.31.27–30; Lam. 5.7; Ezequiel 18.1–20). El enfoque negativo de los profetas en cuanto a esta «ley del mal hereditario» no iba dirigido a impugnar tal realidad sino a corregir sus abusos. Uno de ellos, dice Plumtre, era que «los hombres encontraban en ella una explicación para sus sufrimientos que les aliviaba la conciencia. Estaban sufriendo, según ellos, por los pecados de sus padres y no por los suyos propios».

William H. Brownlee arroja más luz sobre el asunto con las siguientes palabras:

Ezequiel objeta al uso perverso mediante el cual uno deducía que si las generaciones pasadas habían sido tan malvadas como afirmaba el profeta (Ezequiel 2.3, cap.16,20 y 23),de nada valdría arrepentirse para evitar el juicio que anunciaba. En efecto, están diciendo: «¿Para qué sirve el arrepentimiento si nuestra suerte ha sido ya sellada por los pecados de nuestros padres?» Contra esto dirige Ezequiel una larga diatriba.

Plumtre declara el respaldo de la Escritura a «la ley de las tendencias y los castigos hereditarios que recaen, no sobre los culpables originales, sino sobre sus hijos, y de la responsabilidad individual».

En vista de este principio bíblico de la ley del mal hereditario, no parece improbable la trasmisión o herencia de demonios. La posibilidad más obvia de ello sería la de los padres implicados en el ocultismo que se rebelan contra Dios y se unen a los «no dioses» del mundo espiritual. Por lo general, tales personas no se consagran sólo ellas mismas a los espíritus, sino que hacen lo propio con su progenie. Los estudios sobre las religiones no cristianas y el ocultismo revelan que esta trasmisión es cierta.

Por último, la experiencia de la mayoría de los creyentes que están comprometidos en un ministerio de liberación, si no de todos, demostraría que este aspecto de la demonización es una clara realidad. De modo que resulta prudente confesar los pecados de nuestro linaje (Nehemías 1.4–9; Jeremías 14.20) y destruir así cualquier trasmisión demoníaca potencial en las vidas de todos aquellos nuevos convertidos que proceden de familias no cristianas. Esto se aplicaría en especial a la vida de cualquier creyente cuya familia haya practicado alguna forma de ocultismo, pertenecido a una religión no cristiana o estado involucrada en formas extremas de pecado moral.

Aconsejamos incluso a los padres adoptivos, sin asustarlos, que hagan pasar a sus hijos por una sesión de liberación. En algunos casos de demonización grave desde la cuna, los demonios han declarado su presencia en el linaje familiar a veces durante siglos. No hay razón alguna para dudar de sus afirmaciones. Esto da a los espíritus malos un sentido de propiedad sobre el linaje en cuestión. Aunque para los occidentales sea algo difícil de aceptar, se trata de una realidad que hay que tener en cuenta. Una vez roto ese derecho de propiedad por algún miembro arrepentido de la familia, la maldición del pecado generacional acaba.

El Abuso Infantil

La víctima del abuso infantil se convierte en víctima del pecado de otros, por lo general figuras de autoridad en las que confiaba, bien en la infancia o en la adolescencia. A causa de lo extendida que está esta dimensión del mal en nuestros días, necesita una consideración especial. El abuso infantil es una de las peores perversidades que se están perpetuando hoy en día en los Estados Unidos a través de poderosos principados y potestades malignos. Tiene que ver con esa parte de la raza humana tan querida por Dios que son los niños. Las palabras que habló Jesús sobre la relación entre el Padre celestial y los pequeños no se dijeron de ninguna otra unidad social humana (Mateo 18.1–10; 19.13–15.} Y ya que Satanás aborrece a Dios, se concentra sobre todo en aquellos a quienes Él más ama: nuestros hijos. Es tan simple como eso. Los niños son los seres humanos más vulnerables e indefensos de todos; no pueden protegerse a sí mismos de la maldad humana y sobrenatural como los adultos. Nosotros, los mayores, somos su principal protección. Como consecuencia de esto los pequeños están muy expuestos a la demonización (Mateo 15; Marcos 9; Hechos 16.}

Luego esos niños se hacen adultos y se convierten en padres y abuelos; los adultos lastimados y demonizados tienden a criar hijos y nietos semejantes a ellos. La manera más estratégica para destruir a la humanidad es destruyendo a sus hijos; y el mayor bien que puede hacerse a la raza humana es el de proteger y sanar a sus pequeños heridos. Los abusos que sufren los niños hoy en día pertenecen por lo general a cuatro categorías amplias pero interrelacionadas.

Cuatro clases de abusos y Cuatro reacciones negativas comunes:

1-Abuso sexual

2-Vergüenza extrema y problemas sexuales. También se dan el miedo y la ira.

3-Abuso físico

4-Rabia excesiva y problemas en las relaciones interpersonales.

1-Abuso psicológico

2-Auto imagen muy negativa y espíritu de rechazo. Siempre produce ira.

3-Abuso religioso

4-Confusión extrema en cuanto a Dios y la fe cristiana; incapacidad de confiar en Él y en su Hijo.

Las reacciones negativas enumeradas no son exhaustivas. La ira, el resentimiento, la rabia y los problemas en las relaciones interpersonales acompañan casi siempre a cada una de estas cuatro clases de abuso.

El peor tipo posible de abuso infantil que existe hoy en día es el abuso ritual satánico (ARS), una combinación de las cuatro formas antes mencionadas. Se trata de un abuso religioso ejecutado en el niño para causarle un dolor indecible. Es un abuso físico relacionado con el abuso sexual, a menudo constituido por violaciones o perversiones de todo tipo imaginable e inimaginable. Su resultado es un daño psicológico de la peor clase. El niño en desarrollo queda reprogramado mediante esta perversidad extrema para comportarse de manera disfuncional como joven y como adulto. Con frecuencia este abuso escinde la personalidad del niño, produciendo su disociación y dando como resultado los desórdenes múltiples de personalidad (DMP). La investigación revela que el setenta y cinco por ciento o más de los casos de DMP han sido consecuencia del ARS y de otras formas extremas de abuso sexual infantil.

Ira, Resentimiento, Rabia, Rechazo y Rebeldía

Estos pecados son en general el resultado del daño o del supuesto daño causado en la niñez o la adolescencia y se extienden hasta la edad adulta. Aunque el pecado reaccionario surge debido al mal, o supuesto mal, infligido a un individuo, puede por sí mismo abrir la puerta a los espíritus malos. La mayoría de los demonios de ira, resentimiento, rabia, rechazo y rebeldía entran después de que el abuso contra la víctima deja paso a la ira o la rabia por lo que sucede.

Los Pecados Sexuales

La cuarta puerta habitual de pecado para una participación de los demonios en la vida de los creyentes es el pecado sexual, así como las disfunciones de todo tipo en ese terreno. En una amplia mayoría de casos de demonización grave en cristianos adultos hay presentes demonios sexuales. Para ello queremos sugerir algunas razones:

1-La sexualidad ocupa un lugar importante en la vida humana y refleja de manera singular la imagen de Dios en el hombre. Dios, como ser perfecto posee todas las cualidades sublimes de la masculinidad y la femnidad en su misma persona. Aunque el Señor no es sexual, ha creado esas cualidades únicas del hombre y de la mujer; por tanto ninguno de ellos es plenamente humano sin el otro. La perturbación de la sexualidad trastorna a la persona completa; los demonios reconocen este hecho y lo explotan para el mal.

2-Cuando las personas quedan sexualmente incapacitadas, todo su ser es dañado. Puede causarse más daño a la humanidad envileciendo su sexualidad que mediante ningún otro factor, a excepción del espiritual. Por tanto, la forma más destructiva de abuso infantil no es el físico, sino el físico-sexual. Si a éste último se le añade una dimensión religiosa (ARS), el abuso sexual se hace todavía más destructivo.

3-El sexo es uno de los instintos más poderosos en la vida. Los hombres y las mujeres tienen en este punto algunas de sus luchas más feroces. La sexualidad desbocada conduce a algunos de los problemas personales y sociales más graves a los que se enfrenta la humanidad. El SIDA y el aborto son causados más que todo por el abuso de la sexualidad ,como también la prostitución, la violación, el incesto, la homosexualidad, la zoofilia y una gama inimaginable de perversiones sexuales que practica la raza humana.

4-Los demonios del abuso y la perversión sexual flotan en el aire, por así decirlo, en todas partes ,y se cuentan entre los más activos, sutiles y depravados de todos los espíritus malos..

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