Sólo hay un
ejemplo de la palabra hupogrammos
en el NT, pero tiene tras de sí una imagen sumamente vívida. Pedro dice que
Jesús "nos dejó ejemplo (hupogrammos)
para que sigamos sus pisadas" (1 P. 2:21).
La
palabra hupogrammos está
relacionada con la primera enseñanza griega, y tiene que ver con la forma en
que los muchachos eran enseñados a escribir.
En tiempo del
NT, el material que se utilizaba para escribir era, normalmente, papiro, una especie de papel que se fabricaba
con médula de junco, especialmente de los que crecían en las riberas del Nilo.
Este material era manufacturado en hojas de diez por ocho pulgadas.
Las hojas
variaban en calidad y precio, costando unos cinco centavos de dólar las más
baratas y algo más de diez centavos de dólar las más caras. Evidentemente, el
papiro resultaba muy costoso para que los escolares practicaran la escritura,
por lo que, generalmente, empleaban tablillas de cera, que eran unas cajas,
poco profundas, llenas de cera reblandecida. El instrumento que utilizaban para
escribir era una especie de punzón, llamado
stylus (estilo), que tenía el otro extremo aplanado para alisar
la cera y poder usarla de nuevo.
Hay un par de
ejemplos que nos muestran el método que se seguía para enseñar a escribir a los
chicos. Platón, en el Protágoras
(326 D), dice que, primeramente, el maestro trazaba (hupographein, verbo correspondiente
al nombre hupogrammos) con el
estilo unas cuantas líneas sobre la cera, para que el discípulo no se desviara,
y, después, en la parte superior de la tablilla, escribía el hupogrammos, el modelo, que el
muchacho tenía que imitar. Algunas veces, el modelo era una máxima, pero,
usualmente, consistía en una frase sin sentido que contenía todas las letras
del alfabeto.
Clemente de
Alejandría (stromateis 5.8) pone
un ejemplo de este tipo de frase: marpte
sphigx kiops zbuchthedon. (En griego
ph, ps, ch y th son letras simples, phi psi chi y zeta, respectivamente.)
Este era el modelo perfecto que escribía el maestro para que el escolar lo
imitara.
Por tanto, lo
que Pedro está diciendo es: "Así como el alumno, imitando el perfecto
modelo grabado, aprende a escribir, así, nosotros que somos alumnos de la
escuela de la vida, solamente imitando y siguiendo el perfecto ejemplo que
Jesús nos dio, podremos aprender a vivir."
Pero había
otra forma de usar el hupogrammos
que tiene algo que aportar a lo que Pedro quiere decir. Quintiliano, en su Educación de un orador (1.1.27), nos
dice que, algunas veces, el maestro trazaba las letras en la tabla encerada, y
así la mano del muchacho "es guiada por los mismos trazos para que no
pueda cometer errores".
Al principio,
cogiéndole la mano, el maestro le ayudaba, pero después dejaba que él
continuara, auxiliado por los ribetes de los trazos, los cuales impedían
"que se descarriara".
Es probable
que esto también lo hubiera tenido Pedro en mente. Es decir, que tener que
copiar el hupogrammos sin ayuda
de nadie, debe resultar a menudo difícil y desalentador; pero si el escolar
tenía la mano del maestro sobre la suya, y, además, contaba con unos trazos que
seguir para no descarriarse, entonces todo le resultaba más fácil.
Jesús no nos
da un ejemplo y nada más, pues un ejemplo puede ser la cosa más desalentadora
del mundo.
Durante
siglos, los hombres han estado viendo volar a los pájaros, y nunca han sido
capaces de hacer lo mismo. Un hombre puede estar viendo a un campeón de golf y
no sentir otro deseo que el de ir a casa y quemar sus propios palos. Un
pianista puede oír y ver cómo un maestro ejecuta y hacerse el propósito de no
tocar jamás un piano.
Pero Jesús
hace algo más que darnos un ejemplo. Como la mano del maestro guiaba la del
escolar en sus primeros esfuerzos por aprender, así Jesús nos guía; como los
surcos de las letras grabadas sobre la cera impedían que el alumno se
descarriara, así nos dirige la gracia de Jesús.
Cristo no nos
dejó solamente un hupogrammos
desalentador por su perfección, sino que nos está ayudando constantemente a
imitarlo.
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