lunes, 9 de enero de 2017

La majestuosa voz de Dios


James W. Goll, Franklin (Tennessee)
 
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
 (Apocalipsis 1:12-15)
 
Dios no solo quiere que conozcamos al Jesús histórico que vino en forma humana y caminó entre los hombres. Él anhela que conozcamos al Cristo vivo y resucitado a través del poder del Espíritu Santo. El Padre quiere capacitarnos para oír, conocer y obedecer al Señor resucitado.
Pero muchas veces no nos damos cuenta de que Él nos está hablando.  Y no es sorprendente que pasemos por alto Sus indicaciones, ya que Su voz es como el sonido de las muchas aguas. Apocalipsis 1:15 declara  que era "Su voz como estruendo de muchas aguas". Noten el uso de la palabra 'muchas'. Cuando nos referimos a las muchas aguas, es como el sonido de un arroyo que fluye lentamente: el sonido de una tormenta, con la lluvia que cae; el sonido de las olas que se rompen sobre la costa y el sonido abrumador de un río desbordado que arrastra todo que hay delante.  Hoy la voz de Dios es como el sonido de aquellas muchas aguas.
 
Una llamada reveladora
 
Una vez, vino a mí la voz de Dios en medio de la noche, aunque al principio no la reconocí. Me despertó el sonar del teléfono. Me levanté de la cama, fui a la cocina y contesté el teléfono solo para descubrir que no había nadie en la línea, solo el tono de llamada. Regresé a la cama y me dormí, pero otra vez sonó el teléfono por segunda vez.  Salí de la cama, tanteé en la oscuridad y contesté el teléfono, pero una vez más, no había nadie.
 
Extenuado, regresé una vez más a mi habitación y me metí en la cama, pero una vez más me despertó el sonar del teléfono.  Decidido a averiguar lo que estaba pasando, fui a la cocina, levanté el auricular y escuché durante más tiempo.  Seguí sin oír nada.  Pero esta vez, una pequeña vocecita en mi corazón susurró: Jeremías 33:3.
 
Colgué el auricular, encontré una Biblia y busqué el versículo: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Estaba atónito por la invitación de Dios y pasé las siguientes dos horas sentado en la quietud de nuestro salón en la presencia del Todopoderoso, en comunión con Él y escuchando Su dulcísima voz.
 
Ahora, amigos, este fue un encuentro genuino con Dios, un modo personal e inusual en que Él demostró cómo toma la iniciativa para profundizar nuestra relación con Él. Él hizo que el sonido de un teléfono me despertara de mi sueño. Persistió hasta acaparar toda mi atención. Me condujo a Su Palabra escrita.  Su Palabra fue iluminada por el Espíritu Santo y usada para acercarme a Su pecho.  Sí, después de lograr que le dedicara toda mi atención, clamé al Señor y ¡Él me enseñó grandes y ocultas cosas que yo no conocía!
 
El impacto de Su voz

Leamos el Salmo 29:3-9 para recibir mayor entendimiento sobre la variedad de modos en que podemos oír la voz de Dios:
 
Voz de Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
Voz de Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
Voz de Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.
Los hizo saltar como becerros;
Los hizo saltar como becerros;
Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;
Voz de Jehová que hace temblar el desierto; 
Hace temblar Jehová el desierto de Cades.
Voz de Jehová que hará estar de parto a las ciervas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.
 
Sí, cuando entra en nuestras vidas la voz poderosa y gloriosa del Señor, se mueve en nuestro espíritu y "truena" por un tiempo (versículo 3).  Atrae nuestra atención. No podemos apartarnos de ello y tampoco nos podemos alejar de Él. A veces, Dios se manifiesta como glorioso intruso, tal y como hizo con Saulo de Tarso en el camino a Damasco.  Si esto ocurre, cambiamos para siempre. ¡Su voz nos cambia la vida!
 
Majestuosa y penetrante, la voz del Señor "quebranta los cedros" (versículo 5). Los cedros tienen una madera muy densa y dura. (¿Se han sentido alguna vez como si alguien fuese "demasiado denso" como para que el Señor lo alcanzara?) Cuando se quiebra un cedro, suelta una fragancia irresistible. La voz de Dios es capaz de entrar y derribar toda situación que nos amenaza como un amedrentador gigante.  De ese gigante que antes nos amedrantaba, puede salir el aroma de Cristo.
 
¿Ha necesitado alguna vez un refrigerio del Señor? ¿Ha perdido parte del fervor a lo largo del camino? ¿Tiene que regresar a su primer amor? Pues el remedio es la voz de Dios. La intimidad con Su voz hará que una vez más salte y brinque (ver el versículo 6). Se sentirá como un niño que juega, listo para correr, saltar y jugar.  Incluso volverá a sentirse libre y una vez más aprenderá a  disfrutar de la aventura.
 
El Salmo 29 continúa, "Voz de Jehová que derrama llamas de fuego" (versículo 7). ¿Se ha sentido alguna vez abrasado por las calientes palabras de Dios? A veces truena, otras veces es suave y dulce, la voz de Dios puede traer a nuestras vidas un intenso convencimiento.  Cuando llega Su fuego auténtico, tal vez sintamos que hemos de huir del fuego en lugar de entrar en él. Pero esta palabra ardiente y la experiencia que produce viene para purificarnos para un destino útil.  Deje que caiga el fuego y que Su palabra purifique, limpie y queme todos los residuos y las impurezas de su corazón.
 
Pasando al versículo 8, vemos que la "Voz de Jehová que hace temblar el desierto". En verdad, esto puede ser bastante incómodo.  Dios sacude todo lo que puede ser sacudido para que quede tan solo lo que no puede sacudirse.  Yo no quiero que mi vida esté construida sobre un fundamento que no pueda soportar tal presión.  La voz del Señor pondrá a prueba el fundamento de nuestras vidas. Dios se asegura de que nuestras vidas estén edificadas sobre la roca sólida de Jesucristo y Su justicia.  Durante las épocas de pruebas, presiones y sacudidas, debemos permitir que esas dificultades nos impulsen a ser insacudibles.
 
¿Quiere que abunde en su vida la creatividad? ¿Está cansado de sus propias ideas y fórmulas? Entonces, escuche la voz del Señor, pues "hará estar de parto a las ciervas" (versículo 9). La voz del Señor crea fe en el que la oye. Cambia nuestras circunstancias de la esterilidad a ser fructíferos.
 
Nunca es demasiado tarde para que emerja la vida nueva. Los sueños que han estado dormidos se activarán en un momento a causa de la voz de Dios. Que Su palabra venga sobre usted y le haga verse a sí mismo como una vid fructífera.
"Y [la voz de Jehová] desnuda los bosques" (versículo 9). ¿Qué le parece esto? La voz de Dios viene y quita toda la falsa armadura de la que dependemos.  Se eliminan todas nuestras vanidades, autosuficiencia, imágenes falsas y pretensiones, y quedamos desnudos delante del Creador del universo.  La voz de Dios trae humildad a nuestras vidas.  Según Juan 15, Él poda la rama que ha dado fruto.  Por eso, estemos animados, viendo el resultado final y recordando cuán bueno Él es.  Si Él nos lo quita todo o nos pide a rendir algo, lo hace siempre con buen motivo.
La voz de Dios hoy

Dios quiere que oigamos Su voz no tan solo ayer, sino hoy, y en una relación vibrante, con todas sus manifestaciones, para que podamos dar mucho fruto, y fruto que permanezca.
Por lo tanto, oigamos tronar Su voz.  Dejen que caiga el fuego.  Dejen que sea Su palabra magnificada.  Dejen que la cascada de Su refrescante sonido vuelva a llenarlo todo.  Que toda la creación sea un eco de Su sonido.  Que Su voz suave y queda y Su voz tumultuosa continúen saliendo del trono de Dios a nuestras vidas.
La voz del Señor es realmente variada y majestuosa.  Y todo en Su templo declara "¡Gloria!" Ahora mismo.  Háganlo conmigo. Denle alabanza, ¡y vean lo que hace el Señor!
Dr. James W. Goll

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