El
Espíritu Santo tiene una cuota de advertencias para todos en la
Biblia, pero especialmente
para
los que ejercen el poder indebidamente.
Ahora
es el tiempo de reconocer pecados y de encomendarse a Dios, porque el
Espíritu Santo no perdona.
Las
advertencias
Dice
Jesús: “A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos
pequeños que creen en mí, más le valdría ser arrojado al fondo
del mar con una piedra de molino atada al cuello.
—y prosigue—
¡Ay del mundo a causa de las incitaciones al pecado! Cierto es que
siempre las habrá, pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!”
(Mateo
18:6-7)
Espías
y provocadores
Enviaron
unos espías que, aparentando ser hombres de bien, hicieran decir a
Jesús algo que les
diera
pretexto para entregarle al gobernador. Estos espías pretendieron
ser hombres sinceros al adular a Jesús antes de plantearle su
pregunta engañosa, esperando tomarlo por sorpresa. Pero Jesús sabía
lo que tramaban y se mantuvo al margen de su trampa. Cuídese de la
adulación. Con la ayuda de Dios, la puede detectar y mantenerse
alejado de la trampa que a menudo le sigue.
Jesús
aprovechó el intento de sus enemigos al querer atraparlo y les dio
una lección poderosa: Los seguidores de Dios tienen obligaciones
legítimas hacia El y los gobernantes. Pero lo más importante es
mantener invariables nuestras prioridades. Cuando ambas autoridades
están en conflicto, nuestra obligación hacia Dios siempre estará
antes que nuestra obligación hacia las autoridades.
(Lucas 20:20)
Dice
el apóstol Pablo: “Algunos falsos hermanos
se
habían metido a escondidas entre nosotros,
para
espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús y hacernos otra vez
esclavos de la ley; sin
embargo,
ni por un momento nos dejamos llevar por ellos, porque queríamos que
la verdad del
evangelio
permaneciera en vosotros.
Los
que eran reconocidos como de mayor autoridad –aunque a mí no me
importa lo que por un tiempo hayan sido, pues Dios no juzga por las
apariencias– no me dieron nuevas instrucciones”.
(Gálatas
2:4-6)
Estos
falsos hermanos se parecían al partido de los fariseos (Hechos
15:5). Estos fueron los estrictos líderes religiosos del judaísmo,
alguno de los cuales se habían convertido. No se sabe a ciencia
cierta si eran representativos de los convertidos bien intencionados
o si trataban de pervertir el cristianismo. La mayoría de los
comentaristas bíblicos están de acuerdo en que ni Pedro ni Santiago
formaban parte de esta conspiración.
Normalmente
pensamos tomar una posición contra aquellos que podrían guiarnos a
una conducta inmoral, pero Pablo había tomado una línea dura contra
los más "morales". No debemos ceder ante aquellos que
hacen guardar las normas hechas por el hombre como una condición
para la salvación, incluso cuando tales personas son de moralidad
brillante o de posición respetable.
Es
fácil clasificar a la gente sobre la base de demandas jerárquicas y
ser intimidados por gente poderosa. Pero Pablo no fue intimidado por
"los que tenían reputación de ser algo" porque todos los
creyentes son iguales en Cristo. Debiéramos respetar a nuestros
líderes espirituales pero nuestra lealtad final es a Cristo al cual
debemos debemos servirle con todo nuestro ser.
Terminando por donde comenzamos el articulo, si el espionaje dentro de la iglesia cubana está a la orden del día, que se puede esperar del resto del país.
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