Pr. Manuel Alberto Morejón Soler
El Espíritu Santo tiene una cuota de advertencias
para todos en la Biblia, pero especialmente
para los que
ejercen el poder indebidamente.
Ahora es el tiempo de reconocer pecados y de
encomendarse a Dios, porque el Espíritu Santo no perdona.
Las advertencias
Dice Jesús: “A cualquiera que haga caer en pecado a
uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría ser arrojado al fondo del
mar con una piedra de molino atada al cuello. —y prosigue— ¡Ay del mundo a causa de las
incitaciones al pecado! Cierto es que siempre las habrá, pero ¡ay del hombre
que haga pecar a los demás!” (Mateo 18:6-7)
Espías y provocadores
Enviaron unos espías que, aparentando ser hombres
de bien, hicieran decir a Jesús algo que les
diera pretexto para entregarle al gobernador. Estos espías pretendieron ser
hombres sinceros al adular a Jesús antes de plantearle su pregunta engañosa,
esperando tomarlo por sorpresa. Pero Jesús sabía lo que tramaban y se mantuvo
al margen de su trampa. Cuídese de la adulación. Con la ayuda de Dios, la puede
detectar y mantenerse alejado de la trampa que a menudo le sigue.
Jesús aprovechó el intento de sus enemigos al
querer atraparlo y les dio una lección poderosa: Los seguidores de Dios tienen
obligaciones legítimas hacia El y los gobernantes. Pero lo más importante es
mantener invariables nuestras prioridades. Cuando ambas autoridades están en
conflicto, nuestra obligación hacia Dios siempre estará antes que nuestra
obligación hacia las autoridades. (Lucas 20:20)
Dice el apóstol Pablo: “Algunos falsos hermanos se habían metido a escondidas entre nosotros,
para espiar
la libertad que tenemos en Cristo Jesús y hacernos otra vez esclavos de la ley;
sin
embargo, ni por un momento nos dejamos llevar por
ellos, porque queríamos que la verdad del
evangelio permaneciera en vosotros.
Los que eran reconocidos como de mayor autoridad
–aunque a mí no me importa lo que por un tiempo hayan sido, pues Dios no juzga
por las apariencias– no me dieron nuevas instrucciones”.
(Gálatas 2:4-6)
Estos falsos hermanos se parecían al partido de los
fariseos (Hechos 15:5). Estos fueron los estrictos líderes religiosos del
judaísmo, alguno de los cuales se habían convertido. No se sabe a ciencia
cierta si eran representativos de los convertidos bien intencionados o si
trataban de pervertir el cristianismo. La mayoría de los comentaristas bíblicos
están de acuerdo en que ni Pedro ni Santiago formaban parte de esta
conspiración.
Normalmente pensamos tomar una posición contra
aquellos que podrían guiarnos a una conducta inmoral, pero Pablo había tomado
una línea dura contra los más "morales". No debemos ceder ante
aquellos que hacen guardar las normas hechas por el hombre como una condición
para la salvación, incluso cuando tales personas son de moralidad brillante o
de posición respetable.
Es fácil clasificar a la gente sobre la base de demandas jerárquicas y ser
intimidados por gente poderosa. Pero Pablo no fue intimidado por "los que
tenían reputación de ser algo" porque todos los creyentes son iguales en
Cristo. Debiéramos respetar a nuestros líderes espirituales pero nuestra
lealtad final es a Cristo al cual debemos debemos servirle con todo nuestro
ser.
Dios no nos clasifica de acuerdo a nuestro nivel social, El mira la actitud
de nuestros corazones (1Samuel 16:7).
Donde Dios pone su iglesia el diablo instala una
capilla
Concluyendo por donde comenzamos, como hemos podido ver la iglesia no está exenta
de la penetración del diablo, ni de los que ostentan el poder.
¿Entonces, quien podrá proteger de los poderosos a los que no tienen a
Dios?
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