viernes, 13 de abril de 2012

CAPITULO 6 LA RESOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS EN EL MATRIMONIO

No debe sorprendernos que no exista ni una sola pareja que puede cruzar los
mares del matrimonio sin encontrarse en alguna tormenta. El doctor Clyde

Narramore sugiere que quizá la razón de esta realidad es que “nadie está

emocionalmente sano en todas las ocasiones.” Aunque los conflictos son

naturales en el matrimonio, es preciso reconocer que hay diferencias o grados

de conflicto. En este estudio se propone distinguir entre las varias formas de

conflicto, investigar algunas causas de ello, presentar unas guías para manejar y

resolver los conflictos y examinar el muy importante e interesante arte de la

comprensión: la buena comunicación.



CLASES DE CONFLICTOS: LAS ETAPAS Y LOS TIPOS

El doctor Wayne Oates sugiere siete etapas de conflictos por las cuales las

parejas pueden pasar, pero no necesariamente en pasos sucesivos. Son

diferentes formas de experimentar los conflictos entre los cónyuges. La

presentación de las etapas va de las normales hacia las peores, o sea, hacia el

divorcio. He aquí una adaptación del estudio por Oates:

1. La Etapa de los Conflictos Típicos

Es normal tener ciertos problemas con el sexo, el control de la natalidad, gastos

excesivos, relación con los padres y suegros, etc. Estos conflictos pueden

existir en cualquier momento y no solamente al principio del enlace. Hay cuatro

tipos de problemas normales en esta etapa:

(1) el de hallar un acuerdo en cuanto a tiempo y agenda para trabajar,

descansar, expresar amor y la realización de cultos tanto familiares

como en el templo;

(2) el de aprender cómo comunicarse;

(3) el de la aceptación y el ajuste a los papeles de sexo masculino y

femenino, madre y padre, compañeros y amigos; y (4) el de la aceptación y “darle lugar” en la familia al primer niño.

En el último caso mencionado, el esposo tiene que ajustarse a no poder recibir

todas las atenciones de la esposa, ya que ella ahora tiene que compartirlas.

2. La Etapa del Pacto Fracturado

El pacto se refiere al estado de confianza que existe entre las dos personas

porque se comprometen a guardar aquel estado, y aun hacerlo florecer. En esta

etapa, algo de la confianza ha sido dañada o, por lo menos, amenazada. A

veces, por haber tenido relaciones prematrimoniales se ha creado una sombra

de desconfianza, tal como se explicó en los capítulos dos y cinco. Sin duda, la

causa más común de la pérdida de confianza es la de los celos, y aún más

cuando cualquiera de los dos da razón para que el otro se sienta sospechoso.

Esta etapa se caracteriza por una mala comunicación y peleas con palabras,

todo lo cual resulta en amenazas a la integridad de ambos.

3. La Etapa de la Evidencia Escondida

Aquí, la pareja guarda toda apariencia, mientras que también guardan rencor y

resentimiento. Se nota que a veces, para convencerse de que todo saldrá bien,

hacen compras indebidas que sobrepasan el presupuesto, como las de ropa,

muebles, automóvil, etc. En esta etapa, ellos reconocen su incapacidad de

comunicarse y se resignan a no intentarlo. Experimentan aislamiento, soledad y

ansiedad que a veces culminan en buscar a otra persona de confianza, la cual,

con demasiada frecuencia, es del sexo opuesto. En esta tapa se buscan el

alcohol, las drogas, las compras excesivas, y/o el sexo, como medios falsos de

consolación.

4. La Etapa del Conocimiento Público

Ahora la pareja comienza a buscar consejos, o sea en la familia, o entre los

suegros, o aun consultando con un consejero profesional ya sea un sicólogo o

el pastor. Se nota que la llegada a un consejero profesional o semiprofesional

es casi siempre tardía. Es la regla más que la excepción, buscar una ayuda

adecuada sólo cuando están ya desesperados. Entonces la relación está

despedazada y la comunicación es casi imposible; haciendo difícil lograr

volverles a un estado tranquilo y tratable. Sin embargo, la buena voluntad, la

sinceridad y el deseo de volver, hacen posible el descubrimiento de algunas

entradas de alivio a las tensiones. Desgraciadamente, esta es la etapa cuando a menudo uno de ellos, o ambos, buscan abiertamente a otra persona del sexo

opuesto para llenar su vacío. Una vez que el problema se hace público, tienden

a dar rienda suelta a sus sentimientos. Esto puede resultar en la gota que hace

rebosar la copa.

5. La Etapa de las Amenazas o los Intentos de Separación

Esta etapa consiste en algunas formas de separación; a veces, simplemente por

visitas prolongadas por la esposa a la casa de los padres, o en tomar un trabajo

que le permite al esposo viajar. Estas separaciones son socialmente aceptable.

Pero mudarse a la casa de los padres, o echar al esposo de la casa o viceversa

por la borrachera, la infidelidad o cualquier razón, constituyen una verdadera

rotura de la relación.

6. La Etapa de Legalizar la Separación

Comienza esta etapa por la consulta a un abogado en cuanto a sus derechos.

También se discuten entre ellos la división de la propiedad, los niños, etc.

Habrá normalmente un cierto conflicto sobre las razones o bases del divorcio, o

si uno de ellos cederá al divorcio, Los familiares y amigos, a veces, juegan un

papel que presionan las decisiones que se toman.

7. La Etapa del Divorcio

Este es un tiempo parecido al “duelo”; pero el divorcio es, en un sentido, peor

que la muerte. El divorcio es una separación causada por el fracaso, y deja

cicatrices como si fueran hechas por un serrucho o un cuchillo oxidado. Los

niños son un continuo recuerdo de los errores. Los divorciados precisan de un

compañerismo y amor profundos para poder soportar las angustias de este

tiempo y para poder reorientarse y reconstruir sus vidas.

El pastor puede jugar un importante papel en este proceso, si puede reconocer

lo que está ocurriendo y si busca orientar a la pareja antes de que lleguen al

extremo. El pastor no debe esperar que uno de ellos le busque, por aquel

tiempo puede ser demasiado tarde. Si él puede ayudarles a reconocer donde

están en su relación, esta simple orientación a veces les despierta a renovar los

votos de la intimidad.

Además de las etapas, existen unos tres tipos de conflictos.f68 El reconocerlos,

al igual que las etapas, brinda una orientación aliviadora para la pareja que

tantas veces se frustra y se encierra en sus circunstancias.

El primer tipo de conflicto es el de los ajustes y desarrollos en el matrimonio.

Los cambios que ocurren en la familia, como el nacimiento del primer hijo;

cuando los hijos comienzan a estudiar; la adolescencia; y cuando dejan de vivir

en casa. Todos estos cambios traen necesariamente una especie de conflicto o

tensión que requiere un ajuste por parte de la pareja.

El segundo conflicto es el de tensiones personales que surgen cuando miembros

de la familia que, viviendo comprometidos el uno al otro, experimentan alguna

diferencia de opinión, expectación o actuación. El romper promesas, cambiar

planes sin consultar al otro, o responder alteradamente, frustran la buena

marcha de cualquier hogar.

El tercer conflicto es el de emergencias que pueden ser de índole espiritual,

emocional o física. Cuando un miembro de la familia estalla en rebelión esto

repercute en los demás. La depresión o la ansiedad, como la enfermedad o un

accidente, traen crisis a la familia y crean un tipo de conflicto normal.



CAUSAS DE CONFLICTOS

Las causas de conflictos son múltiples y generalmente más de un factor

contribuye a que la pareja se confunda y experimente una rotura de relaciones.

Los factores pueden ser debidos a la salud mental, al trasfondo cultural o a las

experiencias personales. Hará bien la pareja percatarse de por qué sufren estos

frustrantes momentos de disgustos.

Hay unos tres factores normales de salud mental que pueden influir en el

consorcio para crear desavenencias.f69 Si en la niñez, uno o ambos han sufrido

mucha rigidez, crítica, falta de amor y comprensión, es probable que ahora

respondan a los conflictos con una ultrasensibilidad, que se estremezcan en

autodefensa, que actúen irresponsablemente y que huyan de las relaciones

profundas. En otras palabras, el trato duro y la falta de amor durante la niñez

puede resultar en una inestabilidad mental que impide que los adultos se

relacionen satisfactoriamente como pareja. Estos individuos necesitan que

alguien les ayude a entenderse a sí mismos. Esto se puede hacer aceptando sus

acciones como algo natural debido al acondicionamiento que recibieron durante la niñez y la adolescencia. Otro factor de salud mental es el del “complejo de

culpabilidad.” No debemos ser sorprendidos cuando sintamos culpa por haber

fallado. No somos infalibles.

<241709>

Jeremías 17:9 dice: “El corazón es engañoso

por sobre todas las cosas, es excesivamente perverso, corrompido y grave,

mortalmente enfermo.” El pecado en nuestra vida destroza la confianza,

robando la felicidad y haciéndonos irritables. Es la ocasión para ejercer aquella

valiosa virtud espiritual y escritural: el perdón. Puesto que somos imperfectos,

viviendo en un mundo imperfecto y con un cónyuge imperfecto, ejercitemos con

regularidad la función genuinamente cristiana de buscar el perdón de Dios y de

perdonarnos el uno al otro (1 Juan 1:8, 9). Así se nos devuelve el equilibrio

mental y racional. David Mace comenta que “La verdad es que toda la amistad

del matrimonio, en último término, está basada sobre el perdón. Dos personas

incapaces de perdonar no pueden durar en una vida juntos, como pareja de

casados.”

Un tercer factor de salud mental se ve en algunas personas sobre las cuales las

crisis se acumulan hasta que entran en un estado de depresión. En aquel estado

experimentan una desorientación hacia la vida, la cual se caracteriza por

emociones apáticas y flemáticas. “A veces, se desarrollan graves sentimientos y

sensaciones a causa de la pérdida de uno de los padres (o del cónyuge) por

separación, divorcio, muerte o falta de una mutua respuesta emocional.”f71 Se

nota en los niños deprimidos una baja tanto en rendimiento como en

cumplimiento en la escuela, a pesar de que sean inteligentes. Es mejor que un

siquiatra o un consejero profesional trate a la persona así afectada. No es fácil

resolver estos estados emocionales, aunque con tiempo, si las lesiones mentales

no son tan graves, la persona puede rehabilitarse, especialmente si recibe un

trato suave y comprensivo de los suyos.

Además de estos tres factores de salud mental, con demasiada frecuencia los

conflictos brotan de la inmadurez emocional, que es fruto del egoísmo, de haber

sido mimado por los parientes (la madre especialmente) o de estar sufriendo

bajo uno de los tres factores de desajuste emocional ya descritos. Se espera

que el capítulo dos y el actual sean útiles para orientar y recapacitar a los

inmaduros emocional y espiritualmente de modo que aprendan a valorizar a la

otra persona antes de que exijan tantas cosas para sí mismos. Se les

recomienda leer y meditar en el mensaje de Filipenses 2:1-11. Aquella

sabiduría sí puede moverles de la superficialidad a la profundidad en sus

relaciones personales.

Otra causa de los conflictos es una serie de factores que provienen de los

trasfondos culturales de la pareja. Quizá no hay una influencia igual en la cultura

latina como la del machismo. Esta cualidad se expresa por lo menos en dos

maneras, por ser autoritario y egoísta. El hombre asume que él debe ser

respetado y obedecido en el hogar, porque así ha sido su formación. El tiene la

autoridad final sobre la esposa y los niños. El problema es en que no siempre

da buen ejemplo y mientras más exigente es más se rebelan los familiares contra

él. Por lo general, el poder o la autoridad absoluta (también cuando se pretende

tenerlas) es contraproducente en las relaciones humanas.

El egoísmo del machismo es más destructivo aún en la buena marcha de la

relación entre los esposos porque, primeramente, convierte a la señora en un

objeto para complacer al hombre. Tampoco estima a los hijos como a

personas de valor en sí mismos sino como evidencia de su potencia varonil. El

hombre cristiano se servirá a sí mismo y a su familia por prestar mucha atención

e intentar poner en práctica las instrucciones de Marcos 10:44, 45 (es

mejor servir que ser servido); Filipenses 2:1-11 (valorizar a otros es actuar

como Cristo); y Efesios 5:25-29 (el amor nos lleva a sacrificarnos por los

que amamos). Por cierto, solamente el hombre cristiano puede lograr

comprender y ser motivado a modificar su comportamiento por el de su Señor

y Salvador.

Del trasfondo latino también es común sufrir conflictos matrimoniales debido a

los celos. El ambiente del machismo es naturalmente propicio para crear toda

clase de desconfianza entre los esposos. Deben los matrimonios andar con

sumo cuidado, no dando ni una sombra de causa para dudar de su fidelidad el

uno al otro. Los celos pueden romper las bases de la confianza la cual es la

esencia de la unión entre los dos. Además los celos a menudo hacen desbordar

la cólera y estallar la guerra. Como dice el doctor Carrero:

La persona celosa es menudo peligrosa porque ataca a la víctima de su

envidia mediante afirmaciones difamatorias: mentiras, chismes, etc., y en

algunos casos apela a la agresión física. Es una persona irritable,

nerviosa y llena de tensión.

Indudablemente, en el campo de la familia, no hay una circunstancia igual que

requiera más el saber cómo perdonar y cómo construir buenas líneas de comunicación como la de los celos.

En algunos sectores, especialmente en los urbanos, se está sintiendo una tensión

en los hogares debido al movimiento mundial de la “liberación femenina.” Este

movimiento está creando una verdadera amenaza al machismo puesto que se

espera, de alguna manera, igualar los derechos de los sexos o por lo menos

traer algo de respeto a la mujer, reconociendo que ella es una persona digna de

desenvolver sus capacidades y talentos. A medida que la mujer es influenciada

por estos conceptos, traerá a la unión matrimonial un juego de tensiones y

creará un nuevo trasfondo cultural a la tradición latina. Es de reconocer que el

número de mujeres que están metidas en esta corriente es un porcentaje

mínimo, pero el número de ellas está en desproporción al rugido que están

levantando.

Queda por lo menos una causa más de conflictos provenientes de los

trasfondos culturales, y es la de la frecuente relación dominante que existe entre

los padres y la pareja. Eugene Nida, antropólogo cristiano, observa que debido

al machismo y la tendencia de los hombres latinos a estar ausentes de la casa,

las madres a menudo llegan a ser bastante posesivas con sus hijos. A pesar de

que el hijo siente la presión social de mostrarse tan macho como los demás

jóvenes y hombres, también vive dependiendo de su madre.f74 El resultado de

tal dependencia es obvio en la relación matrimonial. Además, los suegros

pueden exigir mucho de sus hijos casados, creando un sentido de obligación o

de frustración porque los padres siempre están entremetiéndose en los asuntos

privados. Uno de los más naturales deseos de la pareja es el de independizarse

y formar su propio nido donde los dos puedan ser el único rey y la única reina

que mandan. La Biblia misma instruye que la pareja debe dejar a los padres

para entrar en la unión de una sola carne. ( Génesis 2:24;Mateo 19:5; Efesios 5:31.) Lógicamente, esto quiere decir que los nuevos esposos no deben vivir bajo el mismo techo con los padres ni con los parientes políticos.



Deben hacer todo lo posible para comprender y complacer a los padres y

suegros con tal de que puedan disfrutar también su independencia. La razón de

esto es, como dice Mace: “No puede haber completa satisfacción para ninguno

de nosotros mientras las dos relaciones más íntimas de nuestra vida están en

discordia una con otra.”

Los conflictos se originan no solamente en la salud mental y el trasfondo cultural

de la pareja, sino también en las experiencias personales de la misma pareja.

Entre aquellas experiencias están las del ajuste sexual, las finanzas, la religión,

las amistades y el uso del tiempo libre.

El capítulo anterior enfocó el sexo dentro del matrimonio. Sin embargo, vale la

pena resaltar otra vez que el sexo es uno de los ajustes principales y por

consiguiente una de las primeras crisis del matrimonio. En todo el mundo

occidental, el sexo se está explotando por todos los medios. Tal explotación ha

engendrado expectaciones e imágenes falsas de lo que es el sexo, de modo que

la mayoría de las parejas modernas está sufriendo por aquella mala orientación.

El doctor J. G. Carrero interpreta que el frecuente resultado de todo esto es el

rápido desencanto, la desilusión y el aborrecimiento de un cónyuge hacia el

otro, debido a que no se están complaciendo sus anticipadas aberraciones

sexuales. El dice que las expresiones exageradas y corruptas del sexo no son

“más que la moneda sexual con que se paga el estímulo de la inflación sexual en

el matrimonio.”

Aunque siempre se habla del ajuste sexual como una causa fundamental de

conflictos en el matrimonio, los asuntos financieros, a veces, lo sobrepasan,

creando agudos problemas. Cuando la pareja se endeuda mucho por los

muebles, el automóvil, o por cualquier otro motivo, se ve obligada a esforzarse

para cancelarlos. Pero más de una vez, esta circunstancia ha motivado a uno o

a los dos a tomar trabajos extras, con el infeliz resultado de tener menos tiempo

para estar juntos, y el natural enfriamiento de la relación. El atolladero

financiero se complica aún más cuando hay niños a los cuales hay que dar de

comer y vestir. Lo mejor para las parejas, es ponerse de acuerdo sobre sus

planes, sus entradas, sus salidas, ahorros, etc.; en otras palabras, hacer un

presupuesto que sea mutuamente aceptable, y guiarse por el mismo.

Otro factor personal que normalmente trae unos encontronazos verbales, es el

de la religión; y esto aun entre cristianos. Es cierto que ya se enfrían muy

fácilmente al ausentarse de la iglesia, o al no tener lectura bíblica ni oración

juntos. A veces uno de los cónyuges es más fervoroso que el otro, y no sabe

cómo estimular a éste hacia las buenas obras, sino que le “predica” de lo que

debe hacer o de cómo debe pensar, reaccionar, etc. Responder así es

contraproducente porque causa la reacción de sentirse arremetido o

amenazado. El que es supuestamente más “espiritual” debe saber que sus

ataques producirán violentas diatribas u hostiles silencios. Sería mejor guiarse

por la sabiduría espiritual de Gálatas 6:1-5, donde dice: “Restauradle f77 con

espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también

seas tentado”.

En muchas ocasiones el uso del tiempo libre y el tiempo que el hombre pasa

con sus amistades, provoca auténticos agravios. Para mantener una estrecha

“amistad” con la señora y con los niños, hay que guardar tiempo para estar

juntos y compartir la vida, las ideas y las ocasiones. Uno no tiene derecho de

concluir que, por pasar un rato con la familia viendo la televisión, ya ha hecho

suficiente para cuidar y fomentar una relación íntima. La proximidad no

garantiza intimidad.



CÓMO MANEJAR Y RESOLVER LOS CONFLICTOS



La relación es muy estrecha entre los conocimientos para poder manejar los

conflictos y los que hay para poder comunicarse efectivamente. Sin embargo,

en el manejo de los conflictos hará bien en distinguir entre algunas sugerencias

específicas y los principios que guían el uso de aquellas sugerencias. Estos

principios que guían la resolución de conflictos y los que guían la buena

comunicación son iguales. La comunicación, por cierto, es algo más amplio en

su alcance que estas normas detalladas que aquí se presentan; es un asunto que

será tratado posteriormente. Ahora, prestando atención a las citas bíblicas

sugeridas, fijémonos en trece puntos guías en la resolución de conflictos:f78

1. Ataque el hecho, no a la persona. ¿Qué dice la esposa al esposo (o al

niño) que deja su ropa sucia en cualquier lugar de la casa? ¿Acaso le dice: “Tú

tienes que ser el hombre más cochino del mundo”? Siendo atacado,

normalmente devolvemos los insultos con más insultos. Es el valor de la

persona lo que se está atacando. Es mucho mejor decir: “La ropa sucia por

doquier me irrita.” Así no incita tanto al desagravio ni crea tanto resentimiento.



Proverbios 15:1; 25:15; Efesios 4:26, 31; 1 Pedro 3:10, 11.)

2. Sepa perdonar. “Perdonar es divino”, y los cristianos todos deben perdonar

las faltas de los suyos. Frecuentemente tienen que perdonarse a sí mismos. Un

conflicto fácilmente puede llegar a ser un problema crónico por la incapacidad

de alguien en el área de perdonar. Cuando esté equivocado, admítalo y pida

disculpas. (Santiago 5:16; Colosenses 3:13;Proverbios 17:9.)

3. Olvide los errores del pasado. Obviamente no se puede olvidar por

completo, pero no tiene que mencionar todo lo que uno recuerda. El usar datos

viejos puede contribuir a perder mucha intimidad y honestidad. También cada

falta tiene su contexto, y sólo se resuelve en medio de ello. (Colosenses

3:13;1 Pedro 4:8.)

4. Mantenga la pelea en su contexto al día. Si practica el guardar rencor

como poner las irritaciones y disgustos en una bolsa, debe saber que en un

determinado momento se romperá la bolsa, y dirá cosas que luego lamentará.

(Proverbios 17:14; 20:3; Romanos 13:13.)

5. Escoja bien el tiempo y el lugar de la discusión. Esto suena demasiado

lógico y frío: pero es mejor aplazar el hablar hasta que haya menos calor y

enojo, y entonces conversar con más calma. Escoja bien el tiempo y lugar, y

cumpla con su acuerdo; no use esto como una manera de evadir el problema.

(Proverbios 15:23, 28; 21:23; Santiago 1:19.) Esta decisión incluye

pensar bien y claramente sobre lo que va a decir. ( Proverbios 18:21; 25:11.)

6. Sea honesto acerca de lo que es el problema en sí. No pelee contra

problemas imaginados o aun inexistentes. Busque el problema real: la raíz del

roce. No presuponga que su cónyuge puede “leer su mente”. El decirle con

sinceridad cómo usted interpreta el conflicto, les lleva a otros lejos en cuanto a

eliminar la dificultad y establecer la intimidad. Esto es, decir la verdad con

amor: pero ¡cuidado y no exagere su interpretación! ( Efesios 4:15.)

7. Enfréntese con quien siente el enojo. No eche la frustración a los niños,

porque no tiene el valor de hablar a su esposo del disgusto que siente para con

él. Mucha ira se transfiere a una persona no culpable, engendrando aún más

conflicto. (1 Pedro 3:10.)

8. No pelee sobre cosas insignificantes. Tome un momento antes de hablar

para evaluar si la falta merece el gasto de tiempo y la atención sobre su relación

que la pelea traerá. Tenga cuidado también con el machacar, porque suele

producir resultado opuesto a lo que espera. Muchas veces las peleas son por

cosas que no valen; sino sólo porque uno quiere controlar al otro.

(Proverbios 19:13.)

9. No lance una bomba atómica a un ranchito. No deje que una cosita

estalle, hasta que sea visto como algo de “vida o muerte”. Aplastar al otro

puede ganarle la batalla, pero a la larga, puede perderle la guerra,

particularmente si la relación es frágil. El aprender a usar justamente la presión,

el argumento o la persuasión, es crucial para mantener positivas las relaciones

familiares. (Romanos 12:17-21;1 Pedro 2:23; 3:9;Romanos 14:13 Gálatas 6:1.)

10. Acepte que ninguno está siempre en lo correcto. Algunos simplemente

no pueden ceder la última palabra al otro. Deje al otro tener su opinión aun si

está en contra de la suya. La madurez se destaca por la capacidad de respetar

la opinión que difiere de la suya propia. El que actúa como si fuera él el único

sabio con las respuestas, es repugnante a todo el mundo, incluyendo a su

propia familia. (Filipenses 2:1-4; Efesios 4:2.)

11. Si los niños han presenciado una discusión entre sus padres, deben

también ver la reconciliación entre ellos, o por lo menos estar enterados

de que hubo una resolución al respecto. Los niños deben saber que la vida

no es color de rosa, pero ellos necesitan desarrollar la pericia de resolver los

conflictos que inevitablemente surgirán en sus propias vidas. El lugar mejor para

este aprendizaje es el hogar, siguiendo el modelo que los padres les dan.

12. Oren juntos acerca de su conflicto. Es maravilloso lo que ocurre a

personas enojadas cuando hablan con Dios. Mucho se cambia después de orar

juntos, franca y abiertamente. Es un error grande, sin embargo, usar la oración

como una manera de reprender a cualquier familiar. Decir en oración a Dios, en

presencia del niño, que él ha cometido tal y tal error, ES CAUSARLE A Él un

menosprecio para con el familiar, para con la oración y para con Dios. Es el

niño quien tiene que hacer esa confesión, y de buena voluntad; por el contrario,

no resuelve nada. (Santiago 5:9, 13, 15, 16.)

13. Cuando sea preciso, busque ayuda de otros. A veces la pareja no logra

buena comunicación y necesita que alguien les ponga en contacto otra vez.

Aceptar consejos y discernimientos responsables, con frecuencia rescata la

relación.



LA BUENA COMUNICACIÓN: EL ARTE DE LA

COMPRENSIÓN

Un estudio en los Estados Unidos mostró que la mayoría de las parejas

casadas, gastan sólo 26 minutos por semana en la conversación seria.f79 Una

causa principal de esta falla es el tiempo ocupado viendo la televisión.

Aparentemente algunos esperan que les baste conversar sólo durante los

comerciales de la televisión. Sin duda alguna, el récord de los latinoamericanos

no es mucho mejor que el de los vecinos del norte. Si esta cifra es precisa, las

dimensiones del problema de la comunicación en el hogar, son verdaderamente

alarmantes.

La buena comunicación puede y debe estar ocurriendo constantemente en la

relación familiar; pero tiene un uso especial en la resolución de conflictos. Es un

arte que es aplicable a todas las relaciones humanas que uno mantiene. Es un

arte porque hay algunas pericias que se requieren para poder efectuar una

buena comunicación; y tal comunicación le llevará a comprender a la otra

persona. ¡Este sí es un arte que vale la pena aprender!

Hay dos conceptos preliminares que forman las bases de una buena

comunicación. Primeramente, todas las buenas relaciones se forman dentro del

marco de confianza y aceptación. La experiencia nos ha enseñado que cuando

el nivel de confianza y aceptación es alto, casi cualquier esfuerzo para

comunicarse es exitoso. Al contrario, cuando este nivel es bajo, la

comunicación normalmente se tuerce y malentiende, no importa cuán articulado

o inteligente sea quien está hablando. La aceptación es la afirmación

incondicional del otro como persona de valor sin tomar una posición de juicio ni

condenación contra él. Los sentimientos oscuros, negativos y de juicios, son

inevitables contra los que nos ofenden; sin embargo, no tenemos que tomar

acción según estos sentimientos. Recordemos que la aceptación engendra

aceptación; y la alineación engendra alineación. La confianza también es

contagiosa. Por confiar en otros, una base de confianza se construye.f80

Un segundo concepto preliminar es el de una actitud de templanza. Cuando

haya desacuerdos y uno se siente atacado, en vez de replicar con ira, la primera

cosa que debe hacer es alzar una pregunta: “¿Cómo puedo yo ayudar a esta

persona a sentirse mejor acerca de sí mismo y a pensar que es una persona

participante con pleno derecho como yo?” Esta actitud le ayudará a crear líneas

para una buena comunicación. Cómo hacerlo ahora se verá, pero el alzar esta

pregunta es de suma importancia en manejar creativamente el conflicto.

Ahora, examinemos la comunicación creativa y las pericias necesarias para

lograrla. Recordemos que la comunicación es de doble vía: hay que saber

cómo escuchar así como también expresarse. La pericia menos utilizada por la

mayoría y, en un sentido la más importante, es la de escuchar a fondo lo que

esta diciendo el otro. Esta atención intensiva que se presta al interlocutor

consiste en percibir sus palabras y el peso o valor que va detrás de ellas; o sea

la emoción que las acompaña, porque la comunicación es tanto verbal como no

verbal. Es preciso reflexionar sobre lo que el otro dice y seleccionar

cuidadosamente a qué parte o en qué sentido va a responderle. Hay dos maneras creativas de reflexionar sobre lo que se dice. La primera es probar la

percepción que se ejerce, mediante la repetición, a quien nos habla, de lo que

pensamos que hemos oído. El problema es que nuestras emociones y

mecanismos defensivos filtran lo que oímos. A veces oímos lo que queremos

oír. Entonces es valioso “chequear” para ver si estamos oyendo exactamente lo

que el otro está diciendo. En segunda instancia, podemos pedir una ampliación

o una clarificación de lo que el otro está tratando de decirnos. Esto le da al que

está hablando, un sentido de aprecio. En muchas ocasiones conflictivas,

hablamos solamente cuando estamos disgustados. Esta oportunidad de aclarar

o ampliar la expresión, puede calmar un poco al que habla y motivarle para

comunicar mejor su mensaje porque se siente valorizado.

La segunda pericia de la buena comunicación es la de mandar mensajes

congruentes, o sea aquellos que están de acuerdo con nuestros sentimientos.

Esto quiere decir que hablamos con honestidad y sensibilidad. No tenemos que

dar rienda suelta a todo lo que sentimos. La clave es revelar sólo aquella parte

de nuestros sentimientos que nos permita movernos con libertad; pero también,

la que el otro pueda recibir y manejar. Parte de la aceptación de nuestro

mensaje se basa en que admitimos nuestra propia percepción del asunto en

mano; por ejemplo: “A mí me parece...”, “Creo que es así...”. Es preferible que

mandemos mensajes de “yo” en vez de “tú” o “usted” porque estos últimos dos

implican ataque o acusación. Es mejor decir “a mí me parece que algo anda

mal” , que decir, “tú siempre dejas las cosas desbaratarse”.

El valor de esto es que deja que el otro tenga sus propias percepciones, sin

requerir que uno se jacte de estar en lo correcto o implicar que el otro está

equivocado o que percibe el asunto con más precisión que el otro. Esta

práctica evita alzar los sentimientos defensivos y argumentos innecesarios.

Una tercera pericia es la de examinar nuestras presuposiciones, para averiguar

si son válidas, no válidas, o aun desconocidas. Debe preguntarse a sí mismo

para ver si su presuposición o forma de interpretar el asunto es constructiva o

destructiva, y determinar si quiere seguir este rumbo o cambiarlo. Todo este

proceso requiere que uno reflexione antes de actuar.

En cuarto lugar, que se fijen las metas que ambas partes quieren lograr por

medio de esta comunicación; especialmente si es para la resolución de un

conflicto. La tendencia es introducir preguntas analíticas en cuanto a las causas

del conflicto; pero normalmente esto no resuelve nada, porque es difícil lograr un acuerdo sobre las causas del problema en sí. Sin embargo, el estudio sobre

las causas del conflicto, que se presentó anteriormente, tiene valor en

ayudarnos a percatar el fondo de nuestras personalidades y ser sensibles a las

fallas que existen, pero no es para darnos razón para menoscabar o atacar al

otro. La comunicación, se repite, es un arte y se efectúa por quedarse frente a

la otra persona deseando ponerse de acuerdo. Es más productivo averiguar los

objetivos de los participantes que volver al pasado y perderse en el análisis. No

es de esperar que habrá completo acuerdo sobre las metas que cada

participante espera lograr, sino que entendamos con suficiente amplitud los

objetivos de cada uno hasta que podamos ver “áreas de coincidencia”, o

dónde está algo de acuerdo. Se puede comenzar a trabajar juntos en las áreas

de coincidencia con la esperanza de que surgirá un sentido de confianza y

aceptación, de tal modo que las áreas de acuerdo crezcan o se amplíen. El

genio de esta manera de resolver conflictos está en escoger metas específicas,

definidas y alcanzables que están dentro de un área de coincidencia. El sentido

de éxito en la comunicación, o de lograr una meta, producirá el motivo de

explorar otras alternativas.

Esta cuarta pericia dará oportunidad para utilizar otras dos pericias. En primer

lugar, es imprescindible explorar tantas alternativas como sea posible en la

búsqueda de soluciones, o para determinar las áreas de coincidencia. En

segundo lugar, es aconsejable establecer un pacto para fijar la acción que se

estima ejecutar. El pacto puede ser nada más que decidir quién va a hacer

cuáles actividades: yo hago A y B; y espero que tú hagas C y D. ¿Está bien?

Para comenzar, puede ser mejor que se pongan de acuerdo en intentar no más

que una sola cosa cada uno, porque al no lograr su primer intento en un

acuerdo, frustran el sentido de que sí pueden resolver los conflictos. También,

se puede establecer tiempos para cumplir las metas y escoger ciertos

acontecimientos o eventos para realizarlas. Esto le da cierto plan de desarrollo

y fija algo de mecanismos para llevarlo a cabo. No debemos idealizar

demasiado el poder mágico de la comunicación, porque como advierte el

doctor Dwight Small, ningún caudal de comunicación puede hacer perfecto el

matrimonio, y, por consiguiente, no debemos esperarlo así. Dios es perfecto, el

ideal del matrimonio cristiano es perfecto, y los medios que Dios pone a

disposición de las parejas cristianas son perfectos. Sin embargo, no hay

matrimonio perfecto, ni comunicación perfecta en el matrimonio. La gloria del

matrimonio cristiano reside en aceptar la perpetua y eterna tarea de realizar un ajuste continuo dentro del desorden de la existencia humana, en esforzarse

siempre en mejorar la habilidad necesaria para la comunicación y en buscar el

poder de Dios que nos capacite para ello.



EJERCICIOS DE APRENDIZAJE

Cuestionario:

1. Mencione las siete etapas de conflictos en el matrimonio.

2. ¿Cuáles son los tres tipos de conflictos matrimoniales?

3. Describa las tres causas normales de conflictos entre los cónyuges. Explique

muy brevemente las formas que ellos suelen tomar.

4. En su opinión o debido a su experiencia, ¿cuáles de estas causas son las más

frustrantes o agobiantes para los matrimonios: ¿Por qué piensa usted de esta

manera?

5. De las trece sugerencias referentes al manejo de los conflictos, ¿cuáles seis

cree usted que son las más importantes y aplicables al medio suyo?

6. Mencione y explique brevemente los dos conceptos preliminares a la buena

comunicación.

7. Mencione las seis pericias sugeridas para lograr y mantener la buena

comunicación. Recuerde que estos son principios que abarcan más que la

relación conyugal, se aplican a cualquier relación humana.



Para la Dinámica de Grupo:

1. Para ayudar a las parejas a mejorar su comunicación:

Pida a cada pareja que conteste los siguientes cuestionarios de análisis de su

comunicación y luego que compartan entre sí los resultados, así ganando algo

de perspectiva en su relación. Deben entonces concentrarse en las áreas donde

los dos ven la necesidad de cambiarse.



Comunicación Verbal

Este ejercicio no tiene respuestas correctas ni incorrectas. Escribe sí cuando la

respuesta sería “la mayoría de las veces” o “usualmente”, y no cuando la

pregunta se contestaría con “pocas veces” o “casi nunca”.

1. ¿Espera su cónyuge que usted termine de hablar antes de comenzar a

replicar o contestar?

2. ¿Espera usted que su cónyuge termine de hablar para entonces hacer sus

comentarios?

3. ¿Funciona su familia como un equipo para hacer las cosas juntos?

4. ¿Respeta su cónyuge las opiniones de usted?

5. Como pareja, ¿divulgan sus problemas personales?

6. ¿Le parece que su cónyuge le habla como si no fuera completamente confiable?

7. ¿Demuestra su cónyuge un interés en las actividades de usted?

8. ¿Habla usted con su cónyuge acerca del sexo?

9. ¿Confía su cónyuge en usted?

10. ¿Encuentra usted difícil expresar sus sentimientos con su cónyuge?

11. ¿Es usted cauteloso en discutir con su cónyuge o en entrar en una diferencia

de opinión?

12. Por lo general ¿trata su cónyuge de entender su perspectiva?

13. ¿Le toma en cuenta su cónyuge en la toma de decisiones?

14. ¿Trata su cónyuge de animarlo cuando lo encuentra desanimado?

15. ¿Ayuda a su cónyuge a comprenderle a usted compartiéndole lo que está

sintiendo y pensando?



Comunicación No Verbal

Complete las oraciones incompletas con relación a su cónyuge. “Aun cuando no me dices nada, yo sé que tú estas...

1. Contento(a) cuando...

2. Nervioso(a) cuando...

3. Enojado(a) cuando...

4. Triste cuando ...

5. Preocupado(a) cuando... 6. Sintiéndote amoroso(a) cuando... 7. Desanimado(a) cuando...

8. Cansado(a) cuando...

9. Contento(a) cuando...



2. Para enriquecer la comunicación, oren juntos el uno por el otro.

En retiros o en conferencias, hace bien ayudar a las parejas a poner por escrito

sus sentimientos como si estuvieran orando al Señor dando gracias por su

cónyuge. Después de escribir sus razones de gratitud debe compartirlas con su

compañero de la vida.

Amado Dios, te doy gracias por mi esposo(a) porque...

Así es por qué amo a mi esposo(a). Muchas gracias por él (ella), mi Señor y

Dios.



Un Caso para Resolver

Una pareja tiene ocho años de matrimonio, pero no anda bien en su relación

matrimonial. Ambos son cristianos pero ella es mucho más activa e interesada

en la obra de la iglesia que el esposo. Además, ella es exigente en que él haga

bastante trabajo en la casa y que le ayude con los niños. Ella tiende a llegar a

casa retrasada cuando hay actividades por la tarde en el templo, deja a los

niños en la casa de su madre y tiene que buscarlos y llegar a casa corriendo

para preparar la cena. El esposo se pone furioso porque ella no está cuando él

llega a casa y tiene que esperar la cena. El siente que ella le está descuidando y

ella piensa que él es inmaduro como cristiano y que debiera apoyarla en su

ministerio en y por la iglesia. ¿Qué les puede sugerir para que haya

entendimiento y tranquilidad en su hogar?



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