No debe sorprendernos que no exista ni una sola pareja que puede cruzar los
mares del matrimonio sin encontrarse en alguna tormenta. El doctor Clyde
Narramore sugiere que quizá la razón de esta realidad es que “nadie está
emocionalmente sano en todas las ocasiones.” Aunque los conflictos son
naturales en el matrimonio, es preciso reconocer que hay diferencias o grados
de conflicto. En este estudio se propone distinguir entre las varias formas de
conflicto, investigar algunas causas de ello, presentar unas guías para manejar y
resolver los conflictos y examinar el muy importante e interesante arte de la
comprensión: la buena comunicación.
CLASES DE CONFLICTOS: LAS ETAPAS Y LOS TIPOS
El doctor Wayne Oates sugiere siete etapas de conflictos por las cuales las
parejas pueden pasar, pero no necesariamente en pasos sucesivos. Son
diferentes formas de experimentar los conflictos entre los cónyuges. La
presentación de las etapas va de las normales hacia las peores, o sea, hacia el
divorcio. He aquí una adaptación del estudio por Oates:
1. La Etapa de los Conflictos Típicos
Es normal tener ciertos problemas con el sexo, el control de la natalidad, gastos
excesivos, relación con los padres y suegros, etc. Estos conflictos pueden
existir en cualquier momento y no solamente al principio del enlace. Hay cuatro
tipos de problemas normales en esta etapa:
(1) el de hallar un acuerdo en cuanto a tiempo y agenda para trabajar,
descansar, expresar amor y la realización de cultos tanto familiares
como en el templo;
(2) el de aprender cómo comunicarse;
(3) el de la aceptación y el ajuste a los papeles de sexo masculino y
femenino, madre y padre, compañeros y amigos; y (4) el de la aceptación y “darle lugar” en la familia al primer niño.
En el último caso mencionado, el esposo tiene que ajustarse a no poder recibir
todas las atenciones de la esposa, ya que ella ahora tiene que compartirlas.
2. La Etapa del Pacto Fracturado
El pacto se refiere al estado de confianza que existe entre las dos personas
porque se comprometen a guardar aquel estado, y aun hacerlo florecer. En esta
etapa, algo de la confianza ha sido dañada o, por lo menos, amenazada. A
veces, por haber tenido relaciones prematrimoniales se ha creado una sombra
de desconfianza, tal como se explicó en los capítulos dos y cinco. Sin duda, la
causa más común de la pérdida de confianza es la de los celos, y aún más
cuando cualquiera de los dos da razón para que el otro se sienta sospechoso.
Esta etapa se caracteriza por una mala comunicación y peleas con palabras,
todo lo cual resulta en amenazas a la integridad de ambos.
3. La Etapa de la Evidencia Escondida
Aquí, la pareja guarda toda apariencia, mientras que también guardan rencor y
resentimiento. Se nota que a veces, para convencerse de que todo saldrá bien,
hacen compras indebidas que sobrepasan el presupuesto, como las de ropa,
muebles, automóvil, etc. En esta etapa, ellos reconocen su incapacidad de
comunicarse y se resignan a no intentarlo. Experimentan aislamiento, soledad y
ansiedad que a veces culminan en buscar a otra persona de confianza, la cual,
con demasiada frecuencia, es del sexo opuesto. En esta tapa se buscan el
alcohol, las drogas, las compras excesivas, y/o el sexo, como medios falsos de
consolación.
4. La Etapa del Conocimiento Público
Ahora la pareja comienza a buscar consejos, o sea en la familia, o entre los
suegros, o aun consultando con un consejero profesional ya sea un sicólogo o
el pastor. Se nota que la llegada a un consejero profesional o semiprofesional
es casi siempre tardía. Es la regla más que la excepción, buscar una ayuda
adecuada sólo cuando están ya desesperados. Entonces la relación está
despedazada y la comunicación es casi imposible; haciendo difícil lograr
volverles a un estado tranquilo y tratable. Sin embargo, la buena voluntad, la
sinceridad y el deseo de volver, hacen posible el descubrimiento de algunas
entradas de alivio a las tensiones. Desgraciadamente, esta es la etapa cuando a menudo uno de ellos, o ambos, buscan abiertamente a otra persona del sexo
opuesto para llenar su vacío. Una vez que el problema se hace público, tienden
a dar rienda suelta a sus sentimientos. Esto puede resultar en la gota que hace
rebosar la copa.
5. La Etapa de las Amenazas o los Intentos de Separación
Esta etapa consiste en algunas formas de separación; a veces, simplemente por
visitas prolongadas por la esposa a la casa de los padres, o en tomar un trabajo
que le permite al esposo viajar. Estas separaciones son socialmente aceptable.
Pero mudarse a la casa de los padres, o echar al esposo de la casa o viceversa
por la borrachera, la infidelidad o cualquier razón, constituyen una verdadera
rotura de la relación.
6. La Etapa de Legalizar la Separación
Comienza esta etapa por la consulta a un abogado en cuanto a sus derechos.
También se discuten entre ellos la división de la propiedad, los niños, etc.
Habrá normalmente un cierto conflicto sobre las razones o bases del divorcio, o
si uno de ellos cederá al divorcio, Los familiares y amigos, a veces, juegan un
papel que presionan las decisiones que se toman.
7. La Etapa del Divorcio
Este es un tiempo parecido al “duelo”; pero el divorcio es, en un sentido, peor
que la muerte. El divorcio es una separación causada por el fracaso, y deja
cicatrices como si fueran hechas por un serrucho o un cuchillo oxidado. Los
niños son un continuo recuerdo de los errores. Los divorciados precisan de un
compañerismo y amor profundos para poder soportar las angustias de este
tiempo y para poder reorientarse y reconstruir sus vidas.
El pastor puede jugar un importante papel en este proceso, si puede reconocer
lo que está ocurriendo y si busca orientar a la pareja antes de que lleguen al
extremo. El pastor no debe esperar que uno de ellos le busque, por aquel
tiempo puede ser demasiado tarde. Si él puede ayudarles a reconocer donde
están en su relación, esta simple orientación a veces les despierta a renovar los
votos de la intimidad.
Además de las etapas, existen unos tres tipos de conflictos.f68 El reconocerlos,
al igual que las etapas, brinda una orientación aliviadora para la pareja que
tantas veces se frustra y se encierra en sus circunstancias.
El primer tipo de conflicto es el de los ajustes y desarrollos en el matrimonio.
Los cambios que ocurren en la familia, como el nacimiento del primer hijo;
cuando los hijos comienzan a estudiar; la adolescencia; y cuando dejan de vivir
en casa. Todos estos cambios traen necesariamente una especie de conflicto o
tensión que requiere un ajuste por parte de la pareja.
El segundo conflicto es el de tensiones personales que surgen cuando miembros
de la familia que, viviendo comprometidos el uno al otro, experimentan alguna
diferencia de opinión, expectación o actuación. El romper promesas, cambiar
planes sin consultar al otro, o responder alteradamente, frustran la buena
marcha de cualquier hogar.
El tercer conflicto es el de emergencias que pueden ser de índole espiritual,
emocional o física. Cuando un miembro de la familia estalla en rebelión esto
repercute en los demás. La depresión o la ansiedad, como la enfermedad o un
accidente, traen crisis a la familia y crean un tipo de conflicto normal.
CAUSAS DE CONFLICTOS
Las causas de conflictos son múltiples y generalmente más de un factor
contribuye a que la pareja se confunda y experimente una rotura de relaciones.
Los factores pueden ser debidos a la salud mental, al trasfondo cultural o a las
experiencias personales. Hará bien la pareja percatarse de por qué sufren estos
frustrantes momentos de disgustos.
Hay unos tres factores normales de salud mental que pueden influir en el
consorcio para crear desavenencias.f69 Si en la niñez, uno o ambos han sufrido
mucha rigidez, crítica, falta de amor y comprensión, es probable que ahora
respondan a los conflictos con una ultrasensibilidad, que se estremezcan en
autodefensa, que actúen irresponsablemente y que huyan de las relaciones
profundas. En otras palabras, el trato duro y la falta de amor durante la niñez
puede resultar en una inestabilidad mental que impide que los adultos se
relacionen satisfactoriamente como pareja. Estos individuos necesitan que
alguien les ayude a entenderse a sí mismos. Esto se puede hacer aceptando sus
acciones como algo natural debido al acondicionamiento que recibieron durante la niñez y la adolescencia. Otro factor de salud mental es el del “complejo de
culpabilidad.” No debemos ser sorprendidos cuando sintamos culpa por haber
fallado. No somos infalibles.
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Jeremías 17:9 dice: “El corazón es engañoso
por sobre todas las cosas, es excesivamente perverso, corrompido y grave,
mortalmente enfermo.” El pecado en nuestra vida destroza la confianza,
robando la felicidad y haciéndonos irritables. Es la ocasión para ejercer aquella
valiosa virtud espiritual y escritural: el perdón. Puesto que somos imperfectos,
viviendo en un mundo imperfecto y con un cónyuge imperfecto, ejercitemos con
regularidad la función genuinamente cristiana de buscar el perdón de Dios y de
perdonarnos el uno al otro (1 Juan 1:8, 9). Así se nos devuelve el equilibrio
mental y racional. David Mace comenta que “La verdad es que toda la amistad
del matrimonio, en último término, está basada sobre el perdón. Dos personas
incapaces de perdonar no pueden durar en una vida juntos, como pareja de
casados.”
Un tercer factor de salud mental se ve en algunas personas sobre las cuales las
crisis se acumulan hasta que entran en un estado de depresión. En aquel estado
experimentan una desorientación hacia la vida, la cual se caracteriza por
emociones apáticas y flemáticas. “A veces, se desarrollan graves sentimientos y
sensaciones a causa de la pérdida de uno de los padres (o del cónyuge) por
separación, divorcio, muerte o falta de una mutua respuesta emocional.”f71 Se
nota en los niños deprimidos una baja tanto en rendimiento como en
cumplimiento en la escuela, a pesar de que sean inteligentes. Es mejor que un
siquiatra o un consejero profesional trate a la persona así afectada. No es fácil
resolver estos estados emocionales, aunque con tiempo, si las lesiones mentales
no son tan graves, la persona puede rehabilitarse, especialmente si recibe un
trato suave y comprensivo de los suyos.
Además de estos tres factores de salud mental, con demasiada frecuencia los
conflictos brotan de la inmadurez emocional, que es fruto del egoísmo, de haber
sido mimado por los parientes (la madre especialmente) o de estar sufriendo
bajo uno de los tres factores de desajuste emocional ya descritos. Se espera
que el capítulo dos y el actual sean útiles para orientar y recapacitar a los
inmaduros emocional y espiritualmente de modo que aprendan a valorizar a la
otra persona antes de que exijan tantas cosas para sí mismos. Se les
recomienda leer y meditar en el mensaje de Filipenses 2:1-11. Aquella
sabiduría sí puede moverles de la superficialidad a la profundidad en sus
relaciones personales.
Otra causa de los conflictos es una serie de factores que provienen de los
trasfondos culturales de la pareja. Quizá no hay una influencia igual en la cultura
latina como la del machismo. Esta cualidad se expresa por lo menos en dos
maneras, por ser autoritario y egoísta. El hombre asume que él debe ser
respetado y obedecido en el hogar, porque así ha sido su formación. El tiene la
autoridad final sobre la esposa y los niños. El problema es en que no siempre
da buen ejemplo y mientras más exigente es más se rebelan los familiares contra
él. Por lo general, el poder o la autoridad absoluta (también cuando se pretende
tenerlas) es contraproducente en las relaciones humanas.
El egoísmo del machismo es más destructivo aún en la buena marcha de la
relación entre los esposos porque, primeramente, convierte a la señora en un
objeto para complacer al hombre. Tampoco estima a los hijos como a
personas de valor en sí mismos sino como evidencia de su potencia varonil. El
hombre cristiano se servirá a sí mismo y a su familia por prestar mucha atención
e intentar poner en práctica las instrucciones de Marcos 10:44, 45 (es
mejor servir que ser servido); Filipenses 2:1-11 (valorizar a otros es actuar
como Cristo); y Efesios 5:25-29 (el amor nos lleva a sacrificarnos por los
que amamos). Por cierto, solamente el hombre cristiano puede lograr
comprender y ser motivado a modificar su comportamiento por el de su Señor
y Salvador.
Del trasfondo latino también es común sufrir conflictos matrimoniales debido a
los celos. El ambiente del machismo es naturalmente propicio para crear toda
clase de desconfianza entre los esposos. Deben los matrimonios andar con
sumo cuidado, no dando ni una sombra de causa para dudar de su fidelidad el
uno al otro. Los celos pueden romper las bases de la confianza la cual es la
esencia de la unión entre los dos. Además los celos a menudo hacen desbordar
la cólera y estallar la guerra. Como dice el doctor Carrero:
La persona celosa es menudo peligrosa porque ataca a la víctima de su
envidia mediante afirmaciones difamatorias: mentiras, chismes, etc., y en
algunos casos apela a la agresión física. Es una persona irritable,
nerviosa y llena de tensión.
Indudablemente, en el campo de la familia, no hay una circunstancia igual que
requiera más el saber cómo perdonar y cómo construir buenas líneas de comunicación como la de los celos.
En algunos sectores, especialmente en los urbanos, se está sintiendo una tensión
en los hogares debido al movimiento mundial de la “liberación femenina.” Este
movimiento está creando una verdadera amenaza al machismo puesto que se
espera, de alguna manera, igualar los derechos de los sexos o por lo menos
traer algo de respeto a la mujer, reconociendo que ella es una persona digna de
desenvolver sus capacidades y talentos. A medida que la mujer es influenciada
por estos conceptos, traerá a la unión matrimonial un juego de tensiones y
creará un nuevo trasfondo cultural a la tradición latina. Es de reconocer que el
número de mujeres que están metidas en esta corriente es un porcentaje
mínimo, pero el número de ellas está en desproporción al rugido que están
levantando.
Queda por lo menos una causa más de conflictos provenientes de los
trasfondos culturales, y es la de la frecuente relación dominante que existe entre
los padres y la pareja. Eugene Nida, antropólogo cristiano, observa que debido
al machismo y la tendencia de los hombres latinos a estar ausentes de la casa,
las madres a menudo llegan a ser bastante posesivas con sus hijos. A pesar de
que el hijo siente la presión social de mostrarse tan macho como los demás
jóvenes y hombres, también vive dependiendo de su madre.f74 El resultado de
tal dependencia es obvio en la relación matrimonial. Además, los suegros
pueden exigir mucho de sus hijos casados, creando un sentido de obligación o
de frustración porque los padres siempre están entremetiéndose en los asuntos
privados. Uno de los más naturales deseos de la pareja es el de independizarse
y formar su propio nido donde los dos puedan ser el único rey y la única reina
que mandan. La Biblia misma instruye que la pareja debe dejar a los padres
para entrar en la unión de una sola carne. ( Génesis 2:24;Mateo 19:5; Efesios 5:31.) Lógicamente, esto quiere decir que los nuevos esposos no deben vivir bajo el mismo techo con los padres ni con los parientes políticos.
Deben hacer todo lo posible para comprender y complacer a los padres y
suegros con tal de que puedan disfrutar también su independencia. La razón de
esto es, como dice Mace: “No puede haber completa satisfacción para ninguno
de nosotros mientras las dos relaciones más íntimas de nuestra vida están en
discordia una con otra.”
Los conflictos se originan no solamente en la salud mental y el trasfondo cultural
de la pareja, sino también en las experiencias personales de la misma pareja.
Entre aquellas experiencias están las del ajuste sexual, las finanzas, la religión,
las amistades y el uso del tiempo libre.
El capítulo anterior enfocó el sexo dentro del matrimonio. Sin embargo, vale la
pena resaltar otra vez que el sexo es uno de los ajustes principales y por
consiguiente una de las primeras crisis del matrimonio. En todo el mundo
occidental, el sexo se está explotando por todos los medios. Tal explotación ha
engendrado expectaciones e imágenes falsas de lo que es el sexo, de modo que
la mayoría de las parejas modernas está sufriendo por aquella mala orientación.
El doctor J. G. Carrero interpreta que el frecuente resultado de todo esto es el
rápido desencanto, la desilusión y el aborrecimiento de un cónyuge hacia el
otro, debido a que no se están complaciendo sus anticipadas aberraciones
sexuales. El dice que las expresiones exageradas y corruptas del sexo no son
“más que la moneda sexual con que se paga el estímulo de la inflación sexual en
el matrimonio.”
Aunque siempre se habla del ajuste sexual como una causa fundamental de
conflictos en el matrimonio, los asuntos financieros, a veces, lo sobrepasan,
creando agudos problemas. Cuando la pareja se endeuda mucho por los
muebles, el automóvil, o por cualquier otro motivo, se ve obligada a esforzarse
para cancelarlos. Pero más de una vez, esta circunstancia ha motivado a uno o
a los dos a tomar trabajos extras, con el infeliz resultado de tener menos tiempo
para estar juntos, y el natural enfriamiento de la relación. El atolladero
financiero se complica aún más cuando hay niños a los cuales hay que dar de
comer y vestir. Lo mejor para las parejas, es ponerse de acuerdo sobre sus
planes, sus entradas, sus salidas, ahorros, etc.; en otras palabras, hacer un
presupuesto que sea mutuamente aceptable, y guiarse por el mismo.
Otro factor personal que normalmente trae unos encontronazos verbales, es el
de la religión; y esto aun entre cristianos. Es cierto que ya se enfrían muy
fácilmente al ausentarse de la iglesia, o al no tener lectura bíblica ni oración
juntos. A veces uno de los cónyuges es más fervoroso que el otro, y no sabe
cómo estimular a éste hacia las buenas obras, sino que le “predica” de lo que
debe hacer o de cómo debe pensar, reaccionar, etc. Responder así es
contraproducente porque causa la reacción de sentirse arremetido o
amenazado. El que es supuestamente más “espiritual” debe saber que sus
ataques producirán violentas diatribas u hostiles silencios. Sería mejor guiarse
por la sabiduría espiritual de Gálatas 6:1-5, donde dice: “Restauradle f77 con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también
seas tentado”.
En muchas ocasiones el uso del tiempo libre y el tiempo que el hombre pasa
con sus amistades, provoca auténticos agravios. Para mantener una estrecha
“amistad” con la señora y con los niños, hay que guardar tiempo para estar
juntos y compartir la vida, las ideas y las ocasiones. Uno no tiene derecho de
concluir que, por pasar un rato con la familia viendo la televisión, ya ha hecho
suficiente para cuidar y fomentar una relación íntima. La proximidad no
garantiza intimidad.
CÓMO MANEJAR Y RESOLVER LOS CONFLICTOS
La relación es muy estrecha entre los conocimientos para poder manejar los
conflictos y los que hay para poder comunicarse efectivamente. Sin embargo,
en el manejo de los conflictos hará bien en distinguir entre algunas sugerencias
específicas y los principios que guían el uso de aquellas sugerencias. Estos
principios que guían la resolución de conflictos y los que guían la buena
comunicación son iguales. La comunicación, por cierto, es algo más amplio en
su alcance que estas normas detalladas que aquí se presentan; es un asunto que
será tratado posteriormente. Ahora, prestando atención a las citas bíblicas
sugeridas, fijémonos en trece puntos guías en la resolución de conflictos:f78
1. Ataque el hecho, no a la persona. ¿Qué dice la esposa al esposo (o al
niño) que deja su ropa sucia en cualquier lugar de la casa? ¿Acaso le dice: “Tú
tienes que ser el hombre más cochino del mundo”? Siendo atacado,
normalmente devolvemos los insultos con más insultos. Es el valor de la
persona lo que se está atacando. Es mucho mejor decir: “La ropa sucia por
doquier me irrita.” Así no incita tanto al desagravio ni crea tanto resentimiento.
Proverbios 15:1; 25:15; Efesios 4:26, 31; 1 Pedro 3:10, 11.)
2. Sepa perdonar. “Perdonar es divino”, y los cristianos todos deben perdonar
las faltas de los suyos. Frecuentemente tienen que perdonarse a sí mismos. Un
conflicto fácilmente puede llegar a ser un problema crónico por la incapacidad
de alguien en el área de perdonar. Cuando esté equivocado, admítalo y pida
disculpas. (Santiago 5:16; Colosenses 3:13;Proverbios 17:9.)
3. Olvide los errores del pasado. Obviamente no se puede olvidar por
completo, pero no tiene que mencionar todo lo que uno recuerda. El usar datos
viejos puede contribuir a perder mucha intimidad y honestidad. También cada
falta tiene su contexto, y sólo se resuelve en medio de ello. (Colosenses
3:13;1 Pedro 4:8.)
4. Mantenga la pelea en su contexto al día. Si practica el guardar rencor
como poner las irritaciones y disgustos en una bolsa, debe saber que en un
determinado momento se romperá la bolsa, y dirá cosas que luego lamentará.
(Proverbios 17:14; 20:3; Romanos 13:13.)
5. Escoja bien el tiempo y el lugar de la discusión. Esto suena demasiado
lógico y frío: pero es mejor aplazar el hablar hasta que haya menos calor y
enojo, y entonces conversar con más calma. Escoja bien el tiempo y lugar, y
cumpla con su acuerdo; no use esto como una manera de evadir el problema.
(Proverbios 15:23, 28; 21:23; Santiago 1:19.) Esta decisión incluye
pensar bien y claramente sobre lo que va a decir. ( Proverbios 18:21; 25:11.)
6. Sea honesto acerca de lo que es el problema en sí. No pelee contra
problemas imaginados o aun inexistentes. Busque el problema real: la raíz del
roce. No presuponga que su cónyuge puede “leer su mente”. El decirle con
sinceridad cómo usted interpreta el conflicto, les lleva a otros lejos en cuanto a
eliminar la dificultad y establecer la intimidad. Esto es, decir la verdad con
amor: pero ¡cuidado y no exagere su interpretación! ( Efesios 4:15.)
7. Enfréntese con quien siente el enojo. No eche la frustración a los niños,
porque no tiene el valor de hablar a su esposo del disgusto que siente para con
él. Mucha ira se transfiere a una persona no culpable, engendrando aún más
conflicto. (1 Pedro 3:10.)
8. No pelee sobre cosas insignificantes. Tome un momento antes de hablar
para evaluar si la falta merece el gasto de tiempo y la atención sobre su relación
que la pelea traerá. Tenga cuidado también con el machacar, porque suele
producir resultado opuesto a lo que espera. Muchas veces las peleas son por
cosas que no valen; sino sólo porque uno quiere controlar al otro.
(Proverbios 19:13.)
9. No lance una bomba atómica a un ranchito. No deje que una cosita
estalle, hasta que sea visto como algo de “vida o muerte”. Aplastar al otro
puede ganarle la batalla, pero a la larga, puede perderle la guerra,
particularmente si la relación es frágil. El aprender a usar justamente la presión,
el argumento o la persuasión, es crucial para mantener positivas las relaciones
familiares. (Romanos 12:17-21;1 Pedro 2:23; 3:9;Romanos 14:13 Gálatas 6:1.)
10. Acepte que ninguno está siempre en lo correcto. Algunos simplemente
no pueden ceder la última palabra al otro. Deje al otro tener su opinión aun si
está en contra de la suya. La madurez se destaca por la capacidad de respetar
la opinión que difiere de la suya propia. El que actúa como si fuera él el único
sabio con las respuestas, es repugnante a todo el mundo, incluyendo a su
propia familia. (Filipenses 2:1-4; Efesios 4:2.)
11. Si los niños han presenciado una discusión entre sus padres, deben
también ver la reconciliación entre ellos, o por lo menos estar enterados
de que hubo una resolución al respecto. Los niños deben saber que la vida
no es color de rosa, pero ellos necesitan desarrollar la pericia de resolver los
conflictos que inevitablemente surgirán en sus propias vidas. El lugar mejor para
este aprendizaje es el hogar, siguiendo el modelo que los padres les dan.
12. Oren juntos acerca de su conflicto. Es maravilloso lo que ocurre a
personas enojadas cuando hablan con Dios. Mucho se cambia después de orar
juntos, franca y abiertamente. Es un error grande, sin embargo, usar la oración
como una manera de reprender a cualquier familiar. Decir en oración a Dios, en
presencia del niño, que él ha cometido tal y tal error, ES CAUSARLE A Él un
menosprecio para con el familiar, para con la oración y para con Dios. Es el
niño quien tiene que hacer esa confesión, y de buena voluntad; por el contrario,
no resuelve nada. (Santiago 5:9, 13, 15, 16.)
13. Cuando sea preciso, busque ayuda de otros. A veces la pareja no logra
buena comunicación y necesita que alguien les ponga en contacto otra vez.
Aceptar consejos y discernimientos responsables, con frecuencia rescata la
relación.
LA BUENA COMUNICACIÓN: EL ARTE DE LA
COMPRENSIÓN
Un estudio en los Estados Unidos mostró que la mayoría de las parejas
casadas, gastan sólo 26 minutos por semana en la conversación seria.f79 Una
causa principal de esta falla es el tiempo ocupado viendo la televisión.
Aparentemente algunos esperan que les baste conversar sólo durante los
comerciales de la televisión. Sin duda alguna, el récord de los latinoamericanos
no es mucho mejor que el de los vecinos del norte. Si esta cifra es precisa, las
dimensiones del problema de la comunicación en el hogar, son verdaderamente
alarmantes.
La buena comunicación puede y debe estar ocurriendo constantemente en la
relación familiar; pero tiene un uso especial en la resolución de conflictos. Es un
arte que es aplicable a todas las relaciones humanas que uno mantiene. Es un
arte porque hay algunas pericias que se requieren para poder efectuar una
buena comunicación; y tal comunicación le llevará a comprender a la otra
persona. ¡Este sí es un arte que vale la pena aprender!
Hay dos conceptos preliminares que forman las bases de una buena
comunicación. Primeramente, todas las buenas relaciones se forman dentro del
marco de confianza y aceptación. La experiencia nos ha enseñado que cuando
el nivel de confianza y aceptación es alto, casi cualquier esfuerzo para
comunicarse es exitoso. Al contrario, cuando este nivel es bajo, la
comunicación normalmente se tuerce y malentiende, no importa cuán articulado
o inteligente sea quien está hablando. La aceptación es la afirmación
incondicional del otro como persona de valor sin tomar una posición de juicio ni
condenación contra él. Los sentimientos oscuros, negativos y de juicios, son
inevitables contra los que nos ofenden; sin embargo, no tenemos que tomar
acción según estos sentimientos. Recordemos que la aceptación engendra
aceptación; y la alineación engendra alineación. La confianza también es
contagiosa. Por confiar en otros, una base de confianza se construye.f80
Un segundo concepto preliminar es el de una actitud de templanza. Cuando
haya desacuerdos y uno se siente atacado, en vez de replicar con ira, la primera
cosa que debe hacer es alzar una pregunta: “¿Cómo puedo yo ayudar a esta
persona a sentirse mejor acerca de sí mismo y a pensar que es una persona
participante con pleno derecho como yo?” Esta actitud le ayudará a crear líneas
para una buena comunicación. Cómo hacerlo ahora se verá, pero el alzar esta
pregunta es de suma importancia en manejar creativamente el conflicto.
Ahora, examinemos la comunicación creativa y las pericias necesarias para
lograrla. Recordemos que la comunicación es de doble vía: hay que saber
cómo escuchar así como también expresarse. La pericia menos utilizada por la
mayoría y, en un sentido la más importante, es la de escuchar a fondo lo que
esta diciendo el otro. Esta atención intensiva que se presta al interlocutor
consiste en percibir sus palabras y el peso o valor que va detrás de ellas; o sea
la emoción que las acompaña, porque la comunicación es tanto verbal como no
verbal. Es preciso reflexionar sobre lo que el otro dice y seleccionar
cuidadosamente a qué parte o en qué sentido va a responderle. Hay dos maneras creativas de reflexionar sobre lo que se dice. La primera es probar la
percepción que se ejerce, mediante la repetición, a quien nos habla, de lo que
pensamos que hemos oído. El problema es que nuestras emociones y
mecanismos defensivos filtran lo que oímos. A veces oímos lo que queremos
oír. Entonces es valioso “chequear” para ver si estamos oyendo exactamente lo
que el otro está diciendo. En segunda instancia, podemos pedir una ampliación
o una clarificación de lo que el otro está tratando de decirnos. Esto le da al que
está hablando, un sentido de aprecio. En muchas ocasiones conflictivas,
hablamos solamente cuando estamos disgustados. Esta oportunidad de aclarar
o ampliar la expresión, puede calmar un poco al que habla y motivarle para
comunicar mejor su mensaje porque se siente valorizado.
La segunda pericia de la buena comunicación es la de mandar mensajes
congruentes, o sea aquellos que están de acuerdo con nuestros sentimientos.
Esto quiere decir que hablamos con honestidad y sensibilidad. No tenemos que
dar rienda suelta a todo lo que sentimos. La clave es revelar sólo aquella parte
de nuestros sentimientos que nos permita movernos con libertad; pero también,
la que el otro pueda recibir y manejar. Parte de la aceptación de nuestro
mensaje se basa en que admitimos nuestra propia percepción del asunto en
mano; por ejemplo: “A mí me parece...”, “Creo que es así...”. Es preferible que
mandemos mensajes de “yo” en vez de “tú” o “usted” porque estos últimos dos
implican ataque o acusación. Es mejor decir “a mí me parece que algo anda
mal” , que decir, “tú siempre dejas las cosas desbaratarse”.
El valor de esto es que deja que el otro tenga sus propias percepciones, sin
requerir que uno se jacte de estar en lo correcto o implicar que el otro está
equivocado o que percibe el asunto con más precisión que el otro. Esta
práctica evita alzar los sentimientos defensivos y argumentos innecesarios.
Una tercera pericia es la de examinar nuestras presuposiciones, para averiguar
si son válidas, no válidas, o aun desconocidas. Debe preguntarse a sí mismo
para ver si su presuposición o forma de interpretar el asunto es constructiva o
destructiva, y determinar si quiere seguir este rumbo o cambiarlo. Todo este
proceso requiere que uno reflexione antes de actuar.
En cuarto lugar, que se fijen las metas que ambas partes quieren lograr por
medio de esta comunicación; especialmente si es para la resolución de un
conflicto. La tendencia es introducir preguntas analíticas en cuanto a las causas
del conflicto; pero normalmente esto no resuelve nada, porque es difícil lograr un acuerdo sobre las causas del problema en sí. Sin embargo, el estudio sobre
las causas del conflicto, que se presentó anteriormente, tiene valor en
ayudarnos a percatar el fondo de nuestras personalidades y ser sensibles a las
fallas que existen, pero no es para darnos razón para menoscabar o atacar al
otro. La comunicación, se repite, es un arte y se efectúa por quedarse frente a
la otra persona deseando ponerse de acuerdo. Es más productivo averiguar los
objetivos de los participantes que volver al pasado y perderse en el análisis. No
es de esperar que habrá completo acuerdo sobre las metas que cada
participante espera lograr, sino que entendamos con suficiente amplitud los
objetivos de cada uno hasta que podamos ver “áreas de coincidencia”, o
dónde está algo de acuerdo. Se puede comenzar a trabajar juntos en las áreas
de coincidencia con la esperanza de que surgirá un sentido de confianza y
aceptación, de tal modo que las áreas de acuerdo crezcan o se amplíen. El
genio de esta manera de resolver conflictos está en escoger metas específicas,
definidas y alcanzables que están dentro de un área de coincidencia. El sentido
de éxito en la comunicación, o de lograr una meta, producirá el motivo de
explorar otras alternativas.
Esta cuarta pericia dará oportunidad para utilizar otras dos pericias. En primer
lugar, es imprescindible explorar tantas alternativas como sea posible en la
búsqueda de soluciones, o para determinar las áreas de coincidencia. En
segundo lugar, es aconsejable establecer un pacto para fijar la acción que se
estima ejecutar. El pacto puede ser nada más que decidir quién va a hacer
cuáles actividades: yo hago A y B; y espero que tú hagas C y D. ¿Está bien?
Para comenzar, puede ser mejor que se pongan de acuerdo en intentar no más
que una sola cosa cada uno, porque al no lograr su primer intento en un
acuerdo, frustran el sentido de que sí pueden resolver los conflictos. También,
se puede establecer tiempos para cumplir las metas y escoger ciertos
acontecimientos o eventos para realizarlas. Esto le da cierto plan de desarrollo
y fija algo de mecanismos para llevarlo a cabo. No debemos idealizar
demasiado el poder mágico de la comunicación, porque como advierte el
doctor Dwight Small, ningún caudal de comunicación puede hacer perfecto el
matrimonio, y, por consiguiente, no debemos esperarlo así. Dios es perfecto, el
ideal del matrimonio cristiano es perfecto, y los medios que Dios pone a
disposición de las parejas cristianas son perfectos. Sin embargo, no hay
matrimonio perfecto, ni comunicación perfecta en el matrimonio. La gloria del
matrimonio cristiano reside en aceptar la perpetua y eterna tarea de realizar un ajuste continuo dentro del desorden de la existencia humana, en esforzarse
siempre en mejorar la habilidad necesaria para la comunicación y en buscar el
poder de Dios que nos capacite para ello.
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. Mencione las siete etapas de conflictos en el matrimonio.
2. ¿Cuáles son los tres tipos de conflictos matrimoniales?
3. Describa las tres causas normales de conflictos entre los cónyuges. Explique
muy brevemente las formas que ellos suelen tomar.
4. En su opinión o debido a su experiencia, ¿cuáles de estas causas son las más
frustrantes o agobiantes para los matrimonios: ¿Por qué piensa usted de esta
manera?
5. De las trece sugerencias referentes al manejo de los conflictos, ¿cuáles seis
cree usted que son las más importantes y aplicables al medio suyo?
6. Mencione y explique brevemente los dos conceptos preliminares a la buena
comunicación.
7. Mencione las seis pericias sugeridas para lograr y mantener la buena
comunicación. Recuerde que estos son principios que abarcan más que la
relación conyugal, se aplican a cualquier relación humana.
Para la Dinámica de Grupo:
1. Para ayudar a las parejas a mejorar su comunicación:
Pida a cada pareja que conteste los siguientes cuestionarios de análisis de su
comunicación y luego que compartan entre sí los resultados, así ganando algo
de perspectiva en su relación. Deben entonces concentrarse en las áreas donde
los dos ven la necesidad de cambiarse.
Comunicación Verbal
Este ejercicio no tiene respuestas correctas ni incorrectas. Escribe sí cuando la
respuesta sería “la mayoría de las veces” o “usualmente”, y no cuando la
pregunta se contestaría con “pocas veces” o “casi nunca”.
1. ¿Espera su cónyuge que usted termine de hablar antes de comenzar a
replicar o contestar?
2. ¿Espera usted que su cónyuge termine de hablar para entonces hacer sus
comentarios?
3. ¿Funciona su familia como un equipo para hacer las cosas juntos?
4. ¿Respeta su cónyuge las opiniones de usted?
5. Como pareja, ¿divulgan sus problemas personales?
6. ¿Le parece que su cónyuge le habla como si no fuera completamente confiable?
7. ¿Demuestra su cónyuge un interés en las actividades de usted?
8. ¿Habla usted con su cónyuge acerca del sexo?
9. ¿Confía su cónyuge en usted?
10. ¿Encuentra usted difícil expresar sus sentimientos con su cónyuge?
11. ¿Es usted cauteloso en discutir con su cónyuge o en entrar en una diferencia
de opinión?
12. Por lo general ¿trata su cónyuge de entender su perspectiva?
13. ¿Le toma en cuenta su cónyuge en la toma de decisiones?
14. ¿Trata su cónyuge de animarlo cuando lo encuentra desanimado?
15. ¿Ayuda a su cónyuge a comprenderle a usted compartiéndole lo que está
sintiendo y pensando?
Comunicación No Verbal
Complete las oraciones incompletas con relación a su cónyuge. “Aun cuando no me dices nada, yo sé que tú estas...
1. Contento(a) cuando...
2. Nervioso(a) cuando...
3. Enojado(a) cuando...
4. Triste cuando ...
5. Preocupado(a) cuando... 6. Sintiéndote amoroso(a) cuando... 7. Desanimado(a) cuando...
8. Cansado(a) cuando...
9. Contento(a) cuando...
2. Para enriquecer la comunicación, oren juntos el uno por el otro.
En retiros o en conferencias, hace bien ayudar a las parejas a poner por escrito
sus sentimientos como si estuvieran orando al Señor dando gracias por su
cónyuge. Después de escribir sus razones de gratitud debe compartirlas con su
compañero de la vida.
Amado Dios, te doy gracias por mi esposo(a) porque...
Así es por qué amo a mi esposo(a). Muchas gracias por él (ella), mi Señor y
Dios.
Un Caso para Resolver
Una pareja tiene ocho años de matrimonio, pero no anda bien en su relación
matrimonial. Ambos son cristianos pero ella es mucho más activa e interesada
en la obra de la iglesia que el esposo. Además, ella es exigente en que él haga
bastante trabajo en la casa y que le ayude con los niños. Ella tiende a llegar a
casa retrasada cuando hay actividades por la tarde en el templo, deja a los
niños en la casa de su madre y tiene que buscarlos y llegar a casa corriendo
para preparar la cena. El esposo se pone furioso porque ella no está cuando él
llega a casa y tiene que esperar la cena. El siente que ella le está descuidando y
ella piensa que él es inmaduro como cristiano y que debiera apoyarla en su
ministerio en y por la iglesia. ¿Qué les puede sugerir para que haya
entendimiento y tranquilidad en su hogar?
mares del matrimonio sin encontrarse en alguna tormenta. El doctor Clyde
Narramore sugiere que quizá la razón de esta realidad es que “nadie está
emocionalmente sano en todas las ocasiones.” Aunque los conflictos son
naturales en el matrimonio, es preciso reconocer que hay diferencias o grados
de conflicto. En este estudio se propone distinguir entre las varias formas de
conflicto, investigar algunas causas de ello, presentar unas guías para manejar y
resolver los conflictos y examinar el muy importante e interesante arte de la
comprensión: la buena comunicación.
CLASES DE CONFLICTOS: LAS ETAPAS Y LOS TIPOS
El doctor Wayne Oates sugiere siete etapas de conflictos por las cuales las
parejas pueden pasar, pero no necesariamente en pasos sucesivos. Son
diferentes formas de experimentar los conflictos entre los cónyuges. La
presentación de las etapas va de las normales hacia las peores, o sea, hacia el
divorcio. He aquí una adaptación del estudio por Oates:
1. La Etapa de los Conflictos Típicos
Es normal tener ciertos problemas con el sexo, el control de la natalidad, gastos
excesivos, relación con los padres y suegros, etc. Estos conflictos pueden
existir en cualquier momento y no solamente al principio del enlace. Hay cuatro
tipos de problemas normales en esta etapa:
(1) el de hallar un acuerdo en cuanto a tiempo y agenda para trabajar,
descansar, expresar amor y la realización de cultos tanto familiares
como en el templo;
(2) el de aprender cómo comunicarse;
(3) el de la aceptación y el ajuste a los papeles de sexo masculino y
femenino, madre y padre, compañeros y amigos; y (4) el de la aceptación y “darle lugar” en la familia al primer niño.
En el último caso mencionado, el esposo tiene que ajustarse a no poder recibir
todas las atenciones de la esposa, ya que ella ahora tiene que compartirlas.
2. La Etapa del Pacto Fracturado
El pacto se refiere al estado de confianza que existe entre las dos personas
porque se comprometen a guardar aquel estado, y aun hacerlo florecer. En esta
etapa, algo de la confianza ha sido dañada o, por lo menos, amenazada. A
veces, por haber tenido relaciones prematrimoniales se ha creado una sombra
de desconfianza, tal como se explicó en los capítulos dos y cinco. Sin duda, la
causa más común de la pérdida de confianza es la de los celos, y aún más
cuando cualquiera de los dos da razón para que el otro se sienta sospechoso.
Esta etapa se caracteriza por una mala comunicación y peleas con palabras,
todo lo cual resulta en amenazas a la integridad de ambos.
3. La Etapa de la Evidencia Escondida
Aquí, la pareja guarda toda apariencia, mientras que también guardan rencor y
resentimiento. Se nota que a veces, para convencerse de que todo saldrá bien,
hacen compras indebidas que sobrepasan el presupuesto, como las de ropa,
muebles, automóvil, etc. En esta etapa, ellos reconocen su incapacidad de
comunicarse y se resignan a no intentarlo. Experimentan aislamiento, soledad y
ansiedad que a veces culminan en buscar a otra persona de confianza, la cual,
con demasiada frecuencia, es del sexo opuesto. En esta tapa se buscan el
alcohol, las drogas, las compras excesivas, y/o el sexo, como medios falsos de
consolación.
4. La Etapa del Conocimiento Público
Ahora la pareja comienza a buscar consejos, o sea en la familia, o entre los
suegros, o aun consultando con un consejero profesional ya sea un sicólogo o
el pastor. Se nota que la llegada a un consejero profesional o semiprofesional
es casi siempre tardía. Es la regla más que la excepción, buscar una ayuda
adecuada sólo cuando están ya desesperados. Entonces la relación está
despedazada y la comunicación es casi imposible; haciendo difícil lograr
volverles a un estado tranquilo y tratable. Sin embargo, la buena voluntad, la
sinceridad y el deseo de volver, hacen posible el descubrimiento de algunas
entradas de alivio a las tensiones. Desgraciadamente, esta es la etapa cuando a menudo uno de ellos, o ambos, buscan abiertamente a otra persona del sexo
opuesto para llenar su vacío. Una vez que el problema se hace público, tienden
a dar rienda suelta a sus sentimientos. Esto puede resultar en la gota que hace
rebosar la copa.
5. La Etapa de las Amenazas o los Intentos de Separación
Esta etapa consiste en algunas formas de separación; a veces, simplemente por
visitas prolongadas por la esposa a la casa de los padres, o en tomar un trabajo
que le permite al esposo viajar. Estas separaciones son socialmente aceptable.
Pero mudarse a la casa de los padres, o echar al esposo de la casa o viceversa
por la borrachera, la infidelidad o cualquier razón, constituyen una verdadera
rotura de la relación.
6. La Etapa de Legalizar la Separación
Comienza esta etapa por la consulta a un abogado en cuanto a sus derechos.
También se discuten entre ellos la división de la propiedad, los niños, etc.
Habrá normalmente un cierto conflicto sobre las razones o bases del divorcio, o
si uno de ellos cederá al divorcio, Los familiares y amigos, a veces, juegan un
papel que presionan las decisiones que se toman.
7. La Etapa del Divorcio
Este es un tiempo parecido al “duelo”; pero el divorcio es, en un sentido, peor
que la muerte. El divorcio es una separación causada por el fracaso, y deja
cicatrices como si fueran hechas por un serrucho o un cuchillo oxidado. Los
niños son un continuo recuerdo de los errores. Los divorciados precisan de un
compañerismo y amor profundos para poder soportar las angustias de este
tiempo y para poder reorientarse y reconstruir sus vidas.
El pastor puede jugar un importante papel en este proceso, si puede reconocer
lo que está ocurriendo y si busca orientar a la pareja antes de que lleguen al
extremo. El pastor no debe esperar que uno de ellos le busque, por aquel
tiempo puede ser demasiado tarde. Si él puede ayudarles a reconocer donde
están en su relación, esta simple orientación a veces les despierta a renovar los
votos de la intimidad.
Además de las etapas, existen unos tres tipos de conflictos.f68 El reconocerlos,
al igual que las etapas, brinda una orientación aliviadora para la pareja que
tantas veces se frustra y se encierra en sus circunstancias.
El primer tipo de conflicto es el de los ajustes y desarrollos en el matrimonio.
Los cambios que ocurren en la familia, como el nacimiento del primer hijo;
cuando los hijos comienzan a estudiar; la adolescencia; y cuando dejan de vivir
en casa. Todos estos cambios traen necesariamente una especie de conflicto o
tensión que requiere un ajuste por parte de la pareja.
El segundo conflicto es el de tensiones personales que surgen cuando miembros
de la familia que, viviendo comprometidos el uno al otro, experimentan alguna
diferencia de opinión, expectación o actuación. El romper promesas, cambiar
planes sin consultar al otro, o responder alteradamente, frustran la buena
marcha de cualquier hogar.
El tercer conflicto es el de emergencias que pueden ser de índole espiritual,
emocional o física. Cuando un miembro de la familia estalla en rebelión esto
repercute en los demás. La depresión o la ansiedad, como la enfermedad o un
accidente, traen crisis a la familia y crean un tipo de conflicto normal.
CAUSAS DE CONFLICTOS
Las causas de conflictos son múltiples y generalmente más de un factor
contribuye a que la pareja se confunda y experimente una rotura de relaciones.
Los factores pueden ser debidos a la salud mental, al trasfondo cultural o a las
experiencias personales. Hará bien la pareja percatarse de por qué sufren estos
frustrantes momentos de disgustos.
Hay unos tres factores normales de salud mental que pueden influir en el
consorcio para crear desavenencias.f69 Si en la niñez, uno o ambos han sufrido
mucha rigidez, crítica, falta de amor y comprensión, es probable que ahora
respondan a los conflictos con una ultrasensibilidad, que se estremezcan en
autodefensa, que actúen irresponsablemente y que huyan de las relaciones
profundas. En otras palabras, el trato duro y la falta de amor durante la niñez
puede resultar en una inestabilidad mental que impide que los adultos se
relacionen satisfactoriamente como pareja. Estos individuos necesitan que
alguien les ayude a entenderse a sí mismos. Esto se puede hacer aceptando sus
acciones como algo natural debido al acondicionamiento que recibieron durante la niñez y la adolescencia. Otro factor de salud mental es el del “complejo de
culpabilidad.” No debemos ser sorprendidos cuando sintamos culpa por haber
fallado. No somos infalibles.
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Jeremías 17:9 dice: “El corazón es engañoso
por sobre todas las cosas, es excesivamente perverso, corrompido y grave,
mortalmente enfermo.” El pecado en nuestra vida destroza la confianza,
robando la felicidad y haciéndonos irritables. Es la ocasión para ejercer aquella
valiosa virtud espiritual y escritural: el perdón. Puesto que somos imperfectos,
viviendo en un mundo imperfecto y con un cónyuge imperfecto, ejercitemos con
regularidad la función genuinamente cristiana de buscar el perdón de Dios y de
perdonarnos el uno al otro (1 Juan 1:8, 9). Así se nos devuelve el equilibrio
mental y racional. David Mace comenta que “La verdad es que toda la amistad
del matrimonio, en último término, está basada sobre el perdón. Dos personas
incapaces de perdonar no pueden durar en una vida juntos, como pareja de
casados.”
Un tercer factor de salud mental se ve en algunas personas sobre las cuales las
crisis se acumulan hasta que entran en un estado de depresión. En aquel estado
experimentan una desorientación hacia la vida, la cual se caracteriza por
emociones apáticas y flemáticas. “A veces, se desarrollan graves sentimientos y
sensaciones a causa de la pérdida de uno de los padres (o del cónyuge) por
separación, divorcio, muerte o falta de una mutua respuesta emocional.”f71 Se
nota en los niños deprimidos una baja tanto en rendimiento como en
cumplimiento en la escuela, a pesar de que sean inteligentes. Es mejor que un
siquiatra o un consejero profesional trate a la persona así afectada. No es fácil
resolver estos estados emocionales, aunque con tiempo, si las lesiones mentales
no son tan graves, la persona puede rehabilitarse, especialmente si recibe un
trato suave y comprensivo de los suyos.
Además de estos tres factores de salud mental, con demasiada frecuencia los
conflictos brotan de la inmadurez emocional, que es fruto del egoísmo, de haber
sido mimado por los parientes (la madre especialmente) o de estar sufriendo
bajo uno de los tres factores de desajuste emocional ya descritos. Se espera
que el capítulo dos y el actual sean útiles para orientar y recapacitar a los
inmaduros emocional y espiritualmente de modo que aprendan a valorizar a la
otra persona antes de que exijan tantas cosas para sí mismos. Se les
recomienda leer y meditar en el mensaje de Filipenses 2:1-11. Aquella
sabiduría sí puede moverles de la superficialidad a la profundidad en sus
relaciones personales.
Otra causa de los conflictos es una serie de factores que provienen de los
trasfondos culturales de la pareja. Quizá no hay una influencia igual en la cultura
latina como la del machismo. Esta cualidad se expresa por lo menos en dos
maneras, por ser autoritario y egoísta. El hombre asume que él debe ser
respetado y obedecido en el hogar, porque así ha sido su formación. El tiene la
autoridad final sobre la esposa y los niños. El problema es en que no siempre
da buen ejemplo y mientras más exigente es más se rebelan los familiares contra
él. Por lo general, el poder o la autoridad absoluta (también cuando se pretende
tenerlas) es contraproducente en las relaciones humanas.
El egoísmo del machismo es más destructivo aún en la buena marcha de la
relación entre los esposos porque, primeramente, convierte a la señora en un
objeto para complacer al hombre. Tampoco estima a los hijos como a
personas de valor en sí mismos sino como evidencia de su potencia varonil. El
hombre cristiano se servirá a sí mismo y a su familia por prestar mucha atención
e intentar poner en práctica las instrucciones de Marcos 10:44, 45 (es
mejor servir que ser servido); Filipenses 2:1-11 (valorizar a otros es actuar
como Cristo); y Efesios 5:25-29 (el amor nos lleva a sacrificarnos por los
que amamos). Por cierto, solamente el hombre cristiano puede lograr
comprender y ser motivado a modificar su comportamiento por el de su Señor
y Salvador.
Del trasfondo latino también es común sufrir conflictos matrimoniales debido a
los celos. El ambiente del machismo es naturalmente propicio para crear toda
clase de desconfianza entre los esposos. Deben los matrimonios andar con
sumo cuidado, no dando ni una sombra de causa para dudar de su fidelidad el
uno al otro. Los celos pueden romper las bases de la confianza la cual es la
esencia de la unión entre los dos. Además los celos a menudo hacen desbordar
la cólera y estallar la guerra. Como dice el doctor Carrero:
La persona celosa es menudo peligrosa porque ataca a la víctima de su
envidia mediante afirmaciones difamatorias: mentiras, chismes, etc., y en
algunos casos apela a la agresión física. Es una persona irritable,
nerviosa y llena de tensión.
Indudablemente, en el campo de la familia, no hay una circunstancia igual que
requiera más el saber cómo perdonar y cómo construir buenas líneas de comunicación como la de los celos.
En algunos sectores, especialmente en los urbanos, se está sintiendo una tensión
en los hogares debido al movimiento mundial de la “liberación femenina.” Este
movimiento está creando una verdadera amenaza al machismo puesto que se
espera, de alguna manera, igualar los derechos de los sexos o por lo menos
traer algo de respeto a la mujer, reconociendo que ella es una persona digna de
desenvolver sus capacidades y talentos. A medida que la mujer es influenciada
por estos conceptos, traerá a la unión matrimonial un juego de tensiones y
creará un nuevo trasfondo cultural a la tradición latina. Es de reconocer que el
número de mujeres que están metidas en esta corriente es un porcentaje
mínimo, pero el número de ellas está en desproporción al rugido que están
levantando.
Queda por lo menos una causa más de conflictos provenientes de los
trasfondos culturales, y es la de la frecuente relación dominante que existe entre
los padres y la pareja. Eugene Nida, antropólogo cristiano, observa que debido
al machismo y la tendencia de los hombres latinos a estar ausentes de la casa,
las madres a menudo llegan a ser bastante posesivas con sus hijos. A pesar de
que el hijo siente la presión social de mostrarse tan macho como los demás
jóvenes y hombres, también vive dependiendo de su madre.f74 El resultado de
tal dependencia es obvio en la relación matrimonial. Además, los suegros
pueden exigir mucho de sus hijos casados, creando un sentido de obligación o
de frustración porque los padres siempre están entremetiéndose en los asuntos
privados. Uno de los más naturales deseos de la pareja es el de independizarse
y formar su propio nido donde los dos puedan ser el único rey y la única reina
que mandan. La Biblia misma instruye que la pareja debe dejar a los padres
para entrar en la unión de una sola carne. ( Génesis 2:24;Mateo 19:5; Efesios 5:31.) Lógicamente, esto quiere decir que los nuevos esposos no deben vivir bajo el mismo techo con los padres ni con los parientes políticos.
Deben hacer todo lo posible para comprender y complacer a los padres y
suegros con tal de que puedan disfrutar también su independencia. La razón de
esto es, como dice Mace: “No puede haber completa satisfacción para ninguno
de nosotros mientras las dos relaciones más íntimas de nuestra vida están en
discordia una con otra.”
Los conflictos se originan no solamente en la salud mental y el trasfondo cultural
de la pareja, sino también en las experiencias personales de la misma pareja.
Entre aquellas experiencias están las del ajuste sexual, las finanzas, la religión,
las amistades y el uso del tiempo libre.
El capítulo anterior enfocó el sexo dentro del matrimonio. Sin embargo, vale la
pena resaltar otra vez que el sexo es uno de los ajustes principales y por
consiguiente una de las primeras crisis del matrimonio. En todo el mundo
occidental, el sexo se está explotando por todos los medios. Tal explotación ha
engendrado expectaciones e imágenes falsas de lo que es el sexo, de modo que
la mayoría de las parejas modernas está sufriendo por aquella mala orientación.
El doctor J. G. Carrero interpreta que el frecuente resultado de todo esto es el
rápido desencanto, la desilusión y el aborrecimiento de un cónyuge hacia el
otro, debido a que no se están complaciendo sus anticipadas aberraciones
sexuales. El dice que las expresiones exageradas y corruptas del sexo no son
“más que la moneda sexual con que se paga el estímulo de la inflación sexual en
el matrimonio.”
Aunque siempre se habla del ajuste sexual como una causa fundamental de
conflictos en el matrimonio, los asuntos financieros, a veces, lo sobrepasan,
creando agudos problemas. Cuando la pareja se endeuda mucho por los
muebles, el automóvil, o por cualquier otro motivo, se ve obligada a esforzarse
para cancelarlos. Pero más de una vez, esta circunstancia ha motivado a uno o
a los dos a tomar trabajos extras, con el infeliz resultado de tener menos tiempo
para estar juntos, y el natural enfriamiento de la relación. El atolladero
financiero se complica aún más cuando hay niños a los cuales hay que dar de
comer y vestir. Lo mejor para las parejas, es ponerse de acuerdo sobre sus
planes, sus entradas, sus salidas, ahorros, etc.; en otras palabras, hacer un
presupuesto que sea mutuamente aceptable, y guiarse por el mismo.
Otro factor personal que normalmente trae unos encontronazos verbales, es el
de la religión; y esto aun entre cristianos. Es cierto que ya se enfrían muy
fácilmente al ausentarse de la iglesia, o al no tener lectura bíblica ni oración
juntos. A veces uno de los cónyuges es más fervoroso que el otro, y no sabe
cómo estimular a éste hacia las buenas obras, sino que le “predica” de lo que
debe hacer o de cómo debe pensar, reaccionar, etc. Responder así es
contraproducente porque causa la reacción de sentirse arremetido o
amenazado. El que es supuestamente más “espiritual” debe saber que sus
ataques producirán violentas diatribas u hostiles silencios. Sería mejor guiarse
por la sabiduría espiritual de Gálatas 6:1-5, donde dice: “Restauradle f77 con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también
seas tentado”.
En muchas ocasiones el uso del tiempo libre y el tiempo que el hombre pasa
con sus amistades, provoca auténticos agravios. Para mantener una estrecha
“amistad” con la señora y con los niños, hay que guardar tiempo para estar
juntos y compartir la vida, las ideas y las ocasiones. Uno no tiene derecho de
concluir que, por pasar un rato con la familia viendo la televisión, ya ha hecho
suficiente para cuidar y fomentar una relación íntima. La proximidad no
garantiza intimidad.
CÓMO MANEJAR Y RESOLVER LOS CONFLICTOS
La relación es muy estrecha entre los conocimientos para poder manejar los
conflictos y los que hay para poder comunicarse efectivamente. Sin embargo,
en el manejo de los conflictos hará bien en distinguir entre algunas sugerencias
específicas y los principios que guían el uso de aquellas sugerencias. Estos
principios que guían la resolución de conflictos y los que guían la buena
comunicación son iguales. La comunicación, por cierto, es algo más amplio en
su alcance que estas normas detalladas que aquí se presentan; es un asunto que
será tratado posteriormente. Ahora, prestando atención a las citas bíblicas
sugeridas, fijémonos en trece puntos guías en la resolución de conflictos:f78
1. Ataque el hecho, no a la persona. ¿Qué dice la esposa al esposo (o al
niño) que deja su ropa sucia en cualquier lugar de la casa? ¿Acaso le dice: “Tú
tienes que ser el hombre más cochino del mundo”? Siendo atacado,
normalmente devolvemos los insultos con más insultos. Es el valor de la
persona lo que se está atacando. Es mucho mejor decir: “La ropa sucia por
doquier me irrita.” Así no incita tanto al desagravio ni crea tanto resentimiento.
Proverbios 15:1; 25:15; Efesios 4:26, 31; 1 Pedro 3:10, 11.)
2. Sepa perdonar. “Perdonar es divino”, y los cristianos todos deben perdonar
las faltas de los suyos. Frecuentemente tienen que perdonarse a sí mismos. Un
conflicto fácilmente puede llegar a ser un problema crónico por la incapacidad
de alguien en el área de perdonar. Cuando esté equivocado, admítalo y pida
disculpas. (Santiago 5:16; Colosenses 3:13;Proverbios 17:9.)
3. Olvide los errores del pasado. Obviamente no se puede olvidar por
completo, pero no tiene que mencionar todo lo que uno recuerda. El usar datos
viejos puede contribuir a perder mucha intimidad y honestidad. También cada
falta tiene su contexto, y sólo se resuelve en medio de ello. (Colosenses
3:13;1 Pedro 4:8.)
4. Mantenga la pelea en su contexto al día. Si practica el guardar rencor
como poner las irritaciones y disgustos en una bolsa, debe saber que en un
determinado momento se romperá la bolsa, y dirá cosas que luego lamentará.
(Proverbios 17:14; 20:3; Romanos 13:13.)
5. Escoja bien el tiempo y el lugar de la discusión. Esto suena demasiado
lógico y frío: pero es mejor aplazar el hablar hasta que haya menos calor y
enojo, y entonces conversar con más calma. Escoja bien el tiempo y lugar, y
cumpla con su acuerdo; no use esto como una manera de evadir el problema.
(Proverbios 15:23, 28; 21:23; Santiago 1:19.) Esta decisión incluye
pensar bien y claramente sobre lo que va a decir. ( Proverbios 18:21; 25:11.)
6. Sea honesto acerca de lo que es el problema en sí. No pelee contra
problemas imaginados o aun inexistentes. Busque el problema real: la raíz del
roce. No presuponga que su cónyuge puede “leer su mente”. El decirle con
sinceridad cómo usted interpreta el conflicto, les lleva a otros lejos en cuanto a
eliminar la dificultad y establecer la intimidad. Esto es, decir la verdad con
amor: pero ¡cuidado y no exagere su interpretación! ( Efesios 4:15.)
7. Enfréntese con quien siente el enojo. No eche la frustración a los niños,
porque no tiene el valor de hablar a su esposo del disgusto que siente para con
él. Mucha ira se transfiere a una persona no culpable, engendrando aún más
conflicto. (1 Pedro 3:10.)
8. No pelee sobre cosas insignificantes. Tome un momento antes de hablar
para evaluar si la falta merece el gasto de tiempo y la atención sobre su relación
que la pelea traerá. Tenga cuidado también con el machacar, porque suele
producir resultado opuesto a lo que espera. Muchas veces las peleas son por
cosas que no valen; sino sólo porque uno quiere controlar al otro.
(Proverbios 19:13.)
9. No lance una bomba atómica a un ranchito. No deje que una cosita
estalle, hasta que sea visto como algo de “vida o muerte”. Aplastar al otro
puede ganarle la batalla, pero a la larga, puede perderle la guerra,
particularmente si la relación es frágil. El aprender a usar justamente la presión,
el argumento o la persuasión, es crucial para mantener positivas las relaciones
familiares. (Romanos 12:17-21;1 Pedro 2:23; 3:9;Romanos 14:13 Gálatas 6:1.)
10. Acepte que ninguno está siempre en lo correcto. Algunos simplemente
no pueden ceder la última palabra al otro. Deje al otro tener su opinión aun si
está en contra de la suya. La madurez se destaca por la capacidad de respetar
la opinión que difiere de la suya propia. El que actúa como si fuera él el único
sabio con las respuestas, es repugnante a todo el mundo, incluyendo a su
propia familia. (Filipenses 2:1-4; Efesios 4:2.)
11. Si los niños han presenciado una discusión entre sus padres, deben
también ver la reconciliación entre ellos, o por lo menos estar enterados
de que hubo una resolución al respecto. Los niños deben saber que la vida
no es color de rosa, pero ellos necesitan desarrollar la pericia de resolver los
conflictos que inevitablemente surgirán en sus propias vidas. El lugar mejor para
este aprendizaje es el hogar, siguiendo el modelo que los padres les dan.
12. Oren juntos acerca de su conflicto. Es maravilloso lo que ocurre a
personas enojadas cuando hablan con Dios. Mucho se cambia después de orar
juntos, franca y abiertamente. Es un error grande, sin embargo, usar la oración
como una manera de reprender a cualquier familiar. Decir en oración a Dios, en
presencia del niño, que él ha cometido tal y tal error, ES CAUSARLE A Él un
menosprecio para con el familiar, para con la oración y para con Dios. Es el
niño quien tiene que hacer esa confesión, y de buena voluntad; por el contrario,
no resuelve nada. (Santiago 5:9, 13, 15, 16.)
13. Cuando sea preciso, busque ayuda de otros. A veces la pareja no logra
buena comunicación y necesita que alguien les ponga en contacto otra vez.
Aceptar consejos y discernimientos responsables, con frecuencia rescata la
relación.
LA BUENA COMUNICACIÓN: EL ARTE DE LA
COMPRENSIÓN
Un estudio en los Estados Unidos mostró que la mayoría de las parejas
casadas, gastan sólo 26 minutos por semana en la conversación seria.f79 Una
causa principal de esta falla es el tiempo ocupado viendo la televisión.
Aparentemente algunos esperan que les baste conversar sólo durante los
comerciales de la televisión. Sin duda alguna, el récord de los latinoamericanos
no es mucho mejor que el de los vecinos del norte. Si esta cifra es precisa, las
dimensiones del problema de la comunicación en el hogar, son verdaderamente
alarmantes.
La buena comunicación puede y debe estar ocurriendo constantemente en la
relación familiar; pero tiene un uso especial en la resolución de conflictos. Es un
arte que es aplicable a todas las relaciones humanas que uno mantiene. Es un
arte porque hay algunas pericias que se requieren para poder efectuar una
buena comunicación; y tal comunicación le llevará a comprender a la otra
persona. ¡Este sí es un arte que vale la pena aprender!
Hay dos conceptos preliminares que forman las bases de una buena
comunicación. Primeramente, todas las buenas relaciones se forman dentro del
marco de confianza y aceptación. La experiencia nos ha enseñado que cuando
el nivel de confianza y aceptación es alto, casi cualquier esfuerzo para
comunicarse es exitoso. Al contrario, cuando este nivel es bajo, la
comunicación normalmente se tuerce y malentiende, no importa cuán articulado
o inteligente sea quien está hablando. La aceptación es la afirmación
incondicional del otro como persona de valor sin tomar una posición de juicio ni
condenación contra él. Los sentimientos oscuros, negativos y de juicios, son
inevitables contra los que nos ofenden; sin embargo, no tenemos que tomar
acción según estos sentimientos. Recordemos que la aceptación engendra
aceptación; y la alineación engendra alineación. La confianza también es
contagiosa. Por confiar en otros, una base de confianza se construye.f80
Un segundo concepto preliminar es el de una actitud de templanza. Cuando
haya desacuerdos y uno se siente atacado, en vez de replicar con ira, la primera
cosa que debe hacer es alzar una pregunta: “¿Cómo puedo yo ayudar a esta
persona a sentirse mejor acerca de sí mismo y a pensar que es una persona
participante con pleno derecho como yo?” Esta actitud le ayudará a crear líneas
para una buena comunicación. Cómo hacerlo ahora se verá, pero el alzar esta
pregunta es de suma importancia en manejar creativamente el conflicto.
Ahora, examinemos la comunicación creativa y las pericias necesarias para
lograrla. Recordemos que la comunicación es de doble vía: hay que saber
cómo escuchar así como también expresarse. La pericia menos utilizada por la
mayoría y, en un sentido la más importante, es la de escuchar a fondo lo que
esta diciendo el otro. Esta atención intensiva que se presta al interlocutor
consiste en percibir sus palabras y el peso o valor que va detrás de ellas; o sea
la emoción que las acompaña, porque la comunicación es tanto verbal como no
verbal. Es preciso reflexionar sobre lo que el otro dice y seleccionar
cuidadosamente a qué parte o en qué sentido va a responderle. Hay dos maneras creativas de reflexionar sobre lo que se dice. La primera es probar la
percepción que se ejerce, mediante la repetición, a quien nos habla, de lo que
pensamos que hemos oído. El problema es que nuestras emociones y
mecanismos defensivos filtran lo que oímos. A veces oímos lo que queremos
oír. Entonces es valioso “chequear” para ver si estamos oyendo exactamente lo
que el otro está diciendo. En segunda instancia, podemos pedir una ampliación
o una clarificación de lo que el otro está tratando de decirnos. Esto le da al que
está hablando, un sentido de aprecio. En muchas ocasiones conflictivas,
hablamos solamente cuando estamos disgustados. Esta oportunidad de aclarar
o ampliar la expresión, puede calmar un poco al que habla y motivarle para
comunicar mejor su mensaje porque se siente valorizado.
La segunda pericia de la buena comunicación es la de mandar mensajes
congruentes, o sea aquellos que están de acuerdo con nuestros sentimientos.
Esto quiere decir que hablamos con honestidad y sensibilidad. No tenemos que
dar rienda suelta a todo lo que sentimos. La clave es revelar sólo aquella parte
de nuestros sentimientos que nos permita movernos con libertad; pero también,
la que el otro pueda recibir y manejar. Parte de la aceptación de nuestro
mensaje se basa en que admitimos nuestra propia percepción del asunto en
mano; por ejemplo: “A mí me parece...”, “Creo que es así...”. Es preferible que
mandemos mensajes de “yo” en vez de “tú” o “usted” porque estos últimos dos
implican ataque o acusación. Es mejor decir “a mí me parece que algo anda
mal” , que decir, “tú siempre dejas las cosas desbaratarse”.
El valor de esto es que deja que el otro tenga sus propias percepciones, sin
requerir que uno se jacte de estar en lo correcto o implicar que el otro está
equivocado o que percibe el asunto con más precisión que el otro. Esta
práctica evita alzar los sentimientos defensivos y argumentos innecesarios.
Una tercera pericia es la de examinar nuestras presuposiciones, para averiguar
si son válidas, no válidas, o aun desconocidas. Debe preguntarse a sí mismo
para ver si su presuposición o forma de interpretar el asunto es constructiva o
destructiva, y determinar si quiere seguir este rumbo o cambiarlo. Todo este
proceso requiere que uno reflexione antes de actuar.
En cuarto lugar, que se fijen las metas que ambas partes quieren lograr por
medio de esta comunicación; especialmente si es para la resolución de un
conflicto. La tendencia es introducir preguntas analíticas en cuanto a las causas
del conflicto; pero normalmente esto no resuelve nada, porque es difícil lograr un acuerdo sobre las causas del problema en sí. Sin embargo, el estudio sobre
las causas del conflicto, que se presentó anteriormente, tiene valor en
ayudarnos a percatar el fondo de nuestras personalidades y ser sensibles a las
fallas que existen, pero no es para darnos razón para menoscabar o atacar al
otro. La comunicación, se repite, es un arte y se efectúa por quedarse frente a
la otra persona deseando ponerse de acuerdo. Es más productivo averiguar los
objetivos de los participantes que volver al pasado y perderse en el análisis. No
es de esperar que habrá completo acuerdo sobre las metas que cada
participante espera lograr, sino que entendamos con suficiente amplitud los
objetivos de cada uno hasta que podamos ver “áreas de coincidencia”, o
dónde está algo de acuerdo. Se puede comenzar a trabajar juntos en las áreas
de coincidencia con la esperanza de que surgirá un sentido de confianza y
aceptación, de tal modo que las áreas de acuerdo crezcan o se amplíen. El
genio de esta manera de resolver conflictos está en escoger metas específicas,
definidas y alcanzables que están dentro de un área de coincidencia. El sentido
de éxito en la comunicación, o de lograr una meta, producirá el motivo de
explorar otras alternativas.
Esta cuarta pericia dará oportunidad para utilizar otras dos pericias. En primer
lugar, es imprescindible explorar tantas alternativas como sea posible en la
búsqueda de soluciones, o para determinar las áreas de coincidencia. En
segundo lugar, es aconsejable establecer un pacto para fijar la acción que se
estima ejecutar. El pacto puede ser nada más que decidir quién va a hacer
cuáles actividades: yo hago A y B; y espero que tú hagas C y D. ¿Está bien?
Para comenzar, puede ser mejor que se pongan de acuerdo en intentar no más
que una sola cosa cada uno, porque al no lograr su primer intento en un
acuerdo, frustran el sentido de que sí pueden resolver los conflictos. También,
se puede establecer tiempos para cumplir las metas y escoger ciertos
acontecimientos o eventos para realizarlas. Esto le da cierto plan de desarrollo
y fija algo de mecanismos para llevarlo a cabo. No debemos idealizar
demasiado el poder mágico de la comunicación, porque como advierte el
doctor Dwight Small, ningún caudal de comunicación puede hacer perfecto el
matrimonio, y, por consiguiente, no debemos esperarlo así. Dios es perfecto, el
ideal del matrimonio cristiano es perfecto, y los medios que Dios pone a
disposición de las parejas cristianas son perfectos. Sin embargo, no hay
matrimonio perfecto, ni comunicación perfecta en el matrimonio. La gloria del
matrimonio cristiano reside en aceptar la perpetua y eterna tarea de realizar un ajuste continuo dentro del desorden de la existencia humana, en esforzarse
siempre en mejorar la habilidad necesaria para la comunicación y en buscar el
poder de Dios que nos capacite para ello.
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. Mencione las siete etapas de conflictos en el matrimonio.
2. ¿Cuáles son los tres tipos de conflictos matrimoniales?
3. Describa las tres causas normales de conflictos entre los cónyuges. Explique
muy brevemente las formas que ellos suelen tomar.
4. En su opinión o debido a su experiencia, ¿cuáles de estas causas son las más
frustrantes o agobiantes para los matrimonios: ¿Por qué piensa usted de esta
manera?
5. De las trece sugerencias referentes al manejo de los conflictos, ¿cuáles seis
cree usted que son las más importantes y aplicables al medio suyo?
6. Mencione y explique brevemente los dos conceptos preliminares a la buena
comunicación.
7. Mencione las seis pericias sugeridas para lograr y mantener la buena
comunicación. Recuerde que estos son principios que abarcan más que la
relación conyugal, se aplican a cualquier relación humana.
Para la Dinámica de Grupo:
1. Para ayudar a las parejas a mejorar su comunicación:
Pida a cada pareja que conteste los siguientes cuestionarios de análisis de su
comunicación y luego que compartan entre sí los resultados, así ganando algo
de perspectiva en su relación. Deben entonces concentrarse en las áreas donde
los dos ven la necesidad de cambiarse.
Comunicación Verbal
Este ejercicio no tiene respuestas correctas ni incorrectas. Escribe sí cuando la
respuesta sería “la mayoría de las veces” o “usualmente”, y no cuando la
pregunta se contestaría con “pocas veces” o “casi nunca”.
1. ¿Espera su cónyuge que usted termine de hablar antes de comenzar a
replicar o contestar?
2. ¿Espera usted que su cónyuge termine de hablar para entonces hacer sus
comentarios?
3. ¿Funciona su familia como un equipo para hacer las cosas juntos?
4. ¿Respeta su cónyuge las opiniones de usted?
5. Como pareja, ¿divulgan sus problemas personales?
6. ¿Le parece que su cónyuge le habla como si no fuera completamente confiable?
7. ¿Demuestra su cónyuge un interés en las actividades de usted?
8. ¿Habla usted con su cónyuge acerca del sexo?
9. ¿Confía su cónyuge en usted?
10. ¿Encuentra usted difícil expresar sus sentimientos con su cónyuge?
11. ¿Es usted cauteloso en discutir con su cónyuge o en entrar en una diferencia
de opinión?
12. Por lo general ¿trata su cónyuge de entender su perspectiva?
13. ¿Le toma en cuenta su cónyuge en la toma de decisiones?
14. ¿Trata su cónyuge de animarlo cuando lo encuentra desanimado?
15. ¿Ayuda a su cónyuge a comprenderle a usted compartiéndole lo que está
sintiendo y pensando?
Comunicación No Verbal
Complete las oraciones incompletas con relación a su cónyuge. “Aun cuando no me dices nada, yo sé que tú estas...
1. Contento(a) cuando...
2. Nervioso(a) cuando...
3. Enojado(a) cuando...
4. Triste cuando ...
5. Preocupado(a) cuando... 6. Sintiéndote amoroso(a) cuando... 7. Desanimado(a) cuando...
8. Cansado(a) cuando...
9. Contento(a) cuando...
2. Para enriquecer la comunicación, oren juntos el uno por el otro.
En retiros o en conferencias, hace bien ayudar a las parejas a poner por escrito
sus sentimientos como si estuvieran orando al Señor dando gracias por su
cónyuge. Después de escribir sus razones de gratitud debe compartirlas con su
compañero de la vida.
Amado Dios, te doy gracias por mi esposo(a) porque...
Así es por qué amo a mi esposo(a). Muchas gracias por él (ella), mi Señor y
Dios.
Un Caso para Resolver
Una pareja tiene ocho años de matrimonio, pero no anda bien en su relación
matrimonial. Ambos son cristianos pero ella es mucho más activa e interesada
en la obra de la iglesia que el esposo. Además, ella es exigente en que él haga
bastante trabajo en la casa y que le ayude con los niños. Ella tiende a llegar a
casa retrasada cuando hay actividades por la tarde en el templo, deja a los
niños en la casa de su madre y tiene que buscarlos y llegar a casa corriendo
para preparar la cena. El esposo se pone furioso porque ella no está cuando él
llega a casa y tiene que esperar la cena. El siente que ella le está descuidando y
ella piensa que él es inmaduro como cristiano y que debiera apoyarla en su
ministerio en y por la iglesia. ¿Qué les puede sugerir para que haya
entendimiento y tranquilidad en su hogar?
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