martes, 5 de febrero de 2019

Alabanza




La Biblia está llena de alabanza y adoración a Dios. La alabanza puede definirse como un homenaje a Dios por sus criaturas en adoración a su persona y en agradecimiento por sus favores y bendiciones.

Los ángeles que sobresalen por su poder rinden su adoración al Señor (Salmo 103:20). Sus voces se elevaron en adoración en el nacimiento de Cristo (Luccas. 2:13-14), y en los días de tribulación que vendrán ellos unirán sus voces para exclamar "El Cordero que fue inmolado es digno..." (Apocalipsis 5:11-12). Israel rinde alabanza a Dios, especialmente en los Salmos de Alabanza (Salmo. 113-118).

No únicamente Israel, sino todos los que sirven a Dios, el cielo y la tierra, los mares y todo lo que en ellos se mueve; en efecto todo lo que tiene respiración debe rendir alabanza al Señor (Salmo 135:1-2; 69:34; 150:6).

A Dios puede alabársele con instrumentos musicales y con canciones (Salmo. 150:3-5; 104:33). Los sacrificios (Levitico. 7:13), testimonios (Salmo. 66:16), y oraciones (Colocenses 1:3) son también actividades donde la alabanza encuentra expresión.

La alabanza puede ser pública y también privada (Salmo 96:3); puede ser una emoción íntima (Salmo 4:7) o una declaración externa (Salmo 51:15).

Se tributa a Dios por su salvación (Salmo 40:10) así como por la grandeza de sus obras maravillosas (Apocalipsis 15:3,4).

El debería ser alabado por sus cualidades inherentes, su majestad (Salmo 104:1) y santidad (lsaias 6:3).

Ocasionalmente la alabanza tiene al hombre como su objeto, en cual caso el elogio puede ser valioso (Proverbios 31:28, 31) o sin valor (Mateo. 6:2).

El apóstol Pablo buscó la gloria de Dios antes que la alabanza de los hombres (1 Tesalonicenses. 2:6), aunque reconoció una alabanza legítima como un tributo por un servicio cristiano distinguido (2 Corintios 8:18). Tal alabanza puede ser un incentivo para una vida santa (Filipenses 4:8).



No hay comentarios: