jueves, 28 de julio de 2016

ESCONDIÉNDOSE DE DIOS


Por Pr Manuel A Morejón Soler El Vedado, La Habana.

El hombre se escondió por primera vez en el jardín de Edén.

Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:- ¿Dónde estás tú?
Y él respondió: -Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y Dios le dijo: -¿Quién te enseñó que estabas desnudo? (Génesis 3:9-11)

Los pecadores siempre se han escondido de la presencia de Jehová Dios, y lo continuarán haciendo. Jehová Dios no preguntaba porque ignorara, sino como un padre que se dirige a un hijo desobediente para decirle: “¿Qué has estado haciendo?” (Génesis 3:8-9)

El miedo de Adán y Eva no era una consciencia por su falta de vestimenta, ya que nunca la habían tenido ni visto siquiera. Lo que percibieron era que el manto de la gloria de Dios ya no les cubría.

Ahora su carne tenía que proporcionarse a si misma su propia protección. Reconocieron que la desnudez era vulnerabilidad, se asustaron, y se escondieron. Habían caminado y hablado con Dios a diario, cara a cara. Confiaron en Él sin reservas. Eran inmortales y no conocían el miedo. Y de repente, todo eso se perdió.

En el Mundo actual.

Hoy nosotros hacemos lo mismo que Adán, cuando tratamos de ocultarle cosas a Dios. Cuéntele todo lo que hace y piensa y no trate de esconderse, es imposible. La sinceridad fortalecerá su relación con Dios.

Así como Dios primeramente buscó el acercamiento con Adán, hoy muestra el mismo deseo de tener amistad con nosotros. (Lucas 15:19-20)

Adán y Eva se escondieron cuando escucharon que Dios se acercaba. Dios quería estar con ellos, pero por causa de su pecado, Adán y Eva tenían miedo de mostrarse ante El. El pecado había roto su comunión con Dios, así como ha roto nuestra comunión con Dios.

Y los reyes de la Tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? (Apocalipsis 6:15- 17)

Pero por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios, se ha abierto el camino a todos los que se arrepientan para que renueven su amistad con “Él. Dios desea estar con nosotros.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª de Pedro 3:9)



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