La familia es lo más particular
de cualquier cultura del mundo, ya sea vista por
sus costumbres, relaciones o
expresiones distintivas. Lamentablemente, desde
el punto de vista cristiano
evangélico, hay muy poco escrito sobre esta gran
institución, vista desde la
experiencia familiar hispana. La mayoría de los
materiales disponibles son los
que han sido traducidos y reflejan otra cultura.
Indudablemente, estos
materiales han servido para mucho bien, en especial
cuando se han basado sobre
fundamentos y principios bíblicos. Las bases
bíblicas siempre se prestan
para una aplicación de una cultura a otra. Sin
embargo, hace falta algún
intento de aplicar las verdades bíblicas al medio en
que uno vive. Esta ha sido mi
labor de amor por varios años sirviendo como
misionero entre los enérgicos y
vitales bautistas venezolanos.
Reconozco que no tengo derecho
de aparentar ser muy experto ni en la cultura
hispana ni en la materia de la
familia cristiana. La única justificación que tengo
para escribir este libro es que
he sentido de Dios que era preciso y urgente
hacerlo. Los ensayos son
estudios basados en la Biblia, libros y materiales de
referencia, experiencias y
observaciones personales, así como sugerencias y
contribuciones de pastores y
seminaristas. Mi esperanza es que esto sirva,
aunque sea en una manera
limitada, para orientar a mis hermanos de las iglesias
evangélicas, justo con sus
pastores y ayudantes a tener una mayor conciencia
en cómo vivir la vida cristiana
dentro de la circunstancia familiar de cada uno.
¡Que el Señor nos haga a todos
sabios en sus caminos y suficientemente
valientes como para poner por
obra sus mandamientos en nuestra vida
particular y familiar!
Caben unas palabras de profundo
agradecimiento a algunos que me ayudaron
en gran manera con sus
observaciones, sugerencias y correcciones.
Especialmente dirijo estas
palabras a Raúl Lavinz, amigo y estudiante en el
Seminario Bautista de
Venezuela, quien me asesoró y ayudó a pasar con
máquina los varios capítulos
por dos ediciones. También a Rosa de Alfonso,
Ester de Portillo y Ruth Chávez
(de Lima, Perú), quienes leyeron varios
capítulos e hicieron
correcciones. La hermana Helen de Villamizar me ayudó,
bajo bastante límite de tiempo,
a sacar en limpio varios de los capítulos en su
forma final. Una nota de
gratitud también doy a mi hermano en Cristo, Daniel
Cadima, secretario de
relaciones públicas del Seminario Teológico Bautista de
Venezuela, por producir una
edición preliminar de esta obra para las clases de
esta materia en la misma
institución y para los estudios por extensión. Además
de todos los mencionados, debo
agradecer a mi esposa, Emilee, por su fiel
colaboración y apoyo durante
todo el tiempo de escribir este libro.
¡Alabado sea el Señor!
Guillermo Goff
EL MATRIMONIO: LA RELACIÓN
PRIMORDIAL
Cuando Dios comenzó el mundo,
él puso en su ambiente todo lo necesario
para una vida fructífera y
placentera. Todo fue hecho así para que el hombre
habitase en plena comunión con
el Creador y con su creación. El hombre fue la
máxima expresión de la creación
hecha por Dios. La unión conyugal del
hombre y la mujer fue la
primera y, por consiguiente, la primordial institución de
la creación de Dios. El hogar es
antes del estado, la economía (o el trabajo) o
aun la iglesia. Por eso, el
hogar sirve y ha servido a través de los siglos como el
fundamento de la sociedad. La
sociedad depende por su carácter, en gran
parte, de la expresión y la
forma de las familias que la componen.
Es por esta razón que es muy
importante que la familia refleje el diseño y el
deseo que Dios tenía cuando la
comenzó. Este estudio es un intento de
investigar lo que la Biblia,
sus expositores y comentaristas dicen sobre el
particular. Puesto que la
problemática familiar es una expresión de cada cultura,
tenemos que estar prestos para
hacer que la luz escritural alumbre cada
circunstancia cotidiana en
nuestro ambiente, especialmente en el del mundo
hispano. Sin embargo, la
cultura latina no es la cuestión primordial, sino la
naturaleza y propósito que Dios
ha dado al matrimonio primeramente y, por lo
tanto, a la familia. La tarea
nuestra es establecer con claridad los principios
bíblicos que gobiernan el ideal
divino para el matrimonio y la familia, y después
examinar la expresión cultural
a la luz de estos mismos principios.
LA NATURALEZA DEL
MATRIMONIO
Las bases escriturales del
matrimonio se encuentran en Génesis 1 y 2.
<010127>010127>Génesis 1:27, 28 recalcan que
Dios, por su papel de creador, inició el
primer hogar en el mundo,
formando la primera pareja en una unión fructífera y
responsable (fíjese en las
palabras: “fructificad”, “multiplicaos”, “señoread” y
“sojuzgad”). Debemos recordar
que la naturaleza del matrimonio comienza con
el hecho de la creación de
Dios.
De ahí que el primer elemento
de la naturaleza del matrimonio es: ser una
institución divinamente
ordenada.
Hemos dicho ya que el hogar es
la primera institución de la creación y es cierto.
Sin embargo, es menester
interpretar esta institución, antes que todo, no en
términos fríos y estáticos como
por medio de estadísticas, sino verla desde el
punto de vista de la relación
humana que la vivifica. El punto de vista bíblico la
mira como la unión de dos
personas creadas por Dios como distintas y a la vez
hechas la una para la otra.
Esta naturaleza divina que Dios formó y bendijo
como la unión conyugal es una
realidad para todos.
El segundo elemento de la
naturaleza del matrimonio sigue esta misma idea,
porque es una unión natural.
Dios hizo a todo hombre y a toda mujer dándoles
ciertos impulsosnaturales, y
uno de los más fuertes es el sexual. El matrimonio
brinda la forma más natural
para dar expresión adecuada y sensata a este
impulso. Por lo tanto,
encontramos en <010224>010224>Génesis 2:24 que los dos se
unirán y
“serán una sola carne”. Esto se
explorará más adelante, pero debemos
entender en este contexto que
el matrimonio es la expresión natural que Dios ha
provisto para que una pareja se
una en una relación física y placentera.
Además, “una sola carne” desde
el punto de vista hebreo se entiende en
términos de toda la
personalidad y no solamente lo físico. En otras palabras, es
una descripción de la relación
matrimonial entre dos personas, aun con sus
personalidades variantes. Es
por medio de esta relación conyugal que el
hombre y la mujer pueden
cumplir algo de su naturaleza. Sin el trato sexual,
algo queda incompleto en la
personalidad de ambos. Por lo tanto, se requiere
un don especial, de
“continencia”, para poder tener una vida fructífera, sin el
goce de la unión conyugal (<460707>460707>1 Corintios 7:7-9).
Además, un tercer elemento será
que el matrimonio es una unión exclusiva. La
frase “una sola carne” subraya
la particularidad de la naturaleza humana. No
somos hechos para diferentes
uniones a la vez (poligamia), sino para una sola
unión (monogamia). Aquellos que
tratan de mantener más de una relación
conyugal se frustran a sí
mismos y frustran el propósito de Dios porque están
dividiéndose en partes, dándose
a otras personas que no son su cónyuge. Es
tan completa la tarea de poder
satisfacer a un solo marido o a una sola esposa,
que es imposible abarcar más y
mantener la sanidad emocional. La actuación
de la infidelidad de uno de los
cónyuges es también causa de una desintegración
de su relación matrimonial y,
por consiguiente, de debilitar la composición de la
sociedad. (<460601>460601>1 Corintios 6:16; <540506>540506>1 Timoteo 5:6.) Otro ángulo de
este
exclusivismo es el de dejar a
los padres para unirse como pareja. Es
imprescindible que la nueva
pareja tenga su propio techo y lecho para disfrutar
la libertad y la
responsabilidad de la vida matrimonial. Además, es un mandato
de Dios que lo hagan. (Véase
otra vez <010224>010224>Génesis 2:24.) Las
implicaciones de
este principio seran exploradas
bajo el estudio de los ajustes dentro del
matrimonio.
El cuarto elemento de la
naturaleza matrimonial está implícito en la idea de ser
“una sola carne” en una unión
permanente. Si hay un punto de flaqueza moral
en nuestros conceptos actuales
sobre el matrimonio es en este asunto de la
permanencia de los votos
matrimoniales. La razón de esta debilidad moral en el
mundo hoy es:
que las parejas van corriendo
ciegamente al casamiento sin una
consideración detallada, aun
sin conocerse realmente el uno al otro
como personas. Algunas veces
son sinceras, y creen que están
profundamente enamoradas. Otros
dirán, y muy en serio: “realmente no
sabemos cuán duradera pueda ser
nuestra unión, pero casémonos de
todos modos y veamos cómo
resulta. Si no concordamos, siempre
tenemos la oportunidad de
divorciarnos.”F1
Aún peor es la cantidad cada
vez mayor de personas que no se casan
formalmente, sino que se unen
en una convivencia de concubinato para no
correr ni el riesgo del
compromiso ni con el gasto de una ceremonia. Esto deja
que la pareja se separe sin
ninguna intervención de la ley civil, sufriendo de esta
manera las heridas emocionales
y morales. ¿Y qué de los niños, víctimas
inocentes de ambos tipos de
uniones inestables? ¿Es esto lo que Dios quería
cuando instituyó el matrimonio?
Claro que no. Dios quiere que el matrimonio
sea una decisión que se haga
con cuidado y con una debida preparación que
incluya la búsqueda de la
voluntad de este mismo Dios al respecto. Aquí es
donde tenemos que poner más
peso como cristianos, en ayudar a nuestros
jóvenes a saber cómo
seleccionar con cuidado a su compañero de vida y cómo
entregarse el uno al otro para
que la unión tenga mayor posibilidad de
permanecer íntegra aun en medio
de las tormentas morales de la actualidad.
Hay que reconocer, en quinto
lugar, que el matrimonio, en su sentido original e
ideal, es una unión espiritual.
El elemento básico de todo matrimonio bueno es
el amor. Este principio, lo
físico es absorbente, pero con el tiempo toma otra
cara, no de menos importancia
sino de una perspectiva más amplia. Llega a ser
visto dentro de las múltiples
facetas de la relación y no como una cosa aislada.
En realidad, si hay madurez en
el trato de la pareja, hay consideración y
respeto mutuo que hacen que la
expresión sexual sea aún más tierna e íntima.
La verdad es que lo físico a
veces no satisface por sí solo si no coincide con lo
espiritual. Dios, por medio de
Cristo, ha destinado que en él todas las cosas
subsistan. (<510117>510117>Colosenses 1:17.) El amor, aun
siendo tan fuerte como para
consolidar el matrimonio, puede
fallecer si no recibe constantemente una
renovación por medio de él que
nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.
<490525>490525>Efesios 5:25-29.)
LOS PROPÓSITOS DEL
MATRIMONIO
Estos cinco elementos de la
naturaleza del matrimonio se están
complementando en un sexto que
es una unión para cumplir los propósitos
definidos. Los propósitos de la
unión son tanto positivos como negativos, esto
es, creativos y preventivos.f2
El primer propósito creativo
que el matrimonio tiene es el del compañerismo.
Dios otorgó al hombre “una
ayuda idónea” en el huerto del Edén. Esta
expresión tiene que significar
que Dios le dio al hombre una compañera para
trabajar a su lado y ser el
complemento de su vida. Esta comunión íntima es
primordial en la relación
conyugal, más importante aun que la procreación y las
otras funciones del matrimonio.
Si traer niños al mundo fuera de primera
importancia, ¿cuál sería la
razón de seguir siendo casados cuando los hijos son
mayores y no siguen
compartiendo el techo con los padres? La necesidad
humana más grande es ser amado
y apreciado. Esta sigue siendo una realidad
aun cuando seamos viejos.
(Referente al compañerismo en el matrimonio
véanse <470601>470601>2 Corintios 6:14; <600301>600301>1 Pedro 3:1-12; <010218>010218>Génesis 2:18-24.)
El segundo propósito creativo
del matrimonio es la procreación. En realidad
“una sola carne” significa no solamente
que la unión sea establecida para ser
“procreativa” sino también
“unitiva”.f3 Esto será explorado más en el
quinto
capítulo, pero aquí es menester
señalar que el traer niños al mundo es una parte
esencial del plan de Dios para
la pareja. Lo más natural para una pareja que no
puede tener niños es querer
adoptarlos. La razón de esta tendencia humana es
el feliz cumplimiento de la
naturaleza del matrimonio desde la creación: el llegar
a ser padres. Es de mucha
importancia que “los hijos nazcan bajo las mejores
condiciones posibles, y que
tengan el cuidado amoroso de un padre y una
madre quienes trabajan juntos
y, aun con sacrificio, para su mayor bienestar”.f4
Es en este sentido de juntos
crear una nueva vida, que el hombre y la mujer
continúan colaborando con el
Creador en la creación. Mace enfatiza que la
palabra procreación significa
“crear para y en beneficio de” otro, y este otro es
el mismo Dios.f5 (Véase <19c703>19c703>Salmo 127:3.)
Yendo más al grano de la
naturaleza del matrimonio, especialmente desde el
punto de vista cristiano, un
tercer propósito creativo es la edificación mutua de
la pareja, sus niños,
familiares y aun de la sociedad misma. Hay una cierta
inspiración que llega a la
pareja y a los que comparten su vida, cuando hay una
buena y sana comunicación
dentro de la relación conyugal. (<600301>600301>1 Pedro 3:1, 7;
<490529>490529>Efesios 5:29-32.) La
edificación está expresada claramente en <600304>600304>1 Pedro
3:4, 7 donde la mujer es
exhortada a ser “afable y apacible”, mientras que el
hombre es estimulado a dar
“honor a la mujer como a vaso más frágil, y como
a coheredera de la gracia de la
vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo”.
Otra faceta de este propósito
edificante es la de que dentro del hogar los niños
reciban sus primeras
instrucciones morales. Siempre la influencia de los padres
deja huellas indelebles en las
vidas de sus hijos. Es de suma importancia la
perspectiva de los padres hacia
esta responsabilidad para que logren criarles en
“disciplina y amonestación del
Señor”. (<490604>490604>Efesios 6:4b). Los padres
cristianos demuestran por su
sabio gobierno en el hogar su capacidad de dirigir
una familia más grande —la
iglesia. (<540304>540304>1 Timoteo 3:4, 5).
Esta edificación también abarca
la relación de la familia con el reino de Dios; es
decir, Dios también quiere ser
el Señor del hogar. Donde él es rey, hay paz y
bendiciones incontables. Es
ideal que la salvación llegue a todos los miembros
de la familia. (<441631>441631>Hechos 16:31). Además, por su
comportamiento y palabra
los que son cristianos tienen
la potencia de influir (santificar) en los demás.
(Corintios 7:14-16).
Un cuarto propósito de la
edificación creativa dentro de la familia es su
importancia en el plan de Dios
para la propagación de la fe. ¡Cuántas veces
encontramos a Pablo hablando de
la iglesia en la casa de algún creyente!
(Ejemplos: <451605>451605>Romanos 16:5; <461601>461601>1 Corintios 16:19; <440542>440542>Hechos 5:42.) La
familia cristiana puede tener
una influencia para bien en sus propios hijos, y esto
debe conducirles a la salvación
y a la vida cristiana. (<550314>550314>2 Timoteo 3:14, 15)
Hay un sentido genuino en que
si Dios es nuestro padre celestial y si nos
convertimos en parte de la
familia de Dios, algo del cielo existirá aquí en la
tierra. Por eso decimos que la
familia tiene el propósito de edificar a la
sociedad y al mundo por su
ejemplo y conducta, esperando así poder alcanzar
a otros para que ellos también
pertenezcan a la gran familia cristiana.
Existen al menos dos propósitos
preventivos que deben ser considerados. El
primero de ellos es que el
matrimonio provee el vehículo natural para el control
de las pasiones. Por muchos
siglos los impulsos sexuales han sido considerados
por los cristianos como algo
inferior en el hombre y que deben ser suprimidos.
Sin duda alguna la pasión
descontrolada es algo que corrompe y destruye la
moral y el carácter. Pablo
recalcó que el celibato es un don especial sólo para
aquellos que puedan controlar
sus impulsos sexuales. Aquellos que no pueden
hacerlo deben casarse para no
caer en tentación. (<460701>460701>1 Corintios 7:1-6, 37)
Quizá todo esto no parezca un
motivo muy elevado para casarse. Sin embargo,
Pablo reconoce que el sexo
tiene una función particular dentro del matrimonio y
llega a ser una expresión
especial del amor en la pareja, quienes se han
entregado a sí mismos en
casamiento. Ernest White dice que el matrimonio
sirve para evitar que los
deseos se conviertan en concupiscencia.f6 El
matrimonio es la forma
divinamente diseñada para la más legítima y satisfactoria
expresión de los deseos
sexuales.
El segundo propósito preventivo
es el de prevenir la disolución de la sociedad.
Es por implicación del estudio
bíblico en vez de escrituras específicas que
llegamos a esta interpretación.
El concepto de la familia, para los hebreos, se
halla en la palabra mishpajah, que significa la unidad familiar y el factor
esencial de la comunidad.f7 Mientras que esta unidad se
guardaba en Israel, los
escritores bíblicos presumían
que la estabilidad de su sociedad estaba
garantizada. Es interesante
notar que la idolatría, el adulterio y la fornicación
estaban ligados en la ley
mosaica y que eran considerados entre los pecados
más graves. (Véase <032001>032001>Levítico 20:1-8, especialmente
vv. 5 y 6.)
Jehová declaró que rechazaría a
Israel si se practicaban en ella el adulterio y
otras aberraciones sexuales
como en las demás naciones. (<032022>032022>Levítico 20:22,
23; nótese que esta declaración
sigue a la condenación de toda clase de
abominación sexual. <031010>031010>Levítico 10:10-21.) Tales
prácticas inmorales
amenazaban la sociedad que Dios
había formado y eran de gran ofensa a él.
El matrimonio no solamente
mantiene la sociedad unida y funcionando
vitalmente, sino también cumple
con el propósito que Dios tenía al instituir y
consagrar la familia. Aún más,
debemos preocuparnos con la diferencia que
Cristo hace en el hogar.
EL HOGAR CRISTIANO
Es posible decir que toda
familia en el mundo está constituida de tal forma que
pueda gozar de la naturaleza y
de la mayor parte de los propósitos del
matrimonio sin mucha referencia
a Dios. Es cierto, porque la familia es una
realidad universal. Pero esto
no ha de promover un punto de vista secular en
cuanto al matrimonio, sino el
que reconoce que la naturaleza de la familia viene
desde la creación.
Entonces, si todo el mundo
puede gozarse de los privilegios del sexo y tener
una familia naturalmente feliz,
¿qué diferencia hace que el hogar sea cristiano?
La respuesta es: que hace toda
la diferencia en el mundo. El hogar cristiano es
un elemento redentor en la sociedad
porque es el lugar donde Cristo debe y
puede manifestar su “extra”,
especialmente en la vida familiar, o sea, en sus
relaciones e interrelaciones.
En la relación con Cristo la pareja puede aprender
cómo responder en sumisión
voluntaria y agradable a su Señor. Esto les
prepara para someterse el uno
al otro. (<490521>490521>Efesios 5:21.) En “conocer” a
Cristo, uno comprende el gran
misterio de conocer a uno que de veras le ama.
Esto le capacita para expresar
un amor no fingido hacia otros. Lo que uno ha
recibido de Cristo como perdón,
estímulos, aprecio, esperanza y gozo debe y
puede ser reflejado en sus
relaciones cotidianas comenzando dentro de su
propia casa. (<510312>510312>Colosenses 3:12-21.) Así hay
una dimensión “extra”, de
mayor profundidad y
potencialidad cuando la familia está fundada en Jesucristo.
Las funciones naturales de
compañerismo, unidad sexual y edificación están
ampliadas al máximo cuando la
pareja está relacionada amorosamente con
Cristo como su Señor y
Salvador. En realidad, es en Cristo que el máximum
del ser humano se cumple. Esto
es verdad también en la experiencia familiar.
De poner en práctica el
cristianismo en las relaciones más íntimas del
matrimonio y en el trato
familiar, es de esperar que se vean los beneficios de
mayor estabilidad, gozo y
propósito en la vida, comprensión y capacidad para
realizar los papeles que Dios
diseñó para nosotros desde el principio.
EJERCICIOS DE
APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. ¿Por qué se considera que la
familia es la institución primordial en el plan de
Dios para su creación?
2. Mencione los cinco elementos de
la naturaleza del matrimonio. ¿Cuáles dos
de ellos piensa usted que son
los de mayor importancia? ¿por qué cree usted
que son los de mayor
importancia?
3. Dé los cuatro propósitos
creativos del matrimonio.
4. Mencione los dos propósitos
preventivos del matrimonio.
Para la Dinámica de Grupo:
1. Si el matrimonio es una
realidad en todas las culturas del mundo, ¿por qué
enfatizamos que el hogar
cristiano es el ideal? o sea, ¿qué tiene de especial el
hogar cristiano? (Anote algunas
de sus propias ideas.)
2. A la luz de Corintios 6:16,
cuando una persona forma una unión adúltera,
¿qué clase de confusión y
frustración causa dentro de su matrimonio? ¿Es
posible tener más que una unión
de “una sola carne” y mantener la felicidad
conyugal? ¿Por qué? (Anote
algunos de sus pensamientos.)
3. ¿Cómo explica usted la
naturaleza espiritual del hogar? ¿Qué papel tiene el
amor en el matrimonio? ¿Qué
entiende usted por el concepto de que todas las
cosas subsisten en Cristo (<510117>510117>Colosenses 1:17), aun el hogar?
(Anote sus
observaciones.)
4. ¿Está usted de acuerdo con que
el primer propósito del matrimonio sea el de
compañerismo? Explique sus
razones por estar de acuerdo o en desacuerdo.
Lectura Afín:
David Mace, A los Que Dios Ha Juntado en Matrimonio, págs. 9-29.
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