jueves, 31 de marzo de 2016

UNA VISIÓN DE PROPORCIONES DIVINAS


¿Qué es lo que enciende la chispa en una iglesia y la impulsa hacia adelante en
un crecimiento sin precedente? La mayoría de los pastores que han
experimentado el crecimiento sano de la iglesia estarán de acuerdo en que la
visión es el combustible para el crecimiento de la iglesia. Robert Dale afirma:
Un sueño sano es la base necesaria para una organización sana. Nada menos
que un sueño de proporciones dignas de un reino puede volver una iglesia hacia
un ministerio sano y agresivo.”
El versículo que se cita con mayor frecuencia que tiene que ver con la
formación de una visión es <202918>Proverbios 29:18. Reza así: “Donde no hay
visión, el pueblo se desenfrena.” La versión revisada de Valera dice: “Donde no
hay profecía, el pueblo se desenfrena.” Por consiguiente la visión no se refiere a
la capacidad de formular metas y trabajar para alcanzarlas, más bien se refiere
al trabajo del profeta. Por eso, el versículo está refiriéndose a la dirección o la
revelación de Dios. Las palabras “será disipado” aparecían en la versión
antigua de la Biblia, pero las traducciones modernas más correctamente dicen
se desenfrena.” El versículo enseña que la nación o la iglesia que pasa por alto
la Palabra de Dios puede anticipar la anarquía espiritual y una falta de dirección
clara.
Este versículo, entendido correctamente, todavía permanece como ancla para
esta característica. El crecimiento de la iglesia es una actividad sobrenatural;
por consiguiente, la visión de crecimiento vendrá de Dios y será fundamentada
en su Palabra. Es la obediencia a esta visión dada por Dios lo que da a la
iglesia parámetros y provee dirección.
Al llegar a Norfolk, yo tenía treinta y dos años y todavía era novato desde la
perspectiva de experiencia como pastor. Dios principió a darnos un crecimiento
sobrenatural desde las primeras semanas de mi ministerio. Era resultado de las
oraciones fervorosas y persistentes de muchos guerreros fieles en la oración.
Era evidente que el potencial para esta iglesia en una comunidad metropolitana
era sin límites.
Numerosas personas con buenas intenciones principiaron a venir para
animarme a iniciar ministerios entre la comunidad militar, y entre los estudiantes
en las universidades, un colegio cristiano, una guardería para preescolares, y la
lista continuaba creciendo. Todas las ideas eran buenas, y yo quería agradar a
todos, pero muy pronto se hizo evidente que podríamos diluirnos demasiado y
por consiguiente disipar las energías, los recursos y el impulso de la iglesia. Fue
durante esta época que yo acompañé a los diáconos en un retiro que llegó a ser
una reunión de oración. En este retiro del viernes en la noche, mientras
buscábamos la guía del Señor en cuanto a su dirección para la iglesia, él nos
indicó y nos capacitó en cuanto al enfoque de nuestras energías, de tal manera
que él pudiera obrar en el crecimiento de su iglesia en Norfolk.
¿Tiene su iglesia una visión que viene de Dios? ¿La conoce la congregación, la
entiende y la siente como propia? ¿Enfoca usted sus energías y recursos de
acuerdo con esta visión? ¿Influye ésta al trazar los programas, en la proyección
financiera y en los planes?
EL MODELO BÍBLICO
Nuestra iglesia modelo en Antioquía tuvo una visión impresionante, tan grande
como Dios. “Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo
dijo: ‘Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado’ ”
(<441302>Hechos 13:2). La visión de la iglesia en Antioquía era asombrosa:
evangelizar al mundo. Principió los viajes misioneros de Pablo en todo el
mundo. La iglesia de Antioquía no tenía ninguno de los recursos que tenemos a
nuestra disposición hoy en día para ganar el mundo para Cristo. ¿Ganar el
mundo sin juntas de misiones, casas publicadoras, radio y televisión? ¿Una
locura? No, era una visión tamaño de Dios.
Nótese también el contexto en el cual la visión fue comunicada. Estaban
orando, ayunando y ministrando al Señor. Estaban preparados para escuchar
desde el cielo porque habían dado prioridad a la comunicación seria con el
Padre. Por lo tanto, vinieron a adorar con una actitud receptiva, y el Espíritu
Santo les instruyó que apartaran a Saulo y Bernabé para la tarea misionera a la
cual él les había llamado. Si usted aún no tiene visión para el ministerio, no ha
pasado tiempo suficiente escuchando al Padre.
Toda gran obra de Dios principió con una visión que se originó con Dios pero
que fue comunicada a un siervo dispuesto. Veamos, por ejemplo, la liberación
de Israel de la servidumbre egipcia. Estamos familiarizados con la historia de la
zarza ardiente, pero para entender la historia tenemos que comenzar al final de
Éxodo 2. “Aconteció después de muchos años que el rey de Egipto murió. Los
hijos de Israel gemían a causa de la esclavitud y clamaron a Dios, y el clamor
de ellos a causa de su esclavitud subió a Dios. Dios oyó el gemido de ellos y se
acordó de su pacto con Abraham, con Isaac, y con Jacob” (<020223>Éxodo 2:23,
24). La oración es el principio esencial para una visión.
Dios buscó a Moisés, se le reveló y le declaró su intención de libertar a Israel
del cautiverio. “Y dijo Jehovah: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo
que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he
conocido sus sufrimientos. Yo he descendido para librarlos de la mano de los
egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una tierra
que fluye leche y miel” (<020307>Éxodo 3:7, 8). Nótese que toda actividad
sobrenatural, desde la liberación de Israel hasta el crecimiento de la iglesia, es
inaugurada por Dios en respuesta a las oraciones de su pueblo.
Dios reveló su plan para libertar a Israel por medio de Moisés: “Pero ahora, ve,
pues yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de
Israel” (<020310>Éxodo 3:10). Moisés primero reconoció su indignidad y después
comenzó a disculparse. Cada excusa fue contestada por la promesa de la
presencia y la investidura del poder de Dios. Por consiguiente, la liberación de
Israel fue iniciada por Dios, descubierta por la oración y llevada a cabo por
medio de la instrumentalidad humana. Fue la visión de la libertad de la
cautividad lo que proveyó el ímpetu para que el pueblo esclavizado respondiera
al liderazgo de Moisés.
Otro ejemplo del poder de la visión se encuentra en el libro de Nehemías. El
pueblo judío había sido llevado cautivo a Babilonia en 587 a. de J. C. Fue
humillado y degradado por su cautiverio. Pronto los ejércitos de Persia
conquistaron Babilonia, y el rey Ciro liberó a algunos de los judíos,
permitiéndoles regresar a Jerusalén en 538 a. de J. C. Los primeros judíos que
regresaron comenzaron a reconstruir el templo, pero se desanimaron a medida
que apareció la oposición. Abandonaron el trabajo cuando habían completado
poco más que los cimientos. Pocos años más tarde Hageo y Zacarías
aparecieron y desafiaron al pueblo a terminar el trabajo. Pasaron sesenta años,
y más israelitas regresaron a Jerusalén bajo el liderazgo de Esdras para
completar la reconstrucción del templo.
Después de la reconstrucción del templo, el enfoque de la atención se volvió
hacia los muros de Jerusalén, que estaban en ruinas. La reconstrucción de los
muros brotó de una necesidad de la seguridad de los ciudadanos así como de
un sentido de orgullo nacional. Una vez más Dios buscó a un líder con quien
poder compartir su visión para la reconstrucción del muro.
El libro de Nehemías se abre con una declaración conmovedora de Hanani,
quien vino desde Jerusalén para visitar a Nehemías. El trajo las noticias
sorprendentes de que el remanente que había regresado a Jerusalén estaba muy
perturbado. La moral estaba muy baja, había desaparecido la voluntad de
trabajar y los muros estaban en ruinas.
Nehemías se enfrentó con un dilema. ¿Cómo podía responder a esta
información? Tenía un trabajo estable y cómodo. Su reacción fue inmediata:
Cuando escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos días.
Ayuné y oré delante del Dios de los cielos” (<160104>Nehemías 1:4). Nehemías
primero reconoció la asombrosa autoridad de Dios, y después confesó su
pecado y el de los hijos de Israel. Su primera reacción fue orar.
Nehemías estaba tan apesadumbrado por las noticias de los muros destruidos
que su preocupación se mostró en su rostro. Por eso, el rey Artajerjes inquirió
con relación a su tristeza y descubrió que Nehemías estaba triste por las
condiciones en Jerusalén. El rey después preguntó a Nehemías qué pediría.
Antes de responder, otra vez Nehemías oró al Dios de los cielos
(<160201>Nehemías 2:1-4). Fue de esta carga nacida en la cuna de la oración que
Dios impartió a Nehemías la visión de reconstruir el muro. La visión para el
crecimiento auténtico de la iglesia siempre brotará de la carga por la condición
de la iglesia y los perdidos que viven alrededor de la iglesia. Es nuestra carga la
que nos llama a orar, y es en la oración que Dios imparte su visión para la
iglesia.
Fue la claridad de esta visión dada por Dios que capacitó a Nehemías a
motivar a los hijos de Israel a unirse con él en el trabajo. Nótese en
<160217>Nehemías 2:17 que Nehemías le habló al pueblo acerca de las condiciones
de abandono en que se encontraban los muros de Jerusalén y de su
compromiso para corregir la situación.
Luego les dije: ‘Vosotros veis el mal estado en que nos encontramos;
Jerusalén está destruida, y sus puertas están consumidas por el fuego. ¡Venid,
reedifiquemos la muralla de Jerusalén, y no seamos más una afrenta!’ Les
declaré cómo la mano de mi Dios estaba conmigo para bien, y también las
palabras que el rey me había dicho. Y ellos dijeron: ‘¡Levantémonos y
edifiquemos!’ Entonces esforzaron sus manos para bien” (<160217>Nehemías 2:17,
18). El pueblo respondió a la visión compartida y puso sus manos a la tarea. La
comunicación clara de la visión de Dios a todo el pueblo de la iglesia es la clave
para un esfuerzo unido.
Fue su convicción firme de que la visión para la reconstrucción del muro había
venido de Dios lo que capacitó a Nehemías para concentrarse en el trabajo en
medio de la controversia y la crítica. Se mofaron de él, cuestionaron sus
motivos y los oponentes pusieron obstáculos en su camino. Sin embargo, él
perseveró, inspirado por su visión.
Los detractores siempre desafiarán la visión de un liderazgo. Lo escuchamos en
frases, tales como: “Ese grupito pequeño nunca va a lograr esa hazaña.”
Solamente tienen interés en números estadísticos.” “El pastor sólo quiere
alimentar su ego.” Los líderes con visión no pueden permitir que las amenazas y
los chismes les desanime del propósito de seguir la dirección de Dios. Los que
están dispuestos para seguir la visión de Dios para que su iglesia crezca van a
enfrentar dificultades semejantes a las de Nehemías. Después de terminar el
proceso de la planificación y cuando comienza el trabajo duro, muchos van a
preguntar si en verdad vale la pena. Tal vez escuchará a sus propios miembros
decir: “Cuesta demasiado.” “Esta iglesia ya es demasiado grande e impersonal.”
El pastor no se interesa por mí.” El líder tiene que levantarse por encima de la
crítica. Tiene que pararse erguido (y al mismo tiempo tener la actitud de quien
está arrodillado en oración), si ha de ver por encima de la muchedumbre. El
líder mantiene viva la visión y de esta manera se asegura de que el proceso de
crecimiento perdure.
NUEVE CARACTERÍSTICAS DE UNA VISIÓN DE
PROPORCIONES DIVINAS
¿Cómo sabrá usted cuando tiene una visión de proporciones divinas para su
iglesia? Hay a lo menos nueve características de una visión de proporciones
divinas.
1. La visión se origina con Dios. La visión genuina no se centra en los seres
humanos, ni en el pastor ni el pueblo, sino en Dios mismo. La visión no es
producto de nuestra propia imaginación o de nuestras esperanzas; es el
descubrimiento del diseño y del plan de Dios para la iglesia. Por consiguiente,
principia con el encuentro sobrenatural con el Dios Santo. Primero tiene que
conocer a Dios por experiencia personal. Mi Experiencia con Dios, por
Henry Blackaby y Claude King, es un libro diseñado para ayudar a creyentes a
estudiar como grupo y captar la visión de Dios y después unirse a él en su
actividad redentora.
La clave para descubrir la visión es la oración y el ayuno. “No tenéis porque no
pedís” (<590402>Santiago 4:2). Si hemos de encontrar la visión de Dios para
nuestras iglesias, tenemos que estar dispuestos a pedir y después escuchar.
Puesto que tendemos a ser orientados a las actividades, nuestras oraciones a
veces tienden a ser largas en pedir y cortas en escuchar. Tienden a ser más un
monólogo que un diálogo.
2. La visión de Dios estará centrada en su Palabra y será apoyada por
ella. Dios no va a comunicar una visión que sea contraria a su propia naturaleza
y propósito. Si su visión es un esquema grandioso centrado en su propio ego
en vez de estar centrado en las Escrituras, puede estar seguro de que no es de
Dios y no va a investir de poder a su iglesia. Siempre debe preguntarse:
¿Encuentra nuestra visión la base en la Palabra revelada de Dios? ¿Refleja el
carácter del mismo Dios? ¿Le glorificará a él?”
3. Para traer una visión a la realidad, tenemos que experimentar la
investidura sobrenatural de poder. Si puede lograr su visión por medio de
algún programa o estrategia humana, desprovisto del poder de Dios, entonces
no es una visión que viene de él. Esto no quiere decir que no debiera tener un
plan o utilizar un programa específico. Dios le dio a Moisés un plan para dirigir
a Israel a la tierra prometida (véase Éxodo 3, 4). Nehemías tuvo una estrategia
para la reconstrucción de los muros. Los planes y programas no se deben
rechazar, pero no pueden suplantar la investidura sobrenatural. No puede
depender del programa; tiene que depender de Dios.
4. La visión de Dios estará fundamentada en la Gran Comisión. La visión
específica para su iglesia tiene que capacitarla para cumplir mejor con la Gran
Comisión. El hacer discípulos por medio de ir, bautizar y enseñar la obediencia
no es una opción para la iglesia, sino un mandato. A menos que el cuerpo de la
iglesia esté primeramente comprometido a cumplir la Gran Comisión,
probablemente no va a buscar una visión ni seguirla. Una de las más
importantes series de mensajes que el pastor puede predicar para preparar a su
gente para descubrir una visión es una serie sobre la misión y el ministerio de la
iglesia. La visión emerge cuando el pueblo de Dios tiene un entendimiento claro
de la misión de la iglesia.
Tal vez usted da por hecho que todos saben que la Gran Comisión estableció
las órdenes de marcha para la iglesia del Nuevo Testamento. Un periódico
bautista estatal recientemente hizo referencia a una encuesta levantada en ese
estado concerniente a la tarea principal de la iglesia. Nueve de cada diez
pastores identificaron la tarea principal como la de cumplir la Gran Comisión,
mientras que apenas dos de cada diez laicos contestaron lo mismo. La mayoría
dijo que la tarea principal de la iglesia es satisfacer las necesidades de la
membresía. Si primero no hemos aceptado la Gran Comisión como las órdenes
de marcha para la iglesia, no vamos a conocer la visión de Cristo para su
iglesia.
5. La visión guiará a la iglesia a exaltar a Cristo. A veces,
equivocadamente, pensamos que la iglesia nos pertenece a nosotros. La iglesia
es el cuerpo y la esposa de Cristo. Sólo él es Cabeza de la iglesia. La visión
auténtica para la iglesia exaltará solamente a Jesucristo. Cualquier visión que
atraiga la atención hacia el pastor o a la iglesia estará mal dirigida. En Efesios 3,
Pablo hace un recuento de su llamado al ministerio y sus sentimientos de
indignidad personal. Sin embargo, por la dádiva de la gracia, Dios le permitió
quitar el velo de un misterio que había sido escondido durante las edades en
Dios, Creador de todas las cosas: “Todo esto es para que ahora sea dada a
conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los
principados y las autoridades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor” (<490310>Efesios 3:10, 11). Este
pensamiento llevó a Pablo a una oración apasionada por la iglesia en versículos
14-21, que concluye: “A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por
todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.” Cuando la
iglesia capta esa visión con obediencia, experimentará el crecimiento
sobrenatural y así dará la gloria al Padre y su Hijo.
6. La visión requiere obediencia radical. Es una afrenta terrible pedir una
visión de Dios y rehusar llevarla a cabo. Hubiera sido contradictorio para la
iglesia en Antioquía negarse a mandar a Pablo y a Bernabé para hacer la obra a
la cual Dios les había llamado. No podemos imaginarnos a Nehemías
rehusando regresar a Jerusalén. Pero muchas iglesias están sin vida y sin ánimo
porque no han estado dispuestas a obedecer a la Cabeza de la iglesia. Por
ejemplo, si su iglesia no tiene pasión por los perdidos y, por consiguiente, no
tiene ningún deseo ni plan para alcanzarles, sería inútil orar pidiendo una visión.
Recuerde que la visión estará centrada en la Gran Comisión y requerirá la
obediencia radical.
7. La visión lleva al crecimiento natural. Parece que algunas iglesias están
luchando para encontrar la fórmula correcta para hacerles crecer. Eso es tan
ridículo como si un niño pequeño pudiera hacer esfuerzos para lograr que su
cuerpo creciera. Dios es autor del crecimiento de la iglesia, y cuando la iglesia
está en una relación correcta con él, él traerá el aumento. Dios llamará a la
iglesia a la obediencia a la Gran Comisión y después añadirá al número, como
lo hizo en la iglesia del primer siglo. Nótese que el crecimiento natural es
evangelístico. Si desea ver crecer a su iglesia, pero no tiene pasión por los
perdidos, necesita volver a la característica uno. Permanezca sobre sus rodillas
hasta que sienta una carga que le impulse a ir por los caminos y por los
callejones y obligar a las gentes a venir, para que su casa se llene (<421423>Lucas
14:23).
8. La visión demanda una disposición para cambiar. Nehemías tuvo que
dejar las comodidades de su puesto establecido como copero del rey para
cumplir con la visión de Dios para su vida. La iglesia en Antioquía fue obligada
a mandar a dos de sus líderes más capacitados en un viaje misionero para
lograr realizar su visión. Debe de haber sido un paso de adaptación grande el
tener que seguir adelante sin el liderazgo de estos dos hombres. La buena
noticia es que la visión ayuda a la iglesia a cambiar, porque el cambio ahora
está conectado con una visión de Dios y un plan para seguir esa visión. Con
demasiada frecuencia la demanda de cambio parece caprichosa para muchos
miembros de la iglesia. Se puede llevar a cabo el cambio más fácilmente si está
directamente ligado a una visión y a la estrategia para cumplir con esa visión.
Por ejemplo, es más fácil dividir las clases de la escuela dominical por edades o
cambiar el estilo de culto de adoración si los miembros captan que tales
cambios equiparán a la iglesia para cumplir mejor la Gran Comisión.
9. La visión requiere la unidad familiar. Una visión puede galvanizar a una
congregación y forjarla en una unidad completa. Todos hemos sido testigos de
la dinámica de un equipo mediocre de fútbol que de pronto es elevado a nuevas
alturas porque captaron un destello de las posibilidades que se les presentaban.
La película Hoosiers relata la historia aparentemente imposible de un pequeño
e insignificante equipo de baloncesto de una escuela superior en el estado de
Indiana, quien venció todos los obstáculos para ganar la competencia estatal.
Para lograr su sueño, tuvieron que llegar a unirse. A muchas iglesias les falta la
unidad precisamente porque no tienen un sueño como familia. La falta de metas
lleva a la desunión.
DESARROLLO DE LA VISIÓN DE LA CONGREGACIÓN
La visión comienza con Dios, está centrada en la Gran Comisión, fluye a través
del conjunto de valores de la comunidad, responde a las necesidades de la
comunidad y puede ser lograda por medio del empleo pleno de los recursos
sobrenaturales dados por el Señor exaltado. Verlyn Bergen ilustra el desarrollo
de la visión con la gráfica que aparece en la siguiente página.
El propósito o la declaración de misión de la iglesia es la Gran Comisión.
Podemos parafrasearla en nuestras propias palabras, pero no podemos
apartarnos de ella. Los valores céntricos describen las verdades fundamentales
esenciales por medio de las cuales el comportamiento, las acciones y el
ministerio son conducidos. Los valores centrales de la iglesia se derivan de la
Palabra infalible de Dios. No podemos sacrificar los principios de la Palabra de
Dios y edificar su iglesia. Las necesidades de la comunidad pueden descubrirse
en muchas maneras, tales como el estudio de la información demográfica y el
uso de encuestas, pero el sistema más confiable es por medio de la
participación en la comunidad. Un conocimiento de las necesidades de la
comunidad le capacitará para proveer los ministerios que cumplen mejor la
Gran Comisión en su propia sede. Los recursos de la iglesia son sin límites
porque se originan con Dios. El Señor exaltado ha dotado a su iglesia para
alcanzar a la comunidad en que él la ha colocado, por medio de miembros
dotados. Los recursos para el crecimiento de la iglesia son los miembros
dotados de su iglesia. Basado en estos fundamentos, la iglesia puede desarrollar
un sentido claro de visión.
La visión de la iglesia es un cuadro claro del futuro preferente de la iglesia,
impartido por Dios a su iglesia, basado en un entendimiento claro de la
naturaleza de Dios, la misión de la iglesia, los dones en conjunto de los
miembros y las necesidades de su propia comunidad. La visión trata del futuro
y provee una señal clara que hace más estrecho el enfoque de la iglesia y guía
las actividades de la iglesia. Una visión claramente elaborada aumenta el
compromiso en el ministerio y por eso da investidura de poder. Provee los
límites que enfocan la energía de la iglesia.
COMUNICANDO LA VISIÓN
Las congregaciones sanas sueñan con un reino visible y trabajan para
organizar y realizar sus sueños. Entonces, relatan y vuelven a relatar sus
historias.” Una vez conocida la visión, el próximo paso es la comunicación clara
de esa visión. La visión tendrá poco impacto sobre la iglesia a menos que sea
comunicada regular y claramente. George Barna declara: “Las organizaciones
que tienen medios eficientes, claros y confiables de comunicación tienden a
experimentar el éxito; aquellas cuyas líneas de comunicación no son
desarrolladas, o son vagas o limitadas en otras formas, son las que más
probablemente van a experimentar el estancamiento.”
El pastor es determinante en comunicar la visión
Si ha de ser actualizada la visión, tiene que ser comunicada a todo el pueblo de
Dios. Nehemías compartió el plan de Dios con el pueblo, y ellos lo confirmaron
y se pusieron de acuerdo con él para ver realizado el sueño. La visión tiene que
ser comunicada por palabra y hecho. La gente es inspirada por medio de
palabras que son acompañadas por una actividad apasionada.
El pastor es el teólogo residente y tiene una tribuna para expresar con palabras,
interpretar y encarnar la visión de la iglesia. Es difícil pensar que Dios no
comunicaría su visión para la iglesia por medio de su líder ungido a menos que
este individuo esté fuera de comunión con el Padre. Por consiguiente, es
importante que el pastor mantenga el sueño delante de su pueblo y les ayude a
interpretar la mano de Dios trabajando en su medio. Estos dos tienen que estar
cimentados y fundados claramente en las Escrituras para evitar la posibilidad de
que el pastor imponga sus propios sueños y metas sobre la iglesia y después
declare que vienen de Dios. Muchas congregaciones todavía están luchando
con visiones impuestas por líderes, visiones que brotaron más del ego
desenfrenado de un pastor que de un encuentro con Dios.
El principal foro del pastor para comunicar la visión es el púlpito cuando él abre
y expone la Palabra de Dios. Cuando permite que el texto hable por sí a las
necesidades del momento, encontrará que el Espíritu Santo trae convicción y
compromiso. Para mantener la visión delante del pueblo, el pastor también
debe utilizar otras formas de comunicación, tales como los encuentros de
grupos pequeños en la escuela dominical, o los comités para mantener la visión
delante del pueblo. La comunicación de uno a uno con los laicos claves es
esencial si la visión ha de llegar a ser parte del lenguaje de la iglesia.
El pastor no debiera pasar por alto el poder de la palabra escrita para
comunicar la visión. Un artículo semanal en el boletín de la iglesia puede
expresar la visión de la congregación. Una declaración de la visión colocada en
el tablero para noticias, en el membrete de correspondencia de la iglesia,
cartelones y banderines que proclaman la visión, proveen medios para hacer
énfasis y crean un impacto. Utilice toda oportunidad para llamar a la iglesia a
hacer suya la visión.
Sentirse parte del sueño y lograr un consenso son esenciales
Mientras es difícil pensar que Dios dejaría a un lado a su líder ungido, es
igualmente difícil creer que no confirmaría la visión a través de su cuerpo. Esto
no quiere decir que antes de principiar a actuar sobre la visión la congregación
tiene que ser unánime. Moisés tenía apenas dos espías de los doce, que creían
a Dios y estaban dispuestos a tomar posesión de la tierra. En aquella ocasión
Dios no permitió al pueblo entrar en la tierra prometida por su incredulidad y
desobediencia. Nehemías fue fastidiado por los de adentro que escarnecieron
sus esfuerzos débiles para reconstruir el muro. Sería preferible, por supuesto, si
todos en la iglesia fuesen de una misma mente, como eran los discípulos en el
aposento alto (<440114>Hechos 1:14). La unanimidad requiere una membresía
totalmente regenerada que esté caminando en el Espíritu.
Una vez que Dios confirma la visión a la congregación, el llegar a sentirse parte
del sueño y la formación de un consenso llegan a ser prioridades altas. Esto
requiere la comunicación constante, honesta y abierta. Invite a la gente de su
iglesia a ayudarle a enunciar la visión. Los líderes laicos tienen un impacto
grande sobre el proceso de formar un consenso. Esto es cierto especialmente
en las iglesias más pequeñas, donde las relaciones profundas y perdurables ya
han sido establecidas con los líderes laicos claves. La congregación necesita
sentir como los de adentro, o como los miembros de la familia que están
trabajando juntos a favor de una visión que todos comparten.
Un estudio reciente comisionado por la Iglesia Luterana, del Sínodo de
Missouri, reveló que las congregaciones que están creciendo tienen una visión
misionera que va más allá de su membresía actual, y cuentan con líderes que
comparten esa visión. En base a esta visión compartida, su orientación es hacia
la acción. No están dispuestos a sentirse limitados por los desafíos de tamaño,
idioma, disponibilidad de recursos o críticas por otros. En respuesta a su visión,
son flexibles en su metodología para comunicar un mensaje que no cambia.
Elabore una declaración de la visión
Una declaración de la visión es una herramienta poderosa para la comunicación
y el logro de un consenso. Esta declaración de la visión da dirección específica
para el cumplimiento de la misión de la iglesia. Expresa en palabras las
instrucciones claras de Dios con referencia a la manera en que su iglesia puede
cumplir mejor la Gran Comisión en su contexto dado con una visión para el
mundo.
Una declaración de la visión no es la imaginación santificada, pero tiene que
reflejar una comunicación clara de Dios. La declaración de la visión no crea el
futuro —solamente Dios puede hacer eso— pero sí permite la comunicación en
una forma breve y precisa de la visión de Dios para una iglesia y su ministerio.
Una declaración de la visión ayuda a la iglesia en cuatro maneras específicas:
1. Provee dirección para el ministerio. Evita que la iglesia opere bajo la
filosofía de que “el niño que no llora no mama”, o sea, que responda al estímulo
más fuerte en un momento pero pase a otro énfasis pronto. Ayuda a evitar la
tendencia de agarrar cada novedad en el campo del crecimiento de la iglesia y
también previene el estancamiento que ocurre cuando las iglesias se aferran a
las tradiciones anticuadas. Puede evaluar programas y métodos a la luz de su
declaración de visión.
2. Puede ayudar a motivar a la gente. Al leerla, verla y escucharla, los
miembros sienten que la iglesia está moviéndose en una dirección claramente
señalada.
3. Así, puede ayudar a generar un entusiasmo genuino por el crecimiento
auténtico y sano de la iglesia.
4. Puede ayudar a identificar la singularidad de su iglesia con relación a
otras.
Si necesita más ayuda para guiar a su iglesia a descubrir su sueño dado por
Dios, yo recomendaría el libro, To Dream Again (El soñar de nuevo), por
Robert D. Dale. Ayuda específica para la redacción de una declaración de la
visión está disponible en el libro de George Barna, The Power of Vision (El
poder de la visión).
Anticipe la oposición
Por la emoción de comunicar la visión, uno puede sorprenderse de que alguien
exprese oposición a la visión, y preguntarse en silencio o a viva voz: ¿Cómo es
posible que alguien se oponga a algo tan positivo? ¿Cómo puede alguien
oponerse al progreso? ¿Cómo puede un cristiano estar en contra de ganar a los
perdidos y de que la iglesia crezca? Esas son preguntas legítimas y contra las
cuales se tiene que luchar, pero es un hecho: algunos van a estar en contra del
sueño. Quizá apelarán a la razón, la comodidad, o al costo potencial, pero al
final se opondrán a los cambios necesarios para ser obedientes a ese sueño.
Era de esperarse que todos en Israel estuvieran felices al darse cuenta que
alguien tenía suficiente interés para reconstruir el muro, pero eso no fue el caso.
La oposición llegó en forma inmediata y persistente. A veces su base fue la
personalidad y se centraba en cuestionar los motivos de Nehemías. En otras
ocasiones tomó la forma de mofa. Nehemías luchó en contra de la oposición
con oración y permaneció fiel a su tarea. Se negó a bajar del muro para pelear
una batalla verbal con sus opositores. Permaneció fiel a su sueño.
Muchos pastores e iglesias dejan de persistir porque se echan atrás cuando
aparecen las primeras evidencias de la oposición. Escogen preservar la paz en
vez de realizar su sueño. Este es un pobre y trágico trueque. Principia el
proceso de transigir que debilita y finalmente destruye la oportunidad para el
crecimiento sano. Si usted sabe que la visión es de Dios, ¡sea obediente!
Dé lugar al equilibrio
El otro lado de la moneda es el pastor o laico que se vuelve arrogante y
testarudo acerca de su estrategia específica para realizar su visión. No está
dispuesto a escuchar a otros que expresan preocupación o están dispuestos a
ofrecer sugerencias. Escuche la sabiduría de creyentes maduros; Dios obra por
medio de su familia entera.
Pablo tenía una visión clara con referencia a su misión a los gentiles; sin
embargo, con buena voluntad asistió a la conferencia en Jerusalén (Hechos 15)
y escuchó las preocupaciones de otros. Pablo no estaba dispuesto a ceder en
relación con la claridad y sencillez del evangelio que se debiera predicar a los
gentiles, pero reconoció la validez de la preocupación de otros por la pureza de
la iglesia. Por consiguiente, mientras se mantuvo firme en contra de cualquier
intento de alterar el mensaje, aceptó las recomendaciones del concilio que
mantuvieron la pureza de la iglesia y previno la ofensa a los judíos. Pablo estaba
dispuesto a aceptar los medios de proteger la pureza del evangelio y a la vez
buscó maneras de aliviar la tensión en las relaciones interpersonales.
A veces llegamos a estar tan convencidos de nuestras propias ideas que no
escuchamos las ideas y preocupaciones de otros. Esto debilita la unidad de la
iglesia. Tenemos que distinguir entre lo que no se debe alterar y lo que se puede
negociar al elaborar las maneras de lograr la visión.
Permanezca fiel al sueño
Surge la pregunta, particularmente en el contexto de la política congregacional:
¿Qué hago si la mayoría de los miembros no dan su apoyo a la visión?” Aquí
también sugiero que vuelva a los conceptos del arrepentimiento, la oración y el
ayuno, y que permita que Dios traiga la convicción. Sólo Dios puede mover a
su iglesia. Si intenta hacer la obra que corresponde al Espíritu Santo, llegará a
sentirse frustrado y desilusionado y pronto abandonará la iglesia.
También podemos aprender una lección de Moisés en este caso. Recuerde que
sus dos espías fieles fueron derrotados en la votación por los diez espías
temerosos y desobedientes. El pueblo, en respuesta al informe temeroso y
fraudulento de la mayoría, rehusó entrar para poseer la tierra que Dios les había
mandado habitar. Como consecuencia de su desobediencia, toda una
generación fue condenada a vagar inútilmente en el desierto. Moisés, como su
líder, les acompañó en este peregrinaje sin sentido. ¿Qué hizo con su iglesia
errante?
Primero, se quedó con su pueblo porque tuvo un corazón de amor por
ellos. Al leer las relaciones de los viajes en el desierto de los israelitas, no
puedo pasar por alto las quejas constantes y las murmuraciones del pueblo.
Seguramente Moisés con frecuencia se sintió desanimado y desilusionado con
un pueblo tan testarudo. Sin embargo, le vemos intercediendo a menudo por
ellos ante Dios. Lo conmovedor de la escena registrada en Éxodo 32 se ha
grabado en mi mente. Dios estaba listo para destruir a Israel por haber hecho y
adorado al becerro de oro. Moisés intercedió por la vida de su pueblo,
ofreciendo morir con ellos. De este incidente yo capto este principio: No deje
su puesto de servicio por cualquier motivo que no sea el llamado de Dios.
Quédese hasta que Dios cambie el corazón del pueblo o le traslade a otro
lugar. No intente trasladarse usted mismo simplemente porque su gente todavía
no ha respondido a la visión de Dios.
Segundo, Moisés transmitió el sueño a otra generación. Preparó a una
nueva generación de líderes para dirigir. Como parte del proceso de
preparación, declaró de nuevo la ley de Dios a esta nueva generación. Los
líderes maduros permanecen comprometidos a la visión, aun si los resultados
no se realizan durante sus vidas. Tenemos una visión humana limitada de la obra
eterna. Dios conoce nuestros corazones y nuestro trabajo y recompensará a
sus siervos en forma equitativa.
Tercero, Moisés enfocó su atención en Dios y le permitió edificar el
carácter del pueblo. Recuerde, el crecimiento de la iglesia es obra de Dios, no
suya. Usted apenas es un vaso por medio del cual la gracia de Dios es
manifestada. No se frustre ni se enoje. Se requiere del siervo que sea hallado
fiel, no exitoso desde la perspectiva mundana. Nuestra motivación no es
acumular premios por el crecimiento de nuestra iglesia en el presente; más bien
es hacer tesoros en el cielo. Dios puede hacer más para edificar a su iglesia por
medio de su fidelidad a él y a su pueblo, que cualquier otra cosa que usted
pueda lograr en su ministerio.
Desarrolle los planes de acción para lograr el sueño
El desarrollar un plan de acción es asunto de obediencia. Es la respuesta a
estas preguntas: “¿Cómo ha de actualizar la iglesia el sueño o la visión? y ¿quién
debe estar involucrado?” La iglesia en Antioquía mandó a Pablo y Bernabé
para evangelizar al mundo. Pablo pronto desarrolló una estrategia clara para
evangelizar las ciudades de mayor tamaño en el mundo de su día. Principió su
trabajo enseñando en la sinagoga local y después estableciendo una comunidad
local de creyentes que continuarían la tarea de la evangelización mundial. Los
planes de acción aseguran que la visión de la iglesia no se desvanezca.
El dar y el servir, unidos a un plan de acción que proviene de una visión dada
por Dios, siempre tienen mayor significado. Una visión da dirección positiva a
las metas y actividades. Su iglesia desarrollará sus metas y planes en una de dos
maneras. Puede que no planifique en ningún sentido, lo que significa que todas
sus metas se establecen al azar, o puede hacer planificación que brota de una
visión. En el último caso, las metas y los planes se desarrollan para capacitar a
la iglesia para realizar su visión. Es mejor cuando las metas son fruto de la
visión y preceden a la preparación del presupuesto y los demás detalles de la
planificación de actividades. En esa manera, los presupuestos y los planes de
acción reflejan claramente las metas que solidarizan la visión.
Recompense acciones que lleven hacia la actualización de la
visión
Recuerde que el aprender toma lugar a medida que se afirma el
comportamiento ejemplar. Recompense las acciones positivas que ayudan a la
iglesia a comprender su visión. Asegúrese de que la recompensa es inmediata,
genuina y pública. Asegúrese de que la afirmación es dada por un
comportamiento que ayuda a la iglesia a lograr su visión.
Por años en algunas denominaciones la escuela dominical se veía principalmente
como herramienta evangelizadora. Se daba reconocimiento a las actividades
que producían resultados evangelísticos. Durante los años sesenta, la visión
para una escuela dominical evangelística fue cambiada y oscurecida en las
mentes de muchos. Muchas iglesias comenzaron a dar recompensas por tales
cosas como la mayor asistencia o la asistencia promedio más alta. El
recompensar estas metas inapropiadas contribuyeron a minar la visión de una
escuela dominical dedicada al evangelismo. Es fácil lograr una clase grande si
uno no tiene respeto por la meta del trabajo cooperativo de toda la
organización que enseña la Biblia. Puede aferrarse a todos sus miembros,
rehusando mandarles a otras áreas de servicio. Puede resistir todo intento de
organizar nuevas clases y de mandar a los miembros a otras clases más
apropiadas, según su edad o intereses especiales. Al final puede acumular a un
gran número de personas, pero no habrá ayudado a la organización de estudio
bíblico para su crecimiento y evangelización de los inconversos.
Recompensar las acciones positivas edifica los ejemplos positivos como
modelos en la iglesia. Muchas iglesias reconocen a las personas que han
ganado a otros para Cristo. Tal actividad subraya la misión de la iglesia para
cumplir la Gran Comisión y crea un ejemplo positivo como modelo para que
otros lo imiten. En cierta ocasión, en la Primera Iglesia de Norfolk encontramos
que era necesario establecer una tercera hora para el estudio de la Biblia los
domingos en la mañana para crear el espacio para continuar nuestro programa
evangelístico de ganar a otros para Cristo. Esta nueva hora para estudiar la
Biblia era a las 8:15 en la mañana los domingos. Algunos se resistieron a la
idea, diciendo que era demasiado temprano. Una clase de adultos jóvenes
captó la visión y se ofreció a cambiar a esta hora temprana, aunque algunos
tenían niños preescolares. ¡Un sacrificio verdadero! El domingo antes del día
del cambio, pedí que todos en la clase se pusieran en pie en el culto de la
mañana e informé a la congregación de su decisión. Su decisión y el elogio
público animó a otras clases a seguir su ejemplo.
Las iglesias dinámicas se caracterizan por su visión. Escuchan a Dios,
responden en obediencia, reorganizan sus prioridades, elaboran planes de
acción que reflejan su visión que les capacita para alcanzar sus metas, y se
ponen a trabajar.

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