¿Qué
es lo que enciende la chispa en una iglesia y la impulsa hacia
adelante en
un
crecimiento sin precedente? La mayoría de los pastores que han
experimentado
el crecimiento sano de la iglesia estarán de acuerdo en que la
visión
es el combustible para el crecimiento de la iglesia. Robert Dale
afirma:
“Un
sueño sano es la base necesaria para una organización sana. Nada
menos
que
un sueño de proporciones dignas de un reino puede volver una iglesia
hacia
un
ministerio sano y agresivo.”
El
versículo que se cita con mayor frecuencia que tiene que ver con la
formación
de una visión es <202918>202918>Proverbios
29:18. Reza así: “Donde no hay
visión,
el pueblo se desenfrena.” La versión revisada de Valera dice:
“Donde no
hay
profecía, el pueblo se desenfrena.” Por consiguiente la visión no
se refiere a
la
capacidad de formular metas y trabajar para alcanzarlas, más bien se
refiere
al
trabajo del profeta. Por eso, el versículo está refiriéndose a la
dirección o la
revelación
de Dios. Las palabras “será disipado” aparecían en la versión
antigua
de la Biblia, pero las traducciones modernas más correctamente dicen
“se
desenfrena.” El versículo enseña que la nación o la iglesia que
pasa por alto
la
Palabra de Dios puede anticipar la anarquía espiritual y una falta
de dirección
clara.
Este
versículo, entendido correctamente, todavía permanece como ancla
para
esta
característica. El crecimiento de la iglesia es una actividad
sobrenatural;
por
consiguiente, la visión de crecimiento vendrá de Dios y será
fundamentada
en
su Palabra. Es la obediencia a esta visión dada por Dios lo que da a
la
iglesia
parámetros y provee dirección.
Al
llegar a Norfolk, yo tenía treinta y dos años y todavía era novato
desde la
perspectiva
de experiencia como pastor. Dios principió a darnos un crecimiento
sobrenatural
desde las primeras semanas de mi ministerio. Era resultado de las
oraciones
fervorosas y persistentes de muchos guerreros fieles en la oración.
Era
evidente que el potencial para esta iglesia en una comunidad
metropolitana
era
sin límites.
Numerosas
personas con buenas intenciones principiaron a venir para
animarme
a iniciar ministerios entre la comunidad militar, y entre los
estudiantes
en
las universidades, un colegio cristiano, una guardería para
preescolares, y la
lista
continuaba creciendo. Todas las ideas eran buenas, y yo quería
agradar a
todos,
pero muy pronto se hizo evidente que podríamos diluirnos demasiado y
por
consiguiente disipar las energías, los recursos y el impulso de la
iglesia. Fue
durante
esta época que yo acompañé a los diáconos en un retiro que llegó
a ser
una
reunión de oración. En este retiro del viernes en la noche,
mientras
buscábamos
la guía del Señor en cuanto a su dirección para la iglesia, él
nos
indicó
y nos capacitó en cuanto al enfoque de nuestras energías, de tal
manera
que
él pudiera obrar en el crecimiento de su iglesia en Norfolk.
¿Tiene
su iglesia una visión que viene de Dios? ¿La conoce la
congregación, la
entiende
y la siente como propia? ¿Enfoca usted sus energías y recursos de
acuerdo
con esta visión? ¿Influye ésta al trazar los programas, en la
proyección
financiera
y en los planes?
EL
MODELO BÍBLICO
Nuestra
iglesia modelo en Antioquía tuvo una visión impresionante, tan
grande
como
Dios. “Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu
Santo
dijo:
‘Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he
llamado’ ”
(<441302>441302>Hechos
13:2). La visión de la iglesia en Antioquía era asombrosa:
evangelizar
al mundo.
Principió los viajes misioneros de Pablo en todo el
mundo.
La iglesia de Antioquía no tenía ninguno de los recursos que
tenemos a
nuestra
disposición hoy en día para ganar el mundo para Cristo. ¿Ganar el
mundo
sin juntas de misiones, casas publicadoras, radio y televisión? ¿Una
locura?
No, era una visión tamaño de Dios.
Nótese
también el contexto en el cual la visión fue comunicada. Estaban
orando,
ayunando y ministrando al Señor. Estaban preparados para escuchar
desde
el cielo porque habían dado prioridad a la comunicación seria con
el
Padre.
Por lo tanto, vinieron a adorar con una actitud receptiva, y el
Espíritu
Santo
les instruyó que apartaran a Saulo y Bernabé para la tarea
misionera a la
cual
él les había llamado. Si usted aún no tiene visión para el
ministerio, no ha
pasado
tiempo suficiente escuchando al Padre.
Toda
gran obra de Dios principió con una visión que se originó con Dios
pero
que
fue comunicada a un siervo dispuesto. Veamos, por ejemplo, la
liberación
de
Israel de la servidumbre egipcia. Estamos familiarizados con la
historia de la
zarza
ardiente, pero para entender la historia tenemos que comenzar al
final de
Éxodo
2. “Aconteció después de muchos años que el rey de Egipto murió.
Los
hijos
de Israel gemían a causa de la esclavitud y clamaron a Dios, y el
clamor
de
ellos a causa de su esclavitud subió a Dios. Dios oyó el gemido de
ellos y se
acordó
de su pacto con Abraham, con Isaac, y con Jacob” (<020223>020223>Éxodo
2:23,
24).
La oración es el principio esencial para una visión.
Dios
buscó a Moisés, se le reveló y le declaró su intención de
libertar a Israel
del
cautiverio. “Y dijo Jehovah: Ciertamente he visto la aflicción de
mi pueblo
que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues
he
conocido
sus sufrimientos. Yo he descendido para librarlos de la mano de los
egipcios
y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una
tierra
que
fluye leche y miel” (<020307>020307>Éxodo
3:7, 8). Nótese que toda actividad
sobrenatural,
desde la liberación de Israel hasta el crecimiento de la iglesia, es
inaugurada
por Dios en respuesta a las oraciones de su pueblo.
Dios
reveló su plan para libertar a Israel por medio de Moisés: “Pero
ahora, ve,
pues
yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los
hijos de
Israel”
(<020310>020310>Éxodo
3:10). Moisés primero reconoció su indignidad y después
comenzó
a disculparse. Cada excusa fue contestada por la promesa de la
presencia
y la investidura del poder de Dios. Por consiguiente, la liberación
de
Israel
fue iniciada por Dios, descubierta por la oración y llevada a cabo
por
medio
de la instrumentalidad humana. Fue la visión de la libertad de la
cautividad
lo que proveyó el ímpetu para que el pueblo esclavizado respondiera
al
liderazgo de Moisés.
Otro
ejemplo del poder de la visión se encuentra en el libro de Nehemías.
El
pueblo
judío había sido llevado cautivo a Babilonia en 587 a. de J. C. Fue
humillado
y degradado por su cautiverio. Pronto los ejércitos de Persia
conquistaron
Babilonia, y el rey Ciro liberó a algunos de los judíos,
permitiéndoles
regresar a Jerusalén en 538 a. de J. C. Los primeros judíos que
regresaron
comenzaron a reconstruir el templo, pero se desanimaron a medida
que
apareció la oposición. Abandonaron el trabajo cuando habían
completado
poco
más que los cimientos. Pocos años más tarde Hageo y Zacarías
aparecieron
y desafiaron al pueblo a terminar el trabajo. Pasaron sesenta años,
y
más israelitas regresaron a Jerusalén bajo el liderazgo de Esdras
para
completar
la reconstrucción del templo.
Después
de la reconstrucción del templo, el enfoque de la atención se
volvió
hacia
los muros de Jerusalén, que estaban en ruinas. La reconstrucción de
los
muros
brotó de una necesidad de la seguridad de los ciudadanos así como
de
un
sentido de orgullo nacional. Una vez más Dios buscó a un líder con
quien
poder
compartir su visión para la reconstrucción del muro.
El
libro de Nehemías se abre con una declaración conmovedora de
Hanani,
quien
vino desde Jerusalén para visitar a Nehemías. El trajo las noticias
sorprendentes
de que el remanente que había regresado a Jerusalén estaba muy
perturbado.
La moral estaba muy baja, había desaparecido la voluntad de
trabajar
y los muros estaban en ruinas.
Nehemías
se enfrentó con un dilema. ¿Cómo podía responder a esta
información?
Tenía un trabajo estable y cómodo. Su reacción fue inmediata:
“Cuando
escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos
días.
Ayuné
y oré delante del Dios de los cielos” (<160104>160104>Nehemías
1:4). Nehemías
primero
reconoció la asombrosa autoridad de Dios, y después confesó su
pecado
y el de los hijos de Israel. Su primera reacción fue orar.
Nehemías
estaba tan apesadumbrado por las noticias de los muros destruidos
que
su preocupación se mostró en su rostro. Por eso, el rey Artajerjes
inquirió
con
relación a su tristeza y descubrió que Nehemías estaba triste por
las
condiciones
en Jerusalén. El rey después preguntó a Nehemías qué pediría.
Antes
de responder, otra vez Nehemías oró al Dios de los cielos
(<160201>160201>Nehemías
2:1-4). Fue de esta carga nacida en la cuna de la oración que
Dios
impartió a Nehemías la visión de reconstruir el muro. La visión
para el
crecimiento
auténtico de la iglesia siempre brotará de la carga por la
condición
de
la iglesia y los perdidos que viven alrededor de la iglesia. Es
nuestra carga la
que
nos llama a orar, y es en la oración que Dios imparte su visión
para la
iglesia.
Fue
la claridad de esta visión dada por Dios que capacitó a Nehemías a
motivar
a los hijos de Israel a unirse con él en el trabajo. Nótese en
<160217>160217>Nehemías
2:17 que Nehemías le habló al pueblo acerca de las condiciones
de
abandono en que se encontraban los muros de Jerusalén y de su
compromiso
para corregir la situación.
“Luego
les dije: ‘Vosotros veis el mal estado en que nos encontramos;
Jerusalén
está destruida, y sus puertas están consumidas por el fuego.
¡Venid,
reedifiquemos
la muralla de Jerusalén, y no seamos más una afrenta!’ Les
declaré
cómo la mano de mi Dios estaba conmigo para bien, y también las
palabras
que el rey me había dicho. Y ellos dijeron: ‘¡Levantémonos y
edifiquemos!’
Entonces esforzaron sus manos para bien” (<160217>160217>Nehemías
2:17,
18).
El pueblo respondió a la visión compartida y puso sus manos a la
tarea. La
comunicación
clara de la visión de Dios a todo el pueblo de la iglesia es la
clave
para
un esfuerzo unido.
Fue
su convicción firme de que la visión para la reconstrucción del
muro había
venido
de Dios lo que capacitó a Nehemías para concentrarse en el trabajo
en
medio
de la controversia y la crítica. Se mofaron de él, cuestionaron sus
motivos
y los oponentes pusieron obstáculos en su camino. Sin embargo, él
perseveró,
inspirado por su visión.
Los
detractores siempre desafiarán la visión de un liderazgo. Lo
escuchamos en
frases,
tales como: “Ese grupito pequeño nunca va a lograr esa hazaña.”
“Solamente
tienen interés en números estadísticos.” “El pastor sólo
quiere
alimentar
su ego.”
Los líderes con visión no pueden permitir que las amenazas y
los
chismes les desanime del propósito de seguir la dirección de Dios.
Los que
están
dispuestos para seguir la visión de Dios para que su iglesia crezca
van a
enfrentar
dificultades semejantes a las de Nehemías. Después de terminar el
proceso
de la planificación y cuando comienza el trabajo duro, muchos van a
preguntar
si en verdad vale la pena. Tal vez escuchará a sus propios miembros
decir:
“Cuesta demasiado.” “Esta iglesia ya es demasiado grande e
impersonal.”
“El
pastor no se interesa por mí.” El líder tiene que levantarse por
encima de la
crítica.
Tiene que pararse erguido (y al mismo tiempo tener la actitud de
quien
está
arrodillado en oración), si ha de ver por encima de la muchedumbre.
El
líder
mantiene viva la visión y de esta manera se asegura de que el
proceso de
crecimiento
perdure.
NUEVE
CARACTERÍSTICAS DE UNA VISIÓN DE
PROPORCIONES
DIVINAS
¿Cómo
sabrá usted cuando tiene una visión de proporciones divinas para su
iglesia?
Hay a lo menos nueve características de una visión de proporciones
divinas.
1.
La
visión se origina con Dios.
La visión genuina no se centra en los seres
humanos,
ni en el pastor ni el pueblo, sino en Dios mismo. La visión no es
producto
de nuestra propia imaginación o de nuestras esperanzas; es el
descubrimiento
del diseño y del plan de Dios para la iglesia. Por consiguiente,
principia
con el encuentro sobrenatural con el Dios Santo. Primero tiene que
conocer
a Dios por experiencia personal. Mi
Experiencia con Dios,
por
Henry
Blackaby y Claude King, es un libro diseñado para ayudar a creyentes
a
estudiar
como grupo y captar la visión de Dios y después unirse a él en su
actividad
redentora.
La
clave para descubrir la visión es la oración y el ayuno. “No
tenéis porque no
pedís”
(<590402>590402>Santiago
4:2). Si hemos de encontrar la visión de Dios para
nuestras
iglesias, tenemos que estar dispuestos a pedir y después escuchar.
Puesto
que tendemos a ser orientados a las actividades, nuestras oraciones a
veces
tienden a ser largas en pedir y cortas en escuchar. Tienden a ser más
un
monólogo
que un diálogo.
2.
La
visión de Dios estará centrada en su Palabra y será apoyada por
ella.
Dios no va a comunicar una visión que sea contraria a su propia
naturaleza
y
propósito. Si su visión es un esquema grandioso centrado en su
propio ego
en
vez de estar centrado en las Escrituras, puede estar seguro de que no
es de
Dios
y no va a investir de poder a su iglesia. Siempre debe preguntarse:
“¿Encuentra
nuestra visión la base en la Palabra revelada de Dios? ¿Refleja el
carácter
del mismo Dios? ¿Le glorificará a él?”
3.
Para
traer una visión a la realidad, tenemos que experimentar la
investidura
sobrenatural de poder.
Si puede lograr su visión por medio de
algún
programa o estrategia humana, desprovisto del poder de Dios, entonces
no
es una visión que viene de él. Esto no quiere decir que no debiera
tener un
plan
o utilizar un programa específico. Dios le dio a Moisés un plan
para dirigir
a
Israel a la tierra prometida (véase Éxodo 3, 4). Nehemías tuvo una
estrategia
para
la reconstrucción de los muros. Los planes y programas no se deben
rechazar,
pero no pueden suplantar la investidura sobrenatural. No puede
depender
del programa; tiene que depender de Dios.
4.
La
visión de Dios estará fundamentada en la Gran Comisión. La
visión
específica
para su iglesia tiene que capacitarla para cumplir mejor con la Gran
Comisión.
El hacer discípulos por medio de ir, bautizar y enseñar la
obediencia
no
es una opción para la iglesia, sino un mandato. A menos que el
cuerpo de la
iglesia
esté primeramente comprometido a cumplir la Gran Comisión,
probablemente
no va a buscar una visión ni seguirla. Una de las más
importantes
series de mensajes que el pastor puede predicar para preparar a su
gente
para descubrir una visión es una serie sobre la misión y el
ministerio de la
iglesia.
La visión emerge cuando el pueblo de Dios tiene un entendimiento
claro
de
la misión de la iglesia.
Tal
vez usted da por hecho que todos saben que la Gran Comisión
estableció
las
órdenes de marcha para la iglesia del Nuevo Testamento. Un periódico
bautista
estatal recientemente hizo referencia a una encuesta levantada en ese
estado
concerniente a la tarea principal de la iglesia. Nueve de cada diez
pastores
identificaron la tarea principal como la de cumplir la Gran Comisión,
mientras
que apenas dos de cada diez laicos contestaron lo mismo. La mayoría
dijo
que la tarea principal de la iglesia es satisfacer las necesidades de
la
membresía.
Si primero no hemos aceptado la Gran Comisión como las órdenes
de
marcha para la iglesia, no vamos a conocer la visión de Cristo para
su
iglesia.
5.
La
visión guiará a la iglesia a exaltar a Cristo.
A veces,
equivocadamente,
pensamos que la iglesia nos pertenece a nosotros. La iglesia
es
el cuerpo y la esposa de Cristo. Sólo él es Cabeza de la iglesia.
La visión
auténtica
para la iglesia exaltará solamente a Jesucristo. Cualquier visión
que
atraiga
la atención hacia el pastor o a la iglesia estará mal dirigida. En
Efesios 3,
Pablo
hace un recuento de su llamado al ministerio y sus sentimientos de
indignidad
personal. Sin embargo, por la dádiva de la gracia, Dios le permitió
quitar
el velo de un misterio que había sido escondido durante las edades
en
Dios,
Creador de todas las cosas: “Todo esto es para que ahora sea dada a
conocer,
por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los
principados
y las autoridades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno
que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor” (<490310>490310>Efesios
3:10, 11). Este
pensamiento
llevó a Pablo a una oración apasionada por la iglesia en versículos
14-21,
que concluye: “A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús,
por
todas
las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.” Cuando
la
iglesia
capta esa visión con obediencia, experimentará el crecimiento
sobrenatural
y así dará la gloria al Padre y su Hijo.
6.
La
visión requiere obediencia radical. Es
una afrenta terrible pedir una
visión
de Dios y rehusar llevarla a cabo. Hubiera sido contradictorio para
la
iglesia
en Antioquía negarse a mandar a Pablo y a Bernabé para hacer la
obra a
la
cual Dios les había llamado. No podemos imaginarnos a Nehemías
rehusando
regresar a Jerusalén. Pero muchas iglesias están sin vida y sin
ánimo
porque
no han estado dispuestas a obedecer a la Cabeza de la iglesia. Por
ejemplo,
si su iglesia no tiene pasión por los perdidos y, por consiguiente,
no
tiene
ningún deseo ni plan para alcanzarles, sería inútil orar pidiendo
una visión.
Recuerde
que la visión estará centrada en la Gran Comisión y requerirá la
obediencia
radical.
7.
La
visión lleva al crecimiento natural.
Parece que algunas iglesias están
luchando
para encontrar la fórmula correcta para hacerles crecer. Eso es tan
ridículo
como si un niño pequeño pudiera hacer esfuerzos para lograr que su
cuerpo
creciera. Dios es autor del crecimiento de la iglesia, y cuando la
iglesia
está
en una relación correcta con él, él traerá el aumento. Dios
llamará a la
iglesia
a la obediencia a la Gran Comisión y después añadirá al número,
como
lo
hizo en la iglesia del primer siglo. Nótese que el crecimiento
natural es
evangelístico.
Si desea ver crecer a su iglesia, pero no tiene pasión por los
perdidos,
necesita volver a la característica uno. Permanezca sobre sus
rodillas
hasta
que sienta una carga que le impulse a ir por los caminos y por los
callejones
y obligar a las gentes a venir, para que su casa se llene
(<421423>421423>Lucas
14:23).
8.
La
visión demanda una disposición para cambiar.
Nehemías tuvo que
dejar
las comodidades de su puesto establecido como copero del rey para
cumplir
con la visión de Dios para su vida. La iglesia en Antioquía fue
obligada
a
mandar a dos de sus líderes más capacitados en un viaje misionero
para
lograr
realizar su visión. Debe de haber sido un paso de adaptación grande
el
tener
que seguir adelante sin el liderazgo de estos dos hombres. La buena
noticia
es que la visión ayuda a la iglesia a cambiar, porque el cambio
ahora
está
conectado con una visión de Dios y un plan para seguir esa visión.
Con
demasiada
frecuencia la demanda de cambio parece caprichosa para muchos
miembros
de la iglesia. Se puede llevar a cabo el cambio más fácilmente si
está
directamente
ligado a una visión y a la estrategia para cumplir con esa visión.
Por
ejemplo, es más fácil dividir las clases de la escuela dominical
por edades o
cambiar
el estilo de culto de adoración si los miembros captan que tales
cambios
equiparán a la iglesia para cumplir mejor la Gran Comisión.
9.
La
visión requiere la unidad familiar. Una
visión puede galvanizar a una
congregación
y forjarla en una unidad completa. Todos hemos sido testigos de
la
dinámica de un equipo mediocre de fútbol que de pronto es elevado a
nuevas
alturas
porque captaron un destello de las posibilidades que se les
presentaban.
La
película Hoosiers
relata
la historia aparentemente imposible de un pequeño
e
insignificante equipo de baloncesto de una escuela superior en el
estado de
Indiana,
quien venció todos los obstáculos para ganar la competencia
estatal.
Para
lograr su sueño, tuvieron que llegar a unirse. A muchas iglesias les
falta la
unidad
precisamente porque no tienen un sueño como familia. La falta de
metas
lleva
a la desunión.
DESARROLLO
DE LA VISIÓN DE LA CONGREGACIÓN
La
visión comienza con Dios, está centrada en la Gran Comisión, fluye
a través
del
conjunto de valores de la comunidad, responde a las necesidades de la
comunidad
y puede ser lograda por medio del empleo pleno de los recursos
sobrenaturales
dados por el Señor exaltado. Verlyn Bergen ilustra el desarrollo
de
la visión con la gráfica que aparece en la siguiente página.
El
propósito o la declaración de misión de la iglesia es la Gran
Comisión.
Podemos
parafrasearla en nuestras propias palabras, pero no podemos
apartarnos
de ella. Los valores céntricos describen las verdades fundamentales
esenciales
por medio de las cuales el comportamiento, las acciones y el
ministerio
son conducidos. Los valores centrales de la iglesia se derivan de la
Palabra
infalible de Dios. No podemos sacrificar los principios de la Palabra
de
Dios
y edificar su iglesia. Las necesidades de la comunidad pueden
descubrirse
en
muchas maneras, tales como el estudio de la información demográfica
y el
uso
de encuestas, pero el sistema más confiable es por medio de la
participación
en la comunidad. Un conocimiento de las necesidades de la
comunidad
le capacitará para proveer los ministerios que cumplen mejor la
Gran
Comisión en su propia sede. Los recursos de la iglesia son sin
límites
porque
se originan con Dios. El Señor exaltado ha dotado a su iglesia para
alcanzar
a la comunidad en que él la ha colocado, por medio de miembros
dotados.
Los recursos para el crecimiento de la iglesia son los miembros
dotados
de su iglesia. Basado en estos fundamentos, la iglesia puede
desarrollar
un
sentido claro de visión.
La
visión de la iglesia es un cuadro claro del futuro preferente de la
iglesia,
impartido
por Dios a su iglesia, basado en un entendimiento claro de la
naturaleza
de Dios, la misión de la iglesia, los dones en conjunto de los
miembros
y las necesidades de su propia comunidad. La visión trata del futuro
y
provee una señal clara que hace más estrecho el enfoque de la
iglesia y guía
las
actividades de la iglesia. Una visión claramente elaborada aumenta
el
compromiso
en el ministerio y por eso da investidura de poder. Provee los
límites
que enfocan la energía de la iglesia.
COMUNICANDO
LA VISIÓN
“Las
congregaciones sanas sueñan con un reino visible y trabajan para
organizar
y realizar sus sueños. Entonces, relatan y vuelven a relatar sus
historias.”
Una vez conocida la visión, el próximo paso es la comunicación
clara
de
esa visión. La visión tendrá poco impacto sobre la iglesia a menos
que sea
comunicada
regular y claramente. George Barna declara: “Las organizaciones
que
tienen medios eficientes, claros y confiables de comunicación
tienden a
experimentar
el éxito; aquellas cuyas líneas de comunicación no son
desarrolladas,
o son vagas o limitadas en otras formas, son las que más
probablemente
van a experimentar el estancamiento.”
El
pastor es determinante en comunicar la visión
Si
ha de ser actualizada la visión, tiene que ser comunicada a todo el
pueblo de
Dios.
Nehemías compartió el plan de Dios con el pueblo, y ellos lo
confirmaron
y
se pusieron de acuerdo con él para ver realizado el sueño. La
visión tiene que
ser
comunicada por palabra y hecho. La gente es inspirada por medio de
palabras
que son acompañadas por una actividad apasionada.
El
pastor es el teólogo residente y tiene una tribuna para expresar con
palabras,
interpretar
y encarnar la visión de la iglesia. Es difícil pensar que Dios no
comunicaría
su visión para la iglesia por medio de su líder ungido a menos que
este
individuo esté fuera de comunión con el Padre. Por consiguiente, es
importante
que el pastor mantenga el sueño delante de su pueblo y les ayude a
interpretar
la mano de Dios trabajando en su medio. Estos dos tienen que estar
cimentados
y fundados claramente en las Escrituras para evitar la posibilidad de
que
el pastor imponga sus propios sueños y metas sobre la iglesia y
después
declare
que vienen de Dios. Muchas congregaciones todavía están luchando
con
visiones impuestas por líderes, visiones que brotaron más del ego
desenfrenado
de un pastor que de un encuentro con Dios.
El
principal foro del pastor para comunicar la visión es el púlpito
cuando él abre
y
expone la Palabra de Dios. Cuando permite que el texto hable por sí
a las
necesidades
del momento, encontrará que el Espíritu Santo trae convicción y
compromiso.
Para mantener la visión delante del pueblo, el pastor también
debe
utilizar otras formas de comunicación, tales como los encuentros de
grupos
pequeños en la escuela dominical, o los comités para mantener la
visión
delante
del pueblo. La comunicación de uno a uno con los laicos claves es
esencial
si la visión ha de llegar a ser parte del lenguaje de la iglesia.
El
pastor no debiera pasar por alto el poder de la palabra escrita para
comunicar
la visión. Un artículo semanal en el boletín de la iglesia puede
expresar
la visión de la congregación. Una declaración de la visión
colocada en
el
tablero para noticias, en el membrete de correspondencia de la
iglesia,
cartelones
y banderines que proclaman la visión, proveen medios para hacer
énfasis
y crean un impacto. Utilice toda oportunidad para llamar a la iglesia
a
hacer
suya la visión.
Sentirse
parte del sueño y lograr un consenso son esenciales
Mientras
es difícil pensar que Dios dejaría a un lado a su líder ungido, es
igualmente
difícil creer que no confirmaría la visión a través de su cuerpo.
Esto
no
quiere decir que antes de principiar a actuar sobre la visión la
congregación
tiene
que ser unánime. Moisés tenía apenas dos espías de los doce, que
creían
a
Dios y estaban dispuestos a tomar posesión de la tierra. En aquella
ocasión
Dios
no permitió al pueblo entrar en la tierra prometida por su
incredulidad y
desobediencia.
Nehemías fue fastidiado por los de adentro que escarnecieron
sus
esfuerzos débiles para reconstruir el muro. Sería preferible, por
supuesto, si
todos
en la iglesia fuesen de una misma mente, como eran los discípulos en
el
aposento
alto (<440114>440114>Hechos
1:14). La unanimidad requiere una membresía
totalmente
regenerada que esté caminando en el Espíritu.
Una
vez que Dios confirma la visión a la congregación, el llegar a
sentirse parte
del
sueño y la formación de un consenso llegan a ser prioridades altas.
Esto
requiere
la comunicación constante, honesta y abierta. Invite a la gente de
su
iglesia
a ayudarle a enunciar la visión. Los líderes laicos tienen un
impacto
grande
sobre el proceso de formar un consenso. Esto es cierto especialmente
en
las iglesias más pequeñas, donde las relaciones profundas y
perdurables ya
han
sido establecidas con los líderes laicos claves. La congregación
necesita
sentir
como los de adentro, o como los miembros de la familia que están
trabajando
juntos a favor de una visión que todos comparten.
Un
estudio reciente comisionado por la Iglesia Luterana, del Sínodo de
Missouri,
reveló que las congregaciones que están creciendo tienen una visión
misionera
que va más allá de su membresía actual, y cuentan con líderes que
comparten
esa visión. En base a esta visión compartida, su orientación es
hacia
la
acción. No están dispuestos a sentirse limitados por los desafíos
de tamaño,
idioma,
disponibilidad de recursos o críticas por otros. En respuesta a su
visión,
son
flexibles en su metodología para comunicar un mensaje que no cambia.
Elabore
una declaración de la visión
Una
declaración de la visión es una herramienta poderosa para la
comunicación
y
el logro de un consenso. Esta declaración de la visión da dirección
específica
para
el cumplimiento de la misión de la iglesia. Expresa en palabras las
instrucciones
claras de Dios con referencia a la manera en que su iglesia puede
cumplir
mejor la Gran Comisión en su contexto dado con una visión para el
mundo.
Una
declaración de la visión no es la imaginación santificada, pero
tiene que
reflejar
una comunicación clara de Dios. La declaración de la visión no
crea el
futuro
—solamente Dios puede hacer eso— pero sí permite la comunicación
en
una
forma breve y precisa de la visión de Dios para una iglesia y su
ministerio.
Una
declaración de la visión ayuda a la iglesia en cuatro maneras
específicas:
1.
Provee
dirección para el ministerio. Evita
que la iglesia opere bajo la
filosofía
de que “el niño que no llora no mama”, o sea, que responda al
estímulo
más
fuerte en un momento pero pase a otro énfasis pronto. Ayuda a evitar
la
tendencia
de agarrar cada novedad en el campo del crecimiento de la iglesia y
también
previene el estancamiento que ocurre cuando las iglesias se aferran a
las
tradiciones anticuadas. Puede evaluar programas y métodos a la luz
de su
declaración
de visión.
2.
Puede
ayudar a motivar a la gente. Al
leerla, verla y escucharla, los
miembros
sienten que la iglesia está moviéndose en una dirección claramente
señalada.
3.
Así,
puede ayudar a generar un entusiasmo genuino por el crecimiento
auténtico
y sano de la iglesia.
4.
Puede
ayudar a identificar la singularidad de su iglesia con
relación a
otras.
Si
necesita más ayuda para guiar a su iglesia a descubrir su sueño
dado por
Dios,
yo recomendaría el libro, To
Dream Again (El
soñar de nuevo), por
Robert
D. Dale. Ayuda específica para la redacción de una declaración de
la
visión
está disponible en el libro de George Barna, The
Power of Vision (El
poder
de la visión).
Anticipe
la oposición
Por
la emoción de comunicar la visión, uno puede sorprenderse de que
alguien
exprese
oposición a la visión, y preguntarse en silencio o a viva voz:
¿Cómo es
posible
que alguien se oponga a algo tan positivo? ¿Cómo puede alguien
oponerse
al progreso? ¿Cómo puede un cristiano estar en contra de ganar a
los
perdidos
y de que la iglesia crezca? Esas son preguntas legítimas y contra
las
cuales
se tiene que luchar, pero es un hecho: algunos van a estar en contra
del
sueño.
Quizá apelarán a la razón, la comodidad, o al costo potencial,
pero al
final
se opondrán a los cambios necesarios para ser obedientes a ese
sueño.
Era
de esperarse que todos en Israel estuvieran felices al darse cuenta
que
alguien
tenía suficiente interés para reconstruir el muro, pero eso no fue
el caso.
La
oposición llegó en forma inmediata y persistente. A veces su base
fue la
personalidad
y se centraba en cuestionar los motivos de Nehemías. En otras
ocasiones
tomó la forma de mofa. Nehemías luchó en contra de la oposición
con
oración y permaneció fiel a su tarea. Se negó a bajar del muro
para pelear
una
batalla verbal con sus opositores. Permaneció fiel a su sueño.
Muchos
pastores e iglesias dejan de persistir porque se echan atrás cuando
aparecen
las primeras evidencias de la oposición. Escogen preservar la paz en
vez
de realizar su sueño. Este es un pobre y trágico trueque. Principia
el
proceso
de transigir que debilita y finalmente destruye la oportunidad para
el
crecimiento
sano. Si usted sabe que la visión es de Dios, ¡sea obediente!
Dé
lugar al equilibrio
El
otro lado de la moneda es el pastor o laico que se vuelve arrogante y
testarudo
acerca de su estrategia específica para realizar su visión. No está
dispuesto
a escuchar a otros que expresan preocupación o están dispuestos a
ofrecer
sugerencias. Escuche la sabiduría de creyentes maduros; Dios obra
por
medio
de su familia entera.
Pablo
tenía una visión clara con referencia a su misión a los gentiles;
sin
embargo,
con buena voluntad asistió a la conferencia en Jerusalén (Hechos
15)
y
escuchó las preocupaciones de otros. Pablo no estaba dispuesto a
ceder en
relación
con la claridad y sencillez del evangelio que se debiera predicar a
los
gentiles,
pero reconoció la validez de la preocupación de otros por la pureza
de
la
iglesia. Por consiguiente, mientras se mantuvo firme en contra de
cualquier
intento
de alterar el mensaje, aceptó las recomendaciones del concilio que
mantuvieron
la pureza de la iglesia y previno la ofensa a los judíos. Pablo
estaba
dispuesto
a aceptar los medios de proteger la pureza del evangelio y a la vez
buscó
maneras de aliviar la tensión en las relaciones interpersonales.
A
veces llegamos a estar tan convencidos de nuestras propias ideas que
no
escuchamos
las ideas y preocupaciones de otros. Esto debilita la unidad de la
iglesia.
Tenemos que distinguir entre lo que no se debe alterar y lo que se
puede
negociar
al elaborar las maneras de lograr la visión.
Permanezca
fiel al sueño
Surge
la pregunta, particularmente en el contexto de la política
congregacional:
“¿Qué
hago si la mayoría de los miembros no dan su apoyo a la visión?”
Aquí
también
sugiero que vuelva a los conceptos del arrepentimiento, la oración y
el
ayuno,
y que permita que Dios traiga la convicción. Sólo Dios puede mover
a
su
iglesia. Si intenta hacer la obra que corresponde al Espíritu Santo,
llegará a
sentirse
frustrado y desilusionado y pronto abandonará la iglesia.
También
podemos aprender una lección de Moisés en este caso. Recuerde que
sus
dos espías fieles fueron derrotados en la votación por los diez
espías
temerosos
y desobedientes. El pueblo, en respuesta al informe temeroso y
fraudulento
de la mayoría, rehusó entrar para poseer la tierra que Dios les
había
mandado
habitar. Como consecuencia de su desobediencia, toda una
generación
fue condenada a vagar inútilmente en el desierto. Moisés, como su
líder,
les acompañó en este peregrinaje sin sentido. ¿Qué hizo con su
iglesia
errante?
Primero,
se quedó con su pueblo porque tuvo un corazón de amor por
ellos.
Al leer las relaciones de los viajes en el desierto de los
israelitas, no
puedo
pasar por alto las quejas constantes y las murmuraciones del pueblo.
Seguramente
Moisés con frecuencia se sintió desanimado y desilusionado con
un
pueblo tan testarudo. Sin embargo, le vemos intercediendo a menudo
por
ellos
ante Dios. Lo conmovedor de la escena registrada en Éxodo 32 se ha
grabado
en mi mente. Dios estaba listo para destruir a Israel por haber hecho
y
adorado
al becerro de oro. Moisés intercedió por la vida de su pueblo,
ofreciendo
morir con ellos. De este incidente yo capto este principio: No
deje
su
puesto de servicio por cualquier motivo que no sea el llamado de
Dios.
Quédese
hasta que Dios cambie el corazón del pueblo o le traslade a otro
lugar.
No intente trasladarse usted mismo simplemente porque su gente
todavía
no
ha respondido a la visión de Dios.
Segundo,
Moisés transmitió el sueño a otra generación.
Preparó a una
nueva
generación de líderes para dirigir. Como parte del proceso de
preparación,
declaró de nuevo la ley de Dios a esta nueva generación. Los
líderes
maduros permanecen comprometidos a la visión, aun si los resultados
no
se realizan durante sus vidas. Tenemos una visión humana limitada de
la obra
eterna.
Dios conoce nuestros corazones y nuestro trabajo y recompensará a
sus
siervos en forma equitativa.
Tercero,
Moisés enfocó su atención en Dios y le permitió edificar el
carácter
del pueblo.
Recuerde, el crecimiento de la iglesia es obra de Dios, no
suya.
Usted apenas es un vaso por medio del cual la gracia de Dios es
manifestada.
No se frustre ni se enoje. Se requiere del siervo que sea hallado
fiel,
no exitoso desde la perspectiva mundana. Nuestra motivación no es
acumular
premios por el crecimiento de nuestra iglesia en el presente; más
bien
es
hacer tesoros en el cielo. Dios puede hacer más para edificar a su
iglesia por
medio
de su fidelidad a él y a su pueblo, que cualquier otra cosa que
usted
pueda
lograr en su ministerio.
Desarrolle
los planes de acción para lograr el sueño
El
desarrollar un plan de acción es asunto de obediencia. Es la
respuesta a
estas
preguntas: “¿Cómo ha de actualizar la iglesia el sueño o la
visión? y ¿quién
debe
estar involucrado?” La iglesia en Antioquía mandó a Pablo y
Bernabé
para
evangelizar al mundo. Pablo pronto desarrolló una estrategia clara
para
evangelizar
las ciudades de mayor tamaño en el mundo de su día. Principió su
trabajo
enseñando en la sinagoga local y después estableciendo una
comunidad
local
de creyentes que continuarían la tarea de la evangelización
mundial. Los
planes
de acción aseguran que la visión de la iglesia no se desvanezca.
El
dar y el servir, unidos a un plan de acción que proviene de una
visión dada
por
Dios, siempre tienen mayor significado. Una visión da dirección
positiva a
las
metas y actividades. Su iglesia desarrollará sus metas y planes en
una de dos
maneras.
Puede que no planifique en ningún sentido, lo que significa que
todas
sus
metas se establecen al azar, o puede hacer planificación que brota
de una
visión.
En el último caso, las metas y los planes se desarrollan para
capacitar a
la
iglesia para realizar su visión. Es mejor cuando las metas son fruto
de la
visión
y preceden a la preparación del presupuesto y los demás detalles de
la
planificación
de actividades. En esa manera, los presupuestos y los planes de
acción
reflejan claramente las metas que solidarizan la visión.
Recompense
acciones que lleven hacia la actualización de la
visión
Recuerde
que el aprender toma lugar a medida que se afirma el
comportamiento
ejemplar. Recompense las acciones positivas que ayudan a la
iglesia
a comprender su visión. Asegúrese de que la recompensa es
inmediata,
genuina
y pública. Asegúrese de que la afirmación es dada por un
comportamiento
que ayuda a la iglesia a lograr su visión.
Por
años en algunas denominaciones la escuela dominical se veía
principalmente
como
herramienta evangelizadora. Se daba reconocimiento a las actividades
que
producían resultados evangelísticos. Durante los años sesenta, la
visión
para
una escuela dominical evangelística fue cambiada y oscurecida en las
mentes
de muchos. Muchas iglesias comenzaron a dar recompensas por tales
cosas
como la mayor asistencia o la asistencia promedio más alta. El
recompensar
estas metas inapropiadas contribuyeron a minar la visión de una
escuela
dominical dedicada al evangelismo. Es fácil lograr una clase grande
si
uno
no tiene respeto por la meta del trabajo cooperativo de toda la
organización
que enseña la Biblia. Puede aferrarse a todos sus miembros,
rehusando
mandarles a otras áreas de servicio. Puede resistir todo intento de
organizar
nuevas clases y de mandar a los miembros a otras clases más
apropiadas,
según su edad o intereses especiales. Al final puede acumular a un
gran
número de personas, pero no habrá ayudado a la organización de
estudio
bíblico
para su crecimiento y evangelización de los inconversos.
Recompensar
las acciones positivas edifica los ejemplos positivos como
modelos
en la iglesia. Muchas iglesias reconocen a las personas que han
ganado
a otros para Cristo. Tal actividad subraya la misión de la iglesia
para
cumplir
la Gran Comisión y crea un ejemplo positivo como modelo para que
otros
lo imiten. En cierta ocasión, en la Primera Iglesia de Norfolk
encontramos
que
era necesario establecer una tercera hora para el estudio de la
Biblia los
domingos
en la mañana para crear el espacio para continuar nuestro programa
evangelístico
de ganar a otros para Cristo. Esta nueva hora para estudiar la
Biblia
era a las 8:15 en la mañana los domingos. Algunos se resistieron a
la
idea,
diciendo que era demasiado temprano. Una clase de adultos jóvenes
captó
la visión y se ofreció a cambiar a esta hora temprana, aunque
algunos
tenían
niños preescolares. ¡Un sacrificio verdadero! El domingo antes del
día
del
cambio, pedí que todos en la clase se pusieran en pie en el culto de
la
mañana
e informé a la congregación de su decisión. Su decisión y el
elogio
público
animó a otras clases a seguir su ejemplo.
Las
iglesias dinámicas se caracterizan por su visión. Escuchan a Dios,
responden
en obediencia, reorganizan sus prioridades, elaboran planes de
acción
que reflejan su visión que les capacita para alcanzar sus metas, y
se
ponen
a trabajar.
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