viernes, 23 de octubre de 2015

EL TEMOR BENIGNO Y EL MALIGNO









Por Pr Manuel A Morejón Soler -El Vedado, La Habana,

La palabra  phobos significa "miedo", "temor", y, en el griego de todas las épocas, ha sido considerada una "palabra intermedia". Es decir, la palabra en sí es completamente neutral, pero según la forma en que se use y el contexto en que se encuentre, puede tener un significado benigno o dañino y puede describir algo que es útil y digno de elogio o, por el contrario, algo nocivo y despreciable. En griego,  phobos, "miedo", puede ser tanto la característica de un cobarde como de una persona valiente. Tiene tanto el sentido positivo como el negativo.

Comencemos por el positivo

En algunos casos, la Versión Reina Valera Antigua (VRVA)  traduce  phobos con la palabra "temor", donde el significado es, más bien, "reverencia". Ya hemos visto que en (Hechos 9:31) se dice que las iglesias "andaban en el temor del Señor", esto es, los cristianos vivían reverentemente. Pablo condenaba de los injustos que no hubiera "temor de Dios" delante de los ojos de ellos (Romanos 3:18). Faltaban la reverencia y el respeto que deben darse y guardarse a Dios. Pedro habla de conducirnos "en temor" todo el tiempo de nuestra peregrinación (1 Pedro 1:17). En este sentido,  phobos describe la condición de un hombre que está viviendo a la luz de la eternidad, que siempre es consciente de Dios, que nunca olvida que un día dará cuenta de sus hechos.

Este  phobos, esta "reverencia", con respecto a Dios, es fuente de grandes logros, como lo es una "vida casta" (1 Pedro 3:2). Conocer a Dios trae, necesariamente, una influencia pura para la vida.

Este  phobos es fuente de "santidad" (2 Corintios. 7:1). Porque Dios es santo, el hombre de Dios también ha de ser santo. Es preciso que haya diferencia entre la vida cristiana y cualquier otra, pero la fuerza motriz y la causa de esa diferencia tienen que ser en el sentido de Dios.

 Este  phobos es la base del "respeto" y del "servicio" que los cristianos están llamados a tenerse y a prestarse mutuamente (Efesios. 5:21). Los cristianos viven en presencia de Dios. Cada cristiano no debe ser sólo consciente de su salvación personal, sino también de la salvación de su hermano, por quien Cristo murió igualmente. Los cristianos, como consecuencia de su reverencia a Dios, han de reverenciarse entre sí.

El sentido negativo

Hay un  phobos que es, característicamente, la emoción del hombre dañino (Romanos 13:3). Frente a la autoridad, el hombre phobo no tiene nada que temer.  Phobos es la parte infantil del malhechor.

Hay en el  phobos, el "temor", de la muerte (Hechos 2:25). Un periodista puso a la cabeza de la lista de sus normas particulares de vida: "Nunca pensaré en la muerte." Un doctor declaró que el temor de la muerte estaba tan arraigado en el ser del hombre, que la vida era un largo esfuerzo para mantenerlo a raya.
La esperanza cristiana libra al hombre de esta clase de  phobos. El cristiano tiene razones para no estar obsesionado por el temor de la muerte.

La cura del  phobos, del "temor", es el amor (1 Juan. 4:16, 18). El perfecto amor echa fuera de la vida el temor. El temor, dijo Juan, lleva en sí tormento (1 Juan. 4:18). El temor tiene que ver con el castigo, pero el cristianismo no enseña a pensar tanto en la venganza de Dios como en su amor, no tanto en el castigo de Dios como en su perdón.

 Phobos, "temor", es lo que acobarda a un hombre para que no dé el testimonio cristiano que se espera de él. Esta forma de usar  phobos es característica del Cuarto Evangelio. El miedo a los judíos contuvo a los hombres de confesar su fe en Jesús (Juan. 7:13), hizo que José de Arimatea permaneciera como discípulo secreto (Jn. 19:38) y forzó a los discípulos a encerrarse después de la crucifixión (Jn. 20:19). El temor es lo que, en tiempo de aflicción, impide a un hombre proclamar quién es y a quién sirve (1 Pedro. 3:14).  Phobos destruye el heroísmo esencial de la fe cristiana.

En el Nuevo Testamento (NT),  phobos es una de las grandes palabras. No puede haber un cristiano sin el temor reverente de la criatura en presencia del Creador. El sentir reverente, el tener conciencia de Dios, es a la vez el remedio contra el pecado, la dinámica de la vida cristiana y la causa del esfuerzo y la superación de los  cristianos. Pero cuando la reverencia se vuelve temor, en el sentido más vulgar del término, entonces la fe se torna raquítica e inadecuada, ya que, por haber perdido la gracia, ha perdido la gloria.

“Pero los cobardes e incrédulos,  los abominables y homicidas,  los fornicarios y hechiceros,  los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,  que es la muerte segunda". (Apocalipsis 21:8)



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