La
palabra phobos significa
"miedo", "temor", y, en el griego de todas las épocas, ha
sido considerada una "palabra intermedia". Es decir, la palabra en sí
es completamente neutral, pero según la forma en que se use y el contexto en
que se encuentre, puede tener un significado benigno o dañino y puede describir
algo que es útil y digno de elogio o, por el contrario, algo nocivo y
despreciable. En griego, phobos,
"miedo", puede ser tanto la característica de un cobarde como de una
persona valiente. Tiene tanto el sentido positivo como el negativo.
Comencemos por el positivo
En algunos
casos, la Versión Reina Valera Antigua (VRVA) traduce
phobos con la palabra "temor", donde el significado es,
más bien, "reverencia". Ya hemos visto que en (Hechos 9:31) se dice
que las iglesias "andaban en el temor del Señor", esto es, los
cristianos vivían reverentemente. Pablo condenaba de los injustos que no
hubiera "temor de Dios" delante de los ojos de ellos (Romanos 3:18).
Faltaban la reverencia y el respeto que deben darse y guardarse a Dios. Pedro
habla de conducirnos "en temor" todo el tiempo de nuestra peregrinación
(1 Pedro 1:17). En este sentido, phobos
describe la condición de un hombre que está viviendo a la luz de la eternidad,
que siempre es consciente de Dios, que nunca olvida que un día dará cuenta de
sus hechos.
Este phobos, esta "reverencia", con
respecto a Dios, es fuente de grandes logros, como lo es una "vida
casta" (1 Pedro 3:2). Conocer a Dios trae, necesariamente, una influencia
pura para la vida.
Este phobos es fuente de
"santidad" (2 Corintios. 7:1). Porque Dios es santo, el hombre de
Dios también ha de ser santo. Es preciso que haya diferencia entre la vida
cristiana y cualquier otra, pero la fuerza motriz y la causa de esa diferencia
tienen que ser en el sentido de Dios.
Este phobos
es la base del "respeto" y del "servicio" que los
cristianos están llamados a tenerse y a prestarse mutuamente (Efesios. 5:21).
Los cristianos viven en presencia de Dios. Cada cristiano no debe ser sólo
consciente de su salvación personal, sino también de la salvación de su
hermano, por quien Cristo murió igualmente. Los cristianos, como consecuencia
de su reverencia a Dios, han de reverenciarse entre sí.
El sentido negativo
Hay un phobos que es, característicamente, la
emoción del hombre dañino (Romanos 13:3). Frente a la autoridad, el hombre phobo
no tiene nada que temer. Phobos
es la parte infantil del malhechor.
Hay en
el phobos, el "temor",
de la muerte (Hechos 2:25). Un periodista puso a la cabeza de la lista de sus
normas particulares de vida: "Nunca pensaré en la muerte." Un doctor
declaró que el temor de la muerte estaba tan arraigado en el ser del hombre,
que la vida era un largo esfuerzo para mantenerlo a raya.
La esperanza
cristiana libra al hombre de esta clase de
phobos. El cristiano tiene razones para no estar obsesionado por
el temor de la muerte.
La cura
del phobos, del
"temor", es el amor (1 Juan. 4:16, 18). El perfecto amor echa fuera
de la vida el temor. El temor, dijo Juan, lleva en sí tormento (1 Juan. 4:18).
El temor tiene que ver con el castigo, pero el cristianismo no enseña a pensar
tanto en la venganza de Dios como en su amor, no tanto en el castigo de Dios
como en su perdón.
Phobos, "temor", es lo que
acobarda a un hombre para que no dé el testimonio cristiano que se espera de
él. Esta forma de usar phobos es
característica del Cuarto Evangelio. El miedo a los judíos contuvo a los
hombres de confesar su fe en Jesús (Juan. 7:13), hizo que José de Arimatea
permaneciera como discípulo secreto (Jn. 19:38) y forzó a los discípulos a
encerrarse después de la crucifixión (Jn. 20:19). El temor es lo que, en tiempo
de aflicción, impide a un hombre proclamar quién es y a quién sirve (1 Pedro.
3:14). Phobos destruye el
heroísmo esencial de la fe cristiana.
En el Nuevo Testamento
(NT), phobos es una de las
grandes palabras. No puede haber un cristiano sin el temor reverente de la
criatura en presencia del Creador. El sentir reverente, el tener conciencia de
Dios, es a la vez el remedio contra el pecado, la dinámica de la vida cristiana
y la causa del esfuerzo y la superación de los cristianos. Pero cuando la reverencia se
vuelve temor, en el sentido más vulgar del término, entonces la fe se torna
raquítica e inadecuada, ya que, por haber perdido la gracia, ha perdido la
gloria.
“Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda". (Apocalipsis
21:8)
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