jueves, 17 de septiembre de 2015

Un terremoto grado 8,4 en la escala de Ritcher sacudió a Chile



 
 La noche del miércoles y dejó diez muertos, una persona desaparecida y una veintena de heridos. El borde costero chileno del norte es la zona más afectada por el seísmo que se registró a una profundidad de 15,7 kilómetros de profundidad en Canela Baja, un pequeño poblado a más de 400 al norte de Santiago.
A los pocos minutos del fuerte movimiento de tierra que se sintió en todo el territorio de Chile continental e incluso en Mendoza y Buenos Aires, en Argentina, el Gobierno alertó de un tsunami, lo que produjo una evacuación de más de 600.000 personas del borde costero, sobre todo en las zonas norteñas cercanas al lugar del epicentro.
La presidenta Michelle Bachelet y su equipo de gobierno —que, como ella misma recordó, ha hecho frente en 18 meses a ocho eventos catastróficos— dirigió desde el palacio presidencial de La Moneda la toma de las primeras decisiones de evacuación y despliegue de recursos de ayuda a los lugares más afectados. De esa forma se puso en práctica un nuevo protocolo en la toma de decisiones de las autoridades durante eventos de este tipo, un aprendizaje que dejó el terremoto del 27 de febrero de 2010 cuando quedó devastado el sur de Chile y el gobierno de Bachelet cuestionado por haber levantado la alerta de tsunami, que en definitiva dejó decenas de muertos.
Según informó el servicio sismográfico de la Universidad de Chile, el terremoto del miércoles se produjo por el desplazamiento de la placa de Nazca en roce con la placa Sudamericana, lo que ha generado más de cien réplicas —algunas muy fuertes con registros por sobre los 6 grados Ritcher— en menos de 24 horas.
Aunque el seísmo afectó a diez de las quince regiones de Chile, el gobierno declaró «zona de catástrofe» a un reducido grupo de comunas y descartó la aplicación del «estado de excepción», que entrega facultades especiales a las Fuerzas Armadas, que toman el control territorial y se hacen cargo de la seguridad pública. Ello da cuenta que, a pesar de la magnitud del terremoto, la población ha asimilado bien el evento, actuó de acuerdo a los protocolos de emergencia y no hubo problemas mayores de seguridad pública. Los sectores más afectados son algunos puertos, caletas de pescadores, cortes de caminos y carreteras por desprendimiento de tierras.
El terremoto se produjo el día antes de que Chile comenzara las celebraciones de su fiesta nacional de independencia. De hecho, en el momento mismo en que era inaugurada la fiesta nortina de La Pampilla, en Iquique, se produjo el fuerte movimiento de tierra, al que asistían unas 40.000 personas; el lugar fue rápidamente evacuado. Pero la fiesta que dura cuatro días, justo al lado de la costa y que reúne a más de 129.000 personas, fue cancelada.
También la presidenta Bachelet, que este jueves viajó junto a su gabinete de ministros a la zona afectada, anunció que no asistiría al arranque oficial de las celebraciones que tradicionalmente se realiza en Santiago, dejó en duda su participación en la misa (Te Deum) que ofrece la Iglesia Católica el viernes, así como a la Parada Militar del sábado 19.
El gobierno está abocado a evaluar la magnitud de los daños. «Pero ya tenemos experiencia en casos como este», dijo Bachelet luego de reunirse con sus ministros y antes de viajar al norte, al recordar que el gobierno ha diseñado instrumentos para evaluar daños y dirigir focalizadamente la ayuda a afectados. «Vamos a asignar los recursos que sean necesarios» para mitigar los efectos del terremoto y el tsunami, dijo la gobernante.

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