La noche del miércoles y dejó diez muertos, una persona desaparecida y una veintena de heridos. El borde costero chileno del norte es la zona más afectada por el seísmo que se registró a una profundidad de 15,7 kilómetros de profundidad en Canela Baja, un pequeño poblado a más de 400 al norte de Santiago.
A los pocos minutos del fuerte movimiento de tierra que se sintió en todo el territorio de Chile continental e incluso en Mendoza y Buenos Aires, en Argentina, el Gobierno alertó de un tsunami,
lo que produjo una evacuación de más de 600.000 personas del borde
costero, sobre todo en las zonas norteñas cercanas al lugar del
epicentro.
La presidenta Michelle Bachelet y
su equipo de gobierno —que, como ella misma recordó, ha hecho frente en
18 meses a ocho eventos catastróficos— dirigió desde el palacio
presidencial de La Moneda la toma de las primeras decisiones de
evacuación y despliegue de recursos de ayuda a los lugares más
afectados. De esa forma se puso en práctica un nuevo protocolo en la
toma de decisiones de las autoridades durante eventos de este tipo, un aprendizaje que dejó el terremoto del 27 de febrero de 2010 cuando
quedó devastado el sur de Chile y el gobierno de Bachelet cuestionado
por haber levantado la alerta de tsunami, que en definitiva dejó decenas
de muertos.
Según informó el servicio sismográfico de la Universidad de Chile, el terremoto del miércoles se produjo por el desplazamiento de la placa de Nazca en roce con la placa Sudamericana, lo que ha generado más de cien réplicas —algunas muy fuertes con registros por sobre los 6 grados Ritcher— en menos de 24 horas.
Aunque el seísmo afectó a diez de las quince regiones de Chile, el gobierno declaró «zona de catástrofe»
a un reducido grupo de comunas y descartó la aplicación del «estado de
excepción», que entrega facultades especiales a las Fuerzas Armadas, que
toman el control territorial y se hacen cargo de la seguridad pública.
Ello da cuenta que, a pesar de la magnitud del terremoto, la población
ha asimilado bien el evento, actuó de acuerdo a los protocolos de
emergencia y no hubo problemas mayores de seguridad pública. Los
sectores más afectados son algunos puertos, caletas de pescadores,
cortes de caminos y carreteras por desprendimiento de tierras.
El terremoto se produjo el día antes de que Chile comenzara
las celebraciones de su fiesta nacional de independencia. De hecho, en
el momento mismo en que era inaugurada la fiesta nortina de La Pampilla,
en Iquique, se produjo el fuerte movimiento de tierra, al que asistían
unas 40.000 personas; el lugar fue rápidamente evacuado. Pero la fiesta que dura cuatro días, justo al lado de la costa y que reúne a más de 129.000 personas, fue cancelada.
También la presidenta Bachelet, que este jueves viajó junto a su gabinete de ministros a la zona afectada, anunció que no asistiría al arranque oficial de las celebraciones que tradicionalmente se realiza en Santiago,
dejó en duda su participación en la misa (Te Deum) que ofrece la
Iglesia Católica el viernes, así como a la Parada Militar del sábado 19.
El gobierno está abocado a evaluar la magnitud de los
daños. «Pero ya tenemos experiencia en casos como este», dijo Bachelet
luego de reunirse con sus ministros y antes de viajar al norte, al
recordar que el gobierno ha diseñado instrumentos para evaluar daños y
dirigir focalizadamente la ayuda a afectados. «Vamos a asignar los recursos que sean necesarios» para mitigar los efectos del terremoto y el tsunami, dijo la gobernante.
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