Ekklesia, la
palabra griega que traducimos "iglesia", es una de las más
importantes del Nuevo Testamento (NT). Como otras palabras neo testamentarias,
ésta tiene un doble trasfondo.
Trasfondo griego de Ekklesia
En
los grandes días de la Atenas clásica, la
Ekklesia era la gente convocada
y reunida en asamblea. La componían todos los ciudadanos de la ciudad
que no habían perdido sus derechos cívicos y salvo el hecho de que las
decisiones tomadas debían ajustarse a las leyes del Estado, sus poderes eran
para todos los fines y efectos. La asamblea nombraba y destituía magistrados, dirigía
la política de la ciudad, declaraba la guerra y hacía la paz, contraía
compromisos y concertaba alianzas, elegía generales y otros oficiales militares,
destinaba las tropas a las diferentes campañas y las despachaba desde la ciudad,
era responsable de la dirección de todas las operaciones militares, recogía y
distribuía los fondos públicos. Pero, en medio de todo esto, debemos destacar
dos hechos sumamente interesantes. Primero, todas sus reuniones comenzaban con
oración y sacrificio. Segundo, era una verdadera democracia. Sus dos “santos y
señas” eran "igualdad" (isonomia)
y "libertad" (eleutheria.)
Era una asamblea en que cada uno tenía el mismo derecho e idéntico deber de
tomar parte. Cuando había que dirimir alguna cuestión en que estuvieran
implicados los derechos de algún ciudadano en particular, como en el caso de
ostracismo o destierro, tenían que estar presentes un mínimo de seis mil
ciudadanos. En un sentido más amplio, ekklesia
vino a significar cualquier asamblea de ciudadanos debidamente convocados. Es
interesante hacer constar que el mundo romano nunca trató de traducir la
palabra ekklesia, simplemente la
transliteró, resultando ecclesia, y
la usó de la misma forma que los griegos. Hay una sugestiva inscripción
bilingüe (fechada entre el 103-104 d. de J.C.), encontrada en Atenas, que puede
ser leída sobre el trasfondo de Hechos 18. Cierto Cayo Vibius Salutaris había
presentado a la ciudad varias imágenes y, entre ellas, figuraba una de Diana.
La inscripción dispone que las imágenes, situadas sobre sus respectivos
pedestales, debían estar presentes en cada
ekklesia de la ciudad convocada en el teatro. Para griegos y
romanos la palabra era familiar en el sentido de asamblea convocada. Así, pues,
cuando miramos todo esto frente al mencionado trasfondo, la iglesia era la asamblea
de Dios, la revista de Dios, y Dios era el convocador.
El trasfondo hebreo de ekklesia
En
la Septuaginta, ekklesia traduce
la palabra hebrea qahai que
proviene de una raíz que también significa "convocar". Normalmente,
es usada para significar la "asamblea" o "congregación" del
pueblo de Israel. En Dt. 18:16, Jue. 20:2, se traduce "asamblea", y
en 1 R. 8:14, Lv. 10:17, Nm. 1:16, "congregación". Es muy común en la
Septuaginta, donde aparece unas setenta veces. En el sentido hebreo, por tanto,
significa el pueblo de Dios, convocado por Dios, a fin de que escuche a y actúe
para Dios. En cierto sentido, la palabra "congregación", como
traducción de ekklesia, pierde
algo del significado esencial.
Una
"congregación" es cierto número de personas "que han venido
juntas", una qahal o ekklesia
es cierto número de personas "que han sido convocadas". Las dos
palabras originales, hebrea y griega, ponen todo el énfasis en la acción de
Dios.
La
palabra no significa un conjunto de personas que han sido
"entresacadas" del mundo, como tan a menudo se afirma. Ekklesia no tiene en sí tal sentido
exclusivo. Significa que han sido "citadas fuera" de sus casas para
ir a reunirse con Dios, y esto, tanto en el uso griego como hebreo, en sentido
inclusivo, nunca exclusivo. El Estado no citaba a unos cuantos privilegiados
para que cargaran con sus responsabilidades, sino a cada hombre, Dios tampoco
cita a unos pocos elegidos para que vayan a escuchar su palabra y a actuar de
acuerdo con ella, sino a todos los hombres.
Concluyendo
La iglesia es un conjunto de personas
congregadas no tanto porque hayan escogido estar juntas, no tanto para
comunicarse mutuamente los pensamientos y opiniones personales, sino para
escuchar la voz de Dios y adorarlo. El hombre también, como templo del Espíritu
Santo, es una iglesia.
En
tiempos del NT, la iglesia no tenía edificios. Los cristianos se reunían en
cualquier casa que tuviera una habitación lo bastante grande para albergarlos.
Estas asambleas eran llamadas "iglesias de casa" (Romanos 16:5, 1 Corintios
16:19, Colosenses. 4:15, Filemón. 2).
Cada
hogar debe ser en el sentido real una iglesia. Jesús es el Señor de la mesa de
la comida y de la mesa de la comunión. Y siempre será cierto que oran mejor
juntos los que primero oran solos.
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