Rev Mario Felix Leonart
Juan Carlos Chavez
El Nuevo Herald
El 25 de enero los
esposos y pastores cristianos César Serrano Palacios y María Elisa
Acosta Piña, residentes en la ciudad de Bayamo, provincia Granma,
tuvieron que devolver a las autoridades cubanas una licencia que los
autorizaba a vender alimentos.
Fue el final de una
historia de presiones y amenazas, hostigamientos y vigilancias. Ambos
son miembros de Pastores por el Cambio, un movimiento religioso que
no cuenta con el aval de las autoridades.
Algo similar le
ocurrió a Tomasa Victoria Ayala, una activa y ferviente pastora
residente en el municipio Colombia, provincia de Las Tunas. Su tarea
pastoral en un pequeño rincón de su modesta vivienda llamó la
atención de la policía política. Victoria fue multada con 500
pesos cubanos, equivalente a dos salarios mensuales. Su pecado:
alteración del orden.
“No importa, vamos
a continuar con una voz activa”, dijo a El Nuevo Herald, Bernardo
Quezada Salomón, pastor principal del movimiento religioso Fuego y
Dinámica, radicado en Camagüey.
En un país donde el
régimen de mano dura es ley y el poder de convocatoria es visto por
el gobierno cubano como un atentado a la seguridad del Estado, los
maltratos hacia diferentes denominaciones religiosas comienzan a
tomar impulso en la isla.
El fenómeno
replantea un terreno que es ya de por sí bastante delicado. Ya no se
trata únicamente de atropellos contra las fuerzas disidentes y
opositores políticos. El celo del gobierno se ha extendido
velozmente a grupos religiosos que, guiados por su instinto de ayuda
y compromiso social, van más allá de su rol espiritual.
“Hay un celo a
nuestro desarrollo y multiplicación. No es una ataque de orden
religioso sino también político”, sostuvo Quezada. “El cerco no
nos permite abrir escuelas o hacer más de lo que quisiéramos”.
Las denuncias de
acoso y maltrato, falta de garantías y hostigamientos han sido
respaldadas por organismos internacionales como el Christian
Solidarity Worldwide (CSW), radicada en Gran Bretaña.
Según las
conclusiones de su informe del 2012, el gobierno cubano “intensificó”
su ofensiva contra la libertad religiosa y ordenó al menos 120 actos
represivos de este tipo.
El informe denunció
las presiones de las autoridades y una serie de acosos sistemáticos
contra iglesias de origen metodista, pentecostal y bautista. Asimismo
deploró la negativa del gobierno cubano de permitir actividades
comunitarias de sus feligreses y reuniones de grupos como el llamado
Movimiento Apostólico.
La evaluación del
CSW no incluyó los arrestos masivos y otras operaciones policiales
durante la visita del papa Benedicto XVI a Cuba, hace 10 meses.
Roberto de Jesús
Guerra, director de la agencia de noticias Hablemos Press, en La
Habana, declaró que las religiones que se han distanciado de la
línea oficialista, o no siguen sus recomendaciones, lo pagan caro,
explicó.
“Muchos de ellos
simplemente hablan la verdad y lo que sucede en Cuba. Predican una
línea que plantea un cambio de mentalidad, es decir, buscan
soluciones para mejorar la situación de la población y hacen
críticas abiertamente. Por eso son muy reprimidos”, comentó
Guerra. “Nosotros documentamos más de 50 arrestos en unos cuantos
meses contra la gente de Pastores por el cambio y el Movimiento Fuego
y Dinámica. Otras iglesias pentecostales se encuentran en la misma
situación”.
En ese contexto la
Comisión de Libertad Religiosa Internacional del gobierno de Estados
Unidos también ha tomado nota de la situación sobre el acoso y los
arrestos temporales de pastores.
Un análisis de la
Comisión en el 2012 fustigó el desarrollo de una política
represiva en Cuba. Esta política sigue un curso establecido para
prohibir que ciudadanos del común y defensores de los derechos
humanos participen en actividades religiosas “independientes”,
precisó el análisis.
Las violaciones,
agregó la Comisión, incluyeron consistentes interferencias de las
autoridades cubanas en asuntos de la Iglesia, así como operativos de
vigilancia y restricciones legales a las “prácticas de culto”.
Entre los líderes religiosos arrestados estuvieron docenas de
miembros de la llamada Reforma Apostólica, no registrada, añadió
el informe.
Elizardo Sánchez,
director de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional, radicada en La Habana, afirmó que la represión contra los
pastores ha sido constante en los últimos años. En líneas
generales, la política de cero tolerancia ha estado aumentando de
manera permanente desde que Raúl Castro sucedió a su hermano Fidel
en el poder en el 2006, explicó.
“La mayoría de
las iglesias resultan sospechosas para el gobierno totalitario. Esto
se manifiesta bajo las formas de expresiones de exclusión y
discriminación, vigilancia y limitaciones de espacios a las
actividades de diversas denominaciones religiosas”, puntualizó
Sánchez.
Agregó que la
policía política cubana tiene un buen número de agentes que están
encargados única y exclusivamente de vigilar a las iglesias en todo
el país, incluyendo a la Iglesia Católica. El gobierno cubano tiene
controles estrictos sobre la construcción de nuevas iglesias, y
muchos pastores se ven obligados por las circunstancias a predicar en
casas.
Los pastores
protestantes son detenidos por la policía política del lugar y
agentes de la Seguridad del Estado por cargos como realizar labores
religiosas en lugares públicos y causar una alteración del orden.
La vigilancia y las detenciones de líderes y pastores de religiones
no tradicionales ocurren precisamente en medio de un escenario
altamente delicado. La situación se ha agravado aun más por la
crisis económica y el deterioro de los servicios básicos, entre
otros.
La falta de
tolerancia contra religiones no tradicionales contrasta con un avance
positivo en las relaciones de la Iglesia Católica y el gobierno
cubano. El cambio es significativo debido a que históricamente
estuvo marcado por altibajos y tensiones.
“Las
denominaciones que no tienen reconocimiento oficial, o al menos una
inscripción en el Registro de Asociaciones, son las más
vulnerables”, afirmó Sánchez. “Y la mayoría son las iglesias
evangélicas. Por eso aquí podemos decir que no hay libertad de
culto”.
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